68. Hermanos y dulces explosivos

Nota de autor: ¿Es una mariposa? ¿Es un avión? ¡No! Soy yo, la traductora, que por fin regresó. Recuerden que la obra es de la maravillosa Moonsign, mientras que el mundo de Harry Potter le pertenece a una mujer llamada J.K Rowling. 

"Eres mi hermano. Te extraño cuando te vas, te odio cuando me lastimas y te amo

Por ser quien eres"

C.M

REMUS:

Los exámenes habían hecho tantos estragos al venir, que Remus ni siquiera pudo soltar un respiro cuando ya habían acabado. Las vacaciones de verano se acercaban con tal prontitud que asimilaba un tren sin frenos.

Remus deseaba ser uno de los muchos alumnos que quería regresar a casa. En vez de eso, sabía que se le venían encima semanas en las cuales debería sonreír y pretender que nada malo ocurría mientras buscaba signos de la alianza que hayan hecho los Anders con Voldemort.

Solo pensar en ello le daba mareo y nauseas, no pudiendo dormir por las imágenes que su mente le arrojaba.

Era ya entrada la noche, una semana antes del final del curso. Remus otra vez estaba despierto, su mente yendo a velocidades máximas mientras la noche se movía cual caracol. Casi salta cuando oyó las cortinas de Sirius abrirse. Había estado tan metido en sus pensamientos que ni siquiera había notado que Sirius estaba despierto.

Tras unos momentos, una pálida figura entraba a la cama de Remus, murmurando un encantamiento silenciador y acurrucándose contra Remus. Sirius empezó a darle besos por el cuello, acercándose lentamente al rostro de Remus.

— Canuto —Remus lo apartó— No me siento de humor.

Sirius escondió la cara en el cuello de Remus, respirando con dificultad: — ¿Por favor, Lunático? No quiero que hagamos nada, de verdad. ¿Solo un beso?

— ¡Te he dicho que no estoy de humor!

— No quiero pensar. ¿Por favor?

— ¡Sirius, por amor a Merlín! —Remus sacó sus brazos con brusquedad y se sentó— ¡No puedes obligarme!

Sirius se tensionó y también se sentó, su rostro adusto y pálido ante la poca luz que ingresaba: — Nunca te haría nada de eso. ¿Cómo puedes atreverte a insinuarlo?

Se veía tan profundamente herido que el estómago de Remus se retorció con dolor. Escondió el rostro entre las manos para no tener que ver aquellos irises grises: — Cielos, lo siento, Canuto. Sé que no lo harías. Solo me estresa todo lo de, ya sabes, los Anders y eso.

Miró a través de sus dedos, pero la expresión de Sirius no había cambiado.

— No eres el único con problemas —Sirius le gritó— Solo porque te hayan pasado ciertas cosas malas, no significa que los demás veamos únicamente arcoíris.

— Lo sé... —Remus empezó, pero fue interrumpido.

— No te haría daño mirar a tu alrededor por una vez en tú vida. Sabes, ¡Yo tampoco me siento muy feliz y comiendo perdiz en estos instantes!

— No dije que lo estuvieras...

— ¿Piensas que lo tuyo con los Anders es malo? ¡Te aman! ¿Qué eso no te es suficiente? Es más de lo que yo tengo. ¿A quién le importa que den su dinero para una causa estúpida? ¡Lo hacen porque te aman!

— Sirius, por favor...

— Yo tampoco quiero ir a casa —El sollozo con el que terminó Sirius hizo que el corazón de Remus se cayera al suelo.

— ¿Casa? —Se le entumecieron los labios— No puedes ir a casa. ¿No te quedabas con los Potter?

Sirius se burló cruelmente: — ¡Si hubieras pensado en alguien más que en ti las últimas semanas, sabrías la respuesta!

— Pero... yo asumí... ¿P-por qué? No p-puedes regresar allí, Sirius. ¡Te matarían!

— No, Remus. Si no vuelvo a casa, me muero.

— ¿Qué? N-no entiendo... —Remus empezaba a sentir que se perdía una gran porción de información.

Sirius giró su cabeza, su expresión finalmente suave: — No, en verdad no lo entiendes. A veces olvido que no todos tienen que sufrir las locuras de una familia purista —Su voz sonaba cruel ante las últimas palabras— Como si alguien pudiera considerar lo que hacen los puristas apropiado.

Remus abrió la boca para hablar, pero se detuvo cuando Sirius le acarició la mejilla.

— No exagero cuando digo que tengo problemas, Lunático. ¿Has oído del maleficio heir officium? —Remus negó— No me sorprende. Ya casi no lo usan, solo las familias tradicionalistas. Lo inventaron para impedir que los hijos primogénitos huyeran y desertaran a sus familias, teniendo que quedarse a heredar una vez que muriera el padre —Sirius lucia enfermo— Yo siempre he sido un heredero rebelde, así que papá me lanzó el maleficio para poder controlarme.

Sintiéndose absolutamente asqueado, Remus agarró con fuerza la rodilla de Sirius: — ¿Qué hace? El m-maleficio, me refiero —Quería sonar calmado y alentador, aunque el tartamudeo aparecía en los peores casos.

— Si no paso todo un mes en la casa todos los años, papá tendrá la facultad de castigarme como le plazca. Sin importar dónde estoy, sin dejarme oportunidad para responder.

— ¿C-castigarte?

— Con cualquier cosa: crucio, maldiciones cortantes, romperme los huesos, todas las anteriores. Solo debe detenerse ante la maldición asesina —Sirius le dio una rota sonrisa— Un heredero muerto no es de utilidad para nadie. Es mejor tener un títere de carne y hueso.

La mente le quedó completamente en blanco por el horror. Le agarraba tan fuertemente que suponía el que lastimaba a Sirius: — ¿Qué vamos a h-hacer?

Sirius gentilmente hizo que Remus lo soltara, acercándose para abrazarlo. Remus se acurruco contra el pecho de Sirius, inhalando profundamente aquel característico aroma de tormenta mezclado con la ropa recién lavada y noches sin dormir.

— No podemos hacer nada, Lunático. James y yo fuimos a ver a Dumbledore hace unas semanas mientras tú estabas en la enfermería. No queríamos preocuparte. Ya sé que estabas muy mal —Acercó su nariz al cabello de Remus en un gesto muy canino— Pero te ibas a enterar tarde o temprano, y esta noche yo ya no podía dejar de pensar...

Moviéndose con rapidez, Remus apretó con cuidado el torso de Sirius: — ¡Eres un idiota! Estaba siendo un tarado y ridículo. Debes sacarme de esos humores cuando me caen encima. En serio, Canuto. Lo lamento. Y encontraré la forma de quitarte ese maleficio incluso si muero en el intento.

— ¡No! —Sirius sacudió a Remus— Te lo dije, hablé con Dumbledore y McGonagall. Ambos dijeron lo mismo. La única forma de romper el maleficio es si mi padre me deshereda oficialmente. Y si todavía no lo ha hecho, no tengo la menor idea que más puedo hacer este verano para lograrlo.

— ¿Así que simplemente irás a casa en verano sin que nadie pueda hacer algo? —Remus agradecía el que Sirius hubiese puesto un encantamiento silenciador, porque se iba a poner a gritar.

— No, por supuesto que no harán eso. Intentan pensar en algo. Y si demoran más de un mes y no he podido escapar para ver a los Potter, entonces traerán a toda las fuerzas de Aurores para sacarme.

— ¿Por qué no lo pensaste antes? —Remus indagó— Si hubieses avisado con tiempo, habríamos tenido más tiempo para ayudarte.

— Honestamente, lo había olvidado —Sirius confesó— Ni siquiera recuerdo cuándo me lo lanzaron. Solo sé que mi padre lo mencionó una vez.

— Un mes —Remus se acurrucó mucho más cerca— ¿Sabes todo lo que podría suceder en ese mes?

— Claro que lo hago —Su voz sonaba tensa— ¿Crees que me la pasé durmiendo todo el verano anterior?

— No quiero que vuelvas nunca allí.

— Estaré bien, Lunático. Soy un Merodeador. Siempre saldremos adelante, ¿O no?

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Al día siguiente era sábado, así que cuando Remus despertó, Sirius ya no estaba.

— ¿Has visto a Canuto? —Preguntó al James que salía del baño, arreglándose la mojada maraña de pelo frente al espejo.

— Teníamos práctica de Quidditch, ¿recuerdas? Volví a bañarme aquí porque los demás se tardaban demasiado. Canuto dijo que quería tomar un paseo —Miró a Remus por el reflejo del espejo— ¿Hablaron anoche?

— ¿Por? —Remus se preocupó súbitamente— ¿Se veía molesto?

— No, amigo. Estaba más relajado, de hecho. Ha estado muy estresado por las vacaciones. De eso hablaron ¿Cierto?

Remus asintió: — Me siento terrible por no haberlo notado.

James se encogió de hombros, pasándose los dedos por su cabello: — Tienes tus propios problemas.

— Es mi novio. Debí saber que algo andaba mal.

— Posiblemente —James dejó de molestarse el cabello, girando para verlo— Pero nadie te culpa por ello.

La forma en que lo dijo hizo pensar a Remus, quien analizó la expresión de su amigo: — Tú lo haces.

— No es cierto.

Con súbito interés en el suelo, Remus evitó la mirada de James.

— En verdad no lo hago, Lunático —Una mano lo agarró con fuerza del hombro— Al principio sí, pero fue Colagusano quien me hizo cambiar de opinión.

— ¿Colagusano?

— Lo sé. Siento que no le damos el crédito que merece. Me hizo caer en cuenta de que Canuto y yo nos comportamos como idiotas las últimas semanas y que no podíamos culparte por querer estrangularnos.

— Peter percibe muchas cosas. A veces olvido eso.

— Todos lo hacemos. Y sé que no hemos sido justos contigo, amigo. Sé que debe ser difícil el que seas un prefecto y nuestro amigo. Hacemos que rompas las reglas muy seguido.

— Nunca me han pedido eso.

— No tenemos que hacerlo. Siempre lo haces.

Remus suspiró y giró para salir del dormitorio: — Iré a buscar a Canuto. ¿Dónde está Colagusano, de igual forma?

— Ah, eso. Probablemente deba ir a despegarlo.

— ¿Despegarlo?

— Bueno, no recibí muy bien sus opiniones al principio. Necesité tiempo para pensarlo.

— ¿Despegarlo de dónde? —Remus demandó, su voz peligrosamente cerca al regaño.

— El arco de la puerta principal al Gran Comedor. Hay un plato de comida cerca de él y le paralicé la cara para que no pueda comer.

— ¡Cornamenta, eso es terrible! ¡Ve y despégalo de inmediato! Y haz algo muy bueno por él, para reponer el que te comportas como un idiota.

— Sí, voy en camino. Buena suerte con el Pulgas.

— Colagusano. Ahora.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Sirius estaba sentado bajo el sauce de Los Merodeadores cerca al lago. Chupaba una "Explosión de sangre" mientras miraba el agua. Remus, moviéndose tras él, siguió su mirada hasta un grupo de chicos de Slytherin de tercero que jugaban Goobstones sobre unas piedras. La figura de oscuro cabello se reconocería a millas de distancia.

— ¿Te sientes bien, Canuto?

Sirius saltó y giró a verlo, su rostro inmediatamente rompiéndose en una sonrisa. Sus labios, dientes y lengua estaban completamente rojos.

— Pareces un espíritu demoniaco —Remus comentó, sentándose junto al animago.

Sirius bufo: — ¿Te excita?

— Totalmente. Como hombre lobo, mi pareja natural es un espíritu demoniaco.

— ¿Quieres besarme?

— Ahora que lo preguntas, no exactamente. Eso que estás comiendo sabe horrible.

— No tienen sangre realmente, para que sepas. Solo te hacen lucir como si la hubieras bebido.

— Ese es mi punto. Desagradable.

Sirius se encogió de hombros y retomó la tarea de comerse el dulce, girando para seguir observando el lago. Los Slytherin ya habían terminado su juego, ahora regresando al colegio en diferentes grupos.

— Me enteré que Corna y tú pegaron al pobre de Peter a la puerta del Gran Comedor esta mañana.

— Nos estaba riñendo. Me harta su voz cuando se pone mandón.

— Es tú amigo, Canuto. Nunca pegarías a Cornamenta o a mí a la puerta.

— Podría amarrarte a una cama —Le regaló una sonrisa traviesa y roja, Remus teniendo que convencerse de que no le parecía caliente.

— Sirius.

— Lo sé, lo sé. No debí hacerlo —Sirius bajó la mirada a donde sus manos jugueteaban con el pasto— ¿Crees que soy un mal hermano? —Preguntó de repente, sin levantar la vista.

Remus se quedó en silencio, sin saber realmente que decir: — ¿Si tú qué?

— Regulus. No era así cuando éramos jóvenes. Me hace pensar el que si yo hubiera sido...ya sabes... un mejor modelo a seguir, no habrían podido corromperlo.

— Fuiste un buen modelo a seguir, Sirius. No es tu culpa.

— ¿Entonces la culpa es suya? —Sirius preguntó duramente.

— ¡No, no! Por supuesto que no —Remus se pasó una mano por la cara, frustrado— No es culpa de ninguno de los dos. Son niños que crecieron en un ambiente tóxico e hicieron lo mejor que pudieron para sobrevivir. Tú te rebelaste, Regulus se adaptó. No es culpa de nadie más que de sus padres.

— Pero si yo...

— Lo dijiste una vez, amor. Regulus es un seguidor, como Peter. No es su culpa, solo parte de su personalidad. No lo hace mala persona.

Sirius lo miró, sus ojos llenos de una esperanza que rara vez Remus veía: — Seguramente este verano logre que recapacite.

— Seguramente —Remus intentó no sonar preocupado. Sirius evidentemente lo notó.

— Estaré bien, Lunático.

Sin poder contenerse, Remus acortó el espacio entre los dos y besó a Sirius con todo lo que tenía, saboreando la "Explosión de sangre" que manchaba sus labios. Sirius gimió y lo acercó aún más.

Una capa en movimiento alertó a los sensibles oídos de Remus, quien se alejó de Sirius inmediatamente y agarró la varita que tenía puesta en su oreja. Atacó a los chicos de Slytherin antes de que tuvieran opción de gritar.

No es como si lo hubieran podido hacer. Estaban congelados por la sorpresa mientras veían a Remus y Sirius, sin ningún esfuerzo de ocultarlo.

Remus reaccionó por instinto, apuntando la varita a cada uno de los chicos y exclamando: — ¡Obliviate! ¡Obliviate! ¡Obliviate!

— ¡Remus, DETENTE!

Remus se congeló, su varita sobre el último chico, una cara aristocrática que estaba asustada y pálida. La mano de Sirius estaba sobre su muñeca.

— ¿Qué demonios piensas que haces? —Sirius clamó, sus ojos no abandonando al aterrado Regulus— ¿Sabes lo peligroso que es ese hechizo? ¡Pudiste haberles hecho un daño permanente!

— Ellos...el-ellos... —Remus empezó a temblar a medida que la adrenalina le abandonó el cuerpo. Vio a los Slytherins, menos Regulus, todos parpadeando con asombro y empezando a caminar al castillo como si nada hubiese ocurrido.

— ¿Regulus? —Sirius bajó la varita de Remus— ¿Estás bien? —Se acercó al mismo tiempo que Regulus retrocedía.

— ¡No te atrevas a tocarme, pervertido!

— Reg, por favor.

— Eres incluso más repulsivo de lo que pensaba. Y pensar que somos... —Regulus parecía a punto de vomitar y siguió retrocediendo.

— Por favor no le digas a nadie —Sirius rogó.

— ¿Acaso piensas el que ansío que la gente sepa que tengo una aberración como hermano? ¡Aléjate de mí, Sirius! —Se dio la vuelta y salió corriendo rumbo al castillo.

Remus y Sirius se quedaron en silencio por un largo tiempo. Finalmente y soltando un gran jadeo, Remus dijo: — Perdóname, Canuto.

Sirius lo miró, las lágrimas amenazando con salir a flote: — ¡¿Qué, en nombre de Merlín y Mordred, está mal contigo, Remus?! ¡No puedes simplemente lanzar Obliviate a la gente!

— El-ellos hubieran dicho...

— ¿Borrarles la memoria, Lunático? —Sirius le agarró de los hombros— Y no me refiero solo al hechizo. Tú cara. Por un momento pensé que harías algo más grave que borrarles la memoria.

Remus sintió algo dentro de sí. El lobo gimiendo tristemente en su cabeza. Lunático malo. Lunático sentirlo. Lunático débil. Se obligó a bajar la cabeza con sumisión cuando sus instintos atacaron. Canuto era el Alfa de su pequeña manada.

— Oh, no, Lunático. No hagas eso. Dios... —Sirius se acercó y lo abrazó, poniendo su rostro contra el cuello de Remus. Con un tembloroso respiro, la tensión abandonó los miembros del chico y se relajó en los brazos del muchacho.

— Perdón —Murmuró— Solo reaccioné.

— Y es algo que no puedes simplemente hacer, Lunático. Tú, entre todas las personas, no puedes simplemente reaccionar. De no saber que puedes realizar el hechizo desde que tenemos once, me habría muerto del susto.

Remus levantó la cabeza con sorpresa: — ¿Cómo sabes que puedo hacerlo desde primer año?

— James y yo te vimos. Casi nos orinamos del susto.

— Por eso no querían ser mis amigos —No fue una pregunta.

Sirius recargó su mejilla sobre el hombro de Remus: — Me asustaste tanto a mí como a Reg, pero admito que no sé qué hubiera hecho de otra forma. ¿Tienes alguna idea de cómo tratan a los homosexuales en el mundo mágico?

— Si es parecido a como tratan a los hombres lobo, entonces me siento bien en la ignorancia.

Sirius suspiró: — Desearía poder congelar el tiempo. Solo quedarnos aquí y no tener que pensar en nada más.

Remus no respondió. No sabía que decir. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top