005. Some brooms and a map

Algunas escobas y un mapa

Era mediados de noviembre y el único progreso que Cassie había tenido se relacionaba cien por ciento al pergamino del cual ya tenían cuatro palabras.

Llevaba dos meses y medio en Hogwarts y aún era pésima en transformaciones, seguía durmiendo en historia de la magia los viernes y aún no entendía porque la gente la miraba mal aunque cada vez eran menos personas las que hacían eso.

Y si bien normalmente eso la desanimaba, los jueves nada del mundo le quitaba su buen humor. Los jueves pasaba herbología, vuelo y astronomía, en todas esas materias era muy buena para llevar dos meses de clases y también eran algunas de sus materias favoritas.

El almuerzo había acabado y todos los de Slytherin y Gryffindor tenían clase de vuelo y aunque la clase de ese día era un examen, Cassie seguía de buen humor porque le gustaba mucho la clase de vuelo.

La prueba que debían superar era muy sencilla, debían despegar, dar cinco vueltas al patio lo más rápido que podían y aterrizar de forma estable. Cassie fue prácticamente perfecta en su prueba y ahora Madame Hooch estaba con los alumnos de Gryffindor, siendo más específica a George y a Lee, mientras los demás practicaban o estaban sentados en el pasto conversando.

—Agh, estas escobas vuelan torcidas a la izquierda —se quejó Fred con una notoria frustración.

—¿Cada clase te vas a quejar de algo? —preguntó Cassie ya cansada.

—Yo no me quejo en cada clase.

—Si lo haces, primero te quejabas porque no nos dejaron subirnos a las escobas y ahora que podemos hacerlo te quejas de como vuelan.

—La anterior clase mi escoba empezó a vibrar cuando volé más arriba y ahora está vuela torcida, considero que tengo todo el derecho de quejarme.

—Quejándote no vas a llegar a ningún lado y tampoco harás que la escoba vuele erguida.

—Tal vez no llegue a ningún lado pero al menos puedo desahogarme.

—Toma y dame tu escoba —dijo la castaña estirando sus brazos, uno para recibir la otra escoba y el otro para darle la suya—, así dejas de quejarte y todos felices —o al menos ella estará feliz de no oírlo quejarse.

—El otro Weasley y la señorita Johnson vengan, es su turno —gritó Madame Hooch.

—Toma la escoba Fred ya te toca y se me cansan los brazos.

—Gracias —dijo al tomarla y se fue con Angelina Johnson a dar su prueba.

—Le tocó una de esas escobas malas, ¿verdad? —preguntó George que venía con Lee.

—Si, ¿qué tal les fue?

—Muy bien.

—Más o menos, no soy tan buen volador como ustedes y definitivamente tampoco como ellos —dijo Lee apuntando a Fred y Angelina.

—Esa chica sí que es buena —reconoció Cassie mientras veía a Angelina—, y también veloz.

—Angelina dijo en el desayuno que el próximo año piensa entrar al equipo de Quidditch como cazadora, si tú también entras la tendrás de competencia —dijo George—, claro que también nos tendrás de competencia a nosotros y a Charlie —Cassie y los gemelos sabían cuánto querían entrar a los equipos de Quidditch el próximo año.

—¿En qué puesto juega Charlie?

—Es el buscador.

—¿Enserio? —preguntó Cassie incrédula—. Tiene más aspecto de golpeador o incluso de cazador.

—¿Por qué?

—Por sus brazos, los golpeadores y cazadores tienen que tener mucha fuerza en los brazos.

—En ese caso empiecen a ejercitarse ustedes tres —comentó Lee ofendiendo un poco a sus amigos—. Hablando de Quidditch, la profesora McGonagall estaba buscando un comentarista para el partido, dijo que me dejaría intentarlo en el primer partido del sábado. Si lo hago bien seré el comentarista de Quidditch hasta que salgamos de Hogwarts.

—Ojalá lo logres.

—Gracias, ahí viene Fred y al parecer lo hizo muy bien también —Lee tenía razón, Fred venía sonriendo mientras hablaba con Angelina.

—Al fin una escoba que no vibra o vuela torcida —dijo Fred sonriendo.

—Así que te fue bien.

—De maravilla.

—Muy bien la clase terminó, guarden las escobas y retirense. Nos vemos el siguiente jueves —dijo Madame Hooch.

—Vamos a descifrar más palabras del pergamino —dijo Fred susurrando, George y Lee lo siguieron, los tres voltearon al ver que Cassie no iba con ellos

—No puedo, tengo tarea de herbología y les dije a las chicas que les ayudaría con las suyas.

—¿Y no puedes hacer eso en otro momento?

—No, no puede —dijo Maddie enlazando su brazo con el de Cassie.

—Nos la llevamos —dijo Lexi haciendo lo mismo con su otro brazo.

—Ya las oyeron, los veo luego.

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Si Cassie se permitía ser honesta por un momento podría admitir que ayudar a sus amigas con sus ensayos de herbología la ponía de mejor humor que ver ese pergamino que la tenía un poquito cansada y en la biblioteca con sus amigas podía conversar de otros temas envés de hacer de detective.

—¿Tu hermana se llama Alexandra, tu hermano Alex y tu Alexia? Tus padres sí que son creativos —dijo Lizzie.

—Los reyes de la creatividad —bromeó Lexi.

—¿Y cómo los llaman para que vayan a hacer algo? —preguntó Cassie.

—A mi hermana la llaman Ale, mi hermano sigue siendo Alex y a mi me dicen Lex. Siempre nos confundimos, Ale con Alex y yo con él, pero los únicos que se confunden ahora somos nosotros ya que mi hermana ahora vive sola en Londres.

—¿Y ella sigue odiando a mi hermano? —le preguntó Sam.

—Si.

—Que bien, se lo merece.

—¿Y cómo se conocen sus hermanos?

—Eran pareja, pero mi hermano es un idiota y engaño a su hermana.

—Y Ale lo golpeó donde más le duele. Fue un buen día.

—Y si que lo fue —Sam que paró de escribir levantó la mirada para mirar a Lizzie, Maddie y a Cassie—. Un momento, ¿las tres son hijas únicas, no? —asintieron las tres.

—¿Y que se siente no tener que vivir con un idiota? —preguntó Lexi y su hermano apareció por su detrás.

—¡Oye!

—Me refería al hermano de Sam.

—Sí, cómo no. No crean nada de lo que dice —habló y se fue tan rápido como apareció.

—También me refería en parte a tu hermano —le dijo a Sam—, pero enserio ¿qué tal es ser hija única?

—Muy bien —dijo Lizzie.

—No está mal —respondió Maddie.

—Es un poco solitario pero no me quejo, tengo diez primos con los que pasé gran parte de mi vida que lo compensan.

—¡Diez primos!

—Mi mamá tiene cuatro hermanos y cada uno tiene tres hijos o dos.

—¿Y de parte de tu papá?

—No sé nada de su familia así que no sé...

Lizzie y ella llevaban ya un tiempo buscando cosas al respecto pero no encontraron nada aún.

—Yo no tengo ningún primo y tampoco tendré, mi tía no quiere hijos —comentó Lizzie con una sonrisa al final—, mejor así yo tengo la atención de mi familia.

—Yo no puedo tener primos, mis papás son hijos únicos como yo —agregó Maddie.

—Tener diez primos debe ser interesante y divertido —dijo Lexi.

—Y si que lo es, sobre todo en navidad —respondió Cassie antes de escuchar como la llamaban desde fuera de la biblioteca.

Todas miraron a la entrada de la biblioteca en la que estaban los gemelos y Lee haciéndole señas a Cassie para que saliera, entonces la castaña se levantó de la mesa para ir hacia ellos.

—Mejor voy antes de que vengan a jalar mi brazo y griten mi nombre tres veces —dijo y guardó sus cosas en su mochilas.

—¿Tres veces? —preguntó Sam.

—Larga historia, las veo luego.

Todas se despidieron y salió de la biblioteca con los chicos hacia el salón vacío en el que se reunían.

—¡Lo logramos! —exclamaron los tres poniendo el pergamino en el escritorio.

—¿Y qué es? ¿Cómo lo hicieron?

—Es un mapa de toda la escuela y se pueden ver donde están todos, "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas" —dijo George señalando el pergamino con su varita.

Empezaron a aparecer palabras como en los anteriores intentos pero esta vez había muchas más, en el centro del pergamino arriba de un dibujo que se empezaba a trazar decía:

«Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta están orgullosos de presentar-»

La frase se completaba con el dibujo del castillo que estaba abajo y en el medio de este dibujo se leía "EL MAPA DEL MERODEADOR"

Cassie abrió el mapa y comprobó lo que sus amigos decían, el mapa mostraba cada detalle del castillo y de sus terrenos incluyendo a todo aquel que se encontraban ahí en pequeñas etiquetas con los nombres escritos con letra diminuta.

—Este mapa muestra pasadizos que nunca habíamos visto, hay más de uno que conduce fuera de la escuela —dijo Fred con entusiasmo.

—Estos cuatro trazaron con exactitud cada espacio de Hogwarts, usaron magia altamente avanzada para que muestre dónde están todos y el mapa solo se abre con las palabras correctas. Esta cosa es increíble, ni a Dubledore se le ocurriría algo así.

—Sean quienes sean estas personas eran unos genios y lo hicieron en la escuela, ni siquiera eran adultos.

—A ningún adulto se le ocurriría algo así.

—Y mucho menos con los propósitos que parece tener —añadió Fred—. ¿Qué pasadizo probamos primero?

—De los que salen de la escuela, ¿cuál es el más cercano? —preguntó Cassie.

—Estos —señaló George—, empecemos con ellos.

Antes y después de sus clases los cuatro revisaron tantos pasadizos como pudieron ese día y antes de las vacaciones de invierno ya habían memorizado cada uno de los pasadizos del castillo y habían designado que el que los dejaba en el sótano de la tienda de dulces de Hogsmeade era en definitiva el mejor de todos.

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