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La rubia se despierta. Frunce el ceño y mira a su al rededor. Cuando recuerda cómo ha llegado allí se tranquiliza y mira el rostro que tiene delante. Sonríe levemente. Se la ve tan tierna dormida... Como si no albergara demonios en su interior.
Es la primera vez que ve el rostro de la morena tan relajado, tan dulce. Incluso parece más pequeña, inocente.
Intenta levantarse y en seguida se da cuenta de que si lo hace su compañera se caerá. El sofá es pequeño. No sabe cómo han aguantado así, sin caerse, toda la noche.
Esperaba que se iría antes, pero debió quedarse dormida sin darse cuenta.
Tampoco le extrañaría que simplemente no quisiera estar sola.
Palpa con su mano al otro lado de la joven para asegurarse de que si se levanta esta se caerá. Suspira y vuelve a pasar el brazo por su cintura, por miedo a que se caiga. Con su otra mano, pasa un dedo por su rostro, suavemente. Recorre su frente, sus mejillas, el hueco entre los ojos y la nariz.
–Leia... Leia... –susurra– Despierta, Leia...
Escucha a alguien bajar las escaleras. Mira hacia allí encontrándose con la mirada de Luke, que le sonríe de lado.
–Si sigues así nunca lo conseguirás. Es Leia: duerme como una roca. Si quieres despertarla tendrás que empujarla, echarle agua a la cara o gritarle. Y tan sólo quizá funcione. Eso sí: cuidado con los puños.
–Pobrecita...
–¿En serio te da pena la roca?
–Sí... Mírala, está tranquila... Prefiero dejarla dormir. Lo está pasando muy mal. Al menos mientras duerme no está pensando.
–No puedes asegurarlo. Es Leia: apuesto que hasta en sus sueños piensa.
–Cierto...
Luke se sienta en la mesilla en frente de ellas.
–¿Y puedo preguntar cómo es que os dio por dormir las dos aquí? Quiero decir, no sé, pero tiene una cama de matrimonio para ella sola, que es mucho más cómoda.
–Es que no pensábamos dormir juntas.
–¿Entonces?
–Leia me acompañó aquí para que me durmiera. Me pidió que no volviera a mi tierra aún...
–¿A tu tierra? –interrumpe Luke– ¿De dónde eres?
–Adivina.
–Diría Andalucía, por tu acento.
–Y olé. Total, le dije que si me decía que me necesitaba me quedaría. Estuvo a punto de irse, pero se acabó tumbando aquí a mi lado. Supongo... Supongo que es su manera de decir que es cierto.
–Espera... ¿Leia ha admitido que te necesita?
–Sí.
–Wow... Mi Leia ha admitido que necesita a alguien, que no es un Dios todopoderoso... ¿Qué clase de maleficio le has hecho?
Azu se ríe.
–Ninguno. Es que está muy mal, ya te lo he dicho. Pero por favor, no le digas nada de esto.
–¿Que no? ¿Sabes cuánto puedo chincharla con esto? ¡Es mi hermana!
–Por favor... En serio, no creo que le venga bien. Volverá a cerrarse.
–Bueno... ¿Al menos puedo picarla con que os encontré así juntitas?
Azu se aguanta la risa.
–Como quieras. Oye, me estoy meando.
–Si la tiras al suelo se despierta seguro.
–¡Luke!
Azu se da cuenta de que acaba de gritar al lado de Leia y se tapa la boca. La mira y ve como abre la boca soltando un suave ronquido. Empieza a descojonarse fuerte.
–¿Ves? Te dije que no se despertaba.
Azu golpea a Leia sin darse cuenta por un espasmo de la risa y sigue tronchándose. Esta abre los ojos frunciendo el ceño.
–¿Pero a ti qué coño te pasa, puta loca?
–El buen humor de mi hermana por las mañanas es innegable. Me voy a hacer el desayuno –dice Luke antes de irse.
Leia observa a Azu con una ceja alzada, sin entender nada.
–Estás para que te encierren en un puto manicomio...
Azu intenta parar de reír, pero ya corren lágrimas por sus mejillas, que le duelen de tanto reírse. Leia termina sonriendo y le seca las lágrimas con su pulgar.
–Idiota.
Se levanta del sofá y ocupa el sitio de Luke en la mesa.
–Ay... Lo siento. –Se sienta en el sofá– Al menos tienes que agracederme que te has despertado con mi hermosa risa y no con los gritos de tu hermano.
Leia se aguanta la risa.
–Tienes risa de burro.
–¡Oye!
Azu golpea su hombro. Leia la mira divertida. Esa chica está fatal.
–¿Sabes? Estás distinta dormida, se te ve tranquila, pareces un bebé.
Leia la mira entrecerrando los ojos, como diciéndole que retire eso.
–Estás... –Azu se calla a tiempo un "adorable"– sexy.
La galáctica suelta una carcajada.
–¿Te das cuenta de lo asquerosamente pederasta que suena eso? ¡Estás loca, artista! ¡Completamente loca!
–Por eso me aguantas: quieres analizarme para hacer un estudio psicológico sobre mí y hacerte millonaria encontrando una nueva enfermedad mental.
–Puede.
–Pero debo decirte que voy a tener que volverme a Andalucía...
El rostro de Leia se torna serio de nuevo.
–¿Por qué?
–Porque has dicho que mi risa es de burro y eso no puede aguantarlo mi corazón abandona'o.
Azu se levanta con aire teatral. Leia coge su muñeca antes de que se aleje.
–Vale, no, tienes risa de artista.
–¿Risa de artista?
La rubia la mira con cara de "¿quién es la loca ahora?"
–Sí... Todo lo que hacéis los artistas es bonito.
Azu se muerde el labio con una leve sonrisa. Revuelve su pelo como haría con un crío.
–Idiota. Me voy al baño, que no me has dejado mear, dormilona.
–Azu, todavía no eres famosa, a nadie le interesa todo lo que haces a cada segundo.
–Sí: a mí me interesa.
–Tú no cuentas.
–¿Ahora no soy nadie?
–No.
–¿Entonces por qué te importa que no me vaya a Andalucía?
–Vete a la puta mierda, Azu.
La rubia toca su hombro. Antes de que le de tiempo a decir "ya estoy en ella", Leia se levanta y empieza a perseguirla corriendo por toda la casa, hasta que la pilla en la cocina y la levanta por la cintura.
–Luke, esta perra me ha llamado mierda, dile algo.
–Azu, enhorabuena: has dormido al lado de una mierda toda la noche.
La rubia se ríe.
–Pues visto así... No hueles tanta peste.
Leia golpea su hombro.
–Pues te robo el baño –replica antes de irse a él.
–Al final me explotará la vejiga.
–Sí... Leia tiene ese efecto.
Azu se ríe y ayuda a Luke a preparar el desayuno.
Te despiertas y revisas tu teléfono móvil. Aún no has tenido ni una sola noticia de Melca. Tampoco crees que a ella le importe.
"Valeria: ¿Cómo está Leia?
Azu: Parece que se ha despertado de mejor humor. ¿Y tú?
Valeria: Con ganas de llorar... Como siempre.
Azu: Tranquila, se te acabará pasando.
Valeria: ¿Ya has pasado por el desamor?
Azu: Sí. Varias veces. Al final acabas tomando la mejor decisión de tu vida: no más parejas.
Oye, Valeri.
Valeria: Dime.
Azu: ¿De verdad estoy haciendo de niñera de una mujer de veintiun años?"
Te ríes.
"Valeria: Eso parece.
Le haces bien a Leia.
No sé por qué, pero se la ve tranquila a tu lado.
Azu: Suelo producir ese efecto en la gente"
"Sky: Oye, Val, Sam dice que saldrá con Marco hoy también y... Me preguntaba si te apetecería quedar. Ya sabes, me aburro un poco de estar tanto tiempo sola... Si me dices que no lo entenderé."
"Valeria: Azu.
Azu: ¿Qué?
Valeria: ¿Te importaría hacer también de consejera emocional de una mujer de veintiún años por unos segundos?
Azu: Qué haríais vosotras sin mí... Anda, dispara.
Valeria: Ali (mi ex) me ha pedido quedar. Y odio verla porque me hace sentir culpable por haberla hecho pasar mal. ¿Qué hago?
Azu: Ya te lo dije una vez: deberías pedirle perdón para deshacerte de tus demonios y quedarte más tranquila. Será mejor para ella, porque vea que te importa, y para ti, porque te quitarás ese peso de encima.
Valeria: Vale...
Azu: Suerte."
"Valeria: ¿Dónde nos vemos?
Sky: ¿Te apatece dar un paseo por el parque? Estoy cansada de estar encerrada.
Valeria: Vale."
Respiras hondo y te levantas de la cama. Te vistes y bajas a desayunar, para después dirigirte al que ya tenéis nombrado como "el parque de Sam". Cuando llegas allí le mandas un mensaje para que baje, ya que su casa está al lado.
La ves llegar con una faldita azul y una blusa blanca. Está tan mona como siempre, con su pelo recogido en una trenza larga y el flequillo tapando levemente sus ojos.
–Hola –te saluda ella con una sonrisa nerviosa.
–Hola –contestas. Apartas el flequillo de sus ojos– Te quedarás ciega.
–Na... No lo creo.
–Ya te digo yo que sí. –Recuerdas algo– Por cierto, Azu me dijo que le gustaría hacer una foto a tus ojos para poder pintarlos.
La chica parpadea sorprendida.
–¿En serio?
–Sí. Le parecieron hermosos, ya sabes: es artista, aprecia la belleza.
–Vaya...
–Así que si la vuelves a ver, que no te extrañe que te acose con su cámara.
Alicia se sonroja.
–Eso... Es raro.
–Un poco. –Te ríes– Esa chica está un poco loca.
–A ella... ¿Le gustan las mujeres?
–Sí, pero de lejos.
–¿De lejos?
–No tendría pareja ni aunque le pagaran por ello. Es un alma libre.
Ali se ríe.
–Entiendo.
Comenzáis a andar por el parque, acercándoos al lago.
–¿Y cómo llevas el verano? –pregunta ella.
–Como una mierda. Iba bien... Hasta que los padres de Melca se metieron de por medio.
–Lo entiendo... Debe ser muy duro para las dos.
–No creo que lo sea tanto para ella... Ni siquiera luchó.
–¿Le has hablado?
–No. Creo que cambió de número.
–Vaya mierda.
–Casi lo prefiero así, ¿sabes? Me importa una mierda cómo le vaya después de que no tuviera ni los cojones para dejarme ella misma ni los cojones para enfrentarse a sus padres.
Ali hace una mueca. Suspiras.
–Por cierto, Ali...
–Dime.
–Hay algo que quiero decirte desde hace mucho tiempo.
Ella te mira para que prosigas hablando.
–Lo siento. De verdad que lo siento mucho, por todo. Lo hice putamente mal. Sé que te hice daño, y lo siento. No debí portarme así, y mucho menos dejar que te alejases de todos por mí. Me dolía verte porque me hacía sentir culpable... Y lo siento. Fui muy egoísta.
–Tranquila. Lo entiendo, está bien.
Suspiras y asientes mirando al suelo, avergonzada. Te ha costado mucho soltarlo.
–¿Entonces... Amigas, no? –pregunta ella tendiéndote la mano.
Tú la abrazas.
–Por supuesto, pequeña. Te he echado de menos.
Ali sonríe y se abraza a tu cintura.
–Y yo a ti, Val...
Dejas salir las lágrimas. Últimamente estás muy sensible, y tu historia con Ali ha estado hiriendo tu corazón durante mucho tiempo. Necesitabas perdonarte a ti misma.
Ella se da cuenta y se separa un poco de ti para limpiarte las lágrimas.
–Hey... Está bien, ¿vale?
–No sé cómo no me odias.
–Eres una buena persona, no podría odiarte.
–No... No lo soy. Dejé que te quedaras sola sólo para no sentirme culpable. Eso es de ser muy egoísta.
–Valeri... Te dolía, es normal alejarse de aquello que te hace daño. Está bien. Sólo... No lo vuelvas a hacer de nuevo, me gusta vivir con Sammy.
Ali tiene el ceño fruncido y sonríe de medio lado, ese gesto que siempre pone cuando pide algo.
Tú besas su frente y vuelves a abrazarla.
Joder que la has echado de menos.
Y es que, cuando una persona es muy importante para ti en un momento de tu vida, no deja de serlo, por mucho que pase el tiempo. Sientes que de verdad te has quitado un peso de encima, una tirita en tu corazón: ahora que lo has arreglado con Ali, por fin puedes perdonarte y dejar ese pasado atrás.
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