Revelación

Levántate.


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Tails despertó con un dolor anormal entre sus piernas. No era molesto, pero no recordaba haberse flexionado o realizado algún ejercicio que lo produjera o haber tenido relaciones con Sonic. Además, se sentía más liviano.

Tomó asiento con un quejido, quiso masajear su cabeza, pero se sorprendió cuando dos agujas lo hincaron en el rostro.

—¡Ay! —Usó la otra mano y obtuvo el mismo resultado. Lo intentó cuatro veces más hasta que finalmente logró alcanzar su flequillo, solo para darse cuenta de que estaba más abundante de como lo recordaba.

Tails entrecerró lo ojos y jaló la punta hacia abajo para ver qué era exactamente.

Negro, vio negro: nada en Tails era negro. Continuó observando, porque era cabello, y Tails no tenía idea de en qué momento Sonic tuvo la oportunidad de hacerle una broma como esa. Resopló y hasta eso se sintió extraño, por lo que masajeó su garganta por si acaso.

Se enderezó mejor para analizar qué pasó, sin embargo, su horror fue grande al encontrar al culpable de sus quizá heridas en la cabeza: púas alrededor de ambas muñecas, pero su horror fue mucho mayor cuando notó la chaqueta roja que traía puesta.

—Soy una cereza —murmuró antes de dar un suspiro, necesitaría arreglar eso antes de empezar el día—. Cuando... cuando...

Sonic nunca haría una broma planificada porque él no conoce la palabra "planificar", el pensamiento lo golpeó tan fríamente que sintió un mareo profundo. Sacudió la cabeza para despertar, en definitiva esa no era ninguna parte de la isla, y la caja de preservativos abierta convenientemente al pie de la litera le hizo pensar lo peor.

Pateó las frazadas hasta deshacerse de ellas para tomar asiento en el borde de la cama, al lado se encontraba una mesa de noche tosca y con abolladuras, como si hubiera sido arrojada antes contra un objeto duro repetidas veces. Miedo, empezó a sentir sus latidos más fuertes. Se levantó como pudo, el dolor en su entrepierna iba cediendo, pero incluso al pararse se percibió más ágil como si nunca hubiera existido en primer lugar.

El sentimiento fue agradable, pero no se enfocaría en ello ahora. Buscó con la mirada alguna superficie que reflejara su imagen, quizá era solo un desastre y Sonic estaría tirado en el suelo por ahí.

Un espejo roto colgaba al lado de un escritorio que aparentemente cumplía la función de cómoda. Se aproximó con más frescura porque prefería hacer a un lado cualquier idea de terror que lo pondría conducir al pánico, pero pánico fue lo que sintió después de sonreír para sí mismo frente al espejo, listo para "empezar el día", y ver a alguien más.

Tails gritó por la impresión y el horror, retrocedió hasta que se tambaleó por la velocidad de sus actos y con el mismo interés volvió a acercarse, absorto por lo que estaba viendo.

—¡Ah! Hola, ¿quién eres? —consultó al colocar un dedo sobre su reflejo—. ¡Ah! No puede ser, soy yo, pero... —Jaloneó una de sus orejas como prueba, un acto increíblemente doloroso, y eso nunca lo había sentido—. ¿Qué me pasó? Perdí color, soy más... Esto no es mío —reiteró mientras peinaba su mechón negro con los dedos, esperando a que se deshiciera o se despegara—. No, no, no, qué está pasándome... ¿Andropausia temprana? ¿Y Sonic?

Su curiosidad se cortó en un segundo cuando la puerta se abrió con rudeza. Giró en su sitio apoyándose contra el mueble cercano. Primero felicidad porque distinguió la silueta de las púas, pero después disgusto cuando fue aclarándose y, de repente, un monstruo estaba delante de él.

—¡Ahí estás! Bien, zorro, lo pensé y podemos tener la cita hoy, a mí no me importa, pero estás enfocado en ella y ser el otro rey te da algunos privilegios. —El ser raro caminó hacia él. Tal era su sorpresa que no podía moverse: congelado e indefenso en donde sea que estuviera—. Por lo que pasó en la madrugada, ¡claro que me preocupaste! ¿Feliz? Maldita sea, ¡que no se vuelva a repetir!

—Quién... —musitó débilmente. Scourge siguió acercándose hasta que su cercanía obligó que Tails se encorvara sobre el mueble para que evitar que sus narices rozaran—. Yo... ¿Eres un robot?

—Pero como falta mucho para la noche, seguro quieres que hagamos algo entre tanto.

Ese era el mismo tono que Sonic empleaba cuando iban a copular, de alguna manera activó un instinto en el vulpino que lo llevó a empujar con fuerza al erizo de gafas rojas.

—¿Quieres hacerlo interesante? Hemos jugado a esto antes —prosiguió con picardía. Observó al menor desde los botines hasta las orejas, lo cual lo hizo sentirse devorado de la peor forma—. Aunque la última vez tuve que llevarte a un hospital, no me vuelvas a hacer pasar por esa porquería, tú me dijiste que te ahorcara y no fue gracioso cuando te reíste frente al doctor, que en paz descanse si se le puede decir así.

—¿Sonic?

—¿Qué?

Tails pasó saliva con dificultad. Su cuerpo tembló al intentar adoptar una postura defensiva.

—No me jodas, ve a la cama —ordenó el otro ojiazul y recibió una negativa de inmediato. A Scourge le bastó un segundo para volver a invadir el espacio personal de Tails, cuyo "cuerpo" quería reaccionar de una forma que él no aceptaba.

Quien sea que fuera el dueño, qué ciego debe estar para estimularse con un posible prófugo verde de la justicia.

—¿Quién eres? —cuestionó. Para su fortuna, su voz no se quebró, pero volvió a oírse extraña.

—¡Te voy a dar contra esa cómoda si no vas a la cama en cinco segundos! Cinco.

—Pero... pero quién soy, quién...

—Cuatro.

—¿Quién eres?

—Tres.

—¡No! —Desesperación repentina, la presión lo haría derrumbarse, ¿dónde estaba su líder azul cuando realmente lo necesitaba?

—Dos.

—¡Ni siquiera te acerques!

—Uno.

—¡Sonic! ¡Sonic! ¿Dónde estás?

Ello pareció ser lo único que hizo que el de color verdoso saliera de su burbuja caliente, porque bajó sus gafas antes tomarlo del cuello y empezar a presionar como si no supiera que había un esqueleto debajo y una vida en su vientre.

—Repítelo —mandó de modo tenebroso. Tails colocó sus manos en el antebrazo del erizo para alejarlo, había empezado a sentir las consecuencias de no poder respirar y su vista nublándose no llamaba a la calma, más bien llenaba de impaciencia a su opresor, quien lo soltó menos de un segundo solo para estamparlo contra el espejo quebrado detrás de ellos, ahora hecho trizas—. ¡Repítelo!

Tails consiguió que sus colas volvieran a sentirse parte de él y lo golpeó en el abdomen. Esa pequeña distracción sirvió para que saliera del cuarto, pero fuera no tenía idea de a dónde ir y Scourge se recuperaría de la contusión en un santiamén.

Miró a la derecha y decidió seguir el camino, porque era ello o volver a ser presa del hombre raro verde, perderse o dejar que desfallecieran dos presencias.

—¡Te vi, pequeña rata!

Tails lo oyó detrás de él e intentó correr más rápido que antes, solo que este cuerpo no parecía moverse a su completa voluntad y aún le resultaba difícil volar con sus colas, algo que intentó hasta que sintió la respiración del mayor en su nuca. Fue muy veloz para no ser Sonic, ¿podía ser un invento fallido de Eggman? Ni siquiera el doctor haría algo así, podía intentar incendiar toda la isla y crear a Metal Sonic, pero nunca atentar directamente contra su vida.

Prower se sintió muerto cuando estuvo nuevamente aprisionado contra la pared, siguió rogando para que Sonic hiciera su entrada triunfal y lo salvara de esa situación tan espantosa. Scourge continuó encolerizado, pero aflojó su agarre para que Tails pudiera pisar en el suelo y no siguiera pataleando en el aire.

—¡Repítelo! —Aventó al menor contra el muro opuesto. Tails pensó que debía ser una broma, nunca habían maltratado su cuerpo así y no se sentía tan torcido como lo habría hecho en una situación normal—. ¡Repítelo!

—¡Espera! —consiguió gritar al ver aproximarse la patada que iba directo a su vientre—. Espera, por favor, espera...

Scourge retrocedió cuando Tails empezó a llorar. El vulpino posó una mano delante de él para retenerlo en caso de que un golpe lo fuera a sorprender y fue incorporándose poco a poco, sentado frente al erizo desconocido.

—Sonic va a llegar —murmuró—. Va a llegar y nos va a ayudar —espetó para el mayor. Tails cerró los ojos cuando el rey estuvo listo para darle el mayor puñetazo que le arrebataría la vida, pero este nunca llegó cuando otra voz se sumó a la escena.

—¿Y ahora qué? No vayas a matarlo que no hay más copias de Miles como para...

Tails permaneció con la vista entre Scourge y Alicia hasta que consiguió reunir el valor para correr hacia ella.

-¡Ayúdame! Por favor. -Se escondió detrás de la ardilla, quien se sorprendió por lo cobarde que se veía para ser un día como cualquier otro en el que Scourge y él discutían hasta que uno quedara inconsciente-. ¡Me quiere matar!

"Uno" siempre era Miles.

-¿Estás llorando? -consultó asqueada. Tails rompió en lágrimas para la consternación de los otros presentes, pegando su mejilla al cabello chamuscado de la castaña-. Aj, hazme un favor y hazlo lejos de mí... ¿Estás bien? -Alicia sintió algo que nunca había sentido por Miles: lástima, cierta cosita en su rostro lo hacía verse completamente diferente a su persona cotidiana.

—Quiero irme a casa, quiero ver a Sonic...

—¡Vuelve a decir ese nombre y te arrancaré la lengua! —advirtió el rey. Alicia miró detrás de ella y suspiró por ser otra vez quien deba encargarse de arreglar ese tema.

—Ya, ya, yo conversaré con él. No tienes que hacernos un favor o matarlo antes de saber por qué de repente no recuerda el cuerpo que arrojamos a un abismo. —Anti-Sally rodó los ojos y palmoteó la espalda de "Miles" para guiarlo a su habitación a un lado, puesto que ella acababa de despertar por el tumulto que ocurrió en el pasillo—. Déjame decirte, cariño, que estás bien pendejo —confesó al tomar asiento en su litera—. Pero ya lo sabías. Yo sé que te gusta exagerar, pero te excediste esta oportunidad, ¿no crees?

—¿Quién era él? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? ¿Por qué no...?

—¡Alto!, alto. Miles, sé que normalmente eres extraño y asustas a todos, pero ¿dormiste bien? No respondas, te lo pido. —Alicia empezó a alistar su indumentaria con desgana, pero segura de sí misma—. Menos si incluye a Scourge. ¡Patch! Sí te dije que no clavaras tu espada en mi traje, ¡la próxima vez que lo olvides, te quitaré en vida el único ojo que te queda!

—¿Patch? —Tails se sintió un poco más tranquilo al notar la familiaridad del ambiente pequeño y compañeros de cuarto, pero nostálgico al evocar que podría estar en ese preciso momento entre los brazos del cobalto y no en un lugar perdido de la galaxia.

—Miles, pásame la espada antes de que la cosa fea y deforme llamada "Alicia" lo deje en el suelo. —Una mano sobresalió de la cama de arriba. Anti-Sally lo oyó y le lanzó el arma afilada sin importarle dónde pudo haber aterrizado. Tails agradeció breves segundos la inclinación que hizo para ver más allá de la tenue oscuridad antes de que la hoja de metal rozara su mejilla y culminara en el centro de la puerta.

—Lo siento, no pude evitarlo —se apresuró a expresar.

El cuarto quedó en completo silencio y quietud. Alicia lo miró atónita y Patch se asomó por el borde para asegurarse de que era real lo que acababa de pasar.

—Dijiste que lo sentías —señaló la ardilla pestañeando lento—. ¿"Lo siento"? Lo que sea que haya sucedido anoche, tuvo que ser duro... Duro, no me digas nada más.

—¿Podemos hablar en otra parte? —Tails dirigió su mirada al coyote y luego a las púas de su muñeca izquierda ante la ausencia de un comunicador.

—¿Quieres salir cuando Scourge podría estar detrás de la puerta esperando? ¡El que espíe es...! Bah, no tiene gracia si ya es gay. —Alicia pasó por su lado para asegurarse de no estar en lo correcto, para lo cual abrió la puerta detrás de él y fijó su vista en los bordes más oscuros de los pasillos en tres lados, puesto que había uno justo en frente de ella—. Entonces, ¿qué? ¿Al fin te embarazaste y no quiere que nadie más lo escuche?

—¡No! Bueno, en realidad, ¡sí! Pero yo necesito resolver algo importante.

Pese a la desconfianza que le brindaban los ojos fríos y calculadores de la mayor, fue detrás de sus pasos con cautela de no llamar la atención o provocar su enojo. No la conocía, no recordaba haberla visto alguna vez, pero en situaciones como estas extrañaba también el carácter empático aunque fatigoso de Amy.

Doblaron una esquina e ingresaron a la habitación inmediata en la derecha. Tails tosió al mismo tiempo que intentaba despejar su camino de telarañas. A Alicia esto no pareció importarle, porque cruzó sin titubear hasta alcanzar un saco viejo que daba señales de haber tenido que ser cosido más de una vez.

—Ahí está Sonic.

—¿Ah?

El menor caminó un par de pasos hacia la ardilla antes de que ella le aventara la bolsa de tela, la cual impactó contra su pecho con una punzada aguda casi por su cuello dado que la pechera que llevaba en su chaqueta había amortiguado inmensa parte del daño.

—¿Qué es esto? —preguntó alarmado al notar las púas azules que sobresalían por todos lados.

—¿Quién más podría ser? Sonic, ya que tanto preguntas por él —contestó en una carcajada—. Oh, ¿quieres ver a Tails?

—¡Yo soy Tails!

—¡Ajá! Y hablando de él, mira esto, dijiste que lo querías de recuerdo. —Alicia sacó de una caja metálica dos objetos en aparente estado de conservación, pero con un olor nauseabundo que rápidamente lo obligó a cubrirse la nariz. Pelaje amarillo sucio y goteando un líquido negro desde donde fueron cortadas—. Las colas de Tails, aunque van a empezar a llenarse de gusanitos dentro de... ¿Miles?

—Sonic... ¡Mi nombre es Tails! ¿Por qué hacen esto? ¿Qué sucede con ustedes?

—De acuerdo, no voy a divertirme con esto, no jugaré a esto, buena suerte siendo el niñito mutilado.

—¡Espera! —Prower tomó del brazo a la ardilla para evitar que partiera, dejó caer el saco en el proceso y, en efecto, púas azules se esparcieron por el suelo—. Tengo que decirte algo.

—No estoy de humor para ser guardaespaldas de nadie, sueltamente o te haré pasar por la garrucha.

—¡Necesito que me ayudes! Me quiere matar.

—Con obvias razones, ya nadie recuerda a Sonic, todo esto es nuestro —enfatizó agobiada—. No seré la psicóloga de nuevo, tengo mis propios problemas.

—Pero...

—¡Ve con tu novio y solucionen eso con tu florcita! Te hará feliz.

—¡Sonic no está aquí!

—¿De qué estás hablando? ¿Robaste las cosas que se fuma Scourge? ¿Estás drogado? Chaos, mientras no te pongas como Scourge, no quiero volver a desenterrar el cadáver de su padre, o del tuyo en este caso.

—¿Cómo saben que mi nombre es Miles? —interrogó el vulpino con severa preocupación—. Nadie me ha llamado así en años.

—¿Tienes amnesia? La última vez que te lo expliqué sucedió cuando todavía mojabas tu cama: porque no quieres que te digan anti-Tails, decirte "Prower" suena tan estúpido que te representa, pero eres la "reina" y cualquiera que te diga que no después se tiene que enfrentar a Scourge —respondió Alicia—. ¿Así o quieres la otra versión?

—¿Anti-Tails? No entiendo, ¿quién era el... el...?

—¿Scourge?

—¿Scquién?

—Scourge, tu pareja desde hace como un año, pero tu amor pasional desde que tenías como seis. Qué calientes se ponen los niños de hoy en día.

—¿Y Sonic?

—Anti-Sonic o como quieras llamarlo, sabes que detesta ese nombre.

—¿Anti? Espera, ¿dónde se supone que estoy? Mi nombre es Tails, no soy "Miles", nadie me llama por mi nombre. ¡Ayer por la noche estaba con Sonic y hoy desperté en ese cuarto horrible! ¿Está pasando? ¿Es como lo que ocurrió con Knuckles?

—Miles, empiezas a ser irritante, suéltame o te dormiré para siempre —gruñó, pero no persuadió al más bajo—. ¡Miles!

—¡No soy pareja de Scourge, nunca lo había visto! Yo desperté y él estaba en el cuarto, ¡no sé qué pasó y dónde está Sonic! ¡Mírame!, no quiero ser esto para siempre, ¿qué puedo hacer? ¿Ahora qué? —expresó melancólico, desesperado por estar sano y salvo con sus amigos en su hogar, con su erizo, el inconfundible Sonic the hedgehog—. Yo lo amo, lo quiero ver otra vez, por favor.

Si lo viera ahora, le pediría perdón por haberlo ignorado la noche anterior, cuánto daría por regresar en el tiempo y corresponder hasta quedar sobre su pecho y dormir oyendo sus latidos. En este preciso momento se sentía miserable, demacrado, quizá era un castigo, quizá lo merecía.

—Quita tus ojos de pobrecito, pareces Tails... No.

El menor subió la mirada en el instante en el que la ardilla tomó sus mejillas y forcejeó para quitarle el disfraz que creyó que habría. Los tirones dolían, otra prueba irrefutable de que el cuerpo era suyo, aunque la apariencia fuera tomada de una serie de alcohólicos anónimos. De igual modo, algún hueso de su cuello parecía haberse quebrado cuando lo giró para observarlo de perfil.

—¿Tienes una crisis de identidad?

—¡Soy Tails!

—¿Eres Tails?

—¡Sí!

—¡Eres Tails! Gracias al cielo, no me imaginaba ver esa cara de la más pura de las vírgenes todos los días a partir de ahora. Pero te vi morir, todos lo vimos, yo me quedé con tu brazo antes de perderlo en una mudanza, ¿eres de otro mundo?

—¿Mi brazo? —Tails dio una caricia reconfortante en su extremidad mencionada, sin querer tener una imagen mental de lo mencionado.

—Alto, alto, ¿cómo? ¿Problema con los anillos? ¡Le dije a la basura mugrienta de Miles que no jugara con los anillos!

—No lo sé, ayer me quedé dormido en mi casa con Sonic a mi lado y hoy desperté en la habitación de... del verde.

—Scourge —corrigió la ardilla sin interés, buscando con la mirada alguna señal de que estaba siendo víctima de una broma mal elaborada, aunque con un buen actor si Miles podía hacer esos gestos tan fuera de él, y Miles siempre lo fue

—Scuar. ¿Por qué Anti-Sonic?

—Este universo es de nosotros, "malos", "anti". Para cada contraparte buena existe una mala, la mala es Miles y se supone que la buena era Tails, pero esos entrometidos no podían dejarnos hacer lo que queríamos, así que ahí los tienes. —Alicia señaló la evidencia de las mutilaciones desastrosas y negó con la cabeza—. Nos había costado tanto, pero ¿tú quién eres? ¿De dónde eres?

—Mi nombre es Tails y vengo de un mundo donde... No creo que sea tan diferente al suyo, quizá solo tenemos vendas y Eggman es más nuestro amigo que nos ataca por diversión.

—¿Se cayeron todos de una escalera?

—No, son vendas deportivas, creo, se ven mal, yo no las uso, pero el punto es que necesito regresar allá, ¡con mi Sonic!

—Nene, eso no va a ser posible únicamente con mi apoyo. Solo Scourge se conoce la galaxia, si tu mundo no está en una guerra civil o no inventaron la laca para el cabello, no es mi problema —confesó inspeccionando los extremos de sus guantes—. Puedo hablar con él, si gustas, pero no sé absolutamente nada de ese mundo de huesos rotos. Así que no, tendrás que hacerlo tú y yo estaré a un lado viéndote sufrir o disfrutar, lo que sea que terminen haciendo.

—¡Me matará!

—Oh, no lo hará, no mientras tengas algo que él quiere. Quizá no en tu mundo, pero a Anti-Sonic aquí le encanta ver tus intentos de seducción y manosearte cuando ya te subiste a él. Si te acercas...

—¡No! Yo tengo una pareja, es Sonic, no sé quién es... es... Scuar, yo...

—Escucha, mocoso. Podrás estar con Sonic en otro mundo, pero aquí, te guste o no, Miles y Scourge son una pareja de calientes inseparables. Aprovecha eso o vete al diablo.

—Me quedaré aquí para siempre —lamentó el menor cubriendo su rostro. Fue inconsciente, pero Alicia en verdad no quería ver sus ademanes de "irradio bondad al 100 %", por lo que la presunta premisa se convirtió ipso facto en el temor de los dos.

—Yo te ayudaré, tendré que estar contigo y esas cosas.

—¿En serio? ¡Gracias! —Bastó ver los brazos receptivos del zorro para saber que se avecinaba un abrazo, una muestra de cariño innecesario y horripilante que representaba una injuria hacia su persona. Si una bofetada lo haría alejarse, Alicia no lo sabía hasta que lo llevara a cabo, y lo llevó a cabo, pero no borró la sonrisa ridícula del menor—. Solo por este día, ¡bien! No me gustaría desvelarme por cuidar que el verde no intente encontrarme o hacer algo peor. Quizá cuando regrese a mi cuerpo él y mi otro yo puedan solucionar sus problemas llenos de violencia, ¿siempre lo ha tratado de esa manera? No es la forma de amar a alguien, lo siento tanto por...

—¿Tú crees que eso es maltrato? ¡Ja! Lo que te hizo no es nada, hasta me atrevería a decir que fue amable contigo, Miles, no, Tails, Tails... Un momento, si tú estás aquí, ¿dónde estás Miles?


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Miles despertó por la culpa de un estúpido pájaro que tuvo la maravillosa idea de trinar cerca de la ventana cuando se supone que no debía existir ninguna vida animal incivilizada a los alrededores de la fortaleza. Raro, Miles no recordaba que la habitación real estuviera tan iluminada, pero el problema de las aves era algo que solucionaría con un par de hondas o una ballesta. Por el momento, gritarle que cerrara el pico era suficiente.

Abrió los ojos de par en par al sentir una presión sobre su cintura. No era normal que Scourge se mantuviera en esa posición mientras continuaba dormido, a menos que no lo estuviera y haya estado esperando a que Miles se diera la vuelta para que desayunen de otra forma que solo ellos se daban la prioridad de seguir. Miles restregó sus piernas al sentir una palpitación surgiendo de su propia matriz con la sola idea de Scourge despertándolo de ese modo; sin embargo, el recuerdo de la noche anterior cruzó por su mente y lo sumió en su vacío de terquedad y malicia.

—Aléjate de mí y saca tu ridículo brazo... ¿¡azul!? —Miles volvió su mirada al frente y fingió no haber visto nada. Lástima, el azul era un color nauseabundo que solo se veía bien en los ojos de los dos, pero no en sus púas. Miles no se enamoró de Scourge siendo azul, lo hizo siendo verde. Cuando era azul, lo único que le daba era risa, punto que muchos interpretaron como una coquetería predecible: que haya dijo que se dejaría coger por él era una broma desubicada de su parte, pero que Scourge se lo haya tomado como un desafío fue horripilante hasta que se hizo verde. Ahora, siendo que Scourge regresó al color que él mismo detestaba, no podía sentirse más asqueado. Aunque, claro, podía seguir amándolo siempre y cuando mantuviera los ojos cerrados—. Qué divertido. Scourge, te ves mal, mal, mal. ¿Jugaremos al zorrito ciego?

—Buenos días.

Miles se sintió más desafortunado aún. La voz de Scourge no era de ese tono, era ronca, profunda, no de adolescente que vive el día como si fuera el último de su vida. La cosa detrás suspiró en su cuello y se aproximó todavía más.

—Yo sé que solo te alejas de mí ahora, pero no pensé que serías capaz de cambiar las cosas que más me gustan de ti.

—Tails, quería hablar sobre lo que pasó anoche, decirte la verdad, no quiero...

—¿Tails? —Miles tomó el pedazo de hierro que sintió debajo de su almohada y exclusivamente en ese instante se percató de que algo más allá de haber sido nombrado "Tails" estaba pasando. Rezó, Scourge era un fabricante de bromas experto y no sería la primera vez que jugaría con su mente. Verbigracia, en abril del año anterior convenció a todos de simular no conocer a Miles, lo que lo llevó a un estado catatónico del que solo lo pudo sacar una bofetada de Alicia, pero cuya sensación perduró por al menos tres semanas más hasta que el erizo ojiazul consideró que era momento de contarle la verdad—. Repítelo —ordenó mordazmente.

Sonic, impresionado por el nuevo tono de voz que nunca oyó provenir del zorro, bajó una mano a sus colas para tranquilizarlo. Sabía dónde tocar, desde su perspectiva: siempre en la mitad inferior para llamarlo a la calma; sin embargo, cuando la versión mejorada de una llave inglesa cayó sobre su ojo izquierdo, se sorprendió de no conocer a Tails para nada.

—¿¡Qué te pasa!?

—¡Sonic! —exclamó con repulsión en medio de una lucha contra las frazadas que lo rodeaban y la extremidad que el erizo aún no había retirado. Miles no iba a tener reparo alguno en cercenar su brazo y, aunque Sonic no lo sabía, lo retiró por precaución sin entender qué ocurría con el menor—. ¡Aléjate! ¡Aléjate! ¡Ay!

—¡Tails!

El cobalto se asomó por el borde de la cama tras la caída estrepitosa de su mejor amigo. No era posible que quedaba inconsciente por una altura de alrededor de un metro, pero no verlo moverse lo hizo pensar lo peor.

Salió de la litera sin saber si asegurarse de la vitalidad de Prower o llamar a Eggman para que hiciera magia y lo reviviera. Luego, no pudo creer que se haya hecho esa pregunta y corrió hacia el zorro para cargarlo hasta el sofá más próximo al accidente. Sonic pasó una mano por debajo de sus rodillas y luego posó otra en su pequeña espalda, mas cuando estuvo satisfecho con su trabajo, visualizó en una pequeña fracción de segundo a Tails levantando la llave nuevamente. Por primera vez en su vida, si cuando se vino en su interior no contaba, no fue rápido para reaccionar al respecto.

Miles cayó al suelo, pero eso era lo que menos le importaba. Tembló de pies a cabeza por haber tenido al erizo azul tan cerca y sacó la lengua ante la arcada que un mareo repentino le hizo pasar. Una vez en paz, pateó a Sonic para confirmar su estado inconsciente y buscar un lugar en donde ocultarlo.

—¡Scourge! ¡No me parezco en nada a Tails y quiero que lo dejes libre para que esta cosa deje de seguirme! —Miles frunció el ceño al notar que el erizo azul podía haber sido Scourge; no obstante, no tenía sentido dado que Scourge nunca sería tan crédulo para caer en una trampa tan básica. Además, no habría reaccionado ante un Miles en el suelo, lo ha pasado por alto tantas veces que no hay remordimiento en una oportunidad adicional.

Anti-Tails miró a los lados y se preguntó cómo llegó hasta ese lugar. Anoche se durmió pensando en que Scourge era un idiota que no merecía su cariño, pero no creía haberlo maldecido con tanta fuerza mental. Sus pasos se sentían pesados, no era liviano como siempre ni parecía que se flexionara a un nivel extremo como solía hacer, la mayor parte de veces gracias a las prácticas compulsivas de su pareja, aunque nunca lo incomodó de esa forma.

Se acercó a lo que se asemejaba a una cocina y buscó una fuente de agua en la que pudiera refrescarse.

—¡Tanto orden! No puede uno tener las cosas tiradas por aquí, ¿eh? —observó ante la precisión con la que todas las cosas se encontraban en su lugar. "Ups", sus colas botaron un jarrón de margaritas. "Ups", no vio la caja de bolas de cristal. "Ups", se prendió la cocina con los planos encima—. Ups, no vi esto, ni esto. —Miles dio un par de vueltas sobre sí mismo con un entusiasmo inusual en su manera de ser—. ¡Agua! Ups... ¡Ah!

Tan pronto como se inclinó sobre el líquido vital acumulado en el fregadero, retrocedió con tanta fuerza de súbito que tiró un mueble. Los platos contenidos en él se estrellaron contra el suelo y sus fragmentos se hicieron trizas cuando las tazas y búcaros quebradizos no llegaron a las manos que extendió para evitar que siguieran cayendo con estruendo.

—Por estas razones, en mi preciosa fortaleza las tenemos de metal.

—Mi cabeza...

Miles abandonó el único objeto que logró alcanzar. Un portarretratos de marco dorado que se había acomodado con firmeza en él. La fotografía mostraba a Sonic y a Tails abrazados en un sofá y, si Miles no fuera tan picajoso, no habría gritado que Scourge y él tienen un retrato mucho mejor de donde venía, aunque no era cierto porque no existía ninguna foto ni de él ni de anti-Sonic.

—¡Tails! ¿Estás bien? —Sonic le ofreció una mano, la cual cruzó por el lado izquierdo de la cabeza del vulpino. Miles viró en su dirección y la golpeó con el fin de alejarla de sí mismo, como si fuera a contagiarse de la peor enfermedad que pueda existir. Se acercó con rapidez a otro objeto reflejante y ratificó un gran conflicto. No solo no tenías las púas de sus muñecas que formaban parte de su enorme personalidad, sino que no se parecía en nada a él, parecía más Tails salido de la alcantarilla.

—Soy Tails... ¡Soy Tails! —Porque además de esa correa, no tenía nada más puesto. Vio sus mejillas sonrojarse ante el evidente pensamiento, el cual no dejó ir más allá al tomar una tostadora y alzarla contra el erizo que caminaba con sigilo a su lado—. ¿¡Cómo se supone que vaya a estar bien!?

—¿Qué sucede contigo?

—¡No soy Tails! —La arrojó, pero Sonic era igual de rápido que Scourge y no golpeó nada—. ¡Mi nombre es Miles Prower!

—Lo sé, cielo, ahora, baja la lámpara y hablemos sobre esto, ¿sí? Tails, bájala.

—¡Atrápala si la quieres! —Miles la aventó contra él una vez más, fallando.

—¡Tails! No mi videojuego, ¡no volveré a jugar con él mientras tenemos una cita!

—Ni siquiera Scourge pierde el tiempo con esto —analizó Miles son despecho—. No soy Tails. —El videojuego atravesó la ventana más distante a las espaldas del erizo—. ¡Scourge! ¡Scourge! Scourge vendrá y te partirá la cara cuando te vea, Sonic the Estúpihog.

—¿Quién es Scourge? —Sonic pareció entristecerse con la mención de otro nombre. Miles estaba tan absorto en sí mismo que no tenía tiempo para pensar en una mejor respuesta que la verdad.

—Mi futuro esposo, por supuesto —respondió con una amplia sonrisa—. El que me cumple todas las noches.

—¿Me cambiaste el nombre?

—¡No tú!, ¿no entiendes? —Miles miró su nueva imagen más rechoncha, aunque curvilínea, y recordó el detalle que lo llevó querer desaparecer a Sonic en primera instancia—. ¡Eres un pervertido!

—¿Cómo? Lindo, no sé a qué te refieres.

—¿Lindo? ¿Te golpeé tan fuerte? ¡No tengo ropa!

Miles miró, no tenía lógica pelear sin conocer su alrededor. En medio de reflexiones sobre que el verde se veía nauseabundo en los ojos de Sonic y perfecto en las púas de su pareja, se inclinó hacia atrás para no perder su lugar, pero no esperaba que la espalda de Tails tronara como si se hubiera partido la rama más gruesa del árbol más enfermizo.

—¿Tails?

—No me toques —rechazó de inmediato al regresar en su postura. El sacrificio resultó, al menos, retrocedió en línea recta hasta que se introdujo en una pieza rectangular que, en su juicio y aún lo conservaba, era un baño. Como no sabía de qué forma cerrar la puerta —sospechó que era el pedazo de madera a un lado, pero no se atrevería a tocarlo—, esperó que enseñar el dedo cordial fuera suficiente como muro invisible para su protección—. Mal. Qué es esto. —Miles jaló el flequillo de Tails suavemente al comienzo, pero luego con brusquedad para garantizar su presencia. Definitivo, era él, solo que no era él.

El espejo colgante mostraba que sí en todo su esplendor. No era cómodo, el Prower de ese mundo era más rígido de lo podría imaginar, pero lo más raro ocurría en su rostro: no podía enojarse sin verse mal, lo intentó repetidas veces y lo máximo que pudo hacer fue fruncir el ceño y un puchero, mas incluso con eso se veía gracioso y no atemorizante. Su mirada constante debía expresar que los demás eran insectos, pero la actual solo provoca risa porque, pese a que podía gesticular como haría un día cualquiera, no era lo mismo sin su mechón negro y su piel pálida.

—Qué vida hay que tener para ser castigado de esta manera —murmuró con resentimiento mientras estiraba los párpados de su ojo izquierdo—. No puede ser, soy Tails, Tails no se portaría así, ¿y si sospechan? Estoy solo en esta horrible casa. —Pisó firme—. Podría ser exiliado, ¿por qué no se mueven? —Sus colas lucían inertes, brillantes y más esponjosas que las que tenía en su verdadero cuerpo, pero muertas, no se movían por nada—. ¡Ay! Yo golpeé a Sonic, Tails no golpearía a Sonic, no lo haría. A menos que estuviera demasiado templado para prestarle importancia, seguro no le importa. ¡Sí! No le importa. Solo necesito un anillo y todo habrá regresado a la normalidad.

—¿Tails?

—No te acerques, ¡no me mires hasta que me haya puesto algo!

—Viejo, estás portándote muy extraño. No quería decírtelo de esta forma, quería disculparme por lo que ocurrió ayer, nunca has reaccionado así conmigo.

Miles bufó, se supone que debe fingir ser Tails y, si eso ayudará a encontrar un anillo, lo haría.

—Es el calor —respondió de mejor forma.

—¿Tú...?

—¡No! Pervertido de mierda —carraspeó—. No, Sonic —repitió con delicadeza—. Me refiero al ambiente.

—Entiendo, ¡voy a encender el ventilador!

Miles puso los ojos en blanco, pero salió del cuarto de baño y se dirigió a la cama en la que comenzó todo.

—¿Y cómo pasó? —susurró. Él no hacía experimentos ni fabricada nada, no pudo ser su culpa. Tails, por otra parte, era como una vergüenza y hacía cosas que él nunca se atrevería a realizar. Su cola derecha se balanceó, una señal de que se estaba acostumbrando—. Si me entero que fue su culpa porque quería estar con mi Scourge, lo haré añicos, le sacaré el pelaje, le cortaré la lengua, lo enterraré vivo —renegó en silencio—. Sonic.

—Dime —respondió desde el extremo de la casa.

—¿Dónde están los anillos?

El cobalto golpeó un estante al levantarse apresuradamente por la mención de ese tema. Sonic esperaba que el matrimonio fuera sorpresa, no tenía idea de que Tails ya sabía de la propuesta que le haría esa tarde.

—¿Los anillos?

—¡Sí! Eso dije, imbécil... Digo, ¡sí!, los anillos, Sonic. ¿Dónde están?

—Tails, no hay ningún anillo por aquí, conoces tu casa mejor que nadie.

—¿Esta es la casa de Tails?

—Por cierto, mi vida, ¿sabes qué vamos a hacer hoy? —Sonic caminó hacia él, para su desagrado. Bien, no había anillos en la casa de Tails, pero en algún lado debían ocultarlas y, si no era con ese mojigato, ¿dónde más?—. ¿Te gustaría cambiar el horario e ir a almorzar a Meh Burger en lugar de cenar?

—No, me quiero quedar aquí solo y en paz, me duele la... cabeza.

—Pero tú tenías el día planificado. Siempre lo haces los lunes y para toda la semana, rara vez lo cambias, ¿te duele demasiado?

—¿Planificar la semana? Qué aburrido, debe ser una... una experiencia agradable —corrigió ante la expresión confusa del erizo. Le estaba costando, pero lo haría mejor—. Aj, bien, de acuerdo. Vamos a donde sea que quieras ir. Pero antes, Sonic, ¿dónde hago los inventos y esa chatarra que uso para pelear? Seguro que no se ha perdido la costumbre, a menos que se haya inventado una bonita fabricadora de...

—¿Chatarra?

—Las máquinas, me confundí, siendo tan iguales. —Miles forzó una sonrisa—. Es aburrido ir solo, ¿me acompañarías?

La necesidad de atención debía ser fuerte, porque el erizo aceptó al instante. Sonic abrió la puerta de la casa por él, lo que provocó que anti-Tails la volviera a cerrar y abriera por él mismo. Detestaba parecer un inútil, no importaba si era por cortesía o amabilidad: tenía manos y podía moverse, así que no necesitaba que hicieran nada por él.

Apenas si terminó su perorata mental, ignorando que en su fortaleza le gustaba valerse de los demás, el sol que lo obligó a cerrar sus ojos se esfumó por la sombra que le proporcionó una sombrilla. Suspiró, no era cierto, quería convencerse de eso, ¿nadie rajó nunca de que Sonic fuera tan hostigante?, extrañaba tanto a Scourge que su segundo suspiro fue de pura culpa, no debía haberlo tratado tan distante la noche anterior.

—¿Estaría bien si pasamos por Amy primero? Ella quería que la ayudara con la decoración de su casa.

—Haz lo que quieras. ¡No me tomes de la mano! ¿Qué diablos?

—Pero siempre caminamos así. —Sonic bajó las orejas. Había entrelazado sus dedos con los suyos, la reacción inmediata del vulpino fue empujarlo solo a un metro de distancia, debido a que el erizo era más pesado e insistía en pegarse como una goma de mascar.

—Está haciendo calor, Sonic, no me... molestes.

Miles prefirió liderar la caminata a ser la sombra de Sonic, sonrió al pensar que Tails seguro prefería eso a tomar iniciativas propias.

—Por allá vive Knuckles -interrumpió el de ojos esmeralda—. Tails, no te ves bien y no suenas como tú, ¿está sucediendo algo que no quieras decirme?

—Mucho, pero prefiero guardarlo para las mentes brillantes —espetó—. Vamos donde Amy y luego llévame a mi taller, tengo prisa —siseó, pero Sonic sonrió y luego rio con mayor libertad.

—Te ves bastante adorable.

—Vete al infierno.

El paseo fue aburrido. Si pudiera pedir un único deseo, el que más se le ocurría por el golpe de calor era que Sonic cerrara su boca de una vez. No dejaba de hablar de él mismo: que hizo aquello, que le entregaron lo otro, que espera tal, comió tal, tal, tal, que protegería a Tails y jugaría a ser el príncipe azul que nadie necesita. En determinado momento, Miles sintió que podía mover sus colas, por lo que se inclinó y saltó con la esperanza de despegar, pero cayó de cara contra el suelo cuando no ejercieron la suficiente potencia. Sonic dio una risilla y lo sostuvo de la cintura para que se mantuviera de pie, dado que continuaba en estado de estupefacción por lo ocurrido.

—¡Puedo caminar por mi cuenta! ¿No quieres que tenga un andador, también? —vociferó. Al llegar, Amy se encontraba en el interior del hogar, había terminado de colgar estrellas en el techo cuando Miles, en su segundo intento por volar, cayó del lado contrario al suyo. La mayor descendió un poco para comprobar que no fue una pobre ave la que provocó que colapsara la mitad de su sala principal, pero no alcanzó a examinar más al instante producto de que Sonic abrió la puerta de su vivienda y empujó la escalera en la cual se encontraba.

—¡Sonic! —se quejó.

—¡Es Rosy! —Miles se acercó tanto a Sonic como a Amy. Por motivos personales, levantó a Amy de su vestido y la arrojó fuera de la casa. Cerró la puerta al instante para apoyarse en ella e impedir que la desquiciada Rascal intentara ingresar y lo forzara a decirle dónde se ocultaba Scourge, pero divisó a Sonic en el interior con él y no tuvo más opción que abrir la puerta y volverla a cerrar, aunque con su propia persona afuera en esta ocasión—. Si Rosy está loca en mi mundo, ¡tú tienes que estar cuerda!

—Tails, ¿te encuentras bien? No tenías por qué hacer eso. —Amy masajeó su espalda con cuidado, antes de ser sacudida por el menor.

—¡Necesito a alguien! Tú eres la buena, ¿no? Eres Amy Rose y...

—Tranquilo, tranquilo, ¿quieres pasar? Hice galletas, de las que te gustan —canturreó.

—¡Al diablo con las galletas! Si esta es tu casa, ¡Sonic ya sabe dónde queda!

—Un momento...

—¡Un momento mis colas! ¡Yo...!

—Tú no eres Tails. —Amy se levantó con enojo del suelo y puso un dedo acusadoramente sobre la frente del zorro—. ¿Quién eres? ¿Dónde está Tails? ¡Dilo ya! —exigió saber. Miles se sorprendió de que no hiciera falta convencerla, agradeció su intuición predilecta. Usualmente no apreciaba que le levanten la voz ni intentaran intimidarlo; sin embargo, por esta ocasión, se permitió tener la paciencia requerida que impidiera confrontarla.

—Soy Miles. —Uso su mano diestra para sacarse de la vista el guante de Rose—. Anti-Tails, como quieran llamarme. Prefiero Miles Prower sobre cualquier apodo infantil que ustedes tengan, y seguro que lo tienen.

—¿Dónde está Tails?

—¡Quiero saberlo! Desperté y tenía a Sonic a mi costado, ¿imaginas el asco que sentí? Mi pareja debe estar en otro mundo haciendo sabe Chaos qué y ni yo estoy a su lado ni hay rastro de que Tails esté aquí... Tails podría estar con Scourge, si no se porta como yo lo hago, ¡lo matará! No tuve una buena relación con él estos días. Si eso ocurre, ¡no podré regresar a mi cuerpo!

—¿Quién es Scourge?

—¿Quién es Scourge? No voy a contarte todo aquí como si fuera una conversación ordinaria. Tails tiene un taller, ¡llévame allí!

—Se dice "por favor". Te ayudaré en un momento, Sonic está dentro de mi casa y, como pudiste ver, hay un enorme agujero ahora, y el pronóstico informó que hoy lloverá.

—Amy, mira el maldito cielo, hace un calor de casi cuarenta grados, ¿en serio crees que va a llover?

—Tú cambiaste de cuerpo con Tails, permíteme creer en esto también antes de cuestionar el maravilloso mundo que nos rodea.

—¡Yo no quise cambiar de cuerpo! Extraño a mi pareja, no quiero pasar mi vida al lado del sofocante de Sonic. Yo... —Miles se vio a sí mismo y la ropa de la eriza más alta, detalle a detalle—. ¿Tendrías uno para mí?

—¿Quieres un vestido?

—Lo que funcione para que ningún degenerado me vea así —manifestó cubriéndose el torso—. ¿Puedo escoger?



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Buenas noches, espero que hayan tenido un buen día. Este fue el capítulo 2 de Convergencia, con él, se cumplen las personas de la dedicatoria, muchas gracias por su participación, así como por sus comentarios, aunque no tengo mucho tiempo, siempre es entretenido leerlos. Gracias.

Posterior a esta obra, se subirá otra que especificaré mejor en el último apartado de esta, el máximo adelanto que les puedo dar es que sus capítulos serán interdiarios, de igual modo, pero solo tres.

Por otra parte, solo comentar que el siguiente capítulo será subido el miércoles, de acuerdo a lo dicho con anterioridad. Les agradezco la comprensión, tengan buena noche.

-KatheDoll.

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