Capítulo 4
"Si fuiste tan cobarde y saliste huyendo cuando más te necesité, no te molestes en volver porque mi respuesta va a ser tan rápida como la ayuda que me brindaste"
—Falleció de un paro cardiorrespiratorio— dijo Mike. Al parecer él se quedó más tiempo que yo en el hospital y pudo enterarse de varias cosas. Además no éramos los únicos periodistas allí. La noticia de la muerte de la bebita de una de las adolescentes del pacto ya estaba siendo cubierta.
— ¿Nació prematura?— pregunté.
—Sí. No pudieron hacer nada. Ahora los padres de la escuela se están reuniendo, van a realizar una asamblea general. Muchos quieren que se imparta cuanto antes algún curso de educación sexual y temas para la vida. Otros, que todas las adolescentes reciban vacunas.
—No pueden obligarlas a vacunarse. ¿Tú crees que yo pueda asistir a esa asamblea? Diles que puedo compartir mi experiencia de embarazo adolescente.
— ¿Lo harías? ¿Hablarías en público de lo que hiciste?
—Sí. No va a ser fácil, pero lo haré.
—Perfecto. A mí también me gustaría aportar algo pero no tuve mucho éxito en la escuela— sonrió.
— ¡No te lo puedo creer! Mike, eres muy apuesto— coquetee con él.
—Yo era gordito. Ninguna chica me miraba con otros ojos que no fuera para decirme "Quítate me tapas el pizarrón"— se echó a reír. Lo secundé y reímos juntos un buen rato. Mike era divertido.
Ya sola en mi habitación, pensaba en el encuentro que había tenido con Edward. Parecía que el tiempo no había pasado, como si fuera ayer que lo dejé de ver. Estaba más apuesto que antes y mostraba un carácter que no le conocía. Lo que siento por él aún es intenso pero no es nada agradable ni romántico. Durante estos años le he culpado de todo lo malo que me ha pasado, las decisiones que tomé, las penas y separaciones. Debo reconocer que llevo gran parte del peso de aquello pero siempre ha sido más fácil culparlo a él que reconocer mis errores.
Quizás sacar a la luz todos estos rencores que llevo en el alma sea la mejor manera de dejar ir el pasado. De comenzar nuevamente libre de cadenas que no me dejan avanzar. Pero sé que esas cadenas de alguna forma nunca se romperán, eso lo asumí cuando decidí no ser madre.
.
Al día siguiente fui abordada en la calle por Esme Cullen. Me sorprendí tanto que tiré mi bolso.
—Isabella, quiero hablar contigo.
—Buenos días Esme. ¿Quiere pasar o prefiere tomar un café?
—Es mejor que sea en un lugar privado lejos de miradas curiosas.
Abrí la puerta de la pensión para dejarla pasar, caminamos hasta mi habitación y la invite a entrar.
— ¿Dígame que la trae conmigo?— pregunte— Esperaba que me reprendiera por haber hablado con Alice.
—Necesito tu ayuda. Sé que en un principio me opuse a que hablaras con las niñas, quería protegerlas de los periodistas. Soy la presidenta de la junta de padres. Creí que el asunto estaba controlado pero anoche me enteré que otra de las estudiantes está embarazada. Y sé que hemos fallado. Como padres, como maestros y amigos.
— ¿Por qué recurres a mí?— pregunté.
—Porque nadie como tu conoce el desenlace de un embarazo adolescente. Rosalie está destrozada. Mi hija asustada, ya no quiere ir a la escuela. Las otras niñas no han querido soltar prenda, ni a sus madres. Necesitamos que entiendan Bella.
—No creo ser el mejor ejemplo.
—Quizás uno no muy bueno. Pero quiero que lo sepan. Tu compañero me dijo que piensas estar en la asamblea. Me gustaría que hablaras con ellas a solas no enfrente de todo el mundo.
— ¿Cuándo?
—Pasado mañana.
—Está bien.
—Pero... te prevengo que va a estar presente Edward.
— ¿No hay manera de evitarlo?
—No.
—No sé si podré.
—Por favor, hazlo. Mi hijo guarda mucho dolor. No tienes idea de lo que él ha sufrido. Quizás ves las cosas desde tu posición, sólo en un ángulo. ¿Nunca te detuviste a pensar en Edward?
—Había suficiente dolor en mi corazón como para pensar en nadie más— suspiré.
—Lo imagino. Pero él también sufrió tu decisión. Por un momento deja de lado la reacción que tuvo en un inicio. Eso es algo que él aún no se perdona. Estabas en tu derecho Bella, no te lo negamos pero debiste esperar un poco. Mi hijo estaba aterrado. Nos costó que nos dijera la verdad. Para cuando Carlisle y yo pudimos persuadirlo para que nos cuente tú ya lo habías hecho... ya habías decidido.
—Yo también estaba aterrada.
—El impacto lo destrozó. Estuvo varios meses en terapia.
— ¿Terapia?
—Secuelas emocionales. Eso nos dijo el psicólogo. Edward nunca pudo volver a tener una relación sana con nadie más. Se torturaba a sí mismo con pensamientos nocivos. Se sentía enojado todo el tiempo. Tardó mucho en recuperarse.
—No lo sabía.
—Fue a buscarte a Phoenix. A la casa de tu madre. También sé que viajó a Jacksonville— aquella confesión me desarmó. ¿Edward había estado buscándome? ¿Ya para qué?
—Acepto que se quede, que me escuche. Pero no quiero que me interrumpa.
—Estaré allí con él. No te preocupes. Pero tarde o temprano ustedes van a tener que hablar. No pueden seguir ignorándose.
—No lo ignoro. Es sólo que ya no tengo nada que decirle.
—Ambos tienen mucho que decirse.
.
Encontrarme nuevamente con Edward era inevitable. Llegué aquí decidida a hacer mi trabajo sin inmiscuirme en él. Gran error. No se puede escapar del pasado, no mientras tengas heridas que no sanan.
Para mí, en estos años, ha sido más fácil odiar el recuerdo de Edward que detenerme a hurgar en mis sentimientos. Me he acostumbrado tanto a despreciarlo, a acusarlo en mi mente, que volver a la realidad va a ser difícil.
Tenerlo cara a cara. Confrontar sus culpas con las mías. Sobre todo porque me cerré como una ostra y lo dejé fuera de mi vida. Él no sabe nada de mí. De mi dolor y de esa secreta renuncia que debo hacer a diario. ¿Secuelas emocionales? ¡Él ni siquiera se involucró emocionalmente! Me dejó sola, perdida y llena de miedos. ¡No! Si él sufrió, bien merecido lo tiene.
. . . . . . . . .
Edward POV
"Soy un corazón cobarde al que tu ausencia llena de tristeza.
La nostalgia pinta de gris mi trozo de cielo,
aquellas nubes negras cargadas de lágrimas,
las mismas que una vez llené con mi remordimiento.
Fui cobarde, por no arriesgarme,
por huir cuando más me necesitaste.
Mi miedo fue el culpable,
miedo del fracaso y la desilusión
de las esperanzas de mis padres.
Miedo del futuro trunco y de los sueños inalcanzables.
El temor egoísta me dejó sólo.
Sin presente y sin alma.
Mil años no serán suficientes para expiar mis culpas,
mis manos también se tiñeron de sangre"
Llevo un diario en el que escribo lo que siento. Porque no puedo decirlo en voz alta, siempre miento cuando me preguntan si estoy bien.
No, que va, yo jamás estoy bien.
Quizás pueda olvidar en algunos momentos mi pasado. Quizás en algunas estaciones mi ánimo ha subido. Pero generalmente llevo en mi pecho un gran agujero, que traspasa mi corazón y mi alma.
"Isabella Swan está en el pueblo" escuché esta mañana. Y he vuelto a mi diario otra vez. A gritar con palabras mis miedos y mis dudas. A descargar mis frustraciones.
Llevo seis años callando. Seis malditos años en los que he debido, como una persona normal, curar sus heridas, reinventarme y salir adelante. Pero no he podido. Y siento que sigo siendo el mismo cobarde de antes. Porque aquello quedó marcado en mis recuerdos y en mi alma, como se marca la piel con un tatuaje... imborrable.
En terapia no supieron entender. El psicólogo del pueblo me dijo que sólo era una etapa, que pasaría la sensación de culpa que tenía. Pero esa culpa nunca se va. Se ha quedado a vivir conmigo. La culpa, la soledad y yo hacemos buen trío. Ellas dos se encargan de recordarme, siempre que pueden, que mi vida es tan miserable.
Papá me aconsejaba salir con amigos. Mi madre decía que volviera a fijarme en alguien más. Pero los ratos en que he compartido con amigos de mi edad no me satisfacían. ¿Fijarme en alguien más? Con suerte he podido dejar de odiar a las mujeres el día que decidí dejar de odiar a Bella.
Buscando en internet encontré un lugar donde había hombres como yo. Hombres que habían perdido hijos debido a abortos. Fue la primera vez que pude decir, sin temor a sentirme mal, todo lo que me guardaba desde que Bella decidió matar a nuestro hijo. Conocí los tres estadios del síndrome post aborto. Primero, dolor y tristeza. Segundo, preguntarme obsesivamente cómo podría ser mi hijo no nacido. Y tercero, la culpabilidad y la depresión profunda. Para cuando los encontré yo ya estaba en la tercera etapa. Aunque no dejo de pensar en cómo podría ser mi hijo ahora. No puedo evitar mirar un bebé o un niño pequeño sin pensar en el mío. Aquella criatura indefensa que por mi culpa tuvo que morir. Ya tendría 5 años. Estaría en el preescolar, aprendiendo canciones infantiles, a contar y a escribir sus primeras palabras.
Pero sé que eso nunca será. Yo no voy a tener hijos. Cuando cumplí 21 años, en una de mis profundas depresiones, me hice una vasectomía en una clínica de Port Ángeles. Por ese entonces había empezado a salir con mujeres. Como no era serio, no quise arriesgarme a volver a cometer el mismo error. Además el alcohol no me dejaba recordar con que mujer había estado el día anterior.
Un día toqué fondo cuando, totalmente ebrio, me estrellé en mi volvo camino a La Push. Desde entonces he intentado ser buen hijo. Mamá me suplicó que cambiara, que dejara atrás las cosas y que viviera. Decidí dedicarme a mi trabajo con todas las fuerzas que tenía, que eran pocas la verdad. Saqué el título de maestro de historia y me presenté en mi escuela. Me aceptaron por recomendación, como profesor sustituto. Tenía mucho tiempo libre por las noches así que hice dos maestrías en administración educacional y psicología educativa. Para cuando fui nombrado en un puesto permanente, el director había enfermado y me volví su asistente por conocer el manejo administrativo de una escuela. Al morir el señor Banner me quedé como director.
"Isabella Swan has hecho mierda mi vida. Te fuiste y te llevas te todo contigo. Y sacrificaste ese todo con frialdad"
La odié con todas mis fuerzas durante meses. La busqué porque quería gritarle en su maldita cara que era una asesina. ¿Por qué no pudo esperarme? Sé que soy un jodido maricón, que me asusté y salí huyendo como una cucaracha. Pero nunca imaginé que ella haría eso. Intenté decirle a papá esa tarde pero él me mostró folletos de la universidad antes que pudiera abrir la boca. Una y otra vez me decía lo feliz que era al saber que seguiría sus pasos y sería médico. Recurrí a mamá pero estaba ocupada preparando mi ropa para la graduación.
Me encerré en mi ático a pensar. La llamé por la noche pero no contestaba y luego apagó su teléfono. Me contestó dos días más tarde.
— ¿Bella? ¡Bella por favor, escúchame! ¿Estás en tu casa? Voy para allá.
—No, no estoy en mi casa.
—Tenemos que hablar, amor. Dime dónde estás.
—Ya no tenemos nada de qué hablar.
—Por favor, perdóname. Perdóname. No sé qué me pasó, me asusté. Pero... no importa nada, ni los demás, ni lo que quieren nuestros padres para nosotros. Solo importamos tu y yo y...
—Edward, en serio, ya no tenemos nada de qué hablar.
— ¡Bella! Por favor. Es nuestro hijo.
—Estoy en un hospital.
— ¿Te pasó algo? ¿Te caíste? ¿Tuviste un accidente?
—Ya no estoy embarazada.
— ¿Qué?
—Ni tú ni yo lo queríamos. Ya no vamos a tener ningún hijo.
— ¡No! ¡Tú no pudiste hacer eso!
—Lo hice y ya. No tenemos nada más de qué hablar.
—Bella, Bella. ¿Lo mataste Bella? ¿Lo mataste?... ¿Cómo fuiste capaz de algo tan horrible? No, tú no podrías hacer algo así. Lo sé. No me asustes Bella, te pido perdón de rodillas, por favor. Déjame estar contigo, con nuestro hijo. Todo saldrá bien, somos jóvenes pero va a salir bien, nuestros padres comprenderán... por favor, no lo hagas, esa no es una salida... Bella por favor...
Me di cuenta entonces que estaba hablando sólo. Ella ya había colgado. Y no volvió a contestarme. Tampoco regresó a la escuela, se fue. Desapareció de Forks, de mi vida. Pero se quedó clavada en mis recuerdos. Para torturar mis días y mis noches. Para hacerme recordar que perdí todo por cobarde.
.
He regresado de la conferencia de prensa. Nuevamente tengo que tomar mi diario y rasgar líneas. La he vuelto a ver. De una manera que no pensé. Atacándome como la cruel asesina que es. No, ya no debo pensar en ella de esa forma, el pasado quedó atrás y si alguna vez nos volvemos a cruzar, será solo para tratar el tema como dos adultos maduros que somos.
¿Por qué no puedo apartar de mi mente su mirada irónica? ¿Quería herirme? ¿Cómo pudo saber que Alice era una de las niñas envuelta en el problema? ¿Acaso tiene algún contacto dentro de la escuela?
En ese momento quise correr hacia ella, empujarla contra la pared y exigirle que me diera respuestas. ¿Por qué mató a nuestro hijo a sangre fría? ¿Por qué ella puede caminar por el mundo sin remordimientos? ¿Por qué había regresado?
Pero no pude, no puedo y no lo haré. Seguiré fingiendo que no pasa nada, que eso está olvidado. Mientras tanto tengo mi diario para descargar todas mis frustraciones, mis fracasos y mis sentimientos destructivos.
Este amor cobarde vive de mis debilidades,
se esconde, se escapa, galopa por las noches en tu búsqueda,
se desliza en el mundo para encontrarte.
Y, mientras tanto, cuando estoy despierto,
encierro mi corazón cobarde bajo llave.
No quiero que lo sepas, tu odio se siente
como electricidad en el ambiente.
Me condenas con tus ojos resentidos.
Y yo... yo debo callar y fingir desprecio.
Tragarme mis palabras de indulgencia,
mis ruegos reprimidos.
¿Cómo pueden vivir la rabia y el amor tan juntos?
¿Cómo puedo seguir amando a quien me odia?
***********
El tormento de perder un hijo nunca nos abandona, sea provocado o accidental, uno siempre le preguntará a la vida, cómo pudo haber sido. Espero que puedan comprender un poco a Edward.
Gracias por leer
PATITO
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