━ CAPÍTULO ONCE

༻ book one, present:
a history of venus argent

chapter eleven

❛  EMILY Y JARED 

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Después de haberse transformado en lobo, no habían muchas cosas que sorprendieran a Venus, ni siquiera el hecho de la existencia de los vampiros habitando en su mismo pueblo, pero hubo algo que no esperaba ese día cuando Sam la llamó.

El muy desvergonzado vagabundo estaba bastante contento cuando le habló por teléfono y eso tuvo que haber sido el primer indicio de desconfianza en Venus, el segundo fue haberlo visto con camisa. ¡Camisa! ¡Sam Joshua Uley usando una camisa! Eso hasta había sorprendido a Jared, que no pudo evitar preguntar por tal novedad.

Resultaba que su muy infiel alfa quería presentarles a Emily. ¡A Emily, la chica que le había quitado todo el amor de Sam!

Era bastante obvio decir que Venus se negó rotundamente a conocer a la causa de que Sam no fuese su esposo, pero después de tantas insistencias de su alfa, de burlas por parte de Jared y la promesa de que iban a invitarle todo lo que quisiera comer por todo un día, no pudo decir que no.

Así que ahí estaba ahora, caminando con Jared a través del bosque en su forma humana rumbo a la nueva casa de Emily Young en Forks, porque su relación con Sam había avanzado bastante. Lo que significaba que ella iba a mudarse por completo al pueblo e iniciar una relación con el amor de su vida… Sí, no podía estar del todo contenta.

—Quita esa cara, va a pensar que te cae mal.

—¿Cómo debería caerme la mujer que está quitándome a mi novio? —bufó.

Jared detuvo sus pasos, la cogió de las manos y la miró directamente.

—Juno, debes superar el hecho de que Sam y tú terminaron hace tiempo —le dijo, tan seriamente que Venus supo que estaba burlándose de ella. Se soltó de él y lo golpeó—. Vamos, ten la mente abierta. Si le gusta a Sam debe ser una buena chica.

—Yo soy una buena chica.

—Bueno —Jared movió la cabeza, Venus volvió a golpearlo—. No veo que te acuerdes mucho de Sam cuando estás con Paul.

—Eso no es cierto.

Su amigo alzó una ceja, a Venus solo le gustaba quejarse y discutir, porque sabía que Jared tenía la razón. Ya no tenía ningún sentimiento romántico por Sam, como en el pasado, y todo su mundo gravitaba alrededor de Paul, él era lo único que quería en su vida.

—Da igual, ya hablaremos de esto después —musitó—. Hoy es tu cumpleaños, Jar, estas cada día más viejo.

Venus se acercó para abrazar a Jared desde atrás, a modo de poder poner la barbilla en el hombro de su amigo y brindarle una sonrisa.

—Eres mayor que yo por meses, ¿quién es la verdadera vieja?

—Sigues siendo tú, lobito.

Venus esquivó el golpe que Jared lanzó en su dirección y soltó una risa, echando a correr por lo que quedaba de camino. Su amigo seguía siendo mucho más rápido que ella y la alcanzó a tan solo unos metros, le había hecho una tacleada y ambos cayeron al suelo, revolcándose en la tierra.

—No es la primera impresión que pensé que darían, pero basta para que sepas como son.

—Son chicos, Sam.

Terminó por darle un zape a Jared para quitárselo de encima, quedó tendida boca arriba en el suelo y vio a quien pertenecían ambas voces. Sam estaba parado frente a ella junto a una chica que tenía la impresión de haberla visto antes.

Bufó, levantándose del suelo y limpiándose los pantalones lo más que podía, no funcionó porque toda su ropa estaba llena de tierra. Jared también se incorporó, sonriendo y estrechando con emoción la mano de la chica.

«Traidor», pensó Venus, cruzándose de brazos. Esa chica era Emily Young, la prima de Leah y Seth, la persona que le había robado cualquier tipo de oportunidad que pudo haber tenido con Sam. Sí, no estaba feliz de conocerla.

—Saluda —bramó Jared entre dientes, pegándole un golpe disimulado y haciendo que volteara hacia Emily.

Para su mala suerte, la chica no era fea y no se veía mala persona, todo lo contrario. Era joven, de piel cobriza y lustrosa, largo y brillante cabello negro casi azabache, se veía más o menos de la edad de Sam y Venus se mordió el labio, su lobo no veía ninguna razón para odiarla.

—Venus Argent —murmuró, en voz tan baja que pensó que no la habían escuchado. Estiró su mano de mala gana, esperando que la chica la aceptara.

No lo hizo. En realidad, pasó de su mano y con una brillante sonrisa en su hermoso rostro se acercó lo suficiente para envolverla en un abrazo. No sabía que hacer o donde poner las manos, desde mucho antes de que dejara de hablar con Jules, nadie la había abrazado de esa manera, tan suave y cariñosa.

—¡Sé quien eres! —musitó Emily, feliz, aún estrechándola en el abrazo—. Sam me ha hablado mucho de ti, en serio, no sabes las ganas que tenía de conocerte en persona.

Hizo caso omiso a las sonrisas burlonas de Jared y Sam por detrás de Emily, y les sacó el dedo corazón a ambos. Ellos sabían que no podía odiar a esa chica, no con ese carácter tan dulce y la amabilidad que poseía. Los odiaba.

—¿Y no te ha hablado de mi? —preguntó Jared, fingiendo estar ofendido—. Que mal amigo eres, eh.

Emily por fin se separó, le dio otra sonrisa antes de volverse hacia Jared, al cual también le dio un abrazo. Venus se colocó al lado de Sam, quien le guiñó un ojo. «Idiota», pensó.

Pronto, Emily los invitó a entrar a su nueva casa, al parecer ya se había mudado por completo a Forks. Fue en ese momento que Venus se fijó por completo en la casa que estaba detrás de ellos, a su parecer era bastante bonita, las ventanas que estaban posicionadas alrededor tenían debajo de ellas unas jardineras llenas de caléndulas amarillas y naranjas, dándole un aspecto alegre y familiar.

La casa era mucho más acogedora por dentro y fue el lugar definitivo donde Emily se ganó por completo su afecto dándole de comer.

—Pueden comer todo lo que quieran —ofreció Emily, colocando una bandeja de panecillos frente a ellos y brindándoles otra de sus lindas sonrisas—. Me encanta cocinar y que más personas prueben mis comidas.

Sam soltó una baja risa.

—Cariño, tienes que tener cuidado con tus palabras —le dijo.

—Cariño —repitió Venus, haciendo una mueca y sacándole una risa a Jared, sentado a su lado—. Lo tomaré, solo porque tengo hambre.

—No te lo tomes personal —añadió Sam—. Venus sólo está celosa porque ya no puede casarse conmigo.

—Antes tampoco podía —se burló Jared, metiéndole un mordisco a su panecillo. Venus le dio un zape—. Pégame todo lo que quieras, sabes que es la verdad.

Emily rió, empujando en su dirección la bandeja de panecillos. Venus, de mala gana, tomó uno, sabía que estaba actuando de manera infantil, pero hasta saber si la chica era de fiar no iba a darle el visto bueno.

—Lamento haber arruinado tus planes de boda, Venus —sonrió Emily—; pero hasta donde sé aún puedes cumplirlos con tu impronta, ¿cómo se llama?

—Paul.

Omitió las sonrisas burlonas de Sam y Jared.

—Y la tuya se llama Kim, ¿verdad? —se dirigió a Jared, quien se sonrojó—. No les mentí cuando les dije que Sam me habló mucho de ustedes y hasta donde sé, falta poco para que yo también los conozca.

—Jared tiene una cita hoy —acusó Venus, con una sonrisa burlona—. Planea besarla o, bueno, yo planeo que él lo haga porque es muy lento para hacerlo por si mismo.

—Y yo planeo que tú y Paul se besen —bufó Jared—. Para que así terminen con la tensión sexual que me está enloqueciendo.

—Es bueno saber que se están ayudando mutuamente —sonrió Emily—. Al menos espero que sean mejores coqueteando de lo que llegó a ser Sam.

Eso le sacó una sonrisa.

—Oh, él es horrible en eso —apoyó—. Tuvo avances contigo porque yo le di consejos.

—Vaya, entonces es a ti a quien le debo agradecer las flores —rió Emily—. Cuando llegó con ellas fue el único día en que no le cerré la puerta en las narices.

Y, para mala suerte de Sam, ese fue sólo el inicio de una larga charla acerca de sus cualidades para coquetear y muchas bromas acerca de él, a las cuales Venus y Jared fueron los principales aportadores de burlas a modo de ganarse risas de Emily.

En un momento se empezó a sentir traicionada por ella misma cuando se descubrió pensando en Emily como una hermana mayor, una que siempre quiso, por lo cariñosa y amable que era, pero no podía culparse por ello. La chica solo le había brindado sonrisas, gestos cariñosos, mucha comida y palabras de aliento que, comparado con su dramática vida familiar, era un absoluto sueño.

Como Emily ya sabía del secreto fue mucho más fácil para ellos sentirse a gusto con ella, sin tener que guardar las apariencias o esconder quienes verdaderamente eran. La chica hasta les había ofrecido su casa para cualquier cosa que necesitaran, les había dicho que fueran ahí cuando no se sintieran seguros en las suyas o si querían un momento en paz. Cuando sus ojos se fijaron en ella, Venus tenia la leve sospecha de que lo decía sobretodo por su persona.

Al final de la visita, Venus ya ni siquiera hacía el intento de fingir que Emily le caía mal. En realidad, hasta podía llegar a decir que le agradaba mucho más que Sam, y era algo divertido de ver como su alfa se doblegada y acataba órdenes de la chica.

—Tengo que admitir que me resultó raro al principio —escuchó como Emily le decía—, todo eso de los lobos y las leyendas, parecía ser solo un cuento de fantasía.

—Yo creía lo mismo hasta que me transformé.

Emily le dirigió una mirada extraña, casi de preocupación.

—Sam me ha contado que para ti ha sido más difícil que para los demás, ¿cómo te sientes con todo?

Venus apretó los labios y miró a Emily, estaban a unos cuantos metros de la casa y era muy probable que Sam y Jared estuvieran escuchando, aún cuando se quedaron lavando los trastes sucios en la cocina, aunque sabía que no había nada que pudiera decir que ellos no supieran. Sin embargo, no se sentía completamente segura de decirlo en voz alta, sería como confesarlo y hacerlo realidad.

—Si no quieres contarme, está bien, solo quiero que sepas que tendrás una amiga y confidente en mi siempre que quieras o lo necesites. Sé que amas a los chicos, pero a veces una chica siempre necesitará a otra, porque podemos llegar a comprendernos mejor.

—Ha sido complicado —confesó Venus, mordiéndose el labio—. Toda mi vida cambió en un instante sin tener un momento para procesarlo, me he tenido que acoplar al cambio sobre la marcha.

Emily asintió en silencio.

—Yo… yo amo a Sam y a Jared, ahora con Kim y Paul ha sido de lo mejor; pero me habría gustado también tener el apoyo de mis antiguos amigos, ¿sabes? —murmuró—. Ellos siempre estuvieron para mi en el pasado y no puedo evitar si todo eso fue falso al ver como terminó. Yo desaparecí y cuando regresé solo recibí reproches y quejas de su parte, siempre era como se sentían ellos y no como me sentía yo, quizás fui egoísta al pensar sólo en mi…

—No, no lo eres y ni por un segundo creas eso, Venus —le interrumpió Emily, con la voz más seria que le había escuchado toda esa tarde—. En tu vida, tú siempre tienes que ser la prioridad. Entiendo como te sientes por tus amigos, haber compartido tanto tiempo con ellos y que todo terminara tan mal tuvo que haber sido difícil para ti; pero no por eso debes hacer de menos tus sentimientos.

» ¿Te digo lo bueno de ser joven? Que sabes que te queda toda una vida por delante y muchas personas pasarán por ella, buenas o malas, cada una de ellas va a dejarte una lección o aprendizaje.

Venus soltó una baja risa.

—¿Tú crees que aprendí algo de ese mal momento y de ellos?

—Sí, lo creo —asintió—. Tal vez, que no conoces en serio a las personas hasta que pasas por cosas difíciles.

—Esa es buena, la voy a empezar a usar desde ahora.

Venus le sonrió a Emily, ella tenía razón y había necesitado una charla de chicas con alguien que le diera consejos. Kim aún no sabía del secreto por lo que no podía confesarse por completo y su madre no era una opción válida para hacerlo. Entonces, escuchó sonidos provenientes de la cocina, quizás los dos tontos ya habían terminado.

—Sabes, Emily, me caías mal —confesó.

—Oh, en serio, no lo había notado.

La ironía en su voz fue notable, Venus le dio una sonrisa.

—Las ironías son lo mío, no me lo quites —bromeó—. De igual forma, quería decirte que me agradas bastante y me alegra mucho que mi alfa haya encontrado una chica tan maravillosa como tú, aunque hayas roto mis planes de boda.

—Confiemos en que Paul te haga cambiar de opinión algún día.

Pronto, Sam y Jared se unieron a ellas, y en su camino al pueblo para resurtir la despensa de Emily, Venus no pudo evitar pensar que su manada no solamente iba a ser conformada por lobos, sino también por los seres más importante para ellos como lo son las improntas, y que todo eso iba a culminar en una familia, algo que siempre había querido.

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—Hoy es tu día, tigre.

Después de decir eso, Venus tuvo que esquivar la almohada que Jared tiró en su dirección. Su amigo estaba terminando de arreglarse frente al espejo de su armario, hasta se había echado perfume y no pudo evitar burlarse de él por eso.

Luego de ir de compras con Emily y Sam, la chica se enteró que era el cumpleaños de Jared y, para bochorno y emoción de su amigo, decidió prepararle un pastel y su comida favorita. Estaba claro decir que tanto Sam como Venus se sintieron ofendidos por la preferencia de la humana, sin embargo se quedaron tranquilos cuando ella prometió que también haría eso para sus propios cumpleaños.

Cuando todo finalizó, junto a Jared decidieron dejar a la feliz pareja un momento a solas y, sabiendo que tenían que salir con sus propias improntas, fueron a su casa, donde sabía que sus padres no estaban y que tampoco llegarían pronto.

—Hay veces en las que no te soporto —bufó Jared, terminando de abrochar el último botón de su camisa—. ¿Qué tal me veo?

Venus hizo una mueca.

—¿En serio quieres que sea sincera? —Jared negó—. ¡Te ves fabuloso!

—Hay veces en las que me preguntó por qué somos amigos.

—Tú fuiste quien me eligió como tu súper mejor amiga, así que no te quejes.

Jared volvió a darle la espalda para verse en el espejo, era bastante gracioso pensar que él, el que tenía casi todo hecho con su impronta, fuera el más nervioso. Estaba segura que esa noche él iba a dar el último y enorme paso con Kim, y quería estar en primera fila para verlo, estaba segura que le interesaría mucho más que la película que habían escogido.

Echó una mirada al reloj digital que estaba encima de su escritorio y se dio cuenta que ya iban alrededor de quince minutos tarde a lo que habían acordado. Ella llevaba lista desde hace un buen rato, mientras que Jared seguía probándose camisetas para ver cual le quedaba mejor.

—¿Crees que ésta me queda mejor que la otra?

—Jared, creo que todas te quedan igual —bufó—. Termina de colocarte una y vámonos, que nos vamos a perder el inicio de la película. Por cierto, ¿cuál has escogido?

Jared no respondió, se volvió a quitar la camisa para ponerse otra, que parecía gustarle mucho más que la anterior. El tarareo de su amigo le hizo comenzar a sospechar.

—¡Estoy listo! —exclamó, echándose más perfume. Venus tosió por eso—. Vámonos, Juno, que llegamos tarde.

Dispuesta a no pelear por ser el cumpleaños de su amigo, Venus se tragó todas las quejas que tenía por decir y se concentró en seguirlo fuera de casa para emprender su camino al cine. Estuvo todo el trayecto preguntando acerca de la película que verían, pero Jared no le dio una respuesta y eso la hizo dudar, sabía que él quería hacer feliz a Kim y ella tenía gustos diferentes a los suyos.

—¿En serio no me vas a decir cual es la película? —bufó Venus, una vez llegaron a las puertas del cine.

Justo cuando Jared iba a responder, fueron interrumpidos. Venus sintió como un brazo le rodeada los hombros, al mismo tiempo que sonreía por el contacto de unos labios en su mejilla.

—Has llegado tarde, Mercurio —se mofó Paul—. ¿Qué pasa, no has encontrado tus anillos?

—En serio eres tonto, el planeta de los anillos es Saturno.

—Estaba casi cerca —rió, para luego voltearse hacia Jared—. Feliz cumpleaños, idiota.

—Cada día me enternece más tu cariño, imbécil —bromeó Jared—. ¿Y mi regalo…?

—¡Feliz cumpleaños, Jared! —saltó Kim desde atrás, colgándose del cuello de Jared. Venus no recordaba haberlo visto sonreír de manera tan brillante—. Estás cada día más viejo, te he traído un regalo.

Venus y Paul decidieron apartarse un poco a esperar que el momento romántico de Romeo y Julieta terminara, estaba segura que hoy sería el día en donde esos dos oficializarían su relación, o al menos eso esperaba.

—¿Sabes que película veremos? —le preguntó a Paul—. Jared se ha hecho el tonto cada vez que le he preguntado y me está comenzando a poner nerviosa.  

—Se lo he sacado a Kim en base a amenazas —bromeó—. Veremos aquella de ahí, puedes reírte si quieres.

Frunció el ceño y volteó a ver hacia donde Paul señalaba. La pared del cine que mostraba las carteleras de las películas que se proyectaban ese mes, se quejó en voz alta al ver el nombre e imagen tan cursi que estaba.

—Debes estar bromeando —bufó—. «El primer beso», la película más cursi para adolescentes.

Paul rió.

—Kim dijo que quería verla hace días y sabes que Jared le cumple todo sin rechistar.

—Te lo juro que como me obligan a ver esa tonta película y esos dos no se den su primer beso, los mataré.

—Vamos, Clyde, no podemos iniciar nuestra matanza con nuestros mejores amigos, seremos los primeros sospechosos.

—Bien, Bonnie, ya es trabajo tuyo buscarnos una coartada.

Ambos sellaron el pacto chocando los puños y pronto Jared y Kim se acoplaron a ellos, les dieron sus entradas para formarse a pedir las palomitas y dulces. Luego hicieron fila para poder entrar a la sala, había muchas personas y se notaba que la película era bastante popular.

Se sentaron hasta el final de la sala, Venus entre Jared y Paul, mientras al lado del primero se sentó Kim. Y la película inició…

Venus no soportó ni siquiera los primeros quince minutos, era tan mala y al mismo tiempo tan cursi que cada dos minutos le hacía rodar los ojos por algún diálogo o acción de los personajes. Volteó a su lado derecho, Jared y Kim se veían bastante interesados mirando a la pantalla, mientras que a su izquierda, se escuchaban ronquidos.

Soltó una baja risa al ver a Paul dormitando en el asiento, con los brazos entrecruzados y la cabeza colgando hacia ella. Pensó en dejarlo dormir, se veía que le hacía bastante falta, pero su incapacidad por quedarse quieta y sus ganas de molestarlo podían más.

—Te está divirtiendo la película, eh —murmuró, riéndose por la forma tan brusca en la que se despertó luego de golpearle el estómago, lo cual le dolió—. Habría preferido ver una de zombis.

Paul echó una mirada por encima de ella, en dirección a Jared, y luego, en voz baja, le dijo:

—Salgamos de aquí, siento que se me está subiendo el azúcar.

Venus no tuvo más que darle la razón y, entre la seguridad de la sala, se aseguraron de salir sin llamar la atención de sus dos enamorados amigos, que, para su buena suerte, estaban mucho más juntos de lo que creyó.

—«El primer beso» —bufó Venus una vez que salió de la sala, sentándose en unas escaleras cercanas—. La travesía de un chico de quince años para besar a la chica que le gusta antes de que termine el año, ¿en serio tuvimos que ver eso? Hasta la trama se escuchaba aburrida.

—Es lo que está de moda, todos a nuestra edad quieren dar su primer beso —se burló Paul—. Y supongo que Kim la pidió para ver si Jared por fin la besaba.

—Esperemos que si lo haga.

Fueron sus últimas palabras antes de meterse un puñado de palomitas en la boca, Paul se reacomodó delante de ella, apoyándose en la pared con el cartel que indicaba donde quedaba la salida de emergencia.

—Entonces, ¿cómo fue tu primer beso? —preguntó Paul, tirándole a la cara una palomita. Venus bufó y le devolvió la broma.

—Tonto. Estaba nerviosa por darlo y me golpee la frente con Quil, quitándole toda la emoción al momento.

—Bueno, al menos resultó bien —dijo Paul, el olor a molestia le llegó de inmediato—. A mi me golpearon.

No pudo evitar reír.

—¿Qué tan mal tienes que besar como para que terminen golpeándote?

Un puñado de palomitas le cayó en el rostro, soltó una escandalosa carcajada.

—No fue por el beso, Júpiter —se defendió—. Invité a salir a la chica, ella aceptó; pero olvidó decirme que ya tenía novio.

—¡No!

—Sí —rió—. Resulta que el chico descubrió que salimos y a mitad de la cita llegó y me golpeó.

—Bien, eso quizás te enseñó a que debes conocer más a la chica antes de invitarla a una cita.

Paul se encogió de hombros.

—De todo modos, ella no me gustaba.

—¿Y por qué la invitaste?

Su impronta suspiró, lanzándole un nuevo puñal de palomitas, sacándole un gruñido.

—Porque la chica que verdaderamente me gustaba ya tenía novio.

Venus se ahogó con las palomitas que había metido a su boca, había un sentimiento dentro de si que le decía que esas palabras eran una especie de indirecta para ella. Lo miró, Paul le dio una sonrisa mientras le guiñaba el ojo, quizás no solo Jared iba a tener un progreso esa noche.

—¿Y ahora? —le cuestionó—. Ya sabes, ¿la chica que te gusta sigue teniendo novio?

—No, está libre y siento que tengo una oportunidad con ella al fin, después de tantos años.

Sonrió.

—¿En serio? ¿Quién es la desesperada en querer estar contigo?

Al contrario de como era al principio, sus palabras salieron con burla hacia si misma.

—Mi planeta favorito.

Y Venus podía llegar a aceptar que estar sentada en las escaleras del cine, bromeando y tirándose palomitas con Paul había sido la mejor cita que ha tenido en toda su vida.

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