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–¡Hola, cielo! ¡Cuánto tiempo! ... ¿En serio? ...Wow, me alegro mucho, cariño mío. ... ¡Claro que sí! ... Jo, me muero de ganas de verte, guapa. ... –Se ríe– Claro que sí, hermosa. ... Te quiero, adiós.

Leia está tumbada en la cama de Azu, de lado, mirando cómo esta habla por teléfono. Le encanta ver cómo su cara cambia según lo que le dicen o lo que ella responde, es muy expresiva. Además, sonríe casi todo el tiempo, y en su voz se nota el cariño y la dulzura.

La artista deja el móvil en la mesita de noche y la mira.

–Perdona.

–No te preocupes, no me molesta. ¿Con quién hablabas?

–Con una amiga de Andalucía.

–Tiene que ser genial tener tantos amigos por todas partes.

–Sí. La verdad es que sí. Tengo unos amigos geniales.

Azu se queda observándola. Hay veces en las que Leia la mira de la misma manera en la que contempla sus cuadros, con esa admiración de quien mira una obra de arte intentando leer todos sus secretos. Le gustan sus ojos, tan negros que no se distingue la pupila del iris, esos que de vez en cuando dejan ver el interior de su alma.

Ahora mismo, la mira con cariño y parece feliz. Leia está alegre por poder estar tumbada con Azu sin hacer nada, disfrutar de la calma a su lado.

La artista se da cuenta de que Leia no ha comentado nada de su manera de hablar con su amiga, ni tampoco parece molesta, pero eso le despierta curiosidad, curiosidad por si la chica sentirá algo de esos celos que ella tanto teme.

–Oye...

–Dime.

–¿No te molesta que sea así con mis amigas?

–Me gustas porque eres así. ¿Qué sentido tiene que no hables con cariño a alguien a quien quieres si tú eres así de expresiva? Además, Sam y Valeri se hablan así y no tienen absolutamente nada, incluso Val me habla a veces a mí así y yo no la tocaría ni con un palo... ¿Qué sentido tiene molestarse por eso?

–¿Nunca tienes celos?

–Si los tuviera, estarían completamente justificados. Mientras entienda por qué actúas como lo haces, no voy a molestarme. ¿Tú te molestarías si yo hablara así a alguna amiga?

–Hombre... Viniendo de ti... Me resultaría raro. Pero es que si me hablaras a mí así también me extrañaría.

Leia sonríe de medio lado.

–Cierto. ¿Y cómo son tus amigos de allí?

–Pfff... Si empezara a hablarte de ellos uno por uno no terminaría nunca. Pero te los presentaré.

–¿Sí?

–¡Claro! Algún día tendrás que acompañarme a ir para allá, ¿no? O bueno, tendrás que visitarme cuando vuelva allí durante el curso.

–Claro...

–¿Qué ocurre?

–Te echaré de menos.

Azu sonríe.

–Y yo a ti, tontita. Pero ya sabes que puedes ir cuando quieras.

–Claro... Lo bueno de tener unos padres ricos es que podré bajar a verte varias veces durante el curso.

–Me está gustando la idea de los padres ricos.

Leia se ríe.

–Por cierto, si tus padres tienen tanto dinero y te gustan tanto las motos, ¿cómo es que no tienes una propia? Quiero decir, no sé, pero te facilitaría mucho todo. Que luego es un coñazo porque no puedes llevar apenas equipaje pero bueno.

–Porque me gustan las motos como hobby, pero luego prefiero ir andando o corriendo a todas partes. Además, para ir a la Universidad siempre me han llevado Luke o Nico, y no es que vaya a muchos más sitios. Ir al gimnasio en moto me parece contraproducente.

–Entiendo. Yo tendré que unirme a tu team andar, porque me he dejado la moto en Sevilla.

–Pobre vaguita. La cosa es que no tendría una moto para tenerla como adorno en el garage. Me parece un desperdicio.

–Como las naves de tus padres... ¿No?

–Tampoco te creas. Papá no sólo lo pasa bien haciendo esas maquetas, incluso disfruta limpiándolas, reordenándolas, enseñándolas cada vez que viene alguien, mirándolas... En fin, le alegran. Eso no me parece un desperdicio. Me parece un malgasto de dinero, pero... Es lo que a él le hace feliz. Y ya que tiene el dinero y que se lo ha ganado con su esfuerzo, tiene derecho a usarlo en lo que él quiera.

–Oye, hablando de tus padres, a parte de frikis y ricos, ¿cómo son? Quiero decir, no me has hablado apenas de ellos, y sólo conozco a Luke.

–Bueno... Mi padre se llama Jaime. Es... No sé. Un tío gracioso y simpático. Mi madre igual, pero ella es más estricta. Se llama Mónica. 

–¿Y el resto de tu familia?

–Apenas tengo. Mis abuelos maternos le dijeron a mis padres que cómo podían dejarme ser tan... "así". Tuvieron una discusión importante y Luke se enfadó conmigo por hacer que se pelearan. La conclusión es que ahora mamá dice que si yo quiero ir a verlos adelante, pero que ella no va a obligarme porque si voy tiene que ser porque los quiera. Así que... Hace años que no los veo. Los padres de mi padre murieron hace tiempo, y su hermano mayor vive lejos y apenas tenemos relación con él. Mi madre no tiene hermanos. Así que... Mi familia se reduce básicamente a mis padres y Luke. Bueno, no, realmente a mis padres, los padres de Val, Val, Luke y yo. SUs padres son como mis tíos.

–¿Y eso?

–Son los mejores amigos de mis padres, ellos y mis abuelos maternos fueron los únicos que fueron a verme al hospital cuando nací... Suelen decir que llevaron a Valeri y le dijeron "¿ves a esa cosita pequeña? Es tu futura mejor amiga".

–¿Val es mayor que tú?

–Por unos meses. ¿A que no lo parece?

–No. Siempre había pensado que tú eras la mayor.

–Actúo como la mayor. Pero no, todos tienen algunos meses más que yo, excepto Ali.

–Y yo que tengo más años que tú.

–Lo sé, viejita.

–Hey, tampoco te pases.

–Te falta poco para cumplir vinticuatro años... Eres una vieja.

–Te lo recordaré cuando tú tengas veinticuatro.

–Da igual, seguirás siendo más vieja.

Azu se ríe y golpea su brazo. Leia sonríe observándola.

–¿Qué pasa? –pregunta la artista.

Ella niega con la cabeza.

–Nada. –Nada salvo que tiene una risa hermosa– ¿Y tu familia? ¿Cómo es? Lo único que sé es que tus padres están separados y que tienes un primo llamado Javi.

–Puaf... Eso sí que es largo. –Se ríe– Verás, primero está mi mamá, que es una mujer bajita como yo, con el pelo castaño, pero se lo ha tintado con mechas rubias desde que tengo uso de conciencia, y es la mujer más cariñosa, inteligente y admirable que puedas conocer. Mi madre es una maldita heroína, es genial. Los padres de mamá murieron cuando yo era niña por un accidente, así que no recuerdo mucho de ellos, sólo sé que un día mi abuela me tenía en su regazo contándome un cuento mientras yo dibujaba y al siguiente ya no. Al lado de mamá viven los tíos de mi padre, que son los que más me han cuidado desde siempre, porque les echaban una mano a mamá y papá. La verdad es que la familia de mi padre se portó muy bien, porque nunca se desentendieron de mí ni de mi madre. Ellos tienen un hijo con el que me llevo diez años, luego tengo un tío con el que me llevo ocho, otro cuatro y otra uno, o sea que mis tíos son como mis primos... Mmmm... Luego está la hermana mayor de mamá, su marido es el padre de Javi, que lo tuvo con una relación anterior, él tiene meses menos que yo. Y luego tienen otros tres hijos. Y el hermano menor de mi madre, que tenía doce cuando yo nací, así que en mi infancia fue como mi hermano mayor, hasta que él se fue de casa.

–Pedazo de familia.

Azu se ríe.

–Sí.

–Tiene que ser guay.

–Mucho. No sabes lo que es ir de fiesta hasta que te vas de fiesta con tus tíos que podrían ser tus colegas perfectamente. 

–¿En serio?

–Sí, la primera vez que salí mi madre le pidió a mi primo el que tiene cuatro años más que yo, la que me saca un año y Javi que me acompañaran. El mayor me pagó unas cuantas cervezas.

–Menuda panda... ¿Y la familia de tu padre?

 –Papá es el hombre más guay que puedas conocer. Es simpático, carismático, divertido e inteligente.

–Si dicen que se parece a ti... Sí que tiene que molar.

Azu se ríe.

–Gracias.  Luego están mis abuelos. Papá es el menor de cuatro hijos, y cada uno de ellos tiene sus hijos así que... Son también un montón. Papá tiene pareja desde hace unos cuantos años, y ahora está embarazada, así que en unos meses tendré un hermanito o hermanita por fin –dice sonriendo feliz.

–¡Vaya! ¡Enhorabuena!

–Gracias... Si al final salgo contigo, tendrás una minicuñi y sabrás lo que es que tu familia tenga edades por las que tu tío parece tu primo, tu otro tío parece tu hermano y tu hermano parece tu hijo.

Leia sonríe.

 –Me encantaría... Y eso te pasa por ser tan viejita.

Azu le saca la lengua.

–Cállate.

–Cállame. 

–Lo más gracioso es que mi tío con el que me llevo ocho años se lleva ocho con mi mamá.

–Pero... ¿Entonces tu madre tenía dieciséis cuando naciste?

–Sí. De hecho podrían haber denunciado a papá. Él sí tenía dieciocho.

–¿Y por qué no lo hicieron?

–Bueno... Realmente no fue un rollo de verano. Papá veraneaba todos los años en la casa de sus tíos, que está pegando a la de mi madre. Se conocían desde bebés, sólo que se quieren como amigos, nada más. Una vez salieron de fiesta y... La cosa se fue por las ramas. De hecho recuerdo que cuando entendí cómo funcionaba le pregunté a papá si se había roto el condón o si había sido tan idiota de hacerlo a pelo... La conclusión es que mi idiotez va por genética.

Leia no puede evitar reír.

–¿Cómo le preguntas eso a tu padre?

–Yo que sé. Recuerdo que me dijo que fue porque el destino quiso que naciera, pero que yo no fuera tan idiota de hacerlo así con un tío, y le dije que en realidad creía que me gustaban las mujeres, pero que no estaba segura. Él me dijo que no me preocupara, que mientras encontrara a una persona que quisiera a su princesita todo iría bien, que daba igual lo que esa persona tuviera entre las piernas. Luego ya, cuando le dije que lo sabía seguro, fue cuando se puso feliz y me dijo que podría enseñarme a ligar.

–Tu padre debe ser genial.

–Lo es. Te encantará si lo conoces.

 –Oye, ¿y tu madre? ¿No volvió a intentar tener pareja?

–Sí, varias veces. Pero los hombres se suelen ir cuando la hija de su novia va a meterse en la cama con su madre cada vez que tiene una pesadilla.

Leia se aguanta la risa.

 –¿Y cómo fue para ti vivir con dos padres que no se querían?

 –Pues... No fue algo traumático, la verdad. Siempre me ha dolido pensar que yo les condicioné la vida, pero ellos me han dicho un millón de veces que fui un regalo. Y... No sé. Mis padres eran como dos amigos que vivían juntos. Dormían en camas separadas, se llevaban bien pero nunca se besaban, eran... Como amigos. Incluso se turnaban para dormir conmigo.

 –¿Tu padre se mudó a Sevilla?

–Sí. Pidió el traslado de expediente para quedarse con mi madre y conmigo. Creo que al principio se sentía muy culpable, pero cuando me vio crecer bien y feliz y vio que mi madre estaba contenta se le pasó. Mis padres lucharon mucho por mí, la verdad, aunque también tuvieron mucha ayuda. Papá se buscó un trabajo en cuanto pudo para que no nos tuvieran que mantener totalmente mis abuelos.

–¿De qué trabaja tu padre?

–Es abogado. Pero tiene un curso de informática y otro de monitor de ocio y tiempo libre, que se sacó para trabajar mientras estudiaba.

–Bueno... Era un cabeza loca pero supo asentar cabeza.

–Mi padre tiene el gran don de saber adaptarse a cualquier situación. Oye, me muero de calor, ¿te apetece ir con mis amigos a la piscina?

–Ve tú.

–Venga... ¡Será divertido!

Leia la mira incómoda.

–Te caerán bien. Los tengo domesticados, te prometo que no te molestarán. Porfi, Lei...

–Está bien.

 –¡Gracias!

Leia la mira levantarse entusiasmada. Claro que cualquier cosa hace que Azu se vea entusiasmada. 

A ella no le gustan los eventos sociales, ni los grupos sociales, menos de desconocidos. ¿Pero qué no haría por estar unos momentos más con la artista?

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