Night 009

♖The Night of the kiss♖

Los cuatro entraron al departamento de Mary, y el ambiente en el aire estaba cargado de tensión. Christian y James caminaban lentamente tras ambas chicas, mientras Morgan y Mary avanzaban al frente con rostros que demostraban no estar contentas del todo, en especial Mary, el silencio lo decía todo.

Al llegar al departamento, Mary fue directo al grano, mirando a Christian con seriedad, mientras lo ayudaba a sentarse en el sillón para curar sus heridas.

-¿En serio, Christian? -dijo, con una mezcla de frustración y preocupación, mientras empezaba a limpiar las marcas en su rostro. -¿Golpeaste a Gabriel en su cumpleaños?

Christian, aún tenso y claramente avergonzado, no pudo evitar mirarla de reojo, sabiendo que ella ya sabía lo que había pasado.

-Sí -respondió de inmediato, frotándose la cara con frustración-. Lo vi besarte, Mary, y... no pude evitarlo.

Mary lo miró, su tono más serio.

-¡No se trataba de ti! -dijo, claramente molesta.- No puedes reaccionar así por un beso.

Christian desvió la mirada, incapaz de mirarla fijamente.

-Lo sé... lo sé. Fue estúpido. No pensé, solo reaccioné. No sé qué me pasó. -Su voz se suavizó un poco, pero aún estaba claramente afectado por lo sucedido.

Mary suspiró profundamente, calmándose. Lo estaba regañando, pero también entendía que su reacción había sido impulsiva.

-Christian, no puedes dejar que las cosas lleguen tan lejos, no como si fueras un niño, pero te agradezco por tratar de defenderme... Creo. -Lo miró con dureza, pero también con compasión. Sabía que había algo más profundo detrás de su ira.

Mientras tanto, James y Morgan observaban desde la cocina, callados, sabiendo que Mary tenía todo bajo control.

-Lo siento, Mary -murmuró Christian, mirando finalmente a los ojos de ella. -No quería que se complicara tanto. Sólo... me molesta que Gabriel haya hecho eso.

Mary asintió lentamente, comprendiendo que su enojo provenía de algo más profundo.

-Entiendo, pero la forma en que reaccionaste no ayuda a nada. Tienes que hablar con él, pedirle disculpas. Si no lo haces, esto solo se va a agravar.

Christian asintió, sabiendo que tenía que hacer lo correcto.

-Lo haré. Lo prometo. Hablaré con él. -Dijo en voz baja, arrepentido de lo sucedido.

Mientras Mary continuaba curando las heridas de Christian, se dio cuenta de que necesitaba algo más para aliviar los golpes que él había recibido. Miró a Morgan, que estaba cerca, observando en silencio la escena.

-Morgan -dijo Mary, con un tono serio pero agradecido-. ¿Tienes algún ungüento o algo que pueda usar para que se recupere más rápido?

Morgan, pensativa por un momento, asintió.

-Sí, creo que puedo encontrar algo en la tienda. Voy a ir a buscarlo.

James, que había estado apoyado en la pared, se acercó a Morgan con una sonrisa.

-Te acompaño -dijo, como si fuera lo más natural del mundo.

-Está bien -respondió Morgan, aunque un tanto sorprendida por su cercanía. Sin decir más, ambos salieron del departamento.

La tienda no estaba lejos, así que pronto llegaron. El lugar estaba tranquilo, con pocos clientes, lo que les permitió moverse sin interrupciones. Mientras caminaban entre las estanterías, James y Morgan mantenían una conversación ligera.

-¿Qué piensas de todo esto? -preguntó James, mirando las cajas de medicamentos y cremas.

-Que fue un malentendido, pero... a veces las emociones nos juegan malas pasadas -respondió Morgan, mirando un ungüento que podría funcionar-. Es difícil saber cómo reaccionar cuando te sientes vulnerable.

James asintió, entendiendo el punto de vista de Morgan.

-Sí... supongo que en este momento todos estamos un poco fuera de lugar -dijo, su tono un tanto pensativo.

Morgan tomó el ungüento, sintiendo que la conversación había tocado un tema delicado. Sin embargo, los dos siguieron buscando rápidamente lo que necesitaban. Fue en ese momento cuando, al fondo de la tienda, una persona lo reconoció y comenzó a tomar fotos a escondidas, sin que ellos se dieran cuenta.

Al no notar nada fuera de lo común, James y Morgan terminaron su compra y se dirigieron de regreso al departamento. Caminaban juntos en silencio, como si el aire entre ellos se hubiera vuelto más relajado, pero aún quedaba una tensión palpable, algo que ambos sentían, pero ninguno mencionaba.

Mientras esperaban a que Morgan y James regresaran, el ambiente en el departamento estaba cargado de tensión. La mirada de Christian se mantenía fija en Mary, quien sentía el peso de sus ojos sobre ella, la atracción mutua creciente entre ambos.

De repente, Christian se inclinó hacia ella, y sin poder evitarlo, Mary le correspondió, acercándose. El beso fue suave al principio, lleno de cautela, como si ambos estuvieran confirmando lo que ya sabían, pero temían admitir: el deseo era real. La intensidad fue creciendo poco a poco, sin prisas, con una sensación de urgencia reprimida durante demasiado tiempo.

El calor entre ellos aumentó con cada segundo, sus cuerpos se acercaron más y, sin pensarlo, Mary se dejó llevar por el momento. Las manos de Christian rodearon su cintura, y ella pasó una mano por su cuello, profundizando el beso. El contacto de sus labios fue como una liberación, como si todo lo que habían guardado hasta ese momento estuviera ahora expresado en ese gesto.

Fue un beso que desbordó toda la energía acumulada en ellos, sin reservas ni dudas. Mary sintió que su corazón latía más rápido, mientras Christian la sostenía con una fuerza suave pero firme. Cada movimiento se sentía perfecto, como si todo el mundo se hubiera detenido para dejarles ese momento.

El beso se alargó, sin prisas, sin que ninguno de los dos quisiera separarse. Pero al final, cuando sus labios se apartaron, ambos respiraban con dificultad, como si no pudieran creer lo que acababa de suceder.

En ese preciso instante, la puerta se abrió. Morgan y James entraron al departamento, pero Mary y Christian ya no estaban mirando el uno al otro de la misma manera. Había un cambio sutil en el aire, algo que no podían ignorar. Aunque nadie había dicho nada, todos sabían que algo había pasado.

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