Epílogo
Me perdono, las veces que por cobardía no fui valiente para luchar por lo que amo...
Me perdono por el tiempo perdido, por mis errores y mis faltas. Me perdono y me libero...
10 años después.
Bella POV
—¡Edward! ¡Anthony! Traigan aquí esos obsequios— grité a voz en cuello. — No mi amor, ese es para Nessie no puedes abrirlo— intenté negociar con mi pequeño enano. Cada vez que lo miro me siento tan enternecida. Esos ojitos vivarachos y esa boquita igual a la de su padre.
—Campeón ven aquí— le llamó Edward. –Mira esto, es el señor oso y tiene hambre, vamos a darle galletas— mi esposo logró que el pequeño suelte el costoso Ipad que le compramos a Ness.
—Gracias— dije moviendo mis labios en silencio y me devolvió una radiante sonrisa. Verlo tomar entre sus brazos a nuestro pequeño, llenarlo de besos y cosquillas me hace carcajearme.
Pero mañana tenemos que enfrentar algo más difícil. Algo para lo que nos hemos estado preparando durante años. Me da escalofríos tan sólo recordarlo
—¡No, no es una broma!— gritó mi madre. –¡Nos escuchó!
—¿Qué? ¿Cómo que los escuchó? No deberían hablar de eso cuando ella...
—No lo hacemos. Pero estábamos preocupados por sus preguntas. En la escuela hicieron eso del grupo sanguíneo y Ness tiene una sangre igual a la tuya, a la de Charlie. Yo no sé de genética Bella, ella vino con preguntas y le dimos respuestas evasivas. ¡Y luego nos puso una grabadora!
—¿Qué hizo qué?
—Qué nos grabó. Jamás hablamos de esos temas si no estamos seguros que ella no está en casa.
—¿Y cómo lo tomó? ¿Qué dijo?
—Tuvo una crisis nerviosa, Phil decidió que era mejor decir la verdad a negarlo. Ya lo había oído.
—¿Cómo está?
—Encerrada en su habitación. Bella, estamos a dos días de la navidad ¿Qué vamos a hacer? Tenemos cita con la psicóloga pero ella se rehúsa. Quiere... quiere hablar con ustedes.
—¿Entonces le dijiste? ¿Le contaron la verdad?
—No tuvimos opción. Le narré lo que pasó, el problema que tuviste con Edward, tu embarazo...
—Debe estar furiosa conmigo.
—¡Lo está con todos! Tienen que venir pronto.
—Ya lo encontré, estaba en el ático junto a mis viejos libros de texto— Edward me alcanzó en la cama.
—¿Se lo darás para que lo lea? ¿No crees que sea contraproducente?
—Más contraproducente es que crea que no la quisimos. No quiero que suponga que yo me negué a aceptarla, que pasé años feliz de mi vida sin recordarla.
—Entonces la mala de la historia seré yo— gemí.
Sé lo que Edward sufrió pensando que la había abortado, eso le hice creer. Y luego la di en adopción a mi madre y su nuevo esposo. No me quedé con ella, la aparté de mi vida y eso siempre ha causado remordimientos en mí. Por tenerla cerca es que no me he deprimido. Pude haberla dejado a extraños y vivir una vida atormentada buscándola o recordando. Tuve suerte después de todo, Nessie no se fue lejos, siempre estuvo cerca.
—No, las cosas pasaron así. Seguiste adelante, construiste tu vida, la dejaste en las mejores manos. Bella, ella ha sido muy feliz estos años.
—Pero yo fui la mujer sin corazón que la abandonó...
—No la abandonaste.
—Si mi madre no se hubiera ofrecido para cuidarla, quizás nunca la habría conocido.
—Sé que no habrías podido, amor. Conozco tu corazón...
—¿Mi corazón cobarde?
—Tú no tienes un corazón cobarde, ese es el mío, mi amor. Mira, vamos a decirle la verdad, vamos a contarle aquella historia de amor, dolor y resignación.
—Tiene 13 años Edward, a esa edad cualquier problema es un mundo.
—Deja que ella decida qué hacer con la verdad. No es una niña, confía.
Y con aquellos pensamientos que alborotaban mi corazón, me quedé dormida, esperando no ser juzgada por mi hija.
—¿Dónde está Nessie?— Anthony entró velozmente a casa de mi madre, se escapó por entre sus brazos y subió las escaleras.
—¡Anthony no molestes a Ness!— alcancé a gritarle. El pequeño no sabe absolutamente nada de los problemas que nos aquejan, tiene tanta energía que me deja agotada.
—Otra vez escapó de mis besos— intentó bromear mamá.
—¿Cómo sigue?— preguntó Edward mientras acomodaba el equipaje.
—Igual. Encerrada en su habitación— se encogió de hombros. –No quiere comer y se niega a mirarme— los ojos de mi madre se humedecieron.
—Vamos a hablar con ella ahora mismo— me mordí el labio hasta que me doliera. Tenía las manos firmemente aferradas a mis brazos porque sentía que si las soltaba, temblarían sin control.
—¿Phil y tu podrían mantener a Anthony entretenido por un tiempo?— preguntó Edward a Renée. Había olvidado a nuestro torbellino, en este momento debe estar molestando a Nessie como es su costumbre. ¿Qué pensará ella mirándolo? ¿Sentirá que la hicimos a un lado mientras a su hermanito no? ¿Qué estará pasando por su mente?
Subimos despacio, Edward tomó mi mano susurrando palabras tranquilizadoras, no lo escuché pero sentí el sopor de su voz suave que hacía que mi corazón se calmara. La puerta de la habitación estaba entreabierta, me asomé lentamente y vi a Anthony subido en la cama de Ness. Conversaban amenamente, ellos siempre se han llevado bien, cuando mi hijo nació ella estaba muy feliz porque por fin llegó alguien con quien jugar, su primer sobrino. Tenía nueve años cuando Edward y yo nos casamos, fue mi dama de honor, llevó los anillos y pasamos juntas varios fines de semana durante mi embarazo. Mamá y Phil la trajeron a conocer a nuestro bebé, ella muy orgullosa le dijo: "Soy tu tía". Esos recuerdos me llenan, quizás ella no sabía la verdad pero estaba allí, con nosotros. Veía en los ojos de Edward una mirada de tristeza seguida de sonrisas. Él la añoraba, buscaba cualquier pretexto para visitar a mis padres. Cumpleaños, feriados, festividades. Estábamos allí siempre que podíamos. Trabajó mucho por ganarse el cariño de su hija a quien no podía llamar así. Y ahora, que ella ha descubierto la verdad, sabe que le mentimos y la apartamos de nuestras vidas. Bueno, yo la aparté, pude haber tenido una vida con ella y Edward pero las cosas se dieron así y no hay forma de cambiarlas.
—¿Podemos pasar?— escuché la voz de Edward.
—¡Tony! Phil y yo vamos a ir por unos helados y chocolate ¿Nos acompañas?— llegó mamá para ayudarnos.
—¿De los grandes?— el pequeño rostro de mi hijo se iluminó.
—De los más grandes— confirmó Renée.
—¡Vamos!— gritó mi enano. —¿Puedo ir papá?— le preguntó a Edward.
—Sólo si prometes que traerás algo— le guiñó el ojo.
—Pues claro, no me puedo acabar uno yo solito— contestó la miniatura de Edward, le dio la mano a su abuela y bajaron las escaleras.
—Ya lo sé todo, no tienen que decir nada— Nessie nos estaba mirando fijamente, su voz tenía un ligero temblor. Estaba despeinada, con el cabello alborotado, sus ojos se veían empañados por una mirada de profunda tristeza.
—Quizás Renée y Phil te hayan contado parte de la historia pero mereces saber todo— le sonrió Edward.
—¿Por qué nunca me lo dijeron?— gritó. –¡Confiaba en ti Edward! ¡Eras mi mejor amigo!— le increpó.
—¿Era?— preguntó él acercándose.
—Lo eras. ¡Ya no puedo confiar en ti! Me lo ocultaste. Nunca me dijiste que...
—Jamás te dije cuanto te quiero— él se acercó un poco más. Ella como un gatito asustado se agazapó en el cabecero de su cama.
—No lo suficiente...— susurró Nessie. Sus palabras ablandaron mi corazón, mis ojos se inundaron mientras intentaba detener los temblores de mi pecho. –Me regalaron. Yo era un estorbo en su vida y me dejaron con otras personas...
—No hay palabras para justificar lo que hicimos— susurró Edward. –O quizás sí. Yo pensé que no existías, por varios años le lloré a tu recuerdo y pedía perdón al cielo por mi cobardía— se enjugó el llanto y volvió a acercarse. –Te traje mis diarios, hice una terapia y me recomendaron escribir lo que sentía. Se me hizo costumbre con el tiempo, espero que encuentres algún consuelo o la explicación que tanto necesitas— levantó los dos cuadernos con los brazos extendidos, al ver que ella no respondía, los dejó al borde de su cama. Yo quería hablar, decirle algo pero sabía que si intentaba hacer algo no podría continuar.
—¿Si mamá no se quedaba conmigo ibas a regalarme?— me miró. Sus pequeños ojos acusadores recayeron en mí. No le podía mentir, es justamente lo que iba a hacer aquel día en que mi madre se opuso.
—Sí— murmuré. –No voy a mentir Nessie...
—¡Tú no me querías!— gritó de pronto. –Sé que Edward creía que me abortaste y por eso no estoy enfadada con él. ¿Pero tú? Te deshiciste de mí como un cachorro, solo era una carga ¿Verdad? Fingiste ser mi hermana todos estos años, fingiste quererme...
—¡Yo te amo Nessie!— grité limpiando mis lágrimas.
—Pero yo no. No quiero verte Bella, váyanse a su casa, sean felices. Yo sólo fui un error. Me quedaré con Renée y Phil que me quisieron cuando me echaste de tu vida.
—No le hables así— susurró Edward. –Han pasado muchas cosas, Bella ha sufrido también. Todos hemos cometido errores y llevamos años pagando por ello. Tú no sabes lo que es la culpa y el remordimiento Nessie. Si no estás lista para hablar de esto, te entiendo. Sólo lee lo que te traje, ponte en el lugar de cada uno de nosotros, intenta imaginar lo que vivimos. No es una disculpa, no es una excusa. Sólo tienes que saber que el mundo no es blanco y negro. A veces llegan temporadas grises, cuando tu vida parece no tener sentido.
—Quiero estar sola— suspiró mirando hacia su ventana. Desde allí se podía ver a Renée, Phil y Anthony jugando en el columpio de la casa.
Sentí los brazos protectores de Edward, salimos de la habitación y bajamos hacia la sala. Me desmoronaba por dentro, ella me odiaba y con justa razón. Yo sabía que este día llegaría, dentro de mí intuía que alguna vez ella lo sabría ya sea por una indiscreción o porque le confesemos la verdad.
—Hay que dejarla que se tranquilice y tú debes hacerlo también— me senté en el sofá, minutos después Edward me alcanzó un vaso de agua.
Nos quedamos a almorzar, Nessie no bajó a comer con nosotros, a Anthony le dijimos que estaba enferma. Fuimos a nuestras habitaciones, yo no quería quedarme pero Renée insistió. Tiempo atrás, para poder estar cerca de Nessie, Edward le pidió a mamá y a Phil que le permitieran extender la casa y poder construirnos un mini departamento para quedarnos cuando llegáramos de visita y que ellos no se vieran comprometidos con atendernos. Así que teníamos nuestro espacio allí.
Anthony, ajeno a nuestros problemas, terminaba de adornar la casa para las fiestas. Se preguntaba cómo hacía Santa para entrar a la casa porque en Florida no hay chimeneas como en sus cuentos.
—Nessie no quiere bajar, ahora es aburrida— se quejaba mi pequeño mientras terminaba de colocar una fila de miniaturas de coches al lado del árbol de navidad.
—No se siente bien— le contestó Renée. –Creo que le duele algo, quizás debas ir a llevarle galletas— aconsejó.
—¿Y leche también?— preguntó animado el enano.
—Te ayudo a llevar leche y galletas— ambos salieron hacia la cocina mientras mi mirada perdida en cada uno de los adornos del árbol se posaba en un pequeño libro de cerámica que colgaba en mitad de la sala. Ese adorno me lo hizo Nessie hace cuatro o cinco navidades. Fabricó uno para cada miembro de la familia. El de Phil es un bate de beisbol, el de Renée un brócoli porque en esa época se volvió vegana. Edward está representado con un hermoso castillo, él y Nessie solían pasarse horas en la orilla del mar construyendo fortalezas. Y también hay un angelito que Ness modeló con sus manos cuando nació Anthony.
Mañana es navidad, me duele que en una época tan especial mi niña esté sufriendo. Sé que lo se siente el rechazo. De niña me enojaba tanto cuando Renée encontraba un nuevo novio y me dejaba por las noches con niñeras. La esperaba pero nunca llegaba a verla llegar cuando volvía, quizás se aparecía de madrugada. Me sentía sola, como una parte inservible que algo que se rompió. Mi familia estaba rota, mis padres separados y mamá hacía su vida como si yo no fuera tan importante. No me sentía suficiente para hacerla feliz, ella necesitaba salir con hombres en busca del amor. A veces quería irme con papá pero mamá decía que era muy pequeña para que Charlie me cuide solo. Y cuando pude ir a visitarlo, también estaba sola. Mi padre ama su trabajo, quizás Renée encontraba distracción saliendo con pretendientes pero papá llenaba sus días con mucho trabajo. Nuevamente me sentía olvidada, rechazada. Nunca fui el centro de la vida de mamá ni de papá. Me amaban pero yo no era suficiente.
—¿Me ayudas a preparar la cena?— ofreció Renée, le sonreí. Realmente necesitaba algo en qué ocuparme.
EDWARD POV
—Quiero aliviar mi dolor, mi cansancio, este hastío que llevo en el alma. Quiero tomarte entre mis brazos y sentir que el tiempo no ha pasado. Escuchar de tus labios que aún me amas. Sé que sólo es una fantasía, que ya es demasiado tarde Bella...
—Y si... ¿hubiera una oportunidad?
—¿La hay? Solo tú tienes la respuesta...
—¿Tú aún me quieres?— preguntó tartamudeando. ¿Qué si la quiero?
—Cuando descubrirás que vives en mi corazón y en mi alma. Para mal o para bien te llevo conmigo. Solo intento protegerme, mis palabras duras son la coraza que interpongo entre nosotros para que no me aniquiles.
—¿Aniquilarte?
—Bella tu desprecio me mata.
—Yo no te desprecio. Eres tu quien siempre está enojado conmigo.
—No es enojo, es temor.
—¿Me tienes miedo?— preguntó.
Una divertida sonrisa asomaba sus labios. Aquella boca que en mis sueños aún me recibe gustosa. No pude evitarlo, los largos años lejos de ella me gritaron "ahora o nunca". Me acerqué los dos pasos que nos separaban y luego de mirar sus ojos, la besé... y volvimos a ser Edward & Bella otra vez.
Mientras le ayudo a armar el tren que Anthony ha recibido como regalo de navidad de parte nuestra, recuerdo cómo fue que Bella y yo nos reconciliamos. Yo ya daba por perdida toda esperanza, después de ver a Nessie creí que no volvería a saber de ella. Pero tiempo después Bella regresó a Forks, con la excusa de conocer al hijo de Alice y Jasper. Mi hermana se había empeñado en que nos volviéramos a ver.
—¡Papá, no corre!— se quejaba mi pequeñín.
—Necesita baterías, no vienen incluidas y se nos olvidó comprar— confesé nuestro error.
—¿Y ahora?— pregunta con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Te parece si vamos a buscarlas? Creo que en la tienda que está a dos calles podrían tener.
—¡Sí vamos! ¿Nessie vienes?— volteó a mirar a Ness que hecha un ovillo leía en un sofá cercano. Había decidido bajar a la entrega de obsequios de navidad, cortésmente rechazó nuestro Ipad diciendo que ya tenía una tableta que le funcionaba bien.
—No tengo ganas Tony— se excusó.
—¿Por qué? Es para mí tren. ¡Ya no te quiero!— Anthony le dio la espalda, los ojos de Ness se llenaron de lágrimas.
—Está bien, vamos— aceptó. –Pero tengo que ir a peinarme, no voy a salir con este pelo— se levantó y caminó hacia el baño seguida por su... hermanito.
—¿Van a salir?— preguntó Bella con una fuente de pan dulce.
—Olvidamos traer las baterías para el tren de Anthony— le recordé.
—¡Es cierto! Se quedaron en nuestro velador. No demoren— aconsejó.
Caminamos rumbo a la tienda, Nessie y Anthony iban de la mano como siempre, yo trataba de hacerles conversación pero sólo mi hijo respondía. Ella seguía callada.
No supe en qué momento se retrasaron, solo escuché el grito de Nessie y en milésimas de segundo con mi corazón acelerado me giré a ver a mi Anthony tendido al otro lado de la cerca de una casa con amplios jardines.
—¡Edward! ¡Edward levántalo! ¡Sácalo de allí!— gritaba Ness presa del pánico. Intenté calmarme y valorar la situación, mi hijo había caído de cabeza en el jardín de una casa tras haber trepado sobre el pequeño muro que servía de cerca. No se levantaba, su cabeza estaba sobre una maceta de arcilla. Estaba nervioso y enfadado, le he dicho muchas veces a Anthony que no trepe ningún muro porque ya se ha caído antes, es tan travieso que siempre está saltando o intentando caminar para atrás.
Sin detenerme a llamar o pedir permiso para entrar trepé el muro de un metro de alto y aterricé en el jardín, le pedí a Nessie que tocara el timbre o llamara a la puerta para alertar a los dueños de la casa por si acaso tuvieran mascotas sueltas.
—¡Tony! ¿Me escuchas hijo? ¡Tony!— intenté despertarlo sin moverlo, la forma en que había caído me causaba temor. Mis alarmas internas se dispararon cuando vi que una de sus orejas estaba sangrando y no podía precisar si era una herida superficial o salía del oído. Tomé mi celular y llamé a emergencias.
Todo pasó muy rápido, antes que llegaran los paramédicos escuché los gritos de Bella, la gente se aglomeró y sacaron a nuestro niño en una camilla con un collarín, tenía los ojos entreabiertos pero no hablaba.
—¡Yo tengo la culpa!— se lamentaba Nessie. –¡No debí dejarlo subir!
Renée y Phil la abrazaban mientras Bella y yo trepamos en la ambulancia. A pesar de las protestas de los socorristas para que sea un solo padre el que viaje con el pequeño herido, nosotros no dimos nuestro brazo a torcer.
Después de varios análisis, placas y una resonancia para asegurarnos que Anthony estaba bien, por fin pudimos estar con él, juntos los tres. Había llorado mucho llamando a su mamá, tenía rastros de lágrimas en su carita.
Por suerte el golpe fue solo eso, un fuerte golpe que no causó daños severos aunque estaba aturdido se tranquilizó cuando lo abrazamos. Pudimos llevarlo a casa de los Dwyer recién por la tarde.
Aquella noche Nessie nos pidió reunirnos, quería hablar con nosotros.
—Yo lo lamento, de verdad. No cuidé bien de Anthony, fue mi culpa— empezó a decir, aun con su remordimiento.
—No Ness, no es tu culpa, los accidentes pasan—Bella intentó calmarla porque parecía a punto de llorar.
—Sí lo es, yo... He estado muy molesta estos días, los he visto a ustedes desde que llegaron, la familia perfecta que tienen ahora y me sentí una intrusa, la niña rechazada que no quisieron...— Bella suspiró de sorpresa, tomé su mano para tranquilizarla y dejar que Nessie hable y saque lo que tiene dentro. –¡Le tengo envidia a Anthony! Ya no era para mí el sobrinito que tanto quiero sino el niño que los tiene a ustedes, tiene sus padres juntos y a mí me echaron de su vida... y lo miré con rabia. ¡Y no tuve cuidado! No fue a propósito, lo prometo. Pero tampoco le puse atención ¡Soy tan mala!— su voz se quebró se dejó caer en su cama. Me senté a su lado, con caricias la atraje hacia mí, susurrándole palabras cariñosas.
—Todo está bien nena, no es tu culpa, tienes todo el derecho de sentirte así. Te fallamos y no podemos cambiar el pasado.
—Yo te fallé— la voz de Bella se notaba afectada, quería abrazarla para reconfortarla pero no podía soltar a Nessie. –Fui yo quien tuvo la culpa, la única responsable de que ahora no seamos una familia.
—No es cierto amor...— intenté detenerla.
—¡Lo es Edward! ¡Lo es! No pude comprender que también te asustaste, quería que me dieras una respuesta inmediata, no estabas listo en ese momento. Y no esperé a que lo estuvieras. Actué precipitadamente, con rabia. Siempre te culpé para descargar mi remordimiento en ti. ¡Lo siento tanto! ¡Perdónenme!
Ver a las mujeres que más amo en este mundo, llorar de esa forma me golpeó fuerte. Atraje a Bella hacia nosotros, incluso Nessie abrió sus brazos para recibirla. Mi Bella, siempre tan fuerte y tan firme se hundió en su dolor.
—¡Belli no!— sollozaba Nessie. –No llores, yo no te odio, solo estaba molesta.
Y en aquella pequeña cama adornada para una princesa, lloramos por nuestros errores, nos perdonamos y fuimos perdonados. Abrazamos a nuestra hija hasta que se durmió, le canté una nana que había escrito para ella y antes de cerrar sus ojos nos sonrió.
Nuestra historia llena de cobardías, malos entendidos y resentimientos llegaba a su final.
Nessie se quedó a vivir con sus padres de crianza, Renée y Phil. Nunca fue una Cullen, mantuvo tu apellido porque estaba orgullosa de llevarlo. Nosotros nos mudamos muy cerca para poder verla más seguido y no perdernos sus últimos años de adolescente. Nuestra relación mejoró mucho, no fue de la noche a la mañana, costó meses que Ness y Bella volvieran a ser tan unidas como eran de hermanas. A Anthony aun no le decimos la verdad, quizás una de estas navidades cuando su hermana venga a pasar las fiestas decidamos tocar el tema. Nuestra hija estudia psicología en la universidad de Phoenix, puedo llamarla hija de vez en cuando aunque legalmente sea mi pequeña hermana.
Si algo aprendí de esta vida que me tocó vivir es que el perdón libera el alma, quita el miedo, las dudas... Siempre hay una nueva oportunidad para hacer lo correcto y mi corazón cobarde se ha fortalecido con las pruebas de la vida. Me he convertido en un hombre auténtico.
*********** F I N ************
Este es el final amigas, gracias por leer y tener paciencia, a veces la inspiración no viene a visitarme y me quedo en blanco.
PATITO.
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