40. La primera poción animaga
Nota de autor: Ya sabemos esto: Fanfic de Moonsing y mundo de J.K Rowling, esta belleza solo traduce. Ahora he descubierto una historia realmente bonita llamada "La galaxia más brillante" que cuenta la vida de Andrómeda y Ted y el cómo lograron enamorarse, desafiando las tradiciones de la familia Black. He notado que no hay suficientes historias de esta pareja y la verdad me ha gustado mucho la visión que tiene la autora. Su usuario es @yulia20lena4, para que le den el apoyo y disfruten de su libro.
"Por ti, un millón de veces más"
"Cometas en el cielo" por Khaled Hosseini.
REMUS:
Remus no recuperó su mente hasta después de dos días. Fue el tiempo más largo en el que tuve que permanecer en su estado infantil, y se asustó tanto del no poder recuperarse que obligó a Madame Pomfrey a que le hiciera un examen con los hechizos más complicados para un estudiante de cuarto año, solo para verificar que el daño no fuera permanente.
Madame Pomfrey fue bastante paciente con él. Cuando se rehusó a decirle que le molestaba tanto, ella no lo forzó. Le aseguró que todo estaba bien casi de forma histérica cuando él le dijo que creía que su mente no volvería a ser la misma. Fue a la biblioteca y le trajo a Remus toneladas de libros para entretenerlo cuando sus amigos no estuvieran y Angela y Neil tuvieran que volver al trabajo.
De regreso, Remus no mencionaba su odio al estar atrapado en la enfermería, y nunca se quejaba del quejumbroso dolor que causaba la poción removedora de cicatrices en todo su cuerpo, incluso cuando lo único que sentía era como si su piel estuviera derritiéndose.
Los Merodeadores, por supuesto, lo visitaban a cada oportunidad, trayendo chocolates, dulces, libros e historias sobre sus bromas y las prácticas de Quidditch. En la tercera tarde de su estadía en la enfermería, Sirius vino por su cuenta, escondiéndose de Madame Pomfrey quien lidiaba con un grupo de segundo año que eran víctimas de accidentes en pociones.
— Traje a Hamish —Sirius avisó a Remus, levantando al erizo para ponerlo sobre su regazo— Creo que te extraña. Cuando lo dejamos en la habitación siempre trata de trepar a tu cama como si estuviera buscándote —Acercó una silla y se sentó cerca de Remus.
— Pobre cosita —Murmuró Remus, pasando su mano lentamente por las púas que eran de color rojo y dorado. Hamish se acercó a su mano y la acaricio con su nariz— Yo también te extrañe.
— ¿Cuándo podrás salir? —Indagó Sirius, sacando unas ranas de chocolate de su bolsillo para dejarlas sobre la cama.
— No lo sé —Remus suspiró, mirando la puerta— Ella dice que quiere mantener un ojo en la poción removedora de cicatrices dado que es nueva y no sabe cómo serán sus efectos secundarios —Se removió en la cama— Detesto estar atrapado aquí.
— Lo sé, Lunático —Sirius puso una mano reconfortantemente en el brazo de Remus lo que logró que el chico se maldijera internamente por querer más del toque— Si se pone muy mal, avísame y yo vendré para ayudarte en tú fuga.
Remus sonrió, recordando una de las cartas que Sirius le había enviado durante las vacaciones de verano: — Con tu corcel, ¿verdad?
— Exacto —Sirius respondió— Pero ya ha cambiado de un caballo blanco a una motocicleta. Son mucho más rápidas y es menos probable que me falle.
— Aunque más probable para que te arresten por encantar objetos Muggles con magia siendo menor de edad —Remus le recordó— De cualquier forma, estoy bien. Mi pulmón ya casi sana y la poción ha hecho maravillas en mi cuerpo. No se veía tan limpio desde mi primera transformación.
— ¿Enserio? —Sirius levantó las cejas— ¿Significa que por fin vendrás a nadar con nosotros al lago?
Remus negó violentamente y se tapó aún más con su pijama. La idea de Sirius viendo su marcado y roto cuerpo para ser asqueado o tener pena era demasiado terrible solo de contemplarla.
Sirius suspiró: — Siempre el mismo Lunático.
Remus presionó sus labios y pensó en lo mucho que había cambiado desde Navidad. Ahora no solo era un hombre lobo, también homosexual y enamorado de uno de sus amigos. Los dioses debían estar partiéndose de risa.
— No es algo malo —Sirius repuso al ver la expresión de Remus— No quiero que cambies nada, Remus. Me gustas tal y como eres.
Remus desvió la mirada, recogiendo a Hamish para ponerlo frente a sus ojos: — Creo que ha engordado. ¿Lo han estado consintiendo de más?
— Estás deliberadamente cambiando el tema —Reclamó Sirius.
— Sí, lo hago. Sígueme el royo.
Sirius se cruzó de brazos en la silla que balanceaba, descansando su cabeza entre ellos para levantar elegantemente una de sus cejas.
Remus frunció el ceño.
— ¡Bien! —Sirius exclamó— Para responder tu pregunta, podríamos haberlo consentido de más. Te lo dije, estaba extrañándote y se veía verdaderamente triste mientras te buscaba.
— Bueno, ya me has encontrado —Remus dijo cariñosamente a Hamish— Te pondré a dieta. No más tocino en las comidas. Los erizos tienen que consumir comida de erizo. O de perro, en tu caso —Hamish levantó su cabeza deseoso al escuchar la palabra "Tocino".
— Pobre Hamish —Lamentó Sirius— La comida de perro sabe vil.
Remus observó a Sirius: — ¿La has probado?
— Solo un poco. No quería que él comiera algo que no hubiese sido probado antes.
— ¡Eso es asqueroso!
— Esa acusación viene del hombre que inventó el queso cottage con cobertura de chocolate —Sirius reclamó, rodando los ojos.
— Sabes perfectamente que todo es delicioso cuando tiene chocolate.
— Solo en el mundo del señor Remus "Lunático" Lupin: Choco adicto extraordinario.
Hubo un golpe en la puerta y ambos giraron a mirarla.
— Eso es extraño —Mencionó Sirius, ladeando su cara— Pensé que James y Peter no...
Fue interrumpido al abrirse la puerta para revelar la cabeza de Lily. Remus sintió como las defensas de Lunático se levantaban de inmediato al olfatearla.
— ¿Qué quieres, Evans? —Demandó Sirius— ¿Sabe Madame Pomfrey que estás aquí?
— Sí, de hecho, Black —Lily dijo, levantando arrogantemente su nariz— ¿Sabe ella que tú estás aquí?
Sirius le dedicó un gesto bastante grosero.
— ¡Sirius! —Remus suspiró y se recostó en las almohadas cuando la cara de Rebecca también apareció sobre el hombro de Lily, mirado a Sirius de forma desaprobadora— ¡Eso estuvo mal!
— Perdón, Evans —Dijo Sirius, sin lamentarlo un poco— Hola, Rebecca.
La cara de Rebecca se rompió en una sonrisa y corrió para sentarse en la rodilla de Sirius: — Me alegra el que me hayas disculpado por lo de la otra noche —Mencionó— No sabía que Lupin estaba así de enfermo —Besó a Sirius en la mejilla y Remus bufó, antes de que sus ojos recayeran en la expresión sabelotodo de Lily. Su bufido se intensifico y repitió el grosero gesto de Sirius contra ella.
— ¡Remus! —Sirius estaba escandalizado.
Lily rio, completamente divertida: — Oh, madura, Black. Hiciste la misma cosa.
— Sí, pero ¡Remus es el gentil!
Lily se burló mucho más fuerte: — ¿Piensas eso? Si tan solo supieras todas las cosas en las que él piensa cuando...
— Si te atreves a finalizar esa oración —Remus la interrumpió gruñendo— Me encargaré personalmente de encerrarlos a James y a ti en un closet durante tres días para dejarlos salir solo cuando lo hayas besado por más de una hora.
— Ese es un castigo cruel y poco usual —Lo acusó Lily, luciendo una mezcla de sorpresa y molestia.
— Soy una persona cruel y poco usual —Remus declaró, gruñéndole profundamente.
— Wow —Sirius estaba anonadado mientras su mirada pasaba entre los dos— ¿Qué le has hecho, Evans? Debió ser algo verdaderamente horrible.
Lily de repente parecía arrepentida: — Vine a disculparme por eso, Remus —Empezó, viéndolo a los ojos— No tenía derecho a, ya sabes, meterme de esa forma. Incluso cuando tengo la razón —Agregó, aparentemente incapaz de resistirse.
— No la tienes —Remus murmuró, sabiendo que era inútil.
— Si la tengo. De cualquier forma, te vez realmente mal. ¿Qué sucedió? Solo escuché que habías tenido otro de tus "ataques". ¿Podrías decirme que está mal contigo? Nadie parece saberlo. Le pregunté a Frank Longbottom pero solo dijo que tú siempre te enfermas así. Desde primer año.
— No tienes derecho alguno de preguntarle eso —Sirius bramó antes de que Remus pudiera responder— ¡Ya has molestado lo suficiente a Lunático y él no tiene por qué rendirte cuentas!
— Aw, venga, Sirius —Rebecca habló, removiéndose incómoda en las piernas de Sirius quien estaba casi de pie— Ella no ha dejado de hablar de eso toda la semana. Se siente preocupada y dice que es su culpa. Deja que él se lo cuente para que yo pueda tener un poco de paz.
— ¡No! —Sirius se la quitó de encima y giró de forma que su espalda escudará a Remus de las dos chicas— No permitiré que lo hagas sentirse mal por no decirte nada.
— ¿Por qué no lo dejas hablar a él? —Explotó el famoso temperamento de Lily— ¡No eres su dueño!
Ella dio un paso adelante y miró sobre el hombro en dónde Remus, sintiéndose completamente enfermo y cansado como para formar parte de la discusión, se escondía usando a Sirius de protector.
La expresión de Lily se suavizó y retrocedió: — Bien. No debí preguntar, ahora, cuando estás enfermo.
— Por favor vete —Remus imploró.
— En verdad lo siento mucho, Remus —Lily volvió a intentar, agarrando la mano de Rebecca para poder llevársela.
— Ven, Sirius —Rebecca pidió— Has estado con tus amigos todo el día. Por lo menos pasa algo de tiempo conmigo.
— No ahora, Rebecca —Sirius le contestó, su voz completamente cortante— Uno de mis amigos está en la enfermería. Estoy bastante seguro que entenderás que deseo estar con él.
Rebecca parecía querer discutir, pero finalmente solo suspiró y siguió a Lily a la salida.
Antes de que pudiera pensar en lo que hacía, Remus dejó salir un suspiró y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Sirius desde atrás, presionando su rostro contra la espalda de su amigo: — Gracias, gracias, gracias —Susurró fervientemente— No pensé que podría... Me refiero a que yo realmente no... No habría sabido que decir...
— Lo sé, y está bien —Para la sorpresa de Remus, en lugar de alejarse, Sirius puso sus manos sobre las que mantenían su cintura.
Remus, de repente, evidenciando la posición en la cual se encontraban, se soltó y alejó con prontitud, sonrojándose. Tenía suerte de que Sirius le diera la espalda y no pudiera ver su reacción: — Debiste irte con Rebecca —Le dijo— Es tu novia. Yo estoy bien aquí.
— Te lo he dicho antes —Sirius giró para encontrar los ojos de Remus— Merodeadores sobre chicas toda la vida.
Remus sintió una ola de placer llenarlo, pero aun así continuo: — Ella no lo sabe.
— Si ella no lo sabe para ahora, entonces de verdad vive en una nube dónde todo es de color rosa —Sirius respondió— Se lo he dejado bastante claro. Los Merodeadores son lo más importante. Siempre estaremos primero que los demás —Dejó sus manos sobre su regazo y las miró— ¿Me dirías que fue lo que te hizo enojar tanto está luna llena?
Remus sintió su pecho arder: — No puedo, Sirius. Te lo dije.
— ¿Por qué? —Sirius lo miró con desesperación en sus ojos— ¿Por qué no puedes decírmelo? No creo que entiendas lo mal que la pasamos nosotros, este mes. Pensamos que ibas a morir. Estuvimos despiertos toda la noche preocupándonos e hiperventilando dado que no sabíamos por qué está sucediendo —Desvió la mirada de nuevo— No puedo vivir eso un segundo mes, Lunático. Fue...realmente malo. Simplemente no puedo más, y si no podemos arreglar juntos lo que está molestándote, entonces lo haré yo solo.
— No permitiré que ocurra de nuevo —Prometió Remus— Ya estoy mucho más centrado. Me he acostumbrado. No dejaré que vuelva a suceder. El mes siguiente volverá a ser normal.
— ¿Cómo pretendes que me crea eso?
— Solo puedo pedirte que lo intentes.
Sirius dejó salir un gruñido de frustración, pero finalmente accedió en derrota: — Bien. Te creo.
Remus también se relajó, y con ello, sintió una nueva oleada de dolor extenderse por todo su cuerpo debido a la poción cicatrizante. Incapaz de retenerlo, dejó salir un gemido de dolor.
— Oh, Lunático —Sirius lo consoló, deslizándose fuera de la cama para ayudarlo a acomodarse— Uno de estos días vamos a poder ayudarte. Ahora deberías dormir un poco y yo debería ir a encontrar a Rebecca antes de que me arme otra escena.
— Sí —Aceptó Remus, escondiendo su molestia.
— Buenas noches, Lunático —Murmuró Sirius, levantándose— Escápate pronto. Te extrañamos en el dormitorio. No hay forma de derrotar a James en las peleas de almohadas y se está volviendo realmente insoportable. Eso sin mencionar sus quejidos por Lily.
Remus sonrió: — Yo también los extraño, chicos. No es divertido aquí.
— Excepto cuando yo te visito —Sirius corrigió.
— Bueno, ahí todo es un barril de risas.
— Pretenderé que el sarcasmo en tu voz es producto de las altas temperaturas —Sirius le acarició la cabeza, recogió a Hamish de dónde estaba acostado en las cobijas de Remus y se dirigió a la salida.
— ¡No le den tocino! —Remus gritó— ¡Y no soy un perro!
Oyó la risa de Sirius cuando abandono la enfermería.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Pasaron otros tres días antes de que Madame Pomfrey le permitiera la salida.
— No puedes parar de aplicar la poción removedora de cicatrices —Le dijo con seriedad— Si no vienes para que la aplique la segunda noche por cada dos meses, el efecto se detendrá y muchas de las cicatrices que ya han empezado a desaparecer, no solo reaparecerán, también se pondrán peor. ¿Comprendes?
— Sí, Madame Pomfrey —Remus contestó cortésmente, dispuesto a aceptar cualquier cosa con tal de salir.
— Tendrás que pedirle ayuda a tus amigos cuando yo me retire a una convención en San Mungo a comienzos de Marzo —Agregó.
Remus dudo por solo un segundo antes de responder: — Sí. Lo haré —Odiaba el tener que mentirle, pero no había otra opción. No existía forma alguna de que les permitiera a sus amigos, particularmente a Sirius, ver su destrozado y marcado cuerpo. No pasó por todos los esfuerzos de esconderlo tanto tiempo para rendirse ahora. Estaba seguro de que encontraría otra forma de aplicar la poción por su cuenta: — ¿Me puedo retirar ahora?
Ella suspiró: — Sí, ya puedes irte. Intenta no molestarte este mes. Otra luna como está y será mi fin.
— En realidad sería mí fin —Remus la corrigió— No se preocupe. Me aseguraré de no molestarme tanto está vez.
— Estaré al tanto de ello —Madame Pomfrey lo pensó unos segundos, pero luego se acercó y envolvió a Remus en un rápido abrazo— Eres mi paciente favorito. Odiaría mucho perderte.
Remus montó un show sobre avergonzarse, pero su interior se calentó al ver a uno de los primeros adultos que siempre le había mostrado dulzura el decirle que aún le importaba.
— Ya puedes irte —Avisó, sonriente y dándole un gentil empujón en la dirección a la torre de Gryffindor.
Remus, sintiéndose mucho más tranquilo desde esa fatídica conversación con Lily, se dirigió a la sala común de Gryffindor. Vio algunas miradas que se quedaban fijas en él cuando subía felizmente los escalones y entraba por el retrato.
— ¿Todo bien, amigo? —Frank le preguntó, desde dónde realizaba su tarea en una de las mesas— Oí que estuviste bastante mal por un tiempo. Black casi masacra a toda la población Gryffindor con su estado de humor.
— Me siento bien —Remus aseguró— Mucho mejor. Lamento lo de Sirius. Se preocupa.
— Lo hemos notado —Michael agregó cortante— Deberían ponerle un bozal.
Remus decidió no contestar a eso: — ¿Saben dónde están mis amigos?
— Black y Pettigrew subieron al dormitorio hace algunas horas —Frank le dijo— Creo que Potter ya estaba allí. Han estado pasando un tiempo muy largo allá arriba. Planeando bromas, posiblemente.
Remus sonrió: — Posiblemente. Muchas gracias, Frank.
— Cuando quieras, amigo.
Remus subió las escaleras al dormitorio y pausó unos segundos afuera. Incluso con sus agudos oídos no podía escuchar nada adentro y eso le hizo fruncir el ceño. Cuidadosamente abrió la puerta y observó. Lo que vio hizo que sus cejas se levantaran tanto que casi tocaron su cabello.
Los Merodeadores parecían estar meditando. Estaban sentados de piernas cruzadas y formando un triángulo en el suelo, respirando coordinadamente. Sus ojos cerrados y con posturas relajadas. Remus a duras penas creía lo que veía.
Fue entonces, cuando Remus logró ver que había unos viales vacíos en frente de sus amigos. Su respiración se atoró y un sentimiento de pena se levantó en su estómago. ¿Qué demonios estaban haciendo? No se atrevía a interrumpirlos en caso de que eso causará un daño con el hechizo que habían convocado.
Se deslizó a su cama y vio a Hamish, luciendo demasiado repleto y satisfecho, durmiendo plácidamente sobre su almohada. Se subió y puso a Hamish en su regazo, observando a sus amigos, con el corazón martilleando. Consideró brevemente llamar a la Profesora McGonagall, pero tenía la temerosa sensación de que fuera lo que hacían era ilegal.
Duro sentando casi una hora hasta que Sirius dejó salir de repente un grito paralizante y todo su cuerpo se tensionó y movió violentamente. Sus movimientos molestaron a los otros quienes parpadearon y lo vieron con signos de alarma.
— ¿Qué sucede? —Demandó James.
— ¡El Grim! —Sirius jadeó— ¡Oh Merlín, James! ¡He visto al Grim! Es una predicción de muerte —Tembló violentamente— ¡Fue una visión! ¿Qué si Lunático está en problemas?
Los ojos de James se ensancharon.
— ¡Chicos! —Remus aplaudió para llamar la atención, logrando que todos los demás saltaran del susto— Estoy justo aquí. ¿Qué demonios están haciendo?
— ¡Lunático! —Sirius se levantó y arrojó contra Remus— ¡Estás bien!
Remus logró apartarse con Hamish justo a tiempo: — ¡Cuidado! Todavía estoy herido para que sepas, y no me gustaría otra estadía en la enfermería. Ahora ¿Qué se supone que hacen? He estado sentado aquí por horas.
Los otros lo observaron muy reservadamente: — Meditabamos —Sirius contestó— Para relajarnos.
— ¿Con pociones? —Remus señaló los viales— ¿Qué están haciendo? La meditación mágica es muy fuerte. ¡Podrían haberse vuelto locos!
Vio cómo los tres intercambiaban miradas inseguras, pero al mismo tiempo resignadas.
— Encontramos algo para ayudarte, Lunático —Sirius empezó lentamente.
Remus miró detenidamente aquellos ojos grises durante segundos antes de susurrar: — ¿Qué has dicho?
— En la luna llena. Hemos encontrado algo que va a ayudarte. Estamos trabajando en ello. Pero no queríamos decirte para que tus expectativas no fueran tan altas en caso de que no funcionara.
Remus los miró, observó los viales. Vio un cuaderno que se encontraba abierto en dónde Sirius se había sentado. Lo debieron haber tapado las túnicas cuando Remus entró. Solo pudo leer las palabras "Traducción Merodeadora" que estaban escritas al comienzo con la estilizada caligrafía de Sirius.
— ¿Qué carajos están haciendo? ¡Díganmelo! ¿Es peligroso? —Se bajó de la cama y agarró el cuaderno antes de que James tuviera tiempo de reaccionar para detenerlo. Sus ojos se dirigieron a la primera línea— "Convertirse en animago puede ser una difícil..." —Remus se detuvo antes de terminar de leer la primera frase— ¡¿QUÉ?!
— Remus, déjanos explicarte —Imploró Peter.
— ¿Tienen la menor idea de lo peligroso que es esto? —Remus empezó a gritarles, moviendo el cuaderno furioso— ¿Qué d-demonios estaban pensando? ¡No es solo peligroso, también es ilegal! ¿Alguna vez eso paso por aquellas retrasadas mentes Gryffindors de ustedes? ¡Podrían ir a Azkaban por esto!
— McGonagall dijo que los hombres lobo no atacan animales, y estos de hecho los calman durante las lunas llenas —James añadió con prontitud, tan pronto como Remus se detuvo a tomar aire— Pero los animales le tienen miedo a los hombres lobo. Si nosotros fuéramos animales, podríamos hacerte compañía e impedir que te lastimes. ¿Imaginas eso Lunático? Podrías despertar de tus transformaciones sin más heridas. No más cicatrices.
Remus estaba anonadado. ¿Era posible? ¿Podría ser la solución al más doloroso problema de su vida tan simple? Podría levantarse después de una transformación sin la constante agonía de la carne abierta y las costillas rotas. No tendría que preocuparse de morir por una pérdida de sangre otra vez. Era una idea asombrosa y totalmente gloriosa que lo hacía querer gritar de alegría.
Miró otra vez el cuaderno. "Convertirse en animago puede ser una difícil tarea de completar..."
No podía permitirles el hacer esto. Poderosos magos adultos habían sido consumidos por este hechizo. Muchos fueron condenados a permanecer eternamente en una forma mitad animal y mitad humana. Otros perdían sus mentes completamente al animal, mientras que algunos todavía tenían mente humana, pero estaban atrapados en su forma animal. Tres chicos de quince años jamás lograrían completarlo satisfactoriamente.
— No puedo dejar que lo hagan —Susurró, sus manos temblando mientras sostenía el cuaderno— No solo es ilegal, pero peligroso. Nunca podrán lograrlo, y no soportaré el perder a ninguno de ustedes mientras lo intentan.
— Pero Remus —Sirius protestó— Esto podría salvar tu vida. Te daríamos algo que no has tenido desde tus cinco años. ¿No lo quieres?
Remus arrojó el libro y tomó a Sirius por los hombros, sacudiéndolo con fuerza: — ¡Sí, lo quiero, maldita sea! Pero no con el riesgo de perderte. Preferiría despedazarme todas las lunas llenas del resto de mi vida antes que ser el responsable de arruinar las suyas, junto con sus mentes. Yo sé lo que es estar atrapado en la mente de un animal, o atrapado en el cuerpo de uno contra tu voluntad. No dejaré que eso les suceda. Primero me muero.
— ¡Podrías morir!
— ¡Entonces que así sea!
Sirius lo miró mal, verdaderamente jadeando de enojo, o posiblemente por la feroz sacudida de Remus: — No me interesa —Empezó, girando su rostro para mirar directamente a Remus— Voy a hacer esto y no podrás detenerme. Ya me memorice el libro de forma que si lo destruyes no podrás detenerme. Voy a hacer esto y si te interpones en mi camino solo lo harás más peligroso —Se congeló de repente, conocimiento llegando a su mente, seguido de una sonrisa placentera— El Grim. Yo soy el Grim. ¡Soy un idiota! Soy un perro negro y grande. ¡Esa es mi forma!
Se alejó de Remus y empezó a realizar algo que lucía como un baile de celebración alrededor de los chicos: — ¡Soy el Grim, soy el Grim, soy el Grim! —Apuntó con su dedo a James y Peter quienes lo observaban con felicidad y envidia— Tomen eso, erizos.
— ¿Son erizos? —Remus indagó alarmado.
— No —James repuso con indignación— Todavía no lo sabemos. El idiota de ahí nos interrumpió a mitad de la meditación. Estoy dispuesto a ser algo mejor que un estúpido perro.
— Yo apuesto a que seré un erizo —Peter se lamentó miserablemente.
— No hay nada de malo con los erizos —Sirius lo consoló, su triunfo obviamente poniéndolo benevolente— Hamish es asombroso.
— Nadie será nada —Interrumpió Remus— Empezando por el hecho de que ustedes detendrán toda este locura antes de que vaya mucho más lejos.
— Olvídalo, Lunático —James lo detuvo— No vas a detenernos, estoy con Sirius. Beberé más poción esta noche, hasta que averigüe que soy.
— ¡No lo harás! —Remus discutió con frustración.
— Remus —Sirius pasó su brazo por el hombro de Remus— Sinceramente ¿Te crees capaz de detenernos?
Remus bajo la cabeza al darse cuente de que en verdad, no tenía formas de detenerlos. Habían avanzado demasiado para que él lo reportará, y no sabía cómo podría convencerlos de que no lo hicieran.
— Por favor —Imploró— Por favor, por favor de mi salud, no lo hagan.
— Es por tu salud precisamente que lo haremos —Peter terminó la discusión, luciendo una expresión de determinación que Remus nunca había visto— James, dame más poción.
Remus vio desesperado cómo James iba a su baúl y sacaba otros dos viales, dándole uno a Peter y quedándose con el otro.
— ¿Qué si tienen una sobredosis? —Remus buscó una excusa— Ya se tomaron una está noche.
— Los efectos de la poción se disuelven apenas se rompe la meditación —James le aseguró— Ahora quiero que Sirius y tú se sienten en un lugar callados para que no nos molesten.
— Por favor. Te lo suplico. No lo hagan —Remus rogó.
— Solo pónganse un encantamiento silenciador encima —Sugirió Sirius, haciendo caso omiso de que Remus había hablado— Necesitaran tiempo, así que Peter y tú deberían encerrarse en las camas con las cortinas cerradas. No me iré de la habitación. Quiero quedarme para poder soñar sobre ser el Grim. ¡Ooh! Tendré que pensar en un nombre Merodeador para mí.
James hizo una mueca: — ¿No podrías ir a besuquearte con Rosemary por un rato? Por lo menos Remus si hace silencio.
— ¿Rosemary? —Remus preguntó, su atención direccionándose a otro punto— ¿Qué su nombre no es Rebecca?
— Nope —Sirius le informó alegremente— Rosemary es de Hufflepuff. ¿Recuerdas cuando me dijiste después de un partido que ella me observaba y gustaba de mí? Terminé con Rebecca. Fui a verla la noche después de dejarte y me dijo que tenía que elegir entre ustedes y ella.
Remus no sabía si sentirse conmovido, confuso o irritado: — Así que ¿Ahora sales con Rosemary? — ¿Podía Sirius darle un respiro a su adolorido corazón y dejar las novias por unos días, por lo menos?— ¿Te gusta?
Sirius se encogió de hombros: — Es linda. Tiene bonitos ojos.
— No porque sea linda significa que debes salir con ella —Remus no pudo evitar que la frustración se filtrara a su voz— Si no te gusta, no lo hagas. Así es cómo terminas rompiendo el corazón de la gente. Si no funciona con ella, ¿Solo la botarás para irte con otra pobre chica? "Lo siento, Rosemary, pero simplemente no me sirves más. ¡Oye Sara! ¿Quieres coger?"
— Oh, ¿También le gusto a Sara? —Sirius preguntó con intento de bromear.
Remus gruñó y golpeó el poste de la cama. Se agrieto y dobló. Lo miró con furia antes de sacar su varita para murmurar Reparo— Por el amor a Dios, Sirius, ¡No puedes salir con la gente por el simple hecho de que ellos gusten de ti!
— Bueno, si a mí no me gusta nadie, es una buena forma de empezar ¿No lo crees
— ¡Si no te gusta nadie, no sales con nadie!
Sirius bufó: — ¡No tienes ningún derecho de venir a decirme con quién puedo o no salir! Yo puedo tomar mis propias decisiones. No te veo dándole sermones a James por lo de Kemp. ¡Ni siquiera es capaz de llamar a la chica por su primer nombre!
— Oye, oye —James protestó— Déjame fuera de su pelea. Ven, Pete, hagamos nuestra cosa —Señaló a su cama y los dos se subieron a ella y cerraron las cortinas. Remus escuchó a James pronunciar el hechizo silenciador y todo quedó en silencio.
— Sabes, para alguien externo, eso se vería de doble sentido —Sirius comentó, mirando las cortinas de James.
Remus suspiró, poniendo su cabeza entre las manos. Se sentía terrible por haber atacado a Sirius. Muy dentro de sí, sabía que no le preocupaban las chicas más que sus propios sentimientos por el chico: — Perdón —Se disculpó suavemente— No debí gritarte de esa forma. Tienes todo el derecho de tomar tus propias decisiones.
Su cama se hundió cuando Sirius se sentó a su lado: — No lo hago para romperles el corazón, para que sepas —Le dijo después de unos instantes— Solo que en verdad quiero salir con alguien. No...se sentía bien con Rebecca, ¿Sabes? Tengo esperanza de que sea diferente con Rosemary.
— ¿Lo es? —Remus preguntó.
— No lo sé. Necesito algún tiempo para analizarlo. No es tan apegada como Rebecca. No me impone el tener que verla todo el tiempo.
— ¿Es eso algo bueno?
Sirius le dio una sonrisa seca: — ¿Quién sabe? No tengo la menor idea de cómo funciona la mente femenina.
— El misterio más grande para los hombres, ¿hm?
— Supongo.
Remus recorrió sus dedos sobre el poste de su cama: — Por favor no hagan está cosa de animagos —Empezó— He leído de algunas cosas verdaderamente horribles que podrían ir mal. Leí el libro de Transformaciones de Gertie Trebbletome y ella decía...
— ¡¿QUÉ?! —Sirius miró a Remus con la boca abierta en sorpresa.
— ¿Qué sucede?
— ¿Leíste "La guía avanzada para transformación animal y cómo lograrla por Gertie Trebbletome" por diversión?
— Bueno, yo no diría que fue divertido —Remus admitió— Me compré el libro de segunda mano en el callejón Diagon. Es un poco arcaico, pero muchas de las cosas que ella escribe son bastante interesantes —Se dio cuenta de que Sirius seguía sorprendido— Me sorprende que sepas de su existencia, si te soy sincero.
— Lo tienes —Sirius empezó lentamente— Lo leíste. Podrías habernos ahorrado meses, no, años de trabajo.
— ¿Es ese el libro que tradujeron? —Remus indagó, mirando el cuaderno con respeto— Bueno, supongo que es el único método infalible para convertirse en animago que ha sido escrito pieza por pieza. Muchas personas reciben tutores en el Ministerio.
— ¿Cómo es que sabes tanto del tema? —Demandó Sirius.
Remus se encogió de hombros: — Tuvimos una tarea de ello, ¿Recuerdas? En tercer año. Y leí un libro que decía que es la transformación humana más complicada que existe debido a que es permanente. Y eso me puso a pensar dado que "Transformación humana" era un término raro para mí. ¿Significa que un hombre lobo no puede lograrlo? Todas las personas tienen un animal espiritual. Y me preguntaba si el lobo...ya sabes...había destruido el mío. Sé que una parte muy grande de mí le pertenece al lobo, y me pregunté si algo de mi verdadero animal espiritual quedaba con vida o había perecido por siempre. ¿Qué sucedería si yo quisiera convertirme en animago?
Sirius verdaderamente tembló: — Santo Merlín, pero que pensamientos tan mórbidos tienes, Lunático. Prométeme que nunca lo intentaras.
— Prométeme lo mismo.
— Remus, sabes que yo voy a lograrlo. Solo el cielo sabe que podría sucederte a ti de intentarlo. Podrías quedarte encerrado en la mente de un lobo salvaje por siempre, y yo tendría que abandonar mi humanidad y el Quidditch para poder cuidarte y asegurarme de que no te hagas daño.
Remus se preguntó si era posible el derretirse de cariño. Sus entrañas ya lo habían logrado de cualquier forma: — ¿Te quedarías a cuidarme si me quedo atrapado como Lunático por siempre?
— Por supuesto que lo haría —Sirius afirmó, viéndolo cómo si le hubiese hecho una pregunta ridícula— Sin importar si se trata de tu estado lobuno, o solamente de tu mente infantil post luna. ¿Piensas que huiría y te dejaría en alguna jaula u hospital mental? Además tu yo post luna me quiere demasiado —Agregó con orgullo.
Remus se sonrojó, pero siguió mirando a Sirius, incapaz de decir algo. Sabía a ciencia cierta que Sirius lo había arruinado para alguien más. Nadie, hombre o mujer, sería capaz de superarlo ante los ojos de Remus.
— ¿De verdad no sabías que haría eso? —Sirius le preguntó, luciendo incómodo— ¿No sabías que los mejores amigos hacen eso?
— No —Remus contestó— Nunca tuve a nadie antes de ti.
— Bueno, entonces fuimos los afortunados que te denotaron primero —Sirius respondió— Ahora ayúdame a pensar en un nombre para mi forma perruna.
— Por favor reconsidéralo.
— Nope —Sirius sacudió la cabeza— Usa tu maravilloso cerebro inteligente para algo que no sean planear bromas o intentar sabotear nuestros esfuerzos y dame un buen nombre.
Remus gruñó y se dejó caer en la cama. Sabía cuándo Sirius lo derrotaba, tan bien como él: — Si no fuera tu nombre, diría que "Sirius" —Comentó— Es un tanto irónico, para que sepas. Sirius siendo la estrella del perro. Y tú siendo un Black.
— No tan irónico como tener por nombre "Remus Lupin" —Sirius recriminó, dejándose caer a su lado— Ahora, dado que ese es mi nombre, por favor piense en algo mucho más imaginativo.
Remus frunció el ceño en concentración: — ¿Qué te parece "Grim"? Dijiste que lucías igual.
— Y lo hago —Sirius respondió— Pero Grim es un nombre horrible. No le sienta a mi magnética personalidad y buena apariencia.
— O tú modestia estelar —Remus apoyó— Bien, ¿Qué te parece "Canuto"?
— ¿Canuto? —Sirius cuestionó con duda— ¿De dónde viene ese?
— En Sussex, hay una leyenda de un perro negro, grande y espectral similar al Grim. Lo llaman Canuto. Pensé que era algo menos rimbombante y...er...grim que "Grim". Es mejor que "Lunático" de cualquier forma.
— No hay nada de malo con "Lunático" —Sirius reclamó— Hm...Canuto. Sabes, me gusta un poco.
— Excelente entonces, señor Canuto —Remus sonrió— ¿Podría por lo menos pedirte el que nunca te quedes atascado en tu forma perruna? Odiaría el tener que traducir todo para ti por el resto de mi vida.
— ¿Habla perro, señor Lunático? —Sirius le preguntó con aparente placer.
— Hablo canino —Remus le corrigió— No es tan complicado. Solo tienen unas cincuenta palabras en su léxico: "Comer", "Comida", "Perseguir", "Matar", "Manada" ,"Correr", "Pareja", "Jugar"... ya puedes hacerte a la idea. No es la mejor lengua para filosofar.
— ¡Es tan genial! —Sirius exclamó— Me preguntaba si...
Hubo un fuerte golpe y fueron testigos de cómo James caía de la cama y se alejaba del encantamiento silenciador. Apenas estuvo fuera, comenzó a gritar: — ¡Soy un ciervo, soy un ciervo! —E imitó el baile triunfante de Sirius alrededor del cuarto— ¡Tomen esa caninos malagradecidos!
— ¿Eres un ciervo? —Remus cuestionó— Eres arrogante, leal, testarudo y siempre te metes en las cosas sin antes pensarlo. Te queda.
— ¿Se supone que es un halago?
— Lo es —Remus aseguró— Te queda perfectamente.
— Sí, Cornamenta —Sirius lo apoyó— Lo hace.
— ¿Cornamenta? —James parecía insultado— ¡Puedes hacerlo mejor!
— Nope. Le queda a tu desordenado cabello que prontamente será una cornamenta.
— No me gusta.
— Que mal, porque ahora es tu nuevo apodo —Remus anunció— Nunca te llamaremos por otro nombre.
Y justo entonces, otro ruido se escuchó cuando Peter cayó de la cama, completamente devastado.
— ¡Pete! —Remus gritó, corriendo en su ayuda— ¿Qué sucede? ¿No eres un erizo, cierto? Para tu información, no son tan malos. Venga. No puede ser tan terrible.
— Soy algo peor que un erizo —Peter susurró, muy pálido— No puedo creerlo. ¡Es horrible!
— ¿Qué es? —Sirius curioseó, acercándose— ¿Una rana? ¿Termita? ¿Otro ciervo? —Lo último fue dedicado a molestar a James.
— Una rata —Peter susurró, completamente mortificado.
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
— En realidad es algo bueno —Remus lo consoló, mientras Los Merodeadores se dirigían a desayunar la mañana siguiente. No podía dejar de recordarse el que ahora estaba apoyando su plan en lugar de impedirlo como debería, pero siempre había sido débil ante las penas de sus amigos, y la miseria de Peter lo estaba lastimando.
— No lo es —Peter se lamentó— Lunático me asesinará de una sola mordida. ¿Cómo lograré que no te lastimes? ¡Las ratas son horribles! Son peludas, escurridizas y tienen colas que parecen gusanos.
— En eso tiene razón —Sirius comentó, dándole palmaditas en la espalda a Peter.
— Claro que no la tiene —Insistió Remus— ¡Las ratas son brillantes! Piensa en todas las cosas que podrás hacer. Serás muy veloz. Podrás escapar de mis garras antes de que te agarre. Podrás meterte en espacios verdaderamente pequeños, y eso sería de mucha ayuda para varias bromas. Te podrías meter en la sala común de Slytherin y nadie se daría cuenta sin necesidad de la capa de invisibilidad. Y de fallar, puedes salir y ponerte frente a una chica para iniciar el pánico y escabullirte sin salir herido. De hecho, creo que la rata es el animal más Merodeador que existe. Es el mejor en ser sutil.
Levantó la mirada para ver como los otros tres le miraban.
— ¡Yo quiero ser una rata! —James exclamó— ¿De qué sirve ser un tonto ciervo? Solo imaginen todas las bromas que podría hacer... —Su expresión se volvió soñadora.
— En verdad podré hacer muchas cosas, ¿cierto? —La voz de Peter recobraba la esperanza— No es tan malo ser una, ¿Verdad?
— Te lo he estado diciendo —Remus sonrió, poniendo un brazo sobre sus hombros— ¿Cuándo aprenderás que yo siempre tengo la razón?
— Siempre tienes la razón —Sirius accedió, luciendo por algún motivo molesto— Es increíblemente molesto. ¿Cómo lo haces?
— Es otro de mis famosos secretos —Remus respondió— Otro de los cuales nunca podrás averiguar.
— Así que no todo es malo para ti, Colagusano —James lo felicitó, alejando a Remus de Peter para poder molestarlo.
— ¡Colagusano! —Peter exclamó, muy indignado.
— Si yo tendré que ser Cornamenta, tú serás Colagusano.
— No pienso aceptarlo —Peter contestó testarudamente.
— Que mal, porque no planeamos llamarte por otra cosa —Sirius le dijo como todo un sabelotodo. Fue de la misma forma en que lo haría para humillar a alguien. Remus le dedico una mirada en reprimenda.
— Pensaremos en otro nombre, Pete —Le aseguró al Merodeador gordito que intentaba escapar de los brazos de James.
— No lo haremos —James y Sirius dijeron al unísono.
— Te hemos bautizado como Colagusano, amigo —Sirius añadió— Es la triste realidad a la que tendrás que acoplarte.
Peter bufó: — Cuando pueda convertirme en rata, dejaré mordiscos en tu cometa 260.
— ¿Así quieres jugar, Colagusano? —Sirius le siguió la corriente— Entonces, cuando sea un perro, abriré tu baúl y orinaré dentro.
— Por el amor a Godric, Sirius, ¿En serio? —Remus realizó una mueca de disgusto.
— No me quedan dudas de que ese es tu animal espiritual —Murmuró James.
Ingresaron al Gran Comedor y se sentaron en la mesa de Gryffindor. Remus casi se cae del susto al escuchar un grito demasiado agudo de "¡Sirius!" que fue seguido por una maraña de pelo castaño que terminó con Sirius teniendo una chica de Hufflepuff en el regazo.
Remus alzó una ceja mientras luchaba con sus instintos básicos: Una mezcla de dolor y celos. Sirius tenía la decencia de lucir avergonzado: — Hola, Rosemary —La saludó, dándole un breve beso y arrojándola a la silla que estaba a su lado— Es contra las reglas que te sientes en la mesa de Gryffindor.
— No creo que les importe —Rosemary le dijo sin preocupación— A duras penas te vi del todo ayer.
"Asombroso" Pensó Remus, evitando cruzar miradas con los ojos apenados de Lily quienes miraban la escena con simpatía. "Qué manera tan linda de iniciar mi día"
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