8. La que no debe ser nombrada.

—Ella no es una traidora.

Busco en mi mente alguna respuesta inteligente, y decido usar los argumentos que mi padre usó para desconfiar de mi palabra. Resulta extraño que use las armas con las que me lastimaron para herir a otros.

—Esta editorial le dio confianza, pero a cambio ella dejó nuestra imagen por el piso. Ahora varias personas lo piensan dos veces antes de enviarnos sus manuscritos. No pueden confiar en una entidad que discrimina a las personas de esa manera, pero no fuimos nosotros quienes escribimos ese libro.

Alex se acerca a grandes zancadas hacia mí, y le da un golpe fuerte al escritorio. Por dentro brinco, sin embargo no me dejo amedrentar.

—Para su información, Colin Evans es el nombre del maldito hijo de puta que hizo esto, sin contar que yo...

— ¿Usted qué? —alzo una ceja.

Se queda callado de repente. Traga grueso, y se aparta. Ahí está. Es un maldito cobarde. Admítelo. Admite que fuiste tú quien me hizo esto. Cuéntale al mundo lo que hiciste. Asume tu responsabilidad.

—Usted parece que está ciega, que ni siquiera ve las noticias. Ya le hemos aclarado a la gente que Blair no tuvo nada que ver con esto.

—Pero la gente no lo quiere creer, ¿o sí?

Su mirada se desestabiliza por un momento, y de inmediato se da la vuelta, impidiendo que vea la expresión de su rostro.

—Yo... me encargaré de eso.

Alex, ¿Qué estás intentando hacer?

—Sólo no se meta en mi camino.

Su voz es tan segura y decidida que por un momento me hace estremecer. Alex está intentando hacer algo para ayudarme. La pregunta es, ¿qué está intentando exactamente?

Harmony interrumpe.

—Señorita Harrison. Por favor, pase a su oficina—con la mano me indica que entre a la oficina de la puerta de al lado—. Y tú, Alex. Ponte a trabajar, hay manuscritos que revisar. Le informaré a la señorita Harrison sobre sus labores.

Me levanto de la silla de Alex a regañadientes, y evito mirarlo mientras abro la puerta y entro a mi oficina. Harmony viene detrás de mí, y cuando cierra la puerta, siento como si acabara de bajar de una montaña rusa. Con las piernas algo torpes, logro llegar hasta mi escritorio y sentarme en la silla. Observo el lugar. Es grande y elegante, con un gran ventanal que me permite ver la panorámica de la ciudad. Tiene muebles elegantes, un mini bar y un estante lleno de libros. Observo el pequeño electrodoméstico. ¿Para qué quiero yo un mini bar?

—Sólo estás provocándolo—farfulla Harmony, entrecerrando la mirada hacia mí.

— ¿Y qué si lo hago?

Suspira mientras se acerca.

— Ya viste como reaccionó ante la mención de ese nombre. ¿Lo has comprobado? —se sienta frente a mí —¿Has comprobado que eres importante para él?

Bajo la cabeza, y juego con los dedos sobre mi regazo. Aunque quiera negarlo, es claro que no le soy indiferente. Lo que me hizo no le ha causado satisfacción, sin embargo, eso no quita el hecho de que me ha destruido. Nunca debió meterse con mi sueño. Estaba a punto de alcanzar aquella meta por la cual tanto había luchado. Estaba a punto de lograrlo, pero él lo arruinó. Hizo que me cerraran muchas puertas.

—No pudo admitirlo.

Harmony parece sorprendida por mi respuesta, pero agacha la cabeza y asiente. Lo sabe. No puede defenderlo. Si Alex no quiere admitir la verdad, solo él es culpable de eso.

— ¿Qué está haciendo, Harmony? ¿Qué está-?

—Lo siento. No voy a responder a eso—dice, muy segura de sí misma.

— ¿Qué? ¿Por qué no?

Se echa para atrás, recostándose en el espaldar de la silla.

—Vamos, «Michelle»—dice, haciendo comillas con sus dedos—. Eres su jefa. Si quieres saber lo que está haciendo, no tardará en pasar. Después de todo, estarás al tanto de la mayoría de sus movimientos.

No se me ocurre que puede hacer Alex para ayudarme. No quiere admitir lo que hizo, pero a pesar de eso, intenta detener las habladurías sobre mí. Es una lucha sin sentido. No tiene sentido tomarse tantas molestias ahora. Yo ya estoy cerca del infierno.

—Tú lo quieres—dice Harmony mientras me mira fijamente—. Lo quieres de verdad.

—No es cierto—murmuro.

—Lo veo en tu mirada.

— ¡He dicho que no! —estallo. No sé qué me pasa, pero no quiero oírla más— .No te metas más, Harmony. Este problema es entre él y yo. Mantente alejada.

Ella suspira una vez más, y se levanta de su sitio.

—Ten cuidado con lo que haces—me advierte—. Estás jugando con fuego y te puedes quemar.

Ella no lo entiende.

—No me importa. Ya estoy quemada.

Hora del almuerzo. Me siento como si estuviera de nuevo en el instituto. En ese entonces tenía a Adriana junto a mí, pero cuando ella faltaba o cuando decidía irse a almorzar con otras personas, tenía que sumergirme en la inmensa búsqueda de una mesa aislada en la cafetería.

Y bueno, esta situación no es muy diferente.

Con mi charola en la mano, busco una mesa apartada para sentarme. La mayoría de las mesas se encuentran ocupadas por grupos de personas que ríen, parejas que aprovechan la hora del almuerzo para darse muestras de cariño y grupos pequeños de amigos que hablan discretamente. Observo mi charola con comida y tomo aire. No es la primera vez que paso por esto. Esto no es nada.

Logro divisar una mesa apartada a lo lejos, junto a la ventana. Que bien. Ubicación perfecta. Sonrío ligeramente para mí misma, y me dirijo allí. Al llegar, me siento y dejo la charola sobre la mesa. Tomo los cubiertos y me dispongo a comer, pero una risa me retumba los oídos. Alzo la mirada, algo fastidiada, y veo a Alex reír junto a un grupo grande de personas en una mesa más allá. Lo observo en silencio, y entonces comienzo a matarlo muchas veces en mi mente. Así que no me mentía. Alex era popular antes del incidente de Melanie.

Y parece que su magia sigue ahí.

Lo asesino mentalmente por unos instantes, pero después de unos segundos, el instinto asesino desaparece. No tengo derecho a odiarlo por reír con otros. Alex permaneció recluso de su propio castigo mental durante tres años. Al menos se merece esto. Reír con otras personas. No puedo crucificarlo por ello.

Su mirada se cruza con la mía por un instante, y de inmediato sus ojos transmiten desagrado. Desvía la mirada rápidamente, y entierro el tenedor en el arroz. Bufo. Solo se comporta así conmigo porque ya empecé a caerle mal. Si supiera que soy Blair, habría venido corriendo. Si supiera...

Pero él no puede saber. No quiero que sepa. No quiero exponerme a él otra vez. Solo estoy aquí para superarlo.

Aunque duela.

Si estuviera en otras circunstancias, me habría quitado la peluca y habría permitido que me viera. Pero no puedo perdonarlo. No puedo.

Comienzo a comer, pero entonces un par de sombras se reflejan sobre mí. Alzo la mirada, y veo a Alex y a una mujer que no conozco. Ella parece ansiosa, mientras que Alex solo me mira con los brazos cruzados y un gesto de desprecio. Parece ser el típico chico malo que podría quitarme mi dinero del almuerzo.

— ¿Es ella? —pregunta la muchacha, ansiosa. Alex asiente, y ella toma asiento frente a mí — ¡Vaya! No me lo creí cuando lo mencionaste, nunca pensé que Harmony le dejaría su lugar a otra persona.

Observo a la mujer frente a mí con un gesto de aburrimiento. Alex está cerca, así que ahora soy la señora mala.

—Mucho gusto. Soy Serena Sellers—dice, tendiéndome la mano. La tomo por cortesía—. Oí que eres parte del club "Anti Blair", así que debo decir que es un honor conocerte. Siempre es bueno conocer a más personas con una mente más clara.

Le dirige una mirada desdeñosa a Alex, quien la fulmina con la mirada. Así que hay un club completo dedicado a odiarme. Quién lo diría.

—Serena...

— ¿Qué? —se encoge de hombros—. El que tú estés ciego no significa que otras personas tengamos que estarlo.

Bajo la mirada hasta fijarla en mi comida. ¿Por qué Alex ha venido, y ha traído a esta mujer con él? ¿Cuál es su objetivo? Claramente no quiere ser mi amigo, y él no habría venido por voluntad propia a saludarme. Esas cosas solo suceden en los libros, pero esto es la vida real. La dura y cruel vida real.

Alex solo ha venido para tratar de intimidarme.

—Así que Michelle Harrison, ¿eh? —continúa Serena, analizándome —. Nunca oí hablar de ti.

—No soy famosa como para que hayas oído de mí—comento.

—Bueno, no, pero llevo cinco años trabajando aquí. Habría oído hablar de ti por algún lado. ¿O acaso eres nueva?

Que persistente. Decido ignorarla, y sigo comiendo.

—Hmm... no hablas mucho, ¿verdad?

Si hubiera tenido un lápiz en mi mano ahora mismo seguro lo habría apretado tanto que se habría roto. O lo habría usado para clavárselo en un ojo.

Alex me mira y se cruza de brazos. No ha dejado de mirarme durante todo el rato, y me está cansando.

— ¿Algún problema, Russell?

—Sí, a decir verdad sí. Quiero pedirle un favor—se agacha y se acerca a mí. Retrocedo un poco, evitando la cercanía. No, corazón, ¡ahora no! —. No vuelva a hablar así de ella.

El pulso se me acelera de golpe. Me está defendiendo de mí misma. Suena irónico, pero a pesar de eso no puedo evitar sentirme un poco emocionada. Estúpido sentimiento de esperanza. No puedo dejarme engatusar, o si no habré perdido antes de comenzar.

Me hago la ignorante.

— ¿De Serena? Si apenas la conozco.

—Usted sabe de quién hablo.

—Ah... —suspiro— de "la que no debe ser nombrada".

Alex abre la boca para protestar, pero Serena se pone de pie y le pone una mano en el hombro.

—Alex, escucha-

—No te atrevas, Serena.

—No sé por qué te molesta tanto. Eres el único que la defiende, y ella ni siquiera está aquí. Ya déjalo.

Alex parece ponerse bajo control con esas palabras, y asiente con resignación. Sin embargo, sé que aún le quedan ganas de protestar.

—Tienes una bonita historia con ella y eso, y es lógico que estés apegado emocionalmente a ella de alguna manera. Pero eso no elimina lo que hizo.

Alex gruñe, frustrado.

— ¡Maldita sea! ¡¿Qué no quieren entender?! ¡Ella no hizo nada!

—Sí, claro. Aun no me creo eso de que Colin haya escrito un libro solo para difamarla. Si la editorial quiere escudarse ante la prensa pues bien, pero la verdad es la verdad.

—Mejor cierra la boca Serena, o diré cosas de las que me puedo arrepentir. Y usted—me señala con un dedo—, se atreve a denigrarla otra vez y se las verá conmigo.

—No puedo denigrarla—comento, aunque sé que mis palabras son mentira—. Después de todo ella no está aquí.

Me dirige una mirada de advertencia antes de darse la vuelta para marcharse. Serena se despide con la mano, para luego seguirlo.

Todo sería más fácil si Alex no hubiera hecho lo que hizo. Sería más fácil si tan solo pudiéramos olvidar y perdonar fácilmente, a pesar de la magnitud de los daños. Pero no funciona así. Lo extraño mucho. Quiero que me abrace, quiero abrazarlo, quiero olvidar todo esto. Pero no puedo perdonarlo. Una parte dentro de mí me exige que lo olvide. Que le haga pagar. La realidad es que tengo rencor, y más del que me gustaría.

No puedo dejar que esto se quede así. Por su culpa he tenido que pasar por muchas cosas, y no puedo perdonárselo solo porque aún tengo sentimientos por él. Es un maldito: por dañarme, por obstaculizar mi sueño, por haberme dado falsas esperanzas, pero sobre todo, porque aún tiene un espacio en mis pensamientos.

Un espacio que quiero que me devuelva.

Mi primer día de trabajo ha sido algo agotador. Después de la hora del almuerzo, no pude disponer mucho de Alex. No porque no pudiera, sino porque mi mente estaba cerca del colapso. Ya tenía suficiente de él por un día. Y yo me encontraba en peligro. Apenas había comenzado con mi plan y ya estaba en riesgo de volver a caer. Alex ni siquiera sabía que yo era esa persona. No debería temer, pero verlo seguir con su vida como si nada hubiera pasado me hacía sentir aún más patética. Piensa que las cosas se van a quedar así. Piensa que se puede salir con la suya.

Le mostraré que se ha equivocado.

Tengo mi cena frente a mí. He cocinado algo ligero, y me dedico a comer con lentitud. Ya no tengo el disfraz. En este lugar puedo ser yo misma. En este lugar no tengo que fingir. En este lugar nadie me lastimará. Pero a la misma vez, en este lugar estoy sola. Pero yo ya lo sabía. Sabía que viniendo a Los Ángeles, no podría escapar a la soledad de ninguna manera. No tengo a nadie aquí. O bueno, más o menos si tengo a alguien, pero Michelle no tiene a nadie. Y fuera de estas paredes, no puedo ser Blair.

—No mientras siga siendo culpable—murmuro, mientras observo el periódico que se encuentra a un lado de mi plato de comida.

«La escritora de las discriminaciones aún no da la cara»

—Vaya... a los redactores de prensa sí que se les ocurre encabezados ingeniosos.

No pararán de hablar de mí por un largo tiempo. Lo sé. No seré aceptada con tanta facilidad. Las habladurías no pararán, y por eso tengo que esconderme. Si me muestro como soy, éstas me afectarán directamente.

No hay forma de que él pueda ayudarme.

«—Usted parece que está ciega, que ni siquiera ve las noticias. Ya le hemos aclarado a la gente que Blair no tuvo nada que ver con esto.

—Pero la gente no lo quiere creer, ¿o sí?

Su mirada se desestabiliza por un momento, y de inmediato se da la vuelta, impidiendo que vea la expresión de su rostro.

—Yo... me encargaré de eso. Sólo no se meta en mi camino.»

Me llevo las manos al rostro y suspiro. No quiero que Alex intente nada. No quiero que haga nada. Ya ha hecho suficiente. Ya me ha lastimado lo suficiente. No quiero terminar más herida de lo que ya estoy. La verdad es que me encuentro en un punto crítico, del que difícilmente encontraré el camino de retorno.

Mi celular suena. Me estiro para tomarlo, y veo el nombre de mi hermano en la pantalla. Observo el celular por unos instantes, debatiéndome entre si contestar o no. Pero nada cambiará hablando con él.

Presiono el botón de aceptar la llamada, y espero a que hable.

— ¿Blair?

Parpadeo, y respiro profundamente antes de hablar.

—Hola, Robert. ¿Cómo estás?

—Yo estoy bien. Todos estamos bien—contesta—. La única que no está bien aquí eres tú.

— ¿Por qué lo dices?

—Sabes por qué. Blair, deberías estar con tu familia. En el estado emocional que estás, no es bueno que estés haciendo lo que haces.

Los ojos se me humedecen por un instante, pero alejo las lágrimas con rapidez.

—Aquí o allá... es todo la misma cosa. La situación para mí no cambiará esté donde esté.

— ¡Claro que sí! —grita —¡Porque yo soy tu hermano, y te puedo apoyar! ¡Cynthia y yo podemos ayudarte!

—Ustedes ya tienen un problema llamado cáncer. No haré que carguen con mi problema también.

—Blair... —insiste.

—He dicho que no—espeto con firmeza, para dejar en claro mi punto.

Robert se queda en silencio por un instante, pero puedo percibir la tensión. Algo pasó.

— ¿Robert?

—Alex me llamó.

Todo se detiene por un instante. El pánico se apodera de mí, y mi visión se comienza a nublar.

— ¿Q-Qué?

Yo lo vi hoy. Michelle lo vio, y así estaba segura. Pero si Alex comienza a buscar a Blair, todos mis planes se irán por la borda.

—Te está buscando.

Las manos me comienzan a sudar, y tengo que mantener un esfuerzo para mantener el teléfono agarrado. No. Él no puede encontrarme. No quiero que me vea. No quiero.

—No le di información. Aproveché para decirle todo lo que había querido decirle cuando me enteré de lo que te hizo.

Me tapo la boca con las manos e intento retener las lágrimas. No puedo llorar. No quiero. No quiero que esté cerca de mí.

—Pero algo si me dejó claro.Él no parará hasta verte de nuevo.

..............

¡Hola gente! ¡Estoy viva! Estoy publicando esto de afán, porque no tengo mucho tiempo para hacer esto. Solo quiero decirles que tengan paciencia, la otra semana regresaré ;) Gracias por seguir ahí a pesar de todo lo que he tardado. No crean que me he olvidado de ustedes :v

Nos leemos de nuevo muy pronto <3

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