73. El cachorrito pródigo

Nota de autor: *Voz de comerciante* La brillante y poderosa Moonsign, que es nuestra Diosa eterna, inventó esta maravillosa historia que los deja sin estabilidad emocional. Créditos también a J.K Rowling, quien creó el mundo de Harry para colaborar con esa destrucción. Yo solo traduzco para terminar con la poca estabilidad que les queda xd.

"La vida es acerca de decisiones. Algunas que lamentamos, algunas de las que estamos orgullosos. Algunas nos atormentarán para siempre"

Graham Brown.

REMUS:

La primera semana de clases de Sexto año fue una serie de dolor, pociones, las sábanas de la enfermería y un vago recuerdo de correr alrededor del Bosque Prohibido. De acuerdo a sus amigos (Quienes relataron la historia con mímica y sonidos poco exactos de animales) su yo post-luna estaba tan feliz de tener a su manada de regreso que vomitó todo el chocolate comido sobre Sirius. Remus se prometió nuevamente el que encontraría una manera apenas se graduara de separarse de su versión infantil para no tener que lidiar siempre con lo mismo.

El nuevo año escolar era diferente a todo lo que Los Merodeadores habían experimentado en Hogwarts. Las noticias crecientes sobre ataques de Voldemort y sus seguidores habían colmado tanto los periódicos en las vacaciones que todos los estudiantes parecían venir con un aura de oscuridad encima. Para sorpresa de Remus, había afectado a Sirius y James (Quienes estaban manteniendo un pacto de madurez que se vio evidenciado cuando verdaderamente ayudaron a unos niños de primer año perdidos en lugar de lanzarles bombas fétidas como antes. La expresión de sorpresa positiva que adornó el rostro de Lily hubiese cautivado a James de haberla visto.)

Esto no implicaba que los chicos ahora fueran ángeles, como una sala común llena de plumas y Slytherins con pico podía afirmar (O al menos podrían haberlo hecho de no ser porque solo pudieron decir "Cluck" durante dos días), pero las bromas habían perdido aquel deje cruel, su visión siendo más para relajar en tiempos difíciles y demostrar las aventuras que vivían.

— Es solo que ya no se ve bien —Sirius explicó en una tarde de Octubre, parado sobre una temblorosa silla en el cuarto mientras metía unas cosas en el ropero— Es como si no nos importaran todas las cosas terribles que ocurren allí afuera, la gente lucha, muere o sufre maldiciones.

Remus, quien balanceaba su propio baúl sobre su cama con un hechizo, asintió a favor. Sabía que estaban pensando en Frank Longbottom, cuyo padre resultó víctima de un ataque por parte de los Mortífagos en su boticaría durante el verano. Su asistente y él lucharon para evitar que se llevaran importantes ingredientes, pero al final el asistente murió a causa de un Avada Kedavra y el padre de Frank perdió un brazo y la oreja.

— No deberíamos ser tan serios, sin embargo —Remus habló, pasándole una pila de libros a James para que pudiera acomodarla en la estantería más alta contra la pared— Cuando me encontraba en mis peores momentos siempre servía que ustedes hicieran algo estúpido y gracioso para recordar que no todo tiene que ser terrible.

Sirius dejó salir una risita y señaló el cuarto, balanceándose peligrosamente en la silla: — No temas por eso, Lunático querido. Si esto es nosotros siendo serios, McGonagall morirá de horror al vernos tranquilos y felices.

Era probablemente verdad, Remus reflexionó. Los planes para "Operación Yo Ho Ho y una botella de Whiskey de fuego" estaban en camino, así que la broma de Navidad sería la más elaborada de la historia. Era la razón por la cual estaban escondiendo las cosas que el agua pudiese dañar para comprobar si su hechizo de protección funcionaba apropiadamente.

— Nos meteremos en tantos problemas este año —Peter anunció decaídamente, pasando todas las revistas que tenía con James de Mago Playboy a Sirius para que las guardara en el armario— Especialmente con la profesora McGonagall. Nos pondrá en castigo hasta graduarnos.

— Oh, deja de ser un aguafiestas, Colagusano —Intervino James, lanzándole una media a la cabeza del chico gordito— La broma del año pasado fue asombrosa. No podemos ser inferiores.

— ¿Ustedes en verdad encuentran esto sexy? —Sirius indagó, girando la revista para observar a la modelo de Agosto, seguramente pensando que se vería mejor en otro ángulo— Ella tiene...muchas curvas y carne.

— Tú eres el que tiene montones de chicas desnudas en las paredes de su cuarto —James se defendió— Dímelo tú.

— Chicas parcialmente desnudas en las paredes de mi ex habitación —Dijo Sirius— Y sabes perfectamente que solo las puse porque estaba ebrio y quería molestar a la Gorgona que tengo por madre.

— No tienes con qué opinar —Peter replicó— Tu novio es igual de flaco que un palo. Lo siento Lunático.

Remus suspiró: — No es mi culpa ser tan delgado. Mi cuerpo quema calorías más rápido que los suyos. Es debido a que mis sentidos son más agudos.

Peter dejó salir un gritito mientras esquivaba el hechizo que le lanzó Sirius: — No escuches a Colagusano. No tiene por qué opinar. Parece que alguien lo hubiese metido en un saco de ropa y olvidaran apagar el encantamiento agrandador. Yo pienso que eres hermoso, Lunático. ¿Verdad, Cornitas?

James saltó en alarma: — ¿Por qué me preguntas a mí?

— Dijiste que Remus era sensual esa vez cuando fuimos de fiesta al quedarnos con Gusanito.

— No me digas Gusanito —Peter murmuró con vigor.

— Dije que estaba caliente, puede ser —James aceptó, sonrojándose— Pero fue desde un punto completamente heterosexual. Estoy completamente enamorado de Evans.

Remus sonrió ante el cumplido accidental. Cuando se veía en el espejo no podía evidenciar nada diferente a un muchacho flacucho, horrible y lleno de cicatrices pero le alegraba ver que sus amigos no compartían aquella visión.

— Por supuesto que sí —Sirius molestó a James.

— ¡Es verdad!

Sirius subió las manos en signo de paz: — Lo sé. Merlín. Estás tan enamorado de ella que podrían meterte a Azkaban por acoso.

— Chicos, cállense —Remus pasó una mano por su rostro— Y ¿Podrían asegurarse de que ninguno de mis libros quede cerca del agua?

— No me dejarías por Cornitas si de repente fueras su despertar homosexual, ¿Verdad? —Sirius preguntó, lanzándose de la silla contra Remus y lamiéndole la mejilla.

Remus hizo una mueca, alejándolo y limpiándose la saliva de la cara: — Yuck. Ahora estoy pensando seriamente en hacerlo.

— ¿Por qué? —Sirius se quejó.

— Porque eres producto del incesto y verdaderamente molesto.

— También Cornitas.

— Buen punto.

— Claro —James gritó, levantando la varita— Hagamos esto. Cierra la puerta, Gusanito.

Peter suspiró y obedeció. Como todavía no comprendía el encantamiento a prueba de agua, su misión era quedarse fuera del camino mientras los demás lo ponían sobre las paredes y el suelo.

Remus empezó por su cama, determinado a que su espacio personal y pertenencias se mantuvieran lo más secas posibles. Recorrió con su varita las paredes, incluyendo todas las esquinas y suelo, murmurando suavemente el difícil encantamiento.

Les tomó bastante tiempo y para cuando acabaron los tres muchachos estaban agotados de usar tanta magia en tan poco tiempo. James sacó un pedazo de pergamino y pluma de su bolsillo.

— Punto número uno —Dijo mientras escribía— Encontrar una forma para maximizar el alcance del hechizo, porque no hay forma alguna de que nosotros podamos con todo el Gran Comedor y el corredor de afuera.

— Anota que también necesitamos una forma de que sea más rápido —Sirius agregó, sacudiendo la cabeza para despertarse— Nos llevó cuarenta y cinco minutos y solo se trataba de nuestro cuarto.

— ¿Lo probamos entonces? —Remus subió a su cama y apuntó la varita, los demás siguiendo su ejemplo.

— ¿Listos, muchachos? —James preguntó— ¡Ahora!

— ¡Aguamenta! —Cuatro voces pronunciaron y el agua empezó a surgir de la punta de sus varitas.

Tomó un tiempo verdaderamente largo el llenar el cuarto a los litros que habían predestinado para la prueba.

— Definitivamente necesitamos encontrar una forma de que salga un torrente de la varita —Sirius habló— Y que no sea únicamente de nuestras varitas. De otra forma los profesores tendrán tiempo de sobra para detenernos.

— Podríamos encontrar una forma de drenar el lago negro —Peter propuso.

— Bueno, tener que lidiar con el Calamar gigante y las sirenas de seguro le dará más dinamismo a la operación —Sirius aceptó.

— Como el prefecto de decoración en Los Merodeadores —Remus opinó— Protesto a la idea. Sugiero que usemos agua y solo agua como punto de referencia.

— ¿No tiburones? —James preguntó, luciendo decepcionado.

— ¿Ni anguilas eléctricas? —Peter agregó.

— No —Remus dijo firmemente— Ahora ¿Alguien puede ver si el agua se está saliendo por alguna parte?

— Ninguna que yo pueda ver —Sirius respondió— Deja de saltar sobre la cama, Pete. Cada que lo haces una ola va directo a la mía.

— Esperen un segundo —Remus interrumpió, levantando una mano— ¿Alguien más oyó eso?

Los otros tres esperaron en silencio unos segundos, prestando mucha atención.

— Er... eso fue un grito —Dijo James.

— Que proviene de la sala común, ¿O no? —Sirius agregó— ¿Qué parte de la habitación colinda con la sala común?

— La mitad del cuarto que se encuentra por la ventana y el armario —Peter recordó.

Se creó un silencio incómodo y entonces: — ¿Alguien puso el encantamiento en esa zona? —James miró a Sirius y Remus con esperanza— ¿Alguien?

— Ah —Los sensibles oídos de Remus sintieron los ruidos de pisadas por las escaleras— ¿Cerraste bien la puerta, Pete? Porque viene una turba.

— Está bien cerrada. Pero creo que deberíamos empezar a deshacernos del agua por si acaso.

— ¡Pronto, pronto! —James exclamó con la varita arriba— ¡Evanesco!

— ¡Evanesco! ¡Evanesco! —Remus, junto con los demás, empezó a lanzar el hechizo por doquier con desesperación al ver que el agua no se evaporaba prontamente.

La gente empezó a golpear su puerta: — ¡¿Ahora ustedes en qué se metieron?! —Michael Douglas gritó como vocero— ¡La sala común se inunda!

— ¡Lo tenemos todo bajo control! —Sirius gritó de regreso.

— ¡No desde donde nosotros estamos parados! —Alice Richards exclamó— ¡Lily y Frank ya fueron a buscar a la profesora McGonagall, así que es mejor que tengan una buena explicación!

Remus observó el cuarto, donde grandes olas de agua todavía se formaban: — ¿Tubería rota? —Sugirió, en especial cuando la furiosa voz de la profesora McGonagall empezó a sonar por las escaleras.

— Vale la pena intentarlo —Dijo Sirius. Sonrió a Remus desde su esquina, su expresión exhilarante y feliz— ¿Te he mencionado lo caliente que luces cuando piensas en cómo mentirle a las autoridades?

— Mantén tu mente en evaporar el agua, Sirius.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

No fue hasta que su castigo se levantó un mes después que pudieron regresar a Hogsmeade. Ya casi llegaba Halloween, por lo que las decoraciones naranjas y negras adornaban todas las ventanas de las tiendas, clubes y cafés del pueblo. El aire era frio y húmedo, sus alientos congelándose apenas respiraban a medida que caminaban en la villa.

— Estoy tan feliz de por fin estar de regreso a Hogsmeade —Sirius anunció, girando en círculos alrededor del camino principal y a duras penas evitando ser noqueado por un mago que estaba sacando su escoba de Cabeza de Puerco.

— Estuviste en Hogsmeade la semana pasada —James le recordó— Nos escabullimos para comprarle chocolate a Lunático para la post luna.

— Me refería a oficialmente de regreso. Es diferente cuando puedes caminar alrededor sin nadie preguntándote el si tus profesores saben que viniste. ¿Vamos a comer algo?

— Quiero ir a la biblioteca primero —Dijo Remus— Para revisar si hay algún libro que pueda ayudarnos a alterar los hechizos apropiadamente. Ahora que sabemos el del agua, solo necesitamos arreglar unos detalles para que todo salga bien.

— Aw —Sirius se quejó— ¿Tenemos qué? Sabes que soy alérgico a los libros.

Remus le sonrió dulcemente: — ¿Por qué no van a Zonko? —Sugirió— Podríamos encontrarnos en Las Tres Escobas a la... —Miró su reloj— ¿Una y media?

Era, en su opinión, sorprendente como dos chicos tan inteligentes se veían aliviados al no tener que ir a una biblioteca. Peter incluso saltó.

— No es tanto por la biblioteca en sí —Sirius explicó, poniendo un brazo en la cintura de Remus aunque simulaba más un abrazo amistoso que un gesto de cariño para no verse tan sospechoso frente a los transeúntes— Es más el hecho de que tengo que verte suspirar y babearle encima a los libros por horas. Me pongo terriblemente celoso.

— Lo hace —James lo apoyó— Se pone tan verde que podría esconderse en un campo de lechugas.

— ¡Váyanse! —Remus clamó, riendo y alejando a Sirius— Diviértanse en Zonko y no compren nada que yo no aprobaría.

Los tres rostros lo vieron con horror.

— ¡Pero eso es casi toda la tienda! —Protestó Peter.

— Fuera, déjenme en paz. Los veré más tarde.

Los observó alejarse con afán antes de caminar en dirección contraria. La biblioteca a la que iba, Pluma Vieja, era un negocio pequeño de libros de segunda mano. No solo eran más baratos, Remus también encontraba gemas ocultas allí. La vieja bruja que lo manejaba, Betty, era bastante consentidora, logrando reservarle a Remus los volúmenes que sabía contendrían cosas de su interés a cambio de que le contara las últimas bromas en Hogwarts.

No estaba en el mostrador cuando entró, por lo que Remus supuso que estaba tomando el té en su pequeño apartamento en la parte trasera de la tienda. Caminó alrededor de los pasillos, examinando las pilas inestables que se encontraban regadas por el suelo.

Llevaba ya cuarenta y cinco minutos dentro, completamente absorto en un libro que le prometía cómo hacer que un jardín saliera de su lavamanos, cuando escuchó la puerta abrirse y vio el colorido cabello de Lily moverse alrededor.

— ¡Remus! —Lo saludó apenas lo divisó— Es bueno verte lejos de aquellos busca problemas. ¿Has visto a Betty?

— Todavía no. Supongo que está en su apartamento. Podríamos llamarla cuando estemos listos.

Lily echó su cabeza hacía atrás y estiró los brazos, girando en una forma que le recordó a Sirius previamente: — ¿No amas este lugar? Es como viajar en el tiempo. Es tan hermoso. Y útil. ¿Sabías que aquí encontré ese libro sobre los Ketiapods para el trabajo de Herbología? A duras penas tuve que hacer una búsqueda complementaría.

Remus sonrió ante su entusiasmo: — Sí. Es la razón exacta por la cual la amo. Útil para hechizos inusuales en momentos de necesidad.

Ella levantó una ceja elegantemente: — ¿Hechizos inusuales? Supongo que no tiene nada que ver con un incidente en la sala común ¿Verdad?

— ¡Por supuesto que no! —Remus asumió una falsa mirada de inocencia— Esa fue una tubería rota.

— Oh sí. Por supuesto que lo fue. En un tema para nada relacionado, la última vez que vine encontré unos libros sobre mantenimiento doméstico cerca de la ventana. Tiene encantamientos para quitar el polvo, arreglo de flores y un capítulo interesante sobre manejo de tuberías —Le dedicó una mirada por el rabillo del ojo— Sabes, cosas relacionadas a cómo mejorar la presión del agua o canalizar su curso.

Remus dejó que una sonrisa se pusiera en su rostro: — ¿En serio? Sabes, siempre me han interesado los arreglos florales.

— Sí. Sentí esa vibra. Por eso te lo sugerí.

— Eres un buen contacto. ¿Puedo invitarte a comer con mis amigos por la información brindada?

— Si tus amigos incluyen a los idiotas de Potter, Black y Pettigrew, me temo que tengo una cita en Madame Tinkerton a las... ¿A qué hora te verás con ellos?

— Una y media.

— ...A la una y media, que triste coincidencia.

— Triste en verdad —Remus caminó a la ventana, agarrando el libro sobre encantamientos domésticos que recomendó Lily desde donde estaba sirviendo como apoyo para una desvencijada silla. Lo remplazó con una copia de "1001 maneras para derrotar el plazo de la edad: Incluye hechizos para remover cabello nasal, espacios calvos y exceso de grasa."

— Entonces ¿Qué buscas Lily? —Preguntó, mientras revisaba el libro— Ya he revisado varias de las cosas nuevas que le trajeron a Betty.

— Nada en particular. Solo miraba. ¿Has encontrado algo que te sea útil para...tus gustos florales?

— Sí —Remus recorrió ávidamente las instrucciones de uno de los encantamientos— Sí, esto es brillante. ¡Gracias!

— Supongo que les presentarás el ramo de flores a tus compañeros en Navidad. No explotará ni nada ¿Verdad? ¿Estás manteniendo un...ojo... en su... invento entusiasta?

Remus le guiñó un ojo: — ¿Arrepintiéndote tan pronto de ayudar a Los Merodeadores en nuestras aventuras florales?

— Nada por el estilo —Lily bufó, sus labios dando paso a una sonrisa.

— Entonces porque no...

(Aviso: Se viene una escena relacionada a un intento de abuso sexual que, pese a no ser tan explícita, me veo en la obligación de avisar para que aquellos que puedan tener una reacción negativa la eviten. Ni Moonsign ni yo aprobamos estos comportamientos)

— Bueno, pero miren que tenemos aquí caballeros —La voz que interrumpió a Remus era baja y ronca, dejando la impresión de que a los "caballeros" a los cuales se refería, de haber sido Muggles, pertenecerían a la Mafia.

Los sentidos olfativos de Remus le informaron quién era exactamente el que había ingresado y su corazón dio un salto muy poco digno de un Gryffindor, maldiciéndose de haber estado tan metido en los libros como para no darse cuenta de quienes venían. Lily vio su rostro y se puso pálida de muerte.

— ¿Bueno? ¿No piensas contestarme, cachorro?

Lento, muy lentamente como si pensara el que podría colapsar por el miedo, Remus giró para ver al enorme y perverso hombre. Era la primera vez que veía a Greyback en su forma humana y solo le bastó un vistazo para darse cuenta de que era peor que como lobo. El hombre lobo olía a sudor, sangre y magia oscura. Su cabello era salvaje y de un color castaño con canas. Sus uñas y dientes eran amarillos y mucho más largos de los que podría tener un humano normal.

— Hemos esperado a que vengas a Hogsmeade todo el verano —Greyback prácticamente ronroneó. Con movimientos que fueron imperceptibles para Remus, Greyback agarró a Remus de la camisa y lo presionó duramente contra la pared, aprisionándole los brazos para evitar que usara su varita. Remus se sintió enfermó inmediatamente gracias a la presión que ejercía sobre su cuerpo y le cortaba la respiración y el hecho de que podía sentir como Greyback disfrutaba la posición de una forma que era perversa y terroríficamente sexual.

— ¡Déjalo ir! —La varita de Lily se presionó contra la nuca de Greyback, aunque Remus podía verla temblar terriblemente.

— Lily...huye... —Logró susurrar.

Lo ignoró: — ¡Te he dicho que lo dejes ir!

Greyback sonrió. Su aliento era lo más asqueroso que Remus había olido en su vida: — ¿Caballeros?

Diferentes sombras empezaron a salir de entre los estantes. Sombras con túnicas negras y extrañas máscaras.

— Suelta la varita, pequeña —Pronunció una voz, bastante aristocrática.

— ¡Voy a matarlo! —Lily gritó— ¡Juro que lo haré!

Una luz amarilla salió en su dirección y Lily chilló. Su varita cayó al suelo mientras ella ponía una mano sobre su brazo sangrante, el mago que la atacó tirándosele encima y reteniéndola con su varita sobre su cuello.

— Ahora —Greyback murmuró, moviendo sus caderas con tanta fuerza que hacía a Remus querer vomitar— Podemos hacer esto de la forma difícil —Sonrió— o de la forma mucho más dura.

— Déjala...ir —Remus suplicó.

— Oh, lo haré. Con unas cuantas marcas, por supuesto, pero la dejaremos ir. Tan solo debes cumplir tú deber y unirte a nuestra especie para luchar con el señor Tenebroso. ¿Sabes el poder que tendríamos con un nuevo hombre lobo, uno educado en Hogwarts, de nuestro lado? Podrías convencer a otros de unirse a nuestra causa con palabras bonitas y trucos humanos. Además —Volvió a mover las caderas con más violencia— Te exxxxtraño. Fuiste el cachorrito más delicioso que pude crear. Tan —Una embestida— Dulce —Otra embestida— Sangre.

Remus sollozó, incapaz de evitarlo. Lily se encontraba llorando silenciosamente.

— Venga —Greyback gruñó contra el cuello de Remus— Podemos ayudarte. Tenemos planes de apropiarnos de una poción que ayudará a que te quedes con tu mente durante la transformación. Eso es lo que siempre has querido ¿No es así? ¿No es así? Quieres deshacerte de la maravillosa creatura en la cual te convertí. Pobre niño. Pobrecito mi cachorrito —Embestida, embestida.

— ¡Mentiroso! —Remus le escupió en la cara y Greyback empezó a reír.

— No es cierto. Sabes que digo la verdad. Somos hombres lobo y sé que puedes oler mis emociones. ¿Te huele a que miento?

Remus olfateaba violencia, crueldad, odio y una excitación sádica, pero no mentiras. Deseaba más que nada el poder oler la mentira.

— ¡Te...odio! —Espetó.

— ¿Es eso un sí? —Greyback preguntó con un falso tono de inocencia. Una de sus manos agarró con dureza la parte trasera de Remus, la otra evitando que pudiera defenderse.

(Terminó el pequeño fragmento, ya pueden seguir.)

Entonces, antes de darse cuenta de lo que ocurría, tres relámpagos de luces rojas golpearon a Greyback quien cayó inconsciente al suelo, llevándose a Remus con él. Remus tomó aire a bocanadas ahora que el peso de aquel enorme hombre lobo no estaba aplastándolo. Fueron momentos llenos de sorpresa silenciosa mientras que otro rayo de luz roja impactaba a uno de los hombres enmascarados, dejándolo inconsciente.

El que tenía agarrada a Lily la sujetó con dureza. El ambiente se tornó tétricamente tenso: — Voy a matarla —Les advirtió— Ya maté a la vieja dueña del lugar y mataré a esta también. Lo juro.

— Si la sueltas, dejaremos que te vayas —James anunció frívolamente desde la ventana.

Remus chilló, su visión nublándose a medida que recuperaba el aliento.

— Júralo por tú magia —El mago demandó.

Hubo una pausa eterna hasta que James se quitó la capa de invisibilidad y clamó: — Si la sueltas y prometes irte sin herir a nadie, te dejaremos ir. Lo juro por mi magia —Un pequeño hilo púrpura salió de su varita y se enredó sobre su mano.

— Muy bien. Baje todo el mundo sus varitas. Todos.

Remus levantó su adolorida cabeza para ver a Sirius y Peter salir de entre los estantes, varitas abajo.

— Haces cualquier cosa para romper el trato y voy a maldecirte —Sirius advirtió— Te prometo que lo haré, Rodolphus. Sabes de lo que soy capaz.

— Sirius Black —El hombre siseó.

— Sé que eres tú, Lestrange. Puedo reconocer tu asqueroso tono dulce en cualquier parte. Hare que te pudras en Azkaban por esto.

La figura enmascarada dejó salir una risa cruel y resonante: — Puedes intentarlo, asqueroso traidor a la sangre.

— ¡Fuera! —Sirius bramó, su varita temblando por la furia.

Con un ágil movimiento, el Mortífago soltó a Lily y agarrando los brazos de Greyback y su compañero desvanecido, desapareció con los tres.

Remus parpadeó una, dos veces a medida que la sangre regresaba a su cabeza ahora que ya no tenía a Greyback cerca, antes de desmayarse.

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