43. Consuelo en el abismo.
Canción en multimedia: Demi Lovato - Stone Cold
No puedo levantarme.
Me apoyo con las palmas de mis manos contra el suelo, tratando de impulsarme hacia arriba. Es inútil. Mis costillas no me lo permiten. No tengo idea de qué manera caímos para terminar así, pero lo que sí sé es que Alex se llevó el peor golpe. Aun no puedo creer que haya saltado. Está loco. ¿Por qué no se quedó arriba, en donde estaba seguro y a salvo? ¿Por qué... por qué tenía que saltar por alguien como yo?
Yo... ni siquiera sé por qué me lo pregunto cuando ya sé la respuesta. Saltó frente a ese auto sin importar ser atropellado y ahora saltó para agarrarme, evitando que me golpeara tan fuerte. ¿Pero... acaso no es consciente de que está arriesgando su propia vida?
Alex, no tienes que hacer esto. No tienes que fingir estar inconsciente para que hablemos. Por favor despierta... por favor, no te quedes así. ¡Despierta!
No. No puedo perder el control aquí. Tengo que mantener la calma. Tengo que encontrar una salida... si... la playa debe estar cerca, por algún lugar.
Solo tengo que levantarme.
Me impulso de nuevo con mis manos hacia arriba, intentando levantarme. No puedo quedarme aquí. No puedo permitir que Alex se quede aquí. Tiene que verlo un doctor. Tengo que llevarlo a un lugar en el que esté a salvo. Por eso, sin importar cuanto me duela... ¡Tengo que salir de aquí!
Poco a poco logro levantarme, pero las piernas no dejan de temblarme. Ni siquiera estoy segura del por qué. Comienzo a caminar lentamente, intentando no perder la imagen de Alex mientras lo hago. No puedo caminar demasiado rápido, pero al menos puedo explorar. Reviso los alrededores intentando encontrar algo de luz entre el denso bosque. Tiene que haber una salida, un lugar por el que podamos encontrarnos con los demás. No quiero quedarme aquí, así como tampoco quiero que Alex muera en este lugar.
No... ¡¿Qué estoy pensando?! ¡Él no va a morir! ¡No voy a permitir que muera!
«Si tan solo... si tan solo hubiera sido menos egoísta, yo solo...»
Me tropiezo con algo y caigo al suelo de manera estrepitosa. Apoyando mis manos contra el suelo de nuevo, me trago las lágrimas, ignoro el nudo que se me forma en la garganta y enfoco el bosque. No puedo pensar en mi depresión ahora. Una luz. Tengo que encontrar alguna luz que me indique un camino hacia una salida. Tengo que sacar a Alex de aquí.
Sigo caminando mientras busco con la mirada, pero no encuentro nada. El tiempo pasa, pero yo sigo sin encontrar una salida. Y aunque me digo a mí misma que no puedo desesperarme, comienzo a hacerlo. ¿Alex va a morir aquí? ¿No puedo hacer nada por él? Aunque... aunque intentó ayudarme tantas veces, yo solo me encerré en mi dolor. Ni siquiera pudimos hablar. Ni siquiera... ni siquiera pudimos arreglar las cosas. No lo soporto. No podré vivir sabiendo que acabo de cometer el peor error de mi vida.
Alex...
No...
Alex va a morir aquí... y yo no puedo sacarlo.
Las horas pasan y el atardecer se acerca. Logro regresar al lado de Alex, manteniéndome allí en silencio. No voy a abandonarlo. Me quedaré a su lado, cuidándolo de cualquier animal peligroso que pueda aparecer. Confío en que alguien nos encontrará. Esperaré a recuperarme un poco y entonces encontraré una manera de salir de aquí, cueste lo que cueste. Me llevaré a Alex como pueda y me aseguraré de que pueda ir a un médico. Sí, eso haré. Ni siquiera me importa la cara que pueda poner cuando vea lo que estoy haciendo. Solo quiero... solo quiero que esté bien.
Observo su rostro. Se ve tan dormido y pacífico, como si fuese ignorante de todos los problemas a su alrededor. Las heridas que le causé van sanando poco a poco, pero aun así se ve muy mal. Me siento como un monstruo. Por más daño que le haya hecho no tenía derecho a golpearlo. Me salí de control. Alex... perdóname.
Llevo una mano a su mejilla y la dejo allí. Tocarlo me tranquiliza. Aun así se ve muy herido. Debe dolerte mucho...
Su párpado se agita de repente y juro que en ningún momento de mi vida me había sentido así de asustada. Poco a poco sus ojos comienzan a abrirse, con una lentitud que muestra como si los párpados le pesaran mucho. Por su mirada parece confundido, pero cada vez lo veo más borroso.
Alex... está bien.
Comienza a mirar desorientado hacia los lados, haciendo un movimiento brusco al tratar de examinar.
— ¡Ay! —Se queja de repente, pero yo no podría estar más feliz.
El corazón me retumba con fuerza y las lágrimas no dejan de salir. Y comparadas con todas las lágrimas derramadas durante estos meses, éstas tienen una sensación muy diferente.
Logro visualizar que gira la cabeza hacia mí, pero no sé muy bien de qué manera me está mirando.
— ¿Blair...? ¿Qué... qué pasa?
Mi cuerpo se mueve solo. De un momento a otro ya me he arrojado hacia él. No puedo evitar abrazarlo. Necesito sentir el contacto y saber que está bien. Está vivo. No va a morir aquí. Vamos a salir de esta, voy a sacarlo de aquí. Pero al menos está... está... ¡está bien!
— ¿Por... por qué lloras? —Se queda en silencio por un minuto, entonces dice: —Ah... ya me acordé.
—Pe-perdón... perdón, perdón, perdón...—sollozo. No puedo evitarlo. Estaba tan asustada de que no despertara, de que las cosas se quedaran así—. Te golpeé y por culpa mía caíste a este precipicio, entonces terminaste inconsciente por mi culpa, e intenté encontrar una salida pero el dolor en las costillas no me dejaba moverme muy bien y aunque exploré por los alrededores no pude encontrar nada y entonces yo... yo...
El llanto no me deja hablar más y termino llorando en su pecho. En realidad Alex me importa más de lo que pensé. No puedo evitarlo. Si tan solo supiera que no está arrepentido y que no intenta ayudarme... odiarlo habría sido más fácil desde el principio.
—Había olvidado lo habladora que puedes ser a veces...—murmura, dejando salir una ligera risita al aire.
De un momento a otro siento su mano sobre mi cabeza, mientras sus dedos hacen movimientos lentos. Él está aquí. Pensar que estuvo a punto de desaparecer de repente... yo... no lo habría soportado, yo...
— ¿Estabas preocupada por mí?
No le contesto. No me siento capaz de hacerlo.
—Está bien. No me voy a burlar—murmura. Su voz es tan cálida...—. Me hace feliz que te preocupes por mí. Muy feliz.
Pero... pero sigue siendo mi culpa... yo... yo...
— ¿Cuánto... cuánto tiempo llevo inconsciente? —Su voz suena algo pastosa.
Trago grueso y me esfuerzo en contestar.
—Un... un día.
— ¡¿Qué?! —grita, pero de repente hace una mueca de dolor. ¿Pero qué estoy haciendo? ¡Lo estoy lastimando!
Me reincorporo de golpe y reviso su rostro. Se ve muy adolorido. ¡No debí recostarme sobre él! ¡¿En qué estaba pensando?!
De nuevo vuelvo a pensar en que no puedo sacarlo de aquí y me angustio. ¿Va a quedarse ahí tirado y adolorido indefinidamente? Tal vez ni siquiera pueda levantarse. Me pregunto en donde le duele exactamente. ¿Se habrá hecho algún moretón? ¡¿Y si se rompió algún hueso?!
— ¿Tanto tiempo...? —continúa. Entonces me mira y frunce el ceño—. Casi no has dormido, ¿verdad?
—Uh...
— ¿Te duelen mucho las costillas?
—No te preocupes por mí—murmuro, pasándome el brazo por los ojos. Aun puedo sentir un alivio enorme al verlo despierto—. Tú estás peor.
—No te fuerces más—me dice, mirándome con seriedad—. O vas a llegar sin costillas al hospital.
Suelto una ligera risita.
—Ambos tendremos que ir al hospital.
Si es que salimos de aquí...
De repente se forma un silencio espeso. ¿Qué estamos haciendo? Estamos hablando como si fuéramos amigos, o incluso como si fuéramos pareja. Pero la realidad es que él me gritó y luego yo le grité, entonces terminamos aquí. Las cosas aún no están bien. Y aunque odie el hecho, no puedo evitar preocuparme por él.
Porque aunque mi mente sabe que Alex intentó evitar la publicación del libro, aun así lo culpa por ello.
—Perdóname—dice.
Lo miro, sorprendida.
—Tenías razón. Al menos mereces que te pida perdón, pero... yo no quiero reducirme a eso. Yo quiero hacer mucho más. Quiero ayudarte, quiero que seas feliz. De verdad estoy arrepentido. Y si pudiera regresar al maldito minuto en el que pensé en hacerte esa barbaridad, yo... No tienes idea de cómo me odio por haber hecho lo que hice. Perdóname Blair. No te merecías nada de esto, yo...
—Ya no importa—murmuro.
— ¡Claro que importa! —grita, pero de repente se queja por el dolor.
—Alex, tus heridas-
—Al diablo mis heridas. Solo quiero que sepas que de verdad estoy arrepentido... y que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para hacerte feliz. Yo... no quiero verte llorar más.
Sus palabras son honestas. Lo sé. Lo veo en sus ojos. Me mira con tanta intensidad que por un momento creo en lo que dice, pero a pesar de eso no puedo evitar pensar que en cualquier momento puede volver a lastimarme. Tengo que protegerme a mí misma, pero ya no sé cómo hacer eso.
—Está bien—murmura, mirando hacia un lado—. Si no quieres perdonarme, lo entiendo. No lo merezco. Pero aun así... no voy a hacerme a un lado.
Agacho la mirada. Aunque diga eso, terminará por hacerlo tarde o temprano. La mayoría de personas que conozco lo hacen, ¿por qué él sería diferente?
— ¿No me crees?
Me encojo de hombros, pero no lo miro a la cara.
—En realidad no.
—Entonces habla conmigo.
— ¿De qué?
—De todo. De lo que te molesta y te asusta, de lo que no te deja dormir tranquila... tal vez haya algo que-
— ¿Por qué te importa, de todas maneras? —me ofusco. ¿Por qué tengo que hablar de esas cosas con él?
— ¿Por qué no lo haría?
—No lo sé—murmuro con pesar—. Tal vez solo quieres hacerme llorar otra vez... y aun me duelen los ojos.
Nos quedamos en silencio por un momento. Yo no lo miro, pero puedo sentir un ligero aire de sorpresa viniendo de él. ¿Por qué se sorprende? Me ha hecho llorar mucho y él lo sabe.
—De haber sabido que esto pasaría habría traído mi teléfono—murmura, pero sus palabras solo incrementan mi pánico. ¿Y si nadie nos encuentra? ¿Y si nos quedamos aquí atrapados? —. Pero ellos saben que estamos por esta zona. Nos encontrarán tarde o temprano. Mejor vamos a dormir.
Asiento en silencio, pero no me muevo de mi sitio. No quiero que me duela el cuerpo de nuevo.
—Apóyate en mí. No hay almohadas por este lugar.
—No importa. No podré dormir de todas maneras.
No sé si pueda o no, pero no quiero hacerlo. Estoy tan cansada que lo último que quiero hacer ahora es tener pesadillas. Mejor me quedo despierta por si algún animal peligroso viene. Podré advertir y saldremos corriendo... si es que las piernas nos dejan.
—Claro que puedes.
—No... no puedo.
—Sí puedes. ¿Qué pasa?
Me remuevo incómoda en mi sitio. No sé si esté bien decírselo. Es la persona menos indicada, pero ahora mismo es el único que está cerca.
—Es solo que estoy muy cansada... y no quiero tener pesadillas ahora. Me quedaré haciendo guardia.
— ¿Guardia? Claro que no, tienes que dormir.
—Olvídalo.
—Tú misma lo dijiste, estás cansada. Tienes que-
— ¡No me digas lo que tengo que hacer! —le grito, pero al instante me arrepiento—. Solo déjame tranquila.
El silencio nos invade mientras la noche entra. Solo quiero que deje de enredarme la cabeza. Ya suficiente tengo con mis líos mentales.
—Entonces duerme tú. Yo haré guardia.
— ¿Qué? ¡Estás herido! ¡No puedes!
—O vienes y dejas que te muestre que puedes dormir sin tener pesadillas, o duermes y yo hago guardia. Elige.
¿Me está chantajeando? Esto es cruel. No debería jugar así. ¿Acaso no entiende que no se encuentra en plenas condiciones?
—No puedo recostarme en ti. Estás herido.
—No pasará nada... además me merezco esto. No te preocupes por mí.
—Alex, por favor, no hagas esto más difícil. Solo duerme.
Mi voz suena cansada y agrietada, pero es más cansancio emocional que físico. Creo que han sido suficientes emociones fuertes por un rato. Solo quiero pensar que en algún momento todo esto terminará, nos encontrarán y estaremos a salvo. No sé qué pasará después de eso, pero por ahora solo deseo esa posibilidad.
De repente me quedo de piedra al ver que Alex intenta levantarse mientras se queja del dolor.
— ¡¿Qué haces?! —Lo detengo, poniendo mis manos sobre sus hombros— ¡No puedes levantarte!
—Duérmete. Haré guardia.
—Alex, por favor...
—No me importa cuánto me duela—murmura, con el dolor claro en sus facciones—. Si es por hacer guardia que no quieres dormir, yo lo haré.
—Alex...
—Vete a dormir, Blair.
Es un idiota. ¿Por qué no lo entiende? ¿No se supone que estuvo en la misma situación que yo? ¿Qué también tuvo pesadillas y perdió la esperanza por el mundo? Si es así, ¿por qué no puede entender que me da miedo?
—T-Tú también tenías pesadillas... ¿Por qué no puedes entenderlo?
Alex me mira fijamente por un largo rato, tanto que comienza a ponerme nerviosa. Tal vez en realidad no puede entenderlo, aunque no entiendo el por qué.
—Sí lo entiendo. Mis pesadillas comenzaron a irse cuando empezaste a dormir conmigo.
Me quedo sin aire por un momento, pero trato de recomponerme con rapidez. ¿Por qué? ¿Por qué tiene que decir cosas como esas que solo hacen que me confunda aún más? Ya la situación es bastante complicada. Es probable que en su mente la solución sea más sencilla de lo que es, pero está equivocado. Este no es un cuento de hadas, pero si lo fuera Alex sería el hombre malo y él lo sabe.
Solo espero que podamos salir de aquí. No tenemos por qué ponernos a tratar temas tensos justo ahora. Tal vez deberíamos tratar de ignorarnos el uno al otro hasta que alguien nos rescate. Pero... me siento hipócrita queriendo hacer eso cuando hace un rato estaba desesperada porque no despertaba.
— ¿Cómo crees que esto sería más sencillo?
Lo miro, sin siquiera intentar buscarle un significado. Sé a lo que se refiere.
—Si hubiera publicado mi libro tal vez lo hubiera sido.
Por un momento Alex se queda en silencio, pareciendo meditar sobre algo con profundidad.
— ¿Y por qué hablas en pasado? ¿Ya no crees que sea posible?
—No, no lo creo.
—Yo sí. Es como en el ajedrez: puede haber un movimiento sorpresivo que pueda cambiar toda la partida.
—Sí, bueno, la vida no es una partida de ajedrez.
Nos quedamos en silencio de nuevo. Comienza a ponerse incómodo. Desvío la mirada hacia la oscuridad del bosque, intentando encontrar un atisbo de luz que me indique que aún hay un atisbo de esperanza. Quisiera creer en algo como la esperanza y mi alma quiere hacerlo, pero no puedo evitar ser escéptica. No después de todo lo que ha pasado.
Un jalón repentino hace que caiga en algo, mientras que escucho un quejido de dolor. A medida que me recupero del impacto, me voy dando cuenta que estoy sobre su pecho.
¡¿Está loco?!
— ¡Alex! ¡¿Qué haces?!
—No te muevas o me va a doler—murmura con voz pastosa. De verdad suena adolorido —Mierda, tus costillas. ¿Te lastimé?
—N-No...—murmuro, algo aturdida. ¿Cómo pudo hacer eso en ese estado? ¿Por qué se preocupa tanto?
—Qué bueno.
Nos quedamos en silencio. Él no me abraza, pero siento su pecho contraerse en quejidos de dolor. Sé que se está aguantando. Esto es demasiado. Quiero levantarme, pero temo hacerle daño.
—Alex...
—Si te levantas me va a doler más—amenaza entre quejidos silenciosos.
Es la amenaza más extraña que he escuchado en mi vida, pero decido no correr el riesgo. Me quedo con la cabeza sobre su pecho, intentando no moverme demasiado. No quiero lastimarlo.
¿Por qué tiene que hacer que cambie de pensamiento de un momento para otro?
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