12. Suspiros en vano.
Canción en multimedia: Ashes Remain - Without You
— No voy a ir a buscar a ese imbécil—asegura Robert, muy molesto—. Y no puedo creer que pienses siquiera en la posibilidad.
Cynthia me mira de reojo, y yo ruedo los ojos. Cree que estoy desesperada, pero en realidad no es así. Pensándolo mejor, no me importa si lo asesinan. Si eso pasa, es porque se lo buscó. O eso digo, pero la verdad es que me causa una incomodidad en el pecho el solo pensarlo. Odio ser tan vulnerable. Él merece pagar por las cosas que provocó. Pase lo que le pase ahora no es mi responsabilidad.
—No. Mejor déjalo—bufo, cruzándome de brazos—. No es mi problema.
— ¡Al fin! —Robert alza las manos hacia el cielo — ¡Alguien ha entrado en razón en esta casa!
Cynthia no me quita la mirada de encima, y me empieza a incomodar. No estoy desesperada. No debe importarme lo que le pase a ese hombre. Para demostrárselo, me siento en el sofá y pongo la pose más despreocupada posible, sin embargo la mirada de sospecha no se borra de su rostro.
—Robert. Ve por él o iré yo.
Entrecierro la mirada hacia ella. ¿Qué está intentando hacer?
—De ninguna manera—escucho la voz de mi hermano—. No vas a salir a esta hora. Además, ¿a dónde crees que voy a ir a buscarlo?
—Yo que sé. Usa tu ingenio, cariño. Y tú—me apunta con su dedo—, podrás fingir que no te importa, pero al parecer en este momento yo te conozco más de lo que te conoces a ti misma.
—No me conoces en lo absoluto—me ofusco.
Cynthia sonríe de medio lado. ¿Qué está tramando? ¿Por qué siempre está llevando a cabo planes extraños que pueden voltearlo todo? Fui una estúpida al pensar en tan siquiera ir a buscar a Alex, solo fue la preocupación del momento, ¡y eso es todo! Pero ahora no quiere dejarlo pasar. O eso quiero creer. ¿Pero por qué sigo con esta incomodidad en el pecho? No debería preocuparme por él. ¿Qué estoy haciendo?
—Escúchame bien, Blair. Nunca estaré de acuerdo con lo que estás haciendo—farfulla—. Entiendo que te escondas, pero no para hacerle daño a Alex. Los errores no se arreglan con más errores.
Ya sé que lo que intento hacer no es lo mejor, pero realmente no veo otra alternativa. En medio de tanta desolación y desesperanza, es lo único que veo que podría funcionar. Solo debo recordar la manera en la que Alex me destruyó. Sin contar que un tema como el LGTBI es delicado para la sociedad. Pueden pasar años antes de que las personas olviden lo sucedido por completo. Solo intento averiguar que será de mí mientras eso pase. Me pudriré, eso es seguro, pero al menos quiero llevar a Alex al mismo destino si es posible.
Cynthia se pone de pie y se dispone a salir del lugar, pero Robert la detiene.
— ¿A dónde crees que vas?
— ¿A dónde crees que voy? —le devuelve la pregunta.
—Cynthia, esto no es gracioso. Solo deja que se pudra ese imbécil.
Comienza a entrarme la paranoia. Tamborileo los dedos de mi mano derecha sobre mi regazo, y me siento inquieta. No. No debo. Él se burló de mí. No debo sentirme así. No debo preocuparme por él. No se lo merece.
«¿Pero y si le pasó algo de verdad?»
—Lo siento. Es mi decisión. Apártate.
—No saldrás de esta casa.
Me pongo de pie. No puedo con la ansiedad. Observo la puerta con anhelo. Tal vez si debería. Lo mejor sería que fuera por él. ¿Pero en donde puedo buscarlo? No tengo ni idea de en donde pueda estar. Además está oscuro. Tal vez solo debo buscar el lujoso coche negro por la ciudad. Pero esta ciudad es muy grande. ¿Y si llamo a su celular? No... no puedo llamar de mi celular. No me arriesgaré. Tengo que llamar de otro número.
— ¿Quién te crees para mandarme de esa forma?
—Tu esposo.
— ¡No eres mi dueño! ¡Solo mi marido! ¡No tienes derecho a darme órdenes!
Ojalá tuviera el número del chofer. Tendré que llamar al número de Alex. El cómo lo tengo es pura casualidad. Sus datos personales llegaron a mis manos por cosas del destino y del trabajo. Es momento de aprovechar esa oportunidad.
No debería buscarlo, pero no debió haberme dejado tirada aquí en primer lugar. Se supone que soy una desconocida para Robert y para Cynthia. Puede que Alex esté en un hotel. No, no lo creo. Si fuera así, habría venido por mí. Algo debió haber pasado. Necesito llamarlo. ¿Pero de dónde puedo...?
Diviso el celular de Cynthia sobre la mesa del comedor. Robert y Cynthia están tan ocupados discutiendo que no se percatan de mis acciones, así que mentalmente le pido disculpas a Cynthia y tomo su teléfono. De fondo de pantalla se encuentra una foto de la pareja en la playa, probablemente tomada en las últimas vacaciones. ¿Acaso pueden ser más empalagosos? Suspiro, y me dispongo a marcar el número.
«Perdóname Cynthia. Estás a favor de Alex, así que no debería importarte esto.»
—Cuando me casé contigo no eras así de mandón.
— ¡Pues disculpa! ¡No todos somos príncipes azules!
—Apártate de mi camino, te he dicho.
— ¡Y yo te he dicho que no saldrás!
Me llevo el teléfono a la oreja mientras los observo discutir. Están más concentrados en ellos mismos que en mí. El celular suena y suena, pero nadie lo toma. Bajo el celular y frunzo el ceño hacia él. ¿En dónde rayos estará metido Alex que ni siquiera puede contestar?
Cuando alzo la mirada, Robert y Cynthia se están besando. ¿Pero qué pasó aquí?
Agacho la vista antes de que la visión romántica me afecte más de lo necesario, y vuelvo a marcar. Me llevo el teléfono a la oreja, y esta vez después de un par de tonos alguien contesta. Lo primero que escucho es una música estruendosa que podría romperme los tímpanos.
¿Me habré equivocado de número?
— Diga... ¡Hip!
Me quedo patidifusa. ¿No es posible que...? Eso sería el colmo. Hablo con fastidio:
— ¿En dónde rayos está?
—Eehh... en un lugar muy bonito—balbucea Alex—. Tiene muchas lucecitas... y el bartender es muy agradable. ¿Has notado lo rara que es la palabra «bartender»? Bartender... bar...tender...
Tiene que ser una broma. ¡Está borracho!
Robert y Cynthia se siguen besando y me están desconcentrando. Además pueden oírme en cualquier momento, lo mejor será que me vaya a un lugar más retirado. Así que sigilosamente me dirijo a la cocina, y cuando estoy allí verifico que no me siguen antes de hablar.
— ¿En dónde está exactamente? —farfullo.
—Ya te dije que en un lugar muy bonito... ya sabes, de esos sitios en los que la gente bebe cosas raras y baila como si tuviera ratas en los pantalones.
Me tapo la boca y me aguanto las ganas de reír. ¡Esto es serio! No debo reírme, y mucho menos por un chiste de él. Respiro profundo y logro recuperar la compostura para hablar.
—Deme la dirección. Iré para allá.
—Oh no, tranquila—balbucea—. Le diré al transportador que vaya por ti. Ja, eso es gracioso... el transportador. Es mi chofer y me transporta. Le queda bien el nombre, podría ser el de la película... el transportador... ¿pero los transportadores no sirven para medir ángulos? Mi chofer no mide ángulos de ninguna manera... estúpido transportador.
No, no, no. No te rías. ¡No te rías!
—Dígale a su... —me contengo para no reír. Estuve a punto de decir «transportador». No puede hacerme tanta gracia. ¡Estúpido Alex! —chofer que lo traiga para acá de inmediato.
— ¿Ehh? Pero no me quiero ir...
Dudo mucho que esta vez esté fingiendo una borrachera. Sé que la última vez fue así. Fue entonces cuando pensé que era un borracho gracioso, pero en realidad no estaba borracho esa vez. Pero la verdad es que si resultó ser un borracho gracioso.
— ¡Ahora mismo! —dictamino, y cuelgo. Creo que no soportaré más si hablo con él en estas circunstancias.
¿Por qué diablos está tomando? Eso no es común en él. Aunque bueno... ahora Alex está recuperando la vida que solía tener. O algo así. Realmente no lo conozco mucho. No sé las cosas que le gusta hacer, ni los lugares a los que le gusta ir, y mucho menos sé si tomar es algo frecuente en él. Si es así, es preocupante.
La verdad es que todo el tiempo que pasé con él ha sido como un borrón. En realidad... no lo conozco en absoluto. Se sintió como si hubiéramos pasado tanto tiempo conociéndonos el uno al otro... pero al final parece que no fue así. No sé por qué me siento decepcionada de mí misma. Aunque odie admitirlo, me habría gustado saber más sobre él.
—Oh no, no pongas esa cara—oigo la voz de Robert. Me sorprende verlo en la entrada de la cocina, mirándome con severidad—. No te atrevas a perdonarlo.
— ¿Eres imbécil? —pregunto, ofendida —¡Claro que no!
— ¡Eres una blanda! ¡Conociéndote no tardarás en hacerlo!
— ¡No voy a fallar! —grito con los puños apretados. Tengo que hacer que Alex se arrepienta. Si no hago esto... no ganaré nada y terminaré por confirmar que ninguno de mis esfuerzos sirve para algo—. No voy a fallar.
Esa no es una opción.
Robert le dará un puñetazo en la cara a Alex cuando lo vea entrar por la puerta. Lo presiento. Tiene la mandíbula tensa, sin contar que abre y cierra las manos como si estuviera amasando plastilina. Por ahora está sentado y neutralizado, pero cuando él llegue no todo será tan bonito. Por mi parte no sé qué haré. Estaba borracho hasta las nubes, y no hay manera de que pueda decirle algo en ese estado. Solo quiero que se vaya a dormir o algo, y así olvidar esta noche de una buena vez.
Cynthia se encuentra con la mirada inquieta, fija en su regazo. Sin embargo sé que su nerviosismo no es por Alex. Seguramente quiere cargar en brazos a mi hermano –si pudiera hacerlo- y subirlo por las escaleras para luego encerrarse con él y violarlo. Si, esa suena como una buena teoría. Aunque lo más probable es que esté avergonzada. Digo, se estaban comiendo frente a mí cuando estábamos hablando de Alex hace solo unos instantes atrás. Es probable que Cynthia sienta que debo estar enfadada, pero a decir verdad no tengo opinión respecto a esto. En realidad, cada paso que doy parece ser más riesgoso que el anterior. No tengo seguridad para ninguna de mis decisiones, pero sé que no puedo quedarme quieta. Tomar acción es lo único que me queda.
El sonido de un auto llega hasta mis oídos. Han llegado. Sin embargo, nadie se mueve de su sitio. Ni yo. Preocuparme por él está prohibido en esta situación. Fue a emborracharse dejándome aquí tirada. ¿En qué rayos estaba pensando? No puedo confiar en él para nada. Después de destruirme, sus acciones solo me confirman que debía odiarme de alguna manera. O tal vez, simplemente se divertía con mi dolor y ahora se siente mal por ello. No lo sé. Pero lo que sí sé, es que solo me sigue decepcionando. Pero no sé qué más esperaba de él.
—Oye Richard, si a la cucaracha le falta una pata para caminar, ¿por qué no camina con las otras que le quedan?
Me doy un golpe en la frente. Alex y sus preguntas de borracho.
La puerta se abre, y aparece Alex colgado al cuello del chofer. El pobre hombre parece incómodo.
— ¡Contéstame que para algo te pago!
—Eh... —El chofer traga grueso—. Porque sin una pata perdería el equilibrio, señor.
—Oh, ¿en serio? ¡Déjame intentar!
Alex se separa del chofer y se para en un pie. Luego intenta mantener el equilibrio, pero es inútil. Está demasiado borracho como para hacerlo, y por un momento disfruto verlo caer al suelo.
Robert se pone de pie. Lo observo en silencio mientras se dirige hacia Alex, pero no me levanto. Solo agacho la mirada mientras espero que haga lo que vaya a hacer. Que haga lo que quiera con él. La verdad no debería importarme.
Alzo la vista cuando Robert deja caer a Alex en el sofá. Lo acomoda y le quita los zapatos, y por un momento no puedo creer lo que estoy viendo. Me pongo de pie mientras observo la escena con gran sorpresa. ¿No se supone que Robert lo odiaba?
No sé en qué momento ha ido Cynthia por una manta, pero se acerca a mí de manera cautelosa mientras me la tiende.
— ¿Quieres arroparlo?
Retrocedo mientras me abrazo a mí misma. Parpadeo un par de veces para alejar las lágrimas. No. No lo merece. No cuando él no haría lo mismo por mí.
—No.
Cynthia me dirige una amarga sonrisa antes de dirigirse hacia Alex. Me doy media vuelta para no ver la escena, y me quedo observando la chimenea por largos minutos. No sé por qué me he puesto sensible, pero este no es el momento para eso. Podré desahogarme cuando me vaya a dormir.
—Dormirá en el sofá—escucho la voz de Robert—. El alcohol lo ha dejado noqueado, así que es probable que mañana amanezca con una fuerte resaca.
No me importa. Ojalá le dé una resaca muy fuerte por imbécil. Por otro lado, aún no logro comprender como es que Robert no lo ha golpeado. Sé que Alex está borracho, ¿pero acaso le importa respetar su momento de debilidad? No logro entenderlo. Él me lastimó. Me arruinó. ¿Cómo puede importarle su bienestar de esa forma? ¿Cómo pudo importarme a mí? No me importa los sentimientos de arrepentimiento que tenga, se burló de mí. Yo le di mi confianza, y lo que él hizo fue tirarla a la basura.
Por su culpa, probablemente nunca vuelva a ser la misma de antes.
—Pueden quedarse cuidando de él toda la noche si se les da la gana —farfullo con rabia—. Pero yo me voy a dormir ahora.
Emprendo mi camino hacia las escaleras con las miradas de Robert y Cynthia puestas en mí. Alex que duerma en el sofá. Yo pasé meses durmiendo en uno, seguro que una noche no le afectará en nada. Cuando llego al segundo piso escucho a Robert y Cynthia cuchichear, y estoy casi segura de que hablan sobre mí. Sin embargo no me interesa escuchar. Se dice tanto de mí por las calles que un chisme más no hará la diferencia. Ya no me importa lo que digan. Solo me iré a dormir.
Me despierto sintiéndome peor que ayer. Todo esto se siente demasiado irreal. Me duele el estómago de tan solo pensar que ahora tengo que disfrazarme para encontrarme con el imbécil en el piso de abajo. Es entonces cuando me pregunto una vez más por qué estoy haciendo esto. ¿Por qué simplemente no me voy lejos y me aparto de toda esta mierda? ¿Por qué una parte de mí se resiste a separarse de él? Me voy a lastimar de esta manera. Puede que Cynthia tuviera razón. Puede que esto fuera una mala idea.
Pero ya no hay forma en la que me detenga.
—Buenos días—saluda Cynthia de forma amable cuando me ve asomar a la sala.
Todos se encuentran desayunando. Alex se ve fatal. Tiene el pelo revuelto, ojos perezosos y una profunda mirada de tristeza. Por un momento me recuerda a aquella época en la que yo cuidaba de él. Sí, esa época en la que yo sanaba sus heridas y remendaba su corazón roto, sin saber que él me haría justo lo contrario al final de todo.
Me llevo las manos a la cabeza. Por suerte no he olvidado disfrazarme. Si lo hubiera hecho, habría sido un fallo total.
Alex no me mira, pero por su forma de actuar sé que no quiere dar explicaciones. Sin embargo yo no quiero dejar las cosas así.
— ¿Ya terminaste de jugar a las muñecas, Russell? —cuestiono—. Es suficiente de juegos. Hoy nos vamos. Hay trabajo por hacer.
Robert y Cynthia se miran el uno al otro. Alex ni se inmuta. Por alguna razón me siento como si estuviera diciendo algo estúpido. No quiero sentirme así. Solo quiero salir de aquí antes de que alguien pueda descubrir mi identidad. Tal vez esté siendo paranoica, pero necesito volver al apartamento lo antes posible. Al menos en ese lugar nadie me conoce, estaré segura allí.
Al poco tiempo nos estamos despidiendo de Seattle. La despedida de Robert y Cynthia tuvo que ser bastante disimulada, de forma que Alex no detallara en algún exceso de afecto inesperado. Sin embargo, parecía bastante ensimismado. Aún me queda la duda del por qué se fue a tomar anoche. Se ve que le afectó enterarse de mi situación pero, ¿era irse a un bar la mejor forma de afrontar la situación?
Sin embargo me quedo en blanco cuando estoy frente al helicóptero otra vez. Trago grueso, y comienzo a temblar. Odio esto. De verdad que lo odio. No es que sufra de vértigo ni nada por el estilo, o eso creo, pero no puedo dejar de ver en mi mente una imagen del helicóptero estrellándose.
Me meto al helicóptero con bastante temor, pero Alex no parece con ánimos para burlarse de mí. Mantengo los ojos cerrados durante todo el viaje e intento dormir, pero es imposible. El viaje es bastante silencioso —a excepción del sonido de las hélices—, y estoy bastante de acuerdo con ello. No quiero hablar con él. Más vale que use este tiempo para que se le retuerza la conciencia.
Llegamos a Los Ángeles bastante rápido para mi suerte, y cuando mis pies están de nuevo sobre el cemento me siento más relajada. Me siento como si hubiera hecho una gran hazaña. Sobreviví a mi primer viaje en helicóptero. Estoy orgullosa de mí misma.
—Yo...
Volteo la cabeza. Alex me observa cabizbajo, como si se sintiera en la necesidad de dar explicaciones. Pero no me interesa lo que tenga que decirme. Es su maldito problema.
—Yo... la verdad no quiero explicar esto. Probablemente haya muchas cosas que usted no entienda... como mi relación con Blair Johnson y-
—Me da igual—espeto.
Alex me mira, sorprendido.
— ¿Qué?
—No tiene idea de lo poco que me importa la clase de relación que tenga con esa mujer. Tampoco me importa el por qué su hermano lo odia. Arregle sus problemas, y a mí déjeme en paz.
Me alejo del helipuerto a paso firme, con la mentalidad de regresar al apartamento lo antes posible. Tengo que alejarme de él. Tengo que alejarme de él lo antes posible, y debo recargar energías para volver a trabajar. Tengo que pensar en una forma de hacerle sentir todo el dolor que ahora siento las veinticuatro horas del día.
............................
¡He vuelto!
*suenan grillos*
¡Ya se que me extrañaron! :D ¡Por fin estoy de vuelta! Aqui está la maratón que les debía, algo bien sabrosón :v Y bueno, ahora que he regresado, las actualizaciones semanales regresan también.
¡Por fin Alex fue a buscar a Blair! Pero aunque no la encontró, se encontró con otras cosas intensas. Personalmente me da mucha gracia el Alex borracho :v Ya lo sé, estoy loca, mátenme ya.
Muchas gracias a todos por su pacieeeeente espera. Es bueno saber que siguen aquí, y quiero dejarles saber que no los he abandonado, y espero que esta maratón sea una prueba.
¡Muchas gracias por su apoyo, y nos leemos la próxima semana!
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