TRES: La propuesta
Canción del capítulo: Malas decisiones :D
No soy de tomar, pero salgo del examen lista para tomarme un tequila. No sé. Lo que sea, necesito algo fuerte. Siento que estoy sudando frío y que estoy cargando un peso horrible sobre los hombros. No ayuda que como que tengo ganas de vomitar.
En mi vida había hecho algo así, y creo que jamás lo haré. La carga emocional después es excesiva. Pero la realidad es que ya lo hice. Sí me sabía las respuestas, y creo que me va a ir bien. Igual me siento horrible, y la culpa y el miedo me carcomen por dentro.
—Sofi, ¿tan mal crees que te fue? —pregunta Manolo.
—¿Tan mal me veo? —pregunto tocándome la base de la nuca.
Mi amiga me mira y me pasa un brazo encima de los hombros.
—Vamos, Sofi. Seguro que sacas la nota más alta, no te preocupes. Ahora vamos a relajarnos un poco, Alex y el chico nuevo nos esperan.
No sé si quiero sacar la nota más alta. No ahorita. Me pregunto si debería haberme equivocado a propósito, y me quiero dar de topes ahora.
—No sé porqué le dicen "chico nuevo" —dice Manolo mientras comenzamos a caminar al café que siempre vamos—, lo he visto en la cafetería un par de veces.
—Es cierto. Por un segundo sentí que se me hacía conocido —respondo, tratando de evitar a toda costa hablar del examen.
Paloma encoge los hombros.
—No lo sé, la verdad no lo recuerdo.
—Es que solo tienes ojos para mí —dice Manolo con una sonrisa de oreja a oreja.
Paloma se ríe y lo empuja con una mano, mientras mis labios se curvan. Estos dos son la pareja ideal. Se llevan bien y estoy casi segura de que van a terminar mudándose a vivir juntos o inclusive casándose.
Llegamos al pequeño café que está a dos cuadras de la universidad. Es realmente pequeño, y por afuera no darías ni un peso por él. La fachada es de ladrillos, tiene dos pisos y un par de enredaderas aferrándose a las paredes, pero cuando entras, te das cuenta de que es un café muy tranquilo, ideal para estudiar o pasar la tarde con tus amigos. En el interior tiene algunas mesas en medio de sillones que no hacen juego, pero que siento es parte del encanto del lugar. Tiene una pequeña barra con cafeteras y un ventanal que da a un pequeño patio donde hay otras dos mesas. El patio flanqueado por paredes con enredaderas, un par de macetas con monsteras y algunas flores. Por las tardes le da el sol completamente al patio, ya que el café se encuentra entre edificios, pero es como un pequeño oasis dentro de la ciudad.
El dueño del local es Patricio, un escritor convertido en pequeño empresario, que buscó retirarse joven y poner una pequeña cafetería donde otros como él pudieran escribir, leer, estudiar. Los cafés son fuertes y a un precio accesible, y también prepara unos paninos deliciosos.
Cuando entramos nos saluda, ya somos clientes conocidos del lugar. Huele a café y a pan tostado, y las nauseas se disipan para convertirse en un hambre feroz.
En el patio están Alex y Hugo platicando, y cuando nos acercamos coincido con Manolo. A Hugo ya lo había visto antes, seguramente ahí, con Alex.
—¿Cómo les fue? —pregunta Alex.
Noto que abre los ojos grandes, como si alguien le estuviera haciendo gestos detrás de mí, y cuando miro hacia atrás, Manolo está terminando de hacer un gesto como de "córtale". Me sonríe cuando lo pillo.
—Hablemos de otra cosa —dice Paloma—. Lo que fue, ya fue.
Jalamos unas sillas y noto que me toca sentarme junto a Hugo. Patricio se acerca y comienza a dar un par de viajes para dejarnos paninos a todos, junto con unas latas de refresco.
—Pensamos que igual salían del examen con hambre —explica Hugo, pasándome un plato.
—Muchas gracias.
—No es nada —responde.
Comenzamos a comer y Paloma empieza a hablar sobre un concierto que quiere ir en el fin de semana. Es de una banda donde toca una amiga suya, y está tratando de convencer a Manolo de que vayan juntos. No les presto tanta atención, la verdad. Sigo pensando en el examen y en el fólder.
—¿También te gusta el rock?
Escucho la voz profunda de Hugo, y lo volteo a ver. Me limpio con una servilleta antes de contestar.
—No, la verdad, no.
Hugo me mira como si estuviera estudiándome. Me hace sentir algo incómoda, la verdad. No estoy acostumbrada a tener la atención de un chico tan guapo.
—¿A ti?
No sé qué más decir, no soy buena haciendo conversación cuando aún me siento inquieta por todo lo del examen.
—No es mi hit, pero podría ir al concierto si todos se animan a ir.
—¿Qué estudias? Te me haces conocido, pero no sé de dónde.
Hugo sonríe.
—Derecho. Igual me conoces porque vengo por aquí seguido. —Abre la boca para decir algo más, pero la cierra.
—¿Qué pasa? —pregunto, inclinando la cabeza.
—Nada. —Hugo mira hacia el frente, mis amigos siguen discutiendo si la música es buena o no—. Escucha, hay algo que me gustaría platicar contigo, pero en privado. ¿Me acompañas a pedir un café?
Mis ojos se desvían hacia la cafetería. No conozco a Hugo, pero literalmente vamos a estar aquí. No pasa a más.
—Si, claro, yo también quiero pedir un café.
—Genial —dice, jalando la silla y levantándose.
—Vamos por un café —anuncio a la mesa— ¿alguien quiere algo?
Mis amigos hacen su pedido y vamos a la barra para pedírselos a Patricio. Cuando hemos puesto la orden, Hugo se voltea hacia mí, de espaldas a la puerta y tapando a mis amigos.
—¿Recibiste lo que te dejé en tu lugar?
De nuevo siento como una cubetada de agua helada, y un escalofrío me recorre la espalda.
—¿Perdón?
Me hago la tonta. Porque no quiero decir que sí, porque no quiero que sepa que soy una tramposa, pero la verdad es que también quiero saber quién diablos es y de dónde sacó el examen.
—Te dejé un sobre con algo adentro hace un par de días. Supe que no te estaba yendo muy bien y quise ayudarte.
—¿Cómo supiste que no me estaba yendo bien? ¿Eres un stalker o algo así?
Hugo suelta una pequeña risa y levanta las manos.
—No, tranquila. El otro día que vine estabas estudiando y Alex comentó tu nombre. Mismo que ya había escuchado de boca de mi padre un día que estaba en su oficina.
Esto va de mal en peor.
—¿Tu padre? —pregunté con un hilo de voz, siendo consciente de que me estaba empezando a faltar el aire en los pulmones.
—Sofi, tranquila. Solo te quise ayudar. Y tampoco puedo asegurar que siquiera lo hayas abierto, aunque por tu expresión ahora, creo que sí lo hiciste.
—¡Me pueden expulsar por tu culpa! —le digo entre dientes, tratando de no gritar.
La sonrisa de Hugo se ensancha, y cruza los brazos, recargándose en la barra del café.
—Yo no pienso decir nada, Sofi. Si te ayudó, qué bueno. Si lo tiraste, ni modo.
—¿Porqué lo hiciste? —pregunto, desconfiada.
—Porque necesitabas ayuda, y porque estaba en mis manos poder brindarte esa ayuda. Nada más.
Algo no me huele bien, aquí. Este tipo sabe mi peor secreto, ¿y no quiere nada a cambio?
—No estoy segura si puedo darte las gracias, porque me siento horrible.
Hugo se ve divertido. Lo cual hace que mi sangre empiece a hervir. Yo me siento como la peor lacra del mundo, y el tipo se está aguantando la risa. Claro, porque su carrera, y básicamente, su vida, no está en riesgo.
—No te preocupes, no necesitas darme las gracias —mira hacia donde está Patricio y se inclina hacia mí—, pero sí hay algo en lo que me podrías ayudar. Pero es solo si quieres, no es necesario. Aunque me ayudaría muchísimo.
Lo miro medio apretando los ojos, con mirada de rendija. No digo nada por un momento, estoy entre que quiero huir, le quiero gritar o me quiero pegar contra la pared porque soy una estúpida en usar algo prohibido para beneficio propio, porque claro, ahora lo tengo que ayudar, sí o sí.
—¿En qué necesitas ayuda?
—Necesito una novia.
Abro la boca y la vuelvo a cerrar. El tipo está guapísimo, o sea, seguro que encuentra novia saliendo del café, es más, no una, cinco. Igual y esto es más fácil de lo que pensé. Seguro le encuentro novia rapidísimo.
—¿Quieres que te ayude a conseguir una novia?
Hugo hace una mueca antes de negar con la cabeza, sonriendo.
—En realidad, me gustaría que tú fueras mi novia.
La boca se me seca de repente y tengo que mojarme los labios.
—¿Yo? ¿Por qué yo?
—Porque creo que eres una chica linda, inteligente y divertida. Y si vamos a pasar algún tiempo juntos, prefiero que mi novia sea alguien con quien realmente pueda pasar un tiempo divertido, a una chica que sea aburrida y tonta.
¿Este tipo está de broma, o qué?
¿Ustedes aceptarían el trato? :)
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