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Han pasado dos semanas desde que Nico y Melca os dejaron. Tú estás en casa de Sam y Ali. Leia posiblemente esté en el gimnasio, con Azu o con su grupo. No lo sabes.
Estás tumbada en el sofá, con la cabeza sobre los muslos de Sam y Ali sentada en el sillón de al lado. La lista de reproducción de Ali en Youtube suena por los altavoces bastante fuerte, pero no lo suficiente para que no os podáis escuchar.
–¿Y cómo te va con tu Marquito, Sammy?
–Muy bien –sonríe con dulzura–, es... –Suspira– no sé, es adorable. Creo que nunca había conocido a un chico tan tierno y atento como él.
–¿Y a Víctor... lo has olvidado?
–Sí... Supongo que será cierto eso que dicen de que un clavo saca a otro clavo. Ahora me resulta más fácil verlo siempre como un hermano.
–¿Él llegó a saber que te gustaba? –pregunta Ali.
–No, nunca.
–¿Y cómo le va a él?
–Muy bien, ahora se ha ido de viaje con su novia a Irlanda.
–Qué suerte tienen algunos... ¿Y a Marco, cómo le va con todo? Hace ya mucho que no hablo tranquilamente con él. ¿Está mejor?
–Sí... A veces todavía le da miedo andar sólo por la calle, pero va bien. Además se ha llevado muy bien con Víctor, y él muchas veces se ofrece a acompañarle cuando yo no puedo.
–¿Y con tus otros amigos se lleva bien?
–Sí. Se meten un poquito con él, pero vamos, lo normal. Es que mi niño es muy tímido. Eso sí, Víctor siempre lo defiende metiéndose con los demás. Le ha cogido cariño.
–¿Y tú no lo defiendes? –pregunta Ali.
–¿Yo? ¿Pudiendo chincharle? Claro que no.
Os reís.
–Con Pablito también ha hecho muy buenas migas.
–¿Se lo has presentado a tu familia?
–Sólo a mis titos y a Pablo. A veces me quedo con el peque para jugar con él y Marco se apunta.
–Qué ternurita.
–Sí –contesta Sammy sonriendo–, son los dos hombrecitos de mi vida. Tendrías que ver al leoncito jugando con Marco... Es para comérselo de lo adorable que está. Dice que le encanta tener ahora dos primos, ¡más mono!
Sonríes imaginándolo.
–Es que tu primo ha sacado tu adorabilidad natural.
–Es cosa de pelirrojos –contesta haciendo pose de diva.
Os reís,
Comienza a sonar Cold water de Justin Bieber por los altavoces. Dejas de reír, quedándote completamente parada.
And although time may take us into different places I will still be patient with you and I hope you know I won't let go.
No puedes evitarlo. Comienzas a llorar. Recuerdas nitidamente el día en que se la cantaste a Melca, el día en que le dijiste que incluso si el tiempo os llevaba a lugares diferentes todavía serías paciente con ella, que esperabas que supiera que no la dejarías marchar...
–¿Qué ocurre? – pregunta Sam secándote las lágrimas con cariño.
Ali te mira preocupada.
–Quita... Quita eso, por favor–pides señalando el altavoz.
Alicia pausa la música.
–¿Qué pasa, Val?
–Es... Una de las canciones que dediqué a Melca, se la canté después de saber que yo también le gustaba a ella...
Sam se muerde el labio al tiempo que Ali agacha la mirada, lo entienden. Eso duele. Sammy te acaricia el cabello.
–¿Cómo lo estás llevando, Val? –pregunta Ali con voz suave.
–Yo... No lo sé... –Lloriqueas– Es que... La extraño, y... Sé que nuestra relación en realidad no nos haría bien, en este punto y con estas circunstancias; pero... Joder, la extraño como la mierda, tanto que a veces pienso que no lo puedo aguantar. Y al mismo tiempo la odio, y la odio por haberme dado ilusiones cuando al final todo iba a acabar tan mal, y por no haber luchado... Pero... Me tiraba el día entero hablando con ella y... Ahora ya no queda nada. Y duele, joder si duele, duele como la mierda. Puedo tener un rato super feliz y luego paso a estar triste y a querer llorar sin ningún motivo, sin ningún por qué; aunque en el fondo sé que es porque la extraño... Porque la extraño y ya no sé por qué vale la pena caminar.
Suspiras y sacas el móvil, que acaba de vibrar. Posiblemente sean Leia o tu madre.
Pero no. Te extrañas al ver un número desconocido.
"Desconocido: ¿Valeri?
Por favor, dime que eres tú.
Soy Melca."
Miras a Sam y a Ali. Tu cara se ha puesto pálida, casi parece que hayas visto un muerto.
–¿Qué... Qué pasa? –pregunta Ali– ¿Ha ocurrido algo?
–Melca... Acaba de hablarme.
–¿Que qué?
Se sienta a tu lado asomándose al móvil, al igual que Sam.
–¿Y... qué vas a hacer? –pregunta Sammy.
–No estoy preparada para hablar con ella. No... Ahora no.
Apagas la pantalla y dejas el móvil en la mesita.
–Mmm... ¿Sabes qué? Yo cuando me siento mal, canto. Me ayuda a dejar todo de lado. Te enseñaré algo. Quizá te anime.
La puerta suena y Ali se va a ver quién es, al tiempo que Sam conecta su móvil a los altavoces y pone Volver a empezar de Pablo Alborán.
Ves entrar a Azu con los brazos extendidos, cantando la canción con una sonrisa y medio bailando.
–Tengo que aprender a conformarme con lo que la vida me da: dos manos y una voz pa' cantarte, y un corazón para poder amar. Tengo que dejar de ser cobarde y afrontar lo que miedo me da...
Leia entra detrás de ella, con su habitual rostro serio y sus brazos cruzados. Te busca con la mirada.
–¿Pero qué hacéis vosotras aquí?
–Tengo un detector para saber cuándo me necesitas –contesta Leia. Alzas una ceja– Nah, que estábamos con el grupo cuando pasó Paloma por al lado y comentó a sus perras que no sabía si lo había hecho bien al pasarle a Melca tu número y... Bueno, vinimos.
–Oh. Bueno, no le he contestado.
Leia sólo asiente.
Miras a Sam y Azu cantar y actuar con esas caritas suyas tan adorables. Azu, como siempre, canta sonriendo, demostrando cada sentimiento de la canción con su voz y con sus gestos. Leia las mira con los brazos cruzados, alejada, y Ali sentada en el sofá sonriente. Esas dos destilan felicidad.
–Me levanto lleno de alegría, y miles de promesas sin cumplir, ya ves, pero mira sigo estando aquí. Ya era hora de cambiar de aires, volverme loco por primera vez, ya sé que algunas cosas hice mal, pero deja que aprenda de mi ayer. Oooh... Oooh... Volver a empezar, de cero, contigo o sin ti. Volver a empezar, oooh oooh, de cero, de nuevo estoy aquí.
Miras a Sam, y aunque siempre te ha parecido una de las personas más atractivas del mundo, con su dulzura natural y esos abrazos que te podrían mantener cerca de su cuerpo todo el tiempo del mundo sin que te importara, con esas miradas de cariño y esas palabras dulces; Azu te parece todavía más atrayente, con esa sonrisa hermosa y brillante tan contagiosa, con esos ojos llenos de misterio que lo observan todo analíticos, con esos movimientos tan sensuales y despreocupados al mismo tiempo, con esa seguridad y esa fuerza que hacen que parezca que es capaz de resolver cualquier cosa. Ambas son personas admirables. Y luego está Leia, con ese halo de misterio y superioridad que usa siempre para protegerse, con esas poses de cerrarse al mundo, con su rostro serio y apagado, sus músculos tensos, pero esa mirada de águila que siempre te ha estado protegiendo. Y, por supuesto, Ali, que lo observa todo con la admiración y la ilusión de un niño, con su inseguridad y su timidez, con sus intentos de ocultarse de todo, y esa sonrisita tan sincera y tímida.
–Volver a empezar, oooh oooh, de cero, de nuevo estoy aquí.
Leia se acerca a ti.
–Oye, hagamos un trato. Ambas tenemos que empezar de cero. Yo lo hago si tú también lo haces.
Sonríes levemente. No es mal pacto, ella se esforzará si tú también te esfuerzas. Y aunque sabes que a ti te va a costar horrores, sabes que a ella también.
–Vale.
–Sellemos el pacto como cuando éramos pequeñas.
Leia se escupe en la mano y te la tiende. Sonríes y la imitas estrechando su mano.
–Por Nunca Jamás.
–Por Nunca Jamás.
Sí, Valeri. Posiblemente tendrás que empezar de cero muchas veces en tu vida, hasta que te conozcas del todo, hasta que encuentres tu camino. Pero vale la pena. No puedes ir cargando siempre con todas las corazas y todo el peso del pasado.
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