8- Ojos azules

Dos semanas después...

-¡WEST, QUE TE DIJE DE COGER MI CHAMPÚ DE COCO!.- grité, agarré el bote blanco en la mano y se lo enseñé.

-¿Yo?.- se señaló ofendido.- No me gusta el de coco.- sonrió de lado.- Yo solo utilizo el de rosas, osea el vip.- rodé los ojos.

-Si no fuiste tú, ¿quien fue?.- señaló a Damien quien abrió los ojos al verme con el bote. Empezó a correr por toda la casa mientras yo le perseguía. Le miré y tiré el champú.

Se escuchó un "BOM" sonreí y miré al que había dando, o se suponía. Agrande los ojos. Mierda.

-¡Has matado a mi hermano!.- gritó West mirando a Blake que en ese momento estaba bajando las escaleras.

-¡BASTA!.- mi tía salió de la cocina furiosa.- Mackenzie.- me puse recta.- necesitas champú, ¿verdad?.- asenti.- Qué Blake te acompañe.- hace dos semanas que acordé que nunca.más iba a pasar ese beso. ¿Y ahora mi tía me juntaba con él?, ¡fantástico!.

-¿No puedo ir con West?.- hice un puchero, West creo que entendió mi desesperación y el era uno de los mejores observadores así que seguramente notaba que yo me sentía incomoda con Blake.

-A mi me faltan dulces, acompañaré a Mack.- mi tía alzó una ceja.

-Ayer compraste dulces.

-Pues necesito fruta.

-Eres alérgico a casi todas las frutas menos a las fresas y las odias.- mierda.

-Pues...- empezó a ponerse nervioso.- ¡necesito condones!.- se quedó estática.- Eso no sabes que me falta, ¿o si?.- alzó y bajo las cejas rápido.

-Saliste a tu padre.- se encerró en la cocina mascullando miles de palabras sin sentido. Nadie podía hablar de Gregory, aparte de mi tía, después de su muerte por paro cardíaco es como si nunca hubiera existido. Además que murió cuando yo tenía cinco años.

-Yo necesito comprar una cosa.- dijo Blake. Lo miré.

-Yo por salir cualquier cosa.- se levantó Damien

Bueno mejor todos que solo dos. Todos estábamos vestidos, ya que hoy teníamos que ir a una cena importante para mi tía ya que era con prestigiosos médicos y sus familias. Era por la noche así que a las 9 tendríamos que ya estar vestido.

Eran las 7 de la tarde así que salímos. West fue el que manejo hasta Target (supermercado), Damien a su lado y yo atrás con Blake.

Estaba en una esquina escuchando canciones al azar mientras revisaba mis redes sociales.

Llegamos en diez minutos. West se quedó aparcando mientras yo empecé a estirarme. Entramos al supermercado y sentí un peñizco en el brazo derecho justamente paso a mi lado Blake sonriendo. Idiota.

Media hora después y ya teníamos todo lo necesario para sobrevivir dos días, bueno no tan exagerado. Damien era conducía el carrito de la compra mientras los demás mirábamos diferentes cosas. Hace pocos minutos perdimos a Blake de vista pero el era mayor para encontrar el sitio de vuelta.

Me quedé en la sección de juguetería mirando los diferentes ositos de peluche, amaba los peluches. West se puso a mi lado sonriente.

-¿Qué pasa?.

-Me gusta verte tan entusiasmada cuando ves los juguete.- me sonroje.- Me hace pensar por que creciste enana.- abrí mis brazos.

-Ven acá.- nos abrazamos y reímos.

Sentí que alguien me miraba así que abrazada a West miré a mi izquierda dónde podía distinguir  Blake. Me separé y seguí mirando los peluches.

-Maldita sea quiero uno.- apreté los mofletes. Damien se quedó a nuestro lado observando los peluches.

Dejó el carrito y cogió uno, era un unicornio blanco con el cuerno de arcoiris.- Este te lo regalaré yo.- sonreí.

-¡Me caes bien pelirrojo!.- este solo sonrió.

-Pues yo...- West escaló hasta una estantería y cogió un pequeño delfín.

Oh dios santo, estos simios aprendía a conquistar me de una manera rápida.

-Me caen bien.- reímos y pasamos por la zona de gimanasia, dónde se iluminaron los ojos.

Una enorme caja llena de pelotas estaba en frente mío. Había visto en varios Vines que los personas se metían en ellos y saltaban las pelotas por la presión, como en el Vine de Cameron Dallas que se mete en una o como Hayes Grier. Escalé la caja sin que nadies me viese. La "caja",era metálica y de rejas por lo que me fue fácil escalarla.

-¿Mack, que hac...?.- no dejé que terminara la frase Blake ya que me tiré. Las pelotas salieron a mogollón mientras yo reia.

-¡¿Estas loca?!.- Blake intentaba llegar hasta mi sin ser aplastado.- ¡Te van a echar!.

-Mira cómo tiemblo, duh.- Entró mientras las pelotas salían.

-Agh, eres desesperante niña.- le guiñe un ojo

-Lo sé.-

-¡¿QUÉ HACEN AHÍ?!.- gritó asustado West quien corría con el carrito mientras Damien salia de un pasillo huyendo de unos seguratas. La habíamos cagado.

-¡Sal de ahí!.- con poca agilidad salte al tiempo de mi acompañante, dos seguratas empezaron a correr detrás de nosotros. Eso no era bueno. Lo bueno er que todo estaba pagado así que solo salimos de la tienda.

-¡Apresurate Mackenzie!.- era la última. Estábamos en el aparcamiento. Tiramos todas las bolsas en la parte trasera y yo cogí mi champú.

Nos sentamos y West arrancó. Los seguratas nos esperaban con porras (palos) en la entrada del aparcamiento. Santa mierda, era mi culpa.

-No es tu culpa.- me miró.- Damien tuvo la gran idea de empezar a tirar todos los peluche buscando su peluche ideal.- bufo West

Los seguratas se pusieron en medio para  no dejarnos pasar.

-¡Eh segurata, PIENSE RÁPIDO!.- le tiré mi champú en toda la cara. Dejándolo incosciente.-¡ARRANCA WEST!.- arrancó dio un giro espectacular digno de "Fast and Furios" y salimos del parkig.

-Mierda, eres digna de ser prima nuestra.- sonrió orgulloso Damien.

-Para mi no.- susurró Blake. Solo lo escuché yo.

Con la persecución y todo lo demás teníamos 40 minutos para llegar a tiempo y vestido decentemente para la cena que era en un restaurante conocido de la ciudad. Creo que ya me había acostumbrado al frío ya que ya no me apetecía tanto ir abrigo aparte de que la nieve poco a poco desaparecía.

Entramos corriendo a casa. Blake subió a la planta segunda al igual que Damien y nosotros ayudamado a Catalina (mi tía) con las compras al mitad de poner la compras nos echó para que nos fuéramos a vestirnos. Ella ya lo estaba y era hermosa. Un vestido dorado ajustado y hasta los las rodillas con su cabello castaño cayendo hasta sus caderas, a ella nunca le gusto llevarlo corto.

Entré a mi cuarto en mi móvil puse "Slow It Down" de Goo Goo Dolls (súper recomendada). Busqué el único vestido que había traído. Era verde oscuro. Ajustado arriba y hasta los muslos, con cinturón negro fino, botas militares negras, abrigo negro. Y ya. No era tan difícil. Un poco de rímel, anti-ojeras, un pintalabios mate (osea pintalabios seco) negro y ya estaba preparada y en un tiempo récord. Me acosté en la cama intentando no arrugar el vestido y cerré los ojos suspirando.

No era tan malo pasar los días con ellos, era mejor que pasarla con las amigas plásticas de mi madre, que por cierto solo me llamó ayer para ver si me estaba comportando.

"No madre estoy follando hasta con las plantas del recibidor" fue mi contestación antes de colgarla. Iba a dormirme un poco cuando sentí algo debajo de mi almohada. Me senté y levanté la almohada.

Un peluche de oso con un lazo rojo y una nota.

Puede que los demás te regalen peluches, puede que te regalen las rosas más bonitas, puede que te regalen el mundo entero, pero yo se que sonreirás cada vez que veas el peluche.

"Cayendo desde esta altura,
romperé tu luz.
Date una oportunidad por mi.
La única forma de puedas ver.
Gira tu mando dentro de la mía.
No dejes esto atrás.
Si estamos perdiendo el tiempo,
lo ralentizaré* para ti"

"Amor de verano y lluvia de invierno.
Tú sabes que siempre se desvanecen.
Pero al final, sabes que
tú y yo permaneceremos"

Por los menos si no me haces caso, hazle caso a tu canción favorita.

-B

La canción que recitaba en la nota era Slow It Down, la que estaba escuchando, ¿cómo sabía que era mi canción preferida?

Suspire tirandome en la cama y alzando el pequeño peluche.

"Amor de verano y lluvia de invierno.
Tú sabes que siempre se desvanecen.
Pero al final, sabes que
tú y yo permaneceremos"

-Maldito Blake.- sonreí mirando al peluche.

-¡Mackenzie, sal ya estamos todos listos!.- dejé el peluche en la cama. Y guardé la nota en un sobre que dejé debajo de mi cama.

-¡Voy tía!.- abrí la puerta. Ahí estaba él, con un traje negro y una sonrisa. Ya sabia que había abierto el regalo.

Tenía mi teléfono en la mano y la canción se volvió a repetir por tercera vez. Mi corazón iba a mil por hora. Solo tenía por seguro que si le miraba a sus ojos a azules estaba muerta.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: