R
Azu mira a Leia, quien está sentada en el alfeizar de la ventana observándola. Sus ojos se ven tristes.
—¿Ocurre algo?
Niega levemente con la cabeza y suspira. La rubia inquiere con la mirada.
—Es que... —Suspira negando con la cabeza y se muerde el labio— No puedo dejar de pensar en que... En cuando tu ex te pegó la paliza. Pensar en lo que tuviste que sufrir, en que estuvieras ahí sola, tan indefensa, siendo golpeada... A veces me gustaría poder volver atrás en el tiempo para haberte conocido antes y haber estado allí, ¿sabes? Para haberte protegido o para haber recibido la paliza por ti si hacía falta, pero que no sufrieras tú tanto... —Suspira— Es que... De verdad que no lo entiendo. ¿Cómo puedes tener a alguien indefenso ante ti, tirado en el suelo, sin poder protegerse, y pegarle? A alguien... a quien supuestamente quieres, y que confía en ti. E incluso si no lo quieres, incluso si no lo conocieras... ¿Cómo puedes ser capaz de hacerle daño a alguien? ¿Cómo puedes saber que está sufriendo y seguir? ¿Cómo puedes pegarle, ver que sangra y seguir sin más, usarlo como un sucio saco de boxeo? —Se muerde el labio y niega con la cabeza, su mirada rueda por toda la habitación— No... No lo entiendo. Es horrible. Inhumano. Puedo entender que pegues a alguien por protegerte si es necesario, pero intentando alejarte lo antes que sea posible para no hacerle daño... ¿Pero pegar una paliza? Y no sólo eso, ¿cómo puedes pensar si quiera que alguien es posesión tuya? —Muerde su labio negando con la cabeza— ¿Enfadarte así porque se junte con otras personas en lugar de alegrarte porque tiene gente que la apoye? ¿Cómo se puede ser tan egoísta, tan cruel? —Suspira negando con la cabeza— Es que... No lo entiendo, de verdad. Qué coraje me da. Ojalá hubiera podido hacer algo por ti. Imaginarte así... Duele. No sé cómo pudo hacerte eso.
Azu se ha acercado a ella, Leia no se ha percatado porque, como casi siempre que habla, miraba a todos lados salvo a ella. La artista acaricia su mejilla y la besa, sorprendiéndola.
—Ya pasó, Leia, tranquila. —Entrelaza sus dedos con los suyos— Gracias por preocuparte por mí.
La galáctica deja escapar una suave sonrisa.
—Eres mi artista, ¿cómo no voy a preocuparme por ti? Y, aunque no lo fueras, eres una persona: ¿cómo no voy a preocuparme?
—Tienes un corazón muy noble... —Leia aparta la mirada. Azu sonríe— Eso es bueno. —Se sienta a su lado y hace que la mire para besarla— ¿Sabes? Yo también pienso en ti queriendo tirarte por aquel barranco y recibiendo la única ayuda de las estrellas, en ti sintiéndote sola y no querida de pequeña... Y me hubiera gustado estar ahí. Pero ya no podemos cambiar el pasado, lo que sí podemos hacer es sanar las heridas.
—Sí... Supongo.
—¿Sabes? Creía que tus miradas tristes eran por no poder estar conmigo.
—No soy tan egoísta. Me contaste hace poco lo que te pasó, y sé que lo estás pasando mal: me entristezco por ti. Quiero que estés bien, sólo eso.
—¿En serio?
—Sí. Yo sólo quiero ver esa sonrisa un día más. Incluso si tuviera que alejarme para que sonrieras... Lo haría.
Azu sonríe, se acerca a ella y la besa de nuevo, con más ganas, con ternura, deseando saborear sus labios.
—Artista... Seguimos sin parecer amigas.
—Pues no lo seamos. —La mira, Leia la observa sorprendida— Lei, creo que puedo confiar en que... Tú no me harías algo así. Y espero no equivocarme pero... Hasta el momento me has demostrado que quieres lo mejor para mí, que me respetas y que me valoras así como soy. Quiero... Quiero... Creo que quiero intentarlo.
Leia sonríe y acaricia levemente su mejilla, mirándola con cariño.
—Vale, Azu. Pero prefiero que empecemos cuando tú estés segura, no cuando lo creas. Somos jóvenes, tenemos todo el tiempo del mundo por delante... Y yo te pienso esperar lo que haga falta. No tengas prisa. Quiero que estés segura de esto, no quiero forzarte. Tómate tu tiempo.
Azu la mira a los ojos, los suyos muestran un cariño infinito.
—¿Pero porqué eres tan mona...?
—Hey, sin insultar.
La rubia se ríe y la besa.
—Al menos tenemos algo seguro.
—¿El qué?
—Que me deseas. Menudos besos, Azu... Vas a volverme loca.
Vuelve a reír y pasa sus dedos por el rostro de la morena.
—Es que eres tan... Agh. Leia, me gustas. Me gustas más de lo que nunca me ha gustado nadie. Quiero intentarlo contigo. No confío en el amor pero... Confío en ti. Y creo que eso es lo que cuenta. Sé que tú no me harías daño, y quiero estar contigo. —La observa sonriendo— Joder.... Me fascinas.
—¡Mierda! Ya me has quitado la oportunidad de prepararte una buena pedida.
Se ríe.
—Eres idiota...
—No: eres artista, valoras la creatividad.
—Tú ya eres arte, no necesito más.
Leia aparta la mirada con una sonrisa vergonzosa. Azu besa su mejilla.
—¿Entonces... novias?
—Qué sosa.
Vuelve a reír.
—Tú eras la que odiaba las cosas cursis.
—Cierto.
Leia se baja del alfeizar y coge a Azu por los muslos, levantándola. La mira a los ojos en esa posición.
—El otro día me desvelé y escribí algo. ¿Puedo contártelo?
—Claro.
—No quiero un título...
Abre la boca para continuar hablando, pero no le salen las palabras. Termina sacando una libretita de su pantalón, sujetando a Azu con el brazo derecho y se la da abierta por la página indicada.
–Toma.
Azu sonríe y la coge, comenzando a leer. Le parece tierno que Leia le deje leerlo a pesar de no ser capaz de decirlo.
No quiero un título que me diga que gobierno en tu corazón. No quiero poseerte, ni que me digas que eres mía, porque no lo eres. Pero tampoco quiero conformarme con el simple y tosco motivo de tenerte entre mis piernas. No, yo quiero mucho más que eso, porque creo que eso ni siquiera tiene importancia. Yo quiero ser fiel espectador de tu vida, para contemplarla y acompañarte en ella, para disfrutar cada momento contigo y deslumbrarme una vez más con esa sonrisa. Yo quiero besarte y perderme en el roce de tus labios por un momento, y sí: confieso que te molesto tanto con el único motivo de que me mandes callar y acabes besándome. Y de hacerte sonreír. Yo quiero saber que confías en que cuando estés mal puedes acudir a mí, en que incluso si te aburres puedes llamarme. Yo quiero apoyarte, pero no cuidarte, porque confío en que tú eres independiente y puedes cuidarte por ti misma, en que cuidar es para niños, y apoyar es de parejas. No quiero planear un futuro contigo, porque me parece estúpido soñar con un futuro que no puedo asegurar si tendré pudiendo disfrutar en el presente de que estás aquí, a mi lado, haciéndome reír, molestándome, llamándome idiota, mandándome a callar, cantando, pintando, dejándome disfrutar de tu arte... y es que cada cosa que haces es arte, desde tu voz a tu forma de hablar, de moverte o de caminar. Quiero estudiar tus cientos de miradas y tus miles de sonrisas, porque sí, sé que cada una tiene un significado distinto, que no sonríes dos veces de la misma manera. Quiero verte saltar, hacer tonterías y reír y pensar que todavía eres una niña. Quiero verte estar seria, tomar decisiones y filosofar y pensar que eres una adulta. Y sí, por qué no, quiero estar a tu lado y comprobar que te has hecho anciana, pero que tu sonrisa aún no palidece. Tu eterna sonrisa que conforma mi más admirada estrella. Quiero tenerte en mi vida, para verte reír y para consolarte al llorar, para molestarte y para apoyarte, para que me insultes y para insultarte, para que tu sonrisa se refleje en mi rostro, para encontrar mi galaxia en tus ojos, para seguir admirándote.
–Sé que es una tontería... –empieza Leia al ponerse nerviosa esperando– pero empecé a escribir y...
Azuleima termina de leer. Dos lágrimas recorren sus mejillas. Coge el rostro de Leia entre sus manos y le da un beso largo y apasionado.
–¿Tan malo es que quieres que me calle por si lo continúo? –bromea con una sonrisa.
–No. Es que ahora eres mi novia y te beso cuando me da la gana, no tienes que hacer que me den ganas de callarte.
Leia se ríe y la besa.
–Me gusta la idea, princesa.
–¿Puedo preguntarte algo por mera curiosidad, Leia?
–Claro.
–¿Alguna vez le escribiste a Nico algo así?
–Sí... Sólo que nunca se lo dejé leer.
Azu asiente, acaricia sus mejillas y la besa.
–Leia...
–Dime.
–Yo también quiero todo eso contigo.
La pelinegra sonríe de medio lado y la suelta. La artista sonríe mirándola. Leia tiene su rostro tan serio, firme y seguro como siempre, como la roca que siempre demuestra, pero le gusta saber cuál es su lado tierno detrás de esa enorme coraza de acero y pinchos.
Se quedan mirándose a los ojos. Celeste contra negro. Luz contra oscuridad. Saben que ese puede ser el inicio de la aventura más emocionante de sus vidas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top