41. El segundo secreto

Nota de autor: Moonsing escribió el fanfic y J.K creo el universo, yo solo he de traducirlo para que ustedes sufran conmigo.

"Te tengo para sujetar mi mano

Te tengo para entenderme

Te tengo para caminar conmigo

Te tengo para hablarme

Te tengo para besarme en las noches

Te tengo para que me abraces con fuerza

Te tengo, no te dejaré ir

Te tengo para amarme así

Cariño. Te tengo, cariño"

"I got you babe" Por Sonny y Cher

SIRIUS:

Fiel a su palabra, la siguiente transformación de Remus no fue una situación de vida o muerte cómo la anterior. Aunque Sirius sabía que su amigo todavía estaba bastante enojado con respecto a algo, ya parecía acostumbrado a ello y su voluntad de hierro lo hacía a un lado durante las transformaciones.

Mientras Febrero se iba acercando, Los Merodeadores, incluyendo de mala gana a Remus, empezaron a buscar los ingredientes para la siguiente poción que se requería para ser animagos. Incluso cuando la poción contenía algunos ingredientes bastante comunes, muchos de los otros eran corrosivos, volátiles y tan poderosos que solo eran vendidos a pocionistas con licencia. Los Merodeadores duraron bastante tiempo en idear una forma de obtenerlos sin la necesidad de irse a comprarlos ilegalmente de algún famoso mercado negro en el Callejón Knockturn.

Un día de Febrero, justo cuando la primavera iba dando sus primeros frutos con verdes plantas floreciendo, Sirius se escondió en el dormitorio para huir de Rosemary por algunas horas. La chica ya estaba casi igual que Rebecca en lo que relacionaba a los amigos de Sirius.

Los demás Merodeadores estaban en la sala común jugando un chicos versus chicas de estudiantes de cuarto y quinto año con Gobstones, la cual Remus gracias a sus buenos reflejos estaba ganando cuando Sirius decidió retirarse.

Sirius ahora estaba sobre su cama con un libro de Encantamientos avanzados que había sacado de la sección prohibida y un reproductor de música que había conseguido en la tienda de electrodomésticos Muggle. Había durado las últimas semanas trabajando en hechizos que le permitieran funcionar en ambientes mágicos y creía que finalmente lo había logrado. No podía esperar a ver la reacción de Remus cuando viera su regalo de cumpleaños en Marzo.

Tomó aire profundamente y realizó el último hechizo, asegurándose de realizar el movimiento de varita perfectamente. El mínimo error arruinaría su progreso de semanas. Después de unos segundos, un leve zumbido salió de la máquina y el pequeño botón rojo que decía "Encendido" se prendió.

Sirius dejó salir todo el aire de sus pulmones y una sonrisa victoriosa decoró toda su expresión. ¡Lo había logrado! Remus estaría tan feliz. Podría escuchar las canciones Muggle de su madre tanto cómo se le diera la gana ahora.

Sirius se arrastró hasta el final de su cama y obtuvo de su baúl una serie de cintas que Remus había escogido ese mismo día tras tanta insistencia. Eligió una al azar y vio la foto que la decoraba. Estaba en blanco y negro, totalmente quieta como acostumbraban las fotos Muggle, y enseñaba a una mujer con cabello negro que sujetaba las manos de un hombre debajo de un árbol. El título era "Míranos" e identificaba a los Muggles sentados bajo el árbol como "Sonny" y "Cher".

Abrió el lugar del reproductor en dónde iría la cinta y, tras varios botones presionados incorrectamente, logró que todo estuviera perfectamente en su sitio. Dudó unos cuantos segundos, pero al final presionó "Reproducir". Momentos largos, y que casi le arrebataron la esperanza llenaron el cuarto momentos antes de que la música saliera por los parlantes, tan clara cómo lo haría un mago con su varita.

Sirius se sintió bastante deleitado cuando las voces empezaron a cantar.

"...Cariño...Te tengo, cariño...Ellos dicen que somos jóvenes y no podemos entenderlo, y no lo haremos hasta crecer..."

Sirius se recostó y escuchó con atención. Se preguntaba si la madre de Remus le ponía está canción cuando era un niño, un pequeño y para nada lobuno Remus que tendría gigantescos ojos ambarinos y una vena traviesa que lo obligaba a hacer travesuras.

"...Cariño...Te tengo, cariño...Te tengo, cariño...Tengo flores, en la primavera...Te tengo a ti para que uses mi anillo..."

Rodó para quedar sobre su estómago y empezó a examinar las otras cintas, tratando de elegir otra al azar mientras pensaba que significado tendrían para su amigo.

"...Y cuando estoy triste, actúas como un payaso...y si tengo miedo, siempre estás alrededor...Así que déjales decir que tu cabello es muy largo porque a mí no me importa...contigo nada puede salir mal..."

Sirius frunció el ceño y las palabras de la canción detuvieron sus pensamientos. Le sonaban bastante familiares y no podía quitarse de encima la sensación de haberlas escuchado en otra parte.

— Cuando estoy triste, actúas como un payaso —Repitió en voz alta, tratando de acordarse— Y si tengo miedo, siempre estás... —Se detuvo cuando por fin pudo recordarlo. Su mente lo llevó a una noche en la biblioteca cuando Remus estaba escondido debajo de una mesa enfermo, asustado y creyendo firmemente el que moriría esa noche.

¡Dímelo, Lunático! ¿Por favor? —Había rogado, y estaba seguro que algo dentro de Remus se estaba rompiendo. Estaba seguro de que Remus le diría su secreto. Pero su amigo no le confesó nada. Solo le había dicho algo confuso.

Sirius, no sabes lo mucho que significa para mí, todo lo que haces por mí. No importa qué, siempre estás ahí para mí. Cuando estoy triste, actúas como un payaso para animarme. Cuando tengo miedo, siempre estás alrededor para ayudarme a luchar con mis demonios.

Sirius muy lentamente presionó el botón que decía "Retroceder" y luego volvió a darle "Reproducir", su corazón martilleando aunque no estaba muy seguro del por qué. Sentía que estaba a punto de descubrir algo realmente importante, y que solo podría lograrlo si le encontraba sentido a aquellas palabras.

"...Estoy triste, actúas como un payaso...y si tengo miedo...siempre estás alrededor...Así que déjales decir que tu cabello es muy largo porque a mí no me importa..."

Sirius se sentó derecho mientras la canción continuaba reproduciéndose y trató de organizar sus pensamientos. ¿Qué significaba? ¿Era una coincidencia? No importaba lo que se dijera, Sirius no podía dejar de pensar en Remus solo debajo de la luna, cantando canciones Muggle y deseando en sangre y sombras de luna. Para Remus, las canciones Muggle eran algo sagrado. Eran la única conexión que tenía con su pasado y su madre. Sirius sabía que no era una coincidencia el que Remus usará esas precisas palabras, y el que antes hubiera elegido esa precisa cinta para comprarla cuando Sirius le dijo que escogiera su música favorita. Entonces ¿Qué trataba de decirle Remus en su forma única y excéntrica?

"...Te tengo para besarme en las noches, te tengo para que me abraces con fuerza...Te tengo, no te dejaré ir...Te tengo para amarme así..."

Por segunda vez, Sirius sintió un retorcijón en el estómago y su garganta se secó mientras volvía a presionar el botón de "Retroceder".

"...Te tengo, no te dejaré ir...Te tengo para amarme así...cariño...Te tengo, cariño...Te tengo, cariño..."

— Te tengo, no te dejaré ir —Susurró para sí mismo, su dedo tembloroso presionando el botón de "Pausa"— ¿Qué demonios está sucediendo?

Ya casi es luna llena, mejor déjame ir.

¡Nunca! ¿No lo recuerdas Lunático? Me lo dijiste una vez. Te tengo. No te dejaré ir.

— Maldita sea, Remus —Sirius gruñó, la frustración llenándolo completamente— ¿Por qué debes ser tan jodidamente complejo? ¿Qué quieres que averigüe con lo que me has dicho?

Y entonces la realidad lo golpeó con fuerza. Remus no quería que él lo averiguara. No esperaba que Sirius lo logrará. Nunca se esperaría que Sirius tuviera paciencia suficiente para arreglar el reproductor de música, incluso cuando él no sabía nada al respecto. Lo que había dicho a Sirius en esa noche fue una táctica para despistarlo; algo importante que había querido decirle mediante una indirecta en caso de morir.

"No lo dijo para mí" Sirius se dio cuenta, con el aliento atorado en su garganta, "Lo dijo para sí mismo. Era algo que necesitaba confesarme, pero no quería que yo lo entendiera. Fue otro de sus rituales privados, como cantarle a las sombras de luna. Fue algo inmensamente personal".

Maldición, soy buen en esto —Exclamó en voz alta— Y cómo la última vez, descubriré tu secreto, Remus Lupin.

Presionó "Retroceder" y escuchó atentamente la canción. ¿Qué podría decir sobre esta canción? Era de una joven pareja. También bastante vieja. Se trataba de dos personas que nadie creía funcionarían la una para la otra. Era...

"...Te tengo para besarme en las noches, te tengo para que me abraces con fuerza...Te tengo, no te dejaré ir...Te tengo para amarme así...cariño...Te tengo, cariño...Te tengo, cariño..."

...una canción de amor.

La boca de Sirius se abrió completamente a medida que empezó a comprender la situación.

Fue exactamente como aquel día de segundo año en el que descubrió que Remus era un hombre lobo. Tantos pequeños detalles, algunos que por separado no tenían sentido, empezaban a encajar en su rompecabezas.

Remus odiaba que Sirius saliera con cualquier chica, pero no parecía importarle para nada el hecho de que James jugara con Bronwyn.

El Remus post luna, un Remus que siempre bajaba todas sus defensas, obviamente prefería a Sirius más que al resto de la manada.

Una discusión con Lily Evans, en la que ella descubrió el nuevo y monstruoso secreto de Remus, había dejado al hombre lobo tan horrorizado y fuera de balance que intentó matarse durante la luna llena.

La discusión con Lily ocurrió el mismo día que Sirius se le declaró a Rebecca.

Todo apuntaba a la misma dirección, y Sirius no podía ignorar la obvia conclusión. Remus se sentía atraído por él. No, era mucho más que eso. Remus gustaba de él, gustaba de él de una forma para nada platónica. Remus era gay y estaba enamorado de Sirius.

— Carajo —Sirius susurró, sintiendo como todo su mundo se desmoronaba. No tenía la menor idea de cómo reaccionar. ¿Debería sentirse asqueado? ¿Debería confrontar a Remus? ¿Debería pretender que nada ocurrió e ignorar su descubrimiento? ¿Debería sentir pesar por Remus, quien estaba solo con el conocimiento de ser incluso más diferente a los demás y esperaba poder estar con alguien quien salía con las chicas y las desechaba cuando pasaban de moda?

Pensó en Remus la noche en que se acurrucó en la cama mientras James y Sirius lo veían con desesperación, incapaz de saber que lo había molestado tanto: — Y quiero su lástima porque es parecida al cariño, pero algunas veces no es suficiente —Remus había dicho, su voz cargada de odio— Algunas veces solo quiero que alguien alce su voz por mí y diga "Ya es suficiente para Remus. Ya es lo suficientemente extraño. Déjenlo en paz. No quiere odio, o dolor, o ser golpeado, o incluso más lástima, dado que ya se ha cansado. Y ahora solo q-q-quiere dormir."

— Ah, Lunático —Murmuró Sirius. No podía obligarse a sentirse molesto o disgustado, tan solo sentía mucha, mucha pena— Pobre chico. Al destino en verdad le gusta atormentarte, ¿No es así?

Sirius supo, entonces, que debía hacer. Pretendería que nada había cambiado. Este era el secreto de Remus, y sabía el por qué debían mantenerlo de aquella forma. Sirius actuaría completamente normal. No podía condenar a Remus por amarlo más de lo que debería. No solía importarle cuando quien gustaba de él era una chica, ¿Verdad? ¿Por qué esto sería distinto?

"Porque es un chico" dijo una parte en su interior, "Eso no está bien. Es perverso. Está mal. Tu familia ha asesinado a magos por cosas más leves que eso en su tiempo". Pero otra, mucho más grande, decía "Exactamente. ¿Cuándo tu familia ha tenido razón en algo?"

Sirius enderezó sus hombros. Presionó "Pausa" en el reproductor de música y expulsó la cinta, devolviéndola delicadamente a su estuche. Sin saber realmente el por qué, la dejó en lo más profundo de su baúl, alejada de las demás.

— ¿Sirius? —Levantó la mirada para encontrarse con James en la puerta— ¿Qué estás haciendo aquí?

— ¿Qué te parece que hago? —Sirius respondió, todavía distraído. Le señaló el reproductor y las cintas que estaban alrededor.

— No lo sé. ¿Masturbarte con música? —Sugirió James.

Sirius hizo una mueca: — ¿Solo piensas en eso?

— Nope. Algunas veces también pienso en Evans.

— Mi punto ha sido demostrado —Dijo Sirius— Eso es en todo lo que piensas.

— También pienso en bromas y Los Merodeadores —James reclamó.

— Por Merlín, por favor dime que no te masturbas mientras lo haces —Sirius le imploró— No creo que pueda digerir eso justo ahora.

— ¡Por supuesto que no! —James parecía disgustado— ¿Qué te hizo imaginar eso?

— No querrías enterarte —Sirius invitó a James a sentarse en su cama— Arreglé el reproductor de música Muggle para que pueda trabajar en ambientes mágicos —Le explicó— Se lo daré a Lunático por su cumpleaños —Incluso mientras lo decía, una parte de él se preguntó cómo Remus interpretaría el regalo. ¿Estaba Sirius accidentalmente dándole esperanzas? ¿Qué había hecho en primer lugar para que Remus gustará de él?

Para su buena fortuna, James no denotó nada raro con esa elección: — Genial. ¿En verdad funciona?

— Obviamente lo hace —Sirius respondió— ¿Por quién me tomas?

— ¿Quieres que responda esa pregunta, Canuto?

Sirius sonrió ante el uso de su nuevo apodo. Remus fue un verdadero genio al pensarlo. "Por lo menos me he dado cuenta de que no solo atraigo a estúpidos" pensó, contemplando a la vasta pero escasamente diversa mayoría de sus fans: — ¿Quieres escuchar una cinta? —Preguntó a James, sintiéndose mucho más animado al haberse acostumbrado ya a saber el nuevo secreto de Remus.

— Me gustaría, pero no ahora. Lunático subirá en un rato. Fue con Pete a ver a Madame Pomfrey para que le aplicaran la poción removedora de cicatrices. Supongo que querrás mantener tu regalo un secreto ¿Verdad?

— Sí —Sirius recogió las cintas y las dejó caer en su baúl antes de poner la máquina encima. Se giró para ver a James arrojándose sobre su cama— ¿Si te has dado cuenta de que todavía actúa extraño?

— Bueno, acaba de patear nuestros traseros en los Gobstones —James bromeó— Así que ahora se encuentra bien. Me refiero a que, obviamente estará bastante adolorido después de aplicarse la poción como siempre, pero aparte de ello... —Se encogió de hombros— ¿Mentalmente? Con Remus, eso siempre será difícil de deducir. Reconozco que algo todavía se lo está comiendo vivo y no quiere decirnos.

— Yo igual —Murmuró Sirius.

— Lunático tiene demasiados secretos —James continuó hablando— Eso no es saludable.

— Posiblemente los guarda por una buena razón.

— Pero ¿Por qué lo hace de nosotros? Somos sus amigos.

Sirius desvió la mirada: — Debe tener una buena razón —Repitió.

La puerta se abrió entonces e ingresaron Peter y Remus, el Merodeador gordito sujetando a un Remus pálido y que sudaba debido al dolor que le producía la poción en el cuerpo.

— Oigan Canuto, Cornamenta —Se dirigió a los dos chicos pelinegros a la vez que Peter lo ayudaba a llegar a su cama— ¿Oyeron que vencí a todos en Gobstones? —Sus ojos miraban directamente a Sirius cuando formuló su pregunta, una sonrisa orgullosa decorando su pálido rostro— Incluidos a los de quinto año.

Sirius vio aquellos ojos ambarinos y una ola de compasión lo bañó completamente. No era lástima, porque había demasiada admiración y respeto en lo que sentía. Podía darle a Remus esto. No le costaba nada, y sabía que significaría mucho más para el otro muchacho.

— Si me contaron —Contestó— Deberían saber mejor que nadie puede derrotar a nuestro Lunático cuando se trata de eso. Tus reflejos son demasiado buenos.

Remus parecía brillar ante el halago de Sirius y el chico se preguntó cómo nunca había notado lo mucho que sus palabras afectaban al hombre lobo. Nunca había sido un observador bueno, pero tendría que haber caminado con los ojos vendados para no darse cuenta.

Observó a James y Peter y notó que ellos no evidenciaban nada raro en la reacción de Remus.

— ¿Qué hacías aquí solo? —Remus indagó, dándole la espalda mientras buscaba su pijama.

— Masturbándose —James lo molestó.

— ¡No es cierto! —Sirius reclamó, sonrojándose como nunca antes, dado que ya era consciente de los sentimientos que Remus tenía hacía él.

— ¿En serio? —James continuó fastidiándolo— Entonces ¿Qué hacías?

— Estaba haciendo tu regalo de cumpleaños, Lunático —Sirius ignoró a James con toda la dignidad que le quedaba.

— ¿Me estás haciendo un regalo de cumpleaños? —El rostro de Remus se iluminó— ¿Qué es?

— Si te lo dijera, tendría que matarte. Y eso sería una pena, porque es realmente brillante y vas a amarlo.

— Estoy seguro de ello —Remus confirmó, poniéndose en pie y cojeando ligeramente al baño.

— ¿Cómo lo sabes? No te lo he dado todavía.

— Siempre me gustan tus regalos —Remus respondió, su mano acariciando el colgante alrededor de su cuello. Entró al baño para cambiarse, cerrando la puerta tras él.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

No fue tan simple como Sirius hubiera imaginado, esconder el que sabía acerca de los sentimientos de Remus. Ahora que tenía pleno conocimiento de que existían, se encontraba a sí mismo buscando siempre por signos que los corroboraran, y pese a que Remus era muy buen actor, veía más de ellos a medida que pasaban los días.

Ahora evidenciaba la forma en que Remus se quedaba callado cada que Rosemary u otra de las admiradoras de Sirius estaban cerca. Notaba que Remus siempre lo buscaba a él para pedirle consejos o apoyo, incluso sobre James y Peter. Nunca se perdía la forma en que cualquier halago de su parte a Remus causaba el que las angulares, y usualmente cargadas de dolor, facciones se iluminaran desde adentro, sus ojos casi brillando de alegría.

Sirius se sentía perdido y solo. No estaba seguro de cómo debería reaccionar. Deseaba más que nada el poder comentarlo con James para así poder tener a alguien que lo aconsejará, pero no se atrevía. La homosexualidad definitivamente era un tema prohibido en el mundo mágico, especialmente entre familias sangre pura en dónde la importancia de mantener la línea de herederos era vital. No sabía a ciencia cierta qué opinaba James del asunto, y se rehusaba a comprometer la amistad de Remus con los otros solo para obtener algo de paz mental.

La solución a su predicamento llegó una tarde cuando miró alrededor de la mesa durante la cena y vio a una chica con cabello pelirrojo levantarse e irse con Alice, la nueva novia de Frank Longbottom.

Lily lo sabía. Definitivamente lo sabía. Si Sirius no estaba seguro de que tuviera algo que ver su conversación con Remus al regreso de las vacaciones, definitivamente lo estaba tras el tenso intercambio de la enfermería.

— Chicos, los veré más tarde —Informó, poniéndose en pie.

— ¿A dónde vas? —Remus preguntó, su mirada dirigiéndose brevemente a la mesa de Hufflepuff donde estaba Rosemary— Pensé que iríamos a jugar una partida de Snap explosivo.

— Regresaré pronto —Sirius le aseguró— Solo quiero recoger algo —Dio media vuelta y se apresuró a cruzar las puertas del Gran Comedor antes de recibir más cuestionamientos. Vio desaparecer el brillante cabello de Lily por el corredor que daba a la biblioteca. Corrió para alcanzarla.

— ¡Evans! ¡Oye, Evans!

Ella se detuvo, rodando los ojos al darse cuenta de que se le estaba acercando.

— Necesito hablar contigo —Sirius jadeo, parando en frente de ella— Largo, Richards —Agregó para Alice.

Lily lo miró mal: — ¡No tienes derecho alguno de hablarle así a mis amigas! No quiero hablar contigo. Lárgate.

— Perdón —Sirius se disculpó, armándose de una expresión de ayuda— No quería sonar grosero. Por favor, debo hablar contigo. Es sobre Remus.

La expresión de Lily pasó a ser una de preocupación: — Se veía bien en la cena. ¿Otra vez ha enfermado?

— No, no es eso. Es por otra cosa.

Lily lució indecisa durante varios momentos antes de girarse para hablar con Alice: — Te veré en la sala común. Ojalá esto valga la pena, Black.

Alice se fue de mala gana, lanzándoles miradas sospechosas sobre su hombro a los dos.

— ¿Bien? —Lily cuestionó, cruzándose de brazos y bastante impaciente— ¿De qué se trata?

— Es sobre Remus.

— Sí, ya me lo dijiste. Apresúrate.

"No tengo la menor idea de lo que James ve en ella, bruja presumida y ególatra" Sirius pensó duramente: — ¿Podemos ir a la biblioteca? No quiero que alguien nos oiga.

— No pretenderás invitarme a salir ¿Cierto? —Ella lo examinaba con sospecha— Porque de una vez te aviso que no hay forma en este mundo de que salga con un grosero y arrogante patán como tú.

— No, por supuesto que no —Sirius respondió asqueado— Jamás le haría eso a James. Además no me gustas en lo más mínimo. Mi tipo no son las estiradas.

Lily bufó: — Un comentario más de esos y me iré. Y nunca saldré con Potter. Incluso si fuera el último hombre en este planeta.

— Bien. ¿Biblioteca? —Sirius dio un paso atrás y con exagerada cortesía señaló el lugar, anotando mentalmente el decirle a James que Lily se había referido a él como "Hombre".

Lily lo siguió hasta un escritorio vacío: — Bueno. ¿Qué sucede?

— Yo...um...Yo conozco el secreto de Luná...Remus —Escupió.

— Estoy perfectamente al tanto del ridículo apodo que ustedes le tienen —Le avisó— Y si esto es otro tonto plan para que yo confiese su secreto, pierdes el tiempo.

Sirius frunció el ceño: — ¿No me escuchaste? Ya lo .

— Excelente, ¿Cuál es?

Sonrojándose profundamente, Sirius susurró: — Creo que le gusto.

Lily se paralizó, su boca abierta. Si Sirius tenía alguna duda, había desaparecido por completo. Finalmente ella negó débilmente y respondió: — No, no lo hace.

— Nunca te dediques al teatro, Evans —Sirius le repuso secamente— Tus habilidades actorales dejan mucho que desear. Si te preocupa el que vaya a herirlo o que se lo cuente a alguien, no es necesario. Lo he sabido por semanas. Solo quiero algunos consejos, y eres la única persona que conozco que también lo sabe. Además eres una chica.

— Buena observación —Lily bramó. Después suspiró— No era mi intención decirlo de esa forma. Aunque me desagrades bastante, sé que nunca lastimarías a Remus, incluso cuando se trata de este tema. Posiblemente eso es lo que le atrae de ti. Dios sabe que no tienes más cualidades redimibles.

— ¿Qué querías decir, entonces?

— Me refería a que no le gustas, Black. Él te ama.

Ahora fue el turno de Sirius de paralizarse: — ¿Qué?

— Él te ama. No es un simple capricho como el que tú tienes con tus novias o Potter conmigo. Es verdaderamente amor. Tú entre todos los demás deberías saber que cuando Remus hace algo, nunca lo deja a la mitad. Cuando siente, lo hace con fuerza.

Sirius gruñó y estrelló su cabeza contra la mesa: — ¡No sé qué hacer! —Se lamentó— ¿Podrías decirme qué hacer? Eres una chica, ¿Cómo logro que deje de amarme?

Lily presionó sus labios y lo observó suspicazmente: —¿Quieres que deje de amarte?

— ¡Por supuesto que eso quiero! —Sirius le respondió con impaciencia— ¡No deseo que el pobre chico sea miserable y se lamente por no tenerme el resto de su vida! ¿Qué otra cosa podría querer?

— No lo sé —Lily replicó— Pensé que buscabas consejos de cómo declararle el que lo amas de pies a cabeza, de que deseas estar con él toda la vida y tener sus bebés...o cualquiera que sea el equivalente homosexual. ¿Qué crees que sería? ¿Comprar juntos una granja? ¿Criar gallinas? ¿Formar una banda? Solo Dios lo sabe.

— ¿De qué demonios hablas, estúpida? —Sirius se quedó viéndola horrorizado— ¡No soy gay! ¿Qué carajos te hizo pensar eso?

— Tal vez me equivoque —Lily se encogió de hombros, sin lucir ofendida. De hecho, parecía bastante sorprendida— Era una posibilidad lejana.

— Malditamente lejana, en eso tienes razón —Sirius concordó, sintiendo, por alguna razón, que estaba esquivando un punto importante— Ahora ayúdame con mi plan.

— Bien —Respondió, sonando a oídos de Sirius, demasiado interesada— ¿Qué te hizo suponer que le gustabas? Posiblemente si empezamos por ahí, podríamos encontrar una forma de...ya sabes...revertir el proceso.

— Bueno —Sirius se reclinó en la silla, pensando— Había una canción. Una canción de amor Muggle. Él me dedicó algunas de las palabras.

— ¿Fue eso? Y ¿Desde cuándo escuchas música Muggle?

— ¡No, no fue solo eso! La canción me hizo darme cuenta de los otros detalles.

— ¿Qué otros detalles?

Sirius bufó: — Ya sabes, las cosas que él hace. Como el que nunca quiere que pase tiempo con mi novia, pero no le importa que James lo haga con la suya. Cuando Rosemary está cerca, se enferma y parece que deseará estar en otra parte. Y siempre acude a mí en busca de consuelo, cuando está triste o...enfermo. Incluso cuando su mente no es completamente suya después de un ataque de su enfermedad, siempre me quiere alrededor. Y siempre desea estar cerca de mí, o saber dónde estoy si no me encuentra cerca. Y cuando lo halago, le digo algo dulce o lo toco, obviamente de forma amigable, él solo —Sirius buscó la palabra adecuada— resplandece.

Lily también se inclinó en su silla, luciendo satisfecha: — ¿Quieres saber qué me hizo pensar que tú también lo amabas?

— ¿Qué? —Sirius rodó los ojos, preguntándose qué tanto ella fastidiaría con su error hasta admitir que estaba equivocada.

— Fue el que tú nunca parecías querer pasar tiempo con tu novia. Cuando estás con ella, siempre parece que desearas estar en otra parte. ¿Recuerdas cuando Rebecca se enfadó contigo en la sala común? Dijo que Remus era el peor del grupo debido a que tú siempre querías saber dónde estaba y que hacía o si se estaba esforzando de más. Preferías pasar tu tiempo con él en lugar de ella.

Sirius sintió un peso en su estómago ante las palabras de la chica: — Remus está enfermo —Se defendió— Necesita que sus amigos estén pendientes de él.

— Y —Prosiguió Lily, como si él no hubiese hablado— Ella me dijo que cuando algo te preocupaba o estabas molesto, siempre ibas a buscar a Remus para que te consolara o te diera un consejo, nunca lo hacías con ella. La enojaba bastante, para tu información. Decía que ese debía ser su trabajo.

— ¡Remus es inteligente! ¡Todos siempre lo buscamos para que nos consuele o de consejos! —El tren inminente había regresado y Sirius sintió aumentar su ritmo cardiaco. ¿Qué estaba mal con él? ¿Qué estaba mal con ella? Una furia hirviente amenazaba con explotar dentro de él muy pronto.

— Y aquí te encuentras ahora —Lily siguió hablando, ciega ante el cambio en sus emociones— El heredero a la más antigua y noble casa Black, una familia que pondría a morir a cualquiera por cosas que van desde ser gay, hablando con una chica que ni siquiera te agrada en pro de ayudar al chico que dices no amar. Y cada vez que dices su nombre, o hablas de la forma en que él te necesita, tu rostro simplemente —Ella realizó una pausa dramática, en el mismo lugar que Sirius tuvo para buscar la palabra con la cual describir a Remus— ...resplandece.

Sirius se quedó mirándola, su boca abierta, completamente enfurecido porque ¿Cómo se atrevía, ATREVÍA a acusarlos de aquellas cosas? Se sentía enfermo y desorientado, y de repente lo único que ansiaba era escapar de ella y de sus...de sus...MENTIRAS.

— ¡Púdrete! —Le gritó, golpeando la mesa con una fuerza arrolladora— ¿Sabes qué? ¡PÚDRETE! Ni siquiera sé por qué escucho esto. Vine a pedirte ayuda y todo lo que obtuve fue que...fue que contarás mentiras sobre mí, me largo. ¡PÚDRETE!

Se levantó violentamente, tirando la silla en el proceso, y dejando anonadada a Madame Pince mientras abandonaba corriendo la biblioteca.

Se fue tan deprisa, que ni siquiera vio a Lily sonreír completamente satisfecha consigo misma, u oírla murmurar para sí un: — Remus, me debes un favor enorme.

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