48. El precio de amar a un hijo.
Parecía que Adriana trataba de recuperar el tiempo perdido. Desde aquella conversación ha tratado de pasar el mayor tiempo conmigo. Es raro, pero es lo que deseaba en el instituto. Adriana me ignoró en varias ocasiones y a veces solía imaginar que se acordaba de mí y me integraba a sus planes. Sin embargo mis imaginaciones nunca salieron de allí. Y a pesar de que era lo que tanto quería en el instituto, ahora no se siente de la misma manera.
Salir de compras, ir a tomar algo y reunirse con amigas de Adriana no era algo que esperaba hacer. A pesar de eso, he pasado la última semana haciendo eso. Incluso me ha costado sacarle excusas para ir a ver a Alex porque ella quiere acaparar todo el tiempo y no quiero hablarle sobre Alex porque si lo hago querrá acompañarme al hospital y no quiero que lo moleste.
Por esa razón estoy aguantándolo todo yo.
Puede que esté exagerando y haciéndolo sonar como una tortura, pero es realmente lo que es. En esas épocas estaba tan sola que la atención de cualquier persona me habría hecho feliz. Simplemente quería que alguien me pusiera atención. Ahora, aunque vivo sola sé que tengo gente que me quiere. Pasó mucho tiempo pero por fin Robert me comprende, además de que Diana y Sabrina también me quieren así como yo las quiero a ellas. De hecho, cuando estoy con Adriana no puedo evitar pensar que preferiría estar con Diana y Sabrina en su lugar.
Y la razón de eso es porque Adriana es increíblemente plástica.
No se siente bien.
Mi nuevo celular suena sobre el escritorio. Tuve que comprar uno nuevo, después de todo no sé a dónde fue parar el anterior después de todo el revoloteo que hubo. El nombre de Adriana aparece en la pantalla y no puedo evitar soltar un suspiro antes de contestar.
— ¿Hola?
— ¿Acaso no estás en casa? ¡Llevo tocando como diez minutos!
— ¿Qué? ¿En serio?
— ¡Abre la puerta! Es una emergencia.
Cuelgo y me apresuro hacia la puerta, pero solo por la palabra «emergencia». Adriana entra como un torbellino al apartamento, con el cabello despeinado y una expresión en su rostro algo desesperada.
— ¿Adriana?
—Tienes que ayudarme, Blair.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa?
—No lo encuentro. Intenté ir a la casa de su madre pero no me dejaron pasar y ya no vive en el apartamento que compartíamos juntos. ¿Cómo pudo deshacerse de ese apartamento? ¡Con los recuerdos que teníamos ahí!
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Pues de quien va a ser? ¡Despabila! ¡Del hombre que vine a buscar a Los Ángeles! No se supone que iba a quedarme tanto tiempo. ¡Mi padre ya me está preguntando cuando voy a volver!
— ¿Tu padre...? ¿Aún vives con él?
¿Cómo puede seguir viviendo con él? Su padre es un hombre peligroso. Le pegaba a su madre y llegó a pegarle a ella un par de veces. La última vez que supe el hombre había estado yendo a terapias y se había recuperado, pero en mi mente un abusador nunca cambia. Eso y además que está metido en trabajos sucios. No sé exactamente en qué porque Adriana nunca me lo ha contado, pero sé que su mundo es algo oscuro.
—Pues sí. No tengo trabajo, duh—me dice con desdén, como si fuera obvio— ¿Acaso crees que alguien como yo va a estar atendiendo mesas o rellenando formularios? No, no. Mis prioridades son otras. Yo vivo la vida, Blair.
Esta es Adriana cuando quiere pelear, pero decido no darle el chance.
— ¿Y qué te dice tu padre?
—Dice que me extraña.
—Oh no.
—Oh sí—murmura—. ¡Me extraña! Pero aun así no entiende que sigo buscando al hombre que amo. Tengo que encontrarlo pronto. Cuando lo logre, solucionaremos esto y lo convenceré de que se vaya conmigo a Seattle.
Hago una mueca. Por primera vez en mucho tiempo Adriana parece desesperada. Tiembla y sus ojos no dejan de moverse de un lado para otro. A pesar de que debería consolarla de alguna manera, no se me ocurre como. Es raro verla de esta manera. Esto me hace darme cuenta de que no soy la única que se ha sentido perdida en la vida.
— ¿Por qué no nos sentamos y me cuentas más sobre ese hombre al que buscas? —le pregunto mientras me siento en el sofá.
Ella se acerca y se sienta a mi lado mientras mantiene sus manos sobre su pecho.
—Una vez lo vi en televisión. Estaba en una rueda de prensa. Pero en el apartamento que estoy ahora no tengo televisión. Solo lo vi en una pantalla por la calle. Entonces supe que él seguía ahí, en algún lugar. Esperándome.
Hago una mueca. ¿Una rueda de prensa? ¿Acaso es una celebridad?
— ¿Cómo sabes que te está esperando?
Adriana me sonríe.
—Porque él me dijo que yo sería la única mujer que amaría.
Me quedo en silencio. A veces los hombres dicen ese tipo de cosas cuando están muy enamorados, pero eso no significa que siempre sea verdad. Sin embargo Adriana parece tan ilusionada que no sé cómo explicárselo. Incluso a pesar de la aparente confianza que ha nacido entre nosotras últimamente, hay cosas que dudo en decirle.
— ¿Y crees que siga siendo igual?
— ¡Pues claro que sí! —Se exalta de repente, poniéndose de pie —. Yo estaba ahí, Blair. Vi cómo me miraba. Era una mirada que me aseguraba que sin importar lo que pasara, siempre podría volver a él. Sin importar...—Su mirada se pone oscura de repente—sin importar el daño que pudiéramos hacernos el uno al otro... siempre podríamos contar con el otro.
No puedo evitar sonreír. He escrito tanto sobre ese tipo de escenas, pero encontrarse un amor como ese en la vida real es algo muy bonito. Entonces me miro a mí. Ni siquiera sé que va a pasar conmigo. ¿Llegaré a estar así alguna vez en la vida? Alex... él está en coma y después de todo... él no siente nada por mí. Y a este punto, yo no sé qué siento por él. Ni siquiera estoy segura de nada. Decir que es amor es demasiado apresurado, pero... algo está pasando y en parte me siento como una basura por eso.
Aun así, las personas no son de hierro, capaces de soportar todo el daño. Eso solo pasaría si...
—De verdad... deseo que sea así, Adriana. Ese amor tiene que ser demasiado fuerte para que sean capaces de perdonarse cosas malas que son demasiado grandes. O al menos, se tienen que querer demasiado.
Adriana me mira con una expresión enternecida en el rostro.
—Sé que es así. Solo tengo que encontrarlo y solucionaré todo esto para los dos.
Me quedo en silencio, decidiendo no decir más. No soy quien para matar sus esperanzas, además de que puede que tenga razón. Puede que el amor que se tengan ella y su antiguo novio sea así de fuerte. Espero que así sea. De esa manera no sufrirá. Y a pesar de que Adriana haya sido una amiga tan mala, no le deseo el dolor.
Entonces recuerdo una duda que tenía en la cabeza.
—Adriana... ¿En dónde estuviste todos estos meses?
Se queda en silencio mientras me mira con una expresión extraña.
— ¿A qué te refieres?
—Desapareciste.
Ella suelta una risa nerviosa.
—Claro que no. Aquí estoy, ¿no me ves?
—Pero no supe de ti por meses. Incluso hubo una noche en la que necesité tu ayuda y no me respondiste.
—No sé de qué estás hablando. ¿No habrás marcado el número equivocado? Además entiende que estoy aquí en Los Ángeles por investigación. Probablemente desaparecí de manera momentánea.
¿Momentánea? Yo no lo llamaría momentánea. Me mandaron al hospital esa noche.
Adriana me sonríe.
— ¿Acaso estabas preocupada por mí?
Abro la boca para contestar, pero la cierro casi de inmediato. ¿Qué voy a decirle? ¿Qué no? ¿Qué era ella la que debía estar preocupada por mí en ese momento? De nuevo está pensando en ella misma. Me gustaría enfrentarla y decirle que me molesta que piense tanto en sí misma. Que alguien tan egoísta pueda tener la fortuna de tener a un hombre que la ame. Que semejante regalo no debería estar en manos de alguien tan egoísta. Pero solo me digno a sonreírle haciéndole creer que tiene razón.
Y lo hago porque, de una u otra manera, me alegra que ella esté de vuelta.
Con el tiempo, la espera se va volviendo cada vez más desesperante. He logrado evadir a Adriana para poder venir a ver a Alex, pero ahora no puedo levantar la cabeza de su cama. Me apoyé ahí porque me sentía algo cansada, pero la verdad es que es más cansancio mental. Esto parece un juego. Tal vez si no hubiera conocido a Alex, él no habría terminado en esta situación. Puede que él haya arruinado mi libro pero yo lo introduje en un coma del que parece que nunca va a despertar. Lo peor es que las pesadillas en las noches aun no desaparecen. Hay noches que me despierto en medio de sudor y temblores. Es desesperante. Siento como si hubiera salido de una jaula para terminar encerrada en otra.
—Aquí estás.
Sin levantar la cabeza de la cama, me pregunto que hace Cynthia aquí. No me dijeron que vendría. Quiero ponerme derecha para poder saludarla, pero sinceramente no puedo. Escucho a Robert murmurar algo, entonces me doy cuenta de que ambos están aquí. Que amables, han venido a ver a Alex. Aunque me sorprende la cantidad de afecto que desarrollaron por él. Me pregunto si se debe a que me salvó la vida.
—Blair, ¿puedes darte la vuelta un momento, por favor? Esa no es manera de saludar a tu hermano—escucho a Robert, pero hay un tono burlón en su voz.
—Sí, ella es la tía—escucho la voz de Cynthia murmurar.
¿La tía? ¿Quién es la tía?
— ¿Por qué no vas y le das un abrazo? Parece triste.
La curiosidad comienza a matarme, pero de verdad no puedo moverme. Las pesadillas me tienen agotada y la desesperación de que Alex no despierte nunca comienza a aumentar cada vez más. He logrado mantenerme bajo control para no llorar durante todos estos meses, pero el dolor en el pecho es insoportable.
Unos bracitos se aferran a mi pierna, haciendo que me ponga en alerta de inmediato. No es posible...
Agacho la mirada, viendo a una pequeña cabecita rubia. Me enderezo en mi sitio sin dejar de ver a la niña. Es muy pequeñita y tiene dos coletas que la hacen ver adorable. Debe tener como mucho dos años.
Miro a mi hermano, conmovida.
—Ya se la entregaron...
Él asiente, muy contento por sí mismo.
—Crystal, dile hola a la tía—sonríe Cynthia.
—Crystal...—murmuro. Entonces si le pusieron ese nombre.
La niña alza la cabeza y me mira.
—Hola, chía.
Suelto una carcajada. Supongo que no puede hablar bien todavía.
—Es hermosa—sonrío. Me agacho y tomo a la niña entre mis brazos, sentándola en mi regazo —. Hola, Crystal.
—Hola—murmura, manteniendo un dedo en la boca.
—Entonces no era mentira...—comento, llegando a una conclusión en mi mente. Miro a Cynthia, comenzando a conectar puntos en mi cabeza —. Pero... nunca me contaste nada sobre el aborto.
Cynthia hace una mueca triste.
—No me gusta recordar eso.
—Lo siento.
Crystal, al ver a su madre triste, lucha por bajarse de mi regazo y corre a sus piernas. Cynthia sonríe al verla y la carga. No puedo evitar sentir cierta punzada en el corazón al ver la escena. Al final, cada quien va encontrando su lugar y su familia, pero quien no encuentra algo para sí mismo termina como yo. Aun así, no puedo negar que me siento feliz por ellos, además de estar feliz porque tengo una sobrina.
Aunque no puedo negar que cuando veo estas escenas, no puedo evitar preguntarme si yo terminaré sola en el futuro. Probablemente Alex me odie cuando salga del coma. No lo culparía. Después de todo, es por mi culpa que está así.
—Es bastante intuitiva—comento, sonriendo de medio lado—. Creo que va a ser psicóloga.
Cynthia suelta una carcajada.
— ¿Tú crees? No me lo imagino. ¿De dónde sacaría esa idea?
Sea como sea, sé que esa niña va a ser muy feliz. Va a tener unos padres que la amen mucho y no le faltará nada. De eso estoy segura. Giro la vista hacia el rostro dormido de Alex. Ojalá él pudiera verla. Seguro pensaría lo mismo que yo. Y aunque verlo así me mata día a día, tengo que seguir fuerte por él.
—Blair...—Robert se acerca a mi lado y pone su mano sobre mi hombre—. No me gusta decir esto, pero... puede... puede que a Alex le tome mucho tiempo despertar. O tal vez nunca lo haga. No quiero verte condenada a esto por el resto de tu vida.
Trago grueso, empuñando mis manos sobre mi regazo. ¿Qué sugiere? ¿Qué me olvide de Alex y siga con mi vida? ¿Qué ignore el hecho de que salvó mi vida y que simplemente lo olvide todo? No puedo hacer eso. Es imposible. Alex tiene que despertar algún día, odiándome o no, tiene que despertar. Tiene que...
— ¿No sería eso muy egoísta? —murmuro.
— ¿Eh?
—Alex me salvó la vida. Sí, le salvó la vida a tu hermana. ¿Y ahora me sugieres que lo olvide? A pesar de que salvó a tu hermana, ¿eres capaz de sugerir que simplemente me olvide de él?
—Blair... Alex no está solo. Tiene a más personas con él. Su madre y sus amigos están pendientes de él.
Me pongo de pie. No quiero gritar frente a la niña, pero siento mucha rabia. ¿Cómo se atreve a sugerir tal cosa? Entiendo que esté preocupado, ¿pero acaso dejando a Alex en el olvido tendrá su conciencia tranquila?
— ¿Entonces sugieres que no me necesita? —murmuro, tratando de contener la rabia. Robert abre la boca para contestar, pero continúo —. Sí, eso puede ser verdad. Puede que no me necesite. Incluso que me odie. Pero al menos necesito verlo despierto para saber que no arruiné su vida por completo. E incluso si me toma años, seguiré pendiente de él.
Cynthia se acerca por un lado y pone su mano sobre el hombro de Robert.
—Déjala. Dijiste que ibas a ser más comprensivo, ¿verdad?
Robert suspira.
—Sí, pero no quiero ver como desperdicia su vida.
—Oigan, que sigo aquí—bufo—. Y no estoy desperdiciando mi vida, eso es seguro. Sigo adelante con la publicación del libro y si esto sale bien la gente comenzará a conocerme. Esta vez, con un buen nombre.
Cynthia y Robert se miran el uno al otro. Por un momento se siente como si me estuvieran ocultando algo. Algo importante.
— ¿Qué? ¿Qué pasa?
Cynthia suspira.
—Debería decírselo ella, no nosotros.
—Sí, pero...
— ¿Decirme qué? ¿Qué pasa?
De repente la puerta del cuarto se abre de repente, con Alice apoyada en el marco de la puerta. Su rostro muestra una profunda resignación.
—Blair.
—Señora Alice... ¿Pero qué pasa?
Ella se acerca y se abre paso entre Robert y Cynthia. Crystal parece sentir la tensión en el ambiente, porque entierra el rostro en el pecho de su madre. Cynthia nota esto y jala la manga de Robert.
—Estaré afuera—le dice, llevándose a la niña con ella.
Aunque por fuera intento mantener una pose neutral, por dentro comienzo a entrar en pánico. La cara de Alice no me alienta para nada y el hecho de que Robert siga en la habitación, como preparándose por si algo me pasa, es algo que me inquieta aun más.
—Me voy a llevar a Alex—dice Alice por fin.
Por un momento no entiendo lo que estoy escuchando.
—Me lo voy a llevar a Nueva York, en un hospital donde determinarán sus posibilidades de vida de una vez. No quiero que mi hijo sufra, así que si de verdad no hay esperanza entonces yo...
—E-Espere... n-no puede estar hablando en serio, ¿verdad? ¿Saber las posibilidades de vida? ¡¿Eso al menos es posible en un estado de coma?! ¡En serio no puede estar considerando...!
—Lo estoy haciendo, Blair. Va a estar un tiempo en observación, pero si sigue así... no voy a prolongar su sufrimiento por mucho más.
Al oír eso, me cuesta mucho mantener la promesa que hice, pero lo logro. No puedo llorar. No importa lo que pase, no puedo llorar. No puede llevarse a Alex. No puede estar pensando en serio en desconectarlo.
Pero el mundo se me viene encima al darme cuenta que si puede, porque es su mamá.
...............................
¡Alabados sean los entes del internet!
Lamento la tardanza, pero esta vez la situación se me ha salido de las manos. ¡Se me había dañado el internet por un rayo! Así que basicamente estuve el fin de semana sin internet. No es la primera vez que pasa, pero por la zona en la que vivo las tormentas son propensas a dañar el internet. No se si será algo de cargas eléctricas o algo así. ¡Pero no desesperen, que no he muerto! Y por supuesto, habrá otro capítulo esta semana. Este es el capítulo de la semana pasada.
Sobre lo de Alex, ya saben que tengo una extraña capacidad para tergiversar las cosas. Solo les pido que no saquen conclusiones por el momento y esperen a ver como terminará esto. Cualquier cosa puede pasar.
¡Nos leemos muy pronto, gente!
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