✨ Capítulo -7- ✨

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Era una noche perfecta.

Había convencido a Kojiro de usar esa Yukata azul, además de que le colocó un adorno dorado en su cabello, le gustaba esa combinación, dorado con azul. El japonés quería ir solo con un pantalón y una camisa simple, pero Poseidón había insistido, y es que Kojiro no veía las ventajas de usar la Yukata. En primera, él está cómodo, además las telas son preciosas y quedan hermosas en su cuerpo, y la principal razón, es que es como si Kojiro usará falda, así que solo tenía que alzar la tela si quería besar y morder esas piernas, o quería posicionarse entre ellas para morir de placer.

Solo pudo sonreír cuando el mayor aceptó usar lo que le dijo.

Él llevaba una simple camisa azul marino a juego con esa Yukata, y un pantalón obscuro con zapatos, el cabello peinado, dejando esos mechones rubios sueltos, además de llevar consigo su saco en caso de que hiciera frio. En el camino, sintió que su corazón se saldría de su pecho, cuando el japonés tomó su mano y después se recargó en él, en lo que el chofer los llevaba a Circle. No pudo resistirse de robarle un beso, agradeciendo que la cabina del chofer está separada de ellos.

En el camino hablaron de cualquier cosa. Si Kojiro mencionaba algo, para él significaba que era algo que valía la pena escuchar. Y resultaba que lo era, tenían cosas en común, no solo en hobbies, sino también en como veían algunas situaciones. Kojiro era más reservado y trataba de buscar algo bueno de las cosas que se le presentaban, y Poseidón era reservado igual, aunque, era más explosivo, decía lo que pensaba sin filtro, cosa que el japonés confesó que le gusta mucho de él.

— ¿Te gusto por mi personalidad? — preguntó el griego sorprendido.

— Sí, yo igual me sorprendí. — respondió el japonés, soltando una risa. — Pero, en mi mundo, las personas usan máscaras todo el tiempo, cuidando sus intereses, nunca dicen realmente lo que quieren, solo cuidan cada cosa para que así puedan seguir cerca de ti, y les hagas favores. Entonces, cuando tú llegaste, y comenzaste a decir todo sin importarte nada, acabé fascinado. Sé que sea lo que sea que pase, siempre me dirás las cosas de frente. Incluso eres de esas personas, que me dirían en la cara que solo me están usando.

— Nunca te usaría. — respondió Poseidón. — Es más fácil que tú me uses a mí, y aun así ni siquiera me molestaría eso.

— Oh, ¿dónde quedó mi alfa orgulloso? — dijo el japonés, robándole un beso antes de que el rubio comenzara a quejarse. — Ves, esto es lo que adoro de ti, no tienes filtro y puedo ser yo mismo sin tener que usar una máscara. Pensé que eso solo lo conseguía con mis amigos, y ahora te tengo conmigo.

— Me tendrás siempre. — dijo el griego, acariciando algunos mechones de pelo. — ... Sobre lo que dijiste, debió ser difícil no conocer si alguien se acerca a ti con verdadero interés a tu persona y no a tu dinero.

— Un poco, cuando era más joven era más difícil, pasaron muchas cosas que me hubiera gustado evitar, pero mira ahora, te tengo en mi vida. — comentó el samurái viendo esos ojos azules. — La persona que me podría destruir solo hablando, me ha jurado que nunca me lastimaría, considero eso una bendición.

No pudo evitar lanzarse a sus labios.

Disfrutar de sus besos, lo amaba, amaba desde siempre a Sasaki Kojiro. Le gustaba ver esos ojos caramelo determinados, le gustaba verlo salir del fondo del mar de problemas y como podía luchar contra todo, le gustaba que él podía ser él mismo y Kojiro lo complementaba. Simplemente, ¿cómo decirlo? Tal vez no existían palabras aún para explicar lo que sentía, pero...

Kojiro era la luna que el mar necesita para generar las olas. Sí, era eso, aunque fuera algo loco y metafórico, era como se sentía su corazón siempre que pensaba en su omega.

Por más que quisiera seguir besándolo, sentir esos dulces gemidos del japonés y los jadeos en busca de aliento, tuvo que soltarlo cuando sintieron que el auto se detenía. Miró esos dulces ojos caramelo de nuevo, y besó su frente, para acabar por salir del auto, ofreciendo su mano para ayudar a bajar a su omega, y entrar en ese enorme lugar que era Circle. Un lugar extravagante, exclusivo y que, por primera vez, no estaba entrando por la puerta común, sino, por la puerta de los VIP, sin filas y recibiéndote con una sonrisa todos los empleados.

Caminó a lado de su omega, aunque quisiera sujetarlo de la cintura, no podía hacerlo en público, así que se estaba comportando como su asistente, caminando a su lado mientras Kojiro saludaba a unos amigos, y lo presentaba. No era alguien sociable, pero si Kojiro necesitaba que lo fuera, al menos no sería grosero al contestar.

Todo iba bien, solo tenían que seguir caminando a la sección VIP, pasar de la gente común y al fin estar solos para seguir su romántica cita, pero, sabía que dios lo odiaba, porque una voz molesta se escuchó.

— ¡Kojiro! Mi lindo y hermoso Kojiro, el sol de Japón, y el omega más amable que he conocido, mi lindo Kojiro, que alegría verte.

Y es que, a unos pasos de ellos, estaba un sujeto de tez blanca, maduro, de cabellera negra y algo larga, con una barba de tres días, que lo único que hacía era definir más sus facciones, alto y de cuerpo atlético, con un acento remarcado ruso, eso podía distinguirlo fácilmente. Era un hombre mayor, pero, era atractivo, eso no podía negarlo, menos cuando reconoció quien era al verle la cara con detenimiento. El famoso Grigori Rasputín, el magnate ruso, que viene de una cuna de diamantes al ser parte de la familia real rusa que dejó hace mucho tiempo el mandato, ahora, era el hombre que había hecho su propia fortuna por aparte. Hizo oro y diamantes con cada cosa que hacia dentro del mundo del espectáculo, casinos, bares, películas, productoras, etc.

En definitiva, era algo simple para cualquier persona que quería ser alguien en la vida dentro del entretenimiento. Si este sujeto hablaba bien de ti, es muy probable que fueras una estrella al siguiente día.

— ¡Grigori! — dijo el japonés emocionado, corriendo a abrazarle, cosa que hizo que los celos del rubio comenzaran a aparecer. — Ya estás aquí, que bien. Por dios, ¿qué te hiciste? Luces genial.

— Solo he cuidado mi salud un poco, deje hace unos meses las drogas, bueno, eso creo. — rio el ruso. — Las deseché cuando me dormí en una presentación del Ballet de Moscú, ningún sano humano con una pisca de gusto podría dormirse ante tan bello espectáculo, fue cuando me di cuenta que toqué fondo y las dejé.

— Me alegro que estés mejor, lo que me contó Simo era que te dio abstinencia así que...

— Estoy bien ahora Koji. — rio el ruso. — Sabes, soy muy difícil de matar aparentemente, porque fui al médico pensando que me daría el peor diagnóstico debido a esos años de sustancias, ¿y sabes que me dijo?

— ¿Qué?

— Soy más sano que cualquier veinteañero, mi cuerpo está en excelentes condiciones, ja, es como si fuera inmortal. — respondió el mayor acariciando el cabello del japonés. — Soy como una cucaracha, no me muero, me multiplico.

— No me digas que ya tienes cachorros. — comentó el samurái sorprendido.

— Nada de eso. — comentó el de tierras frías con una sonrisa. — Me han querido poner como 7 cachorros a mi nombre, diciendo que son míos, pero siempre sale negativa la prueba de paternidad. Solo son idiotas que quieren mi dinero y poder.

— Grigori...

— Y por eso ya prometí no acostarme con cualquier omega, ya dejé ese mundo detrás, y...

La mirada penetrante del ruso, esa mirada verde aceituna se juntaba con la mirada azul profunda de Poseidón de golpe. El ruso lo escaneo de arriba abajo, mirándolo como si fuera la primera vez que lo veía, cosa que no era de todo falso, pero, Kojiro había enviado fotos de Poseidón y había dejado en claro la situación, de que era su alfa y ya se encontraba marcado, pero el ruso se negaba a aceptar eso, menos al ver que se trataba de un alfa joven, sin nada en que caerse muerto y con el historial del japonés, era normal que pensara que ese sujeto solo quería aprovecharse de la fortuna de Kojiro.

— Te presento a mi alfa... — dijo el japonés sonrojándose. — Poseidón Olympus.

— Un placer. — comentó el rubio, sin bajarle la mirada al ruso que no dejaba de mirarle.

— ...

— Grigori, por favor. — susurró el japonés al ver que su amigo no respondía el saludo de Poseidón.

— Mis disculpas, es que, el ultimo alfa joven que se acercó a mi amigo, terminó siendo una maldita basura, que me alegra que se haya exterminado.

— ¿Eh? — dijo Kojiro. — ¿Qué dices?

Y es que nadie, absolutamente ninguno de sus amigos se supone que sabían que pasó con Aoki, simplemente Kojiro pensó que había regresado a Japón, pero, no esperó que ellos supieran algo de lo que había pasado.

— Cuando digo exterminado era para verme rudo e intimidar al alfa de enfrente, Kojiro, capta el ambiente. — se quejó el magnate. — El idiota solo volvió a Japón con la cola entre las patas.

— ¿Hablan del ex amante de mi omega? — se quejó el rubio. — Tenga algo de decencia y no mencione a nadie que ya no pertenece a la vida de Kojiro.

— Poseí, basta.

— Oh, jaja, ni creas que eso me va a comprar para hacer que confíe en ti. — dijo el ruso. — Siento que no eres más que un parasito que igual está detrás de Kojiro por sus cosas, y cuando se le caiga esa venda de los ojos a mi amigo, podré divertirme contigo.

— ¡Grigori!

— Le recomiendo que espere sentado, nunca dejaré a mi omega solo. — se quejó el rubio, pero, los alfas estaban comenzando a soltar feromonas agrias, lo que estaba haciendo que llamaran la atención. — Firmaré lo que sea para que nunca tenga un centavo de la fortuna de Kojiro, no lo necesito, solo necesito a MI omega a mi lado.

— Que bueno que lo mencionas, para comenzar con los trámites legales antes de que tomes desprevenido a mi amigo.

— Hágalo.

— ¡BASTA! — Gritó el japonés, jalando a los dos.

Y es que ya tenían muchas miradas entre ellos, y no quería que los medios hablaran de este encuentro. Al final, Circle era muy popular entre los jóvenes artistas, y siempre estaba lleno de paparazzi esperando tener la mejor noticia, no era bueno llamar la atención en ese lugar. Acabó por mezclarlos con la multitud de abajo, no en la zona VIP, para que se calmaran un poco. Y es que funcionaba, a Poseidón no le gustaba engentarse, y a Grigori no le gustaba mucho el ruido de las multitudes, así que ambos se calmaban rápidamente si estaban en un ambiente concurrido.

— Lo lamento, rubio, confiaré en lo que me dice Kojiro, y esperaré a ver que todo lo que alegas es verdad. — comentó el ruso.

— Bien. — respondió Poseidón.

— ¿A dónde iban?

— A mi palco en la zona VIP, veremos el espectáculo. — comentó el samurái sonriente.

— ¡Qué maravilloso! Los acompañaré. — sonrió con algo de malicia el ruso.

— ¿Qué? Por supuesto que no, esto es una cita, además de...

— ¡POSEIDÓN!

El rubio solo pudo sentir desesperación, y es que su bella noche con Kojiro ya estaba arruinada con ese idiota de Rusia, ahora, reconoció la voz que llegó, y es que se estaban acercando a paso veloz los amigos de Loki, que prácticamente igual son sus "amigos", pero no los llamaría así ni en un millón de años. Los idiotas piensan que pueden hablarle porque Loki le habla, pero, sería más feliz si no lo hicieran.

"Maldita sea", solo pudo pensar el rubio, que estaba con las manos atadas, no podía mandarlos a volar enfrente de Kojiro, y no podía tratarlos mal frente a su omega, quería demostrarle que podía ser civilizado con los demás.

— Te veo arriba, Koji. — dijo el ruso, besándole la mano al japonés. — Con permiso.

— Nos vemos en un momento. — respondió el japonés.

Claro que el japonés por su parte, quería dejar que Poseidón saludara a sus amigos, así que pensaba en algo que decir para dejarlo un momento con ellos, pero, no pudo, porque de golpe se vio rodeado por ellos, haciendo que su alfa comenzara a soltar feromonas agrias, solo pudo darle palmaditas en el hombro diciéndole que estaba bien, los chicos parecían curiosos en verlo en persona, y realmente no sabía porqué, no era como si tuviera algo en especial. Pero parecían interesados en conocerlo.

Aunque, no era eso lo que tenía nervioso al japonés, era la mirada azul de la jovencita de cabello azul sobre él. Y es que no tenía que ser un genio para saber que esa debía ser Anfitrite, y por lo que había mencionado Poseidón anteriormente, estaba seguro que era ella. Es solo que cuando Poseidón le mostró una foto de la mujer, está tenía el cabello negro como él, no azul como el que ahora porta.

La miró de reojo, y pudo notar los rasgos suaves y dulces, la belleza de sus ojos y cuerpo, la delicadeza con la que se vestía, y el aroma dulce de ella. Era una mujer preciosa, de eso no tenía dudas. Lucía tan joven y hermosa, que sintió sus hombros encogerse, no quería usar la Yukata porque no quería parecer mayor a lo que es, pero Poseidón insistió así que, lo hizo, y ahora se sentía demasiado mayor entre todos ellos.

Bueno, lo era, pero, no le gustaba esa sensación.

— ¿Viene a ver algo en especial, señor Sasaki? — había dicho la mujer mirándolo, y es que sentía la mirada de Anfitrite tratando de perforarle la cabeza. — ¿O solo vino a un momento con amigos?

— Oh bueno, siempre he disfrutado los espectáculos en Circle. — sonrió el japonés. — Y mi buen amigo Grigori está de visita, además Poseidón me acompaña, así que quiero que disfrute también el evento.

— Oh si viene con un amigo, ¿no sería mejor que Poseidón se quedara aquí con sus amigos? Así usted puede disfrutar y él también puede hacerlo, al final, la diferencia de edad, no sé si los temas de los que usted habla, sean tan divertidos.

Eso lo sintió como un golpe en el estómago. Sabía porque lo había dicho, y es que, realmente si ha llegado a pensar en ello, en que Poseidón debe aburrirse de escuchar temas tan anticuados tal vez, o incluso, que debe aburrirse de estar con él después de un rato. Pero, al mismo tiempo que sintió ese pesar, también sintió ira que estaba controlando muy bien, y lograr sonreír. Incluso, supo que Poseidón estaba por explotar tras ese comentario, así que decidió hablar primero.

— El joven Olympus está en un programa, que se comience a relacionar con grandes personalidades es parte de ello, por eso, es necesario que se quede a mi lado. — dijo el japonés mirando a la mujer.

— Es más una obligación, ya entiendo.

— Para nada, Poseidón tiene la elección de elegir lo que quiera siempre que quiera y cuando quiera. Él fue el que me pidió venir, no yo, a ver el espectáculo de su amigo. Debo decir que disfruto su compañía, tenemos tanto en común. — dijo el japonés, dándole una palmadita a Poseidón en la espalda. — Creo que disfrutamos mucho nuestro tiempo juntos.

— En definitiva. — respondió el griego mirando los ojos caramelo. — Me gusta compartir el tiempo con usted, señor Sasaki.

— Entiendo su preocupación, señorita Anfitrite, pero se cuidar my bien a mis pasantes. Decide, no dejaré que Poseidón se aburra en ningún momento, lo voy a entretener muy bien. — comentó el japonés sonriente. — Bueno, no los entretengo más, disfruten mucho el espectáculo. Vamos, Poseidón.

— Hasta luego. — dijo el griego siguiendo los pasos del japonés.

Y es que el joven Olympus estaba conteniendo una risa, al ver lo molesta que estaba Anfitrite después de los comentarios de Kojiro. Pero no lo hizo, se tuvo que aguantar reír mientras veía a su omega caminar frente a él. Sabía que estaba molesto por los comentarios de la mujer, pero, aunque sabía que debía calmar a su omega, solo podía pensar en lo sexy que se vio reclamando su atención.

Apenas entraron en el pasillo VIP, no pudo evitar abrazarlo por la espalda.

— Que sexy luces diciéndole a esa cualquiera que soy tuyo. — susurró Poseidón, haciendo al japonés sonrojar. — Koji...

No pudo acabar de pronunciar su nombre, porque el samurái estaba reclamando sus labios y él con gusto se dejaba besar, apasionando los besos, acariciándole el cuerpo, la espalda, la cintura, las caderas, jalándolas hacia él para sentir ese gemido de su omega, quien se aferraba a él con deseo. Pudo sentir algo que solo sentía cuando estaban solos, y es a Kojiro queriendo impregnarlo con sus dulces feromonas, con aquellas suaves y débiles feromonas, dios, si no fuera por el perfume de Tesla, estaría seguro que estaría rodeado por ellas. Acabó por frotarse en el omega, queriendo ser llenado de ellas, para después sentir como el mayor se escondía en el hueco de su cuello.

— No fue lo que quise decir, yo...

— No mientas. — susurró el rubio. — te enoja que ella quiera tenerme cerca, amo tus celos, tenlos siempre, soy tuyo Kojiro, reclámame siempre como tuyo, eres el único que puede hacer eso.

— No quiero que pienses que quiero monopolizarte o controlarte. — dijo el japonés aferrado a su alfa.

— Hazlo, me encantaría que lo hicieras, ponme una correa amarrado a ti si lo deseas. — rio el rubio abrazándolo por la cintura, pegándose a él. — Me enciende demasiado que quieras hacerme tuyo tanto como yo quiero hacerlo.

El japonés claro que iba a quejarse de lo que acababa de mencionar el rubio, pero no tuvo tiempo. Se lanzó a sus labios cuando llegaron a la habitación VIP después de salir del elevador, agradecía que los llevaba justo enfrente de la puerta, así que no pudieron ser captados al hacer eso. Podía sentir las manos del griego recorriéndole, descubriéndole el pecho para besarle mientras lo cargaba...

Pero claro, él no era el favorito de dios.

— No me gusta que ocupen mis salas VIP como Moteles, Koji. — sonrió el ruso — Traje botanas y algunas bebidas.

— ¡Grigori! — dijo el japonés rojo cerrando su Yukata por su pecho. — Lo siento.

— Está bien, tus lindos gemidos igual son un espectáculo digno de ver. — comentó el de tierras frías.

— ¿Qué diablos dijiste?

— Poseí, solo sentémonos, ya va a comenzar el espectáculo, por favor. — rápidamente intervino el samurái, sentándose con su alfa, quien lo pegó a él posesivamente, no quería que estuviera cerca del ruso.

Entonces, antes de que pudieran comenzar alguna conversación, el host anunciaba el inicio del espectáculo.

Realmente nadie en ese momento en Circle, pensaron que verían algo espectacular al ver salir a una hermosa mujer de cabello verde y largo, con un vestido de gala negro que acentuaba sus curvas, una belleza sin igual caminando lentamente por el escenario. Por un momento, el ruso sintió que su atención se centraba en ese caminar, era impresionante como lo había dejado hipnotizado.

Y es que era difícil resaltar lo que es verdaderamente un espectáculo. El arte del Burlesque está en lo exagerado que puede ser, la parodia, la degradación de lo socialmente normativo y la glorificación de lo inaceptable. El Burlesque es el pecado en un show, un engaño de la realidad, un pase a la libertad.

— Bienvenidos a la noche de las muñecas rotas damas y caballeros. — había dicho la mujer en una voz suave y dulce.

Grigori Rasputín, a lo largo de sus 41 años, había visto sinfín de espectáculos, a decir verdad, era muy exigente, se crio en donde el ballet como arte, es un símbolo de belleza y estatus. Las frías calles de Rusia siempre se llenan de alma al momento que una bailarina o bailarín toman el escenario para escenificar con sus cuerpos el reflejo de una historia que no tiene fin. Es por ello que se dedicó a eso, al espectáculo, a la vida de noche, a esa puerta de libertad a través del arte. Casinos, bares, teatros, farándula, poder del entretenimiento.

Un magnate y productor que dedicó su vida a vivir del arte y controlarlo para dejar que aquella belleza en cada baile danzado, cada canto, cada show, pudiera ver la luz y ser disfrutado al máximo.

Era demasiado exigente, siempre lo fue, incluso en ese momento.

Pero.

No sabía si era la voz de aquella mujer, la forma en la que bailaba o como tenía a todos atentos, animados, divirtiéndose a la paz del espectáculo. No sabía si era el arte circense, las luces, la seducción líquida en cada movimiento y prenda pequeña. No sabía si era la forma en la que desechaba lo correcto y la perfección, y hacia que aquello repudiado por la sociedad fuera vívido. Que el pecado se volviera una bendición, que los fetiches fueran un tema, que los gustos peculiares fueran el pan de cada día. No sabía que era, pero su lobo estaba complacido. No podía quitarle los ojos de encima, de aquella peliverde que dirigía el espectáculo, que desde el momento uno había atrapado la atención de todos. Aquella mujer, que tenía un gran repertorio de talentos, actorales, circenses, cantorales, de baile, de todo, maldita sea, de todo.

Era una muñeca con un arsenal perfecto.

No quería que el momento acabara, pero las horas habían pasado, y despertaba de su encantamiento con los aplausos de Kojiro e incluso del rubio quien lo acompañaba. El ruso sonrió, aplaudiendo viendo como todos los artistas estaban en el escenario y reverenciaban a la audiencia. Viendo como los papeles que dan fin a un espectáculo caían y algunos quedaban en ese bello cuerpo y cabello de la mujer, ver como solo por un segundo, solo malditamente uno, las miradas se juntaron y la mujer siguió su camino detrás del escenario.

Sintió que el aliento le faltaba, y solo podía sonreírse a sí mismo de el gran show que acababa de presenciar.

— Ahora vuelvo, Koji y compañía. — dijo el ruso saliendo de la habitación.

— Grigori, oye...

— Regreso en un momento.

Al japonés no le dio tiempo de preguntar si su amigo se encontraba bien.

Solo lo vio salir, y es que el ruso necesitaba un trago después de esa experiencia. Había sido casi religiosa, como entrar en la iglesia ortodoxa, y coger frente a todos los invitados. Joder, que eso había sido libertad liquida y le había encantado. Toda su vida tenía que ponerse una máscara de engaño, una de un heredero que tenía que comportarse, ante todo, pertenecía a los Románov, y eso le hartaba más que nada, así que cuando huyó al Edén, decidió que todos le dijeran Rasputín, y de allí comenzó su vida como el gran Grigori Rasputín, un hombre libre de hacer lo que diablos quiera, y eso era definitivamente lo que quería.

Acabó por llegar a la barra y suspirar, saludando a los empleados. Pensando en que beber, hasta que escuchó una voz dulce a su lado.

— Un Manhattan por favor.

Esa voz de nuevo, acabó por voltear y ver aquella mujer que le quitó el aliento en la barra con él. Oh, es cierto, los artistas tienen acceso a pedir desde la barra VIP. Tragó saliva al olerla, manzanilla, miel, vodka, y... sonrió, ese olor a Zefir era único, le recordaba a su infancia, comiendo ese postre durante sus mejores días. Cuando solía perderse entre los pasillos de su castillo, donde podía disfrutar de un postre mientras la nieve caía por fuera.

— Lo hiciste espectacular allá arriba. — dijo el ruso viendo a la chica de reojo. — Whisky en las rocas, por favor. — pidió al bartender.

— Gracias, que amable. — respondió la mujer mirándolo. — Grigori Rasputín, ¿es usted en persona? O estoy viendo una alucinación.

— Mi rostro es fácil de reconocer cuando te dedicas al espectáculo. — rio el ruso. — Soy yo en carne y hueso, así que déjame decirte a la cara, tienes mucho talento, más del que pensé que tendría una jovencita tan joven.

Pudo ver la risa de la mujer, mientras recibía su bebida, y después ver esos ojos morados en él, que lo hacían sentir hipnotizado de golpe.

— Si reconoce mi talento, debería hacerme brillar mucho más, ¿no es un productor? ¿Por qué no me hace una estrella? — comentó el nórdico, mirándole.

— Oh, así que es alguien atrevida. — rio el ruso. — No tiene miedo de pedir lo que quiere, me gusta.

— Y no tengo miedo de continuarlo. — sonrió el nórdico retirándose la peluca, dejando detrás esa voz aguda y suave a su voz normal. — Soy Loki Odinson, soy hombre por si no se había dado cuenta.

El ruso no pudo evitar sonreír, cosa que descoloco al nórdico, porque esperaba un insulto o una cara de sorpresa, pero el ruso parecía complacido con lo que estaba viendo. Y es que lo estaba, el Románov no tenía preferencias por los omegas, amaba a todos si le daban placer, así que ver un omega andrógino era un win en toda la palabra, tenía lo mejor de dos mundos junto a Loki.

— Pasaste de un diez a un cien con ese descubrimiento. — comentó el millonario mirándolo. — Un omega andrógino de este calibre en definitiva debe ser una celebridad... Loki, creo que...

Y lo que siempre ocurre, cuando pensaba seguir platicando con el omega, comenzaron a llegar más personas y que lo rodearon de golpe, buscando favores a través de tratos falsos, donde no tiene oportunidad de decir realmente lo que quiere decir, porque también está el gran titiritero Zichu Shi Huang, observándolo todo desde arriba del telón, donde busca cualquier cosa para eliminar personas. No podía dejar ver lo que tanto le apasiona si no era con una estricta ética, que por supuesto, a su familia le encantaba, pero él se sentía solo en su miseria.

— Disfrute su noche señor Rasputín, si no le gusta un lugar, siempre puede abandonarlo, con permiso. — dijo el joven, retirándose de allí, llevando su trago a otro lado.

Y fue como un chispazo, mientras lo veía caminar lejos de él, que rápidamente pidió permiso a las personas que le habían rodeado, y comenzó a caminar rápido detrás de ese joven, hasta encontrárselo a lo lejos en uno de los pasillos, antes de entrar a la sección backstage. Sabía muy bien que se estaba metiendo en la boca del lobo, lo sabía desde el momento en que lo miró presentarse, pero, si Qin estaba seguro que Zichu iba a morir, entonces, ¿por qué perder esta oportunidad?

Acabó por acercarse al joven que le recibió con una tenue sonrisa, y antes de que dijeran una palabra, el ruso se acercó de golpe a los labios del contrario para besarle. Estaba dispuesto a la paliza que le diera ese omega, a que lo dejara asfixiado rogando por su vida en el suelo, a ser el hazme reír del mundo, estaba dispuesto a todo, por solo saborear esos labios. Pero, no llegó nada de eso, pudo sentir el suave chillido del omega pegándose a él, rodeándole con sus brazos, y soltando esas feromonas dulces que le estaban enloqueciendo.

No pudieron más y se separaron en busca de aliento, quedándose así, con sus cuerpos juntos, mirándose el uno con el otro.

— ¿Eso quiere decir que nos seguiremos conociendo? — cuestiono el nórdico mirando los ojos verdosos del ruso.

— Eso quiere decir que tengo mis ojos en ti, Loki Odinson, sigue brillando, que me encanta descubrir una estrella por nacer.

El omega rio, para después besarlo de nuevo.

Tal vez en esa plática ocasional que había tenido con un alfa que le atrajo desde el aroma, comenzaría algo que no pensó que fuera tan grande. No pensó que su destino venía desde Rusia hasta sus manos.

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Tuvo que tener el apoyo de Zeus y un abrazo de él para que tuviera el valor de regresar a la Mojo Dojo.

En primera, había golpeado a Nikola Tesla. Y lo había hecho con sus amigos presentes, y peor, frente al sujeto que todos consideran como padre. Sabía que había hecho mal, pero había entrado en pánico, no estaba pensando bien, solo podía pensar en todo lo que perdería en el momento que la verdad se supiera. Imaginaba en como lo tomarían para recluirlo en esos campos, no volvería a ver a su familia, y peor, tendría que ver a sus hermanos ser sometidos a múltiples exámenes para ver si alguno de ellos tiene algún desequilibrio, pasarían meses para que ellos pudieran salir.

Perdió el control, había estado mal, y lo peor, es que, a pesar de todo, ese no fue su único terror. En el momento que Nikola hablaba, además de sus hermanos, estaba pensando en los ojos de Qin, en su rostro, en su voz, como si buscara en su memoria imágenes de él, porque quería tenerlo bien en la mente, en caso de que lo perdiera. Al menos quería siempre tener su retrato grabado en su memoria, pero, entró en pánico cuando no podía visualizar todo de él, deseaba poder sostenerlo una vez más antes de que lo alejaran.

Sonaba algo patético, al menos le alegraba que Poseidón no estuviera presente, porque se hubiera unido a golpear a Tesla, aunque no supiera porqué, solo lo haría porque él lo estaba golpeando. Y peor, si el señor Sasaki hubiera estado, no aguantaría la cara de vergüenza, no cuando le prometió que cuidaría su hogar y a sus amigos.

Solo pudo suspirar, entrando en la Mojo Dojo, pensando en que malditamente tenía que decir, pero se encontró con unos ojos azules de un rubio que le miraba.

— Señor Edén. — dijo Hades. — Yo...

— Conozco a mis niños, principalmente a ellos, en especial a Nikola. — dijo el mayor mirando al albino. — Si se le mete algo en la cabeza, hace lo que sea para averiguar todo lo que necesita saber, y no se queda tranquilo, no importa si hace algo ilegal o malo, Nikola es obsesivo con su sed de conocimiento y descubrimiento. Eso mismo lo ha metido en sinfín de problemas, es por ello, que estoy seguro que Nikola fue el que comenzó todo este drama.

— ... Yo no debí reaccionar así.

— En efecto, no debiste, pero lo hiciste, y no te culpo. — comentó el rubio. — Nikola admitió que él tomó las muestras sin permiso, así que es normal que te molestaras, más si estaban también las muestras de tu familia. Puedo reconocer la mirada de un hombre desesperado, y la veo en ti todo el tiempo, Hades Olympus.

— Bueno, siempre he tenido muchos problemas, mi cara de desesperación es eterna.

— Espero tu vida mejore de ahora en adelante. — dijo Adam mirándole. — Pero, por lo que noto, y por como reaccionaron mis hijos, en especial Qin, quiero creer que no solo era tu familia lo que te preocupaba.

— ¿Soy tan obvio? — suspiró el enigma.

— Solo hay que ver la manera en la que Qin te mira para darse cuenta que te tiene un aprecio mayor que el de un amigo. — rio Adam. — Si quieres un consejo, se sincero con Qin, mi pequeño solo da oportunidad una vez para poner todos los papeles en la mesa, si no lo haces, yo le diría adiós a la oportunidad que tienes con él. Qin es alguien orgulloso y en algún punto, manipulador y cerrado, a veces abre la puerta de su corazón, pero, si cometes un error, la cierra con llave, y aunque se esté muriendo por dejarte entrar, nunca lo hará. El orgullo de un emperador en su totalidad.

— Creo que puedo entender eso, yo soy igual.

— Bueno, entonces sabes supongo ya lo que tienes que hacer. — suspiró el mayor. — Tu hermano, ¿cómo está? Lucía muy asustado.

— Esta bien, quiere quedarse en la casa de servicio hoy.

— ¿Está dormido ya?

— No, está viendo películas en la sala junto a Odín.

— Iré a verlo, suerte con mi pequeño Qin.

— Espere. — dijo Hades mirando los ojos de Adam. — ¿Por qué le interesa Zeus?

— Porque es un buen chico, es todo. — sonrió Adam. — ¿Algo más?

— No, nada, perdone, con permiso.

Su alarma de hermano mayor se había encendido de golpe cuando Adam dijo que iría a ver a Zeus, pero últimamente se había equivocado, así que ya no confiaba en sus instintos que le gritaban que ese alfa mayor buscaba algo más que solo una amistad con su hermanito. Era ridículo pensarlo, pero su lobo parecía estúpido últimamente, así que no lo escucharía. Simplemente siguió su camino, subiendo por las escaleras hasta llegar a unas puertas rojas, las grandes puertas de la habitación del heredero de todo, Qin Shi Huang, el próximo hombre en tener al mundo a sus pies.

Acabó por tocar algo nervioso y escuchó esa voz que tanto le encanta decir "adelante".

Se vieron, al momento que el albino abrió la puerta. Los ojos azules con estrellas le miraban con detenimiento. El emperador acababa de salir de bañarse, y por lo visto, estaba terminando de ponerse su pijama cuando el albino llegó. No se dijeron mucho, solo el Olympus mayor entró en la habitación cerrando tras de él, pero, decidió no moverse, no cuando podía oler las feromonas algo agrias que su destinado estaba expulsando, eran claras las señales, el chino estaba manteniendo distancia y quería que respetara eso.

— ¿Cómo están tus heridas? — cuestionó el omega mirándole.

— Bien, no fueron profundas. — respondió el albino. — Me han vendado, no pasará nada.

— Nikola después de curarse, dijo que lo dejáramos ir contigo porque quería hablarte. Yo no quería que fuera, pero al final lo hizo. ¿Hablaste con él?

— Si.

— ¿Resolvieron sus diferencias?

— Eso creo.

El emperador suspiró, haciendo un gesto como si se estuviera debatiendo que era lo que tenía que decir o no. Y es que realmente estaba en una encrucijada, podría ser su destinado, y la persona que quiere, pero, si su vida solo será una gran mentira, preferiría no ser parte de ella. Aunque, también se debatía, si tenía derecho a reclamar algo, al final, cuando Hades quería formalizar, él se negaba rotundamente. Le rechazó el cortejo como tres veces, y aunque ya lo había dejado hacer la cata, aun así, no dejaba hacer al alfa avances.

¿Tenía derecho en reclamarle algo? Además de simplemente estar molesto por lastimar a su amigo. Ni él mismo lo sabía.

— Mira, realmente no soy nadie para decirte que hacer o como debes llevar tu vida. — suspiró el chino. — Nos conocemos hace poco, y somos destinados, pero eso no quiere decir que soy cercano a ti. Aún hay muchas cosas de ti que no conozco, y creo que aún hay cosas de mi que tú no conoces. Y está bien, porque solo ha pasado poco tiempo, y aunque sentimos esta necesidad de estar juntos, no quiere decir que mágicamente seré la primera persona que quieres cerca de golpe si algo pasa, al igual que yo, tal vez no serías la primera persona a la que corra si algo me pasara.

— Ya veo...

— Pero.

— ¿Hm?

— Me gustaría serlo, en un futuro. — dijo el chino haciendo un pequeño puchero. — Por todos los dioses...me siento idiota y frustrado de sentir algo que no tengo derecho de sentir o reclamar.

Y es que su omega con esas lagrimas que luchaba por contener, en un llanto de impotencia le estaban estrujando el corazón. El chino quería ponerse firme frente a él, pero por lo visto, le estaba costando mucho trabajo.

— Qin.

— No debería haberme sentido mal, sé que, aún falta mucho camino en nuestra relación, y, no debería sentirme molesto, pero, realmente me hubiera encantado que me buscaras primero si necesitabas algo. Quisiera que... tú me buscaras si necesitas mi ayuda.

¿Cómo era posible? Solo esa pregunta permanecía en la mente del albino, mirando como ese omega estaba lagrimeando por algo que no era su culpa. Retorcía su corazón, hacía un desastre de su mente, ¿cómo es que Qin Shi Huang tiene tanto control sobre él? Porque de golpe se puso de rodillas, y es que venía aquí esperando a que lo dejara, que ya no quisiera hablarle y al final... Qin solo quería ser más cercano a él. Después de todo el alboroto que causó, Qin solo quería ser alguien en el que él confiara, no más, ni siquiera estaba molesto de que había golpeado a Nikola.

— ¿Hades?

— Lo siento, no deberías disculparte, yo igual quiero eso Qin. — dijo el mayor mirándolo. — Mi destinado, mi dulce omega, yo igual deseo poder conocerte mejor y que tú me conozcas a mí...es por ello que... que...

Sintió un sudor frío en su espalda.

Desde que nació, siempre había vivido en la miseria, y cuando descubrieron que era, siempre se le había inculcado miedo. Una palabra y acabaría en un laboratorio para toda su vida. Drogado con tranquilizantes hasta volverlo dependiente, donde lo tienen en una habitación, retirándole muestras tras muestras, y lo mantienen como un producto de reproducción, debido a que el gobierno desea más enigmas, y lograr así un ejército que protejan al país. Tenía tanto miedo en acabar siendo una herramienta, que simplemente decir su verdad le estaba helando la sangre, pero...

— ¿Hades?

— Quiero decirte lo que realmente pasó. — Dijo el enigma mirándole, era todo o nada, se lo dijo a sí mismo, lo reafirmo Adam, ya no tenía nada que perder, solo tenía que decirlo.

— Tesla te tomó muestras sin permiso, lo sé, Niko me lo dijo. — comentó el chino. — No te preocupes, le he dicho a Niko millones de veces que no debería...

— Qin, mi amor, escúchame. — suspiró Hades. — Sí tomó las muestras, pero no perdí la cabeza por ello.

— ¿Entonces?

— ...Estaba alterado porque pudiera decir los resultados de esas pruebas.

— ... ¿Estás enfermo? — dijo rápido el emperador preocupado. — Hades, conseguiré a los mejores médicos para...

— Qin, mi cielo, déjame hablar. — sonrió Hades al ver el rostro preocupado de su omega. — No estoy enfermo, Qin, mi dulce Qin... yo, yo soy un enigma.

El rostro del emperador era un poema a la confusión. Y es que Qin Shi Huang había escuchado la palabra "Enigma", una palabra que no había escuchado hace tiempo. Solo podía escuchar las palabras de Zichu mientras lo llevaba de la mano con él, por ese lugar con olor a desinfectante y muchas personas en bata. Pasando por esos pasillos fríos hasta hacerlo mirar por una mirilla.

— Ve la decadencia humana en su totalidad, Zhèng. — sonrió Zichu. — Esos animales solo sirven como herramientas, no hay más.

Recuerda haber tragado saliva, cuando pudo ver a una persona con un bozal, completamente ido en el rincón de una habitación, con diferentes vendajes, mientras algunos científicos le comenzaban a cargar para colocarlo en la cama y amarrarle a ella. La persona parecía fuera de la realidad, contaba con vitíligo, por lo que escuchó de su padre, los enigmas siempre tienen una pequeña mutación, aunque eso no quería decir que todos los que tuvieran una variante eran enigmas, pero, lo que era seguro, es que todos los enigmas siempre cuentan con una mutación.

— ¿Por qué le vendan los ojos?

— Van a comenzar el proceso de inseminación, los enigmas son bestias, lo amarran y le cambiaran a un bozal a uno de titanio para evitar problemas. En unos momentos traerán a otro enigma y los estimularan para que se apareen, con suerte, la cría que tengan será otro enigma que será resguardado para mí.

— ¿Para ti?

— Los enigmas son extremadamente raros, no hay casi en el mundo. E incluso haciendo que estos sujetos tengan crías, no quiere decir que tendremos cachorros enigmas. Así que cuando en estos campos, se consigue una cría, toda una mesa de magnates se sienta y comienzan ofrecer millones y millones, para quedarse con él o ella.

— ¿Para qué los quieres?

— Los convierto en armas, ¿nunca te preguntaste porque puedo asesinar a alguien cuando estoy del otro lado del mundo? Bueno, es porque les suelto la correa a mis enigmas. Pero, el problema principal es que, al ser enigmas prácticamente fabricados y manipulados, no tienen mucha esperanza de vida, tienen muchas enfermedades con el paso del tiempo, es como los perros Pug, tan manipulados genéticamente que siempre están enfermos y deberían darles el tiro de gracia a tan desdichadas criaturas. Así que, creo que, a lo largo de mi vida, he tenido tal vez 2 enigmas, ninguno natural, pero, me han servido, los idiotas hacen lo que sea por no ser enviados de nuevo al laboratorio, así que, es allí donde nos beneficiamos.

— ...

— Un imperio no se construye con buenas acciones Zhèng, uno construye un camino sobre los cadáveres de aquellos que no nos escuchan. — suspiró su padre. — Vámonos, no hay más que hacer aquí, si no tienen un cachorro enigma que pueda usar, no me interesa su granja de bestias.

Tragó saliva mirando hacia Hades que le miraba algo nervioso, y es que pensó, que pasaría, si Hades fuera el sujeto que vio, completamente ido por las drogas, siendo cargado a una cama y obligado a tener relaciones para embarazar a otros enigmas con el fin de tener un cachorro, que seguramente nunca conocería o sabría de su existencia.

— Ah... — el chino no tenía idea de que decir. — Eh...

— He vivido toda mi vida con miedo de salir. — dijo Hades de golpe captando la atención de Qin. — Tengo que siempre cuidar el nivel de feromonas que saco para parecer un alfa, cuidar de no alterarme, nada de pánico o miedo latente, porque podrían darse cuenta. Tengo que fingir ser débil ante los omegas, y tengo que embotellar mis emociones, porque dios, ya van dos veces que casi mato a Zeus. He tenido miedo toda mi vida, de que, en un punto, alguien lo sepa y me meta dentro de esos campos de concentración. Y no solo eso, haré a mi familia miserable, porque no los soltarán hasta saber que ellos no tienen nada de mí. — Suspiró el albino. — Zeus le pidió ayuda a Nikola porque no ha tenido su celo debido a mí, mis feromonas le han causado un desbalance enorme. Nikola quería hacerle una prueba total, pero necesitaban antecedentes y... y cuando supe que tomó una muestra mía sin mi consentimiento, perdí totalmente la cabeza.

El emperador solo pudo mirarlo en shock, para después sentarse en la cama viendo al albino a unos metros. Realmente estaba frente de un enigma consciente, por primera vez, ¿era real? Estaba tan confundido en sus propios recuerdos, pensamientos y sentimientos que sentarse parecía lo mejor por hacer.

— ¿Es verdad lo que me dices? — comentó el emperador mirándole.

— Si, lamento haberte mentido. — respondió sincero el griego, encogiendo sus hombros. — Yo... solo quería disfrutarte antes de que...

— ¿En realidad eres un enigma? — cuestionó el chino, sin apartarle la mirada.

— Puedes usar tus feromonas contra mí, no me harán daño, creo que eso te dará toda la información que necesitas. — comentó el griego.

— No haría algo tan arriesgado como...

— Qin, hazlo. — dijo Hades. — Hazlo, y quítate las dudas que tienes.

Sintió miedo de poder lastimar a Hades, pero, si solo era por unos segundos, solo lo haría sentirse asfixiado, solo era algo rápido, porque en su mente no podía caber que su destinado era un enigma. No cuando Zichu le inculcó a odiar a los enigmas, verlos como menos, verlos como bestias, y todo porque les quitan el poder a los omegas dominantes fácil y rápidamente. Y nunca pensó que existieran fuera de esos campos de concentración, ya que eran muy raros, extremadamente raros que parecía un invento, pero, sacó sus feromonas y vio al albino sin problema mirarle, respirando normal. Intentó con feromonas más fuertes, las que noqueaban al instante, pero Hades solo estaba de hombros encogidos.

Era verdad, era un enigma.

¿Qué se suponía que tenía que sentir ahora?

— ... Solo quería estar con mi destinado lo más que pudiera. — dijo Hades de golpe mirando esos ojos de estrella del emperador. — Eres... según dicen, él único que podría estar conmigo en mi celo y poder resistir todo mi Rut sin que te afecten mis feromonas cuando nos lleguemos a enlazar, pero...

— Hades...

— Solo te pido algo de tiempo, me iré de aquí, y, estaré lejos si te incomoda, pero, por favor, deja a Poseidón quedarse, es solo un alfa dominante, no es un enigma como yo y...

Y el emperador sintió su corazón removerse.

Simplemente de escuchar a Hades decir que se iría porque no quería causarle molestias, lo estaba matando. Su Hades era suyo, completamente suyo, como él lo era de él. No dejaría que nadie lo alejara, que alguien se atreviera a alejarlo de su persona, incluso si tenía que luchar con el mismo Hades por ello. Acabó por suspirar, para después levantarse de la cama mirándolo.

— Basta. — sentenció el emperador. — Hades... cállate un minuto.

— ...

— Sabes, los Sasaki me dijeron que los enigmas son como bestias que tienen que permanecer encerradas. Mi padre me inculcó el odio hacia los enigmas, amenazan a nuestra sociedad al no someterse a nada. Tienen una recuperación asombrosa, son prácticamente armas con piernas. Son mucho más fuertes que los demás, son más ágiles, tienen mejor desarrollados los sentidos, tienen una vida longeva siempre y cuando sean enigmas naturales sin intervención, y tienen muchas cosas más que siguen descubriendo muchos científicos, pero, lo que hace que sean peligrosos, no solo son las feromonas que matan de golpe, es su habilidad por alterar a los demás. Cambian los sexos a su favor, cambian el régimen si quieren, por ello son un desecho social y un peligro para todos. — dijo el chino mirándole. — Pero... a mí me importa una mierda eso. Solo me importa Hades, mi destinado.

— ¿Eh?

— La noticia fue como un balde de agua fría, no pienso negar eso, menos cuando toda mi vida pensé que no había ningún enigma fuera de esos campos, pero, en el momento que dijiste que te irías para no incomodarme, no pude resistirlo, no puedo dejarte ir, eres mío, eres mi enigma, mi destinado, no pienso dejar que te apartes de mí.

— Qin...

— ¿Creías que iba a dejarte apenas lo supiera? Hades, por dios. — dijo el emperador acercándose a él. — Han sido años sin ti, y me has hecho ver la gloria solo al estar a tu lado. No me importa si me arrastras al infierno, no me importa si pierdo todo, no me importa si voy a tener que parir a tus cachorros en los bosques para huir de todos y estar contigo, no me importa, solo quiero ser malditamente feliz y eso solo lo conseguiré estando a tu lado.

— ...

— Entiendo tu miedo mi amor, entiendo tu frustración. — sonrió el chino acariciándole el rostro. — Así que me tomo el atrevimiento de dejarte en claro, que no pienso separarme de tu lado por esto, y aún espero tu marca en mi cuello, aun espero mi vida feliz, y ahora que lo sé, creo que debería ayudar a los enigmas a no sentir lo que tú sientes, merecen ser felices igual, su gran mutación genética no es su culpa y quiero que cuando acabe con mi padre, pueda usar mi poder para ayudar a personas como tú, a que nadie de ellos vuelva a sentirse como si tuviera que esconderse del mundo y...

Y no pudo decir más.

Porque el griego se lanzó a sus labios, besándolo con deseo, cosa que el chino correspondió abrazándose de él, para dejarse llevar por el albino a la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas y los besos del hombre que tanto desea. Esta vez era diferente, era como si realmente se estuvieran viendo desnudos por primera vez, tanto las cadenas de Qin Shi Huang como las de Hades Olympus estaban al descubierto en esa enorme habitación, y estaban amando ver al fin la luz detrás de todas esas sombras.

El griego despojó al chino con delicadeza de sus ropas, besando cada parte expuesta y dejando que su omega le desnudara igual. Ambos sabían que era diferente al sexo que habían tenido antes, ambos se movían lento, buscando la mirada y los labios del otro, como si buscaran estar conectados con cada caricia, cada beso, cada deseo y suspiro.

Cuando los gemidos llegaron, el chino no pudo más que abrazarse de esa ancha espalda, sintiendo placer y amor; Amor líquido que le acariciaba el alma y lo llevaba al paraíso. Estaba seguro que, si un día el dios de la muerte viniera por él, le pediría con todo lo que tiene, poder llevarse a Hades con él, poder sentir sus labios una última vez, poder vivir de nuevo en la muerte a lado de su destinado.

Porque ahora solo podía sentir sus piernas temblorosas mientras las embestidas benditas de su enigma llegaban a él, y este se aferraba en sumisión a su destinado. Amaba esos besos, esa desesperación en ambos de fundirse con el otro, amaba como podía Hades hacerlo llegar a la gloria con suaves besos y movimientos.

Amaba a Hades Olympus, esa noticia no era nueva, pero si importante.

Pararon después de los múltiples orgasmos, y, aun así, seguían acariciándose y besándose, mirándose el uno al otro, con tanto amor que apenas cabía en sus corazones. Este sexo no había sido por placer, había sido por conexión, ambos estaban buscando sentirse, y ambos lo habían conseguido, mientras seguían abrazándose, y el omega disfrutaba las caricias de su enigma en la espalda, y cabello, mientras él se refugiaba en su pecho, aspirando su aroma, no queriendo separarse de esos brazos.

— Quisiera que todos nuestros días fueran así. — comentó el albino, abrazándole. — Quiero enlazarme contigo, lo deseo...

— Solo tengo que eliminar primero a ese viejo idiota, y podré ser feliz contigo. — dijo el omega mirándole, para besarlo de nueva cuenta, sintiendo la dulzura de los labios de Hades en él. — Hades... ¿Me odiarías si te dijera que quiero asesinar a alguien?

— Te quitaría el arma de las manos para que no se mancharan de sangre, sería tu verdugo, nunca te odiaría, te seguiría en todo momento. — comentó el enigma mirándole, ante la sorpresa del emperador.

— No dejaría que hicieras mi trabajo sucio. Es mi deber hacerlo.

— Ahora es nuestro, si te molesta a ti, me molesta a mí. — sonrió el albino, haciendo que el chino soltara una suave risa.

— Te condenaste al estar conmigo, no pienso dejarte ir. — comentó el chino besándole la frente, sintiendo los mimos del albino. — Hn... quiero ser más feliz contigo, tener cachorros, darte todo lo que mereces.

— Tienes permiso de matarme si quieres, hacerme todo lo que quieras, solo déjame estar hasta mis últimos momentos a tu lado, es lo único que pido, quiero ser feliz contigo, Qin. — sonrió el albino.

— Nunca te apartes de mí.

— Nunca.

— Incluso si hago un infierno, no te apartes de mí.

— Si deseas que me haga un rey del infierno, lo seré para ti.

El chino sonrió, para acurrucarse en los brazos de su pareja, deseando que, todo esto acabara muy pronto, y él poder disfrutar realmente de Hades para toda la eternidad.

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Fue el sonido de su celular lo que lo sacó de sus pensamientos.

Sakata Kintoki había acabado de discutir con sus padres por lo injusto que sentía no poder acompañar a Okita a la boda de los Gautama, y aun peor, le tenía que decir a su amigo que no iba a poder ir, debido a que, como futuro heredero, prometió ante su familia que este año si, o si, iba a prestar atención al negocio familiar. Lo juró porque el año pasado había lloriqueado que quería ir a esa fiesta de fin de año en Singapur. Todos los graduados del Edén hacen cosas asombrosas, no quería ser el único que no fuera, porque sus padres lo querían mandar a Paris a comenzar a poner todo a su nombre y tener citas con los abogados para hacerse el dueño de las empresas.

Pero ahora, ya en su primer año universitario, pensó que estaría bien hacerlo, las fiestas habían acabado, y... y Jātaka había anunciado su boda. Ahora, aunque su familia recibió la invitación, no podía hacer malditamente nada, su familia tiene control de diferentes bufets y firmas de abogados y apoyos financieros, son asquerosamente ricos, y es por eso, que sabía que era imposible romper el trato con sus padres, lo habían hecho firmar un contrato, era su maldito esclavo hasta que hiciera lo que tiene que hacer y comenzara con sus inicios en el imperio Sakata.

Y era un asco.

Así que ahora estaba su pesar, porque Okita Soji lo estaba llamando, y tenía que decirle la verdad sí o sí que no podría ir con él a nada, hasta muchos meses después. Contestó con un enorme pesar, pero ahora si estaba de manos atadas.

— Dime que ya estás en un avión en camino a la Mojo Dojo. — Solo pudo suspirar, la voz de Okita, su compañero y amigo desde que iniciaron en el edén sonaba calmada, pero no sería así si le decía la verdad.

— Sabes que con toda mi alma quiero subirme a un avión a esa dirección. — suspiró el japonés. — ... estoy condenado por contrato a los Sakata. No podré viajar hasta dentro de meses. Lo siento, Soji.

— ¿Qué? — dijo el japonés en la otra línea. — Maldita sea Kin, ya tenía nuestros planes, llegar a la Mojo Dojo, disfrutar la libertad y al fin poder embriagarnos en Circle, era la primera vez que íbamos a poder hacer eso con todos ellos porque ya somos universitarios. Tenemos 20 años, deberíamos hacer muchas cosas.

— Estoy atado de manos hermano, ni siquiera me van a dejar ir a la boda, pero primero juro recompensarte. Cuando sea libre, que será en unos meses, antes de regresar a la universidad Edén, iremos a la Mojo Dojo y beberemos hasta morir, lo prometo.

— Hm... y un gato.

— ¿Eh?

— Quiero que me regales un gato, si llegas sin nada para pedir mi perdón, ni te voy a hablar, quiero un gato.

— Bien, bien, te llevaré un gato, lo prometo.

— Entonces está bien, te extrañaré mucho.

— Yo más. — suspiró el japonés. — Te veré en unos meses.

— Esta bien, te enviaré fotos. Hasta luego.

— Hasta luego, mándale mis saludos a Sasaki.

— Claro, se los daré. — Y así el joven cortó la llamada.

El joven Okita Soji, futuro heredero de los Okita, familia lejana de los Sasaki que, aunque no tenían ni se acercaban a la fortuna de los Sasaki, estaban haciendo de su imperio algo mayor, más desde que gracias a Kojiro habían admitido a su pequeño Soji dentro del Edén. Los Okita eran una familia pequeña, le decían "la manada de lobos", y esto porque hubo un lapso en el que ningún omega nació, así que los Okitas solo eran alfas, hasta el nacimiento de Soji.

Y con el nacimiento de Soji, los Okita comenzaron a ganar estatus y poder de nuevo. Al final, si una sociedad está dominada por omegas, y no tienes ningún omega en tu familia, no puedes hacer mucho, por lo tanto, cuidar a Soji había sido siempre lo primordial, la vida de los Okita estaba atada al pequeño Soji, al cual aman y llenan de amor cada momento de su vida.

Pero, Okita Soji no era un omega dulce y obediente, era más bien como un niño demonio.

— Mi mejor amigo no va a venir conmigo, eso me pone triste. — sonrió el menor. — Creo que sabes lo que significa, ¿verdad Susanoo?

Y es que el menor había colgado la llamada mientras tenía acorralado a un hombre mayor, al que le acariciaba el bulto. Realmente ver ese rostro angelical era una trampa, eso pensaba el alfa mayor, mirando que no tenía escapatoria, él mismo había firmado su sentencia de muerte. Y es que, Okita Soji era la persona más importante y más querida por los Okita, así que eventualmente le habían conseguido un guardaespaldas, y ese sujeto tenía como nombre Susanoo Miyamoto. El alfa mayor había conocido al omega desde que este tenía quince años, se llevaban bien, era un dulce chico, pero poco a poco su relación comenzó a cambiar.

El menor solía meterse en su habitación sin avisar, se metía en su cama, buscaba abrazarlo, no le importaba, parecía adorable, pero, poco a poco... le fue gustando verlo. Le gustaba ver esas piernas desnudas que se movían juguetonamente en su cama, le gustaba sentir esas manos suaves rodeándole, le gustaba como el omega se colgaba de él, hasta que un día, ambos se dejaron llevar, y acabo por tomar al omega como suyo.

Por supuesto, si alguien se enteraba, de que el bello Okita Soji no era un omega virgen, y peor, que lo había tomado su guardaespaldas de 31 años, iba a ser un escándalo en Japón del cual él no saldría vivo. Pensó en renunciar, pero, aquí fue donde había tocado pared, porque el omega lo impidió, diciéndole solo esas palabras.

"Si renuncias, le diré a todos lo que hiciste, y verás que Japón nunca ha sido adorable con nadie."

Así que, no podía alejarse. Menos cuando el omega estaba tan enamorado de él como él lo estaba. Sabía que estaba mal, lo sabía al 100%, pero, se dejó envolver por él, siguió cuidándolo, y siendo muy cuidadoso de no causar problemas, dejando que el omega siguiera su camino y no interferir con sus deseos. Aunque, últimamente los deseos de su omega eran muy... intensos.

El menor estaba de rodillas, mientras el mayor se encontraba sentado en el sofá de la esquina. Podía ver esa dulce boca subir y bajar a lo largo de su falo, mientras podía oler las feromonas dulces de invitación que le estaba dando el omega. Decidió desatarle el cabello, viendo ese hermoso rostro mirándole mientras seguía chupando de arriba abajo.

— Hn... Lo quiero...

— Soji... Hn... bebé ya hablamos de esto.

— Quiero cachorros, muchos cachorros... — sonrió el heredero de los Okita, chupando la punta. — Eres mío, quiero cachorros tuyos.

— Soji...

— Tengo un plan, me haré el dueño de las empresas Okita, y crearé una sociedad con los Shi y Sasaki, y quiero tenerte conmigo cuando eso suceda. Quiero tener a tus cachorros, es bueno para los omegas masculinos tener cachorros cuando son jóvenes.

El menor tenía un punto, los omegas masculinos son más fértiles siendo jóvenes, por eso era común ver omegas varones embarazados en sus veintes o treintas. Las mujeres omegas tenían más fertilidad por más años, además de que no sufrían ningún deterioro, pero, él sabía que, aunque quisiera, no podía tener cachorros ahora con él omega.

El menor no pudo más, siguió chupando, mientras se retiraba con discreción sus prendas inferiores, para después parar y montarse en el regazo del alfa acomodándose. Acabaron por besarse, mientras el omega se frotaba con descaro en el falo, hasta que ambos gimieron cuando la penetración comenzaba. Susanoo solo podía sentir esa perfecta calidez e interior del menor, y el omega sentía su vientre complacido al sentirlo dentro, comenzando a montarlo lentamente, mientras disfrutaban besarse, acariciarse, gemirse mientras se abrazaban. El alfa sostenía esas caderas saltarinas sobre él, disfrutando el olor de las feromonas en el aire, escuchando esa sinfonía de gemidos, hasta que el sonido del celular del menor interrumpió.

— Hn... — el menor seguía montando con gusto, pero, el alfa estaba nervioso, si eran los padres del chico, y no contestaba, iba a ser peor. — ¡AH!

— Bebé, oye, contesta. — dijo el mayor deteniéndole las caderas. — Bebé, si son tus padres...

— Hn...

Haciendo un pequeño puchero, pero sin querer separarse, el menor acabó por tomar el teléfono para contestar, esperando que no fueran sus padres, porque odiaría que lo hubieran interrumpido mientras esta con su alfa, en el nido que ya había hecho con sus feromonas y las de él.

— ¿Hola?

— Hola Soji, soy yo, Kojiro.

— Oh... — tuvo que cubrirse su boca, se sintió bien cuando se movió un poco para acomodarse. — Hola tío Kojiro.

— Perdón por llamar de improvisto, pero tus padres me llamaron y me dijeron que tomarías un avión hoy para venir conmigo, ya tengo tu habitación lista, pero, ¿cuál es tu información de vuelo? Para irte a recoger mañana.

— Oh, te la envío ahora por mensaje...

El menor estaba cubriendo su boca, ya que su alfa estaba chupando y lamiendo sus pezones. Él era el primero en quejarse de que deberían ser más discretos, y, aun así, está devorándolo y provocándole gemir cuando esta al teléfono con Kojiro.

— Bien, entonces te veo mañana, descansa bebé.

— D-Descansa Koji... me, me saludas a tu alfa, me encantará conocerlo.

— Le daré tus saludos, hasta luego.

Apenas colgó no pudo evitar soltar esos jadeos y gemidos, pero, antes de que se quejara con su alfa, este le empinó en el sofá, y solo se dedicó a morder uno de los cojines, mientras era atendido para recibir múltiples orgasmos. Bien, no se enojaría con él, solo porque lo estaba consintiendo bien, solo por eso.

Al final, siempre obtenía lo que quería, así había sido su vida siempre.

Obtenía todo, y obtendría mucho más cuando al fin borraran del mapa a Zichu Shi Huang, y él pueda abiertamente decirle a su familia que quiere a Susanoo, además de comenzar a tener poder con sus "hermanos mayores" del Edén.

La vida le sonreía mucho últimamente.

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Probablemente era la música relajante.

O como Raiden estaba jugando con su celular, mientras él podía mirar por la ventana la ciudad de nuevo. Y es que había vuelto, después de 6 meses, al fin, Jack Smith estaba de regreso. Se la había pasado haciendo un programa y después hacer la cena de los Oscars con todos esos invitados importantes. Pero, era normal, siendo el chef más reconocido mundialmente, además de tener miles de restaurantes, negocios únicos y ser inversionista, le hacían la vida ocupada. Aunque bueno, él aun deseaba tener una vida normal.

Aun se veía como ese niño que jugaba de la mano de Anne, su madre adoptiva, mientras aprendía como hacer pay de manzana con queso y tomaban el té mirando el cielo nublado de Londres. Aun recordaba cuando abrió su cafetería, donde comenzó a preparar recetas, y como fue ganando fama tras fama, y en un abrir y cerrar de ojos, tenía restaurantes, era conocido por esas personas poderosas, y cocinaba para ellos, recibiendo montañas de dinero por un simple plato.

La vida era bella, pero, faltaba algo en esa vida de fantasía.

— ¿Seguro que quieres entrar allí solo? — dijo Raiden, despertando a su amigo de sus pensamientos. — Incluso si es la puerta trasera, debe haber nuevos empleados, y pueden acosarte.

— Estaré bien, puedes llegar a la Mojo Dojo con tranquilidad. Llegaré un poco más tarde.

— Jack, estás jugando con juego...

— Un chef siempre juega con juego, Sir Raiden.

Y el omega rio mientras el alfa solo pudo reír con él. Y es que Raiden se lo había dicho desde que se encontraron en el aeropuerto. Su amigo le había pedido que llegaran juntos a la ciudad, ya que Raiden acababa de entrenar con algunos deportistas. Y es que su enorme amigo tenía una visión para los deportes impresionante, era muy parecido a Leónidas en ese aspecto, con la única diferencia, de que Leónidas se concentraba en deportes de contacto y Raiden en general de todos, logrando ser presidente del comité olímpico y quien tiene la responsabilidad de toda la organización de estos eventos deportivos mundiales. Pero bueno, cuando se encontraron, Raiden le pidió que fuera algo discreto, más si iban a seguir el plan de Qin, pero él no quería serlo.

— Jacky, solo digo que deberías tener más cuidado.

— Okey... ¿tratas de decirme algo?

— Solo que, sabes que Zichu está en la ciudad.

— Que maravilla, yo tengo unos cuchillos en mis bolsillos, creo que será interesante hablarle.

— Jack.

— Confía en mí, Sir Raiden, estaré perfectamente bien.

— Dios... está bien, llámame si necesitas ayuda. — sonrió el japonés. — Baja.

— Nos vemos en unas horas.

El inglés bajó, entrando en aquel lujoso y único restaurante, recibiendo la bienvenida de sus trabajadores de confianza. Caminó por los pasillos hasta que escuchó un caos y sonrió, estaban acercándose a la cocina, el bendito infierno culinario, donde apenas al entrar, sintió la llamarada del fuego en los sartenes, las ordenes de los jefes de área, y después la voz nítida y gruesa de su chef principal de ese restaurante. Lo distinguió de golpe, era imposible no notarlo con su tamaño y ese cabello pelirrojo recogido y bien peinado, ocupando el gorro para evitar alguna contaminación en la comida, incluso cuando no estaba cocinando, sino verificando que todo saliera bien y en orden.

Sus miradas se encontraron, y esos ojos azules le hicieron palpitar el corazón, más cuando vio la sonrisa formarse de ese hombre, si, Hércules Thebes, un joven aprendiz que llegó a él en Londres, y ahora era su chef principal en uno de sus restaurantes más famosos y aclamados.

— Cocina, escuchen, tenemos un invitado especial hoy, reciban al Chef Jack Smith.

Después de esas palabras, toda la cocinan notaron su presencia, y claro que rindieron sus respetos, y algunos emocionados pidieron su autógrafo en su filipina. Incluso, el inglés, decidió trabajar a un lado del pelirrojo para terminar los detalles de algunos postres, mientras jóvenes cocineros veían con emoción las manos de ese artista crear bellas creaciones únicas.

— Lleven esto a los comensales, sigamos el ritmo de trabajo que teníamos. — comentó Hércules.

— Sir Hércules, ¿me regalaría un momento? — sonrió el omega mirando al enorme pelirrojo.

— Claro, señor Smith.

Caminó lejos de la cocina, donde vio de reojo al alfa retirándose la filipina, y dejarla, para después sentir su presencia siguiéndole. Siguieron su camino hasta llegar a la oficina del chef, y una vez allí, no tuvieron que decirse nada, el mayor se lanzó a los labios del joven alfa que lo sostenía con tanto amor, cerrando la puerta con llave detrás de él, para seguir esos besos como si su vida dependiera de ello.

Y es que eran amantes, una relación desde hace 6 años, una que el omega deseaba con ganas ya formalizar, pero se le hacía imposible por ese jodido emperador chino. Y es que desde que se vieron, ninguno de los dos se quiso apartar del otro. Su primera vez viéndose en Londres, hizo que sus lobos saltaran de la emoción y solo fuera felicidad. Porque el omega de 38 años, deseaba con su vida al alfa de 30 años en sus manos.

Sintió las manos de su alfa, desabrochándole con rapidez su pantalón a lo que él se aferró a esa espalda, después de retirarle la playera, queriendo arañarla y dejar las mejores marcas, decretando que era suyo, solo suyo, era posesivo con su alfa, su lindo alfa de personalidad amable y cariñosa, que ahora le desnudaba y bajaba la ropa, para inclinarlo en el escritorio y devorarlo, comenzando a preparar su cuerpo.

— ¡AH! ¡SIR! — gimió el inglés, alzando las caderas, dejando que el griego siguiera lamiendo y metiendo sus dedos en su entrada ya humedecida. — ¡Hn! ¡Hércules!

— Jack, no tienes idea de cuánto te he extrañado. — dijo el menor, lamiendo desde las bolas a la entrada del omega, sintiendo esas piernas temblar. — Fueron tantos meses, me estaba volviendo loco, quería ir a Londres contigo, quería tomar el avión y estar entre tus brazos.

— ¡HN!

— Tantas noches desee tenerte como te tengo ahora mismo. — dijo el alfa, lamiendo con descaro su nuca, una que quería marcar desde hace años. — Jack...

— ¡Ah! ¡Alfa!

El inglés quería responder que él se había sentido exactamente igual, pero los dedos y la lengua de su alfa devorándole, como si muriera por probarlo, no lo estaban dejando pensar tanto. Solo podía aferrarse del escritorio, sintiendo la excitación explotar en su cabeza, chorreando con deseo, hasta que no pudo más, apartó al pelirrojo en señal de que ya estaba preparado, y cuando sintió esa bendita embestida, no pudo evitar correrse, disfrutando el orgasmo que tanto malditamente había deseado. Más, quería mucho más, quería que el placer bendito de su alfa tomándolo a su gusto siguiera llegando.

Solo podía aferrarse a su pareja por ese largo tiempo que debería ser corto, porque solo era un acoston rápido, pero con Hércules no podía pedir algo tan simple, así que estaba conteniendo sus gemidos sin éxito. Y es que su alfa era enorme, y él pequeño en comparación. Incluso cuando ya conocía el tamaño de su pareja, aún sentía algo de dolor con esa entrada y salida insistente de su miembro en él. Pero, el placer siempre dominaba más que la molestia, y solo podía gemir y gritar, aferrándose al pelirrojo, hasta sentir los orgasmos al igual que su vientre lleno, y sus labios siendo besados por el alfa.

— ¡Hn...! — sentir su vientre hincharse por las descargas del alfa le encantaba, quería seguir así lo que restaba del día, había sido mucho tiempo lejos de él. — Ah... hn...

— Jack, mi amor, ¿estás bien?

— Alfa... — Hércules solo podía ver la mirada perdida de su pareja.

— Veo que aún estás algo atontado. — comentó el pelirrojo, dándole besos dulces en la frente para mimarlo, recibiendo besos como respuesta positiva. — Jack, he terminado aquí, no pienso volver al trabajo si estás ya aquí, déjame llevarte a la Mojo Dojo, continuemos esto en nuestra habitación, deseo estar contigo y darte todos los orgasmos que quieras en un lugar más privado.

El omega se estremeció, aferrándose al alfa, y es que solo quería que continuara, pero su pareja se dedicó a limpiarlo y acomodarle la ropa mientras este no quería soltarlo. La oficina ya tenía sus feromonas, la habían transformado en un nido, deberían seguir hasta que lo anudara y le dejara cachorros dentro, muchos y muchos cachorros...

— Jack, sigues atontado, saldremos por la puerta trasera. — sonrió el griego llenándolo de besos. — Sobre lo que me escribiste, te llevaré con tus amigos para que puedas hablar con ellos.

— Hn... Hércules, solo Hércules... solo mi alfa, solo quiero estar contigo.

— Eso es lo que haremos primero. — respondió el pelirrojo besándole. — Iremos directo a nuestra habitación y te complaceré tanto como quieras, vámonos.

— Hércules, te amo.

El griego sintió su corazón latir tanto que pensó que iba a salir cuando el mayor le abrazó, buscando su calor. Y es que ese "te amo" se sentía igual de perfecto como la primera vez que se lo dijo. Quería, añoraba, deseaba ya por un futuro donde pudiera al fin marcar a su omega y ser feliz con él.

— Yo te amo aún más, te adoro Jack. — sonrió el pelirrojo sonrojado.

La vida sería tan bella una vez que fueran libres de esos ojos que los vigilan desde China.

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Estaba harto.

Eso era lo que estaba sintiendo estos últimos días. Y todo por el maldito hijo de puta que estaba delante de él. Odín Odinson. El maldito ignoraba todo lo que hacía, no le prestaba nada de atención, ni siquiera lo saludaba, incluso cuando él lo hacía, estaba harto, sentía que estaba rogando por la atención de ese idiota, y lo peor, que no podía evitarlo. Cuando sentía las feromonas de ese alfa cerca, su mente se volvía estúpida y su omega buscaba con desesperación al alfa.

Lo odiaba, odiaba eso.

Más porque el maldito había ido a su habitación, y él solo pudo quedarse en shock, pensando que al fin su esfuerzo había rendido frutos, pero no fue así. El alfa lucía muy bien con esa playera negra pegada a su cuerpo, que solo remarcaba ese gran torso que tiene, podía notar sus músculos, y ese pecho donde quería hundir su cara y no sacarla hasta morir. Además, amaba esos piercings, y esa mirada autoritaria y dominante, esa cabellera negra rebelde, esos tatuajes, joder que amaba lo que veía en su puerta, justo enfrente de su habitación, donde quería jalarlo a la cama, pero se estaba conteniendo porque Zero estaba con él y no haría que su pequeño cachorro viera una imagen así.

Lo invitaría a salir a otro lugar, podría invitarlo a comer, o algo así, tal vez pedir a domicilio, ir a Midnights y pasar el día allí disfrutando junto al alfa de ese hotel, pero...

— ¿Está Zero?

— ¿Eh? ...

Las primeras palabras que le había dicho, dirigiéndose a él, era para buscar a otro omega. Sintió a su lobo chillar por el rechazo, mientras trataba de controlarse lo mejor que podía para no hacer un escándalo. Pero, igual le dejó muchas dudas que buscara a su lindo Zerito de golpe.

— ¡Odín! ¡Hola! Ya casi acaba mi turno, ¿quieres comer palomitas? — dijo el menor asomándose.

— Seguro yo invito, nos vemos abajo. — sonrió muy suave, apenas notable el nórdico para después retirarse.

Después de eso, solo fue añadir más drama a sus problemas, porque se había enterado de que el alfa que quiere se había hecho amigo de su lindo Zerito, y peor, lo estaba invitando a salir. Eran cosas sencillas, iban al cine o iban a comer, nada fuera de lo normal, pero, eso lo estaba molestando. Zero decía que solo eran amigos, pero, estaba muriéndose de pensar dos cosas, una, que Odín prefiera a Zero como su omega, y dos, que alguien le quite la pureza a su Zerito.

Tal vez aceptaría el rechazó total de Odín, no importaba cuanto sufriera su lobo, lo aceptaría, no era como si no le hubieran roto el corazón antes. Al final, siempre era la "Barbie cajero", los alfas se le acercaban, desde que tuvo su primer celo, y le enamoraban, le decían cosas tan dulces que creyó en cada una de ellas, hasta que le usaban y quitaban cosas, para después engañarlo siempre y romper la relación. Decidió que después de esas experiencias, todos los alfas eran iguales, todos los alfas y betas eran malditamente lo mismo.

Lo veían como un cajero y un omega al cuál presumir. Como esa esposa trofeo que los millonarios presumen como su muñeca, y es todo.

Pero ya no era ese joven de 19 años, ya no era ese joven de 20 años, ya no lo era más. Había decidido cambiar la balanza a su favor, si al final todos van a usarle, estaba bien con usar primero a ellos, dejarles en claro que eran desechables, y que nunca lo verían rogando por ninguno, ya estaba harto de eso, tal vez venía del país del amor, pero, sus parejas le demostraron que eso no existía.

Y por lo mismo, no quería que nadie usara a Zero. En ciertas ocasiones se veía reflejado en él, y eso le molestaba, no era sano en absoluto, pero, estaba tan acostumbrado a cuidarlo, que sentía esa necesidad de mantenerlo protegido en todo momento. Incluso cuando ese sujeto le llamó.

— ¿Hola? — dijo Michel sosteniendo su teléfono mientras comía un postre. — Que sorpresa que tú me llames.

— Mich-chan. — dijo Buda, al otro lado del teléfono. — necesito hacerte una pregunta.

— Estoy hoy de buen humor, así que hazla. — rio el francés, escuchando la risa del hindú al otro lado.

Y es que, todos eran amigos desde Edén, claro que le agradaba Buda, era el único que le daba chocolates cuando se sentía triste. Y parece poco, pero Buda no regalaba dulces a nadie, que lo hiciera significaba que le importabas demasiado como para hacerlo.

— Que frio eres conmigo. — se quejó el heredero de los Gautama. — pero bueno, es sobre el cachorrito que tienes contigo, Zero, ¿tiene una pareja o algo actualmente?

— No que yo sepa, ¿por?

— Quiero cortejarlo. Si me ayudas y le hablas bien de mí, prometo compensarte.

Su corazón estaba en una encrucijada con lo que acababa de escuchar. Por un lado, sintió calidez en el pecho, conocía a Buda, era un buen tipo, y si quería a su Zerito, lo consideraba buen partido, sabría que Zero estaría bien cuidado, ya que el alfa tiene mucho por ofrecer. Además, que no puede negar que su omega se sintió feliz al escuchar que había alguien de esa categoría buscando a Zero, y tal vez, así tendría un chance con... ¡NO!

Suspiró, tal vez consideraba a Buda un buen partido, pero, no dejaría a un alfa jugar con su cachorro, así que, por supuesto quería saber en primera, ¿cómo es que conoce a Zero? No lo había presentado con él en persona. Y segunda, ¿por qué le interesa?

— ¿Por qué lo buscas?

— Siento en el tono de tu voz que ya estás sacando tus colmillos y estás llenando la habitación de feromonas agrias. — rio el hindú. — Lo conocí cuando fue por tus chocolates, no sé cómo decir esto, y no sé si es algo de destinados, pero, siento que su personalidad, y la manera en la que habla, se complementa mucho con la mía. Es adorable, listo, independiente y fuerte, como decirlo, admiro a las personas que buscan su propia felicidad, que hacen las cosas por sí mismo, es por ello que, sé que nunca podría seducir a alguien como él con trucos baratos, créeme lo intente, y seguro piensa ahora que soy un idiota.

— De eso no hay duda.

— Pero, me gustaría volver a verlo y si él me desecha, está bien, quedará como un amor platónico, no pienso mendigar amor.

— ...

— ... ¡Oh! ¡No! ¡No lo decía como un insulto hacia ti! No es nada, solo es... ¿me entiendes? Lo decía a que no iba a estar tras él si no quiere nada conmigo, no molestaría a tu cachorro de esa forma.

— No pienso hablar bien de ti, pero no me voy a negar a que le hables, al final Zero es él que decide a quien le habla y a quien no, yo no controlo su vida.

— Con que tenga tu permiso es suficiente, deje claro mis intenciones.

— No estoy permitiendo el cortejo, eso lo decide Zero.

— Pero quiero ser alguien respetable, vine a ti a decirte las intenciones que tengo con tu cachorro, así que no te estoy apuñalando por la espalda, solo quiero dejar eso claro.

Después de esa plática, acabó por disfrutar la cena junto a Zero, antes de que ambos se fueran a dormir. Realmente no tenía idea como sacar el tema de Buda a la mesa, así que simplemente preguntó directo, y a su sorpresa, no esperó escuchar esa respuesta.

— ¿Buda? No quiero nada que ver con un idiota egocéntrico como él, que piensa que los omegas son cosas que puede comprar.

Sintió que su manicura se rompía al escuchar esas palabras, y es que el puchero de Zero le dejaba ver, que seguramente Buda había hecho una idiotez más grande de lo que había mencionado, y ahora Zero lo repudiaba. Solo pudo suspirar, todo estaba saliéndole mal.

— Seguro hizo una idiotez porque no está acostumbrado a un omega tan lindo como tú y con carácter. Él es muy amable, y próximamente estará soltero, ya te he comentado sobre su verdadera relación con Qin, y lo que estamos planeando hacer. Él se quedó impresionado contigo, y tienen muchas cosas en común.

— No quiero, asco, que soporte mi desprecio.

Había criado a este cachorro él mismo, claro que iba a tener esa actitud de diva loca como la de él.

— Bien, si eso es lo que quieres, yo lo apoyo hermana. — dijo Michel haciendo reír a Zero. — ¿Hay alguien que te guste?

— No realmente, al menos no por ahora. — comentó el omega.

— ¿Qué hay de Odín? Siempre sales con él.

— Oh, no, él se hizo mi amigo, pero, realmente no tenemos una relación más allá que una amistad. Realmente siento que tú te llevarías mejor con él. — rio el omega, tomando por sorpresa al francés.

— ¿Eh?

— Ambos son tercos, protegen mucho a quienes consideran que tienen que proteger, hacen lo que sea para ver el mundo arder, pero en el fondo, ambos han sido lastimados, y lo ocultan muy bien con sus actitudes, tú eres dios un desastre de drama y Odín es demasiado cruel. Siento que se llevarían bien porque son polos opuestos del extremismo.

— ... Sí tú lo dices. — rio el francés, sin poder ocultar el sonrojo de sus mejillas.

Después de esa plática, se sentía aún más débil en presencia del maldito nórdico. Y es que su omega estaba esperanzado, mientras él se gritaba que sucedería de nuevo todo lo de siempre, lo enamoran y lo dejan, quería hacer lo contrario, que el alfa se enamorara de él, pero se estaba volviendo misión imposible.

Como ahora, regresando a su presente.

— Porque no soy malditamente Tom Cruise y puedo con esta misión súper imposible. — suspiró el rubio en un puchero. — Por favor dios, sé que no he sido el mejor cristiano, o católico, o no sé, la religión que te rece, pero, necesito un milagro...

Solo podía ver al nórdico alimentar a un par de cuervos, uno albino y blanco y uno negro, mientras jugaba con ellos en uno de los jardines. Acabó por suspirar, poniendo su silla plegable para tomar el sol, cerca de ese jardín, usando ropa diminuta que apenas cubría su parte inferior, dejando ver ese dulce pecho perfecto y esa piel única.

Sonrió, para ver que, en efecto, el nórdico seguía ignorándolo. Tal vez su destino era ser payaso de circo, porque solo estaba quedando últimamente.

— De todas las aves tienen que ser cuervos, que original. — se quejó el francés, queriendo engraparse la lengua, pero maldita sea, una vez que empezaba no podía parar. Era como un sistema de defensa. — Pudiendo tener un ave con colores hermosos, elegiste criar cuervos, ¿quieres ser acaso un estereotipo de Bad Boy?

— A Zero le gustan, a Zeus también y a mi igual, eso es lo único que importa. — respondió Odín. — ¿Se te perdió la playa acaso? Tomar el sol en medio de un jardín es raro.

— Ja, bueno, los pobres siempre dicen eso, no conocen de los verdaderos placeres de la vida.

— Estar como una puta ofreciéndote y soltando feromonas dulces es un placer de la vida, dios, que triste es tu existencia.

— ¡Escúchame bien maldito alfa de pacotilla yo...!

No esperó la velocidad que tenía ese joven.

Primero, pensó que lo golpearía, así que estaba listo para sacar sus feromonas, pero, de golpe, tenía sus piernas a cada lado de la cintura de ese pelinegro, que le miraba, y se había colocado sobre él de golpe. Solo podía sentir a su omega soltar un chillido de alegría al tener la atención del alfa, más cuando lo tenía tan cerca que podía sentir sus feromonas, y no podía evitar soltar las suyas, mirando esos ojos dorados, más cuando el alfa se pegaba más a él, para verlo con más detenimiento.

— ... Omega, preséntate.

Maldita sea, solo podía sentir como sus piernas se abrían más, y dejaba al alfa recorrer sus manos por su pecho y cintura, hasta sujetarle las caderas, donde soltaba chillidos buscando más, abriendo sus piernas y soltando feromonas de invitación, para ver al alfa inclinándose, como si fuera a besarle la mejilla, para después solo escuchar una risa.

— Que zorra eres, abriendo tus piernas al primer alfa que te lo pide, ese hoyo debe estar más usado que nada, ¿qué te hace pensar que yo quiero eso? Muñeca desechable.

Eso le ardió hasta su maldito orgullo, pero no estaba dispuesto a darle la satisfacción. Si no le había dado la satisfacción a quienes le habían puesto un apodo similar, no se lo daría a él. No importa cuánto le gustaba este alfa.

— Que gracioso, muchas palabras para alguien que ni siquiera puede ocultar su erección. — sonrió el omega, moviendo su mano de golpe a la entrepierna del alfa. — Mira perra, parece que tenemos un problema, y quiero que te quede claro, que aquí la que ladra más alto soy yo, ¿escuchaste? ¿Entendiste? ¿Comprendiste?

— Tsk...

— Porque puedes insultarme todo lo que quieras, pero vuelves a decirme muñeca desechable y te arranco las malditas bolas.

Odín había cometido un error y él lo sabía. Se había dejado expuesto, ahora el omega estaba sosteniendo una parte muy importante para él, y lo peor, había notado que estaba algo duro por tenerlo tan cerca, lo mejor era solo dejarlo allí y no provocarlo, o podría usar sus feromonas, o peor, cumplir la promesa de arrancarle las bolas. Sabía que era más débil que un omega en una batalla de feromonas, así que no debía intentarlo.

— ¿Te comió la lengua el gato, Odín? — dijo el omega viéndolo.

— Eres despreciable. — se quiso morder la lengua, pero realmente no controla su boca, realmente es como un maldito instrumento de defensa. — Insultas a mi familia, hieres a Zeus con tus palabras, y no mereces tener a Zero cerca de ti.

— Me disculpé con el bebé Olympus, y recibí un golpe de Lü Bu, todavía tengo el chichón en mi cabeza. — comentó el rubio, sintiendo las feromonas del alfa, además que tener en su mano su amiguito nórdico, lo estaba distrayendo. — Me disculpé igual con tu hermano mayor, mi celo está cada vez más cerca, no debí haber hecho esos comentarios. Pero escúchame bien, nunca voy a permitir que digas que no merezco cuidar y mantener a Zero cerca de mí. Te acepto todo, pero nunca, en tu puta vida, digas que soy mala influencia para Zero. Es mi cachorro, es mi protegido, me cortaría las piernas y los brazos si con eso aseguro que está a salvo, idiota.

— No sabía que te habías disculpado.

— No es como si me la pasara diciéndole a todos que me disculpé. — comentó molesto el francés sin dejar de mirarlo.

— ¿Por qué siempre estás insultándome?

— Porque tú igual lo haces, idiota.

— Dios alguien debería enseñarte modales.

— Cállate. — comentó el omega.

"Parece que no soy el único con ese complejo de proteger a alguien." Eso pensó el alfa al sentirse debilitado por las feromonas del omega que lo tenía sometido. Suponía que así se veía cada vez que defendía a Zeus de cualquier idiota. O de los comentarios de los omegas sobre él, al parecer el rubio cara de bebé tenía una faceta que no era tan aburrida y despreciable.

— ¿Puedes soltarme? — comentó Odín.

El omega le soltó, aunque no quería, para después ver como la mirada dorada del alfa fue directo a sus piernas, para después suspirar.

— Estas mojado.

— ¿eh?

— Ah, por dios... — dijo el alfa, retirándose la chaqueta y amarrándola en la cintura del omega. — Te mojaste desde que me puse encima de ti, sé que los omegas a veces no pueden controlar a su lobo, así que no te preocupes, ve a cambiarte.

— ... Ya no eres una zorra, Odín, si tienes corazón. — dijo Michel a lo que el nórdico giró los ojos.

— Soy como los demás me traten, si quieres que deje de ser un idiota, tal vez deberías dejar de serlo tu primero. — sonrió el alfa, aprovechando para apartarse del omega. — Señor Nostradamus, no tengo las intenciones que usted cree con Zero, solo es mi amigo, y tenemos cosas en común. Es todo.

— Lo sé, Zero me lo dijo.

— Además, aunque es mi tipo, tengo otros intereses. — comentó el nórdico. — Me gustan los omegas que pueden ver el mundo arder y reírse, con permiso.

El rubio acabó por sonrojarse, y después retirarse rápido hacia la Mojo Dojo para darse una ducha y cambiarse. Mientras tanto el alfa solo podía pensar que su ropa olía al omega, le gustaba que no era frágil, y que literal está dispuesto a todo para conseguir lo que quiere.

— Nada mal, señor Nostradamus, nada mal...

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Estaba disfrutando de la plática con Shiva y Hades mientras comía.

Y es que Shiva le había preparado un filete excelente, y había coincidido con Hades que había bajado por algo de comer para él y Qin. Así que estaban hablando los tres mientras Shiva cocinaba y disfrutaba la compañía. Además, que estaba disfrutando los leves coqueteos de Shiva mientras ambos disfrutaban de la plática con Hades.

— Entonces, espolvoreas un poco de azúcar glass, y listo, un postre simple y delicioso. — sonrió el hindú mientras seguía cocinando. — ¿Dónde está el señor Shi? Ya le disté tregua a tenerlo en la cama siempre.

— Shiva. — rio Hades, pasando una mano por su cabello. — Un caballero no habla de sus encuentros.

— ¿No? Qin se la pasa diciendo que la tienes tan grande y que te mueves tan bien que te deberían hacer un monumento. — comentó Shiva, haciendo que Lü Bu riera con él. — ¿Verdad Lü Bu?

— Concuerdo, cuando estás trabajando y viene por algo de comer, se la pasa hablando de que eres un excelente amante. — respondió el chino.

— Solo cocina la comida de mi omega. — dijo el albino sonrojado. — Quiere sushi, ¿podrías hacerlo?

— Claro, sin problema. — dijo Shiva. — Solo deja acabar de cocinar el postre del sexy omega que tengo de invitado en mi barra hoy, y continúo con la comida del emperador.

— ¿Siempre eres tan galante? — rio Lü Bu.

— Depende, ¿te gusta?

El omega sabía que Shiva era de personalidad coqueta, tenía amigos que igual lo eran, además, no le molestaban los coqueteos, era un omega muy grande, fácilmente confundible con un alfa, así que cuando hay alfas que les interesa omegas como él, le gusta escuchar sus coqueteos, algunos son muy curiosos y originales, eso lo hacía reír.

— Lü Bu, entonces, volviendo a la pregunta original antes de que habláramos de mi vida sexual, ¿te quedas con los caballos? — dijo el albino comiendo una botana en lo que esperaba.

— De las opciones que mencionaron, sí. Son mis animales favoritos, siempre he querido tener uno, pero no soy muy bueno con los animales, muchos huyen de mí, aunque está bien, no pienso obligar a un animal a acercarse si no quiere.

— Tal vez deberías intentar hacer esa suave sonrisa que haces mientras ríes, es linda, seguro les encantará. — sonrió Shiva, comenzando con el sushi de Qin.

— Oh, tal vez debería. — rio Lü Bu, algo sonrojado por el comentario. — Tal vez deberías ir conmigo a...

Y entonces el sonido de la puerta azotar de la cocina llegó, cuando el mayor de los Odinson, Thor, hizo aparición para sentarse a lado de Lü Bu. Shiva solo pudo reír, y Hades sonreír atento, claro que esto sería interesante y divertido. Y es que ambos sabían algo muy importante de Thor. El perfecto hermano mayor, que destaca en muchas cosas, tenía un pequeñísimo problema, y ese problema era...

Que era terrible intentando seducir a alguien.

Realmente no se le daba en absoluto, era muy torpe, y las relaciones que había tenido antes, había sido porque los omegas le piden salir, no porque él lo pida, pero ahora, ambos, tanto Shiva como Hades, sabían del interés del alfa sobre Lü Bu, así que le molestaban. Shiva seduciendo a Lü Bu frente a Thor para ver que hace, y Hades haciendo comentarios para avergonzar al nórdico.

— Buenos días Lü Bu. — dijo el nórdico.

— Buenos días Thor. — sonrió el general.

— AM... así que... estás, desayunando. — comentó el mayor, a lo que Hades y Shiva desviaban su mirada, tratando de contener la risa.

— Sí... es temprano, tengo comida enfrente, estoy comiendo, así que sí. — respondió el general. — Gracias por notarlo.

— Oye Thor, estábamos hablando de muchas cosas para sacarle una bonita sonrisa a Lü Bu, es tan adorable cuando sonríe. — dijo Shiva viendo el rostro de molestia del nórdico.

— Basta, solo estábamos hablando de mascotas. — sonrió Lü Bu. — ¿Qué animal te gusta, Thor?

— No tengo uno, pero si tuviera que elegir, me voy por un gato. — dijo el nórdico.

— Tiene sentido, eres igual a uno. — comentó Hades, soltando una pequeña risa. — Oye Thor, sabes tú y Lü Bu tienen cosas en común, a ambos les gusta entrenar, deberían hacerlo juntos.

— Oh, eso sería interesante, ¿te gustaría Thor?

— No creo que se pueda, tenemos horarios diferentes. — dijo el nórdico, siendo demasiado denso.

— ... Okey, será en otra ocasión. — respondió el omega.

Shiva y Hades acabaron por querer arrancarle la cabeza al nórdico. Y es que, era obvio que Lü Bu sentía interés por él. Por eso ignora los coqueteos de Shiva, y le interesa lo que dirá el nórdico, y ellos sabían que Thor tenía interés en el general, pero, necesitarían un amarre y un milagro para hacer que Thor capte las malditas indirectas que Hades estaba poniendo en la mesa para que pasen tiempo juntos.

— Sabes Lü Bu... amm... — dijo Hades pensando en algo nuevo. — Thor solía trabajar en un rancho con caballos.

— ¿En verdad? Eso es genial. — dijo el general curioso.

— Sí, creo que incluso te sigues llevando bien con el dueño, deberías un día llevar a Lü Bu, Thor, él podría al fin montar uno. — dijo Hades mirando al nórdico. — ¿No sería eso genial?

— Ni siquiera me gustan los caballos...

Era un maldito caso perdido, el griego tuvo que patearlo para que reaccionara, por debajo de la barra, y es que sus amigos querían al nórdico, era excelente en todo, menos en coquetear, era simplemente demasiado despistado. Si a Thor no le decían las cosas claras, era probable que nunca en la vida, tenga una relación debido a ello.

— A mí me encantan. — dijo el omega. — Son muy lindos.

— A mí también... solo no me gusta que los caballos estén encerrados, deberían ser libres. — dijo rápido el nórdico, sintiendo dolor por ese golpe. — ¿Te gustaría ir?

— Sí, me encantaría.

— Entonces iremos, claro, si, seguro.

Tanto Shiva como Hades, podían escuchar las campanas del cielo, al fin, maldita sea, al fin Thor había invitado a salir a alguien, sin que el omega lo haga primero, él lo hizo, podrían morir en paz. El griego tomó la comida cuando estuvo lista y subió, se preguntaba si Qin estaría molesto de que estuviera emparejando a su amigo con uno de sus amigos, esperaba que no.

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Nunca pensó que sería abordado en su casa.

Menos cuando se acababa de dar un baño relajante, después de estar toda la mañana cuidando los nuevos brotes de flores, sabía que el señor Sasaki amaría que sus flores favoritas estuvieran creciendo, pasó la mañana pensando en cómo el mayor le sonreiría. "Estúpido Poseidón, tiene un mayor amable junto a él, que es un santo y yo no tengo nada..." Pensaba el griego mientras procedía a secar su cabello. Era difícil, había tenido una vida de mierda por su estúpido apellido, y aunque las cosas habían mejorado, su vida sentimental seguía siendo una mierda.

Así que, cuando pensaba que hoy serpia un día tranquilo, no lo fue.

Tocaron a su puerta, así que fue y abrió pensando que tal vez era Proteus llevándole algunos snacks, o las maids pidiéndole consejos para el cuidado del cabello, pero no, delante de él al abrir la puerta estaba el alfa mayor, Leónidas, quien le había insultado días atrás, y peor, que había traído a otra omega para tratar de seducirle en sus narices. Pero ahora estaba allí, en la puerta de su habitación de la casa de servicio, y se había metido sin permiso ahora a su habitación, cerrando la puerta por detrás.

— ¿Qué mierda? — dijo Apolo mirándole. — Vete de mi habitación.

— Toma, hazla, y esperemos el resultado. — dijo el espartano, confundiendo al griego, mientras estiraba una bolsita frente a él. — Hazlo ya.

— ¿Eh? ¿De qué hablas?

— ¡Solo hazlo! — se quejó el mayor mirándolo.

— Mira deja de gritar, déjame ver con que estupidez llegaste hoy a mi día.

El griego suspiró, tomando la bolsa y si, lo que había dentro eran tres pruebas de embarazo de diferentes marcas. Hizo una cara de completa incredulidad, ¿acaso el grandote chichón era estúpido?

Él no estaba encinta, solo lo había dicho para molestar, es más, él tomaba anticonceptivos, y se aseguró de colocarle un condón especial al alfa, para dejarlo tener el nudo, pero que no quedara nada dentro de él. Le había mentido cuando le dijo que estaba relleno de él, de lo único que estaba relleno esa noche fue de lubricante, el viejo era enorme, y usó mucho para aguantar esas embestidas que ha decir verdad le habían encantado. Si no fuera porque aprendió a controlar a su lobo, se hubiera dejado marcar y embarazar por el alfa mayor, pero no lo hizo.

— Mira, idiota, no estoy encinta, solo lo dije para molestar, déjame en paz, quiero ir a comer algo. — se quejó el griego más joven girando los ojos.

— Hazla y eres libre como el viento, solo metete allí y hazla. — dijo el espartano. — Debo asegurarme.

— ¡No quiero!

— ¡Apolo!

— No soy una niñita, tía Tronchatoro, déjame en paz.

Trató de huir, pero fue tomado por el mayor, como si fuera una pluma y lo llevó hacia el baño. Ha decir verdad cuando lo bajó y quedaron tan cerca que podían sentir la respiración del otro, su omega chilló de emoción, al sentir las manos del mayor en su cintura. Se pegó un poco, para poder captar las feromonas del alfa, y después se alejó, para acabar por empujar al alfa fuera del baño.

— Ni creas que voy a orinarme frente a ti, espera afuera.

— Bien, pero hazlo.

— Si, si, solo espera en lo que orino en tus palitos.

Sonrió para acabar por hacerlo una vez que estuvo solo.

Cuando hizo las pruebas, acabó por salir, y se sentó junto al alfa en su cama, mientras ambos estaban mirando sus propios relojes, esperando a que las pruebas dieran un resultado. El omega solo podía ver de reojo a al alfa, quien lucía muy bien en ropa casual, podía ver como sus músculos destacaban, y joder, entre más arrugada la pasa, más dulce la fruta, realmente le gustaba lo bien conservado y atlético que era el alfa.

Lástima que tenía una personalidad de mierda.

— ¿Por qué viniste con estas cosas? ¿Te preocupa que tenga un hijo? Si vienes a decirme que tengo que eliminar a un cachorro yo...

— Nunca te obligaría a tener o abortar a un cachorro si tú no quisieras. — suspiró el mayor. — Yo nunca haría algo tan vil como pedirle a alguien que entregue su cuerpo a mis ideas. Si resultas encinta, te cuidaría por siempre, y si no, igual te ayudaría en lo que necesites. No soy alguien desalmado.

— Oh... ya veo.

El omega solo pudo voltear su rostro, no quería que lo notara, el sonrojo enorme que ahora tenía en su rostro después de escuchar eso por parte del alfa. Ahora si le hubiera gustado estar encinta y recibir los cuidados y mimos de este idiota. Pero... igual había sido un alivio, porque al final, sabía que lo mantendría oculto para no dañar su imagen, y nunca admitiría que lo quiere o le gusta.

Maldito sea el destino de tener a alguien que no lucharía por ti como destinado.

— Ya pasó el tiempo, revisemos. — dijo Apolo levantándose y tomando las pruebas con papel para no tocarlas directamente con sus manos. — Ven, velo por ti mismo.

En efecto, los dos observaron que las tres pruebas marcaban negativo. Él lo sabía, no estaba encinta, nunca lo estaría. No es como si pudiera tener cachorros como sea, y que un día se enteren de los trabajos que hacía, por lo tanto, siempre era muy precavido con ello. No quería que su cachorro se avergonzara de que su madre había sido un prestador de servicios... no tan éticos.

— Negativo, ¿estás más tranquilo ya? Deberías dejar de molestarme y...

— Oh...

— ¿Oh? Eso es todo lo que vas a decir Leónidas, tú...

Los ojos dorados no podían creerlo.

En el momento que lo miró, vio un rostro afligido del alfa, fueron solo unos segundos, pero, pudo notar que le dolió el conocer que esa prueba había sido negativa, eso solo lo hizo sonreír, aunque no quisiera, lo hizo sonreír, al parecer, el espartano esperaba que fuera positivo, y ahora tenía curiosidad de saber por qué.

— ¿Qué te tiene así? Pensé que no querías que estuviera encinta.

— No quería, con permiso. — dijo el espartano dando la vuelta. — Lamento haberte molestado con esto.

— Oye, Leónidas...

— Que tengas buen día Apolo. — dijo el mayor abriendo la puerta.

— Nunca tendría un cachorro de alguien que no piensa luchar por mí en absoluto, si me deja ahora, sé que no sería un buen alfa para mi cachorro. — comentó Apolo, haciendo detener al mayor. — Quiero que sepas eso, nunca te elegiría para cuidar a un cachorro conmigo, si no piensas pelear por mí.

— ... Esta bien eso, Apolo. — dijo el espartano volteando a mirarlo. — Mereces a alguien libre y que cuide a tus cachorros. Tienes razón.

El griego solo pudo quedar en shock, porque Leónidas no lo había insultado, no le había buscado pelea, nada, simplemente le había dado la razón en todo, y no podía creer que eso había salido de su boca. ¿Qué diablos le había picado hoy al mayor?

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Era como mirar a un depredador en su máximo esplendor, pero, para su sorpresa, eso le gustaba.

Podía ver los ojos más hermosos que ha visto en su vida, poner la vista en el campo, sin mirilla, y después, soltar un tiro para derribar lo que tiene delante. Era impresionante como alguien tan hermoso era tan letal al mismo tiempo. Además de ese dulce olor, chocolate blanco, caramelo, gardenias, y había un olor que no comprendía porqué ese omega lo tenía. Qatayef, ese rico postre, le gustaba, desde que emigró de Egipto con su familia, no pensó que olería de nuevo ese dulzor, hasta ahora.

— Sabes, si me miras mientras estoy cazando, me siento como la presa. — dijo de golpe el finlandés, dejando su posición de caza.

— Lo lamento, no quise interrumpir. — contestó el egipcio algo apenado. — Ya me voy jeje...

El finlandés solo pudo mirar al sujeto, desde la cena lo había estado mirando, en cómo se comportaba el egipcio, era rápido, ágil, y solucionaba cualquier problema dentro de la casa. Su vista de caza que había afinado con los años lo dejaban ver eso. Era como si sostuviera la base de la Mojo Dojo en sus manos, se aseguraba que todos los sistemas funcionaran, incluso, de hacer que Nikola no hiciera explotar la casa. Regulando los sistemas de ventilación, calefacción, agua, luz y gas. Era bueno en su trabajo.

Y era muy extrovertido, eso también lo notó, mientras le observaba, le recordaba un poco a una muy buena amiga.

— ... Me recuerdas a Carelia. — comentó el finlandés mirándolo.

— ¿Amigo tuyo? — dijo Anubis algo confundido.

— Es mi perrita. — respondió divertido el omega. — Pero, no lo digo con la intención de decirte "animal", lo digo porque me miras como ella se me queda viendo siempre. Pero es diferente.

— ¿Lo es? Bueno, me alegra que se sienta diferente. — comentó el egipcio acercándose. — No te veía con admiración, no como lo haría un perro.

— ¿Cómo me veías?

— Con emoción, nunca había visto a alguien tan hermoso hacer algo tan letal al mismo tiempo. Es como arte, se cruzan cosas que no pensabas que irían bien juntas, y sucede. — sonrió el alfa, al notar el leve sonrojo en las mejillas del finlandés. — Simo, te gustaría...

— ¡AMIGOS DE HADES Y MIS PUTAS FAVORITAS! ¡PRESÉNTENSE EN MI OFICINA, AHORA!

Ese definitivamente era Qin, hablando por él sistema de comunicación que recorre toda la Mojo Dojo y la casa de servicio. El egipcio solo pudo suspirar, pero, sintió la mano del finlandés dándole palmaditas en el hombro, señalando que deberían ir.

Al final lo hicieron, solo para encontrarse con muchas personas en esa oficina. El señor Sasaki y Poseidón habían regresado, además, estaban presentes personas que no conocía. Había uno enorme, jodidamente enorme, que por como platicaba con el señor Shi, se llamaba Raiden, su rostro se le hacía familiar, pero no sabía dónde lo había visto.

También estaba oh, es él, el hombre del libro de cocina que tiene Shiva, si, es Jack Smith, y no tenía idea quien lo acompañaba, pero en vista de que sujetaban sus manos, eran pareja. Y... Oh, ese era Buda Gautama acompañado de su primo Jātaka y Adamas.

Buda le giñaba el ojo al pequeño cachorro del señor Michel, y este parecía molesto de que lo hiciera. Y no era el único, había un señor quien le dedicaba una sonrisa a Loki, y este le correspondía, en definitiva, estaban presentes personas que no conocía, pero, le agradaba, así podría tener más amigos. Miró a todos los lados, y no vio presentes ni a Odín, ni a Zeus, al igual que no estaba el señor Edén.

— ¿Y tu hermano, Hades? — preguntó Anubis acercándose al albino.

— No quiero que ni Odín, ni Zeus estén involucrados de alguna forma con lo que pasará. Son muy pequeños, además, el señor Edén salió con ellos, Qin tampoco quiere que Adam esté involucrado, dijo algo de querer cuidar su salud.

— Oh, entiendo. — comentó Anubis. — Entonces, ¿al fin ocurrirá?

— Al fin ocurrirá. — dijo el albino.

Miraron como el chino se levantó de su asiento, soltando un leve suspiro para llamar la atención de los demás, y después sonreír.

— Bien, sé que muchos no se conocen, pero hagamos la presentación de cada uno después, es importante que todos sepan que, desde hoy, el plan para asesinar a mi padre comienza. Y no solo necesito la ayuda de mis amigos, también de los amigos de mi destinado. Es por ello que necesito saber si están conmigo y puedo contar con ustedes o no. En caso de que no, pueden retirarse de esta habitación, nuestra relación no cambiará, y nunca se verán relacionados con esto, se los juro.

Todos los presentes acabaron por lanzarse miradas entre ellos, hasta que el albino sonrió a su pareja, dando un paso adelante, aclarando su garganta.

— Tienes mi apoyo, si con eso podemos dejar de escondernos. Y que todos seamos libres de él. — dijo Hades mirando a su pareja y después a los demás. — Libres de estar con quien quisiéramos sin reglas u obstáculos. Y en especial, este mensaje es para ustedes, chicos. — y aquellos ojos violetas miraron hacia sus amigos. — Nunca los obligaría a nada, como siempre, al final está en ustedes la decisión de ayudarme en esto o no. Thor, Anubis, Adamas, Apolo, Poseidón y Shiva. Son libres de decidir lo que quieren en su futuro.

— ¿Bromeas? — dijo Thor.

— Tus preguntas raras de nuevo. — rio Shiva.

— Es como preguntar si el cielo es azul. — comentó Apolo.

— O como si dijeras que es necesario respirar. — reafirmó Adamas. — Hades...

— No sabemos porqué nos preguntas, siempre hemos estado juntos sin importar que. — dijeron todos al unísono mirando al albino.

— Si esto es por nuestra felicidad, hagámoslo. Además, ese sujeto, Zichu, suena como un dolor en el culo, terminemos con él. — comentó Anubis. — Somos una familia muerta de hambre, pero al final, una familia. Tienen nuestro apoyo.

Todos acabaron por reír, y es que era verdad, siempre habían estado juntos, sin importar que, y ahora más que nada es como iban a demostrar que no dejarían a nadie pisotearlos de nuevo.

— Entonces, Qin, tienes nuestro apoyo en esto. — dijo Hades mirando a su pareja. — Seguiremos tu plan.

El emperador sonrió, para después aclarar su garganta, mirando a todos los presentes en su oficina.

— Bien, comienza el plan. Después de la boda de Jātaka y Adamas, Zichu Shi Huang dejará de existir.

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Y se acabó, perdón, estoy en semanas de entregas de proyectos en mi trabajo, y me está costando más escribir seguido, pero espero les gustara el capítulo. Lo sentí algo cortito, pero espero hacerlos más largos después.

Hizo su aparición Kintoki, pero no lo veremos en un tiempo jaja.

Iba a escribir una parte del Nikobeel, pero, queda mejor para el siguiente capítulo, además de más desarrollo.

¡Llegó JACK! Me emociona mucho.

Y bueno, nos vemos en el siguiente cap. Saluditos. 

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