072 - LIBERTAD (Parte 2)


CAPÍTULO SETENTA Y DOS

ALESSANDRO SALVATORE


DOS AÑOS ANTES


—Hueles fuerte —dice Enzo en un tono claro y una sonrisa amistosa, acto seguido le pide al comisario: —Deja duchar al muchacho en vuestro vestuario y préstale algo de ropa, por favor. Mientras hablaremos de su caso.

—¿Te encargarás?

—Si, lo haré.

El comisario avisa a uno de sus policías para que me acompañe a las duchas y me preste algo de ropa. Las duchas son... No sé qué es una ducha. Pero tras que el policía lo explique sé qué sirve para limpiarse. Encerrado nunca pude limpiarme, a excepción de cuando era sacado al jardín y me daban un manguerazo, por otro lado, viviendo con Dante íbamos al río.

Dante...

Tengo que encontrarlo.

Me limpio con champú. Los humanos no se limpian solo de agua, también usan de esto. Huele rico, tanto que lo pruebo concluyendo que no es comida, sin embargo, su olor afrutado provoca que lo intente de nuevo. Escupo algo blanco de la boca, lo mismo que mi cuerpo produce al restregarme el producto, lo único que el de mi piel sale de un tono marrón.

Una vez aclarado recibo una camiseta blanca y un pantalón gris, también me devuelven la mochila de Dante, y regreso vestido a la habitación del comisario.

—Nuestro amigo ha dicho que no eres muy hablador —intento hablar inútilmente causando mi tristeza —Tranquilo, muchacho. No hay prisa. Tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos. Mañana tienes el juicio y no puedes ir así.

—Jefe, no lo use de excusa —dice uno de los grandes.

—A ellos nunca les hacemos caso. Son Skull y Dumb mis canguros. Nana no me deja salir de casa si no me acompañan, es que yo soy muy debilucho y a mi gente le da miedo que me cacen.

—También que te pierdas.

—El que habla es Skull, Dumb habla solo cuando es importante. Es igual que tú, no tan igual. Él parte cuerpos por la mitad. Son humanos, pero saben de nuestra existencia y yo apreció a todo ser viviente.

—Se está pasando con la información.

—¿Lo estoy haciendo? Perdón.

—¿Y si es el enemigo?

—Lo haré mi amigo.

Enzo sostiene mi mano desde que salimos de la casa de los policías sin que la unión entorpezca a algún humano. Son varios metros en que nadie viene de frente porque delante está Dumb. No soy mal chico y no lo quiero ofender, pero su cara da el mismo miedo que cuando Dante cortaba leña, así que lo mejor es mantener un margen hacía el canguro del señor. Por otro lado, Skull camina tras nosotros usando algo en los ojos de color negro, muchos humanos lo usan.

Subimos a un coche.

Los dos grandes delante y yo detrás con Enzo. Él me pone un tejido delante de mi pecho. Cinturón lo llama. Es un elemento común en todos los vehículos. Yo sé que así es. Al menos en el vehículo de Dante, aunque él no le daba usó y nunca le dí importancia, ya que no sabía que, según dice Enzo, es por seguridad.

—Vayamos al spa —dice Enzo.

—Jefe, tiene un par de reuniones.

—También tengo un consejero que puede ir.

—Joaquim sigue enfermo.

—Que vaya Gaspar. El hijo sabe de negocios, su padre se ha encargado por más de veintidós años de enseñarle y yo confío en que puede solventar cualquier contratiempo por sí.

—Jefe...

—Spa —procede a llamar con el móvil —Buenos días. Estoy de camino con un invitado muy especial. Necesito que hagan unas preparaciones si no supone una gran molestia para vosotros, por favor.

Entramos en un edificio que alberga un inmenso charco en su interior. A diferencia de afuera aquí no hay muchas personas, y las pocas que hay van vestidas con la misma ropa, igual que pasa con los policías o los chicos que mandan en los edificios que albergan la comida que no debo robar.

—Vamos a divertirnos —pronuncia Enzo y se detiene a cierta distancia de una chica —Lamento hacer aburrido vuestro día. Y espero que los clientes no os hayan ofendido por las cancelaciones.

—Está todo bien, señor. Sus medidas de cancelación son tan generosas que los clientes lo celebran.

—Me alegro.

—Ya hemos preparado las peticiones Y Natasha está aquí para que usted también pueda disfrutar.

—¿Mi ídola está aquí? Me muero, necesito ir con ella.

Sale corriendo lleno de felicidad dejándome con sus canguros y la chica, aunque está se va después de un gesto sin sonido por parte de Dumb. Skull rodea mi cuello y me aprieta hacía él. Me lastima de la forma en que lo hace.

—Te lo diremos una vez. Nuestro jefe es un ser de luz al que han jodido desde nacimiento y ha seguido brillando, es demasiado bueno, así que si te aprovechas de su gran corazón vas a desear no haber nacido.

Igual que yo.

¿También lo encerraron? ¿Lo castigaban por existir? ¿Lo violaban? ¿Era su propia familia quien lo hacía? ¿A su madre la violaron? ¿Se suicidó su madre? ¿Qué le hacían a él? ¿Cuánto tiempo lleva libre?

Él es tan feliz y tan buen chico, quiero ser como él.

Tengo mucho por averiguar de él y ni una sola palabra se desentierra en lo profundo de mi cuello. Ahí permanecen sin salir.

—Salvó a Dumb de las palizas de su padre, y también me salvó a mí de ser un tipo horrible con la droga. Salvó a toda su gente de sus pesadillas. Hasta construyó un pueblo con sus manos para que tuviéramos un hogar. Se lo agradecemos, sin embargo, también han habido quienes se han burlado y nosotros eso no lo toleramos, así que pórtate bien. Humano o no te mataremos sin dudar. Y ni una palabra de esto a él.

Asiento con fuerza.

Me llevan a unos vestuarios y me hacen cambiar la nueva ropa por unos calzoncillos y algo llamado albornoz. Me gusta el suave tacto de este. A continuación me dirigen a la gran habitación donde se encuentra Enzo muy cariñoso con la que es Natasha. Está tocando su vientre y hablando de no sé qué. Un embarazo. Ella lo hace sentar y procede a tocar su pelo mientras recibe los halagos más dulces que he escuchado.

A mi me hacen sentar en otra silla igual y a cierta distancia de donde está él. El corazón se me acelera al ser rodeado por más de cinco chicas, me cuesta respirar al ser tocado. Cada uno en una parte distinta. Una en los pies, otra en las manos, en la cara y en el pelo, la quinta se va repartiendo.

La del pelo saca de unas tijeras. Igual que hacía Gina.

Grito aterrado.

Empujo a las chicas sintiendo un fuerte dolor en la cabeza y trato de escapar, pero Dumb y Skull están en la puerta sin que pueda lograrlo. Así que voy a la esquina más alejada de todos ellos.

Abrazado por las rodillas y la cabeza escondida entre as piernas, la sangre va cayendo por el lateral izquierdo.

Ellos quieren hacerme daño. Hace un momento Skull dijo que me iban a matar si era un mal chico, pero ellos no son buenos. Son iguales que los Santoro. Misma pesadilla en distintas manos.

¿Y Dante? ¿Lo mataron? ¿Es por eso que no regresa?

Enzo me abraza. No me esfuerzo en apartarlo, estar entre sus brazos me sienta bien y apacigua mi corazón. Él me agrada.

—Tranquilo, hijo mío. Tranquilo.

Se mantiene así hasta que estoy calmado. Al hacerlo hace que me despegue de las rodillas y que sus ojos me reciban amigables, dirige la mano en uno de mis mechones largos y dice:

—Tú cabello está dañado —toca mi mejilla —Tú cutis también —prosigue con los manos y pies —Tienes la suciedad incrustada. Necesitas más que una ducha, y ellos solo quieren ayudarte.

—No —susurro solo a él.

—Iremos más lentamente.

—No —vuelvo a susurrar.

—Le diré a las chicas que se vayan.

—Si.

—Natasha se encargará de ti.

Recuerdo lo agradable que se veía Enzo en manos de esa chica y susurro:

—Si.

Lo primero que Natasha hace es curar la herida, aunque quema la seguridad de la mano de Enzo sujetando la mía hace que no me queje, simplemente confío en que lo que hace es bueno. A continuación, sostiene el arma y cierro los ojos, en la oscuridad oigo como corta sin que el dolor llegue.

Hay muchos olores desconocidos en el proceso, agradables para mi olfato y que hacen tranquilizarme más. También me gusta que Enzo cante. Tiene la voz de un lobo. Tal vez es lo que es.

Quisiera saber si sabe algo de Dante. Pero él me pidió silencio, y yo no lo voy a fallar nunca.

—Abre los ojos.

Lo hago encontrando un sujeto delante de mí, al principio me asusto, pero enseguida me doy cuenta que es mi reflejo. La primera vez que me ví fue en el río con Dante. Aquella vez mi pelo era muy largo e igual que la barba, ahora es corto y la barba dura lo que tarda Natasha en hacer magia.

—¿Te gusta? —pregunta Enzo.

—Si.

—Nos queda mucho por hacer. Antes, pero, he pedido unos dulces y ya han llegado.

Se me hace la boca agua cuando entran los dulces y lo primero que hago es compartir, no obstante, nadie los acepta. Intento comprender porque no quieren la felicidad.

—Voy a tomarme un descanso. A mi hijo se le antojo ese dulce —finalmente Natasha acepta el dulce y gira hacía Dumb y Skull —Más vale que acepten, descerebrados. Mucho músculo, poco cerebro.

Acaban cogiendo dulce con un gracias por parte de Skull y por los dos . Solo queda Enzo, el cual miro con la esperanza que siga a los demás.

—¿Hay chocolate negro del cien? —ladeo la cabeza —Es lo único que mi cuerpo acepta. El dulce me hace daño.

¿Cómo es posible?

—Hay personas que ciertos alimentos le hacen daño en la tripa —se toca el vientre —Lo casos más normales son la leche y los frutos secos, aunque casos más raros como el mío que sin sufrir diabetes igual no puedo comer dulce. La diabetes es una enfermedad metabólica crónica que se caracteriza por niveles... —dejo de escuchar buscando el chocolate, señalo uno y dice: —Ese no es —se pone a buscar conmigo y sé que lo ha encontrado cuando se le ilumina la mirada —Es este. Supe que podía comer de este cuando lo trajo mi hija, desde entonces siempre que venía a visitarme me traía porque sabía que me gustaba mucho.

Su mirada se apaga mientras sigue hablando:

—Ella ya no está. Ella debería estar aquí, ella también estuvo esperando este momento conmigo. Ella había hecho una lista —empieza a llorar de la misma manera en la que lloraba en la casa de policía —Las cosas no deberían ser así. Es injusto.

—Anímese jefe. Esos dos volverán a estar juntos —le dice Skull.

—Discúlpame. Necesito un momento conmigo —Enzo se va.

Hasta ahora creía que la comida daba la felicidad, pero a él le ha hecho llorar, y yo no quería que eso pasará.

Sin querer ser más un problema suelto la comida y me hago amigo de la silla esperando que Natasha prosiga. Tiemblo, aunque trato de evitarlo, convencido de que nada de lo que me hace es malo. Al finalizar mi cabello, piel y uñas brillan como el primer rayo de sol en la mañana.

Seguidamente traen mucha ropa. Natasha selecciona las prendas y ordena que me la pruebe. Sin embargo, no lo hago. No quiero hacerlo delante de Skull y Dumb. De esos grandes hombres.

—No.

—¿Cuál es el problema? —los señalo y ella se encarga de echarlos —Tienen que ser muy idiotas para que lo tengan tan asustado, chicos. ¿No ven que es un niño par de insensibles?

—Solo le dije la verdad —protesta Skull.

—Vas a ser padre. Debes ser más comprensivo.

—Aún quedan siete meses, amor.

—Ve con el jefe.

Dumb engancha a Skull y se lo lleva mientras que este hace un puchero a la mujer que será la madre de su hijo. Natasha vuelve a acercarse, habla una vez más de cambiarme pero estoy ocupado mirando su vientre plano.

—¿Bebé?

—Si, de un tonto. Skull tiene un corazón muy bonito, aunque al principio yo solo veía en él un tontito de mucho músculo. Enzo hizo que cambiará mi punto de vista. Él y su costumbre de cupido.

Explica como Enzo la engañó para que cediera a tener una cena con Skull y como el jefe hacía de la voz de la conciencia. Ella lo descubrió enseguida porque el vocabulario que empleaba era excesivamente dulce, sin embargo, les dejó creer que la tenían donde querían porque le resultaba dulce ver a un hombre sonrojarse mientras que le decía cosas pastelosas. Después de eso se hizo de rogar una larga temporada, hasta que finalmente aceptó estar enamorada.

Asiento contagiado de su felicidad y sin haber compartido comida, sino un recuerdo alegre. Ojalá tener uno bueno que compartir, aunque tengo muy buenos con Dante no los puedo contar.

¿Eso me hace un chico malo?

No lo tengo muy claro. Estoy siendo un chico bueno al cumplir su petición, pero a su vez soy uno malo al no compartir, debe haber algo entre los dos conceptos que pueda explicar esto.

Tras probar mucha ropa y agradecido de que haya terminado, me guía de regreso con Enzo, el cual está haciendo movimientos al ritmo de la música, Natasha dice que eso es bailar y que se le da muy bien. También dice que la música es de la vieja escuela. Debe notar mi perdida porque aclara con "de hace muchos años".

Enzo detiene la actuación y se acerca, me rodea mirando a todos mis rincones a la vez que apoya la mano en la barbilla. Se detiene frente a mí, sonríe y dice provocando el calentamiento de mi cara:

—Que guapo es mi chico.

Abandonamos el spa con el sol ya bajado. Vamos a un lugar llamado restaurante donde sirven la comida caliente, pero antes hay que descifrar los dibujos de unos papeles duros para elegir el plato.

Enzo pide todo y dos platos para compartir, aunque pronto ya no puede comer más insistiendo en que yo lo haga.

—Yo malo. Compartir bueno —le hago saber.

Soy sumamente feliz de seguir ampliando el catálogo de palabras, y lo soy más que usando poco él me entiende, aunque no come, en su lugar me asegura que si aparto algo de comida lo compartirá con los perros. Los perros son como los lobos, más pequeños y dóciles.

Llegamos a una nueva ubicación cuando la luna se encuentra justo en el centro del cielo de estrellas. Avanzamos sin mucho ruido, ya que al hacerlo podríamos sin querer despertar a algún humano que se hospeda en el hotel. Un hotel es un lugar donde la gente paga por dormir, y este en cuestión le pertenece a él, aunque tiene más por el resto del planeta. También tiene otras cosas. Habla de cada una mientras que por mi parte he dejado de escuchar después de Ámsterdam, ya que dentro del contexto no parece comida y es lo único que me apetece aparte de dormir.

Entramos en una habitación súper grande. Voy directo a la cama, aprendí con Dante que es donde se duerme y no en el suelo, y a mi me gustaba porque era blanda, pero está es mejor que la suya.

—Tienes que quedarte aquí hasta que regrese.

"Espérame aquí. Será solo un segundo" —suena en mi cabeza las últimas palabras de Dante.

Agarro la mano de Enzo y pronuncio muy seguro:

—No.

—¿No quieres quedarte?

—Si.

—Vendré mañana.

—No —me pican los ojos aguados.

—No llores, hijo —no duda en acogerme en sus brazos cuando empiezo a llorar. No quiero que se vaya, no quiero. Si se va pasará algo malo y no regresará, y yo no quiero que eso ocurra —Tengo que preparar el juicio.

—Aquí.

—¿Me quedó? ¿Eso es lo que quieres?

—Si. Conmigo.

Despierto en la mañana siguiente Enzo está en el escritorio rodeado de papeles que contienen más dibujos, muchísimos dibujos.

El desayuno nos lo traen a la habitación. Enzo dice que puedo pedir cualquier cosas usando el teléfono que me enseña usar, igual que también dice que no puede estar quedándose todos los días porque tiene muchas obligaciones a las que por desgracia tiene que hacer caso. Sin embargo, él se quedará conmigo, porque no voy a permitir que vaya a ningún sitio sin mí.

Vamos a un lugar llamado juzgado, hay me pide que haga caso de cualquier petición suya sin quejarme. Así que cuando entramos en la habitación donde nos esperan me siento en el lugar donde me indica, por su parte, se posiciona de tal forma que hay la misma distancia entre él y los presentes.

Una mujer aterradora se incorpora sentada en un lugar más elevado al frente, detrás de una mesa alta.

El juicio inicia.

El número de palabras raras es tan elevado que solo me quedo esperando mientras permanezco ausente. Lo hago desde el aburrimiento hasta que Enzo pronunciar la palabra más aterradora.

—Su señoría. Después de todo lo argumentado lo más razonable sería negociar un castigo y evitar la cárcel. Además, él está bajo mi tutela. Considerando mis antecedentes con demás criminales rehabilitados agradecería tener la misma oportunidad con este buen chico.

Castigo, castigo, castigo, castigo.

—¡No! —chillo y me pongo a correr, Skull me sujeta a la vez que me desespero recordando los castigos que he recibido desde nacimiento —¡Castigos malos! ¡Yo buen chico! ¡Muy buen chico!

—Salvatore, calme a su cliente o quedará en constancia. Y no habrá nada que pueda negociar.

Enzo se acerca a calmarme con su toque. Sollozo suplicando que nadie me castigue a la vez que prometo ser un buen chico. Suplico que no me peguen, que no me corten, que no me quemen, que no me dejen sin comer y, principalmente, suplico que no me violen como hicieron con mi madre. Lo grito con tanta rabia contenida que Enzo se asusta, así lo creo porque sus ojos se agrandan al mencionar lo que hicieron a mi madre y palidece al saber que su propia familia la asesinó.

—¡Mamá! —grito histérico.

Los canguros me sacan.

Ha pasado mucho rato desde que me han sentado en una silla afuera de la habitación y sigo esperando con Dumb la salida de Enzo, ya que Skull ha regresado después de sacarme.

Dumb me ha dado agua y comida, y también me ha dejado llorar hasta que se han secado las lágrimas. Todo lo ha hecho en silencio.

Las puertas se abren.

Lo primero que pide a los canguros es que se retiren de nosotros para darnos algo de intimidad. A continuación, pega las rodillas al suelo y saca un pañuelo que utiliza para limpiarme la cara y los mocos.

—¿Cómo estás?

—No castigo, niño bueno.

—¿Confías en mí? —asiento —Nunca he matado a nadie, aún así no me temblará la voz si he de pedir a mis hombres que lo hagan, aunque no soy partidario voy a protegerte aún si debo ir en contra de mis principios.

—¿No castigo?

—Hay castigo —controla los temblores de mis manos —No es ninguno de esos terribles castigos que has pronunciado, te lo prometo.

Después de una semana y que anoche Enzo tuviera que irse dejándome con Dumb, a pesar de mis ruegos, hoy es el día del castigo. Enzo prometió llegar porque quiere recibir el castigo conmigo, aún cuando yo no quiero, ya que él no merece ser golpeado por los errores que cometí.

Espero ansioso su llegada.

Al escuchar el cerrojo salto de la cama y voy corriendo a la puerta, nada más verlo me tiro sobre él. Caemos al suelo abrazados.

¡Está aquí! ¡Está aquí! ¡Está aquí! ¡Está aquí!

Y por lo que huelo ha traído el desayuno.

—Vamos a comer. Hay que ir fuertes al castigo —el entusiasmo se marcha. Corro bajo la cama para esconderme. A pesar de que no sea igual, no deja de ser un castigo, y los castigos duelen —Sal de ahí, muchacho. Si no vamos tendremos que volver al tribunal y ver a la señora de los castigos, no quieras darle la oportunidad de cambiar el castigo porque la siguiente vez te dará uno malo.

—¡Castigos malos!

—Este es bueno.

—¡Malo!

—Dumb, sácalo de ahí. No podemos llegar tarde —le cambia el tono cálido de voz por uno frío.

Dumb, desde el otro extremo, me agarra de un pie y me saca de un tirón mientras intento engancharme al suelo. Acabo echado sobre su hombro, le doy pelea a base de patadas sin que se inmute, ni un poquito, a la vez que abandonamos el hotel y termino metido en el coche.

Trato de abrir la puerta sabiendo como se hace después de haberlo visto anteriormente, sin embargo, está vez no se abre. Intento una y otra vez, hasta dejo marcas con las uñas.

—¿Tanto le asustan los perros? —cuestiona Skull.

—Perros buenos —digo

—¿Le ha explicado el castigo, jefe?

—Si se lo digo no lo comprenderá, y si le explico será tan largo que se acabará ausentando y no escuchará —así soy yo —Es mejor que lleguemos y vea el asunto con sus propios ojos, una vez entendido se calmará.

—Quiero saber castigo.

—Vas a cuidar a perros

¿Cuidar a perros?

Cuidar a perros no es un castigo. Creo que no lo es. A la gente que he visto con perros se les notaba la felicidad, sin embargo, considerando que esto si es un castigo, seguramente han entrenando a los perros para que ataquen a chicos mal portados con sus grandes y aterradores colmillos. Es una forma suave de decir que seré mordido por ellos hasta perder el conocimiento.

Durante el trayecto batallo sin cesar con la puerta, aún cuando Enzo dice que es inútil ya que pusieron el seguro de niños, no entiendo que es eso, pero de alguna manera impide que pueda escapar.

Al llegar y que me abren la puerta fracaso en el intento de escapar, capturado en manos de Skull, que aún se atreve a decir que no es un castigo malo y que me lo pasaré bien recibiéndolo.

¡Solo existen castigos malos!

Entramos a la casa donde ladran cientos de perros enjaulados. Están ahí por el peligro que representan.

—Skull avisa que ya llegamos —soy liberado, y al segundo estoy a merced de Dumb. Enzo se remanga —Empecemos. Elige perro.

Accedemos en un camino situado en mitad de las jaulas donde en los barrotes se amontonan los perros ansiosos de mi carne. Considerando que los grandes me destrozaran enseguida me voy a por los pequeños, y de ellos el más pequeño que contiene tanta energía que no se agota de brincar.

Skull entrega un juego de llaves a Enzo. Sé lo que son porque también las usaban para abrir las jaulas en la casa de policías.

El perro libre corre en mi dirección. Giro de golpe chocando con fuerza con Dumb provocando mi caída y quedando a merced del perro, el cual no duda en subir encima hasta llegar a mi cara.

Me lame haciendo cosquillas.

—Ahí van más.

Enzo deja ir a los demás compañeros del pequeño perro que no dudan en venir a por mí con más lamidas. Río muy fuerte, hasta duele la tripa de hacerlo. Mientras que el hombre que me cuida se sienta en el suelo contemplando la escena, alargando la mano me ayuda a sentarme también.

—Tú castigo consiste en cuidar de ellos y su hogar. Vas a darles de comer, limpiar, jugar, pasear. También recogerás sus cacas. Yo te ayudaré.

—¿Castigo bueno?

—Antes del juicio yo ya había pagado lo que robaste como señal de buena fe y, tras una buena charla con la jueza, consideraron tú delito menor, sin embargo, como es delito debías recibir un castigo. Trabajos de beneficio de la comunidad. Por ejemplo, limpieza de edificios municipales, jardinería, cuidado de mayores, participación en actividades culturales...

—Limpiar perro, por favor —le interrumpo.

Han pasado cinco meses desde que conocí a Enzo y los canguros, aunque en realidad no son canguros, sino que son guardaespaldas.

Durante este tiempo he aprendido mucho del mundo dentro de las ciudades que dista mucho de ser igual que la de los bosques. Las mañanas las solemos tener ocupadas cuidando a los perros, aún cuando mi castigo ya fue cumplido, tuve la posibilidad de quedarme con mis amigos peludos a través del voluntariado, actividad que se ha convertido en mi favorita. Luego, en las tardes, Enzo me da clase por cuarenta minutos, ya que es lo máximo que aguanto sin desconectar. Su nueva meta es enseñarme a leer los dibujos que hay en los papeles, los cuales no son dibujos, sino letras que ya he empezado a diferenciar tras una primera clase. Y, en la noche, a veces se queda a dormir, pero cuando no lo hace se queda Dumb. Una vez se quedó Skull. Natasha lo había echado de casa porque las hormonas la ponen algo violenta, aunque solo le duró la noche y el día siguiente ya le dejó regresar.

A Natasha la veo cuando vamos al spa. Ella nos comparte, a Enzo y a mi, su vientre cuando el bebé inquieto da patadas. Dicen que será futbolista. Del Barça. El equipo de fútbol de la ciudad.

En una de las conversaciones con la futura madre me enteré que Enzo tiene hijos. Seis chicos y una chica, quisiera conocerlos, sin embargo, creo que eso no sucederá pronto porque al mencionarlo entristeció.

Por otro lado, volví a ver a Dante. Lo hice a través de la televisión, ya que en uno de los canales pusieron imágenes de su concierto. Ahora que soy consciente de las dimensiones del mundo puedo decir que su fama es enorme, muy enorme, tiene millones de fans.

Algún día sabré porque no pudo regresar. Mientras estoy feliz por saber que él está bien y que puede seguir cuidando de su manada, a la cual no he mencionado a Enzo después de que le hablará de mi familia y de lo que me hacían, también le dije que odiaba mi padre por violar a mi madre. Escucho todo, y al finalizar dijo que ahora mi familia era él y que algún día me presentaría a mis hermanos, pero como he mencionado antes aún queda para que eso pueda ser.

Hoy me dará su apellido, y no le molestará si decido llamarlo papá. He estado practicando para que me salga natural.

A partir de hoy seré Alessandro Salvatore y mi padre adoptivo estará orgulloso de mí, igual que lo está mi madre desde el cielo.

Junto a Dumb desayunamos en el bufé del hotel. Enzo tarda en llegar, así que todo el tiempo regalado lo empleo en comer y repetir.

Llaman a su móvil y contesta en silencio, la llamada no dura más de un minuto, y para cuando finaliza por primera vez habla:

—Vamos a la habitación. Y te quedarás ahí.

Algo importante ha pasado porque ya me avisaron que él solo se pronuncia cuando es un asunto de relevancia.

—¿Todo está bien? ¿Y Enzo? —pregunto siguiendo sus pasos.

—Cualquier cosa que necesites comunícate al servicio de habitaciones. Ordenaré que dejen las cosas en la puerta. ¿Necesitas que te recuerde cómo hacerlo? —niego, lo sé muy bien —Si viene alguien que no sea yo, escapa.

—¿Dónde está Enzo? —me duele el pecho —Él está bien, ¿cierto? Dime que sí lo está, por favor. A él no le pueden pasar cosas malas. Es un hombre bueno.

—Regresaré por ti.

Después de una semana no hay noticia de Dumb, y por la manera en que se fue sé por seguro que algo trágico sucedió. Espero que no haya sido con Enzo.

Regresará conmigo. Yo lo sé, no es como cuando Dante dijo que volvería en un segundo con helado. Sin embargo, el pecho me quema, y las lágrimas solo se repiten temiendo el peor escenario.

Enzo regresará. Muy pronto. Es cuestión de un segundo más.

Solo uno más, y otro más.

¿Por qué no está?

Debería estar.

¿Qué mal hago para que todos me abandonen? ¿Dónde está el error?

Empiezo a creer que mi madre no me quería tanto y que en realidad nunca murió, sino que me abandonó al igual que los hombres más importantes que han habido en mi vida. Aunque ella me dejó en peores circunstancias.

¿Mamá me odiaba?

No, no es cierto. Después de tanto sigo sintiendo su calidez en mi corazón y sé que siempre me cuidará desde el cielo.

La puerta se abre y voy a esconderme bajo la cama los segundos en que tardo en reconocer los zapatos de los guardaespaldas. Mientras Skull espanta los cuervos que se han acumulado en la ventana y corre las cortinas, Dumb me hace sentar manteniendo una mirada muy seria, más de lo habitual.

—Iré rápido por el poco tiempo que tenemos. Enzo murió,

Quedo encallado en la confesión mientras mis oídos han bloqueado cualquier sonido externo; la voz de Dumb, la de Skull y, en general, el ruido del entorno. Solo oigo mi respiración pesada y los latidos pausados, muy pausados, el ritmo amenaza en provocar una parada cardiaca.

—¡Alessandro! —Skull, me sacude —¡Te necesitamos aquí!

—¿Murió? —logro articular.

—¡Tenemos poco tiempo!

—¿Tiempo de qué?

—Están cambiando las leyes. Van a culparnos de cosas que nunca hicimos y seremos encerrados. Quizás sean nuestras últimas horas.

—¿Vuestras últimas horas?

—De vida.

—No, eso no puede ser. Tú hija nacerá dentro de poco.

—Y yo no la conoceré.

—Alessandro, calla y escucha —dice Dumb —Irás a la dirección que te vamos a dar. Ahí están las únicas personas buenas para ti. Soraya y Gunther. A Soraya le robaron los recuerdos, antes de que eso pasará estaba ayudando a la familia a recomponerse y te estaba buscando con Enzo. Aún sin recordarlo ella te ayudará. Por otro lado, Gunther es el único capaz de matar el monstruo que viene a por...

La puerta explota.

—Tardée ya he llegado —un hombre de mirada vacía e inexpresivo se asoma. Skull y Dumb disparan hasta quedarse sin balas, y aún así el ser sigue avanzando como si nada —Humanos, tan inservibles como siempre.

Esquiva a Skull ágilmente, golpea a Dumb sin esfuerzo, los siguientes ataques quedan obstruidos por los cuervos que llenan la habitación y que no dudan en picotear a mis amigos.

—¡Putos pájaros!

Skull está muy malherido y Dumb igual. Este último usa una lámpara como bate de béisbol para abrirse paso directo hacía el hombre que tiene puesto la mira en mí, sin embargo, aparecen más cuervos que lo hacen retroceder. Este sujeto no me agrada. Incluso podría posicionarlo al mismo nivel que mi familia.

—¡Huye! —gritan Dumb y Skull.

—¿Quién eres? —pregunto angustiado.

—Vincenzo Salvatore. 


****

Joder, perdón, pero es que no saben la cantidad de lágrimas que he derramado escribiendo este capítulo. Esto de escribir drama tan duro y ser sensible, muy sensible, es muy mala combinación. Pero, en fin, soy masoquista. 

*suspira* 

Alessandro es tan sumamente adorable y duele tanto, pero tanto, es uno de los personas que más duele, por no decir que el más. Claro que hay un personaje que le hace la competencia de muy acerca. 

(SI OS ESTÁ GUSTANDO LA HISTORIA NO DEJEN DE APOYARME DEJANDO SU VOTO, ME AYUDAN MUCHO)

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