71. Montando una sombra de luna

Nota de autor: ¿Qué creían? ¿Qué los dejaría abandonados? Pues no, cielitos, ya regresé. Recuerden que la historia le pertenece a nuestra dueña y reina, Moonsign y el mundo de Harry Potter a J.K Rowling. Yo solo traduzco.

"¿Te tomó mucho encontrarme? Le pregunto a la leal luz.

¿Te tomó mucho encontrarme? ¿Piensas quedarte está noche?"

"Moonshadow" por Cat Stevens.

SIRIUS:

En el transcurso del día, mientras que Sirius mejoraba de a poco, Remus se ponía peor. Sirius aborrecía la idea de encerrarlo en el sótano de los Potter sin compañía alguna, pero no había forma alguna de que James, Peter y él pudiesen escabullirse sin revelar el que eran Animagos ilegales.

— Debe asegurarme que Madame Pomfrey irá a revisarlo primero —Sirius dijo a la señora Potter.

— Lo revisará tan pronto como termine contigo —La señora Potter arregló sus cobijas con ternura maternal. Pese a que ya se sentía mejor, ella se rehusaba a dejarlo salir de la cama.

Sirius negó: — No. Él tiene que ir primero. No sabe cómo se pone. Si no le ayudan tan pronto como puedan, podría morir.

— Por favor, Sirius. Pasa por esto todos los meses. Estará bien.

Apretando sus dientes, Sirius se convenció de que ella no pretendía sonar tan cruel.

— ¿Recuerda cuándo me preguntó hace algunos años el si la enfermedad de Remus podría matarlo? —Le preguntó en su lugar.

La señora Potter suspiró: — Sí, lo recuerdo.

— Y ¿Recuerda que le dije el que podría serlo?

— Tenías razón. Muchos mueren al ser atacados por un lobo, no por transformarse.

— Eso no es verdad —Sirius apretó las manos con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos— Cada mes, Remus tiene que encerrarse en algún lugar mientras se pregunta si será su última vez. Yo lo he visto después de incontables lunas llenas. Le he visto moretones que te hacen dudar el tono de su piel. He visto su piel lucir como carne molida. Le he visto partirse los huesos de forma que se le perforan los pulmones. Una vez intentó quitarse una mano. Madame Pomfrey estuvo a punto de no ser capaz de salvarla. Ha mejorado los últimos meses, pero solo porque el lobo ya está acostumbrado a ese ambiente. Está noche estará en un lugar completamente nuevo.

La señora Potter se había quedado quieta a mitad de la charla. Ahora estaba completamente tensionada en la silla a su lado, su cabello rojo con algunas canas cayendo sobre su rostro: — Supongo que no pensé en eso.

Sirius empezó a juguetear con una de sus uñas: — Cuando ven lo fuerte que es, lo listo y maduro, la gente tiende a olvidar que es solo un niño. Solo porque lo haga todos los meses no quita lo mucho que sufre. No tiene elección.

La mano de la señora Potter sujetó la suya: — Lo siento tanto, amor.

Sirius dejó salir una risa sin humor: — ¿Por? Usted no ha hecho nada.

La señora Potter se enderezó y puso en pie, su eficiencia retornando inmediatamente: — Hablaré con Madame Pomfrey de inmediato —Se detuvo en la puerta— Lo he dicho antes y lo repetiré cuantas veces sea necesario. Remus tiene suerte de que sean sus amigos.

Sirius se relajó y sonrió con sinceridad, haciendo gestos con sus manos: — Fuera, fuera, mujer. Los halagos no sirven conmigo.

— ¡Cuidado con el tono, jovencito!

Sirius le guiñó un ojo y ella le devolvió la sonrisa antes de abandonar el cuarto.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Los cambios de humor del Remus niño eran casi peores a los del Remus normal, pero en el que se encontraba cuando Sirius llegó corriendo a la habitación, era de sus menos favoritos.

Remus estaba acurrucado, cubierto por vendajes y cobijas, observando a los demás con cuidadosa atención. Su rostro estaba pálido y feroz, la piel de sus mejillas tensa y ahora con un profundo rasguño que de seguro le dejaría una cicatriz en el rostro.

— Solo nos gruñe y se echa para atrás cada que intentamos acercarnos —James le informó. Él, Peter, Angela, la señora Potter y Madame Pomfrey se encontraban acorralando el rincón más apartado a la cama de Remus— No le agradó que papá estuviera aquí, así que él y el profesor Anders se fueron a preparar el desayuno.

— A quemar el desayuno —Lo corrigió la señora Potter, mirando fijamente a Remus.

— Macho alfa —Sirius murmuró, acercándose a la cama.

"¿Qué?" dejo salir James al mismo tiempo en que su madre decía "No deberías hacer eso, Sirius".

— El señor Potter es el macho alfa de aquí —Sirius intentó explicarles— El lobo lo ve como alguien que amenaza mi lugar en la manada, creo. ¿Verdad, Lunático?

Remus bajó las cobijas y se quedó viendo a Sirius con los ojos demasiado abiertos: — ¿Canuto?

Sirius se sentó con cuidado en la cama improvisada, extendiendo su mano a Remus: — Está bien. Canuto. Cornamenta y Colagusano está allí, mira. Les estás gruñendo.

Remus acercó su cara a la mano extendida y la olfateó delicadamente: — Canuto —Recargó su rostro en ella— Lunático lastimar —Se quejó.

— Lo sé. Perdóname —Sirius miró a James y Peter sobre su hombro— Ya pueden acercarse, chicos.

Madame Pomfrey mantuvo a Angela y la señora Potter atrás mientras los chicos se acercaban a Remus: — Son su manada —Se disculpó— Lo molestaremos si nos entrometemos.

— No lo entiendo —La señora Potter habló, viendo a James y Peter sentándose con cuidado en la cama para no tocar los nuevos vendajes de Remus— ¿Por qué no le gruñó a Sirius?

Sirius evitó mirar a James y Peter a los ojos mientras el último respondía: — Es el Alfa. Lunático confía mucho más en él.

— Canuto...

Sirius intentó ayudar a Remus a subirse a su regazo. Estaban creciendo demasiado para esto (En especial porque ahora varios miembros de Sirius se quedaban dormidos y le tomaba horas despertarlos) pero jamás se atrevería a negarla algo como esto al Lunático infantil. Solo podía agradecer que Remus fuera tan delgado.

— ¿Qué sucede, Lunático? —Sirius le preguntó, evitando que Remus le pegará en una costilla.

— Er'zo. Er'zo lunático.

Peter había sido el encargado de cuidar de Hamish aquella noche, así que metió una mano dentro del bolsillo de su túnica para sacarlo y ponerlo en la cama. Remus acercó una mano torpemente para poder acariciar sus espinas rojas con dorado.

— ¿Lobo no comer?

— No, Rem —Sirius le tomó de la mano para estabilizarla— Sabes que jamás dejaríamos que Lunático se comiera a Hamish.

Remus sacudió la cabeza en negación y miró a Sirius como si hubiese dicho una estupidez: — No lobo Lunático. Lobo grande malo. No aquí —Señaló la ventana— Afuera.

Sirius intercambió una mirada perpleja con James y Peter, las mujeres en la habitación tensionándose.

— ¿Había otro lobo por aquí, Lunático?

— Lobo malo —Remus respondió— Afuera. Lunático oler.

El sótano que los Potter habían dado a Remus tenía una ventana en la parte superior de una de las paredes. Sirius solo podía asumir que Remus había olido al otro lobo a través de ella. Y era Remus quien hablaba, Sirius se dio cuenta. El Remus normal intentaba desesperadamente suministrarles información pese a estar en su personalidad infantil. Si otro lobo había logrado entrar...

— ¡Adelaide!

Todos pegaron un brinco cuando el señor Potter y Neil entraron corriendo a la habitación. Remus dejó salir un chillido y escondió la cara en el pecho de Sirius.

— Cállate, por favor, Harold —La señora Potter reclamó a su esposo.

— Perdón —Se disculpó, bajando la voz y observando con curiosidad la posición en la que se encontraban Remus y Sirius.

— No está en su estado mental normal —Lo riñó con fiereza Madame Pomfrey.

— Por supuesto —El señor Potter aceptó, sacudiendo la cabeza como si intentara despejar sus pensamientos— Adelaide, rompieron las barreras anoche. ¿Recuerdas que tenían un pequeño daño de cuando Sirius las golpeó al Aparecerse? Bueno, alguien literalmente les propinó un puñetazo anoche. Seguimos el rastro y creemos que fue otro...

— Hombre lobo —Terminó la señora Potter por él.

El señor Potter y Neil se le quedaron viendo.

— Remus ya nos lo dijo.

— Lobo malo. Llamar Lunático. Ven, ven —Remus añadió. Estaba temblando nerviosamente contra Sirius, y este sabía que si el Remus normal no estuviese tratando tan fuertemente de hablarles, se habría quedado mudo para no llamar la atención de miembros que no eran parte de su manada.

— ¿Ir a dónde? —Neil preguntó a su hijo adoptivo dulcemente.

— Ven, correr con luna. Alfa Oscuro te hará libre.

— ¿Alfa Oscuro?

Remus sollozó cuando Neil se acercó y volvió a ocultar su rostro. Se rehusó a seguir hablando, o incluso a moverse, hasta que los adultos abandonaron la habitación.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Sirius levantó la mirada de su revista de Quidditch tan pronto como sintió a Remus despertarse. Sus delgados brazos se estiraron debajo de las cobijas y abrió los ojos brevemente, cerrándolos con prontitud.

— Muy bien, confiesen —Remus murmuró, su voz ronca— ¿Quién mató un hámster y lo metió en mi boca mientras dormía?

— ¿Te sientes salvaje, Lunático? —Peter indagó desde donde estaba acostado en el suelo, encantado para imitar una alfombra roja con Snitches doradas. Justo ahora acababa de cambiar a un gris oscuro con pequeños baches.

— Blergh —Remus dejó salir como respuesta. Sus ojos buscaron a Sirius, quien dejó caer la revista y se movió para acostarse a su lado.

— ¿Te encuentras bien? —Preguntó, mirando a Peter antes de agarrar la mano de Remus y entrelazar sus dedos— Fue una mala transformación. Mini-tú no estaba muy contento.

— Yo... —Los ojos de Remus se abrieron de repente— Sucedió algo... tengo que decirles algo i-importante. No r-recuerdo muy bien...

Sirius lo obligó a volver a recostarse: — Está bien. Ya nos contaste. Había otro lobo.

— Lobo, sí —Remus agarró el brazo de Sirius con tanta fuerza que el último intentó no chillar— Afuera de la ventana. Me estaba llamando.

— ¿Sabes qué quería? —Peter lo interrogó, acercándose a ellos.

El rostro de Remus se arrugó en concentración mientras intentaba recordarlo, Sirius deseando decirle que no importaba.

— Es difícil. Intento repetirle la historia a mini-yo para que me ayude a recordar —Les dedicó una sonrisa forzada— Estamos uniendo los pedazos ¿Saben? Quería que me fuera con él. Dijo que había una... manada más grande. Un Alfa fuerte. Se la pasaba hablando de sangre y como los de dos piernas, humanos, serían nuestras presas y comida. É-él me prometió que yo...que yo...

Sirius sintió como un temblor lo recorría y le acarició la espalda: — Está bien, Lunático. No tienes que seguir.

Remus negó vehemente, quejándose cuando sus heridas le escocieron: — No, d-debo hacerlo —Respiró para controlar sus nervios y Sirius lo acercó a su cuerpo— Me dijo que sería capaz de vengarme de mi p-p-padre.

Se quedaron en silencio un largo tiempo, hasta que Peter habló: — ¿Vengarte de tu padre?

— De t-todo lo que me hizo cuando era un cachorro, un n-niño.

Sirius estaba intentando reconstruir todo de forma que cobrara sentido. El lobo, quien quiera que fuera, conocía a Remus en gran detalle. Sabía que era un lobo desde niño, lo que su padre le hizo, tenía contactos con una manada que planeaba matar a personas inocentes...

Los ojos de Remus estaban fijos en Sirius, observándolo con algo de alivio, mientras el último lo ayudaba a organizar todo.

— Recuerda —Remus mencionó— Que el intruso estaba limitado en lo que podía decir. El lenguaje c-canino...bueno, ya sabes cómo es.

Y entonces todo cobró sentido. Si podía traducir el lenguaje canino a humano debía ser...

— Greyback —La respiración de Sirius se atoró en su garganta.

Remus tomó demasiado aire, escondiendo la cara entre las manos: — Greyback.

— ¿Greyback? —Peter estaba sorprendido y como James escogió ese preciso momento para entrar en la habitación, su atención se quedó fija en Peter al oír el nombre.

— ¿Qué sucedió? —Cuestionó.

— El lobo —Sirius explicó— Que visitó a Lunático anoche. Era Greyback. Sabía sobre la licantropía de Remus y su padre. Le habló sobre una manada más grande que tiene un Alfa que les ayudará a usar a los humanos como comida. Pero fue un discurso canino. Debía estar hablando sobre...

— Voldemort —James entendió, asintiendo— Voldemort y sus Mortífagos.

Sirius asintió también y Peter se puso pálido, apretando la cama. Parecía a punto de vomitar y Sirius recordó entonces lo afectado que todavía estaba por lo sucedido con Rowan y su madre. Peter ni siquiera podía consumir carne sin llamarla "cadáveres quemados".

— Querían que me les uniera —Remus habló, su voz fuerte pese al miedo en el rostro de Peter— Me ofreció el hacerme "parte de la manada" y v-vengarme de papá. Por eso supo q-quien era. Greyback o-odia a papá. La razón por la que nos atacó a mamá y a mí fue para v-vengarse de que papá lo pusiera en el ala de alta seg-seguridad de San Mungo.

— No lo entiendo —Susurró Peter— ¿Por qué querría, que tú entre todo el mundo, te le unieras? Eres solo un niño.

— Tengo dieciséis.

— Eso es ser solo un niño.

Remus suspiró y se estiró para alcanzar una cucharilla de pociones que se encontraba tirada en la mesa a su lado. Cerró el puño y sin el menor esfuerzo la aplastó hasta que quedó convertida en un montículo reluciente.

— Por eso —Peter se contestó a sí mismo.

— Si Voldemort logra reclutar a todos los hombres lobo, y otras criaturas oscuras —James le lanzó una mirada de disculpas a Remus— Que sean discriminadas, bueno, tendrá un ejército prácticamente imparable ¿No es así?

— Y Greyback tiene métodos para convencer a la gente —Sirius agregó.

— ¡Métodos! —Remus dejó salir una risita histérica— Esa cosa me quitó a mi madre. Me quitó a papá. Mi infancia. Mi vida. De no ser por ustedes, no tendría nada.

Sirius quería reponer que no era cierto, pero su mente le lanzó una imagen de Remus en primer año: Diminuto, solo y hambriento tanto de comida como de afecto, convencido y resignado a tal extremo que aguantaba cicatrices externas y emocionales. No pudo evitar preguntarse qué tan diferente sería Remus de Greyback jamás haber atacado.

— Debemos decirle a mi papá —James habló— Los Aurores deben enterarse.

— ¿Cómo terminamos metidos en algo tan serio y riesgoso? —Sirius presionó el debilitado cuerpo de Remus contra el suyo— Extraño los días en donde solo teníamos que preocuparnos sobre nuestra próxima broma y la tarea de Transformaciones.

— Creo que se llama "Crecer y madurar —Remus empezó, mucho más calmado ahora que la información se había difundido, luchando contra el tartamudeo— en medio de una guerra".

— Una guerra —Peter repitió— ¿Eso es oficialmente?

— En eso se convertirá. Puedo olerlo en el aire. Como vinagre.

Nadie discutió con el buen sentido del olfato de Remus.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

El ambiente en la casa Potter fue oscuro en los días siguientes. La recuperación de Remus fue lenta y dejó marcas permanentes. Peter pegaba saltos cuando escuchaba la carne prepararse. James pasaba el tiempo acosando a su padre para que le comentara sobre el trabajo realizado por los Aurores para contener a Voldemort y la amenaza de los Mortífagos.

Haber sido recientemente desheredado pasó a ser un tema de conversación poco importante para los demás, incluso cuando acechaba la cabeza de Sirius sin parar. Algunas veces, el saber que se había rebelado contra los ideales puristas que le habían enseñado, contra su propia sangre, lo golpeaba fuertemente en el estómago al punto que pensaba el que tenía una manzana fermentada en su interior.

Cuando lo último ocurría, escapa de los demás Merodeadores y se iba al pequeño edificio que los Potter le prestaron para que guardara su motocicleta. A veces solo observaba a Sombra de Luna, lanzándole complicados hechizos que la ayudarían a poder volar. Otras veces, incluso cuando el señor y la señora Potter se preocupaban, la llevaba a dar una furiosa vuelta por los alrededores inmensos de la mansión, sobre terrenos pedregosos a medida que el sol se escondía y le daba paso a la noche.

Varias ocasiones, su lado canino sentía los ojos de Remus sobre él encima de la baranda o a través de una de las ventanas. Remus jamás salió para estar con él. Sabía que no era lo mejor.

Él y Sirius llevaban tanto tiempo siendo parte de la vida del otro que sabían a la perfección cuando necesitaban compañía y cuando preferían estar solos. Sabían de todas las pequeñas cosas que les encantaban o disgustaban. Como Remus era demasiado orgulloso para recibir dinero, pero demasiado educado para rechazar un regalo o chocolate. Como a Sirius le gustaba criticar a su hermano, pero nadie más podía opinar al respecto. O esas ocasiones en las que Remus se encontraba encorvado furiosamente sobre un libro y Sirius sabía que no debía molestarlo, pero si se encontraba leyendo tranquilamente con su mentón recargado en una mano, podía distraerlo. Sirius compartía de todo con los demás Merodeadores a excepción de sus medias, que no se pondría a menos que estuvieran impecables y planchadas. Remus no se metía a la ducha de ver un solo cabello en el suelo o paredes. Sirius no era cosquilloso, pero si Remus pasaba sus dedos por su cabello se convertiría inmediatamente en Canuto.

Todas estas pequeñas cosas le hacían pensar a Sirius el que eran el uno para el otro, pero al mismo tiempo, se sentía tan distanciado del Sirius pre-vacaciones que ya no podía darlo por cierto. Se sentía malvado, perdido y la mayor parte del tiempo parecía que la propia sangre en sus venas intentaba huir.

Sirius amaba a los Potter, pero temía secretamente el que un día lo verían y se darían cuenta de todas las cosas que lo hacían un Black en vez de aquellas particularidades que lo convertían en "Sirius". Y un secreto mucho peor, un miedo que lo comía vivo, era el saber que un día Remus podría empezar a verlo con odio, repulsión y sospecha. De suceder aquello, Sirius sabía que no saldría con su estado mental intacto y estable.

Una semana después de la luna llena, Sirius estaba conduciendo a Sombra de Luna por el camino pedregoso de los jardines de la Mansión Potter, el trayecto siendo suavizado por la cantidad de hechizos que rodeaban a la motocicleta y empezaban a hacerla cada vez más ligera.

Era ya entrada la tarde, el sol ya casi completamente oculto, con la única evidencia de su existencia siendo una tenue línea naranja en el horizonte. El aire poseía un sabor característico del otoño que se avecinaba, hojas secas y mora azul. Le recordaba a Sirius como olía Remus. Remus, quien había intentado hablar con Sirius sobre su comportamiento errático. Remus, a quien Sirius había gritado antes de irse.

Había sentido esa mirada de resignación por parte del otro muchacho en su espalda y la culpa que lo siguió solo pudo molestar y frustrarlo peor.

No pasó mucho para que el sol desapareciese y el cielo se tornó de un azul índigo. La luna estaba medio llena y parecía un sickle contra la oscuridad que la engullía, protegida por estrellas a su alrededor. No había más luz en el campo y Sirius tuvo que mirar con cuidado mientras seguía manejando, divisando la silueta confusa de Sombra de Luna en el pasto. Aquella vista hizo que su pecho se contrajera al recordar a un Remus mucho más joven, flacucho y envuelto en oscuridad mientras pedía un deseo en sangre y sombras de luna.

Sirius disminuyó la velocidad hasta detenerse, recostándola contra un árbol. Sintiéndose en partes iguales idiota y valiente, se alejó un poco del árbol y se agachó para ver la sombra de luna que se proyectaba contra el pasto. Al no estar la luna llena, la imagen era difusa pero podía identificarla si se esforzaba lo suficiente.

Todo lo que Remus había deseado en una sombra de luna se había vuelto realidad, pensó Sirius. Tan sucias, tan desesperadas como fueron aquellas plegarias, se cumplieron de una forma u otra. Posiblemente había algo real en aquella infantil y desagradable magia de sombras que Remus inventó cuando era tan joven para conocer el peligro de tales acciones.

Justo ahora, cuando lobos invasores se metieron a la mansión, Voldemort reclutaba a menores que todavía estaban en la escuela, madres de niñas pequeñas eran asesinadas en callejones y su propia sangre intentaba escaparse de sus venas, no podía pensar en un mejor momento para intentarlo.

A mí me persiguen las sombras de luna, sombras de luna, sombras de luna —Murmuró, temiendo que si tarareaba arruinaría el ambiente— Y si alguna vez pierdo mis ojos, si el color completamente se va. Sí, si alguna vez pierdo mis ojos... Hey, ya no tendré que volver a llorar.

Sacó su varita y levantó la mano sobre el pasto, creando la silueta sobre el mismo. Preparó el hechizo de cortado en su mente.

— Si continúas con lo que pienso que harás, Sirius Black, te ataré a una silla y te pondré las medias de Quidditch usadas de Cornamenta en la boca.

Sirius saltó violentamente y giró para ver la figura de Remus al lado de su motocicleta. El corazón le repiqueteaba en la garganta, sus ojos esforzándose por divisar mejor a Remus.

— Yo no iba, ya sabes, a cortarme las venas, Lunático.

— Sé perfectamente lo que ibas a hacer —La voz de Remus estaba tensa.

Sirius se perdió unos instantes, preguntándose por qué se veía tan nervioso: — Bueno...ya. No pretendía...er...robar tu ritual o lo que sea. Solo pensé...

— Sirius...Canuto —Remus se adelantó unos pasos y se arrodilló a su lado— No necesitas pedir deseos con sangre y sombras de luna. Tú me enseñaste eso.

Viendo su mano, la cual seguía en posición, Sirius agachó la cabeza: — Pero lo hago, Remus —La apretó en un fuerte puño— Todo se cae a pedazos. ¿Qué no te das cuenta?

— Esta no es la solución —Remus se acercó y agarró su mano, poniéndola sobre su regazo y calentándola entre las suyas— Era un niño y mamá era muy joven y...rara. Un poco salvaje o p-primitiva en su propio estilo. Ambos estábamos demasiado metidos en ciertos niveles de magia que temo el haberme tropezado con algo muy grande.

— ¿A qué quieres llegar, Lunático? —Sirius sentía como algo enfermo se disparaba en su interior.

— Sangre y sombras de luna —La sonrisa de Remus era maniática. James la llamaba "Criatura oscura". Sirius odiaba aquella expresión. Lo hacía verse lejano y distante, aunque era raro que pudieran verla. Remus se controlaba demasiado— Un hechizo de niños que se pide con sangre y sombras de luna.

— No fue real, Remus —Sirius entrelazó sus dedos— Era un juego personal. Un ritual para hacerte sentir mejor.

Remus negó: — Todos los deseos que pedí se hicieron realidad. Los que me viste pedir y los que no. Pero hubo precios que pagar, como todo en la vida. Obtuve amigos, pero también enemigos. Tengo una nueva familia, pero a costas de mi propio padre. Obtuve amor, pero la persona que más amo —Pasó sus dedos delicadamente por la mejilla de Sirius— Ha sufrido por ello.

— Remus, esas son estupideces. No puedes comprobar que todo ello vino con tus deseos.

— Y tú no puedes probar que no lo hayan hecho.

— Estás cosas pasan, siempre han ocurrido, desde mucho antes de que tú te pusieras a convocar sombras de luna. Y lo que sucedió conmigo... —Sirius deslizó la mano que no sostenía la de Remus y acunó su rostro, forzándolo a acercarse todavía más— No tuvo nada que ver contigo y me rehúso a que te culpes al respecto.

— No puedes saberlo.

— ¡Si puedo! —Remus pegó un salto y Sirius bajó la voz— Si puedo. Remus, mi vida familiar era un infierno desde antes de conocerte. Muchas de las cosas que nos hicieron a Reg y a mí de niños fueron mucho peores que aquellas a las que me enfrenté en el verano. Mucho más dañinas. ¿Bien? Ahora, deja de hacerme sonar melodramático y cursi, por favor. Me doy nauseas a mí mismo.

Solo se oía el vaivén de las hojas mientras el silencio se ceñía sobre ellos.

Finalmente Remus bajó la cabeza y acortó el poco espacio que los separaba: — Por favor, solo no lo hagas. En ninguna circunstancia, ¿Bien?

— Bien —Sirius metió su varita en su bolsillo— ¿Qué estás haciendo aquí, de igual forma? El frío es espantoso y tú todavía no te recuperas por completo.

— Estoy en perfectas condiciones, muchas gracias. Y vine para ver cómo estabas. Te has ido por horas.

"No más de lo normal" Sirius pensó: — ¿Haces eso a menudo?

Remus bajó la mirada, hombros tensos nuevamente: — Perdón. Me preocupo. Esa cosa es un monstruo y no quiero que termines aplastado.

— Sombra de Luna no es una bestia. Es el epítome de gracia y clase.

— Tú igual, pero sigues siendo un monstruo.

— No sé si es un insulto o halago. ¿Entonces qué? ¿Planeabas saltar como un caballero en brillante armadura para pelear contra mi fantástica moto y sacar mi cadáver aplastado?

— Esperaba saltar antes de que te aplastaran.

— ¿La atraparías en medio del aire? ¿Súper Lunático al rescate y todo eso? ¿Te pondrías una capa?

Remus sonrió y Sirius detestó no poder divisar completamente su boca: — Peter jamás debería haberles prestado esos comics a ti y a Corna. Y sabes que lo haría para protegerte.

— Bueno, tú podrías atrapar la motocicleta en el aire —Sirius le recordó.

— Posiblemente. Apreciaría mucho que no me hicieras intentarlo en vivo y directo, pulgoso adicto a la adrenalina.

Una ráfaga los golpeó con tal fuerza que la ropa le golpeó la piel. Sirius sintió a Remus temblar contra él.

— Tú eres el idiota en este caso. Volvamos antes de que te congeles.

— No pienso subir a ese monstruo.

— Se llama Sombra de Luna. Y no lo mereces después de tratarla así. Pero podrías correr a nuestro lado.

— Idiota.

— Ridículo.

El rostro de Remus brilló traviesamente y con humor a la luz de la luna y Sirius devolvió su expresión. En ese instante, todo volvía a sentirse bien.

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