2. Una oveja blanca apellidada Black

"Soy lo que soy

Y lo que soy no requiere excusas

Yo lidió con mi propio barco

Algunas veces el as

Algunas veces el dos

Es mi vida y no hay regreso ni imposiciones

Una vida, así que es tiempo de que abras tu closet

La vida no vale un penique podrías decir

Hey, Yo soy lo que soy"

"I am what I am" por Shirley Bassey

Nota de autor: El fanfic fue escrito por Moonsing y yo lo traduje para que puedan disfrutarlo. El mundo y sus personajes si los hizo J.K.

SIRIUS:

Sirius nunca quiso ser la oveja blanca de la ancestral y noble casa de los Black. Todo sucedió tan gradualmente que, para comenzar, ni siquiera lo notó. Empezó como una actitud infantil de desafió: Sirius siempre había sido alguien que probaba los límites, con la necesidad de ver que tan lejos podía llegar sin que su madre explotará y le castigará. Siendo criado, en gran parte, por los elfos domésticos de la casa, Sirius deseaba llamar la atención de su arrogante madre y su casi siempre ausente padre, y había descubierto que la mejor forma de hacerlo era metiéndose en líos.

Al principio fueron cosas pequeñas. Robó la jarra encantada de uñas de colores de su prima, Narcissa, y pintó un bigote ladeado como el de su tío Alfred en el retrato de su Abuela que colgaba en el gran salón. Infortunadamente para el retrato de Geminus Black, el esmalte estaba destinado a durar para siempre, así que tuvieron que bajar su pintura y la escondieron en el ático. Sirius fue azotado y encerrado en la bodega por todo un día mientras gritaba y golpeaba la puerta con sus pequeños puños, asustado de las sombras abultadas que salían de los barriles de vino y las cosas deslizantes que se veían en las esquinas.

Durante la víspera de navidad, algunos meses después de su séptimo cumpleaños, pasó toda la noche productivamente mascando trece paquetes de la mejor goma de mascar Drooble y pegándola en el cabello de su prima Bellatrix. El drama que se formó la mañana siguiente le ganó otra merecida ronda de azotes y el que le confiscaran toda su mesada por dos semanas.

Sin desanimarse, y embriagado en la atención y su creatividad, Sirius sacó su siguiente broma cuando la familia Malfoy vino a visitarlos durante una fiesta nocturna. Lucius Malfoy había mirado despectivamente su túnica de terciopelo verde y Sirius sonriéndole brillantemente, luego con algo de ayuda de su hermano menor Regulus, logró alejar a Lucius de la fiesta principal y le llevó al salón donde la vieja mecedora de Geminus Black descansaba. Fue mucho después, cuando los Malfoy ya iban a irse, que descubrieron al muchacho engullido hasta el cuello por una silla masiva y entapizada en piel, maldiciendo a grito herido a Sirius y Regulus quienes estaban pintando su cabello rubio con brillantes tonos de rosado y violeta.

Solo su prima favorita Andrómeda, y su tío abuelo Alphard parecieron apreciar sus esfuerzos para causar el caos en la más antigua y ancestral casa de los Black. En ese momento él todavía no reconocía que veían en él un disgusto hacía la familia que ellos también poseían. Mientras que la madre de Sirius lo alejaba cada vez más de seguir sus ideales mediante constantes críticas y castigos, Andrómeda y Alphard lentamente lo tomaban bajo sus alas, creando un pequeño grupo de ovejas blancas en la familia Black.

Sirius creció para amar más a sus dos protectores que a sus padres, y cuando Andrómeda anunció su compromiso con el nacido de Muggles, Ted Tonks, tres semanas antes de su décimo cumpleaños y fue por consiguiente borrada del árbol genealógico de la familia, los esfuerzos de Sirius por causar desorden tomaron un rumbo menos dedicado a llamar la atención y más enfocados a buscar venganza a favor de su prima preferida.

— ¡Irás por el mismo camino que ella! — Anunció una molesta Walburga Black a la vez que direccionaba a los elfos domésticos para que atraparan a los doce escurridizos nifflers que estaban destruyendo la casa en busca de objetos brillantes.

Sirius había ahorrado todo su dinero por meses para permitirse comprar a los nifflers, así que esperaba que su madre no decidiera ahogarlos.

— ¿Estás escuchándome Sirius Orión Black? ¡Juró que quemaré tu rostro del árbol de la familia si sigues comportándote de la manera en que lo haces!

— Bueno, ¡Tal vez no me importa! — Sirius replicó— ¡Posiblemente pienso que es mejor ser como Andrómeda que como tú!

— ¡NO TE ATREVAS A PRONUNCIAR SU NOMBRE DE NUEVO EN ESTA CASA, AQUELLA SUCIA AMANTE DE LOS MUGGLES Y TRAIDORA!

Antes de que Sirius tuviera tiempo de reaccionar, su madre le había abofeteado tan fuerte en el rostro con el respaldo de su mano. Sintió como el gran anillo con el emblema familiar cortaba su mejilla a la vez que caía al suelo. Su madre nunca le había pegado antes. Ordenar que le pegaran a los elfos domésticos, sí, pero nunca golpearlo ella misma. El odio de Sirius se intensificó como un diamante y se instauró en su pecho.

— ¡Me agrada Ted! — Sirius se sentía temblar del coraje— Es amable y divertido y ¡No me importa que sea un sangre sucia!

Abrió su boca en un intento de decir más, pero ella se agachó y le abofeteo de nuevo, antes de agarrarlo y jalarlo hasta la cocina para después tirarlo a la bodega. Estuvo ahí durante dos días, el tiempo más largo que recordaba haber sido castigado, y su odio y furia crecían a medida que pasaban las oscuras horas.

***

Sirius despertó con una sacudida el día en que debía irse a Hogwarts. Se sentó en su cama, escuchando, y sonrió cuando escuchó un segundo toque en su puerta.

— Puedes entrar, Reg— Dijo suavemente a su hermanito menor. La puerta se abrió con un crujido y un Regulus de nueve años entró y se introdujo en las cobijas de su hermano mayor.

— No quiero que te vayas a esa escuela— Susurró a Sirius— ¿Qué se supone que haga si no te tengo para protegerme de mamá?

— No necesitas protección— Dijo Sirius, sonriendo a su hermano en la oscuridad— Yo soy el malo. Tú solamente te metes en líos cuando yo te obligó.

— Pero voy a extrañarte aquí.

— Yo también te extrañaré, Reg.

Sirius se inclinó sobre su hermano y le atrajo en un abrazo sobre sus hombros. Ninguno de los chicos estaba acostumbrado al contacto físico y se sentía extraño y confortante al mismo tiempo.

— ¿Vas a escribirme?

— Por supuesto— Sirius dijo— Te escribiré y te contaré acerca de todas las brillantes bromas que planeó jugarle a todos nuestros molestos primos de Slytherin.

— Pero vas a quedar en Slytherin. Si les haces bromas ¿Quién será tu amigo?

Sirius se recostó de nuevo, pensando en lo dicho por su hermano pequeño. La cara de Regulus se tornó pálida y su semblante preocupado bajo la luz de la luna que se metía por las cortinas. Tomó una decisión.

— ¿Puedes guardar un secreto?

— ¿Secreto? — Repitió Regulus inseguro— ¿Qué secreto?

— Solo te lo diré si me prometes que no lo contarás.

— Bien. Lo prometo— Regulus se inclinó, su cara iluminada por las ansias.

— No iré a Slytherin.

— ¡¿Qué?!

— ¡Shhh! — Sirius siseó, poniendo su mano sobre la boca de su hermano.

Regulus se la quitó de encima, viéndolo con la boca abierta: — ¿A qué te refieres con eso de que no irás a Slytherin? Todos vamos a Slytherin. No puedes ir a otra parte. La única persona que conocemos que fue a otra parte es Andrómeda y ella...— Regulus lo pensó unos momentos antes de entenderlo— Es por eso ¿No? ¡Por lo que mamá le hizo a Andrómeda! ¡Por favor Sirius! ¿Acaso quieres que te ocurra lo mismo? ¡Ella te odiará más de lo que ya lo hace! Además, no puedes elegir en que casa quedarás.

— Si puedes— Mencionó Sirius— Bueno, no puedes decidir a qué casa irás, pero si puedes elegir a cual NO quieres ir. Fue lo que hizo Andrómeda. Le dijo al sombrero que no quería estar en Slytherin y este la mandó a Ravenclaw.

— ¡No lo hizo! — Susurró Regulus en un tono de bastante sorpresa.

— Sí, sí lo hizo.

— Pero ¿Qué si no te pone en Ravenclaw? ¿Qué si te pone en Hufflepuff? ¿O Gryffindor? ¿Qué podría pasarte si te ponen en Gryffindor? ¡Nadie de nuestra familia te lo perdonaría jamás!

— Tú lo harías ¿O no? — Sirius preguntó, sonando de repente inseguro.

— ¿Quieres ir a Gryffindor? — Regulus se alejó de Sirius, como si sus molestos deseos de ser Gryffindor fueran contagiosos.

— Por favor, Reg. Di que tú si me perdonarías si quedó ahí— Sirius estiró su mano para agarrar la muñeca de Regulus al ver que se alejaba.

— ¡Mamá me mataría!

— ¿Por favor?

— Sirius...— Regulus giró para observar un rayo de luz entrar por la ventana— Bien, bien. Prometo que no te odiaré. Pero no puedo asegurarte el que vaya a defenderte— Observó a Sirius con lágrimas en sus ojos— No soy valiente como tú. Tú sí que serás un buen Gryffindor. Eres testarudo, osado y haces cosas estúpidas sin pensarlo. Pero yo no puede enfrentarme a mamá como lo haces tú.

Sirius sintió un agudo dolor atravesar su corazón, como si lo hubieran retorcido y arrancado de su pecho. Se preguntó si Andrómeda había sentido lo mismo cuando borraron su nombre del árbol familiar. Quería gritarle a Regulus, decirle que los hermanos se apoyaban entre ellos sin importar qué. Pero no podía. Regulus tenía razón. Él no era tan valiente como Sirius. De hecho, el decirle que lo apoyaría en secreto era lo más valiente que había hecho.

— Está bien, Regulus. Siempre que tenga presente que tú no me odias estaré bien— Dudo unos segundos antes de agregar— Incluso si deseará estar en Slytherin, tengo el presentimiento de que no podría. ¿Puedes pensar en alguna cualidad Slytherin que posea? Al menos así podré tomar mi propia decisión.

Regulus no respondió. Solo se inclinó y le dio a su hermano otro de esos incómodos abrazos antes de salir de la cama y dirigirse a la puerta.

— Enserio voy a extrañarte, tú gran, tonto Gryffindor— Mencionó cuando llegó a la puerta.

— ¡Cállate, tarado! — Sirius siseó de regreso, el dolor en su pecho lentamente desvaneciéndose.

Regulus contuvo una carcajada y cerró la puerta tras de sí. 

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