━ CAPÍTULO CUATRO

༻ book one, present:
a history of venus argent

chapter four
❛  LOS NUEVOS CAMBIOS ❜

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Los días siguientes no fueron nada fáciles para Venus. Por primera vez en su vida había faltado más de una semana a clases, y esta vez no tenía un justificante para ello, además estar sin ir a clases significaba que debía quedarse más tiempo en su casa, lo cual no era algo bueno.

Cada vez que salía de su habitación era un indicativo para sus padres para que dejaran salir todo su malhumor e insultos hacia ella, Venus los aguantaba en silencio, fingía no oírlos, sabía que si llegaba a prestarles un mínimo de atención iba a ponerse de malhumor y entraría en fase.

Los lobos eran temperamentales e inestables, transformarse por sus sentimientos podía provocar severas consecuencias a quienes estuvieran a su alrededor. Y sus padres quizás no eran los mejores, pero ella los seguía queriendo y no quería hacerles algún tipo de daño.

Ese era uno de los problemas a los que tenía que enfrentarse, los otros iban más direccionados a sus amigos, los cuales no habían resignado el ir a visitarla todos los días y tratar de hablar con ella. Cosa que hasta el momento no han conseguido.

Le dolía ignorar a Quil, él solo se preocupaba por ella y su bienestar, pero era mejor mantenerlo alejado, sus transformaciones aún eran demasiado inestables y no quería lastimarlo de ninguna manera. Él era el único que parecía entender que necesitaba tiempo a solas, algo que no comprendían ninguno de los dos mellizos Black.

Por un lado, Jacob había notado que le sucedía algo raro y siempre estaba esperando fuera de su casa, murmurando en voz baja sobre querer hablar con ella. Venus sabía que de no tener los sentidos lobunos, jamás habría podido escuchar todo lo que decía en voz baja su amigo. Sus monólogos solían ser bastante divertidos.

Y del otro lado, la cara molesta de la moneda, estaba Jules. Su muy querida mejor amiga parecía cada vez más furiosa con cada día que pasaba y no lograba hablar con ella. Venus no podía llegar a entender que era lo que le sucedía, las razones por las cuales reaccionaba de esa manera.

«Estás distraída, Juno».

Venus bufó cuando Sam volvió arremeter en contra de ella con fuerza, haciéndola chocar en contra de un árbol que tenía detrás. Eso de tener que practicar su fuerza no era muy bueno, su alfa no se cortaba ni un poco.

«Y tu te estás aprovechando de eso», le gruñó, tratando de devolverle al menos una mordida. Lo logró.

«Trato de enseñarte y no me prestas atención», riñó esta vez, «Y eso no deja muy bien mi imagen de alfa».

«Practiquemos otro día, Sam. Ahora no tengo cabeza para esto».

Y Sam no necesitó nada más para entender que era lo que le sucedía. Por la cabeza de Venus empezaron a pasar todos aquellos momentos con sus padres desde su transformación, la preocupación de su novio, la molestia de su mejor amiga y el hecho de que Embry seguía sin aparecer por su vida.

«Quiero decirte palabras de ánimo, en serio; pero mi relación se fue al caño después de transformarme».

Venus soltó un bajo bufido.

«Vaya, gracias».

Sam rió. Venus no quería que su relación terminara, ella en serio quería a Quil, pero en verdad era muy difícil el hecho de resguardar sus transformaciones. Sabía que tanto su novio como sus amigos iban a seguir insistiendo hasta que ella les contara algo, pero no podía, ni aunque quisiera.

«Lamento obligarte a guardar un secreto de ellos, sé que no eres esa clase de chicas, pero es lo que se debe hacer».

«No es tu culpa y lo entiendo. Además, tampoco estaría cómoda contándoles esto».

Escuchó a su alfa suspirar.

«Venga, estás bastante desanimada y así no es bueno practicar»

Venus le gruñó.

«Todavía es temprano, cambiemos y vayamos a comer. Yo invito».

«¡Acepto, es una cita!».

Venus no hizo ningún caso a la mirada de reproche que le envió Sam, mucho menos a sus palabras indicándole lo fácil que era contentarla, pero nadie podía culparla, ¿o sí? Iba a ir a comer con Sam, en su mente eso era una cita y era algo que había estado soñando desde que lo conoció.

Y sí, si recordaba que continuaba teniendo novio; ¡pero eso no era algo que sucediera todos los días!

Se apresuró a irse detrás de unos árboles para poder cambiarse lo más rápido que pudiera, una vez salió se encontró con Sam sin camiseta, algo a lo que ya se había acostumbrado.

—No es una cita —aclaró su alfa, mirándola de manera divertida—. Solo quiero animarte.

—¿Si te das cuenta que estás rompiendo el corazón de una dulce niña de dieciséis años?

—¿Ah, sí? ¿Y donde está esa niña?

Venus fingió ofenderse, mientras escuchaba la risa de Sam y sentía como su brazo la rodeaba en una especie de abrazo, dirigiéndola afuera del bosque. En esas semanas siendo lobo, había descubierto lugares que jamás pensó que existieran dentro de ese lugar, podía decir con total confianza que ya lo conocía en su completa totalidad.

—¿Estás seguro de invitarme a comer, Sam? —bromeó—. Voy a dejarte sin dinero.

—Por eso solo tienes un limite de cinco hamburguesas y una pizza, que compartirás conmigo.

—Buen trato.

Salir del bosque en la oscuridad fue fácil, como ya había dicho, conocía cada árbol, cada arbusto y a cada animal de ese lugar. Ambos llegaron a casa de Sam, donde su alfa cogió las llaves de su auto y ahí si pudieron poner rumbo hacia el centro.

Venus adoraba con su alma el metabolismo de los lobos, en serio, el hecho de que su hambre fuera casi insaciable y, mejor aún, que no subiera de peso aunque comiera mucho, lo hacía solo mucho mejor de lo que creía.

—¿Tus padres saben que sales todas las noches? —le preguntó Sam, aparcando el auto frente al establecimiento de comida. Venus negó—. ¿Y no se han cuenta de que desapareces?

Se encogió de hombros, entrando al local y evitando las miradas de algunos de los clientes del lugar. Se sentó en la primera mesa que vio, justamente frente al enorme ventanal.

—Siempre cierro la puerta de mi habitación con pasador y estoy segura que ellos no notan si ceno o no, mientras menos me vean es mejor para ellos.

—En estos caso no se si es bueno o no tener unos padres así —dijo Sam, sentándose frente a ella—. Mi madre suele interrogarme todas las noches, siento que piensa que estoy metido en drogas o algo parecido.

—Mi suegra solo se preocupa por ti.

—Venus.

Venus solo atinó a darle una sonrisa animada a Sam, sin hacer caso a su tono de reproche. Solía hacer ese tipo de comentarios casi de la nada y era bastante gracioso que en vez de ser ella la que se cohibiera o sintiera algún tipo de timidez, en realidad era su alfa el que se sentía levemente apenado por ellos.

Cuando el camarero vino a tomar su orden pareció algo sorprendido por todo lo que habían pedido, era como si esperaba que ellos dijeran que era una especie de broma o que estaban esperando a alguien más. Y no era de extrañar, ellos solo eran dos para la gran cantidad de comida que habían ordenado.

El metabolismo de los lobos era asombroso, Venus parecía no poder saciarse ni comiendo el doble de lo que antes comía, no le extrañaba para nada que su madre haya empezado a quejarse por que se acababa todo lo que había en la despensa de su casa en menos de una hora.

Cuando la comida llegó a ellos, Venus pensaba que los cuchicheos a su alrededor se debía a la gran cantidad de comida que estaban a punto de devorar y fue por ello que no les prestó atención la mayoría de la noche o eso fue hasta que pudo captar ciertas palabras que le llamaron la atención.

Mientras Sam le robaba algunas de sus papas fritas, Venus alzó la mirada y pudo notar que el local se encontraba aún más lleno de lo que había notado cuando llegaron ahí. Pudo reconocer a varios, estaban con ella en el instituto, pero jamás había cruzado palabra con ellos.

«Escuché que fue secuestrada por una secta», murmuró alguien.

«Su ropa tenía sangre», dijo otra voz.

«Sus padres dicen que en realidad se escapó con un chico».

—No les hagas caso —habló Sam, llamando su atención—. Este pueblo es entrometido y ni aún sabiendo la verdad van a dejar de inventar historias.

—Es algo difícil ya que escucho hasta su manera de respirar —se quejó—. ¿Cómo lo soportas?

—Los ignoro. Estoy feliz siendo lo que soy, protegiendo al pueblo y no necesito que personas que me importan tres pepinos hablen de mi vida.

—Como se nota que no eres un adolescente.

La risa de Sam la hizo soltar una sonrisa, iba a ser un poco difícil para ella no hacer caso a la palabrería a su alrededor, pero pondría de todo su esfuerzo para lograrlo. Aún no sabía como iba a poder lidiar con eso cuando volviera a la preparatoria, más que todo porque ahí estaría sin el apoyo de Sam e iba a ser un poco más difícil.

Y aún con todo eso, tenía que arreglar su relación con Quil, hablar con Jacob y Jules, y, por si no fuera poco, darle una visita a Embry porque aún no sabía nada de él y le estaba empezando a preocupar.

—Tengo algo que contarte —dijo Sam, después de un rato en silencio en la mesa luego de haberse terminado todo.

Venus se reacomodó en su asiento, mirándolo fijamente.

—¿Sabes lo que son las improntas?

La pregunta le hizo fruncir el ceño, en su tribu existían miles de leyendas, pero una de las que menos se comentaba y la cual era la que no le gustaba mucho, era la de las improntas.

Venus no recordaba con exactitud como iba, pero sabía que era como una especie de amor verdadero o alma gemela para los espíritus guerreros, era algo así como que tu alma se unía a la de esa persona y demás chorradas cursis.

—Tengo una leve idea, sí —respondió, limpiando sus manos—. Según la leyenda son difíciles de encontrar, por eso los lobos se conforman con amores terrenales que jamás se asemejaran al sentimiento por la impronta.

Venus le metió el último mordisco a su última hamburguesa, sin despegar la mirada de Sam y tratando de encontrarle sentido al porque estaban hablando de una situación única para los lobos.

—Encontré a mi impronta, Venus.

La sonrisa en la cara de su alfa era brillante, se notaba una genuina felicidad en ella y Venus no pudo evitar sentirse un poco celosa por eso; pero no sabía con exactitud si se debía a que el corazón de Sam ya estaba ocupado o porque ella también quería saber que se sentía encontrar a su impronta.

—Entonces si existen, ¿no? Todo ese rollo del amor verdadero y eso.

Sam asintió.

—Genial —confesó—. ¿Y cómo es? ¿Cómo sabes que es tu impronta? ¿La conozco, me va a caer bien? ¿Entonces tu y yo debemos terminar?

—Para, para, Juno —rió Sam—. Es la chica más hermosa que he visto. Como lo dice la leyenda, a la primera mirada te das cuenta de que es tu impronta, no se necesita nada más —su alfa tomó aire—. Sí, la conoces y te cae muy bien. Y no, no podemos terminar porque no hay nada entre los dos.

Bufó, tomando una papa y lanzándosela a Sam. Eso si había roto su corazón, tal vez.

—¿A la primera mirada? —cuestionó pensativa, Sam asintió—. Entonces, ¿esa fue la razón por la cual Leah y tú terminaron?

Sam asintió con un suspiro.

—Cuando caí en cuenta que había encontrado a mi impronta, fui con los ancianos. Ellos me explicaron absolutamente todo y por el bien de Leah, era mejor que le terminara para no hacerla sufrir. Jamás fue mi intención hacerle daño.

Venus soltó un bajo sonido de entendimiento, ella jamás había pensado lo contrario, en realidad solo creyó que Sam y Leah habían terminado solo porque si, como les pasa a algunas parejas, no se detuvo a pensar el porque de sus razones.

Con la comida casi terminada, Venus se quedó unos minutos más sentadas escuchando con atención como era que Sam le explicaba todo el asunto ese de la imprimación y, por primera vez en su vida ella quiso sentirse de esa manera. Al ver la cara emocionada de Sam, la felicidad brillando en sus ojos y la manera en la que expresaba, solo podía sentir una verdadera felicidad brotando de él.

Cuando ya se les hacía tarde, aún no habían terminado la conversación, por lo que Sam pagó todo aquello que habían consumido, y se embarcaron de nuevo en el auto en dirección a su casa. En el trayecto, Venus pudo enterarse que la impronta de Sam no era nada más que Emily Young, la prima de Leah.

Venus le había prometido a su alfa no juzgarlo, pero fue inevitable no hacerlo por un momento, hasta que volvió a recordar que la imprimación no puede escogerse, solo sucede sin quererlo y sin esperarlo. Pero aún así le fue inevitable no dirigir su mente a Emily, la conocía bastante y le agradaba mucho, era buena persona y una chica maravillosa, lo único que le hacía un poco de ruido era el hecho de que se trataba de la mismísima prima de Leah.

Cuando Sam la dejó a unos metros de su casa, Venus le rogó que fueran a patrullar un rato, no queriendo volver a su hogar. Era increíble la manera en la que había aceptado con total facilidad el hecho de que podía transformarse en un gigantesco lobo negro, consideraba eso como un don que le obsequió la luna.

Caminó en total silencio el corto trayecto que le faltaba para llegar a su casa y estando cerca del lugar pudo notar como todas las luces se encontraban apagadas, pudo suspirar con tranquilidad, eso suponía que sus padres ya estaban dormidos y podía entrar por la ventana de su habitación sin tener ninguna sorpresa esperándola dentro.

Justo cuando rodeó su casa para llegar a su propia ventana, un olor conocido llegó a su nariz y suaves ruidos de pisadas se escucharon delante de ella. Venus no tuvo más que rodar los ojos y decir:

—¿Se les ha perdido algo, muchachos?

Al cruzarse de brazos, Venus pudo ver como Jacob y Jules pegaban saltos asustados. No se esperaban que ella los viera, parecían más bien que ambos querían asustarla, aunque ninguno de los dos contaba con su excelente audición y olfato de lobo.

Venus le dio una mirada a Jules que, después de pasar el susto inicial, le dirigió una mirada cargada de reproche, todo lo contrario a su mellizo que parecía bastante apenado.

—¿De dónde vienes? —preguntó Jules—. ¿Sabes la hora que es?

—No sabía que eras mi madre, Jules —gruñó, tratando de guardar su malhumor. Era increíble como la actitud de su amiga sacaba lo peor de ella desde que se transformó—. ¿Qué hacen a esta hora en mi casa y a oscuras?

—Queríamos verte —contestó Jacob, antes que su melliza—. Venus, nos preocupas, no has asistido a clases durante semanas, no nos hablas, desapareces por las noches y…

—Y sales con Sam Uley —bramó Jules, luciendo enojada—. Es el ex novio de Leah, Venus, ¿si sabes lo que significa?

Venus pudo captar con facilidad que el hecho de que los mellizos estuvieran ahí era por diferentes motivos. Quizás si había sido un poco egoísta en concentrarse solo en ella, ignorando que sus amigos solo estaban preocupados y queriendo saber lo que le había sucedido, pero eso no evitaba la molestia que albergaba su cuerpo. Solo quería un poco de espacio, ¿acaso era mucho pedir?

—Significa que ya no están juntos —dijo con ironía y una sonrisa burlona que sólo pareció molestar a Jules—. Ya me han visto, estoy bien, pueden largarse de mi casa.

—¿Te escapas durante las noches para verlo? —preguntó Jules, apuntándola con un dedo—. Si no quieres que le diga a tus padres, será mejor que me cuentes todo.

Venus se cruzó de brazos, soltando un fuerte gruñido desde el fondo de su garganta. ¿Su mejor amiga siempre había sido así o solo se comportaba de esa manera por su actitud? No lo sabia, pero si que estaba molestándola por completo.

Su gruñido hizo que tanto Jules como Jacob dieran dos pasos hacia atrás, Venus tenía en claro que debía tranquilizarse, sus manos ya estaban comenzando a temblar y no quería transformarse y dañar a alguno de sus amigos.

—Vas a acusarme, Jules, ¿en serio? Hazlo y yo haré lo mismo contigo —amenazó—. Te recuerdo que fuimos mejores amigas y sé tantos secretos tuyos como tu sabes de los míos.

—Chicas…

—¿Qué te sucede? —le chilló su amiga—. Desde que desapareciste has estado actuando extraño, ¡mírate, casi ni puedo reconocerte! Estuvimos preocupados durante semanas por ti y te comportas de esta manera, como si no te importaran nuestros sentimientos.

—¿Y a ti acaso te importan los míos? —bufó—. Lo único que haces es reclamarme por Sam, cuando él es el único que puede entenderme y ayudarme en este momento. ¿Y tú qué haces? Me gritas y echas en cara toda tu jodida preocupación, deja de pensar en ti, Jules.

Venus le sostuvo la mirada seria y amenazante a Jules por unos cuantos minutos, antes de que su amiga se quejara en voz alta y se alejara de ella. Era la primera vez que tenían una pelea de esa magnitud, jamás había discutido con ella de esa manera y, de modo sorprendente, no se sintió mal decirle todas aquellas cosas.

Un poco más calmada, volteó a mirar a Jacob, que seguía parado en el mismo lugar.

—Sam no es el único que puede comprenderte y ayudarte, Ven —dijo, con voz calmada—. Solo habla conmigo, dime que te sucede y te daré todo mi apoyo. Lo sabes, te extraño tanto.

Y Venus no podía sentirse enojada con Jacob, con él era otra clase de amistad. Jacob era más dulce, calmado y pacífico de lo que podía llegar a ser Jules, él tenía ese don de siempre comprenderla y por un momento se sintió bastante mal.

Su amigo quería ayudarla, todas sus palabras eran sinceras, pero aún así ella no podía decirle la verdad ni aunque quisiera. Terminó por darle una sonrisa triste.

—Yo también te extraño, Jake —confesó, para luego suspirar—. Dame tiempo, por favor, es lo que necesito.

Jacob asintió, mientras metía las manos en sus bolsillos. Ninguno de los dos dijo nada más y Venus se quedó observando como su amigo se iba con pasos lentos.

—Solo dime algo —habló Jacob, deteniendo su paso y volteando se nuevamente hacia ella—. En el bosque, cuando estuviste desaparecida, ¿te sucedió algo malo?

Venus tuvo que parpadear un par de veces para tratar de entender que era aquello que le preguntó su amigo, hasta que recordó su ropa hecha trozos y manchada con sangre que encontró la policía. Eso podía llegar a malinterpretarse.

Y sí, a pesar de que en un inicio estuvo confundida y asustada por el cambio que tuvo, no fue nada más allá de la sorpresa de saber que se había transformado en lobo.

—No me pasó nada malo, Jake, te lo aseguro.

Ahora sí, Jacob parecía estar mucho más tranquilo con su respuesta, al menos le había podido aclarar un punto de todas las dudas que rodeaban a su desaparición. Venus lo observó irse hasta que ya no pudo sentir su presencia en unos buenos kilómetros, era una mala suerte que Jules no fuera tan comprensiva como su hermano mellizo.








Lexxie está de regreso y con un nuevo capítulo, eh, eh. Eso es motivo de festejo, si que si.

Me encanta hablar en tercera persona xd.

Bueno, primero que todo y antes que nada, nos dimos cuenta que no habrá poliamor porque Sam ya tiene impronta y es mi preciosa Emily (porque sí, son mi pareja canon favorita).

Segundo, sé que se están preguntando: Eh, Lexxie, ¿y Paul para cuando? A lo que yo les repondo: Calma, todo con calma. Que sí, que la historia es un Fanfic de Paul, pero también quiero que conozcan a Venus, sus cambios, su actitud y como fue para ella y su entorno el transformarse en un lobo. El amor no lo es todo en la vida, gente.

Pero sí, Paul va a aparecer muy pronto, lo cual a aumentará el drama djakdjs.

Opiniones de Jules, dejarlas aquí. Sin insultos, ojo.

Jules es un personaje que me gusta mucho y todo es cuestión de perspectiva, ya podrán saber porque se comporta así en un futuro no muy lejano.

Bien, diganme que les pareció el capítulo.

Valoren mi esfuerzo comentando y votando ✨

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