7. Miedos
Los días habían pasado y todo el grupo de mexicanos volvieron a su país para pasar las fiestas de sembrinas con sus familias, claro que eso no le impidió a Miguel mandarme mil y un fotos de su México querido, como él solía decir.
Día y noche Miguel hablaba conmigo por mensajes y llamadas teniendo para mediados de enero una buena amistad.
Por otro lado, yo había aceptado el lugar como maestro en la I.T.S.F, cosa que no le agrado para nada a Krei, y en lugar de dejarme renunciar como era mi plan, me dejo trabajar desde casa para no intervenir tanto en mi otro trabajo.
-Y entonces unas chicas nos persiguieron a Marco y a mi, y tuvimos que escondernos en...- Miguel explicaba con cientos de ademanes una de sus aventuras del día en México desde el otro lado de la pantalla.
Yo arreglaba el amplificador de energía para Krei, atornillaba uno de los lados que había salido dañado la última vez que lo probé.
-Espera Miguel, espera espera espera. ¿Qué tiene que ver un vagabundo con una rata con las chicas que te persiguieron?- lo mire confundido.
Miguel comenzó a reír y negó.
-¡No me estas prestando atención chino!- el chico enarco una de sus cejas mientras negaba.
-Si lo estoy haciendo, solo me perdí un poco- explique sin dejar de atornillar el amplificador.
-Mejor cuéntame, ¿qué haces ahora?- Miguel se acercó más a la pantalla como si eso le ayudara a ver mejor de mi lado.
-Es un amplificador de energía, inhibe las moleculas y los átomos para hacerlos funcionar a su máxima capacidad, hice uno cuando estaba más joven pero ahora se que el diseño era anticuado y...- mire a Miguel que me veía sin comprender nada de lo que le comentaba y comencé a reír -Esto hará que todo lo que tu quieras colocarle se vuelva más poderoso- explique mejor.
Miguel comenzó a entender entonces y asintió.
-¿Cómo un super cargador?- cuestionó.
Comencé a reír por su suposición, pero después asentí.
-Como un super cargador- asegure.
Miguel sonrío, después de unos segundos su celular comenzó a sonar, el moreno se disculpo y atendió la llamada.
Justo en lo que él atendía la llamada yo tenía un mensaje de Kyle poniéndome que lo acompañará por cosas para el restaurante.
-Lo lamento, era mi manager. ¿Ya te dije que quiere que haga un disco en inglés?- mencionó rascando su nuca.
-No, pero me temo que tendrás que decírmelo por mensaje. Kyle me necesita, así que debo dejarte Miguel- sonreí.
El chico asintió con una amplía sonrisa, esa sonrisa que siempre me dejaba una grata felicidad. Y no se diga de lo encantador que se veía; gracias a la compañía de ese único hoyuelo.
-Nos vemos después Chino- se despidió y se desconecto de la videollamada.
-Nos vemos después- susurre para mi, pues no me había dado tiempo de siquiera despedirme.
Me pare del escritorio y camine hacia el baño, me di una ducha rápida y me vestí de una manera cómoda.
En menos de media hora Kyle había pasado por mi en su auto, venía fumando pero lo apago cuando yo estuve dentro del auto.
-No entiendo, ¿por qué lo apagas? Ya me pegaste a veces esa maña- alce mis hombros mientras negaba.
Kyle comenzó a reír.
-No es mi culpa que te hundieras en el tabaco cuando te deprimiste- su ironía se acompaño de una risa burlona.
Después de eso, mi primo arrancó el auto y comenzó a manejar en dirección del mercado.
-¿Qué vas a comprar?- cuestioné.
Me daba aún curiosidad como es que Kyle se daba el tiempo de él mismo comprar las cosas para el restaurante, cuando había personas a las que les podía pagar por eso.
-Solo iremos por vinos- explicó.
Ambos permanecimos en silencio después de eso, el camino fue corto pero no fue incómodo.
Después de un rato Kyle se estacionó frente a una gran bodega, donde probó miles de vinos mientras le explicaban de que hacienda venían y otras cosas más que no entendía para ser sincero.
El aburriento comenzaba a apoderarse de mi ser, así que comencé a ver entre los grandes estantes los diferentes vinos, y leía sus ingredientes para entretenerme.
El sonido de mi celular me saco de mis pensamientos, era Miguel que me explicaba por mensaje que estaría en otro lugar donde no había señal por si mis mensajes no le llegaban.
Yo sonreí por eso, me causaba algo de ternura el hecho de que Miguel siempre me daba explicaciones de lo que hacía o decía sin pedírselo. Algo que yo solo había hecho con Karmi o Kubo por el nivel de confianza.
Cuando levante de nuevo la vista, lo primero en esta fue un chico castaño que estaba de espaldas a unos metros de mi, hablaba animosamente con uno de los empleados de la bodega y al igual que Kyle, probaba los vinos.
No le tome mucha importancia a esto y seguí leyendo los vinos.
-¡Hiro! ¿Pruebas este? Necesito la opinión de un ignorante- Kyle extendía una de sus muestras hacia mi.
Levante mi dedo medio con una sonrisa por su comentario, camine hasta él y le dí un sorbo.
Era demasiado amargo para mi gusto, pero Kyle tenía razón, era un ignorante en cuando a bebidas alcohólicas.
-Es muy amargo para mi gusto- le entregué la copa a Kyle.
El pelinegro sonrío mientras el empleado sacaba más muestras; yo regrese a leer las diversas etiquetas de los vinos hasta que comencé a sentir como si alguien me mirara.
Al principio intente ignorar esto, solía tener a veces esos ataques de persecución por mis días como héroe. Hasta que lo esa sensación comenzó a hacerme sentir muy incómodo; con la vista comencé a analizar mi alrededor hasta dar con el culpable de mi incomodidad.
El chico castaño se había dado la vuelta captando mi atención, una sonrisa adornaba su rostro y se había quitado unos lentes de sol que acomodo sobre su cabello que hasta la fecha, seguía peinando de la misma manera. Sin borrar su sonrisa camino hasta mí, sentía mi cuerpo pesado pero tenía la voluntad de caminar hasta Kyle y así lo hice.
-Kyle, vámonos ya por favor- supliqué a mi primo.
-Espera un segundo más Hiro, estoy entre dos vinos. Prometo que nos iremos en 5 minutos- dijo sin prestarme mucha atención.
-¿Hiro?- cuestionaron a mis espaldas.
La nueva voz hizo que Kyle girará su vista hacia mis espaldas, su semblante cambió totalmente a una mueca. Mi cuerpo se tenso, pero gire en dirección al susodicho.
-James, ¿cuánto tiempo?- intente que el tono de mi voz no fuera grosero.
James miró el vino que tenía entre manos, no borraba su sonrisa y el cabello le caía ligeramente sobre el rostro.
-¿Cuatro años, no?- levantó su vista clavando su mirada sobre la mía.
Kyle se acercó hasta mi justo en ese momento, y poso una de sus manos en mi hombro.
-James, un gusto. Hiro ya terminé, vamonos- dijo con un tono autoritario.
Kyle comenzó a caminar lejos de James, a veces me sentía algo culpable por arruinar su amistad con el castaño; pero poco me importo ahora y camine tras mi primo.
-Si, un gusto verlos- mencionó James.
[...]
Estaba con la frente pegada a la mesa de mi departamento. Kubo estaba a un lado mío, mientras hacía notas en una de sus libretas. Estaba estudiando algo sobre bioquímica, una rama en la que yo no era bueno.
-¿En serio lo viste?- cuestino después de un rato; levante mi rostro sin ganas y asentí, volví a colocar mi rostro contra la mesa -Vaya suerte que te cargas- susurro haciendo más notas.
Mordió su pluma unos segundos y poso su vista hacia mi, luego suspiro algo cansado.
-La única persona que no soporto en este universo es James, y de la nada reaparece. No sabes las ganas que tenía de golpear ese rostro- explique con ademanes sin despegar mi cabeza de la mesa.
Kubo comenzó a reír.
-No seas dramático, además, ya pasaron 4 años y dudo que alguno de los dos siga interesado en el otro; no sobrepienses nada. La ciudad es grande y es casi imposible volver a encontrartelo- Kubo alzó sus hombros, yo ya había despegado mi rostro de la mesa y me había cruzado de brazos -¡Confía en mi!- Kubo tomo uno de mis hombros con una sonrisa.
El celular de mi acompañante comenzó a sonar, Kubo miró el celular e inmediatamente un tono carmesí se apoderó de su rostro.
El pelinegro intento ocultar esto acomodandose entre sus ropas con nerviosismo, pero fue en vano.
-¿Quién es?- enarque una de mis cejas.
-¡No es nadie!- susurro Kubo, aún tenía ese tono rojo en parte de su rostro.
-Si no fuera nadie no se te hubieran subido los colores al rostro- señale, acto que hizo que Kubo se pusiera aún más rojo y esta vez, cubriendo todo su rostro.
Abrió su ojo y boca con asombro dispuesto a defenderse, pero los golpes en mi puerta principal lo hicieron callar. Me levante de la mesa y camine hasta esta, sabía que no dejarían pasar a nadie que no conociera en la recepción del edificio, así que solo abrí la puerta esperando encontrar a alguno de mis amigos, hermano o primo.
Pero no fue así, Penny traía una bolsa cruzada sobre el pecho, me sonreía con nerviosismo; admito que no espere verla ahí.
-Penny, que sorpresa. ¿Ocurre algo?- cuestione aún sin quitarme de la entrada.
Penny vio sobre mi hombro el interior de mi departamento y al notar a Kubo un leve sonrojo se hizo presente.
Mi amigo, por otro lado, esperaba en la mesa aún entre sus tantas libretas algo nervioso e incómodo.
-Lo lamento, pensé que estabas solo- mencionó la castaña apunto de irse.
-¡No te preocupes, ya estaba por irme!- Kubo comenzó a guardar todas sus libretas en su mochila.
En menos de un minuto Kubo estaba afuera del departamento, y yo le daba el paso a Penny.
-Te veo mañana Hiro, y aprovecha a hacer lo que te hemos dicho Karmi y yo- mencionó Kubo una vez Penny entro al departamento y estaba lo suficientemente lejos para escuchar. Yo solo asentí y cerré la puerta.
Gire sobre mis talones para ver a Penny, que estaba sentada sobre mi sala. Admitía que no nos habíamos frecuentado en el último mes.
-Pues verás...- Jugó con sus manos -Yo quería verte- explico poniéndose se pie y caminando hacia mi.
Puso sus manos en mi cuello, sabía a lo que sé refería pero mi mente divagaba en otros asuntos que apenas y tenía el humor para intimar.
Tome sus brazos y los quite cuidadosamente de mi cuello, esperando no parecer grosero.
-Lo siento Penny, estoy algo agotado- explique.
Penny me beso entonces, tomándome por sorpresa. Ella movía sus labios sobre los míos intentando meter su lengua y profundizar el beso.
[...]
-¡Hiro!- gimió mi nombre mientras estaba encima de ella.
Mi mente segua divagando en mil y un cosas sin prestar mucha atención a lo que hacía, hasta que Penny tomó mi rostro entre sus manos y me beso.
-¿Esta todo bien?- cuestionó.
Negué y me quite, me acosté a su lado y talle mi rostro con frustración.
-No, lo siento- susurre.
Ella asintió y me beso, me abrazo y se acomodo sobre mi pecho.
-Esta bien, cuando se te pase continuamos- mencionó con una sonrisa.
Yo reí, sabía que no íbamos a continuar y ya había perdido el poco deseo sexual que Penny había logrado despertar. Me quite de su abrazo y coloque mi ropa interior y el pans que traía minutos antes.
Camine hacia la cocina y busque entre los cajones de la alacena. Había una cajetilla de cigarros que tenía desde hace bastante tiempo, solo fumaba cuando estaba en verdad muy deprimido o muy distraído, era un hábito que Kyle me había pegado.
Tome uno de los cigarrillos y lo prendí, salí al balcón que tenía frente a la sala de mi departamento y fume tranquilamente ahí. Penny apareció entonces, vestida con mi playera polo blanca, me abrazo por la espalda y me beso el cuello.
-Creo que debemos parar- mencioné entonces.
Ella se separó de una manera brusca, y en su rostro había confusión.
-¿Qué? ¿Por qué?- se abrazo a sí misma -¿Ya tienes a alguien más?- susurro.
Yo negué, si estaba interesado en alguien más pero seguramente esa persona no me iba a corresponder.
Miguel era un joven famoso y muy atractivo, tendría a miles de chicas detrás de él, famosos o fans que darían lo que fuera porque él las mirara.
-Solo ya no me siento bien con esto- susurré.
Ella negó y entró rápidamente al departamento, se quito mi playera y se terminó de vestir con su ropa, tomo todas sus cosas y me miro con enojo.
-Jódete Hamada- mencionó levantando su dedo medio.
Suspiré y sonreí con ironía, ella salió del departamento azotando la puerta fuertemente.
Una vez termine de fumar, entre a la sala del departamento y prendí la televisión. Lo último que necesitaba era seguir pensando en James o en Miguel. Recordé a este último con una sonrisa coqueta que siempre me mostraba, revise mi celular para ver si había algún mensaje del moreno, pero no había nada.
Cansado, cambie los canales de la televisión hasta toparme con una entrevista de nada más y nada menos que los Rivera.
Hablaban de la promoción de su siguiente solo, de cómo ambos estaban buscando un camino como solistas y la presentadora coqueteando con ellos. Haciendo preguntas incómodas y contestando a una que otra fan.
El programa había puesto subtitulos en inglés para los pobres imbéciles como yo, que no entendíamos en español o no completamente.
-Y bien, cuéntenme ¿Qué tal San Fransokyo? ¿Ya tuvieron la oportunidad de conocer a los héroes del lugar?- cuestionó la mujer, era rubia de piernas largas y atractiva, calculaba que tenía al rededor de 25 años.
-¡Oh para nada! Resulta que están retirados ya, pero el lugar es hermoso y nuestro instituto es de lo mejor- mencionó Marco con su típico porte coqueto que lo caracterizaba.
Ambos tenía ese pavoneo que los hacía resaltar entre todos, un aura romántico y seductor que hacía caer a cualquiera a sus pies, eso eran los Rivera, dos hombres apasionados.
-Es una lastima, pero vamos al grano de todo esto- hablo la mujer.
En la pantalla entonces apareció un fan, que gritaba y alababa a los hermanos por ser una de las escogidas para poder hacer una pregunta a los cantantes.
-¿Cuál es su tipo ideal?- cuestionó la chica mordiéndose un labio.
Rodee los ojos, típica pregunta. Casualmente a mi me habían hecho ese tipo de preguntas cuando nos entrevistaban después de una gran asaña, cuando los reporteros salían casi de la nada; a mi parecer era molesto.
-Solo quiero a alguien que le guste lo que hago, pero que sea diferente a mi, que tenga opiniones fuertes- Marco sonrío.
El set se lleno de aplausos, pero la reportera miró a Miguel y poso una de sus manos sobre su pierna.
En ese momento la puerta de mi casa volvió a ser golpeada, suspire y camine hasta la puerta.
-Penny, lo lamento si es que te moleste pero no era mi intención- me disculpe mientras abría la puerta.
Kyle me miró confundido.
-¿Gracias?- sonrío y paso a mi departamento.
Miró el programa que tenía en la televisión y después me miró a mi, fue hasta mi cocina y se sirvió un vaso de agua. Yo lo espere en la sala, miré de nuevo la tele.
-Esa mujer seguramente quiere acercarse a alguno de ellos- mencionó Kyle sentándose a mi lado -¿Y tu playera?
-Seguramente a Marco, tiene la pinta de ser un fuckboy- sonreí.
Kyle comenzó a reír y negó.
-La tiene; es muy coqueto. Más que Miguel, pero, no suele estar con nadie que no esté a su nivel.
De hecho, no suele estar con nadie- sonrío y miro sus manos.
Lo mire confundido.
-¿Hay algo de lo que no este enterado?- me cruce de brazos.
El suspiro debatiendo consigo mismo de contarme o no, lo sabía, lo conocía tanto como a mi mismo o a Tadashi. Justo cuando Kyle iba a hablar, sonó una alerta en la televisión que hacía bastante no oía.
Letras rojas aparecieron por toda la pantalla. Rápidamente el presentador de las noticias se hizo presente, un helicóptero grababa lo que ocurría en vivo.
Mi piel se erizo y un escalofrío recorrió toda mi espalda, era un hombre con un trage robotico que utilizaba campos de fuerza magnéticos para destruir un edificio, la policía, bomberos y paramedicos entraban a escena ayudando a todos a salir.
El traje era rojo y muy similar a mi ultra armadura, pero en lugar de tener tonos morados eran sustutidos por tonos rojos dándole una apariencia de Tengu*.
*Demonios de la cultura Japonesa, tienen mal carácter y son buenos guerreros.
Miraba horrorizado la escena, tenía años que no veía a ese hombre.
-¿¡DÓNDE ESTAN LOS GRANDES HÉROES?! ¡VENGO A TERMINAR LO QUE HACE AÑOS NO PUDE!- grito eufórico.
Por unos momentos dejo de destruir la ciudad y miro a su alrededor, había robado la idea de mi traje para sus armas, lo sabía desde la primera vez que lo ví.
El terror se apoderaba de mi cuerpo, Kyle noto esto y puso una de sus manos sobre mi hombro.
-He regresado, y los esperare la próxima vez que aparezca. Ojalá y piensen en toda esta gente que los espera llena de esperanzas- mencionó, su voz era áspera que de sólo escucharlo sentía mi cuerpo congelarse.
El hombre desapareció después de eso, dejando una imagen del presentador de las noticias que estaba igual de desconcertado que yo.
-Bueno, ahí lo tienen- mencionó acomodando las hojas entre sus manos -Grandes Héroes, este mensaje es de parte de todo San Fransokyo, por favor, los necesitamos. Su amada ciudad los necesita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top