Preludio.
Los nervios estaban a flor de piel, sin embargo, ya no sabía ni cuál era la razón. Si la mera culpa de ocultar la verdad por un juramento, o bien, por decepcionar a quienes confiaron en él. No podía modificar el futuro, pero de haberlo hecho las cosas habrían acabado positivamente para los dos, aunque en el futuro y los demás que existan ya no tendrían conexión alguna; tan básico como eso, tanto que ahora estaba metido en un lío al que lo tomaban del culpable.
Y no sólo la ley mundana.
Su índice dejó de rasguñar el borde de la mesa ante la mirada que el oficial frente suyo le otorgaba, una que exigía silencio y una calma que obviamente él no podía ofrecer.
Inhaló profundamente antes de quedarse quieto.
—Será mejor que comiences a hablar, muchacho —exigió con voz demandante el oficial—. Podrías decirme, ¿de dónde conoces a Park Jimin?
El muchacho miró al oficial, con intensiones de mostrar que se encontraba asustado. Más que aterrado en realidad, siempre cayendo ante sentimientos mundanos. Las manos las tenía inquietas, los pulsos de su corazón eran tan notorios que tenía miedo de que en algún momento saliese de su cuerpo, y sobre todo trataba de controlar los impulsos de hacer olvidar a todos, de iniciar desde el pasado y modificar el rumbo a pesar de separar a... los chicos. Pero, aunque tuviese ese poder y lo controlase mejor que otros, sabía que había hecho que el camino que tomaron sea ese, uno en donde a pesar de que sufrirían estarían juntos.
Inhaló profundamente de nuevo, para luego comenzar a relatar.
—Lo conozco desde que éramos pequeños —contó bajando la mirada—, él y yo crecimos juntos prácticamente. Nuestro primer encuentro fue en el jardín de niños. Claro, hasta que nos distanciamos.
Antes de volver a subir la mirada, recordó el rostro de su... mejor amigo; cuando apenas era un pequeño indefenso del mundo, con sus mejillas rellenitas, un brillo peculiar en su mirar y sus balbuceos cuando trataba de comunicarse con sus familiares.
Ohhh, y como recordaba cuando apenas se habían enterado de su existencia.
El oficial decidió creerle, ya estaba lo bastante cansado del mismo caso que atenderlo diariamente ya le hartaba. Tecleó en la computadora todo lo que el muchacho le otorgaba de información, más que nada organizando la misma.
—Bien. —sentenció.
Taehyung volvió a levantar la mirada. No le creía, se había obligado a creerle.
—Ahora, ¿de dónde conociste a Min Yoongi? —cuestionó nuevamente el oficial.
La mirada de Taehyung se volvió oscura. El que mencionaran ese nombre debía admitir que le traía cierto rencor. Su plan nunca fue el lograr que las cosas terminasen así, con su mejor amigo en coma y el otro aislándose de las consecuencias y de su realidad.
—A él lo conocí por su fama, me atrajo desde ese momento. No pude guardarme la necesidad de contarle sobre su existencia a Jimin, más cuando me enteré que estudiaría en nuestra escuela. —relató con un agrio sabor en la boca.
Y bien sabía que sería así. Sabía sus intenciones desde un inicio y de todas formas no hizo nada. Sabía que Yoongi no se acercaba a Jimin por simple capricho. Ese era el punto, de alguna forma u otra acabarían juntos, ya sea en buenas o malas, estén en las condiciones que estén, o con quien estén, estarían el uno para el otro. Era la ley de los juramentos, no se rompían aunque pasaran los años, aunque en su siguiente vida estén al otro lado del mundo, en algún momento toparían por más mínimo que sea el contacto.
Volvió a la realidad cuando escuchó las teclas de la computadora frente suyo ser apretadas rápidamente por el oficial, quien escribía sus respuestas a modo de testificar su versión de la historia.
—¿Cómo es que sabes sobre su historia?
Nuevamente bajó la mirada. La culpabilidad y la necesidad de perdurar el juramento le tenían atado a cuidar sus palabras, a ocultarlo.
—En realidad, no los conocí mucho. Fue después que me enteré de que mi mejor amigo estaba en un hospital y que el otro medio desaparecido. —admitió.
El oficial le miró levantando una ceja.
—¿Está seguro, Kim Taehyung? —preguntó amenazadoramente el oficial.
Finalmente el nombrado, levantó la mirada, un brillo en sus propios ojos no pasó desapercibido para el oficial quien ahora frunció el ceño. El muchacho, en cambio, habló.
—Como usted de su existencia.
De repente, el oficial relajó su ceño, y actuando cual robot, anotó unas cuantas cosas en la computadora antes de levantarse y guiar al joven hasta la puerta, quien salió de manera apresurada.
En cuanto estuvo afuera de la comisaría, tuvo la libertad de liberar el aire retenido en sus pulmones. Se recargó en la pared detrás suyo, cubrió con sus manos su rostro en modo de analizar todo lo que había hecho, desde un inicio. Siempre llegando a la conclusión de que fue un completo idiota, y justo ahora debía pagar las consecuencias de sus propias decisiones.
Con paso decidido, salió por la puerta de la comisaría en la que había sido citado para una entrevista por ser un sospechoso con respecto al caso que envolvía a Min Yoongi y Park Jimin; estando cada vez más seguro de lo que haría conforme más se alejaba hasta antes de que una luz casi cegadora lo envolvió, una que bien le nubló la conciencia durante segundos, aunque como esperaba no duró mucho tiempo, pues en cuanto, después de aquel momento de dolor corporal casi infernal pero común para él, recuperó el control de su propio cuerpo, conciencia y acciones, yacía frente a cierto chico de cabello semi morado quien dormitaba pacíficamente en su habitación personal, aunque no duraría mucho puesto que no tenía visitantes recurrentes a él y mucho menos daba indicios de despertar o luchar para ello. Se odió internamente por lo que haría de ahí en adelante, una decisión que repercutiría en el futuro de ambos muchachos envueltos en un escándalo casi que nacional.
Sin querer recordó a su madre, aquel rostro tan angelical a pesar de lo que era en realidad, una voz profunda pero tan pacifica como relajante que solía cantarle cuando no conciliaba el sueño y sobre todo un aura tan maternal como demoniaca que siempre le envolvió durante su estancia en la tierra. Su corazón dio un latido doloroso siguiéndole otros en consecuencia de recordar aquel pasado, uno que a pesar de los años seguiría junto a él y su padre. Lo único que hizo fue hacer una mueca antes de mirar sin expresión al exterior, justo antes de que la duda comenzara a carcomerlo tocó la frente del mismo.
—Lo siento madre, sé que esto no está bien, sin embargo es por su bien, son mi familia —explicó en voz baja mirando a las afueras de la ventana, justo al cielo estrellado de aquella noche; posteriormente miró al muchacho—. Y a ti, por traerte a este destino y no poder evitarlo sin traer consecuencias a los otros. Eres mi familia, Jimin, igual que Yoongi; pero abstente de tu realidad.
Y aquello fue lo último que deseó recordar de aquella despejada noche, donde sin querer varias estrellas e incluso la luna llena formaron parte de los cómplices que presenciaron su decisión.
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