086 - EL ALFA ITALIANO (Parte 2)
CAPÍTULO OCHENTA Y SEIS
DANTE RAVENMOON
Amanezco en una de las habitaciones del hotel, acompañado de la recepcionista, la cual duerme tras quedarse sin energías. Sin importarme en lo más mínimo la abandono tras ducharme.
Las calles todavía conservan rastros de la lluvia a pesar de que el cielo está liberado de nubes.
Detengo un taxi tras interrumpir mi marcha por la petición de unos fans madrugadores; un par de fotos, firmas y palabras que les dan felicidad, sentimiento que no comparto considerando el vuelo que tengo por delante. No me gustan los aviones, y no empezaré ahora a cogerle el gusto a estar encerrado en una lata de sardinas, con los pies despegados del suelo, dejando mi seguridad a merced de una máquina.
Sin embargo, antes de despegar, primero tengo que pasar por el motel en que se encuentra la banda.
En el trayecto pido a Nicolás que saque dos billetes.
Al llegar al destino me espera a la entrada.
—¿Dónde te metiste? —me interroga molesto.
—Me disculpo, tuve una urgencia.
—Si, ya la huelo —dice sarcástico, oliendo a la recepcionista —¿Sabes la noche por la qué pase? Maldita sea, Derek y Romano enloquecieron. Ni siquiera Luciana les pudo pisar los pies.
—Mientras sigan vivos me da igual.
—¿Cualquiera diría que te hace gracia tenerlo aquí?
—Solo cuido del amigo de mi hermano.
—A costa del bienestar de la manda.
Razón tiene. Pero cuando me fuí nadie parecía incómodo con la presencia de Derek. Gracias al alcohol. No obstante, con otro día empezado las cosas cambian, y sé que vendrán reclamos que no me detendré a escuchar.
—¿Está todo listo para irnos?
—Otra cosa más. ¿Qué se te ha perdido en Detroit?
—Kaia.
Las quejas quedan suspendidas.
Nicolás es el único que conoce el motivo de mi búsqueda, es por eso que es el que me acompañará en este viaje. Tampoco pretendo alterar a la ninfa llevando a un grupo de lobos. Vamos a discutir. Si, lo haremos, así que lo mejor que puedo hacer es no empeorar la situación.
Sin más quejas voy a desayunar.
Silvano y Luciana son los únicos despiertos.
Tras ordenar la comida estoy pendiente de sus quejas. Luciana no se hace esperar enumerando los destrozos que ocasionaron en el local Derek y su macho por animarse a jugar a Control. La aplicación aún no ha entrado en el mercado mundial, tampoco en el europeo, eso no hace que la desconozca. Por otro lado, Silvano espera a que la hembra termine para iniciar su turno. Lo suyo no son quejas, es curiosidad.
—¿Por qué él va a ayudarme?
—¿Crees qué si fuera igual a sus predecesores mi hermano sería su amigo? Hablamos del que los mató.
—Todavía me cuesta asimilar que tenga una oportunidad de sobrevivir. Y si funciona no seré el único —dice esperanzado.
—Asegúrate de darle lo que necesite.
Sin la necesidad de obtener una confirmación por parte del guitarrista, lleno mis reservas con el desayuno, al máximo, esperando que sea un narcótico suficiente para quedarme dormido en el vuelo.
Gritos provenientes del exterior del comedor interrumpen el festín.
—¡Mantente alejado de mí! —enfurecido, grita Romano.
Oliendo a Derek voy a poner orden, aunque el jinete de la muerte está lejos de colaborar. Malos hábitos aprendidos de Gunther.
Muchos lobos de los que ayer celebraron están presentes.
Estira las manos hacía mi lobo y le dice, haciendo marcar la vena de Romano:
—Tiny stove.
(Estufita)
—¡Cállate de una puta vez! —brama. Da dos zancadas hacia mi posición, únicamente porque Luciana está a mi lado, aguantando la risa dentro de los labios con la mano frente a estos —¿Cómo acabó metido en mi cama?
—Eso me gustaría saber yo. Me mandaste a dormir con Estella —le responde.
—Te pasaste de copas —ayudo.
—¡Tengo su maldito aroma pegado!
—Tiny stove, quizás no recuerdo lo que pasó, pero no hay posibilidad de que te la metiera por detrás —a Romano se le desencaja la mandíbula mientras que Derek aparca la burla para centrarse en mí, en un tono serio —¿Podemos hablar ahora?
—Estoy de salida.
—Entiendo, y me pica un huevo —ha despertado siendo él —Agradezco que me salvarás el hermano.
—Fue algo colateral.
—De haber sabido que existía lo habría salvado yo mismo. Sin ayuda, soy el mejor —me muerdo la lengua sabiendo que fue capturado junto a Alessandro. De forma penosa. Hasta se metieron en la mazmorra por propio pie, lo único que les faltó fue cerrar los grilletes —Y seguiré siendo el mejor después de esto.
—Tengo que ir a por el vuelo.
—Iré contigo si no me dejas hablar —cruzo los brazos sobre el pecho ante la amenaza infantil —Tampoco es complicado. Solo debes decirme quién se oculta tras los cuervos.
—¿Tras los cuervos?
—Considerando tú olfato debes saberlo —señala a Blackmoon, el cual, desde una cornisa en el exterior, no se siente aludido —Hay alguien que los dirige.
—Más respeto a nuestro alfa —gruñe Romano —Antes de pensar en que posees un derecho para pedirle un favor aprende a respetar. Un por favor no te matará.
—Me da alergia esa fusión informal, tiny stove.
—¡Deja de llamarme así!
—Igual no puedo ayudar —digo, viendo como las venas de Romano se hinchan por todo su cuerpo, y apenas Derek está siendo él, un crío —Nadie se esconde detrás de los cuervos.
—¿Alguna vez has amado?
—No.
—El amor es un sentimiento frágil. Algunos los menosprecian, otros lo dañan y hay quienes creen dejar de sentir por culpa de la monotonía, sin embargo, cuando no lo tienen es cuando se dan cuenta de su importancia. Entonces todo llega tarde. Los que menosprecian lo quieren valorar, los que lo dañan quieren cuidarlo y los que se estancaron quieren reinventar cada día. A diferencia de todos, desde que yo lo descubrí, siempre lo valoré, lo cuidé y planeé cada día para que fuera especial, aunque a mi mujer le encantaba desmontar mi elaborada organización e improvisar.
>>>Nací obligado a someterme a la especie que por sangre soy. Solo por ello me odiaba, pero cuando ella apareció, simplemente, el sentido de mi vida me golpeó con dureza. Me di cuenta que existía por ella, para, desde mi oscuridad, poder hacerla brillar a través de una simple sonrisa.
>>>Haría cualquier cosa por ella.
—Pues aprende a callar —interviene Luciana —Hay auténticos lunáticos en la Orden dispuestos a matar los suyos para que los que catalogan como inhumanos sufran, y entre los inhumanos hay quienes ayudarían. Afortunadamente para ti, aunque no seas de nuestro agrado, nosotros no seremos un problema, pero nunca puedes estar seguro de quienes pueden estar escuchando.
—¿Hablas por el hombre detrás de los cuervos? —le pregunta.
—No hay hombre escondido.
—En otros tiempos los hubo —añade Romano sincronizado por el discurso que debería haber detenido —Los cuervos eran los fieles compañeros de los nigromantes. Se sabía dónde se encontraba un rey por la abundancia de las aves, hoy en día, a falta de dueños, surcan los aires buscando los reyes sin ser capaces de comprender que los brujos de la muerte fallecieron. Es por esa razón que no es insólito descubrir psicópatas y sociópatas en los lugares que abundan. Hasta llegan a insultar a los antiguos reyes con humanos. No obstante, nadie se esconde tras ellos.
—De los que me siguen a mi, si.
—¿Has pensado que puedas ser tú? —le planto la semilla de la incertidumbre —Los nigromantes eran los brujos de la muerte y tú eres la muerte, eres el ser de mayor parecido.
—Estoy convencido de que alguien los dirige. Quisieron matar a mi mujer, y el hombre que se esconde, Don Cuervo, la salvó, porque es su hija —es la balanza equilibrada de inteligencia y estupidez —No es humana, quizás sea una nigromante, una princesa.
Algunos lobos ríen ignorantes de la verdad, a otros se les percibe el cabreo a kilómetros y únicamente un puñado lo consideran. A estos me encargo de bajarles las orejas alzadas con lo siguiente:
—Ninguno de los presentes ha olido con anterioridad a un nigromante, pero nuestros mayores, que nos cuentan el pasado, siempre que lo mencionan resaltan que no se asemeja al olor que desprende ninguna otra criatura existente. Tú hembra huele a humana.
—Los cuervos...
—Te lo he dicho ya. Eres el causante, y se mueven por tus blandengues sentimientos. Antes de buscar fantasmas deberías empezar tratando de averiguar quién eres tú.
—Estuve apunto de morir —se sirve de los descuidos de mi amigo para contradecirme.
Tras cumplir la función debería haberse encargado de recuperar la Finismortis, mis huevos inflamados se lo hubieran agradecido, cosa que no hacen teniendo que ser veloz inventando excusas.
Mientras me relata los detalles de su apuñalamiento, ya tengo decidido cuál será mi próximo paso. Son hechos que conocía de antemano, gracias al afán del nigromante por compartir toda la información relevante que envuelven a su hija, pero solo con Enzo y conmigo. A diferencia de su yerno, él no va divulgando asuntos con desconocidos.
—Por lo que dices Doc te salvó la vida. Deberías mostrar más gratitud al sujeto y dejarme en paz.
Al finalizar la conversación toda esperanza que albergaba de que alguien pudiera haber borrado los recuerdos de su mujer se ha disipado. Finalmente acepta la mentira con dolor, y con ello acepta que su mujer es humana. Seguidamente me centro en la petición de Gunther.
—Es hora de que regreses a casa —con esto cumplo.
—Ya, bueno, yo prefiero más entradas para tus próximos conciertos. No me apetece regresar. Además, nos queda mucho de qué hablar. Conoceré más a mis nuevos amigos mientras te ausentas.
Algunos lobos parecen cómodos con la idea. Espero que esa comodidad se contagie con el resto.
—¿Y tú mujer?
—Furiosa.
Cualquier macho que se aprecie sabe que la mejor opción que existe tras enfurecer a su hembra es escapar.
Mantengo la mirada en el asiento de delante.
Hace una escasa hora despegamos del suelo, durante este lapsus, por primera vez, experimento más tensión por la perseverante mirada de Nicolás que por tener los pies desenganchados del suelo firme por miles de metros.
—Escúpelo de una vez —me rindo, si bien he podido engañar a la manada, él ha sido la excepción.
—Nunca puedes estar seguro de quién está escuchando —se sirve de las mismas palabras de Luciana. Me pone en guardia, y lo hace para frenar el imposible impulso de entrar en detalles aún cuando el personal del avión y los pasajeros huelen a humanos —Lo que dijo era cierto, ¿no?
—Tenemos que recuperarlo —centro la conversación a lo único a lo que debemos prestar atención ahora —Muy posiblemente haya camuflado el olor.
—¿Muy posiblemente? Kaia es astuta, claro que lo habrá hecho.
—Si lo fuera nunca se hubiera ido.
Tendría que haberse quedado. Era la opción inteligente, al no serlo, estos últimos años, ha sido el segundo motivo por el que he sufrido más quebraderos de cabeza. Al final, las hembras son una pisada de testículos.
La última vez que estuve en Detroit fue hace cinco años por la gira americana. Durante este tiempo, la ciudad no ha cambiado demasiado, por lo menos en lo que se ve y huele a simple vista.
Los mismos rascacielos imponentes, los murales vibrantes llenando las fachadas y ese aire de tenacidad que siempre la caracteriza. Sin embargo, contaminado de propios factores, hoy percibo su camuflada hostilidad.
Me encamino, con mi segundo, hacía el destino sin permitir distracciones en el trayecto, descartando el uso de transporte, sabiendo que cada paso que doy es necesario para evitar desfigurarla al tenerla frente.
Nicolás apenas interactúa conmigo dándome espacio. Una de las cosas que siempre he agradecido de él. Son muchas las ocasiones en que nuestras opiniones se han visto diferencias, aún así, en momentos claves, es capaz de lidiar con mi carácter.
Entramos a uno de los barrios más castigados. Aquí los edificios parecen sostenerse por magia a consecuencia de su construcción precaria, y el olor nauseabundo, una mezcla de basura acumulada, humedad estancada, fritura vieja y orina provenientes de callejones, que me obstruye las fosas.
Seguimos caminando. La imagen y el olor a podredumbre solo hacen que empeorar a cada metro que restamos. De un restaurante con un letrero torcido y sostenido apenas por dos tornillos repletos de roña nace un aroma rancio a aceite requemado, más adelante, un coche abandonado, con las ventanas rotas y ruedas comidas, nos intoxica con su aroma a óxido y caucho quemado.
En este rincón de Detroit tengo la sensación de estar en una ciudad fantasma, lo sería de no ser por algún que otro que también camina, y, por primera vez, sin trucos mágicos, no puedo concretar la especie.
Kaia busco el escondite con conciencia.
Nos detenemos frente al edificio ubicado en las coordenadas que recibí. La fachada no es mejor que las vecinas, cubierta de grietas y grafitis descoloridos, y la puerta de entrada parece a punto de ceder contra el suelo.
—Odio a esa hembra —gesticulo.
—Mantén la calma, amigo. Si no está con ella y la matas con el hedor de este lugar es prácticamente imposible que lo encontremos —expresa la voz de la razón.
—Con un poco de suerte estará con ella. No nos espera —le recuerdo, más bien nos recuerdo —Aunque considerando que se fue con varias no descarto un plan de escape elaborado. Si eso ocurriera, centrate en los rasgos. No se nos puede escapar. No, no ahora que al fin estamos tan cerca.
—Sé perfectamente mi función.
Le dedico una media sonrisa enmascarado el nerviosismo que ha empezado a adueñarse de una parte de mi racionalidad, y le doy una palmada al hombro.
Empujo la puerta y entro.
Una iluminación vaga me envuelve de inmediato, junto a un aire denso y viciado que huele a moho, polvo y algún más que probable cadáver de un roedor. Detrás las paredes se oye el goteo de una tubería.
Las escaleras crujen bajo mi peso mientras asciendo a primera planta. El aire se carga con cada escalón, como si el edificio tratara de echarme, sin embargo, no hay fuerza que impida mi avance.
He tenido presente este momento desde que huyó, lo he soñado a niveles insospechados, es hora de obtenerlo.
Continúo subiendo.
Para cuando alcanzo la tercera planta, mi respiración es pausada, la dureza de mi trago es contundente y los nervios se escapan por mis poros.
Una vez más me detengo ante una puerta, el último obstáculo que me separa de la ninfa que se ha mantenido oculta. Tan cerca, a irrisorios metros, ningún olor masacrador puede seguir escondiendo el hecho.
Accedo a la vivienda tirando la puerta abajo de una embestida. El sonido queda opacado por el alto decibelio de la música, conociendo el gusto de la ninfa, evidencia con más énfasis que el lugar es el acertado, aunque desde que se me informó nunca cuestione la veracidad de la información.
En el pequeño recibidor puedo distinguir otros aromas, las ninfas que se marcharon con Kaia y una nueva, aunque su mezcla, única en el mundo, hace que sepa, en el mismo instante que percibo los matices, que lo desprende aquello que he venido a buscar. O mejor dicho, aquella.
Una hembra de dos años y medio.
No obstante, aunque la alegría me invade, la intensidad menguante del aroma me amarga al confesar que no está aquí. Ni ella, ni ninguna de las demás ninfas. Solos estamos Kaia y yo.
Dado que no sale a recibirme me apresuro a dar con ella.
Quedo estático en el marco de la puerta contemplando a la morena poseedora de caderas lujuriosas que antaño a Gunther y a mí nos hicieron pecar.
Compartirla nunca fue un problema. Ninguno buscaba más que placer. Ella gozaba, nosotros también. Nunca fue incorrecto, y podría haber seguido igual tras la partida de mi hermano, pero los tiempos cambiaron y de todas los hechos que acontecieron, su decisión fue un punto de quiebra irreparable.
Mueve la cintura al ritmo de la música mientras cocina. Es muy poco probable que no sepa de mi entrada, seguramente, ya ha puesto a las otras en aviso, y lamento eso, de haber llegado en otro momento quizás hubiera estado aquí. Solo necesitaba que la fortuna estuviera de mi parte en el asunto por una vez, solo eso.
Alcanzo el reproductor deteniendo la música. El efecto es inmediato, Kaia gira hacía mí con la pala de cocina bien aferrada en su mano.
—Dante —mil veces de sus labios ha usado mi nombre adornado por la calentura, esta es la primera que lo emplea con frialdad —Tiempo sin verte.
—Igual digo, Kaia —expreso en su misma temperatura.
—¿Te quedarás a comer?
—Te pido que no lo alargues. Tienes suerte de que sea yo el que te ha encontrado, de haber sido él no conservarías la cabeza —su falsa sonrisa queda en una mueca torcida —Aunque para que él te buscará antes debería saber.
—O quizás no me hubiera buscado —lame la pala con intenciones que no encuentra en mi bragueta —¿Qué pasa, perrito? ¿Ya no te la pongo dura?
—No juegues con mi paciencia —raspo las cuerdas vocales —He estado estos años inventando excusas para no matarte por irte estando embarazada de mi hermano, tratando de defender a la madre de mi sobrina, pero nada de lo que he imaginado ha podido satisfacerme. Os podría haber pasado algo. Gunther es una amenaza importante para la Orden. Si supieran de la existencia de la cría os darían caza sin debatir, la utilizarían contra él.
—Olvidas que no es un licántropo. O mejor dicho, te niegas a aceptar que él muy posiblemente renegara de su sangre. Tal vez quisiera matarla.
—¿Escapaste por él? Yo le haría entrar en razón.
—¿Y por qué no se lo has dicho aún?
Tengo un listado de razones por las que omití compartir la información. La principal es Soraya, el ataque y que su padre le bloqueará los recuerdos. Con la ausencia de los Salvatore en su vida no podía dejar desprotegida a la princesa. No obstante, actualmente, con su vuelta, sigo callando por un segundo motivo, Alessandro.
Son muchos los que dependen de él, darle una debilidad en estas condiciones sería un gran inconveniente que prefiero ahorrar por el momento.
Por otro lado, a pesar de existir la posibilidad de que renegará de su hija, se me complica imaginarlo. Quizás sea por mi naturaleza, aún así dudo que no disfrutará de saber que hay otro igual que él y que su devoción con las cabezas será compartida no muy tarde. Aunque eso es un problema.
Siendo niño mi hermano muchas veces era incapaz de controlar su impulso de decapitar, fue mi padre quien lo ayudó a controlar, y seré yo quien ayude a la cachorra considerando la ausencia del padre.
No hacerlo solo provocará que pronto aparezcan cadáveres huérfanos de la extremidad superior. Será gritarle a la Orden de la existencia de un segundo jinete sin cabeza.
—Tengo secretos que no pueden ser contados —digo.
—Los lobos y vuestros secretitos —blanquea la mirada —¿Crees que me fuí por Gunther? ¿Por la Orden? Idiota, lo único bueno y que sabes emplear es la herramienta que escondes en tus pantalones.
Las venas se me marcan en la piel con notoriedad.
—Hablame, joder. Se clara. La cachorra me importa igual que a ti.
—Nunca te pongas por delante de una madre —lo último que he dicho inspira el nacimiento de su cabreo.
—Perdón, más que a ti. No es muy complicado, de quererla un mínimo no la hubieras alejado de aquellos que la podemos proteger.
Se ríe con una carcajada sonora que alza más las llamas de la furia que experimento y que empieza a ser más que un problema, principalmente cuando entre sus cabello largo y moreno se asoma un mechón corto y rubio. A su piel morena le salen manchas blancas, cada vez más pronunciadas hacia el cambio de color.
El inconveniente de los licántropos es nuestra propia naturaleza.
Al mezclarnos con nuestra destinada el sexo ya no puede ser con otra, al igual que las peleas. Cada acción es suya. Se convierte en lo más importante, a tal punto que pretender ignorar su existencia nos hace enloquecer.
Ojalá hubiera muerto. No es personal, pero la ambición y ella son incompatibles, lo supe mucho antes de que nuestros caminos se cruzaran. Indiferentemente a quien resultará ser yo elegí mi destino, y nunca hubo espacio para ella.
Kaia y yo discutimos queriendo tener cada uno la razón. Yo me quiero llevar a la cría y ella se niega, pero, cuánto más se alarga, mi destino cobra más fuerza y la disputa se transforma en fuertes reclamos.
La rubia exige entre chillidos:
—¡Acéptame!
—¡Muérete pronto! —demando.
—¡Ni muerta me sacarás de tú cabeza, lobo psicópata! —eso lo sé.
Una vez que uno de los dos muere en la pareja de un licántropo es muy complicado seguir viviendo, muy pocos superan el año después de la pérdida, una de las excepciones fue mi padre.
Tras la muerte de mi madre él se mantuvo cuidando de todas las manadas del mundo. Callando su dolor nunca fue derrotado en el torneo y desde que ganó la primera vez siempre fue el alfa supremo. En cambio yo, perdí.
Me distraje con tanto que cuando tuve que dar la talla quedé ridiculizado a los pies de Magnus.
Manche el legado impecable de mi padre.
—¡Solo tenías que hacer una cosa y la hiciste mal! —le recuerdo sabiendo que su muerte era cercana y que no hice nada, queriendo que se cumpliera la tragedia —¡Tirate de un puente!
—¿Seguro?
Agarrando la sudadera por el final la sube desvelando las tetas de tamaño cómodo y de pezones rosados. Diseñadas específicamente para encajar con mis manos y de ningún hombre más, ni el payaso con el que se ha unido, infelizmente El mierdecilla jamás estará a la altura de mis talones. Ni él, ni ninguno.
A través de su mirada teñida por el color de la tierra me invita al pecado sin la posibilidad de una declinación. Incapaz de frenar, me acerco velozmente impulsado por un elemento más poderoso que la lógica, la sangre.
Apenas regresa la sudadera a su posición natural mis manos la atrapen con firmeza por la cintura, levantando el peso liviano, sentándola sobre la encimera, antes de encontrar sus labios con los míos con una intensidad feroz.
La beso urgido de ella, devorándola tras sobrevivir el infierno que representa no tenerla entre mis brazos. Sus dedos se aferran a mi cabello, tirando con fuerza, expresando que la necesidad es compartida.
Con las bocas apresadas impedidas de la libertad y mis manos impacientes, estas se deslizan bajo la sudadera, recorriendo su piel con el ansia de quien ha esperado demasiado.
Se estremece cuando opto por destripar la sudadera para seguidamente recorrer su espalda desnuda con los dedos, a la vez que lo hago su impaciencia se pronuncia, más alta que la mía, cuando dirije la acción a mi bragueta. Desabotona con agilidad y abre la cremallera. Tira de mi pantalón lo justo para que la erección salte quedando a la altura de su ombligo.
Su toque es un delirio por los segundos en que manipula la largura mientras que acabo de arrancarle la ropa. Expuesta con su desnudez ficticia, que aunque una parte de mi, muy remota, trata de quitarme de esta falsedad a la cual me encadeno, con colmillos y zarpas, no deja de ser su imagen real.
Cada lunar, cada grano y cada mancha, cada perturbación en su cuerpo definido al detalle la hacen una copia idéntica a la original. Sin haberla tenido sé que es así por la cruda luna que me entrega un regalo maldito con su viva esencia aún cuando no la he explorado, y así seguirá siendo.
Me saciaré de su fantasía incluso tras su muerte.
Desciendo por su blancura, dándole una caricia firme, reclamando cada centímetro. Mis labios aún rozan los suyos, una leve pausa antes de que el origen nos domine por completo en la lujuria.
Conduciendo las manos a sus muslos, ejerciendo una presión aceptable, la incito a separar las piernas. Acompaño el movimiento. Una vez definido el camino ella se encarga de dirigir mi miembro a su pequeña vagina. Húmeda, rosita y medio escondida detrás de un matojo rubio.
Entro dentro de ella, empujo con la condena de un jamás que solo alza mis ganas de poseerla. El sufrimiento de no tenerla me sirve para desahogarme con ímpetu sobre la que hoy se ofrece.
Cada gota de dolor se convierte en un jadeo sucio. Y muy pronto una rabia indomable aparece protagonista.
Disfruto cada aspecto de ella. Incluso su afán de tener el control, intento que a mi merced queda en fracaso y que me provoca una sonrisa, la cual crece porque aún siendo derrotada, una y otra vez, no se rinde.
Agarrandola la despego de la encimera sosteniéndola al aire.
Se aferra a mi cuello recibiendo cada embestida. Antes de una pausa que dura lo que tardo en localizar la cama y continuar con más domino, teniéndola tumbada, en la sombra que proyecta bajo mi cuerpo.
—Dante.
Quedo fascinado en la forma en que sus labios repletos de suciedad me nombran buscando más. Se lo entrego, doy todo de mí, la satisfago con la devoción que le tengo a la luna.
—Beth —aullo su bonito nombre.
Tumbado en la cama mantengo la vista en el techo, respirando descompensado, con el pecho subiendo y bajando con pesadez. El sudor adherido a mi piel, pegajoso, es un recordatorio imborrable de la fechoría.
Nunca me he arrepentido de follarme a otras con el rostro de mi problemática, ni siquiera cuando la he nombrado confundiendo a la de turno, aunque ser un cantante famoso ha hecho que en la mayoría de los casos no le dieran importancia, no obstante, esta vez es diferente.
Vengo con un motivo de peso y la lujuria me ha distraído, otorgando horas que las otras ninfas puedan haber aprovechado para escaparse de nuevo con mi sobrina.
Mierda.
—¿Así qué Beth? —indaga Kaia —Tengo que darle las gracias por inspirarte. Nunca me habías follado con semejante intensidad, y mira que lo tuyo es ser intenso, pero se ha sentido distinto. Tal vez, cabe la posibilidad de que sea porque dentro de tu lobo interior es tu forma ruda de hacer el amor.
—¿Hacer el amor a esa puta? No me faltes al respeto.
—He conocido a otros luchando con el destino que vuestra luna había dictaminado y el castigo que recibieron. Ninguno tuvo un final digno de recordar.
—¿Cómo se llama mi sobrina?
—¿Huyendo de la verdad?
Voy a recuperar la ropa a la cocina, para cuando regreso ella sigue sobre la cama, exponiendo su desnudez, la cual atrás en el tiempo era tentación suficiente para continuar follando sin futuro. Aunque por su forma neutral de mirarme sé que ella tampoco está para la causa.
—Te doy una última oportunidad, Kaia. Haz que traigan a la cría.
—¿Cómo es ella?
Una chica con carácter de mierda.
—No me detuve a hablar con ella —respondo con la verdad. Nuestro encuentro duró lo que ella tardó en mandarme al infierno tras empujarla al suelo. A consecuencia de su diminuto tamaño, no la vi —Entrégame a mí sobrina, ya.
—¿Físicamente? —ya está en la zona en que mi paciencia ha dejado de existir —¿Es muy guapa? Obvio que dirás que sí.
El aire escapa de mi nariz con fuerza brava.
—Sigues viva por cortesía al pasado. Al igual que te he localizado en esta ocasión no te necesito para encontrarla. Tardaré, lo más probable. Cada segundo que gaste en ello estará a merced del peligro. Una buena madre no lo permitiría —presiona los dedos tensos en la fina sábana que la cubre a la altura del ombligo —¿Alguna vez te he fallado, Kaia?
—No —responde vagamente.
—¿Y por qué me la quitas?
—Por Magnus.
Nunca se me ha escapado que el alfa supremo tenga un interés especial con Gunther. Siempre lo ha visto como lo que era. Un soldado, y no uno cualquiera. Motivo por el cuál lo quiere en su tropa. Sin embargo, aún cuando mi hermano respeta nuestras costumbres y jerarquía, nunca aceptó, después de todo, al no ser licantropo, no está obligado a contentar al máximo jerarca.
Comprendo que se llevará a mi sobrina. Con las leyes de los lobos si reclama a la niña debería entregarla.
Magnus la exigiría para controlar a Gunther.
Cabe la posibilidad de que mi hermano rechazará una hija a la que ni siquiera le informaron. No obstante, solo por el intento de tocar las pelotas, sin que bajará las orejas como haría una omega, daría pelea.
—Este año hay torneo —menciono, muy pronto la luna se teñirá de azul y con ello los alfas de cada país se reunirán en un mismo lugar, para que entre peleas se proclame el nuevo alfa supremo o perduré el actual, y en esta nueva oportunidad no pienso perder —¿Regresarás si ganó?
—Si, en el fondo sé que necesito de ti. Tienes la experiencia de la crianza de su padre, y necesito que me ayudes con su naturaleza.
—¿Decapito a alguien?
—Algún que otro peluche.
***
Lamento la demora después de cumplieron el objetivo, estuve bastante enferma estás semanas y no era cosa de escribir. Por otro lado, a las que me exigieron actualización, con vosotr@s no me disculpo, porque eso deberíais hacerlo vosotros, por pensar que soy una máquina sin vida a vuestro servicio.
¿Quieren una actualización rápida?
Una vez el capítulo alcance los 500 Votos y los 1.000 Comentarios actualizaré el siguiente capítulo como recompensa a vuestro apoyo, porque no existe nada más hermoso que poder interactuar con cada uno de vosotros.
ADVERTENCIA: Absteneros de hacer comentarios con puntos, letras y similares, como por ejemplo; pidiendo votos y que la gente comente. Dichos comentarios serán eliminados y los usuarios de dicha infracción bloqueados.
****
Redes Sociales:
Instagram: mikaelawolff
Patreon: mikaelawolff
TikTok: mikaelawolff
X: mikaela_wolff
Ingresa en la comunidad de WhatsApp.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top