32. Secuelas de una guerra.
Al parecer pasé cinco días dormida. No sé cómo. Debí haberme muerto de hambre si hubiera sido así, pero al parecer pudieron despertarme por pequeños lapsos para darme algo de comer. No puedo recordar nada. Lo único que logro recordar es que desperté, y que Alex me acarició la frente para hacerme dormir de nuevo.
Alex...
Yo... debería seguir enojada con él. Debería odiarlo. Pero incluso el pequeño esfuerzo de odiarlo resulta agotador. No me importa lo que hagan conmigo. Ya no me importa lo que me pase.
Quiero parar de luchar todos los días. Solo quiero algo de paz. Sin embargo, sé que tener paz es imposible. Ya no recuerdo muy bien cómo se siente vivir en paz. Ahora tengo que estar alerta a todas horas. Pero ya no quiero hacerlo. Debí morir. Así todo esto habría acabado.
Alex y Harmony entran a la habitación. Ella trae una pequeña maleta colgada en su hombro, mientras que Alex lleva algo en una pequeña bolsa. Parece que han decidido llevarme con ellos. Supongo que no tengo alternativa. No tengo a donde ir, y mi familia cree que estoy loca. Sé que si voy con mis padres, volverán a dejarme sola como pasó cuando regresé de Los Ángeles la primera vez. Al menos Alex parece preocupado. Aunque sé que debería odiarlo, estoy cansada justo ahora. Solo quiero una cama en la que pueda acostarme y saber que nadie me atacará.
—Te trajimos algo de ropa—sonríe Harmony, acercándose hacia mí. Toma la pequeña maleta y me la da—. Toma. Cámbiate. Ya puedes salir del hospital.
Tomo la maleta entre mis manos. Agacho la mirada, y me quedo observándola. ¿Qué sentido tiene que me cambie? Incluso si saliera de este hospital en pijama, no haría ninguna diferencia. No quiero seguir en este hospital, pero tampoco quiero salir de aquí. Si alguien me ve, solo me mirarán raro otra vez.
Se forma un silencio incómodo.
Unas manos se colocan sobre las mías. No tengo que alzar la mirada para darme cuenta de que es Alex. Me quita la maleta de las manos y la deja a un lado. Luego toma mis manos de nuevo. Es dolorosamente tranquilizador.
—Te trajimos algo de comer—me dice—. La comida del hospital es horrible, y no trajimos demasiado para que pudieras comer algo en el apartamento. Pero al menos, esto te alimentará mientras llegamos.
¿Apartamento?
Alex se sienta a mi lado, y saca un pequeño jugo y un paquete de galletas de la bolsa. Hago una mueca. No tengo mucha hambre. Solo quiero cerrar los ojos y olvidarlo todo. Estar despierta duele.
Mantengo la mirada sobre mi regazo mientras escucho a Alex destapar el paquete de galletas. No tiene sentido comer. Por otro lado, me pregunto a qué apartamento se refería. No creo que hablara del mío. ¿Acaso Alex se ha mudado, tal como dijo en su carta que lo haría? Pero... no cumplió con todo lo de la carta. Al final fui yo la que vine hacia él. Es probable que solo esté haciendo todo esto porque se siente culpable.
Que patética soy, viviendo de la lástima de otros.
—Toma.
Alex me da el envase de jugo. Lo mantengo en mis manos, pero no hago nada con él. No puedo pensar en comer ni en beber. Nada de esto tiene sentido. Solo quiero dormir. No quiero sentir que estoy despierta.
Por unos momentos nadie se mueve. Solo me mantengo con la mirada perdida en mi regazo. Ni siquiera quiero pensar. Solo quiero olvidar la sensación de estar despierta.
Siento como Alex toma mi mano, pero yo no me muevo, a pesar de la punzada de dolor que me da en el pecho.
—Solo un poco—me pide con suavidad—. Luego iremos al apartamento, y podrás descansar lejos de todo esto. Pero por favor... toma aunque sea un sorbo.
Me llevo la mano al rostro y cierro los ojos con fuerza. Siento algunas lágrimas contenidas en mis ojos. Por favor... no quiero esto.
—So-Solo quiero dormir...—murmuro con voz cansada.
Alex se queda en silencio por un momento.
—Solo toma un poco... y luego te llevaré a un lugar en el que puedas dormir. Te lo prometo.
Trago grueso, y dirijo la botella de jugo a mis labios. Tomo un sorbo largo. Se supone que debería saber bien, pero no me sabe a nada. Vuelvo a bajar la botella, y me limpio los rastros de jugo con la mano. Ya no quiero más. Entonces observo la botella, y me doy cuenta de que no tomé casi nada.
Le entrego la botella a Alex sin mirarlo.
— ¿No quieres comer? —pregunta. Niego con la cabeza. Solo quiero dormir.
Harmony se acerca a mí.
—Cámbiate. Te llevaremos a un lugar en el que podrás descansar. En la maleta te hemos traído una muda de ropa. Nosotros tenemos tus cosas, así que no te preocupes por tu equipaje.
El equipaje. Es cierto, lo dejé en la editorial antes de salir corriendo. Me había olvidado de eso por completo.
—Te daremos espacio para que te cambies, ¿de acuerdo? —dice Harmony con una sonrisa. Toma a Alex del brazo y lo jala. Él se deja, aunque no parece querer marcharse—. Volveremos en unos cuantos minutos.
Harmony sale de la habitación, llevándose a Alex a rastras. Regreso la mirada a la maleta en mi regazo, y suelto un suspiro. Solo espero que puedan sacarme de aquí sin que nadie me vea. No creo poder soportar que alguien más me juzgue justo ahora. Sé que debería oponerme a ir a cualquier sitio con Alex, pero si ahí podré descansar... no puedo negarme. Ahora mismo no pienso en odios ni en venganzas. He pasado meses pensando en eso mientras me ocultaba de la gente. Creo que es hora de que me olvide de todo y me centre en mí. Y lo único que sé ahora, es que quiero cerrar los ojos y dormir.
Me levanto de la cama con la maleta en mis manos. Cuando estoy de pie, me doy cuenta de que me tiemblan las rodillas. Al parecer estoy débil. Todo esto se siente irreal. Pero preferiría que esto no fuera nada más que un mal sueño. Abro la maleta, y dejo la ropa sobre la cama. Ya veo que no mentían cuando dijeron que tenían mi maleta. Esta ropa es mía. Es solo un jean y una camiseta blanca. También hay una chaqueta de jean. No recuerdo cuando fue la última vez que me la puse.
Tomo la ropa en mis manos, y observo alrededor. ¿Hay algún baño por aquí? ¿O tendré que cambiarme en este cuarto? No quiero que nadie me vea. Pero si hay algún baño, no quiero salir para averiguarlo. Me pregunto cómo haré para salir de aquí. No quiero que me hagan daño. Examino el cuarto, y me doy cuenta de que hay un baño. Gracias al cielo. No soportaría salir de esta habitación así.
Cuando me pongo la chaqueta de jean, me permito respirar con alivio. Si me encuentran ahora, al menos tendré ropa puesta. Camino hacia la cama y me siento en el borde. Me pregunto qué pasará ahora. ¿Van a cuidar de mí? No estoy segura de cómo harán eso. No soy una inválida. Pero, no quiero estar sola. Puede que sea una excusa tonta, pero estoy cansada de llegar al apartamento cada noche y sentir el lugar vacío. Saber que la realidad dentro de ese apartamento es la misma que hay por fuera. Odio esa sensación.
Al final, puede que este mundo no tenga nada que valga la pena.
Alex y Harmony se están tardando. Espero que vengan pronto. No quiero quedarme sola aquí. O puede que se hayan olvidado de mí. Tal vez no debería depender tanto de ellos. No es bueno que se encarguen de mí. Lo mejor será que encuentre la forma de salir de aquí. Pero... el tan solo salir por esa puerta me causa terror. Si alguien me ve, y me juzga, no lo soportaré. Solo quiero salir de aquí. Dios mío... ¿qué haré ahora? Quiero irme.
De repente la puerta se abre, y Alex y Harmony aparecen. Gracias a Dios. Siguen aquí.
— ¿Estás lista?
Alex me toma de la mano una vez más. Parece no importarle saber que fue él quien causó esto. Aunque está siendo algo precavido, está tratando de no contenerse. Supongo que... se lo agradezco. Si él fuera un cobarde ahora mismo, yo estaría perdida.
—Alex, ¿estás seguro de esto? ¿Y si sus padres vuelven?
Mis padres. Por un momento se me había olvidado de que estaban aquí. Ellos no me dejarán en paz. Quieren que me vaya con ellos. Pero sé qué pasará si lo hago. Al fin y al cabo, volverán a dejarme sola como siempre lo hacen. Ya tengo suficiente con lo que me está pasando como para tener que soportarlos.
—Ellos pueden venir cuantas veces quieran. Pero no dejaré que Blair se vaya con ellos.
Harmony suspira, negando con la cabeza.
—Más te vale que no se aparezcan. Después de todo son su familia, y tienen más derecho sobre ella que tú.
Bajo la mirada. No importa lo que mis padres digan, no quiero ir con ellos. Mamá no me quiere. Papá no es capaz de luchar por mí, porque quiere más a mamá. Y Robert... él... no quiere pensar en la idea de una familia disfuncional. Por eso prefiere forzarme, antes que darse cuenta de la realidad. Creí que los eventos que sucedieron a principio de año le harían comprender. Creí que al ver a mis padres echándome de casa, y también ver la forma en la que me trataron en navidad, aclararía su mente. Pero no fue suficiente. Pero ya no estoy dispuesta a seguir dándole pruebas. No puedo seguir haciéndolo.
— No me interesa el derecho que tengan. Si no son capaces de valorarla... no tienen derecho a exigirle nada.
Alex me jala un poco para que me ponga de pie. Trago grueso. ¿De verdad voy a hacer esto? ¿De verdad voy a permitir que el hombre que acabó conmigo me cuide? Si tan solo no fuera consciente de su preocupación, si tan solo me ignorara y no pensara en mí de una manera especial, sería más fácil odiarlo. Si tan solo yo supiera que no siente arrepentimiento, todo esto sería más sencillo. Pero he pasado tiempo vigilándolo. Aunque a veces no puedo evitar pensar que todo esto es solo porque se siente mal. Entonces solo me estaría usando para calmar su propio dolor. Creí que ya no iba a confiar en nadie de nuevo. Se supone que así me mantendría a salvo. ¿Qué estoy haciendo ahora? Yo... debo ser una idiota.
—Vamos—me dice Alex, mirándome con intensidad. Aparto la mirada. Será mejor que no lo mire a los ojos.
Me jala de la mano y me hace caminar. A medida que me acerco a la puerta crecen los nervios. Puede que sea un miedo irracional, pero siento que cuando la cruce, habrá un montón de gente afuera esperando para restregarme mis culpas en la cara. Se merecen una disculpa. Me dejé engañar. Permití que todo esto pasara. Pude hacer más. Pude evitarlo de alguna manera, aunque ahora mismo no se me ocurra ninguna. Se supone que siempre se puede hacer algo para solucionar los problemas. Yo no pude encontrar la manera de hacerlo, y por eso estoy pagando el precio.
— ¿Blair?
Alzo la mirada. Alex se ha detenido justo antes de cruzar la puerta. Está abierta. Miro hacia los lados. Algunas personas pasan de un lado a otro por el pasillo, como cualquier día normal. Parece mentira. Es como si nunca hubiera pasado nada. Pero yo se la verdad. Todo eso pasó, y eso es algo que no podré borrar de mi sistema con tanta facilidad.
Aun así, en cualquier momento alguien podría reconocerme, y entonces...
Alex parece percibir mi tensión, porque me aprieta un poco la mano.
—No pasa nada—me dice en voz suave—. Nadie te hará nada.
Aprieto los labios, conteniéndome para no soltarle una grosería. Todo esto es su culpa. Está arrepentido, pero sigue siendo culpa suya. Me tranquiliza un poco que esté aquí, pero a pesar de eso estoy enfadada con él. No quiero mirarlo. No voy a hacerlo. Solo no quiero que se burle de mí. Ya me humilló lo suficiente.
—Vamos. Te llevaré a que descanses.
Alex comienza a caminar de nuevo, llevándome con él. Harmony también viene. Observo hacia los lados con precaución. Nadie me está mirando. Me pregunto si es porque mantengo la cabeza agachada y me estoy cubriendo con mi cabello. Lo mejor será que siga así. No quiero que nadie me vea.
—Suéltala.
Alex se detiene de repente. Alzo la mirada, y no puedo creer lo que veo. Robert está aquí, y se ha puesto en el camino. Sus ojos brillan con enojo, mientras esconden una profunda preocupación. Papá y mamá no parecen estar cerca.
—Robert...—murmuro.
—Vi el video. ¡Lo vi todo! —le grita a Alex, lleno de cólera— ¡La hiciste pasar por todo eso! ¡¿Y ahora pretendes llevártela contigo?!
«Por Dios, Robert, estamos en un hospital».
—Ella no se irá contigo—continúa—. ¡Sobre mi cadáver!
Algunas personas se giran y nos observan. Algunos fijan sus ojos sobre mí. Me tenso, y agacho la cabeza lo más que puedo. No quiero que me vean. No quiero que me juzguen ni me critiquen. No podría soportarlo justo ahora.
—Sé que no soy la mejor opción—dice Alex—, pero lo único que quiero es que ella se recupere y se sienta mejor. Es claro que no lo hará con ustedes. Al final siempre terminan dándole la espalda, y no voy a permitir que le hagan eso justo ahora.
— ¡No me jodas! Eres el causante de todas sus desgracias, ¡¿y crees que dejaré que te la lleves?!
—Ella es mayor de edad, y puede tomar sus decisiones. Además... solo quiero cuidarla.
— ¡¿Y qué si es mayor de edad?! ¡Ni siquiera puede defenderse sola! ¡Siempre ha necesitado a alguien que la defienda!
— ¡Te equivocas! Blair es la persona más fuerte que conozco. ¡Ella me salvó! ¡Y no voy a permitir que se la lleven para que vuelvan a tratarla como basura!
Las personas comienzan a rodearnos. Alex y Robert se siguen gritando, y la gente comienza a fijarse en mí. No. No quiero que me miren. Por favor, ya paren. Si siguen gritando me van a reconocer. No quiero eso. Déjenme tranquila. El ruido comienza a hacerse más estridente, y el alboroto aún mayor. Siento todos los ojos sobre mí. Todo esto es mi culpa. Siempre causo problemas. Ya no más...
— ¡Ya cállense! —grito, y me llevo las manos a la cabeza.
El silencio se forma de repente. Me suelto de Alex, y arranco a correr. Escucho a Alex y a mi hermano llamarme a lo lejos. Lo mejor es que me vaya sola. Siempre soy un estorbo, y ya no quiero serlo.
Sin embargo, cuando llego a la puerta transparente que permite salir del hospital, me detengo. No puedo hacerlo. Mis pies no quieren moverse. Es patético. Ni siquiera puedo salir del hospital sola. Me siento como una niña pequeña a la que tienen que cuidar todo el tiempo. Soy tan cobarde que ni siquiera puedo salir a la calle. Así no hay forma de que pueda tener una vida como todos los demás.
Siento una pequeña mano jalar mi pantalón. Agacho la mirada, y veo a una pequeña niña, mirándome con curiosidad.
— ¿Estás bien? —me pregunta con su vocecita.
Cuando menos me doy cuenta, he retrocedido y me he pegado contra la pared para alejarme de ella. Es algo irracional. Ni siquiera me ha hecho nada. No me conoce, ¿verdad? No hay manera... no, claro que no.
—Oye, ¿has salido en la televisión? —me pregunta, sin darse cuenta de mi miedo—. Creo que has salido en ese programa raro que siempre ve mi mami. A mí no me gusta verlo porque es demasiado aburrido. ¿Eres famosa?
Me empujo más contra la pared, mientras la niña me mira con curiosidad. Me ha reconocido. Y a pesar de que no sabe quién soy exactamente, yo... yo...
— ¿Estás bien?
— ¡No te acerques!
De repente, la niña se muerde el labio inferior con fuerza y se pone a llorar. Sin embargo sigo temblando como gelatina, y siento que el corazón se me va a salir del pecho. Entonces comienzo a llorar yo también. ¿Por qué le he gritado a una niña pequeña?
Qué desastre.
Me siento mal. Ella no hizo nada para ofenderme, pero estoy actuando como si hubiera visto a un monstruo. Intento abrir la boca para disculparme, pero no puedo parar de llorar. Es patético. No puedo salir del hospital por mi cuenta, y ni siquiera puedo pedirle perdón a una niña inocente. Me siento como un monstruo.
— ¡Hannah!
Una mujer se acerca corriendo, y toma de la mano a la niña. Se agacha a su lado y trata de mirarla a los ojos, pero la niña no la mira.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?
—Ma... ¡mami! —solloza, y entonces permite que su mamá la abrace.
De repente la mujer se fija en mí, y me fulmina con la mirada. Carga a su hija entre sus brazos escondiéndola en su pecho, y luego se pone de pie.
— ¡Tú! ¡¿Qué le hiciste a mi hija?! —me confronta, con sus ojos llenos de rabia.
No puedo hablar. Me ve como la culpable, y con toda razón. Quisiera poder hablar y darle una explicación, pero no puedo parar. Siento mi pecho muy apretado y me duele mucho, mientras las lágrimas no dejan de salir. Se supone que soy adulta. Los adultos no deben llorar. Ellos deben confrontar las situaciones con valentía, aunque se estén pudriendo por dentro. Pero yo no soy capaz de hacerlo.
De repente los ojos de la mujer se suavizan, y un atisbo de reconocimiento pasa por su mirada. Oh no, por favor no....
—Un momento... ¿tú no eres...?
— ¡Blair!
De un momento para otro, estoy envuelta en unos brazos grandes y fuertes, y mi cabeza está contra un pecho cálido. Es Alex. Está aquí. Sin embargo, aunque sé que está aquí y me está ocultando de los ojos inquisidores de la madre enojada, no puedo sentirme tranquila. Cierro los ojos con fuerza y trato de calmarme, pero se me dificulta. Entonces Alex pone su mano en mi cabeza y me aprieta un poco contra él para tratar de calmarme.
— ¿Qué sucede aquí? —le oigo preguntar.
—Ella es... Blair Johnson, ¿verdad?
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¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh! ¡Perdón por la tardanza!
Esta es mi semana final de examenes en la universidad, así que actualizar se me había pasado por completo de la cabeza. ¡Perdón! He leído todos sus comentarios preguntando por qué tardaba tanto la actualización, y eso me conmueve, porque eso quiere decir que les gusta mucho esta historia <3
Pero el lado bueno de todo esto es que... ¡las vacaciones se acercan! ¡Wiiiiii! Así que tendré mucho más tiempo libre para escribir.
¿Qué les pareció el capítulo? He leído el capitulo anterior, y las opiniones están divididas. Varios creen que Blair debería hacerle pagar a Alex por lo que hizo y serle indiferente, mientras que otros piensan que debería dejar que Alex la cuide. Lastimosamente, muchas veces las decisiones dependen del estado emocional de una persona. Es cierto que lo que pasó no puede dejarse así como así, pero justo ahora todo depende del estado emocional de Blair. Dependiendo a eso, no es posible que pueda tomar medidas duras ahora mismo.
Sin embargo, todo aquel mal acto debe tener una consecuencia.
¡Muchas gracias a todos por leer! ¡De nuevo, perdón por la tardanza y nos leemos la próxima semana!
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