DIECISEIS: Celos
Canción del capítulo: Beso por Rosalía, Rauw Alejandro
Han pasado dos días desde que vi a Alex, y cuando entro a la cafetería de Patricio, no estoy segura de querer verlo. Quedé de verme con Hugo después de clases y éste era el lugar más céntrico para los dos, pero estoy segura de que es muy probable que Alex esté aquí. No nos hemos escrito tampoco. Siento que me está tratando como a una más de su lista de conquistas, y es lo que más me molesta de todo, como si toda nuestra amistad no fuera suficiente para él. Es lo que más me duele.
Entro en la cafetería y normalmente siempre voy hacia el patio, que es donde nos gusta juntarnos, pero esta vez decido quedarme cerca de la barra. Saludo a Patricio y le pido un capuchino de vainilla, que es mi bebida favorita aquí, antes de sentarme en una mesa para dos, como para dejar mucho más claro el mensaje de que no quiero hablar con nadie.
Saco mi libreta de anatomía, y comienzo a anotar todo lo que necesito para el trabajo final, cuando alguien se sienta enfrente de mí. Levanto los ojos y veo a la última persona que quería ver.
—Hola extraña.
—Déjame de decir así, Alex. No es gracioso —contesto seria.
Alex levanta las palmas de la mano, como diciendo, vengo en paz. Ajá. Que se lo crea su abuela.
—¿Estás de malas?, ¿todo bien con tu novio?
Su tono es sarcástico, y todo el enojo que sentí el fin de semana, me regresa de golpe.
—Todo está perfecto con mi novio, el único que está siendo un imbécil es mi amigo. —Empiezo a recoger todas mis cosas—. No sé qué diablos te pasa, pero yo no soy una de tus chicas, Alex. Así que deja de jugar juegos.
—No estoy jugando ningún juego —se defiende.
—"El problema es que siempre vamos a ser amigos" —me mofo haciendo comillas—. No sé qué diablos pretendes, Alex.
Alex se pasa una mano en el cabello, algo que antes provocaba en mí algo, entre los brazos tonificados y la manera en que lo hacía, pero ahora solo ruedo los ojos. Termino de guardar todo cuando Alex pone una mano sobre mi brazo.
—No puedo ser más claro, Sofi. Me gustas. Siempre me has gustado.
Alguna vez soñé que me dijera esas palabras. Vaya, muchas veces. Pero eso fue antes, y ahora solo me duelen, porque estuve, por momentos, a sus pies por dos años, y en el momento en el que llega otro chico y muestra interés en mí, ¿es cuando Alex decide soltarme la bomba?
—Vete a la mierda —le respondo, moviendo mi brazo de golpe.
Alex no esperaba la respuesta, lo puedo ver en la manera en la que abre la boca y se queda sin palabras, y por primera vez en mi vida, me felicito por dejar claro que lo que sea que está haciendo, no me gusta, no va conmigo, y no lo voy a permitir.
—¿Por qué te pones así Sofía?
—¿Todo bien? —escucho a mi lado la voz de Hugo. Su tono es serio, y siento su mano en mi hombro un momento después, y una calidez corre desde donde me está tocando hasta mi pecho.
—Todo está bien —le digo, levantando la mirada hacia él. Sus ojos conectan un momento conmigo, y su mirada es dura antes de virarse hacia Alex. Está enojado. Y celoso, creo.
—Nada está bien —dice Alex—. No sé qué le pasa a Sofía desde que anda contigo, la verdad.
Mi pulso se comienza a acelerar con sus palabras, y es como si la sangre se me calentara de golpe. Volteo para ver a Alex.
—Alex, no puedo creer que estés echando a perder una amistad de dos años, pero cuando madures y quieras hablar como el amigo que siempre pensé tener, búscame. —Miro hacia Hugo, tiene la quijada apretada y si no nos vamos ya, esto tiene potencial a volverse una escena de telenovela—. ¿Vamos a otro lado?
Los ojos de Hugo se clavan en mí, y asiente, sin decir nada.
Me levanto, tomando lo último de mis cosas. Alex intenta levantarse, y en un segundo, Hugo lo vuelve a sentar de golpe.
—Creo que no escuchaste bien lo que dijo mi novia —dice Hugo entre dientes.
Patricio llega con el café que había pedido, y tiene cara de pocos amigos.
—Si tienen algún problema, les pediría que se vayan a otro lado antes de que tenga que llamar a la policía —Me da el café en un vaso para llevar—. De parte de la casa.
Su mensaje es súper claro, quiere que nos vayamos, y estoy de acuerdo, es lo mejor que podemos hacer ahorita. Tomo la mano de Hugo, que sigue echándole humos a Alex.
—Por favor, vámonos.
Hugo se aleja de Alex, a quien ni siquiera volteo a ver y se voltea hacia mí.
—Vámonos, hermosa.
Alex hace un ruido como de burla, y Hugo cierra el puño que tiene libre. Pongo una palma en su pecho.
—Vámonos —hago hincapié.
Aprieta la boca antes de asentir y me hace un gesto como de adelante. Seguimos tomados de la mano, así que camino lo más rápido posible, jalándolo conmigo. Cuando salimos de la cafetería, me jala hacia él, virándome.
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
—¿Qué está pasando con Alex, Sofi?
Miro hacia la entrada de la cafetería, temerosa de que Alex venga detrás, porque si algo conozco de él, es que no se cansa.
—Es una tontería, pero vámonos de aquí y te platico todo, lo prometo. No quiero causarle un problema a Patricio ni hacer una escena —levanto mi café, tratando de hacer una broma pésima para aligerar la tensión en el ambiente—. Amo su capuchino de vainilla.
Hugo deja de apretar la quijada, y sus ojos se viran hacia la puerta un segundo, como adivinando lo que pienso.
—Ok.
Caminamos por la calle hasta el estacionamiento donde está su coche aparcado. Abre la puerta para que entre, pero antes de que pueda entrar, se inclina hacia mí, pegando su frente con la mía, pasando un brazo alrededor de mi cintura.
—¿De verdad estás bien? Porque te juro que si no...
—Estoy bien —lo interrumpo.
Asiente, y respira profundo antes de alejarse de mí. Entro al auto, y cierra la puerta, pero mi corazón ya está corriendo al mil por hora. Se sube al auto y toma el volante con las dos manos, mirando hacia el frente. Sigue muy tenso, se nota porque lo está agarrando con mucha fuerza, puedo verlo en sus nudillos. Dejo el café en el portavasos del auto, y pongo una mano en su brazo.
—De verdad que es una tontería, el domingo solo me dio a entender que estaba celoso de ti, y bueno, hoy me soltó que le gustaba. —Volteo los ojos—. Que no es cierto, o sea, está siendo muy inmaduro y lo único que está pasando es que está celoso porque toda mi atención está centrada en ti.
A la mitad de mi discurso, Hugo se volteó hacia mí, y en cuanto termino de hablar, me doy cuenta de lo que acabo de decir. Quito mi mano y toco mi cuello, de repente, tímida. Cierro la boca y quiero que me trague la tierra, por momentos.
—Tú tienes toda mi atención desde el primer momento en que te vi —dice con una sonrisa traviesa en los labios.
Siento como si mi corazón hiciera una pirueta dentro mi pecho, desprendiendo una calidez con el movimiento. Alex tenía razón, entonces. Y parte de mi quería bailar o gritar, o hacer algo, porque básicamente Hugo me acaba de decir que le gusto.
—A mí me caíste gordo —confieso, sonriendo.
Hugo se moja los labios y ríe.
—Lo sé. —Extiende su mano y toma la mía, entrelazando nuestros dedos—. Pero me da gusto saber que ya no me odias.
—Nunca te odié —murmuro, tragando fuerte, porque su mirada es demasiado intensa, y me pone muy nerviosa.
Me suelta y enciende el auto. Siento que no puedo respirar y que por momentos me iba a abalanzar hacia él, así que agradezco que me dé un poco de espacio.
—Y solo para aclarar, yo también estoy celoso de Alex —suelta, mientras se hecha de reversa, causando un revuelo dentro de mí.
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