A".

Hola, Val.

Supongo que después de haber leído todo este libro ya sabrás quién soy. Si no, me decepcionarías un poco. ¿Quién más empezaría un libro hablando de tu entrepierna mojada? ¿Quién más te conoce tanto?

Claro que sabes quién soy, puta mía.

Hablé de mí misma en tercera persona para que lo vieras desde un punto de vista más objetivo, y para que no pensaras desde el principio "otra de las tonterías de Leia". Lo narré en presente para que revivieras de nuevo cada momento como si estuviera ocurriendo ahora mismo.

Y ahora, lo que realmente te importa: ¿Por qué lo escribí?

Bueno, sabes que siempre me ha gustado andar con rodeos.

¿Sabes, Valeria? Hay muchos tipos de corazas. Está la coraza de quien se protege con la rudeza, de quien se oculta tras el miedo y la obediencia o incluso de quien se esconde tras una felicidad exagerada. O de indiferencia. Mucha gente tiene una coraza, y esa coraza hace que dejemos de ser quienes realmente somos.

Te lo digo yo que he vivido años con ella. ¿Qué digo años? Casi toda mi vida. Y tú, Valeri, tú, que siempre has sido tan abierta y positiva, que siempre has vivido tanto y tan alegre... Ahora te la has puesto.

Y te entiendo, Valeri, no creas que no. Entiendo que tengas miedo a que vuelvan a hacerte daño, que desconfíes; pero... Creéme: quitársela vale la pena. Incluso si te hacen daño.

Yo no soy la misma persona que era antes de conocer a Azu. Ni ella tampoco lo es. Ni tú eres la misma persona que eras antes de que se fuera Melca. Pero por razones distintas: mientras nosotras nos hemos quitado la coraza, tú te la has puesto. No le eches la culpa de esto a Meca: ella también tenía una coraza, y tú no la supiste o no la quisiste ver, no supiste ayudarla a cargar con ella, ni a quitársela.

Y sí, sé que será duro. Pero confío en ti. Confío en que dejarás la coraza atrás.

Además... Tú sabes que, si te hieren, yo siempre estaré aquí para curarte.

Otros te dirían que encontrarás a la persona que recomponga tu corazón y te quite la coraza. Yo no creo que sea así. Tienes que hacerlo tú misma. Tienes que quererte a ti misma para poder querer a alguien más. Y tienes que quitarte la coraza para que se enamoren de verdad de ti.

¿Sabes lo preciosa que era tu sonrisa cuando era sincera? Habrías enamorado a cualquiera...

Aprende a quitar la coraza, aprende a amarla, y aprende a amar lo que hay debajo de ella. Y entonces, y sólo entonces, conocerás el amor y verás por qué este vale tanto la pena.

Valeri, ya te lo dije una vez, pero te lo diré otra más: te echo mucho de menos. Muchísimo.

Te preguntarás qué tiene que ver todo esto con que te haya contado tu historia.

Bien, lo primero que quiero que sepas es que te entiendo. Y que no te juzgo. Joder, Valeria, claro que te entiendo. Soy la misma chica que se escondía en el tejado de la escuela con tal de que no le hicieran daño. La misma que se pasaba el día de brazos cruzados y miraba a todo el mundo con odio con tal de que no se acercaran a ella. La misma que odiaba los abrazos. Te entiendo. Las personas dan miedo. El amor da miedo. Y mucho. Ya ni siquiera sabes si vale la pena seguir adelante, si la vida sirve para algo... Si deberías arriesgarte para empezar algo que seguramente vaya a acabar. ¿Quieres saber mi consejo? Vive. Ahora. Puede que en el futuro lo pierdas todo y te duela, sí. Pero entonces sólo sufrirás en esa parte de tu vida, hasta que encuentres algo nuevo que te llene. Así sufres luego y sufres ahora. Te estás alejando de todos. Sabes que tus padres no te harían daño. Sabes que yo no te haría daño. Y sí, sé que estás tan sumida en la mierda que ahora mismo todo te da igual, que no sientes nada, que no tienes ganas de nada. Pero Valeria... Eso sólo lo puedes cambiar tú. No sabes cuánto extraño que vengas a refugiarte en mis brazos porque una araña te ha asustado. Que vengas a refugiarte en mi cuarto porque necesitas olvidarte de todo un rato. Que me sonrías y hagas tonterías intentando hacerme reír aunque supieras que no ibas a conseguirlo. Que vengas a la nave para pedirme dormir conmigo y acabemos hablando hasta las tantas de la madrugada. Echo de menos el brillo de tus ojos y el encanto de tu sonrisa. Te echo de menos, porque tu cuerpo está aquí; pero tu alma está escondida ahí dentro. Echo de menos esas muestras tuyas de cariño que tanto aborrecía.

Lo segundo que quiero que sepas, es que puedes salir de esto. Si yo salí, si yo que estaba en lo más profundo del abismo y llevaba no una sino mil corazas pude salir, tú también podrás. Pero para eso tienes que quererlo. Yo tampoco quería salir de la coraza. Me atemorizaba. Pero mírame ahora y lee las primeras páginas recordando cómo era antes, Valeri. Es cierto que ahora lloro más que antes, que siento dolor y que lo demuestro. Sí. Pero también es cierto que río más, que sonrío más, que amo más. Incluso algo que jamás pensé que podría decir: que me amo a mí, que me he dado cuenta de que no soy una mierda a la cola del mundo, que amo mi vida. Que quiero vivir. Vale la pena, Val. Vale la pena.

En la primera parte de este libro, aquella que titulé con una frase de Melca, quise recordarte quién eras, quién hay escondido ahí dentro.

En la segunda, aquella que he titulado con mi propio consejo y en la que me he centrado más en mí, quiero mostrarte mi propio proceso de cambio, quiero que veas que se puede salir de todo. Y al mismo tiempo, quiero sincerarme contigo, que me conozcas como nunca lo has hecho, para que veas hasta qué punto puede llegar la oscuridad y cómo aún así se puede salir de ahí. Sé que te habrá dolido leer sobre mis demonios, sí, lo sé. A mí también me duele ver los tuyos en tus ojos. Y por eso mismo quiero que los entierres, como yo misma hice. Que dejes que tus heridas cicatricen.

Sé que te dije que no siempre podría recogerte en mi nave. Pero por favor, POR FAVOR, déjame hacerlo una vez más. Si quieres llorar, llora conmigo. Si tienes que pasar una fase en la mierda, no lo hagas sola. La soledad es muy destructora, Valeria. No te dejes hundir en ella. Confía en mí.

Creéme, no me harías más feliz que viniendo a pedirme dormir a mi lado, o pasar un día las dos juntas haciendo el tonto, o un abrazo. Sé que ahora sentirás que eres una molestia debido a tu tristeza entre tantas personas felices. Pero no es así. Ven conmigo. Si no eres capaz de acordarte de cómo era sonreír, yo te lo recordaré. Aunque muera en el intento. Eres mi mejor amiga, Valeria... Mi hermana. Nacimos juntas, y, si tú me lo permites, moriremos juntas. Quiero caminar todas las etapas de la vida contigo, las cimas y las bahías. Déjame acompañarte. Si ahora toca pasar por una tormenta, la pasaremos juntas. Yo seré tu paraguas, pero no la cruces sola.

Te prometo que valdrá la pena ver el arcoiris detrás de la tormenta. Pero para eso tienes que despojarte de la coraza, Valeri. Aunque duela.

Te quiero.

Sí, sé que no estás muy acostumbrada a oírme decírtelo; pero te quiero. Eso es cierto. Y te echo de menos. Me duele ver tus ojos apagados, me duele que ya no saltes ni sonrías ni digas tonterías... Porque esa no eres tú, y porque noto que no eres feliz. Quiero que seas feliz. Te lo mereces, Valeri. Atrévete a romper la coraza. Confía en mí. Valdrá la pena.

Pase lo que pase, hagas lo que hagas, sabes que siempre puedes regresar a la nave. Te estaré esperando, y mis estrellas velarán por ti. Siempre, mientras tú quieras que siga estando ahí.

Leia,

la princesa de las galaxias,

la hija del demonio,

tu hermana.





PD: si te preguntas por qué te cuento mi primera vez con Azu, es para que aprendas cómo hay que tratar a una diosa, para cuando tú tengas la tuya. De nada.

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