14. Preguntas y secretos
Nota de autor: Los personajes son de J.K Rowling (Ya desearía el poder decir que Remus es mío) y el fanfic es de Moonsing. Yo solo tengo el placer de traducir.
"El abuso infantil deja una sombra que dura toda la vida"
Herbert Ward.
REMUS:
Remus estaba feliz de haber sido capaz de encontrar un compartimiento vacío apenas se subió al tren en la plataforma 9 ¾. Se había estado sintiendo realmente caliente, extraño y mareado durante los últimos días y la quemadura no se había puesto mejor en lo absoluto, incluso con la poción que Frank le había mandado. Le preocupaba el tener que ir a la enfermería. Faltaban dos semanas para la luna llena y tendría un tiempo especialmente difícil tratando de convencer a Madame Pomfrey de que las quemaduras ovaladas en su piel que acompañaban sus cicatrices eran producto de la transformación.
Posó su mano sobre la quemadura infectada que ardía a través de sus túnicas. Palpitaba dolorosamente con solo el toque y su cabeza se sentía pesada mientras que la recargaba contra el frio cristal de la ventana. No había sido tan malo cuando estaba recostado en silencio en su habitación en casa. El movimiento parecía haberla empeorado.
Mientras el tren arrancaba de la estación, un par de niños de primer año metieron sus cabezas en la puerta del compartimiento y Remus se encargó de rugirles hasta que se iban chillando. Peleó con el lobo y se encogió en su asiento. Sería un largo viaje hasta la estación de Hogsmeade. Pese a que sus miradas salvajes de lobo lo mantenían en su compartimiento, el movimiento del tren lo hacía sentir más enfermo, caliente y mareado que nunca. Incluso el sacar su nuevo diario no funcionó como distracción porque sus ojos estaban demasiado empañados para enfocarlos apropiadamente.
Se sintieron como días de tortura, en lugar de horas antes de que el tren por fin arribara a la estación de Hogsmeade. Se tambaleó afuera, agradecido de que fuesen los elfos domésticos quienes tuvieran que llevar su baúl hasta el dormitorio para que él no tuviera que jalarlo. Se empujó al carruaje más cercano, ignorando a los horribles caballos-murciélagos que lo jalaban.
Miró a los otros ocupantes del carruaje y gruñó cuando sus ojos se posaron en las miradas incrédulas de sus compañeros de cuarto.
— ¿Quién te ha dicho que puedes sentarte con nosotros, Lunático? — Demandó Pettigrew.
Remus miró borrosamente como Potter le daba un codazo a Pettigrew e intercambiaba una mirada nerviosa con Black quien, como Remus ahora se daba cuenta, estaba sentado a su lado. Incapaz de enfrentarse a una discusión, Remus suspiró y trató de levantarse para cambiarse de carruaje. Saltó cuando sintió una mano agarrar su brazo, impidiéndoselo.
Confusamente siguió la línea desde el brazo hasta la cara de Black, viendo como los ojos de este se ensanchaban mientras lo veía.
— Maldita sea, amigo— Le dijo, mirando con atención a Remus a través de la poca luz del carruaje— Te ves como un cadáver ardiendo.
Black tiró de su brazo y las piernas de Remus se rindieron. Volvió a sentarse y tembló cuando una mano tocó su sudorosa frente. Ahora estaba demasiado mareado y las caras de los chicos iban y venían en su visión como una fotografía mágica descompuesta. Pensó que Black o Potter habían dicho algo más pero no podía estar seguro cuando había un extraño rugido en sus oídos. Apenas y notaba el constante tambaleo del carruaje al moverse que hacía retorcer a su estómago, o las conversaciones urgentes y diluidas a su alrededor. Alguien trató de quitarle la túnica y Remus pensó que le chasquearon los dedos en la cara, pero no estaba seguro.
Y entonces paró el tambaleo y la puerta se abrió. Alguien le puso la mano debajo de las axilas y ayudo a que bajara del carruaje, más presionaron sus heridas hechas por la plata y el dolor fue suficiente para tirarlo de la cima. La oscuridad se apoderó de él.
***
Remus recuperó lentamente la consciencia. No necesitó abrir sus ojos para darse cuenta que estaba en la enfermería. Su fuerte sentido del olfato denotó inmediatamente la esencia esterilizante de las camas limpias, roca liza y pociones curativas.
Alguien- Madame Pomfrey, esperaba- le había quitado la túnica, abierto su camisa y ahora le esparcía algo demasiado frio en su abdomen infectado. El frio y dolor lo hicieron tensarse pero no emitió ningún sonido ni abrió sus ojos. Escuchó como alguien murmuraba un hechizo en voz baja y lentamente el caluroso y palpitante dolor que lo había atormentado por semanas comenzó a desaparecer. Incapaz de contenerse, tembló de alivio.
— ¿Señor Lupin? ¿Remus?
De mala gana, Remus abrió sus ojos y observó su cansada y borrosa figura. No estaba en el cuarto escondido donde usualmente se quedaba tras sus transformaciones, se dio cuenta, pero en una de las camas normales de la enfermería.
— ¿Quién te ha hecho esto? Sé que son quemaduras de plata.
Incluso con su mente confusa por el sueño, Remus sabía que no podía decirle la verdad. Ella no lo entendería. Ella no se daría cuenta de que su padre solo le lastimaba para prohibirle convertirse en el animal que el lobo amenazaba con volverlo. Su mente corrió con prontitud buscando una buena explicación.
— ¿Remus? Habla conmigo. Por favor. ¿Quién te ha hecho esto?
— Unas personas. De donde vivo— Su voz sonaba extraña. Rasposa y seca, como la de un viejo hombre, solo que no se había roto lo suficiente.
— ¿Quién Remus?
— Solo unas personas que saben que soy un h-h-hombre lobo— Era extraño lo difícil que le resultaba decir eso en voz alta.
— ¿Personas adultas? — Su voz era engañosamente gentil, pero Remus podía oír la molestia y venganza que se ocultaba en ella. Por alguna razón, le hacía sentir calor por dentro. Era la primera vez desde que muriese su madre que podía recordar a alguien mostrando tanta ira por él. Su padre solía mostrar ira contra él.
— Sí— No había necesidad de que supiera lo débil que era.
— ¿Quién?
Remus cerró los ojos y no contestó.
— ¿Por qué tu padre no ha hecho nada para ayudarte?
— Se lo escondí.
— ¿Por qué?
— No quería p-preocuparlo. Pensé que se a-alarmaría.
— ¡Eso es ridículo! ¿Sabes cuánto veneno estaba siendo liberado en tu cuerpo por esta infección? Si esos niños no te hubiesen traído aquí el daño sería permanente. ¿Cómo puede ser que tu padre no notará esto?
— Él ha e-e-estado afuera— Remus se estaba desesperando ahora.
— Oh, Remus— Ella se agachó y puso su mano dulcemente contra su frente, prohibiéndole alzar la cabeza— No estoy enojada contigo, amor, pero esto es inhumano. Esto es abuso.
Remus se removió violentamente ante la palabra.
— Dime quién lo ha hecho.
— ¡No lo sé! ¡No lo s-é! No pude ver sus caras.
Ella quedó en silencio. Ella agarró de nuevo el pote de loción y comenzó a aplicarlo en las quemaduras más pequeñas que cubrían su cuerpo.
— ¿Desde hace cuánto, Remus?
— ¿Qué?
— ¿Desde hace cuánto te han lastimado? No creas que no puedo identificar lo viejas que son estas cicatrices. Debería haberlo notado antes. No sé porque no lo hice.
Remus no respondió. No podía pensar en una buena historia con su cabeza sintiéndose mareada otra vez.
— ¿Remus?
El blanco techo comenzaba a confundirse con las paredes de piedra y Remus parpadeaba a medida que todo adquiría bordes negros. Madame Pomfrey suspiró y Remus observó su cuerpo mientras ella trazaba la herida infectada otra vez. Se veía desagradable. Ella obviamente la había abierto para drenarla, y ahora parecía una especie de cráter que había atravesado una base naval. Uno de sus roces le envió una violenta sacudida nerviosa de dolor por todo el cuerpo, desde su pecho hasta sus muslos. Sin poder retenerlo, dejo salir un fuerte aullido cual lobo de dolor. Tan pronto como lo oyó, se congeló, esperando el castigo.
— Lo lamento, amor— Le susurró, obviamente pensando que la tensión de su cuerpo se debía al dolor en lugar de miedo— Comprendo cuanto te duele, pero debo encargarme de que quede limpia. Deberás quedarte unos cuantos días, consideró.
— Pero la selección...
— Ha terminado hace mucho. Estuvo inconsciente un buen rato, señor Lupin. Le correspondió a los señores Black y Potter el traerlo aquí, con el señor Pettigrew abriendo todas las puertas.
Remus no sabía que pensar sobre ello. Recordaba a Pettigrew llamarlo "Lunático" y a Black agarrando su brazo.
— Beba esto.
Obedientemente abrió su boca y Madame Pomfrey le vertió algo que reconoció como poción para el dolor a medida que bajaba por su garganta. Gradualmente las paredes se volvieron borrosas de nuevo mientras volvía a sumirse en el sueño.
***
Se despertó de nuevo con la sensación de que alguien le observaba. El haber compartido dormitorio con él todo un año lo hacía capaz de reconocer su olor, una delicada mezcla de shampoo cítrico demasiado costoso y el olor azulado grisáceo que tenían todos los Black.
Remus gruñó, giró y abrió sus ojos, virando la cabeza en dirección a donde venía el aroma. Black se encontraba parado frente a él con sus manos metidas dentro de los bolsillos de su túnica y con una expresión rara de solemnidad en su guapo y aristocrático rostro. La falta de su usual sonrisa traviesa hacía que se viera mucho más viejo por alguna razón.
Remus apartó la mirada de aquellos penetrantes ojos grises y la dirigió a su propio pecho, revisando que Madame Pomfrey lo hubiera vestido en el pijama del hospital para cubrir sus cicatrices y heridas.
— Está bien, no puedo verlas— Le dijo Black, en un tono indescifrable.
— ¿Qué? — Remus mantuvo su voz tan blanca y frívola como le fue posible. Casi no era una pregunta.
— Tus cicatrices— Respondió Black, quien no se veía impresionado— No puedo verlas. Pero sé que están ahí. Casi me arrancas los dedos cuando trate de quitarte la túnica para que pudieras respirar en el carruaje.
Remus no tenía ni idea de cómo reaccionar ante esta situación. Era incómoda pero al mismo tiempo extrañamente seductora. Estaba teniendo una conversación civilizada con un niño de su edad y la palabra "Lunático" no había sido usada una sola vez: — No tengo idea de a qué te refieres.
— Por un demonio, estoy seguro de que no.
Antes de que Remus pudiese reaccionar, dopado como estaba con tantas pociones para dormir y para calmar el dolor, Black se inclinó y le levantó la manga, revelando todo su brazo marcado. La fábrica presionó contra una de sus heridas y eso causo que Remus dejará salir un grito de dolor. Le arrebató su brazo a Black y volvió a bajar la manga, cubriéndolo defensivamente.
— Lo lamento— Por primera vez, Remus pensó que Black de verdad sentía aquella disculpa— No quería herirte. Pero sí conozco sobre las cicatrices. ¿Qué te ha dicho Madame Pomfrey, hm? ¿Ya sabe quién te hace esto?
— No sé de qué hablas— Respondió Remus, acurrucándose en una pequeña bola defensiva. Todos los buenos pensamientos se habían desvanecido y solo quería que Black se esfumará.
— ¿Ya ha descubierto que es tú padre quién te lastima?
Si hubiese usado la palabra "Abusar" Remus ya sabría cómo quitarle significado a sus palabras, pero incluso cuando sabía que era por su propio bien, era su padre quien lo lastimaba: — Tú no sabes nada acerca de mi padre— Le reclamó— Él solo desea lo que es mejor para mí. ¡Ahora largo de aquí!
— Veo que golpee un nervio— Mencionó Black, su cabeza ladeada de forma que su ondulado cabello se mantuviera sobre su hombro.
— No sabes nada.
— Sé que le vi presionar algo contra tu brazo en la estación. Y sé que te dolió lo suficiente para que mordieras tu labio hasta atravesarlo.
Remus sentía que lo golpeaban en el estómago: — ¡Te equivocas! — Gritó, voz rasposa y con protesta— ¡Te equivocas! — Su terror y miedo le dieron la fuerza para levantarse de la cama, sus dedos presionados como garras, labios mostrando sus dientes. Black de hecho dio un paso atrás, luciendo asustado.
— ¡LARGATE!
Black escapó de la enfermería con rapidez, justo cuando Madame Pomfrey salía de su oficina. Remus se sentó en la cama sintiéndose completamente drenado.
***
2 de Septiembre
Querida Minerva,
Debo hablar con usted sobre asuntos relacionados con Remus Lupin. Me preocupa que alguien este abusando de él en casa. Cosas que él me ha dicho en el pasado me hacen creer que puede tratarse de su padre, pero él lo niega fervorosamente y clama que es un adulto con prejuicios que sabe que es un hombre lobo. Me preocupa demasiado su salud, tanto física como mental. Por favor deténgase en la enfermería tan pronto como pueda para discutir cómo debemos acercarnos en este asunto.
Poppy.
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