11. ¿Me elegirías?
Los rayos de sol que se colaban entre las cortinas del balcón terminaron por despertarlo, deseaba dormir un poco más, se dio la vuelta y se tapó hasta la cabeza buscando aquel fin, pero una vez despierto no había modo de que se volviera a quedar dormido, costumbre por el trabajo, a las seis de la mañana siempre tenía sueño, pero aun así sabía que debía estar presente en la empresa de su padre.
Se levantó con pereza, se asustó cuando miro hacia atrás y encontró a otra persona en su cama, por un momento había olvidado que le pidió al castaño que durmiera con él, ni siquiera lo había molestado en toda la noche. El menor dormía profundamente, así que con cuidado salió del cuarto, lo dejaría dormir cuanto quisiera, se lo merecía, seguramente no había dormido nada los últimos cuatro días que lo cuido en el hospital.
Ya en el pasillo se desperezó estirando sus brazos hacia arriba soltando un gran bostezo, talló sus ojos con sus puños y finalmente cuando estuvo más despierto se apoyó contra una pared pensando en que haría el resto del día, tenía carpeta medica así que por los próximos tres días no necesitaría ir a la oficina, la verdad hacia mucho que no se tomaba unos días libres, ya ni recuerda que se hace cuando no se labura.
Observó la puerta del cuarto de Manuel, frunció ligeramente sus labios, tenía un impulso de entrar allí, pero sabía que eso no estaba bien, era la privacidad del menor, pero aun así no podía sacarse el deseo de la cabeza, ya iba a ser seis meses que vivían juntos y nunca había entrado allí. "Es mi casa che", se dijo así mismo como para aminorar la culpa cuando ya se encontraba abriendo la puerta del cuarto ajeno.
El lugar estaba muy ordenado, se lo imaginaba con ropas tiradas y libros esparcidos por todos lados, el menor era muy aplicado para sus diecinueve años, él era un desastre cuando era adolescente, y bueno, no se podía mentir a sí mismo, lo seguía siendo, sino fuera por todos los secretarios que tenía en su oficina, la misma sería un desastre hecho y derecho.
La computadora llamó su atención, estaba junto a unas cámaras, el menor nunca le mostraba lo que grababa. Se sentó en la silla y la encendió, busco los archivos, y encontró carpetas con diferentes fechas, algunas muy recientes y otras de meses pasados. Entró en la que tenía la fecha de hace un mes y medio atrás, y reprodujo el primer video dentro de la carpeta, en total eran cuatro.
— ¿Me tenés qué grabar? —Cuestionó un rubio de ojos verdes oscuros, su primo Marcos. Al parecer estaban almorzando en un restaurante de ambientación tanguera, al menos eso creía al ver bandoneones de decoración en el video.
— Ya mira, teni que verte como si estuvieras pensativo, no mirí la cámara, eri mi actor ahora, así que me tení que hacer caso. —Le decía el que estaba sosteniendo la cámara, obviamente era Manuel.
El rubio rio ligeramente y luego hizo lo que le ordeno el menor, comenzó a mirar hacia la ventana como si pensara en algo, tomaba pequeños bocados de su comida y continuaba con esa mirada perdida en las personas que pasaban por las afueras del local, podría decirse que ni siquiera parecía estar actuando, realmente sentía que pensaba en algo.
— Tení talento weón, me gusta cómo te sale. —Dijo el castaño aún sin mostrarse en el video. —Corte. —Anunció y por fin giro la cámara para capturar su imagen, saludó con una brillante sonrisa y luego se grabó junto a su primo mayor, por alguna razón sintió una desagradable molestia que le hizo cerrar el video.
Revisó rápidamente varias carpetas, en varias de ella podía ver en la miniatura a su primo, al parecer pasaban bastante tiempo juntos, ese sentimiento desagradable en su pecho cada vez era más molesto. Respiró hondo, era tiempo de apagar la máquina, Manuel podría despertar en cualquier momento, pero cuando estaba a punto de hacerlo se percató de una carpeta con la fecha de hace solo dos días.
— ¿No estaba en el hospital? —Se cuestionó a si mismo arrugando el entrecejo, llevado por la curiosidad decidió abrir la carpeta, solo había un video en ella.
Click derecho y reproducir.
El hospital, al menos eso reconocía por los pasillos blancos azulejados, una puerta a la izquierda, en ella el número de la habitación donde estuvo internado, una mano –la de Manuel –la abrió. Se vio a sí mismo inconsciente en la camilla, abultó ligeramente sus labios viendo aquello, pero su expresión cambió cuando la cámara fue girada de pronto mostrando al menor de ojos hinchados.
— Sabes Rucio, siento que te odio en este momento. —Fue lo primero que murmuró soltando algunas lágrimas, Martín apretó su remera poniendo el video en pantalla completa. — Vo eri muy especial para mí, jamás sonreí cuando vivía en la casa de mí viejo, pero ahora que estoy viviendo contigo sonrío casi siempre, y eso es gracias a ti, siempre te encargas de hasta el más minino detalle para que nada me ponga triste... Aun así... Después de todo eso... Trataste de desaparecer y dejarme solo ... ¿Por qué?... Sé que extrañas a tu hijo, pero weón...—El castaño dejó la cámara sobre una mesa donde continuaba enfocándolo, no habló por un rato, se tapó la cara seguramente para no grabar sus sollozos.
— Rucio, yo también te necesito caleta... Y pucha, no tengo ni una idea de que hacer solo. Como que la libertad se vuelve demasiado fría y solitaria sin ti. Sé que toda esta cosa fue por conveniencia, pero si me dieran la oportunidad de volver a elegir, te elegiría a ti sin pensarlo dos veces. —El corazón de Martín de pronto pareció caer en sus propias manos, sus ojos esmeraldas se habían cristalizado, pero aun así no paro el video.
— Por favor, vuelve y no te vuelvas a ir... por favor, nunca más. Sé que no tengo nada para ofrecerte que te interese más que las acciones que un anónimo compró a mi nombre, pero... puta, no sé qué decir... solo déjame estar contigo la mayor cantidad de tiempo posible, ni siquiera tení que hablarme, yo soy feliz con jugar con el compu mientras te escucho renegar con tus papeles, así no estoy solo... Qué dices Rucio, si tendrías la oportunidad de elegirme... ¿me elegirías? —Manuel volvió a tapar su rostro, por como temblaba su cuerpo estaba llorando nuevamente, Martín estaba de igual manera, quería poder entrar en aquellas imágenes y abrazar aquel delgado cuerpo del chileno.
Cerró todo, trato de no dejar ningún rastro de que él estuvo ahí, bajó a la cocina y trato de servirse un vaso de agua, pero un montón de lágrimas que corrían por sus mejillas le dificultaban la tarea, estaba temblando, temblando porque su pecho estaba descontrolado, estaba viviendo un montón de emociones juntas, se sentía la peor porquería del mundo, solo había pensado en él en el momento que vacío aquel frasco, jamás pensó en que otra persona sufriría por su acción.
"Qué dices Rucio, si tendrías la oportunidad de elegirme... ¿me elegirías?"
Se repetía aquello una y otra vez en su mente, la respuesta era confusa como algo muy fácil de decir. Lentamente fue cayendo el suelo de la cocina y se abrazó a sus piernas para esconder su rostro entre sus rodillas. Se quedó largo rato allí liberando el nuevo peso en su corazón a través de sus lágrimas, se levantó cuando oyó a alguien caminar cerca de la cocina.
— Rucio... ¿Estai bien? —Preguntó Manuel entrando al lugar, notaba al rubio algo nervioso. —Tengo hambre, ¿te hago el desayuno? —Ofreció con una ligera sonrisa buscando la mirada ajena, ya que el mayor le estaba dando la espalda.
— No... no es necesario, ya viene Rosa y lo hace. —Trató de responder Martín buscando que su voz no temblara en lo más posible.
— ¡No! Lo quiero hacer yo, déjame hacer algo weón. —Ya decía el castaño algo berrinchudo, le molestaba que no aceptara su oferta y que tampoco lo estuviera mirando. —Córrete, haré un desayuno súper rico. —Empujó al rubio lejos de la mesada de la cocina, y allí por fin pudo verlo a la cara, sus ojos estaban demasiado hinchados, quería preguntar, pero sentía que podía incomodar al mayor si lo hacía.
No hablaron más, Manuel se puso hacer café con leche para ambos, tostó algo de pan, preparó en un platito manteca, una pequeña compotera con dulce de leche y otra con mermelada de durazno. Dejó todo poco a poco en la mesa, y finalmente puso el jugo de naranja exprimido entre ambos.
— ¿Quién hace mejores desayunos? Elige po... —Casi le ordenó el menor arrugando su nariz, por alguna razón incomprendida para Martín su corazón latió con fuerza al ver aquel tierno gesto.
— ¿Eh? Dejame de hacerme elegir todo. —Respondió el rubio desconcertando al contrario, se golpeó mentalmente de lo pelotudo que era, aclaró su garganta antes de intentar corregir su error. —Digo, es de mal educación, Rosa es mi empleada de hace mucho, tu desayuno está bien y el de ella también, no puedo elegir.
— Por hoy te la dejo pasar aweonao. —Decía divertido afilando su mirada, se sonrió y sin más comenzó a desayunar, esa mañana estaba especialmente animado, había dormido junto al rubio y sin que este supiera paso horas admirando cada detalle de su rostro, hasta llego a tocarlo, aún habría algo de drogas en su cuerpo, porque ni siquiera se había inmutado el mayor a sus toques.
La mañana por otro lado no estaba siendo de las mejores, un rubio de cabellos ondulados se encontraba con su cabeza tirada sobre sus brazos cruzados sobre su escritorio, el olor a jugo de manzana natural lo hizo elevar su cabeza, Daniel estaba en frente de él, le dedicó una cansada sonrisa y bebió un poco del jugo. Si pudiera desear algo en ese momento, sería que el jugo borrara aquel doloroso recuerdo de hace tan solo unos días.
Casi corría por aquellos pasillos blancos, realmente no le interesaba el estado de su primo, era normal que intentara aquello y siempre fallara, y sin un día no fallaba, bueno, eso estaba en su primo, no le importaba; pero... esta vez sabía que había alguien que si vería afectado por la pelotudez del rubio de ojos esmeraldas.
— Manuel, ¿estás bien? —Preguntó agitado llegando al lado del castaño que se encontraba sentado junto a la camilla donde se encontraba Martín.
— Obvio que no... no preguntí estupideces weón. —Le respondió de mala manera bajando su mirada, se notaba que contenía unas cuentas lágrimas dentro suyo.
— ¿Necesitas algo? ¿Puedo quedarme por vos? —Ofreció sinceramente de corazón poniéndose de cuclillas para encontrar sus preciosos ojos miel.
— ¿Me queri ayudar? Ándate, que todos desparezcan, es mi esposo, yo lo voy cuidar. ¡Afuera! —Exclamó parándose, no solo se lo decía al rubio rionegrino, sino también al cordobés que justo entraba a la habitación con el abogado.
— Eh, chabón calmate, es nuestro primo. Además, vos sos por mera...
— ¡Ándate conchedetumare!
Jeremías se quedó callado, entendió que luego de lo que había contado estaría alterado, tomó al rubio, que se había quedado en shock, del hombro y ambos se retiraron del lugar para no volver pisar allí, ambos pensaban en que realmente el chileno necesitaba estar solo.
— Patroncito, hoy tiene una reunión después del mediodía. —Le informó Daniel viendo en su Tablet la agenda de su jefe.
— ¿Puedo cancelarla? —Preguntó tomando su cabeza con ambas manos, de pronto le había empezado a doler en gran manera.
— Si, pero a cambio tiene que salir conmigo. Quiero ir a ver una película y no quiero ir solo, yo invito. ¿Acepta patroncito? —Dudo por un momento, ya que estar a solas en un lugar oscuro con el chico que lo tenía un poco confundido no era buena idea, pero tampoco quería asistir a la reunión, así que finalmente asintió antes de volver a tirarse en su escritorio.
Martín se encontraba revisando en su computador unas cuantas cosas del trabajo en el living, Manuel sentado en frente de él lo miraba molesto de brazos cruzados, el medico había ordenado al rubio nada de trabajo por los tres días que estarían en su casa, pero este siendo testarudo no quería hacer caso a la recomendación y peleo con el castaño para poder llegar a su portátil.
— ¡La puta madre! ¡No puedo laburar así! —Exclamó cerrando el computador, lo dejó sobre la mesa de café en frente de él y también se cruzó de brazos como el contrario. — ¡Deja de mirarme así! ¿Por qué no vas por el tincho? Saquémoslo a pasear. —El castaño sonrió en gran manera y asintió repetidas veces, el enojo se le iba demasiado rápido cuando conseguía lo que quería.
Ambos en una hora estuvieron cambiados para salir, de ropa casual, Manuel tuvo que luchar para que sus mejillas rosadas no se notaron cuando vio a Martín vestido de ropas comunes de cualquier joven a la moda de veinte tres años. Se veía demasiado atractivo con su cabello desordenado, un jean ajustado negro con bolseros de igual color y un saco abrigado de hilo bastante elegante de botones grandes color azul petróleo.
— Te ves bien weón, es raro no andí con un traje o ropa formal. —Comentó el castaño apretando el cachorro entre sus brazos.
— Pero si de traje me veo bien che. —Dijo un tanto ofendido el rubio colocándose un pequeño árate de piedra topacio en su oreja derecha, lo había comprado hace mucho, pero jamás lo uso ya que su padre le dijo que se vería mal en el trabajo.
— Como digai rucio... —Rodó sus ojos y salió de la casa, él llevaba puesto un jean blanco, unas zapatillas urbanas y una campera estilo universitaria roja y negra por encima de otras prendas, afuera estaba haciendo demasiado frío, ya era pleno invierno.
Se subieron al auto, Martín conduciría como siempre, tal vez irían a un parque para que Tincho corriera un rato y capaz hacer nuevos amigos, pero termino llevándolo a un lugar turístico de Buenos Aires en pleno Palermo, "Jardín Japonés" se llamaba el lugar porque era exactamente eso, un jardín asiático en medio de aquel urbanizado territorio.
— Toma... graba algo bueno. —Le dijo el rubio apenas estaciono, tenía entre sus manos una de sus cámaras, una canon, bajó al cachorro que tenía correa y tomó la cámara, asintió y se lo agradeció con una nueva sonrisa.
Martín suspiró una vez el menor se bajó corriendo hacia la entrada del parque, se agarró el pecho, sentía que su corazón iba a salirse, Manuel era demasiado hermoso cuando sonreía y se veía especialmente tierno cuando traía su cachorro entre los brazos.
"¿Qué cosas estás pensando? Es un pibe."
Se dijo mentalmente mientras bajaba del auto, le colocó la alarma y llegó al lado del menor, pagó por la entrada de ambos y un precio extra –por no decir soborno –para que el cachorro también entrará al lugar, aunque debían tener cuidado.
Manuel comenzó a capturar diferentes zonas de aquel jardín con su cámara, grababa también al pequeño can corriendo entre la vegetación y rio al verlo tener problemas para subirse a las piedras del Jardín zen, y sin notarlo también grabo a un distraído vicepresidente Hernández mirando algunas de las flores de allí, se veía sumamente concentrado en aquello, su rostro se veía especial sexy cuando estaba serio, tanto que el castaño mordía su labio inferior por reflejo.
"¡Por la cresta, deja de ser tan fleto Manuel González de Hernández!"
Se gritó mentalmente mientras desviaba su mirada y la cámara a otro lado, el rubio solo se percató de la presencia del otro cuando ya grababa otro lado, se encogió de hombros, habría jurado que alguien no dejaba de mirarlo.
Caminaron juntos por un largo rato más, hablaron nuevamente de cosas triviales y al salir fueron a tomar un submarino, Manuel estaba muy feliz, hacía mucho que no tomaba algo dulce, encima Martín pidió un pastel de chocolate para ambos, era demasiado, hasta el castaño pensaba que el rubio quería volver a suicidarse y que se estaba despidiendo de él, tuvo que negar varias veces para que descartara aquella idea, aunque luego rieron por aquello.
Después pasaron más de dos horas dentro de un centro comercial, Manuel se probaba varios conjuntos, quería pagar él lo que elegía, pero el rubio insistía en pagarlo, se sentía como una chica saliendo con su novio, y mala idea pensar en eso mientras se cambiaba, se había puesto más colorado que un tomate, tanto que hasta la joven vendedora se alarmó un poco al verlo.
Por la tarde casi noche volvieron a la casa, el pequeño dormía en brazos del castaño, lo dejó sobre el sillón y se fue con el rubio a la cocina a comer algunas cosas que habían comprado, había pasado un día excelente junto a él, y aún tenía dos más, en su cabeza ya comenzaba a idear diferentes lugares para visitar con el rubio, y Martín no tendría problemas en llevarlo al fin del mundo si así se lo pidiese.
"Qué dices Rucio, si tendrías la oportunidad de elegirme... ¿me elegirías?"
Si...
Nota: Quiero un premio!!! Actualice súper rápido!!! Amarme por favor!!! (????)
¿Y qué onda? ¿Le gusto o no les gusto? <3
El siguiente cap quieran o no, tiene que ser del Marcos, se lo merece che!!! ;;
Y en anuncio especiales (?) se viene un nuevo personaje, y cuando aparezcas les cuento que planes tengo con ese personaje. Chauuuuu!!! <3
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