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"Puta: ¿Podemos quedar hoy? Sólo tú y yo.
Leia: Me parece muy interesante que quieras tener una cita conmigo, pero me temo que no puedo.
Puta: ¿Por qué?
Leia: Azu me dijo anoche que quiere verme para preguntarme algo.
Teme por mí.
Puta: No habrás dormido nada esta noche.
Leia: En realidad sí, me quedé dormida hablando con ella.
Puta: Ay, qué mona.
¿Pasasteis la noche hablando y no te dijo nada?
Entonces es que es serio, si quiere decírtelo en persona.
Leia: Pero no me des más miedo, puta.
Hey, creo que viene.
Luego te hablo."
La pelinegra duerme con la ventana abierta, por lo que ha escuchado a Azu llamar y a su hermano saludándola. Deja el móvil en su mesita y se hace la dormida tumbándose boca abajo, mirando hacia el lado contrario de la puerta.
Azu sube al dormitorio y sonríe mirándola. Está tapada con una sábana celeste, por la que sólo sobresalen sus hombros desnudos, su cuello y su cabeza.
–Hey, Lei...
La joven no reacciona.
Se quita los zapatos y sube a la cama, arrodillándose a su lado. Pasa sus dedos por el cuello de la chica. Leia sigue sin reaccionar. De todas formas, Azu se ha dado cuenta de que está despierta, porque no está fingiendo la respiración; pero hace como si no se diera cuenta y sigue pasando los dedos por su cuello.
–Lei...
Besa su mejilla y baja dando besos por su cuello, acariciando sus hombros.
Se tumba sobre ella y pasa la lengua por detrás de su oreja, haciendo que la pelinegra pegue un bote y abra los ojos.
–Serás puta...
Azu se ríe.
–Culpa tuya por hacerte la dormida.
La pelinegra hace un mohín. Azu la besa en los labios.
–Venga, arriba, dormilona.
–Vas a tener que levantarme.
La artista se ríe. Se quita de encima de ella y le retira la sábana, encontrándose con su trasero.
–¿Se puede saber por qué duermes desnuda?
Leia gira la cabeza para mirarla.
–Porque cuando desenvuelves un regalo es bueno que te encuentres con algo bonito dentro. –Azu se ríe y la empuja– Es que hace calor.
–No, si no me quejo... –responde observando sus lunares.
–Bueno, es cosa tuya retenerme desnuda.
Leia se incorpora. La mira directamente a los ojos y se muerde el labio. Azu sonríe con vergüenza. Leia la coge de la cintura y la tumba en la cama, se acerca a ella para besarla pasando la mano por su costado. Junta la frente con la de Azu mirándola a los ojos y suspira.
–Creo que todavía estoy enferma, doctora.
La rubia coge su rostro entre sus manos y la acerca a ella. Muerde su labio.
Leia se acomoda sobre ella y besa su cuello, bajo la mandíbula. Azu enreda los dedos en su cabello. La pelinegra baja rozándola con los labios y vuelve a besarla.
–Leia...
–¿Mmm?
–Para...
La joven hace una mueca. Suspira y se tumba apoyando su rostro en el pecho de la chica. Ella pasa la mano por su cabello y lleva la otra a su espalda.
–Lo siento...
–No te preocupes, princesa.
–Al final te mataré a disgustos.
–Na... Sólo llevo un tiempo sin follar, no voy a morirme.
–Cierto, aún no hemos hablado de eso... Leia, no me importa que te acuestes con chicos.
Ella la mira.
–¿Segura?
–Sí.
–Azu, ¿alguna vez has tenido una relación abierta?
–No.
–Mmm... –Leia se tumba a su lado para mirarla, pasa los dedos detrás de su oreja– Entonces deberías saber que, cuando me líe con alguien, te lo contaré, porque si no sentiré que te estoy engañando.
–Mmm... ¿Sabes que me imagino todo lo que me dicen?
–Sí. Por eso mismo te lo digo. Sé que a algunas personas les puede resultar... Molesto.
–¿Hay algo más que deba saber?
–Sí. Yo prefiero que no se mantengan relaciones con otros delante de la propia pareja. No porque me de celos, que no me dan, sino porque doy por supuesto que si tienes pareja vas a preferir liarte con ella que con alguien más. A no ser que se trate de un trío, claro, pero tú y yo no estaríamos cómodas en el mismo tipo de trío.
–Me parece bien. ¿Alguna vez hiciste un trío con Nico?
–¿Con Nico? ¡Qué va! Si es un santurrón.
–Seguro que no tanto como yo.
–Lo era, en su momento. –Se encoge de hombros– Él quería tener su primera vez en un momento especial.
–¿Cómo fue tu primera vez?
–Una reverenda mierda. Al menos comparada con la suya, claro, pero es que yo no tuve la magnífica oportunidad de tener mi primera vez conmigo.
Azu se ríe.
–Eres una maldita creída.
–Oh, venga, mírame.
Leia se tumba sobre su costado para que pueda observar su cuerpo. La rubia no puede evitar la tentación de volver a recorrerla con la mirada. Se muerde el labio. La menor sonríe de medio lado y se tumba boca abajo, usando sus brazos como almohada.
–También es verdad que cuando tuve mi primera vez era más bajita que tú y tenía menos músculo.
–Se te vería adorable.
–Sí. Era horrible.
Azu se ríe y pasa la mano por su cuello. Leia cierra los ojos.
–Además, tenía un pinsir atravesando la ceja, estaba más pálida y llevaba el pelo más largo y siempre enmarañado. Y mi ropa estaba casi raída. Parecía un niño por mi poco pecho. Toda una joya.
–Seguro que eras monísima. ¿Cuántos años tenías?
–Catorce.
–Joder, yo con catorce aún me pasaba el día pintando y dormía con mis peluches.
–Y todavía lo haces, muñeca.
–Cierto.
Se ríen.
–Pero antes no haría esto.
Se acerca más a Leia y da besos por su espalda. Lleva una mano a su trasero mientras pasa la otra por su cuello.
–Mmm... Lo siento, pero no te tomaré en serio con eso de que "no eres una niña inocente" hasta que no te atrevas a hacer lo mismo por la delantera.
Azu se ríe y la empuja. Leia se da la vuelta y vuelve a colocar los brazos como almohada. La artista se entretiene en mirarla. Se sienta a horcajadas sobre sus caderas.
Besa su cuello y baja hasta su pecho. Le da varios besos por él antes de succionar su pezón. Leia se sujeta las muñecas para no arañar su espalda hasta dejar marcas. Ahoga un gemido.
¿Por qué mierda tendrá que retar a la artista?
Esta sonríe de medio lado y baja dando besos por sus abdominales, al mismo tiempo que los recorre con la mano. Besa su muslo. Leia respira hondo al sentir que se acerca tan peligrosamente a su pelvis.
–Azu... No empieces nada que no vayas a terminar.
–Tranquila.
Pero lo siguiente que siente Leia es su lengua ahí abajo. Siente como sus pulmones se llenan mientras agarra las sábanas. Eso no es lo esperaba.
Lo siguiente que sabe es que tiene la mano sobre la cabeza de Azu, pidiéndole más profundidad.
Leia mira a la mujer a su lado, aún recuperando la respiración.
Azu sonríe como un niño inocente que no ha roto en su vida un plato.
Ni inocencia ni mierdas.
–Dios... ¿Tú te has propuesto de verdad matarme, no? –inquiere Leia con la voz ronca.
–Sí. Pero no te puedes quejar de mis tácticas.
La artista la besa. Leia puede notar su propio sabor en su boca.
–Me voy al baño.
La pelinegra la observa marcharse y deja caer la cabeza en su almohada. Joder. No imaginaba que Azu fuera a llevarlo todo a ese punto.
Cierra los ojos recordando su contacto y siente un escalofrío.
Eso sí, está ardiendo. Y la maldita ni siquiera le ha dejado desnudarla.
Azuleima vuelve y Leia la observa sin moverse de su posición. No imaginaba que las cosas con ella fueran a ir tan rápido, a pesar de que con la mayoría de sus novios se acostaba el primer día. Claro que ellos sólo buscaban eso de ella.
–Eres buena para no tener experiencia...
–Que no haya tenido a nadie entre mis piernas no significa que yo no haya estado en las de nadie.
–Tu ex...
–Ajá. Al menos respetó que yo no quisiera hacerlo todavía.
Leia sigue observándola. Ella está buscando algo en su armario. Coge una camiseta y un pantalón y se los lanza.
–Y ahora, vístete.
–¿Por qué?
–Porque no puedo hablarte seriamente mirándote a las tetas.
Leia se ríe.
–Pues no me mires a las tetas.
–No puedo si no te vistes.
–Me muero de hambre... Y sueño. No tengo energías para vestirme.
–Yo te subo el desayuno y tú te vistes. Es una orden.
Para cuando Azu vuelve con dos magdalenas, Leia ya está vestida y con el móvil, diciéndote que se caga en la puta madre de la rubia porque después de hacerle sexo oral va y le dice que se vista porque tiene que hablar seriamente con ella. Seriamente. Que fea es esa palabra. Y qué susto da.
La artista se sienta a su lado. Le tiende las magdalenas. Leia deja el móvil y las coge con desconfianza.
–¿Y... qué era eso tan serio que teníamos que hablar...? ¿Y eso que me tenías que preguntar?
Ella se ríe.
–Tranquila, te dije que no era nada malo.
–Sí.
–El día 9 es mi cumpleaños.
–Sí.
–Y me gustaría ir a celebrarlo con mi familia.
–Claro.
–El caso es que me gustaría que vinieras conmigo.
Leia se queda de piedra.
–¿Tú estás loca? ¡No voy a presentarme ante toda tu familia! Si no llevamos saliendo nada...
–Pero es mi cumpleaños... Y también lo quiero pasar contigo...
–A ver... Azulei... Princesa... No.
–¿Por qué no? Si quieres no te lo tomes como una novia que va a conocer a la familia, sino como una amiga que me acompaña.
–Tienes como quinientos amigos y seiscientos familiares. Y te diré una cosa: odio a lo gente. ¡Ah, y lo más importante! La gente me odia a mí. No.
–¡No van a odiarte! Les caerás bien.
–No.
–Venga ya... Si la familia de Nico te adora.
Leia tarda un poco más en contestar.
–No.
–No es justo... Ahora mismo acabo de estar hablando con tu madre antes de subir a verte y encontrarte haciéndote la dormida. Tu hermano me ha abierto la puerta.
–No es lo mismo, Azu.
–¿Por qué?
–Tú te llevas bien con todo el mundo. Yo tengo pánico a la gente. Y es recíproco.
Azu suspira y niega con la cabeza.
–Está bien. Me quedaré aquí.
–No. Ve tú, Az. A mí ya me verás a la vuelta.
–¿No lo entiendes, verdad? –La mira a los ojos– Si voy posiblemente me encuentre a mi ex. Y sí, mis amigos saben cuidarme y echarla. Pero no saben quitarme el miedo. Y no creo que vuelva aquí contigo si la vuelvo a ver. Ojalá la metieran en la cárcel para no tener que acojonarme cada vez que voy allí... No quiero recaer en todo ese miedo. Así que me quedo aquí. Al menos cuando la veo en mis pesadillas tú vienes a verme al día siguiente y se me pasa el miedo hacia ti cuando me haces reír.
Leia suspira, mirándola apenada. Acaricia su cabello.
–Pero tranquila, lo entiendo. Yo tengo miedo de encontrarme con una persona a la que a lo mejor no vea. Tú tienes miedo de encontrarte a cualquiera a quien yo quiera presentarte. Así que lo entiendo.
–Iré contigo.
–No, no hace falta. No quiero que vayas obligada.
Leia la besa en la mejilla y le habla al oído.
–Todos tenemos que vencer nuestros miedos.
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