28. Un último impulso.
Canción en multimedia: Passenger - Let her go
Despertar con vida es un gran alivio para mí. Por poco me echo a llorar cuando desperté y vi el techo de la habitación. Seguía con vida. Gracias a Dios seguía con vida. Por un momento no supe en donde estaba, pero entonces lo recordé. Por ahora debo hacer lo que tengo planeado, y luego... pasar por mi apartamento, ir a la editorial, recoger mis cosas y marcharme para siempre.
Me levanto de la cama y pongo los pies sobre el suelo. Se siente extraño por alguna razón. Una cosa tan sencilla como esta, una cosa que hago todos los días... podría desaparecer en cualquier momento. Al igual que yo. Pero tengo suerte. Estoy aquí. Si no hubiese sido Ray el vigilante de esa noche, si hubiese sido cualquier otra persona, alguien que me odiase... habría muerto sin duda. Dios, parece que aún existen personas buenas. Aún queda esperanza para este mundo. Pero hay tantas personas malas alrededor que es difícil confiar.
— Buenos días, Blair—me sonríe Mary cuando llego al comedor.
Examino el alrededor.
— ¿Raymond no está?
—Oh no, está durmiendo. Necesita recargar energías para su turno de esta noche.
Debo haberlo hecho exigirse demasiado.
—Ya veo...
—Pero no te quedes ahí parada. Siéntate. Te serviré el desayuno.
No protesto, y me siento en una de las sillas del pequeño comedor. Observo el lugar con más detenimiento. Es un lugar muy hogareño. Las paredes y los muebles son de colores cálidos, los estantes tienen figurillas de porcelana, y en las paredes hay unos cuantos retratos familiares. En muchos de ellos aparece una chica, con diferentes edades en cada foto. En la que se ve mayor, parece tener un par de años menos que yo. Sin duda deben ser muy felices en familia.
Al parecer la chica de la foto no tiene un buen concepto sobre mí. Me pregunto qué pensaría ella si supiera que estoy usando su habitación. Pero no será por mucho tiempo. Lo prometo.
En una situación como esta los asuntos en la editorial pierden importancia. Me tengo que ir cuanto antes. Mañana, o pasado mañana tal vez. Pero por hoy me aseguraré de llevar mi plan a cabo. Después de todo ya no tengo nada que perder. No hay nada más que me puedan quitar. O eso espero.
Mary aparece en la mesa del comedor, llevando dos desayunos. Sirve uno frente a mí, y el otro lo sirve para ella. Se sienta en la mesa y me dirige una sonrisa antes de comer. Es extraño estar aquí con ella. Después de todo, no deja de ser una desconocida. No quiero incomodarle mucho tiempo. Ya he visto muchos casos en televisión en los que personas que lo pierden todo son acogidas por una familia amable, pero luego se quedan estancadas y se vuelven un despojo humano en una habitación, sepultados entre videojuegos y papas fritas. No quiero ser esa clase de persona.
Por más mal que me esté yendo, quiero seguir buscando mi lugar.
—Uhm... ¿Mary? —la llamo—. En realidad... tengo un favor que pedirte.
Es entonces cuando le cuento mi plan. Cuando termino de hablar, parece preocupada.
— ¿Estás segura? No sé si eso arregle las cosas... ¿y si mejor le pides ayuda a la editorial?
—No... eso no funcionará—murmuro—. ¿Cómo podrían ayudarme? Ya están haciendo todo lo que pueden, pero... no servirá de nada si nadie les cree.
—Es probable que nadie cambie, aun si lo haces.
—Lo sé. Pero... me siento responsable. Al menos tengo que intentarlo.
Mary suspira y agacha la mirada. Lo sé. Se lo obstinada que puede ser la gente. Se la cantidad de dolor que pueden llevar reprimida en sus almas por mi culpa. Lo único que puedo hacer para ayudar es dejar que me juzguen. Al menos así descargarán su rabia... y llegará el día que puedan olvidarlo.
—Tenemos una cámara. Es algo vieja, pero seguro que servirá para grabar.
Asiento.
—Muchas gracias.
Cuando terminamos de desayunar, me ofrezco a lavar los platos. Al principio la señora Mary se negó, pero insistí tanto que logré que me lo permitiera. Al menos puedo hacer esto. Están dejando que me quede aquí a pesar de ser quien soy. Lavar los platos es lo mínimo que puedo hacer. Después de eso, ayudé con algunas tareas del hogar. Quería pensar que lo estaba haciendo por ayudar, y no por olvidarme de lo que estaba a punto de hacer.
—Muy bien, deja que te peine. Esto lo verán muchas personas, ¿no?
Ya he tomado una ducha. He tomado prestada alguna de la ropa de la hija. Ahora me encuentro sentada sobre la cama. La señora Mary insistió en peinar mi corto cabello y maquillarme un poco. Me recuerda a cuando estuve en Nueva York, a punto de salir en ese programa de televisión. Allí las maquilladoras parecían afanadas, y tenían un aire frío y profesional. Pero la señora Mary lo hace con tanto cuidado que se siente cálido. Se esfuerza en cada detalle y le pone amor. Ese tipo de cosas no se pueden comprar con dinero.
— Su hija es afortunada—murmuro.
— ¿Por qué lo dices? —pregunta, mirándome con detenimiento.
Desvío la mirada, incómoda.
—Me hubiera gustado tener una madre como usted.
La señora Mary sigue peinando mi cabello. Lo hace con tanta suavidad que casi me hace querer dormir.
— ¿No te llevas bien con tu madre?
Niego con la cabeza.
—Ella... ella no me quiere.
—No me imagino a una madre que no pueda querer a su hija. Amar para una madre es... instintivo. Una madre daría todo por sus hijos. Si tu madre no te quisiera, no te habría dado de comer, ni un lugar para dormir. Seguramente te habría regalado.
—Seguramente no lo hizo porque mi padre y mi hermano me querían. Mi... mi hermano es su favorito. Si me hubiera regalado, tal vez se habría ganado su odio de por vida.
No me importa contarle estas cosas a la señora Mary. Después de todo, sé que luego de que me vaya de aquí... nunca la volveré a ver. Solo haré el video, y lo enviaré justo antes de irme. De esa manera, evitaré que si la prensa viene, pueda encontrarme. Si la prensa se aparece y me busca pero no me encuentra, dejarán al señor Ray y a su familia en paz.
Solo espero que la prensa no lo descubra y no se llegue a esos extremos.
—Estoy segura de que tu madre te tiene aprecio, en alguna parte de su corazón. No le has dado razones para que te odie, ¿o sí?
—No, no lo creo... pero...
«Aprecio no es el sentimiento que una madre debería tener por su hija. Ese es un sentimiento para los conocidos, y en contadas ocasiones, para los amigos».
La señora Mary me dijo que podía grabar en el sótano. Seguramente sería desagradable si su hija viera el video y reconociera su cuarto. Diría algo así como «¡Mamá! ¡¿Por qué Blair Johnson está en mi cuarto?! ¡Y con mi ropa!»
Bueno, no hay remedio con respecto a la ropa, así que espero que lo tome como una simple coincidencia.
Al llegar a la bodega, enciendo la pequeña luz que ilumina el lugar. Hay cajas dispersadas por todas partes, y es un sitio algo pequeño. Me pregunto qué tantas cosas guardan aquí, pero supongo que no estoy aquí para averiguarlo. Comienzo a pensar en lo que voy a decir mientras hago los preparativos, y cuando menos me doy cuenta, ya estoy sentada en una silla, frente a la cámara apuntando hacia a mí, puesta sobre una pila de cajas.
«Vamos. No es tan difícil. Solo tienes que apretar el botón».
¡Ahh! ¡Esto es muy difícil!
No sé cuántas tomas llevo, pero no logro hablar sin que se me enrede la lengua, o sin que confunda las palabras, o sin que diga algo estúpido. ¿Cómo puedo dejarme llevar por mi timidez en un momento como este? Solo debo pensar en el ahora. No debo ser egoísta. Sí. Simplemente lo haré. Esas personas quieren una explicación de mi parte, y yo se las daré. Ya no importa si hago el ridículo o no.
Si no lo hago ahora no podré solucionar nada. Ni siquiera sé si podré solucionar algo haciendo esto, pero tengo que intentarlo. Tengo que hacerlo. No puedo quedarme de brazos cruzados ante esta situación por más tiempo. ¿Me quieren? Pues aquí me tienen. ¿Quieren explicaciones mías? Pues eso es lo que les daré.
Les dejaré saber que cada quien paga por los errores que cometen. Porque la sed de justicia es casi insaciable, pero al menos, debo intentar calmarla. Pagaré por mis errores aquí y ahora, y luego... me iré.
Estiro mi mano hacia el botón de la cámara. Acabemos con esto de una vez por todas.
.
—Mi nombre es Blair Johnson. Estoy segura de que muchos de ustedes saben quién soy. Luzco un poco diferente, pero... es parte de las circunstancias. Sé que muchos habrán estado buscándome para acabar conmigo. Me he enterado de lo que el libro ha causado a muchos de ustedes. Gente se ha suicidado, también hay otros quienes su autoestima ha sufrido un duro golpe debido a esto.
»Yo solo quiero... disculparme con todos. Sé que eso no servirá. Sé que una disculpa no les regresará a las personas que más aman, ni hará que esos momentos crudos que vivieron por culpa del libro se vayan. No voy a admitir mi culpa. No soy culpable, pero... no importa si soy la única que lo sabe de verdad. Tal vez hice actos que me llevaron a esto, y de eso si soy culpable, pero no soy culpable de escribir ese libro. Yo no lo hice.
»Conocí personas maravillosas... pero también conocí a gente que me decepcionó. Seguramente muchos de ustedes consideran que debería estar en la cárcel. Que merezco un castigo. Pues... solo quiero que sepan que estoy pagando con creces lo que he causado de una u otra forma. Yo... despierto todos los días y me acuesto todas las noches con miedo y cansancio. Estoy cansada de esto. Me he cansado de vivir, pero a pesar de todo sigo insistiendo en ello. He recibido amenazas de muerte, y tengo que vivir escondida. No hay ni un solo momento que pase sin sentir la más mínima pizca de pánico. Ya ni en mis sueños puedo estar tranquila. Mi cabello... está así porque fui atacada. Incluso tuve que huir de mi residencia aquí en Los Ángeles porque alguien intentó matarme mientras dormía.
»La editorial Change ya les ha explicado varias veces lo que ha pasado, y no voy a hacerlo de nuevo. Pero no culpen a la editorial. No culpen a las personas que hicieron esto. Por más malas que hubieran sido sus intenciones, hay un par de esas personas que viven con la carga de lo que me hicieron cada día. Ellos también están pagando por lo que sucedió. Todos lo estamos haciendo. Así que no crean... que esto quedará en la impunidad.
»Ustedes quieren justicia. Estoy pagando las consecuencias de esto. Puede que esto no sea suficiente para ustedes. Puede que no sea suficiente hasta que hayan acabado por completo conmigo. No falta mucho para eso. Pero... desahóguense. Maldíganme, grítenme todo lo que quieran, y cuando se sientan satisfechos... olvídense de que existo.
»Perdónense... y perdónenme. Acaben conmigo de una vez... y terminemos con esta cadena de odio para siempre.
—Ah... creo que he llorado un poco.
La señora Mary se lleva su pañuelo a la nariz y se suena en él. Parece que le ha conmovido.
—Creo que ha sido muy bonito el mensaje que has intentado dejar—sonríe ella, mirándome con los ojos aguados.
—Me pregunto qué pensará mi hermano cuando vea esto... y Alex...
¿Qué pensará Alex cuando se entere de todo lo que me ha pasado? Solo falta que se entere de que soy Michelle. Pero no voy a dejar que eso pase. Voy a cerrar este ciclo para ver qué puedo hacer en otro lugar. Por más que me duela. Tengo que acabar con esto de una vez.
Acabaré con este odio dentro de mí y dentro de todas las personas afectadas por esto de una vez por todas.
—Es una lástima que tengas que irte tan pronto.
Asiento. Me echo la bolsa negra al hombro, y suelto un suspiro. Estoy disfrazada de nuevo. La peluca y los lentes de contacto sin duda me dan un aspecto diferente.
He echado el pijama con la que llegué en esta bolsa, además de un par de atuendos que la señora Mary aseguró que su hija ya no usaba. Estoy agradecida por eso. No sé si lograré llegar hasta mis cosas. Por eso iré con Ray. Él está armado, así que si alguien irrumpe mientras estoy en el apartamento, al menos tendré más oportunidades de escapar.
Pero no niego que el hecho de regresar ahí me da miedo.
El video está en la nube de mi correo. Lo enviaré desde el apartamento. Sé quién es la persona adecuada para difundir ese video. La única persona que conozco que está en los medios de comunicación, y que vio mi realidad. Una de las pocas personas que cree en mi inocencia. Él no permitirá que se manipule su contenido ni que se convierta en un chisme, al menos por parte de su cadena. Estoy segura de que difundirá las cosas como son.
Espero aun tener su tarjeta. Su correo electrónico estaba ahí.
—Ray, vigílala bien. No te descuides—le dice la señora Mary a su esposo—. Todos quieren acabar con ella, así que hay que ser muy precavidos.
—Quien lo diría... —suspira Ray—. Cuando llegó aquí estabas muerta de miedo, pero ahora quieres que la defienda.
— ¿No lo harás?
—Claro que lo haré, no lo dudes. Solo que me sorprende el cambio. Pero... eso es lo que me gusta de ti.
—Ay cariño.
La pareja se acerca y se besan. Desvío la mirada, incómoda. No quiero ver esto.
«Debe ser bonito tener a alguien así».
Bato mi cabeza de un lado a otro. No necesito pensar en esto ahora. Son pensamientos innecesarios. Lo mejor debería ser bloquear ese tipo de pensamientos hasta que esté lejos de aquí. Solo espero poder hacerlo.
Cuando terminan de darse cariños, la señora Mary se dirige a mí y me sonríe. Abre los brazos. Me acerco a ella y le doy un abrazo. Es raro de mi parte dar un abrazo a una persona que apenas conozco, pero ella me ha comprendido, a pesar del poco tiempo que pudimos compartir.
—Buena suerte—me dice.
—Sí.
Me aparto de ella, y me esfuerzo por dirigirle una sonrisa. No quiero ponerme nostálgica ahora. ¿Por qué quiero llorar? No pasé ni dos días aquí. Tal vez es por el ambiente tan hogareño que se siente. Es tan cálido que duele alejarse de eso para volver al frío de la soledad.
No olvidaré lo que ambos hicieron por mí.
Terminamos de despedirnos, y nos dirigimos al auto del señor Ray. Hoy no le toca hacer turno, pero se ofreció a acompañarme y verificar que nadie me ataque mientras recojo mis cosas. Después de todo, hoy es el día en el que me marcharé para siempre. Tal vez luego le diga a Robert en donde estoy viviendo para que me visite.
Eso me recuerda que tengo que buscar mi celular.
—Parece que le agradaste—dice Ray, mientras mantengo mi cabeza recostada en la ventanilla del auto.
—Sí. Ella es muy agradable—sonrío, viendo el paisaje pasar por la ventana.
—Lo es. —El silencio se hace por unos pocos instantes —. Lamento que no podamos ayudarte más.
—No se preocupe por eso. Después de todo no quiero involucrarlos más de la cuenta.
— ¿Y sabes a dónde irás?
—Solo... iré a la estación y revisaré los destinos. Trataré de que esté lejos.
— ¿De verdad crees que esto funcione?
Me encojo de hombros.
—Es lo único que me queda para intentar sanarme.
Tengo que ser fuerte hasta que todo esto termine. Cuando esté lejos de aquí me permitiré ser débil, pero por ahora tengo que tener coraje. Si no lo hago, ni siquiera podré salir de aquí.
Un tiempo después, Ray y yo llegamos al edificio. Me bajo del auto, algo dudosa. Aún hay algunas personas pululando alrededor. Parecen estar explorando el lugar, como si estuvieran en busca de algo. Algunas otras simplemente rumorean frente a la entrada. Trago grueso. ¿Estará vacío mi apartamento? ¿O habrá gente husmeando mis cosas y acabando con lo poco que me queda?
¿Alex estará aquí? Por favor que no sea así.
Me doy cuenta de que me he quedado estática en mi sitio. Tengo que caminar. Si no, la gente va a empezar a mirarme raro.
Comienzo a andar, y Ray sigue mis pasos. En silencio, ambos nos dirigimos al ascensor. Nos metemos dentro y las puertas se cierran. Trago grueso. Otra vez, me veo hecha bolita en un rincón, temiendo por mi vida. Me siento en ese momento. Tengo que bloquear ese recuerdo. También debo bloquear el miedo que me da imaginar a un montón de personas en mi apartamento. Espero que el asesino no esté por ahí, camuflado entre la gente.
El ascensor se abre, y Ray y yo salimos al pasillo. Para mi sorpresa la puerta de mi apartamento está cerrada.
—Creí que habría gente husmeando... —comento, sorprendida.
—Cerré la puerta en mi turno de anoche. Aunque te advierto que el lugar no está en muy buen estado.
Lo miro, agradecida. Le dirijo una media sonrisa.
—Me salvas la vida.
Ray sonríe de medio lado y comienza a andar.
—No lo menciones.
Lo sigo por el pasillo con algo de nervios, hasta que llegamos a la puerta de mi apartamento. Le echo un vistazo a la puerta del lado. No hay señales de Daniel. Es raro que no haya aparecido a pesar de la conmoción. O puede que si haya aparecido. Me pregunto si al final llegamos a ser algo cercano a amigos. Si alguna vez me vio como una amiga de verdad. Quisiera hablar con él. Quisiera preguntarle tantas cosas, pero... ya no tengo tiempo.
La puerta del apartamento se abre. Ray entra, y yo lo sigo. Cuando veo el lugar, ahogo un grito.
Los muebles están destrozados, el televisor está tirado en el suelo y hecho pedazos, y el papel tapiz de las paredes está rasgado. Es como si hubiera pasado un remolino por aquí. En la cocina también está todo tirado por el suelo, y la nevera está tirada. Ver esta escena me da pánico, pero a la vez me llena de comprensión. Esto es parte del desahogo de la gente. Solo espero que puedan olvidarse de mí pronto.
—Esta es la peor parte—dice Ray, sosteniendo el pomo de la puerta de mi habitación.
Abre la puerta con lentitud, hasta que muestra mi habitación. Aquí no hay nada en el suelo, ni rasgado, ni tirado, pero...
— ¿Qué... es todo esto? —pregunto, con un sentimiento punzante en el pecho.
Creo que me cuesta respirar.
La pared está repleta de papeles con mensajes llenos de insultos. Me adentro en el cuarto y miro los diferentes papeles.
«Asesina».
«Monstruo».
«Zorra».
Es como si esas personas estuvieran aquí, a mí alrededor, juzgándome. Me duele. Quiero que esto pare. Yo no lo hice. ¿Por qué tengo que soportar esto?
Me paso el brazo por los ojos. No. No debo derrumbarme ahora. Estoy muy cerca de irme. Si me derrumbo ahora, no podré salir de esta situación.
Evitando mirar todos los mensajes insultantes, busco mi maleta y empiezo a empacar. Me sorprende que no me hayan robado, pero supongo que los guardias hicieron presencia cuando la prensa y otras personas invadieron este lugar.
Mis movimientos son mecánicos. El pecho me duele con fuerza, y me cuesta mantener la vista centrada. «Vamos Blair. Solo empaca. No pienses en nada más».
Cuando termino, busco la tarjeta que necesito. Tomo mi portátil y me conecto al internet del edificio. No tengo señal. Mi módem debe estar por ahí tirado debido al caos. Ray me ha dado la clave de los vigilantes, al menos mientras hago lo que tengo que hacer. Me meto con rapidez a mi correo electrónico y redacto un correo electrónico breve pero conciso. Luego comparto el video con él, y le encomiendo mi suerte.
«No me falles, Jackson. Eres mi última carta.»
Cuando ya tengo todo empacado, nos dirigimos a la puerta. Miro el interior del apartamento de soslayo, y de inmediato recuerdo todo lo que viví aquí.
—Creo que el dueño querrá que pague todo esto.
—Un hombre pagó todos los daños, así que no tienes que preocuparse por eso.
— ¿Un hombre? —pregunto, extrañada. Ray asiente.
Sonrío de medio lado en reconocimiento. Tuvo que ser Alex. ¿Quién más si no? Me sorprende que no esté aquí, pululando todavía. Me pregunto si está en el trabajo. Eso me recuerda que a esta hora yo debería estar trabajando. Bueno, llevo mi maleta. Me pondré algo de ropa decente en la oficina. No quiero andar con estas fachas por ahí. Aunque... me pregunto por qué me importa tanto como me visto. Me iré de todas formas.
Pero de todas maneras, Michelle debería tener al menos, su último día.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top