DOCE: Amigos
Me baño y me arreglo para ir a ver a Paloma. Antes de salir vuelvo a checar mi teléfono y nada, Hugo sigue sin ver mi mensaje. Hago una mueca, porque después de la intensidad en el chat durante la última semana se me hace extraño. Al punto que tengo ganas de marcarle, para ver si está bien, pero decido no hacerlo. Puede estar durmiendo y yo, como siempre, estoy pensando que algo le puede haber pasado, y estoy creando una catástrofe de la nada, como es mi costumbre.
Después de despedirme de mis papás, tomo las llaves del auto y voy a ver a mi amiga. Cuando llego, veo el coche blanco de Alex. Seguro que también está preocupado por ella. Me pregunto cómo estará Manolo, para todo esto. Sé que Paloma no toma mucho, igual que yo, así que solo puedo imaginar lo mal que se está sintiendo, y definitivamente no es algo que yo tenga intención de sentir en un futuro corto.
Toco el timbre y abre Alex, con Manolo detrás. Los saludo de beso en la mejilla.
—¿Tan mal está?
Alex hace una mueca y Manolo solo se pasa una mano por el cabello. Me indican el paso para entrar a la casa. Los papás de Paloma son arquitectos y ellos mismos diseñaron su casa. Es estilo minimalista, pero, aunque tiene un jardín pequeño, toda la sala y el comedor tienen unos ventanales enormes con vista hacia él. Me encanta cómo entras a la casa, y ves hacia lo verde. Creo que a mi mamá le gustaría tener un jardín así. En nuestra casa tenemos uno pequeño al frente, pero es realmente chiquito, apenas tiene espacio para sus rosas.
Paloma sale del baño de visitas, con una mano en el estómago, y viéndose mucho más pálida de lo normal.
—Amiga... —le digo antes de acercarme a ella y darle un pequeño abrazo, solo para reconfortarla.
—Mi mamá está furiosa —dice, con un tono de voz bajo.
Mis papás lo estarían igual, la verdad.
—Creo que ya me odia —murmura Manolo.
—No, no te odia, pero no eres lo máximo ahorita. Pero se le va a pasar —agrega Paloma.
—Tienes que tratar de comer —le digo, levantando la bolsita de los panqués.
—No sé si el azúcar le haga bien —dice Alex.
—Yo creo que en este punto, si lo mantiene en el estómago, está bien —contesto.
—¿Vemos una peli? —dice Paloma.
Todos accedemos, le hacemos un té, y Alex saca un Gatorade que le trajo, y nos sentamos a ver una peli, en lo que ella trata de comer un poco del pan que traje. Por primera vez, nadie tiene ganas de pelear por el género de la película, así que Paloma escoge una comedia romántica, porque no tiene humor para ver una de terror y de acción.
Me siento junto a Alex, y cuando empieza la película, se inclina hacia mí.
—¿Y tu novio? —susurra.
—No sé, en su casa, supongo. No tenemos que estar juntos todo el tiempo —le digo, sin voltear a verlo, con los ojos en la televisión enfrente de nosotros.
No me dice nada más y yo tampoco lo hago. Pero sí paso toda la película con mi teléfono en las manos, esperando un mensaje de Hugo, que nunca llega.
Para cuando termina la película, Paloma se ve mejor. Logró tomarse el té y medio Gatorade, junto con el panqué de mi mamá. Le ayudo a levantar los platos, y la acompaño a la cocina.
—Hice un desastre ayer, ¿verdad? —me dice, volteándose hacia mí y sosteniéndose de la barra de la cocina.
—No lo haces siempre, no te preocupes.
Hace una cara.
—Recuerdo que le dije a Hugo que ¿te gustaba ya sabes quién?
Me muerdo el labio. No la quiero hacer sentir mal, pero tampoco le quiero mentir, porque lo recuerda.
—No pasa nada, ya lo platicamos —levanto un hombro, restándole importancia.
—¡Qué oso! ¡Perdón!
—No importa, Paloma. De verdad. Me da gusto que te sientas mejor.
Mi amiga sonríe y se endereza para darme un abrazo.
—Gracias por mi pulsera —dice, levantando la muñeca y enseñándomela.
—¿Te la pasaste bien, al menos?
—Sí, pero en la vida vuelvo a tomar tequila, lo juro.
Las dos nos reímos, pero después de un momento, Paloma inclina la cabeza, mirándome.
—¿Todo bien contigo? —señala al teléfono que sigo teniendo en la mano. Lo puse en vibrador durante la película, y lo sigo cargando, por si me llega un mensaje.
Estoy en el hoyo, prácticamente.
—Sí, todo bien —le muevo el botón del vibrador y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón—. Solo estaba esperando un mensaje, pero nada más.
Paloma sonríe.
—¡Uf! ¡Cuánto llevan y ya estás bien clavada!
—Ni al caso —la empujo, jugando.
Escuchamos a los chicos riéndose y aprovecho para huir de mi amiga perspicaz, regresando a la sala. Platicamos un ratito, pero cuando escuchamos el coche de los papás de Paloma, huimos todos. Nos conocen y nos llevamos muy bien, pero siguen enojados, así que no es prudente quedarse.
Alex me acompaña a mi coche y cuando abro la puerta, se queda ahí parado, como si quisiera decir algo, pero no sabe cómo.
—Sácalo, Alex —lo molesto.
Alex suelta una risa nerviosa.
—Nada, es solo que me preocupas. Nunca le he conocido una novia a Hugo, y... no sé si ya sabes que se quiere ir...
—Si, lo sé. Y está bien. Salir no es sinónimo de casarse, Alex. Tranquilo.
Pone las manos en sus bolsillos y asiente.
—Lo sé. Tienes razón. Ignórame.
Pongo una mano en su brazo, y me acerco para darle un beso en la mejilla.
—Gracias por preocuparte por mí —le digo antes de alejarme.
—Siempre —le escucho decir cuando me doy la vuelta, y mi estómago da una pequeña voltereta, pero decido ignorarla, porque no viene al caso. Es mi amigo y está preocupado por mí, nada más.
Un par de horas después, estoy tirada en mi cama mirando el techo sin mucho que hacer. Decidí dejar de estar checando el teléfono porque me veo muy desesperada. Ni siquiera tendría porqué responder mi mensaje, y está bien. O por lo menos eso me he dicho a mí misma como veinte veces como mínimo.
De repente, suena mi teléfono. Salto de la cama y lo levanto, es una llamada de Hugo.
Aclaro mi garganta, como tratando de no sonar tan contenta.
—¿Hola?
—Hola hermosa, ¿aún tienes ganas de salir? —suena cansado.
—Si, pero no tenemos que hacerlo...
—La verdad estoy afuera de tu casa. Tenía ganas de verte. Si aún quieres.
Corro hacia la ventana y jalo la cortina. Lo veo recargado sobre el Jeep con el teléfono en la mano. Se ve cansado, también. Levanta la mirada, y lo saludo por la ventana, sonríe.
—Bajo en un momento.
—Ok.
Colgamos, pero siento la boca seca. No sé qué pasó, pero algo tiene. Y no lo pienso más, tomo una sudadera y mi bolsa, y corro escaleras abajo. Mis papás están viendo la tele en la sala.
—¿Nos vemos en un ratito? —pregunto, dándoles un beso rápidamente.
—¡Diviértete! —dice mamá riendo antes de que salga de la casa.
Abro la reja al mismo tiempo que Hugo se endereza. Inmediatamente noto las ojeras en los ojos y tengo ganas de no sé, abrazarlo, o hacer algo.
—Hola —le digo, porque no sé qué más decir.
—Hola —dice con una pequeña sonrisa.
Estrecha su mano y la tomo sin pensarlo. Me jala hacia él y me abraza. Cierro los ojos y lo abrazo fuerte. No dejo de preguntarme qué ha pasado, pero creo que es importante darle su espacio, y si me quiere contar, me contará. Pero en este momento, si lo que necesita es compañía y un abrazo, con gusto se lo puedo dar.
***
Perdón por la tardanza en subir el capítulo :)
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