16. Resolviendo el secreto de la amistad

"Tú fuiste el que hizo las cosas diferentes, tú fuiste quien me acogió. Tú eras en quien podía contar, para todo. Tú eras mi amigo."

Tom Petty

Nota de autor: Créditos a Moonsing y a J.K Rowling. Yo solo sirvo de traductor

REMUS:

Era extraño, pensó Remus, el sentimiento que embargó su pecho al darles auxilio a los bromistas de Gryffindor para robar ingredientes de pociones ilegales. Incluso cuando claramente ellos no esperaban su ayuda, y habían estado demasiado sorprendidos para agradecerle en su momento, él sintió, por primera vez, que había sido parte de algo especial que involucraba a personas que no querían atormentarlo. Lo había hecho sentirse feliz y orgulloso, y cuando deslumbro los ingredientes robados en una estantería abandonados, ni siquiera lo pensó dos veces antes de agarrar dos viales vacíos, y llenarlos velozmente con los contenidos de los frascos antes de volver a ponerlos en el estante.

Slughorn le gritaba a Bulstrode así que agarró un poco de pergamino y una pluma para escribir su mensaje antes de irse de la oficina. Eso era algo que Black y Potter debían entender, algo que Remus había aprendido desde niño cuando trataba de escapar de su padre para evitar ser golpeado. Las personas notaban a los escurridizos. Fue el motivo por el cual notó a Black y Potter entrando en la oficina en primer lugar.

Incluso cuando solo habían estado allí un año completo, los tres famosos bromistas de Gryffindor ya eran reconocidos entre los estudiantes y profesores: Con los estudiantes eran leyendas en la planificación y ejecución de bromas y su manera convincente para salirse de problemas, y entre los profesores como los creadores número uno de problemas que ocurrían en la escuela. Los de Slytherin no tenían ninguna emoción complicada dado que eran las víctimas de muchas bromas. Ellos los odiaban.

Remus tenía que admitir que pese a que no eran buenos en esconderse o elaborando complicados hechizos, la pandilla de bromistas tenía un talento salvaje y natural, así como creatividad y recursividad para esconder bajo expresiones faciales de inocencia que implicaban siempre un "¿Quién, yo?" que los sacaba de todo problema.

Si su madre viviría los encontraría divertidísimos, así como siempre le había impresionado su merodeador interno. Su padre los aborrecería. En relación a Remus, sintió a su merodeador interno florecer cuando vio a Slughorn entrando en aquella habitación después de los chicos.

Tras ello había estado asustado y avergonzado. No estaba seguro de que podrían pensar sus compañeros de cuarto al verlo inmiscuirse en sus planes. Se preguntaba si había asumido demasiado y el si ellos pensarían que lo que había hecho era un claro intento de forjar amistad. Y lo peor de todo era que, hasta ese momento en pociones cuando levantó la vista y vio las expresiones de travesura en las caras de Black y Potter, no sé había dado cuenta lo mucho que deseaba tenerlos como amigos.

La noche en que se había escapado de la enfermería para realizar un cortejo con sombras de luna y conjuros de sangre inventados había sido un punto de corte para Remus. Acostado en su cama después, y sintiéndose cercano a su madre como no lo hacía desde Aquella Noche. La culpa por la responsabilidad de su muerte, el horror de saber en lo que se había convertido, el dolor y la resignación de que nunca encajaría en ninguna parte apareció en su mente mientras se recostaba ahí. Cerró sus ojos y casi podía sentir sus dedos acariciando su cabello arenoso para ponerlos tras su oreja y su voz, suave y rica murmurando las letras de millones de canciones Muggle.

Él sabía que la luna siempre había manejado su vida, como lobo y como niño. Lo aterraba y atraía. Lo odiaba y amaba. Era el recurso de sus más felices y desesperantes memorias. Era una condición que viviría con él por siempre y, mientras escuchaba la voz imaginaria, se sentía aceptándolo como un pedazo de pergamino, suave y dulce, pero con esquinas tan filosas que podían obtener sangre.

Podía imaginar a su madre ahora, viéndolo incrédulamente mientras que él se quejaba de que no tenía ningún amigo. Ella negaría de forma que su largo cabello de mechones dorados se mecía en ondas tras su espalda a la vez que lo reñía para traerlo en sus sentidos: — Remus— le diría— Es tú culpa el no tener ningún amigo. La gente simplemente no se va y hace amigo de cualquiera sin motivo. Debes convencerlos de que vales la pena. Convéncelos de que debajo del lobo todavía descansa un niño que vive debido a la magia de las madres y sombras de luna, que debajo del lobo se esconde alguien inteligente, valiente y travieso.

Y podía imaginarse respondiéndole: — Ese niño murió la noche en que tú lo hiciste. Se fue contigo, aferrado a tu espíritu así que él, como tú, fue arrastrado a otra parte. El monstruo ocupó su lugar.

Pero incluso entonces, la Serena imaginaria no dio su brazo a torcer: — Lo prometiste, Remus. Me hiciste una promesa mientras moría que no permitirías que el lobo te cambiase. Y pelearás por esa promesa hasta que ya no te queden motivos para seguir manteniéndola.

Y eso más que nada lo había llevado a resolver que pelearía hasta que ya no pudiera más. Escondería el monstruo que llevaba, y tal vez alguien, un día, amaría esa mentira y lo amaría por ser la persona que aspiraba.

***

Resultó que el profesor Anders no era tan fácil de espantar como Remus esperaba. En el desayuno el día posterior al incidente de Pociones, mientras que trataba de ignorar la mirada de sus compañeros de cuarto, una enorme lechuza con manchas cafés y alas grises aterrizó sobre su plato e inmediatamente se engulló sus salchichas.

Remus bufó. Él odiaba tener que cambiar toda la comida de los platos fabricados con plata a los que no la tenían para que tuviera que hacerlo dos veces por una comida. Y ya no quedaba ninguna salchicha. Se estiró y le quitó la carta del pie derecho del ave, conociendo de antemano de quien era dado que la reconocía del verano anterior.

Querido Remus,

Si pensabas que tu carta me mantendría alejado, estás terriblemente equivocado. Claramente el abuso que sufres bajo el cuidado de tu padre es peor de lo que imaginaba. Él ha retorcido tu mente y emociones en formas que son imperdonables.

Por favor entiende que solo deseo ayudarte. Siento que es mi responsabilidad, siendo el único adulto que sabe del problema, el auxiliarte para pelar contra él.

Remus, te enseñé todo un año, y no vi señales del malvado animal que crees que eres. Sé quién eres, y entiendo que no le has permitido cambiarte. Veo un niño tierno, callado, inteligente pero furiosamente independiente que ha sufrido las alteraciones propias que su maldición ha añadido a su personalidad antes que permitirle cambiarla, y es debido a su salud que me veré obligado a molestarte incluso si lo quieres o no.

Tuyo con determinación,

Neil Anders.

Remus sentía sus manos temblar mientras leía la carta. Se mantuvo tan inexpresivo como pudo, pero no podía contener el temblor. Estaba totalmente dividido. Se sentía molesto, herido y amargado. Y aun así una parte de la carta le impedía desechar el resto "Sé quién eres, y entiendo que no le has permitido cambiarte".

Era demasiado cercano a una casa y amenazaba con derrotar todas sus defensas como si fueran de mantequilla. Cuando leyó esa línea, apareció en su cabeza con la voz de su mamá.

— ¡Demonios!

Rompió la carta en frustración, se levantó, ya sin hambre. Se dirigía a las puertas del Gran Comedor cuando sintió un peso extra aterrizar en su hombro. Se giró para observar a la lechuza de Anders.

— No hay respuesta. No tengo nada que decirle a ese hombre.

Parecía que veía dentro de él con sus ojos amarillos y ni siquiera hizo esfuerzo en moverse.

— ¡Vete! — Remus le dio un manotazo para que se bajara de su hombro, pero solo voló brevemente antes de aterrizar en el siguiente, enterrando cruelmente sus garras. El mensaje estaba claro: No me iré sin una respuesta.

Remus resolvió ignorarla. Estaba seguro de que no podría seguirlo todo el tiempo. Se encaminó a su lección de Encantamientos, y se alegró cuando la lechuza abandonó su hombro apenas entró al salón. Eso había sido bastante rápido.

***

Se equivocaba. Tan pronto como abandonó el salón, la gigante lechuza volvió a posarse en su hombro delicadamente y le picoteó la oreja en reprimenda cuando él dejó salir un molesto gruñido esperando asustarla. Lo siguió a Pociones y a Transformaciones también, siempre a su lado, robando su comida durante el almuerzo antes de volver a seguirlo a sus lecciones.

Sabía que se estaba ganando miradas y susurros de especulación, incluso la profesora McGonagall lo veía con preocupación, pues era conocido que las lechuzas se permitían en todas partes menos en clases.

Eventualmente, las clases finalizaron y Remus se fue a la biblioteca, tratando de no desesperarse al sentir la lechuza posarse en su cabeza y usar su cabello para agarrarse. Se encaminó a la sección de Criaturas Mágicas y encontró un libro llenó de cosas sobre lechuzas.

Se sentó con las piernas cruzadas en el suelo apoyando la espalda en las estanterías y el libro apoyado en sus rodillas. La lechuza emprendió el vuelo para posarse en una estantería y mirarlo fijamente.

Se encontraba tan absorto en su lectura, que nunca notó cuando alguien se acercó hasta que le preguntaron: — ¿Está es tu lechuza?

Remus se sobresaltó y levantó la mirada para encontrarse a Black, Potter y Pettigrew parados muy cerca de él, mirando a la lechuza de Anders quien había decidido bajar para tratar de comerse el cabello de Remus mientras leía.

— No— Les respondió cautelosamente, dejando su mano en la página que llevaba para no perderla— No lo es.

— ¿Por qué te está siguiendo alrededor de todo el castillo entonces? — Preguntó Pettigrew con interés.

Remus dudó: — Alguien desea que yo le conteste una carta que no quiero. Así que le han ordenado a su lechuza el seguirme a todas partes.

— Oh.

Los chicos se quedaron en un incómodo silencio, hasta que Potter se aclaró la garganta para decir: — Podrías aturdirla. O lanzarle un Confundus para que ya no recuerde que debe seguirte.

Remus suspiró y movió su cabeza para observar a la lechuza quien ululó mientras él se pasaba una mano por el cabello: — No es su culpa. Y preferiría no herirla. Estoy esperando que se rinda y simplemente se vaya. O que pueda hallar un conjuro que la haga irse sin necesidad de lastimarla.

Otro silencio, entonces Black tomó un fuerte respiro y cuadró sus hombros: — Queremos darte las gracias. Ya sabes, por lo del otro día en Pociones. Podríamos haber estado en un grave problema.

Remus sintió algo dulce y caliente recorrer su pecho y se las arregló para que una sonrisa estúpida llegará a sus labios: — Con mucho gusto.

— ¿Eres siempre tan formal? — Preguntó Potter con curiosidad.

¿Formal? Remus estaba fuera de guardia. Nunca se le había ocurrido que fuera formal. Tal vez fuera su exceso de formalidad lo que le impedía tener amigos.

Black pareció notar su reacción, porque inmediatamente se acercó para dejarse caer al suelo justo al frente de Remus. Remus evidenció que Black nunca parecía sentarse o levantarse. Él se tumbaba. Remus apostaría que si hubiese una habitación sin paredes y suelo, él encontraría la manera de tumbarse en el aire.

— Ignora a James— Le dijo Black, dándole un gesto rudo a Potter— A él no le han enseñado modales. Por eso no puede reconocerlos cuando los ve.

Remus sintió una cuchillada de nervios. Lo que menos quería era ser el responsable de una discusión entre el grupo de amigos, pero cuando se volteó a mirarlo, Potter no se veía molesto ni por el gesto o las palabras de Sirius. Solo sonreía y también se tiró al suelo. A diferencia de Black, él era todo codo, rodillas y ángulos, y parecía que colapsaba como un costal roto en lugar de parecer un perezoso, elegante y aristócrata como Black. Pettigrew los siguió de último, mirando el suelo y ojeando a todos incierto.

— Er...okay— Remus contestó al último comentario de Black.

— Y también quería decirte que siento mucho lo del otro día— Black continuó, un tanto avergonzado— En la enfermería. Sé que no debí acosarte de esa manera.

Remus se quedó quieto un momento, la imagen de la discusión en la enfermería viniendo vívidamente a su cabeza. No podía pensar el por qué Black le pedía perdón. Sabía que él lo había asustado.

— Está bien— Murmuró— Yo lamento la forma en que me comporté.

La lechuza gritó, haciendo que todos saltaran, antes de aterrizar en la rodilla de Remus: — Shoo— Remus le amonestó, tratando de quitársela. Le dio la espalda a Remus y enfrentó al círculo de muchachos frente a él.

— Entonces ¿Eres realmente tan poderoso? — Black demandó, inclinándose, sus ojos grises brillando— Le toma mucho esfuerzo a un chico de quinto año el realizar un conjuro para hacer explotar un caldero a esa distancia.

Remus se sonrojó: — No. Había dejado caer unas salamandras al caldero de Bulstrode antes de hacer mi entrada a la oficina. Todo lo que tuve que hacer fue un hechizo de reacción rápida y esos funcionan muy bien cuando hay hojas de margarita para hacer ¡Boom! — No pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa mientras recordaba a Bulstrode manchado al igual que otros alumnos a quienes les salían pelos de áreas poco habituales.

Para su sorpresa, incluso esa pequeña sonrisa causó que un montón de sonrisas tan grandes como las de las calabazas se pusieran en los rostros de los tres chicos delante de él.

— Fue jodidamente brillante— Lo complementó Black, moviendo su cabeza en admiración— ¿Cómo pensaste en esa idea con tan poco tiempo? ¿Cómo sabías que todo lo que nos contaste, llevaría a ello?

Remus le dedicó una mirada extraña: — Nuestro libro de pociones dice en el capítulo cinco que nunca debes mezclar salamandras con hojas de margarita si debes utilizar un hechizo sobre ella. Si lo haces explota.

— ¿Te has leído todo nuestro libro de pociones incluso cuando solo llevamos dos semanas? — Potter estaba sorprendido— Te hace falta salir, amigo.

Remus sintió su rostro ponerse caliente y miró de nuevo al libro en su regazo. La verdad no podía entender que sucedía allí. ¿Estaban tratando de ser sus amigos? ¿O era está una nueva broma para hacerlo sentir mal?

— Hey— La voz de Black era extrañamente gentil a la vez que golpeaba la rodilla de Remus para llamar su atención— Eso fue una broma, Lupin. No trata de ser cruel. Todos estamos realmente agradecidos de que te hayas leído el libro de pociones, de lo contrario estaríamos jodidos.

Remus sintió sus hombros des tensarse y pudo darles una pequeña sonrisa.

— Sí, no pretendía ser cruel— Le dijo Potter suavemente. Se inclinó un tanto, expresión amable— De verdad.

— ¿Así que eres un genio en pociones entonces? — Agregó Peter.

Remus sintió que su sonrisa se agrandaba tras ese comentario: — Ojalá lo fuera. Me sé toda la teoría, pero nunca resulta como quiero cuando se trata de práctica.

Black sonrió: — Yo y James somos buenos, pero Peter es un asco. La única vez que una poción le sale bien era cuando se suponía que tenía que hacerla mal.

— James y yo— Corrigió Remus, antes de que pudiera detenerse.

James lo miró con desconcierto: — ¿Tú y yo qué?

Remus sintió otra ola de vergüenza. Empezaba a creer que debería permitirle a su sangre vivir en su rostro para ahorrarse el problema de mandarla ahí frecuentemente: — Se dice correctamente "James y yo" no "Yo y James".

Los tres se quedaron mirándolo con detenimiento, antes de explotar en carcajadas.

— Brillante, profesor Lupin— Alabó Sirius— No podemos tener personas que lastimen el idioma de aquella forma, ¿O sí?

— Por supuesto que no— Contestó Remus, una sonrisa lentamente formándose— Si lo hiciéramos nos vetarían de todos los círculos de literatura importantes.

— Y ahí se iría mi ambición más grande— Sirius agregó luciendo serio.

— Así que ¿Puedes adivinar que poción estamos haciendo? — Preguntó James curiosamente— Dijiste que sabías de teoría.

Remus se estrujó el cerebro pensando, acariciando las plumas de la lechuza en su rodilla de manera inconsciente: — Yo diría que es una poción de transfiguración, juzgando por el uso de los cascarones de huevos de Fwopper. Pero las alas de Billywig no se usan en muchas pociones salvo en la de animagia para determinar tu animal interno. No estoy seguro. ¿Es una poción para transfiguración humana?

Los otros lo observaron con la boca abierta.

— Tú en verdad eres un genio, amigo— Admiró Pettigrew.

— No, yo leo. Y mi mamá era pocionista antes de...— Se detuvo, de repente asustado por la información que casi revela. Sintió todo el color abandonándolo como si alguien le hubiese puesto un enchufe al final de la cabeza. No podía dejarles saber que estaba muerta.

— ¿Qué le sucedió? — Preguntó Black suavemente.

Remus recurrió a su común excusa mensual: — Ell-ella tuvo que parar cuando se enfermó.

Hubo otro largo silencio antes de que Potter dijera: — Lo siento mucho. Lamentó que ella haya tenido que parar.

Remus sintió como el alivio y un sentimiento de culpa lo llenaban: — Muchas gracias Potter— Logró decirle.

— James.

— ¿Qué?

— Dime James. Los amigos nos llamamos por nuestro primer nombre.

Era como si alguien le hubiese atado un cordón en el corazón y lo estuvieran jalando: — ¿Enserio?

— Bueno, claro— Black- no, Sirius le respondió como si ello fuera lo más obvio del mundo— Necesitamos de alguien que haga el planeamiento sensible de todas nuestras operaciones. ¿Qué te parece unirte a los bromistas de Gryffindor?

— Me encantaría— Respondió tímidamente.

— Genial— Agregó Sirius y Remus no podía entender por qué se veía tan feliz. Sirius ya tenía amigos y Remus no era de escribir a casa.

— Déjanos mostrarte lo que ya llevamos— James agarró a Remus del brazo y lo levantó de forma que el libro cayó al suelo junto con la molesta lechuza.

— Estoy buscando el hechizo para deshacerme de la lechuza— Protestó Remus.

Sirius se encogió de hombros: — Solo mándale una nota a la persona que diga "Púdrete" y terminemos con esto.

Remus les dejó que lo sacaran de la biblioteca sin mostrar mucha protesta.

***

Remus se recostó en su cama esa noche y le fue imposible dormir mientras estaba lleno de aquel estado de asfixiante alegría. Oía a sus compañeros durmiendo. Los ronquidos suaves de James, los gruñidos ocasionales de Peter, los suspiros de Sirius, que eran semejantes a como si estuviese exasperado por el hecho de que tuviera que gastar tiempo durmiendo en lugar de planeando más bromas legendarias.

Sus olores llenaban el cuarto, y de repente se dio cuenta de que antes de que fuesen amigos, estas esencias mezcladas le traían un sentimiento de comodidad y paz que no hallaba en otra parte. Él los relacionaba con cosas como la seguridad y relajación, lejos de aquellos olores metálicos, salvajes y la esencia de sangre y orina que habitaba en su cuarto de casa no importaba cuantas veces lo limpiará después de cada transformación. No olía a miedo y dolor, y antes de venir a Hogwarts eso era todo lo que conocía. Y ahora tenían una dimensión extra, olían a amigos.

Remus sonrió y cerró sus ojos, pero luego los abrió con sorpresa cuando algo pesado y con garras aterrizó sobre su estómago. No pudo evitar el grito de dolor seguido de un gruñido al darse cuenta de que era la lechuza.

— ¿Lu-Remus? — James, siempre con el sueño más ligero que los otros dos, se sentó en su cama para mirarlo— ¿Está todo bien?

— Sí— Contestó Remus, sonrojándose al oír el tono de preocupación en la voz de James y agradecido de que el otro no pudiese notarlo— Eso solo la lechuza. Creo que voy a tener que ir y escribir una carta para lograr que se vaya.

— Pensé que era un perro o algo. Escuché un gruñido.

Remus sintió su corazón agitarse y peleó para mantener su voz tranquila: — ¿Cómo podría entrar aquí un perro, J-James?

James dejo salir una risita: — Buen punto. ¿Quieres que te acompañe?

Remus dudó. Quería aceptar la oferta de alguien que ansiaba ser su amigo. Pero la idea de la carta de Anders lo hacía dudar, especialmente si Sirius le había contado a James sus propias suposiciones.

— Estaré bien. Solo es un familiar— Odiaba mentir, pero su maldición lo había vuelto muy bueno en ello— Puedes volver a dormir.

— ¿Seguro?

Remus no podía creer que este era el niño que había sido cruel con él durante gran parte de primer año. Qué maravilla lo que James podía cambiar.

— Sí.

Se deslizó fuera de la cama y buscó un pergamino y tinta en su baúl. Luego bajo por las escaleras. Tomó asiento frente a un fuego falleciendo, viendo al pergamino en blanco por un largo tiempo antes de que se le ocurriera que decir. No era lo suficientemente rudo para simplemente escribir "Púdrete" como Sirius había sugerido, pero tampoco quería animar a Anders.

Eventualmente, dio un bufido de impaciencia y solo comenzó a escribir. No tenía que ser bueno.

Profesor Anders,

Le he pedido que deje de preguntarme sobre esto y usted no me escuchó. Por favor, por favor déjeme en paz y no mandé a su lechuza a seguirme por toda la escuela. Estoy muy feliz con mi vida. Ahora soy amigo de James, Sirius y Peter y no necesitó nada de usted.

Por favor déjeme tranquilo.

Remus Lupin.

PD: Su lechuza se ha comido todas las salchichas de mi desayuno hasta que ya no quedó ninguna para mí. Y luego se comió mi almuerzo y tuve que pedir más y yo detestó eso porque los platos en que los sirven son de plata. Debería alimentarla más dado que parece hambrienta.

Suspiró. Eso tendría que bastar. La ató a la pierna de la lechuza, la llevó a la ventana y la dejo salir para después volver a su cama.

— ¿Todo bien? — Preguntó James con la voz llena de sueño mientras que él se metía en las cobijas.

— Sí.

— ¿Qué has escrito en tu carta?

— Le escribí sobre salchichas.

Hubo una pequeña pausa, luego un: — Bien por ti, Remus. ¿De verdad te encuentras bien?

— Sí, James.

Y solo porque James preguntó esa cosa tan simple, su respuesta fue verdadera.

***

Tener amigos era la experiencia más extraña y surreal. Sus compañeros de cuarto parecían haberlo incluido en su pandilla sin ningún tipo de problema. En lugar de hacer mofa a todas sus actitudes y costumbres extrañas como lo hacían el año pasado, ahora parecían bizarramente protectores. Le gritaban a cualquiera que se atreviera a llamarlo "Lunático" y hechizaron a un chico de Slytherin de sexto año que lo había pateado un día en la biblioteca mientras estaba sentado en el suelo entre los estantes de Transfiguración.

Incluso Peter, que al inicio era muy reservado con él, había saboteado secretamente el proyecto de Herbología de un Ravenclaw después de oírlo burlarse de Remus cuando este le hablaba a su Venícula tentacular y lo escuchó preguntando en voz alta si pasaba las vacaciones en el "Ala de enfermos mentales" de San Mungo.

En las mañanas, Remus se levantaba muy temprano para tomar una ducha de forma que sus nuevos amigos no vieran sus cicatrices. Tenía pesadilla sobre ellos viéndolas y dándose cuenta de lo que era. Sabía lo que pasaría entonces, ellos no tendrían más remedio que entregarlo al Ministerio.

Afortunadamente, los otros parecían haberse dado cuenta de su aversión a ser visto sin ropa por alguien más. Unos días después de que enviará la carta para Anders, se durmió más de lo previsto por primera vez en su vida. Lo primero de lo que estuvo seguro fue de alguien que gentilmente le sacudía el hombro. Se despertó sobresaltado para ver a Sirius parado frente a él.

— ¿Qué sucede?

— Nada. Te has quedado dormido.

Se levantó de un salto y vio a los demás estirándose y caminando alrededor con sus brazos adormecidos cargando sus toallas y cosas para el baño. ¿Cómo iba a evitar el tener que bañarse con los demás?

— Ve tú primero, amigo— Le dijo James, bostezando tanto que parecía a punto de romper su quijada— Nosotros vamos después— Continuó como si la paranoia de Remus fuera lo más normal del mundo.

Remus se quedó viéndolos con una mezcla de alivio y vergüenza que lo recorría: — Pero llegaran tarde.

Sirius sonrió y le golpeó la nariz juguetonamente: — ¿Cuándo eso nos ha molestado?

— Gra-gracias— Remus salió de la cama y agarró su toalla y ropa antes de ir al baño para tomar la ducha más rápida de su vida.

Esa mañana durante el desayuno, todos los pensamientos felices de Remus fueron drenados al ver una lechuza gigante que volaba hacía él. James fue el primero de sus amigos en notarlo. Sirius y Peter se estaban quedando dormidos como de costumbre.

— Oye, ¿Qué esa no es la misma lechuza? — Preguntó cuándo aterrizó sobre el plato de Remus.

— Eso parece— Suspiró.

— Y después de todo el trabajo que te tomó el escribir a tu familiar una amenazante carta sobre salchichas.

— ¿Carta sobre salchichas? — Preguntó Sirius, despertándose.

James asintió gravemente mientras Remus sacaba la carta de la pata de la lechuza para leerla.

Querido Remus,

Me alegra saber que has hecho algunos amigos. Ellos son bueno chicos, si algo un tanto salvajes, aunque debes tener cuidado para mantener tu secreto oculto de ellos. James y Sirius son especialmente brillantes y no tendrán problema alguno en resolverlo si les dejas algunas pistas.

Puedo ver que estás determinado a no recibir ayuda de mi parte. ¿Podría pedirte entonces que solo me escribirías? Pienso que es importante que tengas a un adulto para que te de consejos, ayuda o cualquier cosa. O si necesitaras más poción curativa por la que no te sientas cómodo para pedir a Madame Pomfrey.

Lamento mucho el que Brutus se comiera tus salchichas. Te aseguró que lo alimentamos muy bien y solo es goloso. También creo que se debe a que le agradas. Se veía mucho más emocionado por entregar esta carta solo para poder volver a verte. Sé que Dumbledore pidió que los platos y cubiertos fueran de hierro, pero infortunadamente, las bandejas para servir la comida deben seguir siendo de plata. Algo que ver con magia de elfos domésticos y para mantener la comida en buen estado y caliente, creo.

Cuéntame sobre tu nuevo profesor de DCAO. He oído que Dumbledore ha contratado al viejo loco de Tecracken. Es un genio en defensa, pero tiene un horrible sentido del humor. Puedo imaginar que Sirius y James terminarán como él cuando sean viejos.

He vuelto a trabajar en la oficina de Aurores, y mi esposa Angela (Nos casamos este verano) trabaja con el Departamento de Criaturas Mágicas. Así que si algo sale mal tenemos a alguien de adentro para ayudarte.

Por favor escríbeme de regreso. Me preocupa la falta de apoyo parental que tienes, Remus, y quiero asegurarme de que estés bien.

Con mayor determinación que antes,

Neil Anders.

Remus miró la carta. Enserio no sabía que pensar sobre el hombre. Podía entender que Anders se preocupaba por su salud por alguna razón, aunque no lograba entender cuál. Se sentía demasiado dudoso para escribirle de regreso, pero había millones por la cuales debería ahora. Podría obtener poción para las quemaduras sin tener que volver a pasar por la situación del verano pasado. Y si la esposa de Anders en verdad estaba dispuesta a sacarlo del Ministerio o una celda para hombres lobo, ella era definitivamente una persona que valía la pena conocer. Había escuchado historias terribles sobre lo que les sucedía a los lobos que eran confinados en celdas.

E incluso cuando era difícil de admitir, era lindo tener a un adulto con el que poder hablar y que sabía todo sin ser un profesor. Mientras que evitaran el asunto de su padre, Anders podría darle ayuda y consejo con otras cosas.

Sintió como alguien tocaba su brazo: — ¿Todo bien, Remus? — Sirius indagó con un tono amable que Remus nunca le había visto usar.

— Sí, todo está genial. Solo debo ir a la biblioteca para responder esto antes de que empiecen las clases.

— ¿Qué no le querías escribir a esta persona?

Remus se sonrojó: — Bueno, no quería, pero he cambiado de opinión.

Era consciente de que los tres lo estudiaban consternados.

— En serio, está bien.

Asintieron y Remus se levantó y salió camino a la biblioteca. Brutus se veía algo molesto de tener que irse tan rápido.

Querido profesor Anders,

Le escribiré solo si promete no mencionar esa otra cosa de nuevo. Estaré muy agradecido con más poción para quemaduras y le dejaré el dinero aquí. Hay mucha plata alrededor y se me ha acabado.

Yo tampoco quiero que mis amigos se enteren de mi secreto, incluso si su esposa puede venir a rescatarme de salir algo mal.

El profesor Tecracken es bastante particular. Se rié de las cosas más extrañas. James y Sirius enserio lo aman, pero creo que Peter le tiene algo de miedo. Sirius dice que yo no puedo juzgarlo dado que soy un poco extraño igualmente, pero lo dijo como broma, no de manera cruel. Ya no es malo conmigo, ni él ni los demás. A ellos no les importa que yo no sea como los demás. Algunas veces no me doy cuenta de si lo que hago es normal, pero a ellos no les interesa. Ellos hechizaron a un chico de Slytherin el otro día porque me pateó cuando estaba sentado en el suelo de la biblioteca. Fue un hechizo de piernas temblorosas y les salió muy bien. Habrías estado orgulloso, ¿Recuerdas cuando nos lo enseñaste el año pasado?

Brutus está triste debido a que estoy escribiendo demasiado rápido. Creo que deseaba quedarse conmigo como la vez pasada. Volvió a comerse todas mis salchichas, pero Sirius me dio algunas de las de él. Los otros también lo hubiesen hecho, pero Peter ya se las había comido todas.

Remus

PD: ¿Le gustan las bromas, profesor? Recuerdo haberlo visto reír esa vez en que James y Sirius hechizaron la serpiente del escudo de Slytherin para que cantará "Los de Slytherin tienen cabello aburrido" cada vez que comían un papá rostizada y que le tomó al profesor Flitwick años el adivinar qué había sucedido porque no entendían que sucedía y los de Slytherin seguían comiendo papas rostizadas. Puedes decir que James y Sirius fueron los de la idea de ese insulto. No escucharon a Peter cuando les dijó que no era insultante.

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