29. Un erizo llamado Hamish

Nota de autor: ¡Nuevo capítulo! Esperó que disfruten mucho la historia, que fue escrita por Moonsing. El mundo de Harry Potter le pertenece a J.K Rowling.

"Para eso son los amigos: Cuando estás perdido en la oscuridad y buscas la luz, que te ayude a pasar aquellas noches solitarias, cuando todo a tu alrededor se derrumba, solo extiende tu mano, y vendré corriendo. Para eso están los amigos."

Marty Keith

SIRIUS:

Sirius no pudo dormir esa noche. No dejaba de pensar en Remus solo en aquella habitación llena de sangre, gritando por el dolor de la transformación. Cada vez que cerraba sus ojos, veía la carita puntiaguda de Remus adquiriendo otra forma y pelaje. Podía ver esos ojos ambarinos perdiendo su sanidad humana; manos cambiantes, rompiéndose, convirtiéndose en patas con garras que procedían a cortar y herir. Como siempre, pensaba en la sangre. Sangre y sombras de luna.

Desde que descubrió la condición de Remus, Sirius raramente dormía en las noches de luna llena. Esta noche, sin embargo, fue peor que las anteriores. Sería una noche ruda para Remus. Sabía por las partes de los libros que James había traído de la mansión Potter que mientras más agitado estuviese el hombre lobo antes de la transformación, era mucho más propenso a que su lado lobuno saliera molesto y frustrado.

Sirius gruño contra su almohada y siguió girando sin consuelo por su cama.

— ¿Sirius?

Se quedó quieto mientras escuchaba susurrar a James desde la cama al lado de la suya.

— ¿Sí?

— ¿No puedes dormir?

— No.

— Tampoco yo.

Sirius se sentó y abrió sus cortinas. Podía distinguir perfectamente a la mata de pelo negro picudo que le veía a través de las cortinas de la cama del lado.

— Ven aquí para que no despertemos a Pete Sugirió James.

Sirius salió de su cama y subió a la de James. Se sentó sobre las cobijas y miró a su amigo. James murmuró lumos y un hechizo silenciador para que no despertaran a su compatriota Merodeador antes de dejar su varita luminosa en la mesita de noche.

— Sí —Dijo James— Yo también.

— ¿Tú también qué?

— También estoy preocupado por él. Estaba molesto hoy y eso nunca será una cosa buena.

Sirius suspiró, preguntándose si en verdad era tan fácil el leerlo, o si tan solo se trataba de que James le conocía muy bien.

— No es tan difícil saber que estás estresado por ello James aclaró, sonando sorprendido— Tú siempre te preocupas por él.

— No es mi culpa —Sirius contestó a la defensiva— Está lastimado y...y...es excéntrico y necesita a personas que se preocupen por él.

— Lo sé. No hay necesidad de que me quites la cabeza. ¿Por qué crees que sigo despierto?

Hubo movimientos de una canasta que James había transformado a base de una camiseta vieja para ponerla encima de su mesa cerca a su varita.

— ¡Mira, has despertado a Hamish! Sirius le acusó mientras se inclinaba para recoger la canasta y ponerla en su regazo. El erizo parpadeo ante la luz de la varita de James.

— Deberíamos llevarlo con nosotros mañana en la mañana —Dijo James— Apuesto a que Lunático querrá verlo.

— Pues entonces tendremos que escabullirlo —Sirius le recordó— No creo que a Madame Pomfrey le gusten los animales en su enfermería.

— Cierto. ¡Pero no nos llaman Los Merodeadores por nada! Venga, es hora de planear la operación "Escabullir a Hamish".

Sirius rodó los ojos: Sinceramente, amigo.

— ¿Qué?

— ¿Por qué no simplemente lo metemos debajo de tu capa de invisibilidad?

James bufó: Bueno, eso no es para nada divertido.

— Idiota.

— Tarado.

— Quejicus.

— ¡Oi! Eso es caer muy bajo.

Sirius bostezo, sorprendido de ver la cantidad de cansancio que le caía encima ahora que sabía que compartía su preocupación con alguien más: Quítate. Voy a dormir.

¡Oye! —Protestó James, mientras Sirius procedía a reacomodar a Hamish, acostarse, robarse todas las cobijas y mandarlo hasta la punta de la cama— Está es mi cama. Si vas a dormir, hazlo en la tuya.

No p'do ser mol'st'do —Murmuró Sirius.

Quítate, pulgoso.

Sirius le ignoró, pensando en Remus y preguntándose qué haría el lobo aquella noche.

¡Bien! —Se rindió James, parándose para ir a la cama de Sirius— Solo quiero que sepas que recordaré esto la próxima vez que quieras pedirme prestada la capa.

Sirius no le contestó, mirando por las cortinas a la luna llena que sobresalía blanca de aquel cielo azul índigo.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

¡Peter, OW! —Sirius siseó, mientras los cuatro emprendían su camino a la enfermería a la mañana siguiente.

Bueno, si metes tu dedo del pie debajo de mi pie no pretendas que no lo pise —Peter le respondió enojado. Todavía estaba medio dormido y si no hubiese estado compartiendo la capa de invisibilidad con los otros dos Merodeadores de cabello oscuro, Sirius estaba seguro de que ya habría chocado contra un muro.

Ya casi llegamos, chicos —Los tranquilizó James— Una cosa buena. No creo que pueda soportar más tiempo contigo quejándote cerca de mi cuello, Sirius.

Sirius deliberadamente se quejó más fuerte, haciendo que James dejará salir un grito de niña y se tambalease debajo de la capa.

¡Oye! ¡Cuidado con Hamish! —Sirius hizo amagó de agarrar la canasta de Hamish mientras se deslizaba de las manos de James.

¡Habría sido culpa tuya el que lo hubiese soltado! —James le gritó. Alcanzaron las puertas de la enfermería— Aquí, pásame la capa.

Sirius y Peter salieron de debajo de la capa y Peter se la paso a James para que cubriera la canasta de Hamish.

¿Qué si se sofoca? —Indagó Sirius.

Solo será por un corto tiempo.

Entraron a la enfermería. No había señales de Madame Pomfrey, así que fueron directamente a la habitación de Remus y abrieron la puerta. Se detuvieron con sorpresa cuando vieron a Neil y Angela adentro.

James aferró la canasta invisible contra su pecho y se movió detrás de Sirius.

Umm...hola, profesor —Dijo Sirius torpemente— No sabíamos que estarían aquí.

Pensamos que le gustaría vernos en su primera luna llena de regreso —Les contestó Angela. Les vio curiosamente, dándose cuenta del chocolate en las manos de Sirius y Peter— ¿Vienen después de cada luna llena?

Er... sí —Respondió Sirius— ¿No se los comentó Madame Pomfrey?

Neil abrió la boca para reponer cuando una pequeña voz gritó: — ¡Sir'us!

Todos en la habitación voltearon a ver la cama. Remus evidentemente se había estado escondiendo bajo las sábanas hasta ahora. Su cabello arenoso estaba despeinado y estático mientras sus ojos sobresalían por el borde de la cobija.

¡Qué onda, Lunático! —Sirius sonrió, yendo a sentarse al borde de la cama— ¿Cómo te encuentras?

¡Lunático lastimó!

Lo sé, lo siento.

¿Te habla? —Angela preguntó con sorpresa— Él usualmente solo se esconde cuando estamos aquí.

Bueno —Empezó Sirius, mordiendo su labio. No quería que ellos se sintiesen heridos por la falta de respuesta de Remus— Hemos estado con él mucho más que ustedes. Le costó trabajo aceptarnos. Además nosotros... —Vio a James y Peter quienes se encogieron de hombros, para luego asentir resignados— Somos una especie de manada.

¿Perdona? —Neil declaró, parpadeando con sorpresa.

Su manada. Lunático nos llama su manada.

¡Sir'us! —Sirius giró para volver a ver a Remus. Se horrorizo al ver que el pequeño tenía los brazos vendados extendidos en búsqueda de un abrazo. Ya era lo suficientemente malo cuando James y Peter miraban. Él no quería que también lo supieran Neil y Angela.

¡Manada! —Remus exclamó— Venir manada. ¡Cho'late! Lobo...James hizo —Metió su mano debajo de las cobijas y sacó un muñeco de lobo algo desgastado. Lo movió frente a James, luego gimió y lo abrazó contra sus peores heridas en el brazo— Sir'us... —Gimió, arrastrándose dolorosamente de debajo de las cobijas y enroscándose contra Sirius quien se sonrojo, pero puso sus brazos alrededor de Remus y lo atrajo aún más, con cuidado de no lastimarle. Remus parecía ser una sólida persona hecha de vendajes aquella mañana.

Esto es increíble —Neil movió la cabeza a la vez que James y Peter se les unían en la cama. Remus estiró su mano para enrollar un poco de la camisa de James en su puño y acariciar a Peter con el pie— He leído sobre hombres lobo que conforman manadas, pero en realidad no es tan común.

¡Cho'late! —Remus demandó a Peter imperiosamente, sin tomarle importancia a que estaba sentado en el regazo de Sirius haciendo que este no pudiera moverse debido al peso del hombre lobo.

Peter abrió una rana de chocolate y se la pasó a Remus, quien la agarró y metió apresuradamente en su boca.

¿Están seguros de que eso es bueno para él? —Angela indagó preocupada— Fue una luna bastante difícil, y Madame Pomfrey dice que debe descansar y comer bien.

Come bien, créame —Aseguró James— La cantidad de chocolate que consume es aterradora. Pero nunca le ha afectado— Sonrió de repente y se agachó para desenrollar la canasta de Hamish— Oye, Lunático. Mira qué tengo aquí.

¿Cho'late? —Remus preguntó.

No, erizo.

— ¿Er'zo?

James sacó a Hamish de la canasta con un movimiento suave. La cara pequeña y puntiaguda de Hamish se dirigió a Remus y empezó a luchar contra el agarre de James. James lo puso en la cama y Hamish corrió para acurrucarse contra el hombre lobo.

Bien, dudo demasiado que a Madame Pomfrey le agrade ver un erizo en su limpia enfermería —Angela miró a su esposo en búsqueda de apoyo, sus bufandas moviéndose nerviosamente.

Probablemente no —Neil aceptó— Pero mira la cara de Remus.

La expresión de Remus se había iluminado al ver el erizo. Era una enorme y abierta sonrisa que nunca se le veía en un día normal. Estaba libre de las sombras que siempre habitaban en sus ojos. Alargó su mano pegajosa y tocó a Hamish.

Con cuidado, Lunático —Le recordó Sirius, agarrando la mano de Remus para guiarla de forma que acariciase delicadamente al erizo. Remus soltó una risita cuando Hamish lamió su mano.

Mira esto —James agregó. Sacando la varita de su bolsillo murmuró un rápido hechizo. Las púas de Hamish se volvieron rojas con dorado.

¡Er'zo! —Remus animó, aplaudiendo. Sirius estaba seguro de que podía sentirlo explotando de adoración, incluso por debajo de los vendajes. Amor le fue llenando mientras pasaba una mano por la espalda de Remus, causando que el muchacho se inclinase contra él y suspirara, sus ojos empezando a cerrarse.

Se irá a dormir pronto —Avisó Peter a los Anders— Entonces nosotros iremos a clase.

Ustedes muchachos son muy buenos amigos —Angela reconoció— Muy pocos niños de trece se apoyarían después de todo lo que ustedes han pasado.

Somos su manada —James anunció, levantando a Hamish para ponerlo en su canasta sin cambiarle el color a sus púas.

Sirius sintió la cabeza de Remus apoyarse contra su pecho mientras se profundizaba.

TempusMurmuró James, moviendo la varita— Nos tenemos que ir, chicos. Tenemos Herbología.

Peter se inclinó para retirar las cobijas a la par que James ayudaba a Sirius a dejar a Remus en la cama. Afortunadamente, el hombre lobo no había comido demasiado chocolate para que se necesitara limpiarlo como usualmente sucedía, aunque el regazo de Sirius, que ahora estaba cubierto de chocolate derretido, era otra historia. Hizo una mueca y Angela rió, dando un movimiento con su varita para limpiar el desastre.

Gracias —Contestó.

Entonces ¿Les volveremos a ver? —Peter preguntó a los Anders.

Probablemente no —Neil repuso, agachándose para retirar un mechón de cabello del rostro adormilado de Remus— Ambos debemos trabajar. Solo vinimos a ver que todo anduviese bien —Sonrió— Al parecer no debemos preocuparnos de nada.

Los Merodeadores se movieron con pena, siendo conscientes de que cualquier actitud madura y varonil que estuviesen construyendo había caído prontamente.

Somos su manada —James repitió, como si eso fuera una especie de tarjeta para salir de cualquier-situación-no-varonil.

Sí —Sirius y Peter respaldaron.

Neil sonrió, sus facciones infantiles mostrando que sabía exactamente lo que pasaba por sus cabezas: — No deben sentir pena por preocuparse.

¡No la tenemos! —Sirius repuso.

Pero si tenemos Herbología —Peter intervino— Y si no nos damos prisa, no seremos capaces de dejar a Hamish en el dormitorio.

Se apresuraron a salir de la enfermería y dirigirse a la torre de Gryffindor.

Bueno, eso ha sido extraño —Peter señaló sin aliento mientras cruzaban el retrato de entrada.

¡Fue vergonzoso! —Sirius bramó— No puedo creer que se haya atrevido a subirse en mi regazo de aquella forma. Y con los Anders mirando.

James y Peter rieron mientras iban al dormitorio y agarraban sus maletas.

Eso es culpa tuya —James avisó— Tú le has dado permiso.

Claro que no. Sabes muy bien que él es quien empieza.

Sí, pero tú te sientas ahí y lo consientes y otras cosas.

Sirius se sonrojó profundamente: — Yo no "lo consiento". Lo abrazo. Abrazos de hombres. Y ¿Me dices que debería empujarlo para quitármelo de encima?

Nope —Respondió Peter, sonriendo pícaramente— Nunca hemos dicho nada por el estilo. Eres tú quien se está quejando.

Sirius suspiró: — Hoy estaba realmente mal, chicos. Podía sentir las vendas sobre él.

Se quedaron en silencio por un rato mientras emprendían el camino de la torre de Gryffindor hacía los invernaderos número tres para Herbología.

Desearía que pudiésemos hacer algo por él —James dijo finalmente.

No podemos —Sirius no se molestó en mantener la molestia fuera de su voz— Si fuéramos con él, el olor a humanos solo empeoraría las cosas.

¿Podríamos poner a Hamish con él? —Peter propuso— No le tiene miedo a Lunático y en ese libro dice que los animales pueden calmarlo.

¡Peter! —Sirius exclamó— No le podemos hacer eso a un pobre erizo. Puede que no le tenga miedo a Remus en su forma humana, pero apuesto a que cualquiera se aterraría de ver a un gran y salvaje lobo corriendo en su dirección. Además, ya viste los muebles de ese cuarto. Podría aplastarlo accidentalmente.

Si tan solo Hamish fuese más grande —Agregó James— Así podríamos explicarle que tratamos de ayudar a Remus. Lo que necesitamos en un animal gigante con un cerebro humano —Se le ocurrió una idea— Oigan, ¿Creen que los centauros funcionen? He oído que muchos viven el en Bosque prohibido y podríamos convencerlos.

¿Con qué? —Peter preguntó— ¿Ofreciéndoles bombas fétidas? Además, ellos también son mitad humanos.

Animales con cerebros humanos —Sirius murmuró. De repente se detuvo mientras una idea lo golpeaba. Sintió su corazón latiendo con fuerza mientras retenía su respiración— ¡McGonagall!

¿Qué? —James cuestionó— Sirius, ¿estás loco?

¡McGonagall se transforma en gato! —Sirius replicó. Empezó a saltar alrededor de sus amigos con emoción. Agarró a James de los hombros y lo sacudió— ¿No lo entiendes?

Un grupo de Ravenclaws de cuarto año vieron de forma extraña a Los Merodeadores en el corredor.

¿Quieres pedirle a McGonagall que se quede con él en su forma de gato? —Peter indagó inocentemente.

No, idiota —Los ojos de James brillaron con entendimiento al hablar— ¡Nosotros lo haríamos!

¿Huh? —Peter parecía totalmente perdido.

Nos convertiremos en animagos —Sirius le explicó impacientemente a su amigo regordete— Sinceramente, pon atención, Pete.

La luz llegó a la cara de Peter: — ¿Pero no se supone que eso es muy difícil?

James suspiró: — Sí. Recuerden que ella dijo que tomaba muchos años y requería de pociones y hechizos realmente complicados.

Pero aun así lo intentaremos, ¿Cierto? —Sirius rogó saltando de arriba abajo con deleite.

Por supuesto —James le contestó— Si alguien puede hacerlo son Los Merodeadores.

Reemprendieron su camino, aunque la mejor descripción sería saltando.

Seremos la mejor manada de la historia —Sirius anunció.

https://youtu.be/P6_hvef18RU

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Regresaron después de su última clase para encontrar a Remus enrollado en una manta en el sofá frente a la chimenea de la sala común. Lily Evans estaba sentada junto a él, hablando con él en una voz suave, una mano sobre su hombro.

Sirius frunció el ceño: — ¿Qué está haciendo Evans?

¡Oye, Evans! —James gritó, caminando en su dirección y dejándose caer en el sillón al lado del sofá— Deja de molestar a nuestro inválido.

Lily le dedicó una mala mirada: — No te pertenece, Potter. Y no lo estaba molestando. Solo quería ver si estaba bien.

Sirius se acomodó en el brazo del sofá al lado de Remus y lo observó: — No te ves muy bien, amigo. ¿Por qué te ha dejado salir Pomfrey?

Remus hizo una mueca: — Detesto la enfermería. Lo sabes. Me escape tan pronto como... recuperé fuerzas.

"Recuperaste tu mente" Sirius pensó. Podía ver la vergüenza y la pena instalándose en las profundidades de los ojos de Remus.

¿Has encontrado a Hamish? —Peter cuestionó, haciendo ámagos de sentarse en el suelo en frente del fuego.

Sí —Remus se re acomodó un poco de forma que pudiesen ver al erizo durmiendo pacíficamente en una manta encima de sus piernas. Hamish tenía sus púas rojas y doradas— ¿Qué se supone que le han hecho? Lo dejó con ustedes una noche y regresa luciendo como decoración de árbol de Navidad.

James sonrió: — Si lo pierdes, ahora todo el mundo sabrá que deben devolverlo a la torre de Gryffindor.

¿Pero qué si un Slytherin lo encuentra?

Buen punto —James sacó su varita y apuntó al erizo, quien se levantó perezoso y parpadeó sus negros ojos a James— ¿Plateado con verde? Ellos no lastimarían a uno de su casa.

¡No! —Remus puso un brazo protectoramente alrededor de su mascota— No permitiré que le pongas los colores de Slytherin.

Tiene un punto, James —Aceptó Sirius— Encajaría terriblemente con la decoración de nuestro cuarto.

¿Qué decoración? —Peter preguntó— ¿Te refieres a las camas sin tender y los enormes posters que Sirius hizo de James cayendo en cámara lenta?

Remus, Peter y Sirius rieron mientras James se sonrojaba intensamente y le lanzaba una mirada a Lily: — ¡Cierren la boca!

¿Son ustedes siempre así? —Interrogó Lily, luciendo exasperada y sorprendida.

¿Siempre cómo? —Remus cuestionó, genuinamente confuso.

Siempre tan... ¡Hombres!

La mayor parte del tiempo —Sirius respondió, acercándose a ella— Probablemente tiene que ver con que somos chicos. Justo como te gustan, ¿Cierto Evans?

Lily tembló: — Eres tan asqueroso, Black —Se levantó y movió su cabello rojo sobre su hombro— ¿No podrías haber encontrado mejores amigos, Remus?

A mí me agradan mis amigos —Remus dijo secamente.

Hmm. Iré a ver a Alice y Rebecca. Esperó que te mejores pronto.

Se alejó, lanzando una última mirada desagradable a Sirius quien solo le sonrió y guiño un ojo.

¡Sirius! —Remus mencionó lastimeramente— ¿Tenías que hacer eso?

¿Qué? —Sirius repuso— Solo practico mi coqueteo. Me has dicho que las chicas están detrás de mí. Necesito mejorar mis habilidades.

Tienes trece —Remus le recordó— Es simplemente raro. Y eso no fue coquetear. Fue acoso.

Cumpliré catorce en un par de meses —Sirius respondió— Y ella se lo merecía por molestarte.

No me molestaba. Estaba siendo amable conmigo.

Tiene un punto, amigo —James apoyó.

Solo te pones de acuerdo con él debido a que te gusta —Sirius dijo quitándole importancia.

¡No me gusta!

Si lo hace.

¡No lo hace!

¡Chicos! —Remus los interrumpió— ¿Podrían callarse? —Bostezó— Creo que me iré a la cama —Se levantó y cada momento le dolió y se quejó.

¿Necesitas ayuda, Lunático? —James le preguntó.

Nah, estoy bien —Se dirigió a las escaleras aun sosteniendo a Hamish envuelto en su manta. Su cabello salía en mechones salvajes haciendo que pareciera una copia de James.

Deberíamos decirle, ¿No creen? —Sirius cuestionó, mirándolo.

¿Sobre la cosa de los animagos? —Preguntó James.

Sí.

James miraba a la escalera reflexivamente: — Todavía no —Decidió— Esperemos a ver si es posible. No queremos darles falsas esperanzas.

Creo que yo soy muy estúpido para hacerlo —Peter mencionó tristemente— Saben que soy una basura con los hechizos y esas cosas. Y McGonagall dijo que es muy difícil.

Yo solo esperó que podamos lograrlo —Dijo Sirius— Y deseó que podamos ayudarlo.

Lo haremos. Lo haremos —James le consoló. Sirius ansiaba poder compartir el optimismo de su amigo.

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