4. Falta de aceptación.


Cynthia me recibe con un abrazo y me guía hasta la habitación de invitados. Está encantada de tenerme aquí, pero yo no lo estoy. Es claro que no puedo quedarme aquí para siempre. Este no es mi hogar. Es el de mi hermano. Y sé que soy parte de su familia, pero ya he leído suficientes novelas como para saber que un familiar en la casa de una pareja solo disminuirá la intimidad entre ellos. Y sinceramente tampoco es que tenga muchas ganas de escuchar a Robert teniendo intimidad con Cynthia. Qué asco.

Pero por ahora, no tengo más opción que quedarme aquí mientras consigo algún apartamento. También me gustaría un trabajo, no soportaría mis días vacíos a lo largo del tiempo. Pero sé que por ahora tendré que conformarme.

.

Mi teléfono suelta un pitido. Lo miro con recelo. Es raro que mi celular suene. Ahora mismo, no hay mucha gente que pudiese llamarme. ¿Y si es una amenaza? ¿Y si las amenazas han pasado a mi teléfono celular también? Pero... tengo que averiguarlo. No puedo quedarme de brazos cruzados. Si también van a amenazarme por celular, quiero saberlo.

Tomo el celular y miro la pantalla poco a poco, con miedo a lo que me pueda encontrar.

Número desconocido a las 9:30 p.m.

«Adivina qué»

Frunzo el ceño mientras observo mi celular. Bueno, si es una amenaza, es una muy rara.

Blair a las 9:31 p.m.

« ¿Quién eres?»

Maldita sea, se están burlando de mí otra vez. Seguro se quieren burlar de mí. Quieren amenazarme de nuevo. Me tiento a dejar el celular a un lado, pero éste suena avisando un nuevo mensaje.

Número desconocido a las 9:31 p.m.

«No puedes haberte olvidado de tu vieja amiga tan fácilmente, ¿o si? Me siento indignada. Auch, creo que me duele el corazón»

Miro el celular, atontada. No es Kohana. Ella no me hablaría así, sin contar que está al otro lado del mundo. Tampoco podría ser Sabrina, porque ella no es una vieja amiga.

Blair a las 9:32 p.m.

«¿Adriana?»

No puedo creer que tenga mi número, aunque no puedo recordar cuando fue la última vez que lo cambié. Sinceramente no tengo ilusión por hablar con ella ahora mismo, a pesar de que es una vieja amiga y no la veo hace años. Creo que podría venir el presidente a saludarme y aun así yo no me sorprendería.

Número desconocido a las 9:33 p.m.

«¡Bingo! Escuché sobre tu incidente en las noticias. ¿Ves que ser escritora no era tan buena idea? No todos comparten los mismos ideales que tú. Pero estoy preocupada por ti, así que... ¡¿Quién crees que va a ir a verte?! ¡Sí! ¡Yo! ¡Tendrás en frente mi hermosa presencia! ¡Nos veremos! ¿No estás emocionada?»

Ruedo los ojos. Sin duda no ha cambiado nada en estos años, pero ya no me siento tan ligada a ella después de tanto tiempo sin verla. Pero será volver a ver a una vieja amiga, supongo que eso debe ser bueno. Así que guardo su número.

Blair a las 9:34 p.m.

«Eso es genial, Adriana.»

Dios santo. Ni siquiera puedo fingir muy bien en los mensajes de texto.

Adriana a las 9:34 p.m.

«Sé que estás emocionada por verme. Iré pronto. Robert me permitió quedarme en su casa por unos días para hacerte compañía.»

¿Robert? Mierda. Maldito Robert. Me sigue tratando como a una niña. ¿Por qué tenía él que llamar a mi amiga del instituto para que viniera a animarme? ¡¿Acaso es idiota?!

Blair a las 9:35 p.m.

«¿Cuándo vienes?»

No quiero verme tan destrozada para cuando ella llegue. Adriana es una buena amiga, pero no es muy buena escuchándome. No es a la clase de persona que le interesan mis problemas. De hecho, creí que ese tipo de personas no estaban destinadas a acercarse a mí, pero después de Los Ángeles, mi visión cambió un poco respecto a eso. Pero no es que sea importante ahora. He vuelto al punto de partida de todas maneras.

Adriana a las 9:36 p.m.

«Estaré allí cuanto antes. Tengo que arreglar unos problemas antes de ir a tu casa. Créeme, la razón por la que me despido de España es porque es hora de emprender mi búsqueda. ¡Y podré ir a verte!»

Blair a las 9:36 p.m.

«¿Búsqueda?»

Ya decía yo que no venía solo por mí.

Adriana a las 9:36 p.m.

«Perdí a una persona especial para mí por una estupidez, y quiero arreglar las cosas. Estaré unos días en Seattle, contigo. Luego me iré a Los Ángeles.»

Ruedo los ojos. Solo se está aprovechando del ofrecimiento de Robert. Es obvio que no viene a quedarse aquí unos días solo por mí. Está aprovechando que Robert le ofreció posada. Me revuelvo el cabello con las manos. No puedo dejar de pensar mal de Adriana, pero ahora mis pensamientos no parecen tener ninguna clase de candado. La verdad es que no me gustaba la forma en la que Adriana me trataba. En la forma de «mis problemas importan y los tuyos no». Pero supongo que antes, ni en mis pensamientos existía la valentía suficiente como para admitirlo.

A pesar de eso, no voy a impedirle que venga. Tal vez podamos entretenernos un poco. Después de todo, era mi amiga en el instituto, y por alguna razón tenía que serlo.

Blair a las 9:37 p.m.

«¿Buscarás a una persona en Los Ángeles? ¿Sabes lo grande que es esa ciudad?»

Y aquí estamos, de nuevo hablando de sus problemas. Como si yo siguiera siendo aquella retraída que solía ser en el instituto. Se siente como si nada hubiera cambiado. Como si nunca hubiera dejado de estar atrás.

Adriana a las 9:37 p.m.

«Bueno... tengo ideas. Él y yo teníamos un apartamento. Empezaré por ahí. Podría ir a su trabajo, pero lo más probable es que ya no trabaje ahí. Mi novio estaba a punto de ser transferido cuando ocurrió nuestra separación. No sé dónde pueda estar ahora. Los Ángeles es una ciudad grande, pero no infinita. Creo que puedo hacerlo.»

Ah... entonces esa persona especial es su novio. O su exnovio. ¿Por qué dice «mi novio» si se separaron? Sin duda Adriana es una persona posesiva. Me sorprende que busque a alguien en específico. Adriana era de las que vivía en busca de hombres guapos para lucir. Era muy... activa. No digo que fuera una zorra, porque no sé cuántas relaciones sexuales habrá tenido.

Me tiento a preguntarle más, pero de repente no quiero. Solo esperaré que venga y entonces pasará lo inevitable. Apago la luz y me acuesto entre las cobijas. Mañana tendré que tener una seria conversación con Robert. Por alguna razón, cada vez que intenta arreglar las cosas, solo lo arruina más.

La imagen de Alex aparece en mi cabeza justo antes de caer dormida.

Miro la escena frente a mí, asqueada. Ellos aún no me han visto. Robert y Cynthia están intercambiando baba en el sofá. Me quedo mirándolos por un largo rato, y poco a poco deja de ser asqueroso. Es... tierno. Se ve que se aman mucho. No me imagino cómo debe sentirse Robert. Su mujer tiene cáncer, y si no se previenen, en cualquier momento la puede perder.

¿Por qué será que yo no tengo algo así? Me llevo los dedos a los labios. Alex llegó a besarme varias veces. Me pregunto si solo fui un juego para él. ¿Por qué me besó si sabía que iba a lastimarme al final?

Agacho la mirada y me doy la vuelta. Tal vez debería darles un poco más de tiempo para que se den cariñitos.

Media hora después vuelvo a bajar, y Robert me recibe con una gran sonrisa mientras Cynthia sirve el desayuno alegremente. Parece que están de buen humor. Lástima que mi ánimo desentone. Si no fuera por eso, ésta sería la casa feliz.

—Hola hermanita, ¿cómo amaneciste?

Me siento en la mesa y comienzo a comer sin mirarlos. Cynthia y Robert se miran entre ellos.

—Vamos Blair, ¿sigues enojada conmigo?—pregunta— Para que veas, te tengo una sorpresa. Alguien va a venir a verte.

Dejo caer mi tenedor sobre el plato, haciéndolo sonar.

—Maldita sea, Robert—refunfuño—. Traer a Adriana aquí no solucionará mis problemas.

Se queda pasmado.

— ¿Lo sabes?

—Adriana no sabe guardar secretos, ni siquiera estando en otro país—murmuro—. Ella es la persona menos indicada para animarme.

— ¿Por qué lo dices? —pregunta, preocupado.

«Porque mis sentimientos no le importan en lo absoluto», quise decir. Pero no podía explicárselo. ¿De qué serviría? No puede decirle a Adriana que ya no venga. Además de que ella va a buscar a alguien en Los Ángeles, y ya que Robert le ha ofrecido posada aquí por unos días, no va a perder la oportunidad.

No tendría sentido explicárselo.

— ¿Sabes qué? Olvida lo que digo. No importa.

Le explico a Robert que ya no soy una niña y que no tiene que invitar amiguitas para que vengan a animarme, como si tuviera ocho años. Robert asiente, culpable. A pesar de todo, no quiero que se sienta culpable, está intentando hacer todo lo que puede. Así que finjo que me alegra que Adriana venga, aunque finjo terrible.

Me acurruco en la cama, mientras veo el frío clima de Seattle por la ventana. No tengo ganas de levantarme. Tengo la impresión de que cuanto menos salga de este cuarto, menos molestaré a Robert y a Cynthia. Este lugar tampoco se siente como mi casa. No me puedo quedar aquí para siempre. ¿Qué voy a hacer? Tengo dinero, pero quiero un trabajo. Quiero un lugar en el que pueda sentirme cómoda. En el que pueda sentirme yo misma. No quiero ser una carga ni depender de otros. Me siento como una pelota de baloncesto, rebotando por todos lados. O como una pelota de vóleibol, siendo golpeada por diferentes manos, yendo de un lugar a otro.

Aun extraño a Alex. Aun lo quiero conmigo. Quisiera sentir sus brazos a mí alrededor. Quisiera que me hiciera sentir ese calorcito tan agradable. Quisiera que nunca me hubiera traicionado. Me pregunto si en algún momento fui importante para él. En su carta decía que yo le importaba, pero por alguna razón no le puedo creer. Solo se disculpó y se hizo a un lado, dejándome a mí con toda la mierda. Es un maldito cobarde. No se supone que les haces este tipo de cosas a las personas que te importan. Entonces extiendo mi mano frente a mí, y voy agachando mis dedos uno por uno, contando mentalmente a las personas que les importo de verdad. Pero...ni siquiera llegan a ocupar los dedos de una mano.

Los ojos se me han puesto llorosos, pero parpadeo para alejar las lágrimas. No tiene sentido. Me levanto de la cama y me acerco a las cortinas. Las cierro. Vuelvo a la cama y me meto bajo la manta. Me siento como Alex. Queriendo cerrar los ojos y no volver a despertar. Queriendo rendirme. Es como si Alex y yo hubiéramos cambiado de lugares. Él ahora está bien, pero yo terminé destruida a cambio. Y él solo se va a hacer a un lado. Cómo si no le importara lo que pase conmigo.

Unos leves toques suenan en la puerta.

— ¿Blair? —habla Robert—. Papá ha venido a verte.

Mierda. Lo que me faltaba.

La puerta chirría un poco al abrirse. No quiero verlo. Quiero que me dejen tranquila. Solo vino a recordarme la desgracia que soy. Ya entendí su mensaje y el de mamá. Soy un asco por no ser tan fuerte. Soy un asco por ser tímida. Soy un asco por no poder hablar bien con los demás. Soy un asco por tener un sueño que no me producirá dinero suficiente para vivir toda la vida. Soy un asco por no tener trabajo. En pocas palabras, soy un asco por simplemente ser yo.

Papá le murmura algo a Robert, y luego la puerta se cierra. Aún siento la presencia de papá. Quiero que se vaya.

Sus pasos se acercan poco a poco, y yo cierro los ojos con fuerza para no verlo. ¡Que se vaya, maldita sea!

Puedo sentirlo. Está frente a mí. Su peso se desploma sobre el borde del colchón. ¿Por qué rayos se está poniendo cómodo? ¡Quiero que se largue! ¡Muchos años soporté ya! ¡Una disculpa no va a arreglar el daño que le hicieron a mi autoestima!

—Sé que no estás dormida—dice con voz juguetona y dulce.

Una punzada se me instala en el pecho. Su voz dulce solo hace la herida más dolorosa. Abro los ojos, pero no lo miro. Claro, tratemos mal a nuestra hija durante años, y luego juguemos a ser el padre perfecto.

Papá se remueve, nervioso.

—Tu mama y yo te extrañamos mucho, cariño. Todo esto es difícil para nosotros. Por favor, vuelve a casa. Es allí donde debes estar.

Estoy cansada de sus jueguitos. Primero me echan, luego me piden que vuelva para volver a echarme, luego me piden que vuelva, luego me volverán a echar y así seguirá el círculo vicioso. Al parecer para ellos resulta divertido, pero yo ya no puedo soportarlo más.

Si me hubieran extrañado no habrían convertido mi habitación en una de invitados.

—Blair, por favor di algo—ruega.

—No sé qué quieres que diga, Ethan—siseo, llamándolo por su nombre. Ahora entiendo esa manía que Alex tenía de llamar a Alice por su nombre—. Pero tranquilo. Tu esposa y tú pueden estar tranquilos ahora.

— ¿Por qué me llamas así? —pregunta, preocupado. Me toca el brazo, pero me tenso por completo ante su toque—. Blair...

—Porque ese es tu nombre. Y si no te importa, te agradecería que no me tocaras.

Me quita la mano de encima. Siento su preocupación emanar hacia mí. Pero se lo merece. Merece sentirse mal. Ya he aguantado muchas cosas. Siempre soy yo la que está mal. Siempre soy la que piensa mal. Siempre soy yo la que cometo los errores. Pero ellos si tienen derecho a equivocarse. Es injusto.

—Estás pálida—murmura con preocupación— ¿Has estado alimentándote bien? ¿Has dormido bien?

— ¿Qué? —sonrío con burla—¿No era esto lo que querías? ¿Verme destruida? ¿Entonces por qué no estás feliz? ¿Solo esperabas cometer errores y que eso no trajera consecuencias? Claro, las consecuencias siempre tengo que pagarlas yo. Siempre es culpa mía. Tranquilo Ethan, sigue cometiendo cuantos errores quieras, que las consecuencias siempre caerán sobre mí.

Mierda.

Malditas hormonas.

—Blair, no llores...

—No me toques—murmuro con la voz rota.

Esto es horrible. Ya no puedo pasar ni un minuto sin llorar. No... no puedo derrumbarme ahora, por más dura que sea la situación. Si quiero que me deje tranquila primero debo ahuyentarlo. ¿Por qué? ¿Por qué hemos tenido que llegar a esto? Solo porque no cumplí sus expectativas, porque no era lo suficientemente fuerte... No podían confiar en una hija que ni siquiera podía evitar temblar cuando hablaba con algún desconocido. Robert era tan perfecto, que al verme a mí... era una decepción.

¿Por qué? ¿Por qué nadie me acepta?

—He sido un tonto—se arrepiente—. Eres mi hija. Debí apoyarte, pero me centré tanto en otras cosas que me olvidé de preocuparme realmente por ti. No sabes cuánto lo siento.

Se inclina hacia mí, y eso me incomoda y me exaspera. Me levanto de un salto para alejarme de él, y lo observo con rabia. No merezco esta mierda. De verdad que no. No le he hecho daño a nadie. Y si ellos quieren aplastarme, no se los permitiré. Los aplastaré primero si es necesario. No interesa la imagen que tengan de mí, acabaré con ellos si intentan acabar conmigo. No les permitiré que me arruinen más.

Me paso el brazo por los ojos, retirándome las lágrimas. Ahora ellos tendrán que cargar con las consecuencias.

—No me vengas con tu mierda—siseo. Mi padre descompone el rostro por mi grosería, pero no me regaña—. Si quieres ve y fabrica un muñeco de mí, y pídele a ese muñeco todas las disculpas que quieras. Tal vez así te sientas mejor.

Su gesto pasa al enfado. No soy así de aventada. Yo nunca le faltaría el respeto a mis padres de una manera tan grosera, pero ahora estoy chispeando por todos lados. No puedo parar. Es como una bomba interna que está a punto de estallar. Todas las cosas malas que me han hecho, estallarán en su cara.

Pero no es necesario gritar para jugar con su mente.

—Blair, no te atrevas a-

—No tienes permitido regañarme. Tu momento de criarme terminó—lo apunto con un dedo—. Todo esto es tú culpa—sonrío con malicia—.Quita esa cara. Dejarte manipular por tu esposa funcionó para ganar su respeto. Pero me perdiste.

Su enfado se desvanece, y la preocupación aparece una vez más.

—Yo...

—Fuiste buen padre. No recuerdo cuando. Alguna vez. —Apunto hacia la puerta—. Y si no te importa, sal de aquí.

Su rostro se solidifica.

—No. No me iré. Eres mi hija, y tenemos que arreglar las cosas quieras o no. No puedes negar que cometiste errores. Estoy haciendo mi deber de padre pidiéndote perdón, pero eso no parece ser suficiente para ti. Eres una desagradecida.

¿Esto es solo un deber para él? ¡Definitivamente Robert y él están cortados con la misma tijera! ¡Cada vez que intentan arreglar algo, solo lo arruinan más!

— ¿Mi padre? Mi padre no me habría dejado sin regalo de navidad, y no habría permitido que convirtieran mi habitación en una de invitados—siseo con rabia, y su seguridad desaparece.

—Vamos hija... antes de que podamos arrepentirnos algún día.

—N-No quiero. Vete. Aléjate de mí—siseo. Trato de sonar firme, pero estoy temblando. Esto me duele. Es mi padre. No me gusta hacerle esto. Pero no pienso soportarlo más—. Por favor, aléjense de mí antes de que me destruyan más...

Me mira lleno de frustración. Abre la boca para protestar, pero no dice nada. Apunto hacia la puerta. Entonces comienza a caminar hacia allí, como si fuera un perrito abandonado. No. No voy a ceder ahora. Tengo que... tengo que protegerme. Tiene que marcharse antes de que me derrumbe frente a él.

...............

¡Hola gente! ¡Capitulo exprés saliendo!

Bueno, bueno, Adriana ha aparecido, y el señor padre ha intentado remediarse. Pero ustedes en el lugar de Blair, ¿perdonarían a su padre si fuera a buscarlos y les dijera esas palabras? Después de todo, es cierto que un padre siempre será un padre, ¿pero qué opinan ustedes al respecto?

¡El próximo capitulo se pone más intenso! Hace su aparición la persona H :v 

¡Muchas gracias por leer, y nos leemos la próxima semana!

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