23. Dolor y felicidad.
Manuel había pasado la noche internado en una clínica privada de CABA, su estado era normal, pero había sufrido una gran crisis nerviosa al ver como se llevaban a Martín en el patrullero. Al despertar sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas observando lo blanco de aquella habitación mientras recordaba lo que había pasado, se sentó desesperado en la camilla y pidió por su niño a gritos, unas enfermeras entraron corriendo pidiendo por favor que se calmara, pero no lograron controlarlo hasta que Lucas entró por la puerta corriendo a los brazos del chileno.
—¿Estas bien, mi amor? —Le preguntó al niño acariciando su rostro, el pequeño tenía una expresión triste, pero no por lo que había pasado con su padre, sino porque en los ojos del castaño había un gran vacío, una soledad casi palpable.
—Pá... todo estará bien... —Le dijo con su voz aguda típica de un niño de cinco años, Manuel le sonrió derramando algunas crudas lágrimas más, pensar que su pequeño era quien lo estaba conteniendo en vez de ser al revés.
Jeremías entró casi como un loco a la habitación donde se encontraba el chileno, se notaba la preocupación en su mirada, sus cabellos estaban alborotados, unas gotas de sudor corrían por sus sienes y sus manos temblaban descontroladamente. Trató de decir algo, pero los nervios podían más que él, Francisco entró a los minutos y abrazó a su prometido, este casi lloró entre sus brazos, pero respiró hondo, no podía quebrarse ahora, tenía que ser fuerte por su primo y la familia que había dejado atrás.
—Perdón... la puta que me pario... No creí que fuera a pasar. ¡Mierda! —Exclamó pateando un cesto de la basura de la habitación asustando a su sobrino, rápidamente se arrepintió y pidió disculpas con la mirada.
—Jeremías esta sin dormir, desde que se enteró que Martín fue llevado por la federal, ha estado caminando de un lado a otro. —Explicó Francisco acariciando la espalda del pelinegro que ya se encontraba un poco más calmado.
—Lo único que nos queda es buscar al hijo de puta que ésta haciendo negocios sucios bajo el nombre de la compañía de Martín. —Dijo buscando en su celular el número de uno de los secretarios de su primo, los doce se encontraban revisando todos los documentos de la empresa en busca del autor de los fondos en negro.
Nuevamente la puerta de la habitación de Manuel fue azotada, Marcos había entrado agitado, al parecer había llegado corriendo. Por su expresión no traía buenas noticias, miró a Manuel y su mirada triste, casi como pidiendo perdón, esto hizo que el castaño abrazara con más fuerza al pequeño entre sus brazos, sus ojos se estaban volviendo a cristalizar, presentía que una gran desgracia había ocurrido.
—Diego... el padre de Martín.... —Marcos hizo una gran pausa pasando su mano por su nuca, se mordió el labio inferior y miró hacia cualquier otro lado lejos de las miradas ajenas. —Sufrió un paro cardiaco, está en coma... su estado es reservado.
El silencio se apoderó de aquella habitación, en el mismo silencio las lágrimas de Manuel caían negando repetidas veces con su cabeza. ¿Cuántas desgracias más iban a ocurrir? Jeremías se abrazó con fuerza a su chileno, no soportó más y dejó escapar un amargo sollozo, Marcos se acercó a su primo para darle unas palmadas en su espalda, y el pelinegro soltó a su prometido para abrazar al rubio, aunque era la primera vez en la vida que lo hacía y aunque Marcos se sorprendió bastante, respondió a su abrazo y dejó un beso sobre sus cabellos.
....
Martin se encontraba en una celda aún con el traje de ayer en la noche, pero su saco estaba a un costado, su camisa se encontraba desalineada, sus ojos estaban rojos de tanto haber llorado, se había enterado lo de su padre en la madrugada, estaba seguro que los González eras quienes le habían contado lo que sucedía a su padre. Volvió a desordenar sus cabellos con bronca, impotencia y otros sentimientos que oprimían su corazón.
—Hernández, sus abogados están acá. —Le avisó un guardia cárcel abriendo la reja, lo esposó y lo llevó hasta una mesa donde estaban esperando, el guarda negó algo sorprendido del número y murmuró por lo bajo: "estos oligarcas", Martín llegó a escucharlo, no tenía como argumentar lo contrario hasta no demostrar su inocencia.
—Buenas tardes, señor. Sentimos la demora, hemos estado buscando exhaustivamente junto a sus secretarios quien es el autor de la corrupción en la empresa. —Habló uno de los secretarios por todos, Martín asintió sin mucho interés, solo quería saber que su padre estaba bien, ni siquiera le interesaba si en ese momento salía de ahí, solo quería que su padre estuviera bien, sabía en su corazón que no soportaría otra perdida más.
—Creemos tener al responsable, así que en dos días lo traeremos ante la corte, tenemos que agarrarlo con las manos en la masa como se diría coloquialmente. —Agregó otro alcanzándole algunos papeles a Martín, pero volteó la cara cansado, su mente no estaba allí, se levantó y miró a uno de los guardias, este rápidamente entendió y lo llevó nuevamente a su celda donde sobre el concreto se abrazó a sus piernas, siquiera quería pensar en cómo estaría Manuel, se terminaría por volver loco.
...
—Gracias por cuidarlo. —Decía Manuel al teléfono, había dejado al pequeño Lucas con Francisco.
—¿Vas a estar bien, Manu? —Cuestionó preocupado el rubio de mechas turquesas.
—Necesito hacer esto, sino lo hago yo, lo va hacer Martín cuando salga. —Respondió bajando su mirada, y luego volvió alzarla viendo la casa de sus pesadillas.
Terminó la llamada tras un intercambió más de palabras, y guardó su celular, se acercó a las rejas de la mansión que tenía en frente y los guardias rápidamente lo reconocieron. Las puertas se abrieron y tras un largo suspiro cruzó aquella entrada a paso firme, varios empleados se lo quedaban mirando y otros no perdía tiempo para murmurar a sus espaldas, pero nada de eso le importaba, apretó los puños y se dio fuerzas para abrir una puerta más y decir por fin todo lo que debió decir hace años.
....
—¿Qué haci acá weón? —Su hermana fue la primera en recibirlo, y de un solo movimiento le propinó una cachetada en la mejilla derecha que la hizo caer al suelo, asustada y sorprendida Danitza se hizo a un lado.
Entró al comedor de su antigua casa y allí vio sentado muy tranquilamente a su supuesto padre, o más bien decir, aquel tipo que por veinte años se hizo llamar padre. Le agradecía enormemente a Marcos por haberle avisado de que aquel tipo ahora tenía prisión domiciliaria. Antes de que pudiera levantarse, sacó fuerzas que sabía que tenía y cerró su mano en un puño que quedó sobre la mejilla derecha del que alguna vez llamó padre.
—¡¿Por qué tenías que hacerle daño a Martín, hijo de puta?! —Gritó viéndole desde arriba, González había caído al piso agarrándose la quijada, su nariz sangraba en gran manera al igual que su boca. —¿No tenía suficiente con todo lo que me hiciste a mí? —Murmuró soltando algunas lágrimas que realmente no quería dejar salir, pero la situación lo estaba superando.
Se tapó la cara negando repetidas veces, y salió corriendo de allí, Martín se molestaría cuando supiera que hizo aquello, y dios, como lo esperaba, quería volver a tener a su marido entre sus brazos, que lo regañara por comer dulces, escuchar como sus dedos tecleaban en la computadora mientras él jugaba, tener nuevamente sus besos cortos sobre sus labios, sus grandes manos atrapando su cintura. Ya habían pasado casi una semana desde que lo llevaron incriminado injustamente.
No supo cuánto había corrido, pero un cuerpo grande lo detuvo, unos brazos lo rodearon y un aroma a manzanas impregno sus fosas nasales, miró hacia arriba y se encontró con Marcos, sus ojos se aguaron y volvió sollozar abrazándole con fuerza. El rubio acarició su espalda y dejó un beso sobre sus cabellos, luego de un rato lo ayudó a entrar en su auto, le puso el cinturón de seguridad y subió a su lugar de piloto. Arrancó el auto y buscó algún sitio calmado de aquella ciudad.
Manuel lloraba pausadamente en silencio mientras miraba por la ventanilla como el cielo se había vuelto gris, gris como gran parte de su vida ahora. Necesitaba a Martin de nuevo en su día a día, sentía que ya estaría muerto seguramente sino fuera por Lucas, al menos en él podía ver los mismos ojos del hombre que amaba a límites insospechados. Suspiró y se abrazó así mismo deseando volver a su casa con su pequeño ángel, ya había hecho lo que tenía que hacer.
—Necesito decirte algo, Manuel. —Dijo de pronto Marcos mirándole a los ojos, Manuel tembló por un momento, su mirada verde opaco era demasiado penetrante.
—¿Cómo sabías que estaba acá? —Cuestionó volteando su cabeza, no quería que esa mirada estuviera sobre él.
—Francisco me pidió que viniera, estaba preocupado por vos. —El castaño asintió entendiendo, y buscó salir del auto, pero Marcos les puso traba rápidamente, Manuel lo miró extrañado y un tanto asustado. —Quiero decírtelo para soltarte de verdad, siento que hasta ahora me he estado metiendo.
Manuel miró hacia el frente y nervioso jugaba con sus dedos, Marcos suspiro y apretó el volante, cada minuto que pasaban en aquel incomodo silencio ponía peor al chileno, quería salir de ese auto y correr hacia el aeropuerto para volver a su hogar. Pero entonces el rubio aclaró su voz, y sacó una foto de su saco, se la acerco y con cuidado la tomó para verla.
—Ese sos vos conmigo, ahí tenías nueve años, yo tenía dieciocho. —Dijo sin mirarlo mientras apretaba el volante. —Ese día me enamoré de vos... —Soltó tapando sus ojos debajo de las ondas de su flequillo, el chileno había quedado en shock, hasta la foto donde aparecía sosteniendo una pelota roja con Marco a su lado se cayó de sus manos.
—¿Qué chucha estai diciendo, Marcos? ¡Martín está preso y a ti se te ocurre venir a decirme esto! —Exclamó molesto, en su rostro se podía ver lo muy enojado que se encontraba.
—Perdón, también tengo mis problemas, quiero dedicarme a Daniel y vos cada tanto te me volves a meter en la cabeza, supuse que si te lo decía por fin podría soltarlo. Al menos me siento más tranquilo. —Destrabó las puertas y Manuel enseguida bajó del auto.
—Daniel es un buen chico, si le llegas hacer daño, juro que te saco la chucha, weón. —Le dijo antes de cerrar la puerta del auto con fuerza, tanto que Marcos susurró una pequeña puteada pensando en que su auto estuviera bien, lo había cambiado hace unas semanas nada más.
Manuel caminaba y pensaba en todo lo que había ocurrido, se sonrió de pensar que había tenido a otro rucio argentino enamorado de él, si otro más se le declara sentía que su ego estaría al nivel de su amigo Gastón. Aunque le había parecido inapropiada la confesión del primo de su marido, por un momento logró hacerlo olvidar todo lo que está ocurriendo, tenía ganas de contárselo a Martín, pero pensándolo bien, se arriesgaba a causar una pelea entre los primos.
.....
Dos semanas enteras habían pasado desde el arresto de Martín, el padre de éste había despertado a la semana de tener el infarto, milagrosamente se encontraba bien, pero debieron ponerle un marca paso. Manuel había estado cuidándolo toda la semana, se había estado quedando con Lucas en la casa de su suegro para vigilarlo de cerca que no comiera nada indebido, tenía el colesterol alto, había sido una de las causas del infarto.
Manuel había ido a ver a Martín con el pequeño un par de veces en la correccional a la que había sido trasladado, que les dolía a ambos, se quedan esa hora de visitas abrazados con fuerza los tres, esperando que los minutos no pasen para no separarse, y cuando debían hacerlo, a los tres se les volvía a romper el corazón. Aun así ninguno de ellos perdía la esperanza que pronto todo aquel infierno que vivían se acabaría. Y como si invocara ese fin, uno de los secretarios de Martín llegó a la mansión Hernández.
—¿Paso algo? —Cuestionó Manuel algo extrañado por la sonrisa del secretario.
—Algo muy bueno paso, tenemos al verdadero corrupto de la empresa. —Respondió con la notoria alegría en la voz de la que contagió todo el mundo, el chileno casi pegó un salto de felicidad, y Lucas empezó a correr gritando "papá va volver a casa".
—Muchas gracias por habernos avisado. ¿El juicio cuándo será? —Preguntó casi mordiéndose los labios de ansiedad.
—Será mañana en la tarde, hoy la policía estará investigando al nuevo detenido. —Respondió y rápidamente tomó su celular para atender una llamada de otro secretario, pidió disculpas y se retiró de la mansión.
—Papi, ¿vamos a volver a casa? —Le preguntó Lucas con ojos brillantes abrazándose a su pierna, con alegría pudo asentir en respuesta, lo alzó y lo abrazó con fuerza, pronto el infierno terminaría para dar paso a ese pequeño paraíso que tenían entre los tres.
...
Al día siguiente del juicio, el acusado, mano derecha del ex presidente de la compañía Hernández, uno de los gerentes más poderoso de la misma, fue visto culpable ante la corte y Martín fue absuelto de todos sus cargos. Todos los familiares y amigos de Martín festejaron a los gritos, incluso fueron regañados por el juez, aunque los únicos que no habían gritado, eran Manuel y Martín que estaban dándose un beso digno de una película romántica de Hollywood, pero fueron separados, Martín tenía que volver a la correccional por sus cosas y firmar su liberación.
Por la tarde Manuel tenía de la mano al pequeño Lucas y ambos esperaban por Martín a las afueras de la correccional, un auto con chofer los esperaba a los tres a unos metros, los primos los esperaban en su casa con una fiesta de bienvenida, al menos sería el momento de paz y felicidad que tendría antes de volver a la empresa y enfrentarse a los cientos de reporteros que lo esperarían en las puertas de su edificio.
Lucas apretó la mano del castaño al ver a su padre saliendo por las enormes puertas de metal blindado, abrieron las rejas de afuera, dieron un paso adelante y cuando por fin Martín cruzó la última puerta, llevando puesto el traje con el que fue arrestado, saltaron encima de él llorando de alegría, igualmente él lloraba con ellos abrazándolos con fuerza, ahora podían quedarse así el tiempo que quisieran, ya nadie iba a separarlos. Y tal vez no fue mucho tiempo en aquel agujero de humanidad, pero fue el suficiente para darse cuenta de cuanto amaba a su familia y cuanto la necesitaba.
—Manuel... quiero pedirte algo. —Le dijo Martín separándolo de él, secó sus mejillas empapadas y dejó un corto beso sobre sus labios. —Pensé mucho en esto mientras estaba ahí adentro, realmente quiero hacerlo.
—¿Hacer qué? —Cuestionó el chileno confundido por lo que decía su marido.
Martín alejó un poco a su hijo, dio un paso hacia atrás y arrodillo dejando que solo unas de sus rodillas tocara el piso, tomó la mano izquierda de Manuel, poso suavemente sus labios en el dorso de esta y tras aclararse la voz, finalmente preguntó:
—¿Te queres casar conmigo? Pero de verdad, no por conveniencia, cásate conmigo porque queres, que no haya otra razón.
Manuel ahora lloraba el doble que antes, se había dado cuenta que últimamente era el peor de los llorones, antes no lloraba porque sentía que eso no valía la pena, pero ahora no podía evitarlo, simplemente lágrimas salían sin su permiso, así como su sonrisa se formaba en sus labios de forma inconsciente. Y tras calmarse al menos un poco, respondió:
—Si, si, dios, si... y... chucha... si es conveniencia, porque tu eri conveniente para mi vida, no hay un hombre más conveniente para casarte conmigo, que tu Martín.
El rubio rio por la respuesta de su ya y futuro esposo, se paró y abrazó si cintura para inclinarse y tomar un beso profundo y salado de sus cerezos, pero fue detenido a mitad de camino por su castaño, le recordó que su hijo estaba ahí mirándolos, se avergonzó un poco, pero también bufeo molesto necesitando de intimidad con su chileno, pero pronto el berrinche se le desapareció cuando Manuel se acercó a su oído y le susurró:
—Esta noche te cumplo tus fantasías, mi rucio qliao rico.
Martín llegó sonriendo de oreja a oreja como si nada de todo el infierno que vivió hubiera pasado, como si todo lo que sufrió a los diecisiete años no existiera, como si nunca hubiera enterrado a su madre. Simplemente el dolor había dejado de existir, ahora solo podía preocuparse en agradecerle al cielo por su hermosa familia y sus grandes amigos.
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Nota: penúltimo capítulo! Falta uno más y está historia habrá terminado. Les agradezco un montón por seguir esto hasta acá, y espero el final sea tal y como lo imaginaban. Muchas gracias por todo ❤
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