18. Sirius el impertinente

"¿Por qué cuando hacemos nuestros peores tratos

Lo contamos?

Queman nuestros cerebros

Convirtiéndonos en un infierno viviente

Porque todos lo cuentan,

Todos lo cuentan...

Tengo un secreto

¿Puedes guardarlo?

Estoy seguro que lo harás

Mejor enciérralo en tu bolsillo, a la tumba lo llevarás.

Si te lo muestro entonces estoy seguro

De que nunca lo dirás

Porque dos guardan un secreto

Si uno de ellos muerto está."

"Secret" por "The Pierces"

Nota de autor: Moonsing escribió el fanfic y yo solo lo traduzco. Los personajes y el mundo de Harry Potter le pertenecen a la asesina de Fred J.K Rowling.

REMUS:

Lo que despertó a Remus el día siguiente fue un violento, ardiente y poderoso dolor y la familiar sensación de ardor que venía de su costado. ¿Qué había sucedido anoche para hacer al lobo tan furioso?

El olor de las pociones que habían aplicado a sus heridas era demasiado fuerte para sus sentidos agudizados. Solía hacerlo sentir enfermo durante su primer año, pero ahora lo relacionaba con el confort de saber que alguien estaba cuidando de él. El sonido de los movimientos de Madame Pomfrey también lo alegraban.

— Luna salvaje— Murmuró sin abrir los ojos. Su garganta estaba muy seca y su voz sonaba baja y rasposa.*

— ¿Lily quién? — Le pregunto una voz familiar— ¿Estás despierto, Remus? O ¿Ahora hablas dormido?*

El corazón de Remus saltó en su pecho. ¿Qué demonios hacía Sirius en su ala privada de la enfermería? ¿Acaso lo sabían? ¿Iban a reportarlo?

Y luego todo le llegó de un salto: Los hombres de las túnicas negras, Peter inconsciente, peleas, la cabaña de los gritos...la expresión de Sirius cuando miraba de Remus a la huella con sangre en la pared. En ese momento Remus había sentido su mundo caer y romperse frente a él. Sabía que no tardarían mucho en descubrir lo que era de verdad y terminaría entonces ejecutado o en una reserva.

Remus también sabía que lo mejor sería terminar la amistada que había formado con los otros tres, pero por alguna razón no podía hacerlo. Sabía que si pudiese viajar en el tiempo para que nunca se hiciesen amigos y su secreto se mantuviera a salvo, en lugar de ser casi descubierto, jamás lo haría. Ahora tenía amigos y eso era algo...precioso. E irremplazable. Incluso si era por un tiempo tan corto.

— ¿Remus? ¿Estás despierto, amigo? — Sirius sonaba demasiado preocupado. Hablaba con un tono tan suave que hacía el pecho de Remus calentarse.

— ¿Está despierto? — Preguntó James, sus pasos acercándose.

¿Cómo no había notado que estaban los dos ahí dentro? Malditas pociones y su olor extravagante. Debatió el si debía seguir pretendiendo dormir o abrir los ojos. Requería demasiado esfuerzo el hacer esa acción, pero sus voces preocupadas lo hicieron determinado. Con dolor, obligó a sus ojos abrirse.

Dos figuras borrosas se inclinaban sobre él y costó varios segundos para poder enfocarlos.

— ¡Oh gracias a Merlín! — Exclamó Sirius, su cara iluminándose. Remus sintió una mano presionar su muñeca. Sirius se sentó en una silla a su lado, hecha de madera y diseñada para ser incómoda como todas las sillas de hospital. James estaba de pie al lado de Sirius, dándole su sonrisa de alivio. Detrás de ellos, Remus veía a Peter en una cama a su lado, observándolo. Así que estaba en el ala principal de la enfermería, no su cuarto privado en la parte trasera.

— ¿Te sientes bien? — Indagó Peter. Su cara estaba pálida y marcada por la preocupación,

Remus trató de decir que estaba bien, pero solo salió un montón de tos seca que le resecó la garganta.

— Toma— Sirius le sostuvo un vaso con agua que a duras penas Remus enfocó. Lo miró varios minutos pero cuando quiso moverse, cada músculo de su cuerpo protestó.

Sin decir palabra Sirius soltó el vaso y movió su mano a la parte trasera del cuello de Remus. Agarró sus hombros y lo ayudó a sentarse un poco en la cama. Remus no pudo evitar que un patético gemido de dolor escapará desde su garganta. James recogió el vaso y lo levantó a los labios de Remus mientras Sirius lo mantenía sentado. Remus podía sentir que se sonrojaba. No le gustaba que lo vieran tan débil y vulnerable. No era seguro, le gritaba cada instinto de su cuerpo. Pero su sed era tan desesperante que bebió del agua torpemente, lamiendo las gotas que se caían de su boca e iban al vaso. James no era maternal por naturaleza y no pensó en cambiar el vaso de posición para que fuera más fácil el beber para Remus.

Cuando estuvo vacío, Sirius volvió a dejarlo acostado con delicadeza. La puerta de la oficina de Madame Pomfrey se abrió y ella salió corriendo.

— ¿Remus? Es bueno verte despierto, cariño.

Quitó a los dos niños de cabello oscuro de su camino y se inclinó sobre él, presionando la mano en su frente y recorriendo con la varita su cuerpo de arriba abajo mientras murmuraba encantamientos de diagnóstico.

— ¿Por qué me siento tan mal? — Logró preguntarle. Su voz aún era rasposa, pero ya era reconocible. Él sabía que ella entendía a qué se refería. ¿Por qué se sentía peor que usualmente? ¿Había estado peor que esto en las lunas llenas?

— Pérdida de sangre— Respondió, acariciando su cabello— Una severa pérdida de sangre. Pensé por un momento que no sería capaz de ayudarte. El hechizo de cortado golpeó una de tus arterias y el correr solo ayudó a que incrementara la salida de la sangre. No tengo la menor idea de cómo lograste venir de Hogsmeade hasta aquí.

— Teníamos que huir.

Ella asintió y frunció el ceño: — Lo sé. Los niños me lo dijeron.

Remus lanzó una mirada alarmada sobre su hombro mientras ella inspeccionaba el vendaje en su cintura. Si Madame Pomfrey supiera la manera tan desconsiderada en la que había revelado su secreto estaría en peores problemas de los que pensaba. James y Sirius le dedicaron unas miradas que claramente decían "Somos busca problemas. ¿No pensabas que le diríamos la verdad?" Remus no sabía que mentira se les habría ocurrido, pero se sintió relajarse con alivio al mismo tiempo.

— ¿Es por eso que me quemaba tanto? — Le preguntó a Madame Pomfrey mientras se levantaba.

— ¿Qué?

— Cuando corría. Todo me quemaba. Mis tendones, y músculos.

— Su sistema sanguíneo estaba colapsando, señor Lupin. No había sangre suficiente para causar fricción.

Peter tuvo una arcada desde su cama: — Apreciaría que no mencionaran la palabra con S— Les rogó— Me siento lo suficientemente enfermo. Y tampoco digan la palabra con V.

— Sangre— Dijo James inmediatamente, sonriendo cuando vio a Peter ponerse verde.

— Venas— Agregó Sirius.

— Arterías.

— Músculos.

— Tendones.

— Médula ósea.

— Tostada.

Sirius abrió la boca, luego miró a James: — ¿Qué?

— Tostadas. Come tantas de ellas, que aseguró que ya son parte de su cuerpo.

Peter presionó una mano a su boca, dejando salir otra arcada.

— No sean crueles— Les riñó Remus, solo logrando alzar su cabeza para ver a Sirius y James quienes se veían completamente desinteresados— El pobre Peter ya va a vomitar.

— ¿Eso va enserio? — Le preguntó Sirius al chico gordito, su cara iluminándose.

— Les dará una lección cuando el vómito les caiga encima— Agregó Remus— Apunta al cabello de Sirius— Le dijo solamente a Peter.

Sirius y James inmediatamente retrocedieron del proyectil de vómito y Peter se veía decepcionado.

— De verdad, chicos— Les llamó la atención Madame Pomfrey— Debó irme para hablar ahora con el director, así que confió ¿Serán buenos con mis pacientes en lo que tardo?

— ¡Por supuesto! — Sirius y James tenían expresiones de falsa inocencia en sus rostros tan reales que Remus casi les cree. Madame Pomfrey, sin embargo, se veía desconfiada, pero suspiró y dejó la enfermería con una mirada seria.

— ¡Finalmente! — Exclamó Sirius, dejándose caer en una silla— Es difícil de asustar.

— No lo es— Reclamó Remus, sintiendo un extraño instinto de protección por la joven mujer que atendía sus heridas cada mes— Ella solo se preocupa por sus pacientes.

— Eres demasiado amable y confiado de todos, Remus. Un día de estos confiarás en la persona equivocada y te vas a arrepentir.

— Ya lo hice. Ya me arrepiento.

Sirius le dedicó una mirada extraña: — ¿A qué te refieres?

Remus se maldijo a sí mismo. ¿Por qué a su lengua le gustaba expulsar sus secretos cuando estaba drogado?: — Acepté ir a Hogsmeade. Miren lo que sucedió—Les señaló tristemente a Peter y luego a él. El movimiento le generó un ardor que pareció inmovilizar todos los músculos de sus brazos.

— Es más bien que nosotros prometimos cuidarte y terminaste salvando nuestras vidas— Sirius evitó los ojos de Remus, su voz demasiado suave— Lo sentimos en verdad, Remus.

¿Lo sienten lo suficiente para evitar preguntar sobre ciertas cosas? Pensó Remus silenciosamente. No tuvo suerte.

— ¿Cómo lo lograste? — Le demandó Peter de repente— Me levantaste como si no pesará nada. Y luego atacaste a esos tipos de las túnicas negras...podría estar algo inconsciente, pero recuerdo eso.

Remus intentó desesperadamente recuperar su drogado cerebro para inventarse una excusa convincente: — Fue la adrenalina— Empezó— Cosas asombrosas. Leí algo sobre una mujer muggle que levantó un automóvil que había atropellado a su hijo solo por la adrenalina.

— ¿Y luego ella también golpeó a tres hombres peligrosos armados con varitas para luego cargar a su pesado hijo mientras corría como el demonio por casi un kilómetro, sangrando por una herida en una de sus arterias? — Consultó James.

Remus se quedó en silencio. Sentía todos los ojos sobre él y estaba tratando de no ver a ninguno.

— Sabemos que hay cosas que no nos estás contando, Remus— Le dijo James, su voz extrañamente gentil— Pero tú sabes que somos amigos sin importar qué y puedes decirnos cualquier cosa.

— No fue nada— Murmuró Remus, su cerebro demasiado dormido— Solo adrenalina. Cosas asombrosas.

Movió sus ojos un poco y se encontró con un par de grises orbes. Trató de mirar a otra parte pero no pudo. El silencio de Sirius era mucho más extraño que la gentileza de James.

— No debes decirnos si no quieres— Le dijo Sirius, sin dejar de mirarlo. Se inclinó y sujetó la mano de Remus, dándole un pequeño apretón. Remus intentó no saltar. Todas sus articulaciones dolían, como si fueran viejas máquinas que necesitaran aceite.

— ¡Pero si debe! — Reclamó Peter— ¡Es lo que los amigos hacen!

— No— Replicó firmemente Sirius, sin soltar la mano de Remus— Los amigos están ahí cuando los otros los necesitan. Ellos no intentan forzar secretos que no se quieren decir. Ellos no hacen sentir culpables a quienes les salvaron la vida— Le lanzó una mirada significativa a Peter— Se supone que los amigos hacen todo para mantenerte a salvo. Un amigo te cargaría fuera del peligro cuando no puedes caminar por tu cuenta. Incluso si está sangrando.

Fue una reprimenda un tanto cruel que hizo sonrojar de vergüenza a Peter: — Tienes razón. Lo lamento, Remus.

James observa a Sirius, su boca abierta: — Okay, ¿Quién eres y qué has hecho con el verdadero Sirius? Si ibas a disfrazarte de él deberías recordar que nunca es tan femenino o elocuente.

— ¿Quién eres y qué has hecho con James? — Le molestó Remus, incapaz de contenerse— Yo sé que él no posee palabras tan complicadas como "Elocuente", "Volátil" o "Vocación" en su léxico.

Sirius dejó salir una carcajada: — Te han atrapado, amigo. O bueno...ya sabes....quien quiera que seas.

— Conozco toneladas de palabras complicadas— Protestó James— ¡Toneladas! Como...Avocado e impertinente o irreprensible también delincuente y...y...mermelada.

— Solo te las sabes porque Remus aquí ha tenido que explicártelas de una u otra forma— Le recordó Sirius.

— Excepto mermelada— Agregó Peter, sonriendo— Esa sí te la reconocemos.

— Deberías crear un diccionario para nosotros, Remus— Dijo Sirius— "El Diccionario de los Merodeadores para la Explicación de Palabras Largas Usadas por el Merodeador, Remus Lupin y Varios Miembros de la Autoridad Durante los Castigos y Regaños Producto de Fantásticas Bromas"

— Consideró que debemos buscar un nombre más fácil para eso— Mencionó James.

— ¿Ustedes caballeros siguen aquí? — Les preguntó Madame Pomfrey, regresando y suspirando cuando vio a Sirius y James— Ya es momento de almorzar. Vayan y coman algo. Les permitiré venir más tarde si se portan bien.

Gruñendo, Sirius y James se movieron para hacerle caso, pero no antes de que Sirius le susurrará a Remus en el oído: — Los amigos pueden descubrir secretos por su cuenta, sin embargo. Y nosotros lo haremos eventualmente, Rem.

Entonces desapareció y Remus se quedó observándolo irse, su buen humor desvaneciéndose.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

— Así qué ¿Hemos sido castigados por escaparnos a Hogsmeade? — Preguntó Remus a James el día siguiente cuando el muchacho llegó a visitarle en la enfermería después de las clases. Peter por fin se había ido pero seguía en el dormitorio, recuperándose. Sirius estaba atrapado por la profesora Vector quien le daba una lección cerca a la puerta sobre encerrar a tres chicos de Slytherin de cuarto año en los baños de Myrtle la llorona y después pegar un letrero a la puerta que dijera: "Pozo de víboras- No ingresé, está repleto de serpientes"

— Nada malo— Contestó James— Supongo que ellos consideraron que luchar contra Mortífagos, que es como ahora se hacen llamar, para luego ser torturados, rebanados y tener que huir para salvarnos fue suficiente castigo. Sirius y yo recibimos un horrible regaño sin embargo. ¡Deberías haberlo oído! Y Dumbledore nos dirigió su mirada de decepción. Yo odio esa mirada. ¿Por qué no puede hacer comentarios sobre nuestro mal comportamiento y dispersión y sobre la falta de sentido común que tenemos como el resto de los profesores?

— No lo sé— Sonrió Remus— Tal vez se ha dado cuenta que ignoras todo lo que te dicen.

— Apuesto a que sí. Viejo loco.

Remus dejó salir una carcajada, pero se detuvo cuando una punzada de dolor recorrió su costado. Se sentía mucho mejor que el día anterior, pero igual estaba lastimado. James lo miró con preocupación y se acercó para tomarlo del hombro: — ¿Estás bien, Remus? De verdad no te ves bien. Estaba esperando que tuvieras habilidades mágicas de curación entre tus secretos.

— Ojalá— Deseó Remus, pensando en lo mucho que eso lo ayudaría en las noches de luna llena.

— Bueno, pareces estar muy bien teniendo en cuenta que recibiste un corte en tu costado. Siempre supuse que los tenías.

Remus no quería admitir que eso se debía a que estaba siempre sometido a dolores terribles. Muchas veces. Todos los días.

— No los tengo.

— Bueno, ¿Entonces que tienes? Ya sé que eres muy veloz y fuerte. Y también eres bueno con las palabras largas. ¿Qué más?

Remus no pudo evitar sonreír internamente con la idea de que era un talento de los hombres lobo el saber palabras complicadas y largas, pero la mayor parte de él estaba con un ataque de pánico por culpa del sentido que llevaba esta discusión.

— James, por favor...

— No tienes que decirme nada. Solo me preguntaba. Y Sirius también lo hace. Y sabes lo determinado que está por descubrirlo. Lo hará al final.

Remus bajo la mirada a la colcha, jugando con un hilo entre sus dedos: — No lo logrará— Murmuró, esperando que fuese cierto— Sirius no es buen detective. No nota ciertas cosas.

— ¿Qué cosas?

Remus no contestó, removiéndose incómodo.

— Tú eres su excepción, ¿Lo sabías? — Dijo James eventualmente cuando vio que Remus no le diría nada más.

— ¿A qué?

— A la... ¿Cuál es la palabra? ¿No fijarse?

— Despistado— Sugirió Remus miserablemente.

— Sí, eso. Él en verdad te denota. Es como...si la mayoría de personas fueran por su visión a velocidad tremenda que apenas las ve. Incluso con Peter y conmigo, no siempre, pero algunas veces. Pero tú siempre llamas su atención. Él evidencia todo sobre ti. Incluso cuando no éramos amigos— James se detuvo unos momentos, sus ojos bailando sobre el pecho cubierto de Remus por las largas pijamas de algodón de la enfermería— Sabe de tus cicatrices.

— Es jodidamente complicado el no notarlas— Añadió Remus amargamente

— No es así. Tú te aseguraste de ello. Yo solo pude ver un poco de tu brazo hasta que te desmayaste en el carruaje. ¿Las tienes en todas partes, Rem? O ¿Solo en tus brazos? ¿Está todo tu cuerpo cubierto en cicatrices?

Remus sentía lágrimas de desesperación que salían de sus ojos. El lobo se mostraba con interés. ¿Matar? ¿Lastimar? Le sugería desde lo más profundo de su cabeza.

— ¿Cómo las obtuviste? ¿Quién querría hacerte eso? — Preguntó James— Eres pequeño y flacucho y no puedo pensar en alguien que quisiera hacerte daño.

Remus trató de regular su respiración, pero solo salieron torpes sollozos. Se iba a morir. El Ministerio lo mataría cuando se enteraran. Sabía que lo harían. Serían un lobo prisionero en esposas de plata y luego lo ejecutarían con un hacha de plata.

— Oh, oye, Remus. Lo siento. Lo siento. No debí decir eso. No debí hacerte llorar— James se movió de la silla y se sentó en la cama de Remus torpemente, poniendo un brazo alrededor de la forma temblante de Remus.

— No estoy l-llorando.

Era verdad. No había lágrimas, solo se movía erráticamente.

— Lo que sea a lo que le tengas miedo, podemos ayudarte— Le dijo James— Incluso si no sabemos mucho sobre qué es. Somos Los Merodeadores ahora. Nos quedamos juntos sin importar que.

— Dices eso por ahora...

— Lo diremos siempre— Fue la voz de Sirius la que dijo aquello. Remus y James levantaron la mirada para verlo parado un poco alejado de la cama, sus manos escondidas en sus bolsillos.

Paso un tiempo largo hasta que Remus dejó de temblar: — ¿Cómo te fue con Vector? — Indagó, tratando de forzar la conversación a algo más ameno.

— No estoy seguro— Respondió Sirius, moviéndose para sentarse al final de la cama de Remus, mientras James volvía a su silla— ¿Qué significa "Incorregible" realmente?

Remus sintió sus labios fundirse en una sonrisa traviesa: — Quiere decir que eres malo. Imposible de cambiar o mejorar.

— Oh. Todo está bien entonces— Dijo Sirius animado— Pensaba que era algo terrible.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Querido Remus,

No puedo creer que salieras a Hogsmeade cuando sabías que había gente peligrosa cerca. Estaba tan preocupado cuando la profesora McGonagall me dijo lo que te había sucedido. Pensé que eras mucho más sensato que eso.

Me alegró de que te sientas mejor, no obstante. Supongo que con el tipo de amigos que te has conseguido te llevarían al peligro tarde o temprano. Solo trata de que sea tarde. Por mi bien. Odiaría que murieras, Remus.

En tono más ligero, aquí tienes algunos brownies de chocolate que Angela cocinó. Muere por conocerte, pero dice que esto es más importante (Las mujeres y el chocolate, ¿No?).

¿Qué harás para Navidad? ¿Te quedaras en Hogwarts como el año pasado? Pensamos en darnos un paseo y visitarte. ¿Está eso bien?

Con cariño,

Neil Anders.

P.D: Todas esas salchichas que le estás dando a Brutus lo han vuelto gordo y perezoso. ¡Eres a la única persona a la que desea entregarle cartas!

— ¿Neil Anders? — Sirius preguntó y Remus dio un salto ocultando la carta— ¿Cómo el profesor Anders?

Remus bufó y deseó el no haberse sentado al lado de Sirius para desayunar.

— ¿Es el dueño de Brutus? Apuesto a que solo le escribes porque te gusta su lechuza.

— No es así— Protestó Remus.

— Niégalo todo lo que quieras, pero acabas de alimentarlo con todas tus salchichas— Avisó James, sonriendo desde el otro lado de la mesa.

Brutus ululó contento y se comió una de las salchichas de Peter. Peter empezó su protesta pero terminó teniendo una casi muerte por asfixia cuando inhaló un poco de tocino.

Remus trató y falló en lucir molesto. Estaba demasiado feliz. Faltaba solo una semana para el inicio de las vacaciones de Navidad, habían planeado administrar la poción en menos de dos días e iba a pasar vacaciones con sus amigos.

— El Miércoles será tan divertido— Dijo Sirius, balanceándose felizmente al lado de Remus— No puedo esperar a ver las caras de los demás cuando les empiecen a crecer plumas o escamas y esas cosas desagradables.

— Eres desagradable, Black— Le dijo Lily Evans mientras que se levantaba de la mesa.

— ¿Qué? — Le reclamó Sirius a la defensiva.

— ¿Acaso tus padres no te han enseñado modales para la mesa? — Le escupió.

— Un eructo inocente y ella ya tiene sangre bajándole por las piernas.

— No seas grosero, Sirius— Defendió James a Lily.

Los ojos de Sirius se iluminaron: — ¡Ooh! ¿Defendiendo a tu futura esposa?

James se puso de color escarlata: — ¿Qué? ¡No! No seas asqueroso Sirius. Eso no es lo que quería decir y lo sabes.

Remus y Peter se burlaron de James y su sonrojo se volvió más profundo: — ¡Tarados!

— Va a ser una muy buena broma de Navidad sin embargo— Retomó Sirius— Tan buena como la broma del hielo del año pasado. Incluso mejor.

— No puede ser mejor— Protestó James— Esa fue asombrosa.

— Muchas gracias— Respondió Remus, luciendo modesto. Hubo un largo silencio mientras los otros le miraban con la boca abierta.

— Merlín, Rem. ¿De verdad?

Remus se encogió de hombros.

— No enserio— James intervino— ¿Tú hiciste esa cosa del hielo?

— Sip.

— No lo creo. Eso fue como un hechizo de sexto año.

Remus suspiró y agitó su varita en dirección a la puerta del Gran Comedor, murmurando un hechizo. Evan Rosier estaba caminando por ahí y acabó por dar un cómico momento, sus brazos estirados haciendo espirales en el aire, para luego caer en su espalda, sus piernas al aire y sus túnicas ocultando su cara.

Mientras que todo el Gran Comedor prorrumpía en carcajadas, Remus murmuró con prontitud el contra hechizo. Para cuando llegó Slughorn a ver a su furioso estudiante, el piso era otra vez de mármol.

— ¡Pero era hielo, le digo! ¡Hielo! — Gritaba en protesta Rosier mientras era sacado, cojeando, al pasillo.

Remus se volteó y sonrió traviesamente a los otros Merodeadores: — ¡Remus, eres mi héroe! — Exclamó Sirius, agarrándolo en un abrazo y revolviendo su cabello.

— ¡Sirius! ¡Ya suéltame!

Sirius obedeció, todavía sonriendo de oreja a oreja mientras aparecía un sonrojado, sin aliento y molesto Remus.

— Pero enserio, de verdad, amigo— Empezó Peter, mirando a Remus emocionado— Eso fue tan solo...wow.

Remus se vio consumido en su atención. En ese momento era lo más feliz que recordaba desde aquellas noches antes del lobo.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Muy temprano en la mañana del Miércoles, los cuatro Merodeadores, apretados bajo la capa de invisibilidad de James bajaron a las cocinas. Los elfos domésticos levantaron la mirada con sorpresa cuando la puerta del retrato se abrió y no había nadie. Rodearon la pera, charlando entre ellos, charlando entre ellos, luego la cerraron y volvieron a preparar el desayuno.

La comida y bebida estaban listas en las mesas para ser transportadas al Gran Comedor. Se acercaron y James sacó la mano para sacar su mano de entre la capa y dejar caer la poción en todos los jugos de calabaza que estaban destinados para las cuatro casas.

— Algunas personas toman té o café en su lugar— Remus le recordó lo más bajo que pudo.

— Buen punto— Reconoció James, y también le puso un poco al té y al café. Su mano fue a las bebidas que iban destinas al personal.

— No te atrevas— Siseó Remus, y tanto James como Sirius rodaron los ojos.

James retiró la mano: — Bien— Dijo molesto— Pero pagaría lo que fuera para ver la gorda serpiente en la que Slughorn se convertiría.

Salieron silenciosamente sin que los elfos los notaran.

Se escondieron en la biblioteca hasta que fue hora de desayunar, no queriendo verse extraños (En especial Sirius y Peter que no eran personas mañaneras) si aparecían temprano a desayunar. Finalmente, Sirius se puso en pie: — ¡Ya está! Hora del show.

Se apuraron para llegar al desayuno y tomaron asiento en la mesa de Gryffindor, tratando de no sonreír mucho mientras alistaban los platos. Remus estaba tan distraído, que su mano golpeó la bandeja de plata en donde estaba el tocino. Gimió y la retiró con rapidez, sobando la quemadura.

— ¿Remus? Déjame verla.

Antes de poder protestar, Sirius agarró su mano y la observó de cerca: — Es una quemadura muy fea. No toquen los platos, chicos. Están calientes.

Remus estaba inmensamente aliviado que evitaran tocar los platos después de eso. No sabía cómo explicar que un plato apenas caliente causará una quemadura tan terrible.

La poción tomó unos segundos en funcionar, pero lo hizo. Los primeros gritos vinieron de la mesa de Ravenclaw lo cual no fue una sorpresa. Siempre bajaban muy temprano para estudiar durante los días entre semana para así llegar temprano a las muchas clases.

Los Merodeadores vieron con deleite como alrededor de la mesa, brazos tenían alas negras y las caras se acomodaban para tener picos en vez de bocas, convirtiendo los gritos en graznidos. Más gritos llenaron el Gran Comedor. A los Slytherin les crecían escamas, y sus brazos y piernas habían desaparecido. Sus lenguas eran delgadas y bífidas. Los Hufflepuff tenían pelaje negro y blanco en sus caras y pequeñas orejas peludas en lo alto de sus cabezas. Sus brazos eran pequeños y gorditos.

El caos también era cercano. Las orejas de los Gryffindor también se movieron y ahora eran dos cosas doradas en la parte de arriba. Les salían colas peludas, sus cabellos, en especial el de los hombres, aumentaba y llegaba a su espalda. A sus dedos les salían garras en vez de uñas.

Los Merodeadores morían de risa, particularmente después de oír a unos Slytherin sisear.

— Debemos beber ahora chicos, antes de que alguien lo noté— Apresuró James, levantando su vaso.

— Sí. ¡Salud! — Exclamó Sirius.

— ¡Salud! — Corearon los otros, golpeando sus vasos.

Remus trató de no pensar en los ojos de escarabajos que había en la poción antes de beberla. O en todos los ingredientes, la verdad. Pasaron unos cuantos minutos antes de que la poción surtiera efecto, luego sintió una familiar sensación cosquilleando en su piel. Se sentía diferente a su transformación de lobo. No le dolía para nada. Miró sus manos y vio las relucientes garras.

Y ahí fue cuando empezó a tener pánico. Sus manos eran siempre lo primero que cambiaba. ¿Qué si esta poción resultaba diferente en los hombres lobo? ¿Qué si lo descubrían por esta transformación? Cuando sintió el cambio en la piel de su cuerpo, su respiración se aceleró. ¡Tenía que salir de aquí! ¿Qué si mataba a alguien? ¡Todos lo sabrían! ¡Merlín! ¡Todos lo sabrían!

Se tambaleó sobre sus pies, justo cuando el pelaje le crecía por la espalda. Era una sensación tan familiar que fue ahí cuando empezó a gritar.

— ¿Rem? ¡Santo Dios! Remus, ¿Qué pasa?

Remus apenas escuchaba los gritos de Sirius por sobre no solo los suyos, pero de todos en el Gran Comedor. Trató de alejarse de sus amigos, sus horribles y cambiadas manos con garras frente a él. Sabía que el miedo lo ponía histérico, pero no podía evitar que los gritos emergieran. La última vez que se había sentido tan asustado fue cuando tenía los colmillos de un lobo atravesando su carne.

— ¿Qué está mal con él? ¿Remus? ¡Remus! — De repente James, Sirius y Peter estaban ahí, acorralándolo, tratando de tocarlo. Se volteó y tropezó con la mesa mientras salía a correr hacía la puerta. Salió y fue en dirección al Sauce Boxeador. Debía llegar a un lugar seguro, debía hacerlo.

Era más rápido que los demás y pronto los perdió, pese a que corrían tras él persiguiéndolo tan rápido como podían. Se apresuró a llegar al árbol. Cuando lo alcanzó, trastabilló hasta el túnel, esquivando las ramas y golpeando el nudo en centro del tronco. Las ramas se detuvieron y renqueó hasta el túnel, corriendo, aterrado hasta la Cabaña de los Gritos, subiendo las escaleras y dentro de su cuarto donde se tiró sobre la cama, no teniendo el aliento suficiente para gritar, pero si sollozando histéricamente.

No supo cuánto estuvo ahí tendido. Su cuerpo ya no cosquilleaba con el cambio, pero no podía detener los sollozos y búsquedas de aire que salían de él. Se sentía enfermo de miedo y horror. Enterró su rostro en la vieja y desgarrada almohada y lloró.

No fue consciente de la entrada de los otros a la habitación hasta que sintió una mano en su espalda.

— Oh Merlín, oh Merlín— Peter chillaba— ¿Qué es este lugar? ¡Hay sangre en las paredes!

— ¿Rem? ¿Remus? Ven, este lugar es malo— Sirius trataba de levantarlo— ¡Hay cosas aquí! ¡Hay sangre, Remus! ¿Qué te pasa? ¡Dímelo! ¡Dime que está mal!

Y luego su propia voz decía entre sollozos: — ¡Yo p-p-pensé que me estaba t-t-transf-f-formando! — Hipó— ¡ No e-era ni siquiera la luna l-l-llena y yo pensé que m-m-m-me estaba t-trasformando!

*Aclaración: En la versión original del Inglés, cuando Remus se levanta dice "Rough moon" y Sirius le entiende que llama a un tal "Ralph" por lo que le pregunta quién es. Para que tuviese sentido al español cambia el nombre de Ralph por el de "Lily"

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