42. ¿Conquista o conquistador?
Nota de autor: Al ser la traductora, debo informar que el fanfic pertenece a Moosign así que ELLA es quién los hace sufrir, no yo. El mundo pertenece a J.K Rowling. De paso y para que no hayan confusiones, esto ocurre durante las semanas después de que Sirius sepa que Remus lo ama y el día en que Lily y Sirius discuten en la biblioteca.
"Creo que sé de quién es este bosque.
Su casa, sin embargo, está en el pueblo.
Entonces no verá que me detengo
A contemplar el bosque bajo nieve."
"Al detenerse junto al bosque en una noche nevada" por Robert Frost
REMUS:
Remus estaba teniendo verdaderos flashbacks con relación a su primer y segundo año durante aquellas semanas. No importaba dónde estuviera, o lo que se encontrara haciendo, podía sentir los ojos de Sirius observándolo, analizándolo, hasta que Remus debía obligarse a no sonrojarse ni apartar la mirada.
Al principio, Remus temía que Sirius hubiese descubierto su secreto, pero descartó la idea al darse cuenta de que la mirada del chico no era asqueada ni molesta; simplemente era una mirada realmente profunda. Remus estaba desesperadamente intentando esconder cualquier signo de sus sentimientos a su amigo. Sirius era brillantemente inteligente, y siempre que se trataba de Remus era bastante observador. No podía arriesgarse a cometer un error. Ni siquiera una sola vez.
Lily también había notado el nuevo (O para él antiguo y renovado) comportamiento acosador de Sirius. Dos semanas después de que las miradas comenzaran, ella pidió a Remus conversar después de su clase de Runas Antiguas y levantaba sus cejas en tono seductor.
— ¿Qué? —Remus reclamó defensivamente— ¿Hay alguna otra cosa que sospeches de mí y quieras informarme?
Lily rodó los ojos: — Hombres, ¡Honestamente! Y se atreven a decir que las mujeres somos delicadas —Puso su mano sobre el brazo de Remus para impedir que huyera— Black te ha estado observando demasiado.
— ¿Piensas que yo no lo he notado? —Remus se quitó su mano de encima— El idiota ha tenido sus ojos pegados a mí por dos semanas. Estoy a punto de arrancarme la piel.
— Pensé que te fascinaría el que te mirara tanto.
Remus bufó: — ¿Por qué demonios me gustaría que hiciera eso?
— Bueno... —Lily parecía por primera vez en su vida confundida, viendo aquella pregunta como algo inesperado— Ya sabes, si ha empezado a mirarte, posiblemente él... —Bajó la voz— ...también gusta de ti.
Remus negó: — Error. Hizo lo mismo durante primer y segundo año, observarme y observarme hasta que cometí un desliz y supo lo de mi padre.
— Sí, pero —Otra vez Lily encaminaba la conversación por una ruta que ella no entendía— Posiblemente si se te queda viendo más tiempo se dará cuenta de lo tierno y sexy que eres y comprenderá el tiempo que ha perdido con chicas en lugar de conquistarte para cargarte en sus brazos viriles y llevarte a dónde sale el amanecer.
Gruñendo, Remus recargó su cabeza contra el muro de piedra en el corredor y pasó sus fríos dedos por su cabello: — Estás completamente cegada por tus tontos ideales románticos sobre cómo funciona la vida real —Recriminó a Lily, mirando alrededor para asegurarse que estaban solos— Piensas que todo son flores y rosas mientras te declaran amor eterno. No es así. La vida real es ver a tu madre morir frente a ti y no poder hacer nada para salvarla. La vida real es tener un padre que te desprecia tanto que solo puede mirarte para asestarte un golpe con el atizador de plata. La vida real es enfermarte todo el tiempo, sentir dolor todo el tiempo y...y...amar a la gente como no deberías. Y la triste verdad en todo esto es que no puedes simplemente esperar a que por tenerte respeto inmediatamente te amé también.
Lily presionó sus labios tan fuerte que se volvieron blancos y desvió la mirada. De repente sintió simpatía por ella. No era culpa de ella el no saber esas cosas. No podía restregarle el que ella había tenido una vida fácil, llena de amor mientras que él sería dejado de lado cuando sus amigos avanzaran.
— Lo lamento —Remus la agarró de los hombros y se agachó para poder verla a los ojos— No debí haber dicho eso. La verdad es que olvidas muchos datos simples. Uno: No soy tierno, mucho menos sexy. Dos: Sirius Black es totalmente heterosexual. Y tres: Si alguien fuera a conquistar a otro para cargarlo en brazos sería yo, por supuesto, mucho más carismático, rudo y fuerte de lo que aparento —Le guiñó un ojo y se forzó a sonreír.
Lily le dedicó una débil sonrisa y retuvo un sollozo: — Tú también olvidas datos bastante simples —Lo corrigió— Uno: Sin importar cuanto lo niegues, eres demasiado tierno y sexy. Dos: No tienes ninguna prueba válida para argumentar que Sirius Black es cien por ciento heterosexual. Además, incluso yo sé cuántas excepciones él hace por ti. Y tres: En mis más recónditas fantasías de ir a dónde sale el amanecer, tú eres definitivamente la conquista.
Cuatro chicos de Ravenclaw corrieron por el corredor, pasaron por delante de ellos, y se dirigieron al Gran Comedor llenos de la urgencia por comida. Remus metió sus manos en los bolsillos y se alejó de la pared para emprender el mismo camino. Lily se apresuró a seguirlo.
— Cree lo que quieras —Remus dio por zanjada la discusión— Yo ya sé cómo son las cosas.
— Voy a ayudarte —Ella replicó, su voz cargada de testarudez.
— No te atrevas —Remus le advirtió, completamente aterrado e imaginando las cursis tarjetas de San Valentín dirigidas de él a Sirius por Lily. Solo pensarlo le daba un ataque.
— ¡Dame algo de crédito! —Lily parecía leer sus pensamientos— Yo puedo ser sutil, para tu información.
— No he visto evidencia de ello hasta la fecha.
— ¡Oye, Lunático! —Remus giró y se dio cuenta de que Sirius y James venían detrás, casi trotando para seguirles el paso. Lily dejó salir un suspiro exasperado y se apresuró a camuflarse en un grupo de chicas de Hufflepuff quienes iban por el corredor de Transformaciones.
— ¿Hablabas con Evans? —James preguntó con emoción.
— No. Solo disfrutábamos de mover nuestras bocas de arriba abajo para ver quién imitaba mejor a un pez dorado. Es parte de nuestra tarea para Runas Antiguas.
— Ouch —Dijo James— ¿Qué te mordió el trasero?
Remus les dirigió una mirada disgustada: — Estaba hablando con Evans, ¿Cómo esperas que me encuentre de buen humor?
James lo miro sorprendido: — Estabas hablando con Evans, Remus. Deberías sentirte honrado y extasiado.
— Fastidiado y apático, más bien —Sirius lo corrigió— ¿Cómo va todo, Lunático?
— Bien —Remus respondió, luchando por contener la sonrisa que deseaba aparecer en su rostro, al ver cariño genuino en los ojos del chico que amaba. Se preguntó si había fracasado cuando Sirius estudió su expresión con mayor detenimiento.
— Genial. Vayamos a comer, ¿Eh? Si no como pronto, juró que me desmayaré y entonces tú, señor Lunático, tendrás que cargarme en tus brazos al Gran Comedor.
— Naturalmente —Remus aceptó, rodando los ojos. Él es la conquista, sin lugar a dudas.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
— ¿A dónde va? —Peter preguntó, viendo a Sirius desaparecer con prontitud del Comedor.
— Está siguiendo a Evans —James habló, con un tono bastante acusador— ¿Qué quiere de ella?
Remus no dijo nada, pero sintió una piedra instaurarse en su estómago. ¿Había Lily organizado una reunión con Sirius? ¿Iba a decírselo? Por favor hagan que mantenga la boca cerrada, rezó silenciosamente a quien fuera el que lo escuchará.
Siguió a James y Peter monótonamente a la torre de Gryffindor, ignorando las quejas de James sobre tarados traidores, quienes probablemente, justo ahora, invitaban a salir a la chica de su mejor amigo. Peter intentaba vagamente el consolarlo pero su concentración estaba en quitarse una mancha de sopa de tomate de la camisa con excesos de saliva.
Viendo arder el fuego en la sala común, Remus ignoró los intentos de sus amigos de hacerlo jugar una partida de Snap explosivo. Su estómago se tensionaba y liberaba, y deseaba no haber comido tanto en la cena. Su ritmo cardiaco no disminuía a lo normal. ¿Qué sucedería si Lily, con sus buenas intenciones pero vista gorda, le decía a Sirius su secreto?
Pasaron horas antes de que Sirius regresará. Remus todavía se acurrucaba incómodamente frente a la chimenea, viendo las llamas hasta que sus ojos se desplazaron a la puerta que estaba abriéndose con un montón de protestas de la dama gorda. Sirius entró cual tormenta y se detuvo al ver que Remus se encogía asustado en el suelo. El chico pelinegro hizo una mueca de profundo desagrado y se giró para subir con prontitud las escaleras en camino a los dormitorios sin dirigirle la palabra. Mientras caminaba, Remus olfateó a Lily en sus túnicas.
Remus juró que se iba a morir. Honestamente lo creía. Aquel agudo dolor en su pecho solo podía ser signo de un ataque cardiaco; y el retorcijón en su estómago fue tan fuerte que tuvo que dirigirse a los baños más cercanos, que pertenecían a los de primer año, y abrir la puerta de un golpe. Cayó de rodillas y vomitó todo lo que había comido en la cena. Las náuseas no se detuvieron. Incluso cuando los músculos de su diafragma gritaban de dolor y su garganta quemaba por la bilis, continuó vomitando.
Lágrimas se derramaban por sus mejillas, aunque no sabía si eran reflejo del vómito o el enorme y fuerte dolor en su pecho al recordar la expresión de Sirius al mirarlo.
Lo sabe. ¡Oh Dios, Oh Merlín! ¡Lo sabe, lo sabe! Lily se lo ha dicho y ahora me tiene asco.
— ¿Lunático? —La voz de James sonaba preocupada y Remus lo sintió poner una mano en su espalda. Las arcadas disminuyeron y Remus presionó su frente contra la porcelana fría del escusado mientras jadeaba de dolor y miseria— Por Merlín, Remus. ¿Qué ocurre? ¿Quieres que traiga a Madame Pomfrey?
Remus dejó salir una risa histérica, mezclada con un sollozo. Madame Pomfrey no podía curar esto. Negó con la cabeza sin levantarla.
— No lo comprendo —Peter estaba asustado— La luna llena está muy lejos.
— Lunático también tiene derecho a contraer enfermedades normales —James le recordó. Observó a Remus de nuevo— Sabía que estabas mal desde la cena. ¿Quieres ir a dormir?
Remus no quería. No se sentía capaz de mirar a Sirius a la cara nunca más. Pero tampoco podía esconderse en los baños de primer año toda la noche.
James y Peter lo ayudaron a ponerse en pie. Bebió agua de una tapa, ni siquiera importándole lo lobuno que se veía al hacerlo, y emprendió su camino al dormitorio con sus amigos a cada lado, tratando de ignorar las miradas de pesar que le dedicaban muchos Gryffindors en la sala común.
Sirius había corrido las cortinas de su cama cuando ellos entraron a la habitación.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Si Remus tenía alguna duda de que Sirius sabía todo, las confirmó con el curso de los días. Sirius lo evitaba a cualquier costo, y cuando sí le hablaba, era corto y distante. Remus sentía que todo su mundo se prendía en llamas y no había agua para apagarlo. Cada mirada asqueada o palabra seca lo cortaba como un cuchillo muy profundo. Si había pensado el ya haber sufrido demasiado, no estaba remotamente cerca.
Lo que hacía todo peor era el hecho de que Sirius también descargaba su ira contra los demás Merodeadores. No era tan grosero con ellos como con Remus, pero podía ver el dolor y la confusión en los rostros de James y Peter cuando Sirius explotaba. Saber que era su culpa solo lo ponía peor.
Dejó de hablar después de un tiempo, y dado que su sola presencia molestaba a Sirius, decidió refugiarse en la biblioteca, escondido bajo las mesas, y tratando de pensar en los buenos momentos que había tenido con Los Merodeadores. Ya todo se había terminado. ¿Qué no había dicho a Peter el miedo que tenía sobre el momento en que giraran y descubrieran el monstruo que tenían de amigo?
Fue un tonto por creer que tardarían más tiempo.
Sabía que Madame Pomfrey estaba preocupada. El metabolismo de los hombres lobo era veloz y requería de bastante comida, pero no era capaz de alimentarse, y en tan solo tres días su peso se deslizaba cual líquido. Cuando fue a que le aplicaran la poción removedora de cicatrices, Madame Pomfrey lucía bastante asustada mientras exigía saber que ocurría.
No fue capaz de contárselo, sin embargo, y ella no pudo cancelar su conferencia en San Mungo para mantenerlo en observación. Sus instrucciones sobre el que pidiera ayuda a sus amigos para aplicar la poción mientras ella no estaba le dieron más risa que antes.
Fue en la tarde del cuarto día de aquella horrible semana cuando James lo encontró escondido bajo una mesa en la biblioteca, acurrucado en el suelo, medio dormido, con Hamish recostado sobre su estómago.
— ¿Lunático?
No se movió ni abrió los ojos.
— Lunático, por favor dime algo. ¿Has peleado con Sirius? ¿Qué sucedió? No lo entiendo. ¡Por favor dímelo!
En lugar de sentarse en una silla, James se metió debajo de la mesa y se sentó con su espalda contra Remus. Remus no pudo evitar agradecer aquel calor corporal. Se preguntaba el si ya James ya sabría la verdad sobre lo que era. ¿Se sentaría tan cerca de ser así?
— Me preocupas, Lunático —Susurró— Quiero decir, también me preocupa Sirius, pero me importas más tú. Es como si otra vez estuviéramos en primer año cuando no hablabas con nadie.
Esperó la respuesta, pero nunca llegó.
— ¡No me hagas esto! —James le rogó, su voz rompiéndose ante todas las emociones que reprimía— Sabes que pasará. Morirás la siguiente luna llena de seguir así. Sabes que lo harás. Por favor no te mueras.
Remus se removió un poco y suspiró, moviendo el suave pelaje de Hamish con su aliento: — El bosque es bello, lóbrego e inmenso. Pero tengo promesas que cumplir, y mucho más por andar para dormir. Y mucho más por andar para dormir.
— ¿Qué? —James se dio la vuelta y lo agarró por los hombros— ¿Qué significa eso, Lunático?
— Es un poema que mi mamá solía recitar. Desearía que ella estuviera aquí.
— ¿Qué ocurre? Remus, por favor dime qué sucede.
Pero Remus no dijo nada más, y James se quedó con él mientras silenciosamente se iba a dormir.
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