✨ Capítulo -5- ✨


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Este capítulo está muy sexoso, en lugar de cómico. Pero está bien, como decía un buen sabio, una metida de chorizo antes de seguir riendo, es lo que se necesita cada día.

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Siempre se había ejercitado.

No por amor propio o para subir su autoestima, más bien era sobrevivencia.

Hades solía decirle que no tenía que preocuparse de nada, pero era imposible no preocuparse de nada cuando veía sus ojeras, o las ojeras de Adamas al regresar a casa. En especial de Hades, parecía que coleccionaba heridas o enfermedades, siempre estaba en unas condiciones que sentía que al siguiente día no se levantaría. Pero el idiota lo hacía.

Entonces, hacía toda clase de trabajos. Ayudaba en los mercados a cargar diferentes cosas, hacía favores sobre ir a comprar ciertas cosas o no, la cosa era usar su cuerpo a su ventaja. Es por ello que había hecho un pequeño gimnasio improvisado en el sótano del edificio de departamentos. Le pagaban por limpiarlo, y con la cantidad de rocas, barras, y materiales a la mano, simplemente los usó para entrenar. Podía quedarse allí por horas, escuchando el goteo del agua caer de las tuberías mientras su cuerpo se hacía más grande y fuerte.

Tenía que ser más grande y fuerte si quería ayudar a sus hermanos. Tenía que serlo si quería sobrevivir.

— Estás creciendo muy rápido, Poseidón. — había dicho Adamas, quien fue a verlo al sótano. — Así que de esto hablaba el casero.

— ¿Qué quieres?

— Nada, solo quería ver que hacías. — respondió el omega mirándolo de pies a cabeza, Poseidón estaba creciendo, y el omega se preocupaba por su salud. — Hades pidió que dejes de sobreeforzarte y te concentres en tus estudios.

— Ya soy el mejor de la clase, ¿qué más quiere?

— Que disfrutes tu vida, basta de estar trabajando, al menos disfruta bien tu adolescencia, Poseidón. — sonrió Adamas. — Solo tienes 13 años.

— ¿Y eso qué?

— Deberías estar jugando, o leyendo, no sé, cualquier cosa menos esto. — suspiró Adamas. — Los niños de tu edad juegan en el parque, deberías hacerlo.

— Son idiotas, no me junto con idiotas. — dijo Poseidón mirando a su hermano. — Además, esto es una inversión.

— ¿Inversión de qué?

— Cuando crezca, a Sasaki Kojiro le gustará mi cuerpo, así me elegirá como su alfa. — respondió el menor siguiendo con el ejercicio. — La revista en donde salió, decía que le gustaban mucho los deportistas que se enfocaban en sus metas. Bueno, yo seré el mejor en todo lo que haga.

— ¿Sasaki Kojiro? Nunca debí dejar esa revista en la mesa. — suspiró Adamas, por alguna extraña razón, Poseidón había desarrollado un crush con ese millonario, esperaba que se le pasara con el tiempo. — Si sabes que él es demasiado mayor para ti, ¿verdad?

— Para el amor no hay edad, eso dijo Loki. — contestó el griego.

— Oh dios... bueno, está bien, solo no te lastimes, comemos en una hora, así que no tardes en subir a casa.

— Si. — respondió el rubio.

Y es que, dentro de él, solo podía pensar que, según la televisión, a los omegas les gustaba alguien atractivo. Si Hades había ganado ese cuerpo trabajando, él también lo haría, pero como Hades no lo deja trabajar, esto serviría bien. Muy pronto tendría a Sasaki Kojiro rogando por ser su omega, probablemente podrían tener cachorros pronto, y él estaría sin dudas feliz de complacerle cada capricho a su pareja.

Se sentía orgulloso de su trabajo, estaba creciendo y ya había tenido su primer celo, era un alfa dominante. Seguramente a Sasaki Kojiro le gustaría, Adamas le había dicho que era muy lindo, y las personas lindas se hacen guapas con la adultez al madurar su rostro, entonces, cuando creciera iría con el japonés y dejaría que este se enamorara de él a primera vista. Fácil y sencillo.

O al menos eso pensó.

Porque ahora se iba a morir.

Él lo había pedido, que Kojiro se la chupara después de hacerlo sin control durante horas. Y es que solo podía pensar que ese sería su único momento para recuperar el aliento, pero, fue todo lo contrario. La boca de Kojiro lo iba a matar, no quería correrse en segundos, pero, era tan cálido su interior, y nunca había sentido a alguien chupársela de esa forma. Los labios suaves, su lengua acariciando la punta, la manera en la que puede tomarlo a fondo sin reflejo vomitivo era lo mejor.

"No te corras, no te corras, piensa en otra cosa, lo que sea, no te corras, solo han pasado 3 minutos desde que empezó, no te corras, piensa en lo que sea, en el estúpido de Zeus, cálmate, cálmate..." Solo se podía gritar, pero joder la vista era sacada de sus fantasías, Kojiro con el cabello suelto, mientras ponía un mechón detrás de su oreja y chupaba de arriba abajo su hombría, para después lamer a lo largo mirándole, y peor, soltándole una sonrisa, dándole un beso en la punta.

— Chico... ¿Estás bien?

— ¡No voy a correrme tan rap...!

— ¿Quieres correrte en mi cara? — dijo el japonés, viendo como su alfa pasaba de ruborizado a tomate de golpe. — ¿Tomo eso como un sí? Estás tan duro, pensé que sería algo que quisieras hacer...

El japonés chupó la punta, y a lo largo. A decir verdad, le gustaba, el tamaño era imponente y el grosor una maravilla, tal vez los Olympus no habían sido bendecidos con dinero, pero si con grandes atributos para su disfrute. Su lobo interno solo estaba sumiso ante las feromonas, complaciendo a su destinado de todas las formas en las que pueda. Y es que quería que el rubio se corriera en él, la verdad, es que si le gustaba el sexo, pero dejó de darle importancia cuando se sentía usado todas las veces que lo hacía. En cambio, ahora, su destinado estaba allí, quería complacerlo de todas las formas posibles.

— Kojiro... hn...

— Solo han sido 3 rounds y una mamada que estoy haciendo, ¿ya estás cansado? — mofó un poco el japonés.

— ¿Q-quién dijo que estaba cansado? — sí, iba a morir, pero moriría feliz. — Esto no es nada.

— Poseí... — dijo el japonés, volviendo a chupar, acariciando las bolas del griego. — Hn... Tú rostro refleja lo contrario.

— ¡Ah! — el alfa acabó por morderse el labio, sujetando la cabellera del espadachín. — Hn... si estoy cansado te lo diré, no lo estoy ahora.

— ¿Seguro?

— Si, te complaceré como lo hice en tu celo. — jadeó el griego, tenía que aguantar mucho más.

Y es que el japonés no se la dejaba fácil. Ahora entendía que nunca en la vida se la habían chupado como era, como debía ser, porque se estaba muriendo al sentir el roce de los labios y lengua del asiático, y antes tardaba demasiado en tan siquiera sentir algo, además que los roces incómodos de los dientes. En definitiva, acostarse con omegas de su edad era lo peor, le gustaba la experiencia.

Pero esa misma experiencia lo estaba acabando, ¿cómo diablos iba a complacer a Kojiro hasta el final si no está aguantando una de sus mamadas perfectas?

— Oye, niño. — dijo el japonés, besándole la punta, mirándolo. — Cuando estoy en celo, cualquier verga me puede satisfacer, pero, cuando no, espero que haya alguien digno de acompañarme bajo el sol de los orgasmos. ¿Puedes lograrlo, Poseidón?

Y el griego no pudo más.

No pudo aguantarlo más, incluso sorprendió al japonés al sentir el chorro en su cara, y es que sí, al griego le había excitado de sobremanera escuchar al samurái decir eso, y ahora solo podía ver como llenó el rostro del espadachín con su esencia. Solo pudo sentir como se endurecía de nuevo al ver escurrir su semen por el rostro de Sasaki, y joder, lo que daría por poder fotografiarlo ahora mismo.

— Lo siento Kojiro, te limpiaré y...

— Poseí... — dijo el japonés lamiendo con su lengua lo que había caído cerca de su boca. — Todo lo de mi alfa sabe delicioso.

Poseidón Olympus se había jurado en ese momento, que no importaba si moría, complacería al japonés hasta que este estuviera satisfecho.

Por eso ahora solo podía contraer los dedos de sus pies, sosteniendo esas caderas que no dejan de saltar. Y es que joder que tenía a un dios japonés de las katanas encima de él, que no se cansaba en absoluto. Sentía que lo estaban exprimiendo al máximo, y, a decir verdad, no le parecía mala idea morir de esa forma, pero, no quería quedar mal ante la persona que le gusta. Y es que el japonés lucía sacado de sus fantasías adolecentes, porque podía ver ese cabello largo cayendo por su cuerpo, esa piel canela con esas gotas de sudor escurriendo, maldita sea, esos muslos perfectos, y la cereza del pastel, esas caderas que no dejaban de montarlo. ¿Qué diablos? ¿No se cansa este adulto o qué?

— Espera, espera, así... mejor así... — dijo el japonés, cambiando la posición. — ¡AH! ¡POSEI!

No pensaba que tenía un gusto porque lo montaran hasta ese día, y es que el japonés cambiando a la posición de vaquero invertido lo tenía en el paraíso. Podía verse entrar y salir del cuerpo de su omega, poder ver como chorrea por él, escuchar esos gemidos fuertes, y ver rebotar ese trasero que le encanta. Más cuando podía nalguearlo y escuchar un pequeño grito de placer de su omega, era todo lo que necesitaba.

Su alfa quería tomar el control, quería demostrarle al omega que puede con él, así que lo hizo. Cambió los lugares, para ahora tener al japonés en cuatro, jalando de esa cabellera y comenzar a embestir sin cansancio contra él. Joder que la vista de ese trasero rebotando contra él es lo mejor. Y los gemidos del mayor le encantaban a un punto que no sabía si podía contenerlo. El interior de Sasaki era estrecho y cálido, si pudiera estaría las 24 horas dentro del japonés, pero por ahora debería aprovechar sujetar esa cintura y embestirlo a fondo.

Le encantaba más ver al mayor morder la almohada, tratando de callar sus gemidos, pero no le funcionó, cuando el rubio se lo impidió, metiendo sus dedos en su boca, haciendo que esos dulces gritos, chillidos y gemidos salieran.

— ¿Ya no aguantas, viejo? — sonrió Poseidón. — Mi omega debe aguantar más...

— ¡HNGH! Poseí, ¡Poseidón! ¡AAH!

— Deja que tu alfa te complazca toda la noche desde ahora.

El japonés aceptó gustoso, dejándose dominar por su alfa.

Solo podía ver como la cabecera azotaba en la pared con violencia, mientras el rubio lo mantenía con las caderas bien paradas y destrozándolas con cada empuje. Su omega estaba en el paraíso, ya se había olvidado de su maldito nombre a este punto. Solo quería ser llenado y tener cachorros de su alfa, solo eso. Podía sentir sus puntos dulces siendo masacrados con cada embestida, sentir las mordidas de su alfa por su cuerpo, el cómo deja todas las marcas que quiere en él, reclamándolo como suyo, sí, le encantaba, lo adoraba...

Estaba perdiendo la cabeza por él.

Y no era el único.

Nunca sería el único omega perdiendo la cabeza por su destinado.

Qin Shi Huang había regresado a la Mojo Dojo, y solo pudo suspirar en la puerta, sintiendo que las lágrimas saldrían de sus ojos. Estaba demasiado estresado. Tenía que proteger a Kojiro, ocultar a su alfa, y salvar al omega de Jātaka por su alfa. No tenía un plan, y su padre ya estaba en camino, seguro lo vería en la tarde, así que, ya no había tiempo de crear algo, tendría que improvisar de alguna u otra forma.

Pero ahora no podía pensar en ello, solo caminó hacia el cuarto de Kojiro, no había podido responderle los mensajes, así que quería ver como seguía, pero fue gran su sorpresa al no encontrarlo en su habitación. ¿Se había ido a su mansión? Lo mejor era preguntarle a Hades y saber. Por lo cual fue al piso donde se quedaban los Olympus, pero no esperaba encontrarse con su alfa fuera de su habitación.

— Qin, al fin llegaste, estaba preocupado.

— Si. — respondió el chino. — Yo... estaba buscando a Kojiro... ¿preocupado? ¿Por mí?

— Eres mi destinado, claro que estoy preocupado si no te veo en todo el día, ni tengo noticias de ti.

El corazón del omega dio un vuelco al escuchar eso, y sonrió. Era lo más bonito que le habían dicho en todo el día, solo quería lanzarse a los brazos de su destinado, pero, ¿era correcto? Había rechazado su cortejo, y solo lo lastimaba cuando hablaban, no quería seguir lastimándolo.

— ¿Sabes dónde está Kojiro? — preguntó Qin apartando la mirada.

— Duerme con Poseidón. — dijo el griego, mirando a su omega. — Está bien, sea lo que sea que tenía Kojiro en el día, ya no lo tiene, lo vi entrar en la habitación de Poseidón, y Poseidón entró después, probablemente solo estén durmiendo.

— ¿Durmiendo? — mofó el chino haciendo reír al griego.

— Bueno, en definitiva, están en la cama, en algún punto dormirán. — rio el mayor.

— Supongo que mañana hablaré con él. — suspiró Qin, sobando sus cienes. — Qué tengas linda noche.

— ... ¿Pasa algo? — cuestionó Hades, acercándose al omega. — Luces tan cansado...

— No te preocupes, yo...

— Te escucharé si tienes algo que quieres decir. — comentó Hades sujetándole con delicadeza el rostro. — Te escucharé, Qin. Si no puedo estar contigo, déjame ser tu amigo, te escucharé siempre.

— ¿Tienes tiempo? — dijo el chino mirándole, con esos ojos lagrimosos.

— Para ti, siempre. — sonrió Hades, besándole la frente. — ¿Quieres que prepare algo de té? Ven.

Solo sentir la mano del alfa en la suya, lo hacía querer llorar, pero se había aguantado las ganas siguiéndolo, hasta que si, el alfa le hizo y sirvió un té, sentándose con él. ¿Por qué estaba tratándolo tan bien? Cuando él solo era grosero cada vez que hablaban. No importaba cuanto lo intentara, no podía alejar a Hades Olympus, y no sabía si el alfa era un aferrado de primera, o estúpido al no huir de su lado.

— ¿Qué hacías despierto? — comentó Qin. — Deberías descansar, tú te levantas muy temprano, antes que todos.

— Bueno... primero tu responde mi pregunta y después yo. — sonrió Hades. — ¿Qué te tiene así?

— Mi maldita vida miserable. — sonrió Qin, tomando del té. — ... esto es solo un disfraz. — dijo el chino mostrando su vestimenta y accesorios. — El oro adornándome es lo único bonito en mi vida. Aunque realmente no sé porque le digo, "mi vida", si nunca ha sido mía, solo soy una buena inversión.

— ¿De qué hablas?

— Soy el heredero perfecto que mi padre quería, es todo, desde que nací, hasta que muera, seré su propiedad, y como propiedad, solo debo obedecer sus deseos, porque si no lo hago, destruirá todo lo que amo. No puedo dejar que me siga quitando cosas, pero hay días en donde no tengo idea que más hacer, tengo miedo.

— Qin...

— Mi padre... es un problema. — comentó Qin. — Él siempre ha vivido en su mundo; si no eres rico ni perfecto, no eres aceptable. Yo... siempre tengo que cuidar mis apariencias con los demás, porque si hay algo fuera de "perfecto", él lo asesina. Asesinó así a mi primer amor infantil, a mi madre biológica, a mi personal, a cualquier persona que no sea un millonario que se acerque a mí. Decidí entonces alejarlos, a todos siempre, dije, "voy a actuar como él, así nadie se acercará." Pero, ¿de qué me servirá eso? Incluso cuando mi padre muera, todos me odiarán ya, no hay escapatoria a ese triste destino. Y ahora, Kojiro esta con Poseidón, te juro que no odio a tu hermano, hace feliz a Koji, lo sé, pero... tengo que protegerlos, de alguna forma que esto siga oculto, y después esta Adamas, tu hermano, que tengo que inventarle algo muy bueno, para que no haga nada y no lo lastime, y por último, pero más importante... debo protegerte a ti. Es horrible tener a mi destinado a mi lado, y tener que rechazarte porque tengo miedo de que te haga algo y... ¡Maldita sea! Todo se me está yendo de las manos, no creo que pueda...

El alfa se acercó, abrazándolo para calmarlo con suaves caricias que el omega aceptó, dejándose desahogar entre los brazos del alfa. Lo dejo llorar lo que quisiera, mientras le daba confort, hasta que el omega decidió que había sido suficiente, pero se quedó acurrucado en los brazos del alfa, mientras este le acariciaba el cabello.

— Así que es tu padre, tranquilo, te ayudaré en todo ahora que lo sé. — sonrió Hades besándole la frente a su omega. — No descubrirán lo de Poseidón y Kojiro, protegeremos juntos a Adamas, y aunque hayas rechazado mi intento de cortejo, no pensaba dejar de intentarlo, ahora con más razón quiero hacerlo.

— Te escuchas tan seguro, no es fácil controlarlo. — rio Qin. — Sus feromonas son... dios te someten con olerlas y...

— Lo lograremos. — sonrió Hades. — A lo largo de mi vida he lidiado con muchas cosas, esta es nueva, pero no imposible, y es que yo...

— ¿Tú? — dijo Qin mirándole.

— Estoy seguro que podemos contra él.

El enigma no podía decirle, aún no, tenía miedo. ¿Era natural? Si, era natural tenerle miedo a decirlo porque le habían traicionado muchas veces. Y quería confiar ciegamente en Qin, su lobo se lo gritaba, pero no se sentía seguro. Al final, no había garantías de nada, había sido rechazado muchas veces, y que ahora tuviera una plática normal, no significaba que eran algo más que conocidos.

Y no solo era por él, seguramente tomarían a Poseidón, o a Zeus, incluso Adamas para investigarlos. Qin es amigo de Tesla, no quería que él o sus hermanos vivieran lo que los enigmas viven, encerrados en una facilidad, donde les toman muestras y se quedan allí sin poder salir nunca más en sus vidas. Y es que realmente los enigmas eran un desecho de la sociedad, ni siquiera tenían derechos, no es algo que puedas decirle a los demás solo porque si, es algo que puede causar muchos problemas. Si un civil conocía del paradero de un enigma, tenía que reportarlo. Si Qin lo denunciara entonces...

— No quiero ponerte en peligro. — dijo Qin sacándolo de sus pensamientos. — No quiero meterte en problemas.

— No lo haces, un omega dominante nunca me ha dado miedo. — sonrió Hades. — Justo tengo uno en mis brazos y todo está bien.

— Pero...

— Seguiré tu plan al pie de la letra, todo sea por tener tu sonrisa de regreso, Qin.

Solo pudo mirar los ojos de su alfa, para comenzar a besarlo, dulce, lento, tratando de guardarse el sabor de los labios de su destinado solo para él. Acabó por montarse bien en su regazo, sintiendo a su alfa corresponder los besos, acariciándole con cariño la cintura, mientras continuaban así ese toque tan íntimo, hasta que se separaron en busca de aliento.

El omega no dijo nada, y el enigma tampoco. Fue hasta que Qin Shi Huang se levantó, tomando la mano de su alfa, guiándolo a su habitación, donde una vez adentro, cerró con llave, y continuó los besos, jalándolo a la cama. Y es que lo quería, deseaba sentir al albino recorrer su cuerpo, no quería pensar más que en ello, en tenerlo con él, allí, en aquel lugar que llenaba con sus feromonas, y Hades hacia lo mismo, si, estaban creando un nido de feromonas solo para ellos, para distanciarlos del mundo, para solo ser ellos y nada más en la existencia.

— Qin...

— ¿Podemos olvidarnos de nosotros y quienes somos hoy? — preguntó el emperador mirando al albino, acariciándole el rostro. — Olvidar mi destino, olvidar el tuyo, y solo dejar que nuestros lobos tomen el control.

El albino no pudo negarse a tal petición. Estaba viendo el rostro más hermoso del mundo, con suaves lágrimas en su rostro mirándole. Sí, siempre diría que sí a las peticiones de Qin Shi Huang, de su "reina", no importaba si eso lo llevaría a un infierno sin igual.

Sus ropas se fueron perdiendo entre las sábanas, mientras el "alfa", trataba de contenerse, pero el omega no lo permitiría, no cuando se frotaba contra él, tentándolo, escuchándolo gruñir, hasta que expuso su cuello, y por supuesto que el alfa aceptó la cata de olor. Aspirando las feromonas de su omega, escuchando esos pequeños chillidos dulces, en busca de una aprobatoria. Era imposible negarse, ni aunque el mundo se destruyera, ni aunque fuera amenazado, se negaría a Qin, tiene tanto poder sobre él, que parecía que el enigma era más que su enlace, era su destino en cualquier universo que estuvieran juntos.

Acabó por lamer su nuca sobre la glándula de olor, escuchando el gemido del chino, quien se pegaba a él, en busca de su alfa. Había aceptado la cata de olor, técnicamente podía iniciar el cortejo, pero, sabía que esto solo había sido cosa de esta noche, una noche que no quería que terminara.

El albino solo pudo sentir sus colmillos crecer, y joder que quería hacerlo, pero no podía, era otro problema en la vida de Qin. Solo besó su nuca, escuchando esos suaves chillidos de atención del omega, dejando besos marcados en su piel, lo quería, necesitaba marcarlo de alguna forma...

— Hn...

— No puedo marcarte aún, no importa cuanto lo desee. — susurró el albino, besando las mejillas del omega.

— Márcame cuando todo esté bien, ni un segundo menos. — sonrió el chino mirándole. — Me enseñaste lo que podías hacer solo con un par de dedos, enséñame lo que puedes hacer con esto.

Y es que sentir la mano del emperador, acariciándole el miembro era algo que nunca ni en un millón de años, el albino pensó que sentiría. Por su lado, Qin estaba encantado con el tamaño y grosor de lo que estaba sujetando, y es que había de dos, o moría partido a la mitad por su alfa, o se dejaba matar por su padre, la primera opción era la mejor. El emperador continuó los besos, mientras su alfa soltó una pequeña risa, mirando las reacciones de su omega.

— No sabía que tenías tres piernas. — dijo Qin salivando, viéndole el miembro mientras seguía masturbándolo. — Lo quiero...

— Lo puedo notar, estás empapándome. — comentó el griego mirando lo empapado que se encontraba su omega.

— Hades, hazlo, es una orden. — chillo Qin, deseoso de ser tomado.

— ¿Suave o rudo? — dijo el albino mirándole.

— Kojiro no crio una perra débil, hazlo lo más duro que puedas. — sonrió Qin, firmando su sentencia.

El albino solo pudo sonreír, jalando las piernas del emperador a sus hombros, donde sin aviso o nada, comenzó a devorarle la entrada como si su vida dependiera de ello. Metía la lengua, los dedos, haciendo que el omega no pudiera dejar de gemir en absoluto, y es que, ¿cómo hacerlo? Hades conocía los puntos esenciales para hacer que su cabeza quede en blanco, y solo pueda experimentar placer sin pudor alguno.

Y es que el emperador nunca había vivido eso, estar allí, a la merced de un alfa, que joder, lo devora como dios manda, y solo puede gemir, arqueándose y jalando las sábanas, deseando sentir su vientre lleno con lo lubricado que se estaba poniendo. Tenía algo de vergüenza de sentir su lubricación salir y que Hades la tomara sin pudor, lamiendo sus labios como si probara lo más delicioso del mundo, y es que, pensándolo bien, si lo era, era un honor para Hades probarlo de esa forma.

Quiso cerrar las piernas cuando sintió el orgasmo a la vuelta de la esquina, pero no pudo, el griego fue más a fondo moviendo esa lengua mejor que un vibrador, y sin darle tregua, masturbarle hasta que los primeros chorros salieron del omega, causándole gritar de placer, joder que esto era lo que necesitaba, ahora quería más, solo podía ver atontado a Hades, lo necesitaba dentro.

— ¡Hades! ¡AH!

— Preséntate. — dijo el enigma con su voz demandante. — Preséntate ante tu alfa, omega.

Sintió dilatarse de solo escuchar esa gruesa voz dándole órdenes, así que lo hizo. Se puso en cuatro levantando su trasero para al final, abrir sus nalgas dándole vista perfecta al albino de ese anillo lubricado y único para ser profanado. El alfa gruñó, frotando su miembro en contra de dicha entrada, haciendo que su omega soltara chillidos de sumisión, restregándose contra él, lo quería, su maldito omega había tomado el control, quería ser dominado y llenado, quería que ese alfa lo reclamara como suyo, lo deseaba bastante.

— Que linda vista...

— Alfa, por favor... por favor alfa...

Sintió que veía estrellas cuando la primera embestida llegó, y no pudo evitar correrse de nuevo. Joder que nadie había llegado tan a fondo y de manera tan perfecta, su interior estaba complacido y adolorido, más cuando deslizó su mano por su vientre y sintió el bulto del alfa en él, joder que no sabía cómo seguía respirando, pero lo hacía. Solo podía sentir sus piernas temblar, mientras había chorros de su esencia en esas húmedas sábanas, y él luchaba por mantener un pensamiento coherente en la cabeza.

— Creo que nadie te ha cogido como te lo mereces, emperador. — dijo Hades, lamiéndole el lóbulo de la oreja. — Déjame hacer un desastre de ti, digno de tu cuerpo.

Qin Shi Huang se había convertido en una muñeca de placer, porque estaban por romper su cama mientras lo embestían con fuerza y él solo podía gemir y gritar ante eso, lo tenían sometido de sus brazos y con el trasero bien alzado para recibir a fondo cada embestida. Sintió que estaba en el paraíso cuando sintió ese tirón de cabello, y Hades le sujetó lamiéndole el cuello.

— ¡ALFA!

— Mi putita personal. — susurró el albino haciendo chorrear al chino. — Como me vuelves loco.

Solo pudo sentir la mano de Hades, haciendo presión en su vientre, lo que le hizo chillar en una mezcla de dolor y placer, al sentir que su abdomen se abultaba por la entrada y salida del alfa, quien le tomaba con fuerza y sin parar, haciendo que no hubiera más que blanco en su mente. Porque volvió a estar mordiendo las sábanas de golpe, hasta que sintió que su cama se vencía y quedaba rota en el suelo.

No tenía idea de la hora, de donde diablos lo tenían abierto de piernas, solo se aferraba a la espalda del albino mientras este le embestía contra la pared. ¿Cuándo habían pasado a la pared? No tenía ni idea, tal vez se había desmayado después de soltar ese squirt tan intenso que lo dejó embobado. Ahora solo podía gemir sin cansancio, ¿Cuántas veces ya se había corrido? Ni lo recordaba, solo estaba allí a merced del alfa que le miraba con deseo, mientras dejaba millones de marcas en su cuerpo.

— ¡HADES!

— Córrete, te doy permiso. — dijo el alfa, sosteniéndolo contra la pared, haciendo que el omega chorreara de excitación, para al final correrse una vez más. — Hn... aprietas delicioso cuando te orgasmeas, Qin.

Hacerlo en el suelo, hacerlo en el balcón, hacerlo en el baño, hacerlo en el maldito aire, sus caderas ya estaban entumecidas, y se sentía cansado, pero no podía parar de gemir, solo gemir el nombre de su alfa y dejándolo que lo traten como puta barata, porque joder amaba que lo dominaran, que le hicieran ver que solo es de su alfa, que nunca habrá nadie más que lo haga sentir como se sentía en ese momento.

— ¡AAH! ¡NO!

Hades ahora lo devoraba de nuevo, mientras lo tenía empinado en el escritorio de Qin, sin importarle que Qin estaba relleno de su esencia, usaba sus dedos y lengua para complacer ese anillo rojo e hinchado después de esa sesión de sexo desenfrenado que aún no acababa. ¿Qué pretendía Hades? ¿Matarlo? Porque lo estaba logrando, al sentir esos dedos estirar su anillo, sacándole gritos y gemidos, hasta que al final, sintió una fuerte nalgada que lo hizo gritar.

— Ya estás listo, mi nudo es más grande que el de los demás, solo me aseguraba que estuvieras bien dilatado, mi omega.

Ya no sentía sus malditas piernas, y sus caderas le estaban matando.

Se aferraba al alfa quien le sostenía con fuerza, embistiendo contra él. Estaba llegando tan profundo, su mente estaba en automático, quería cachorros, millones de cachorros, todos los que el albino quisiera, sería lo que él quisiera, su depósito de semen personal, lo que fuera, solo quería sentirse en el maldito Edén con esas embestidas que no paran.

Entonces, al fin pudo sentir lo que quería, el bendito nudo llegó, y sintió a su omega en el maldito paraíso.

— ¡AAAH!

— Hn... — gruñó el albino. — tan apretado...

El omega del emperador no lo pensó, acabó por morder al alfa en un descuido, buscando enlazarse, lo quería reclamar como suyo. Hades tuvo que hacer uso de toda su voluntad, al morderse a sí mismo su brazo, evitando crear un enlace ante la molestia del omega. La marca se desvanecería en semanas, estaría bien, solo tenía que ser cuidadoso, si mordía a Qin en la nuca, el enlace estaría creado, y más problemas llegarían.

— Hades... hng... Hades... ¡AH!

Gimoteaba el omega, hasta que Hades escuchó un ronroneo.

Los omegas solo ronroneaban cuando estaban realmente complacidos, no cualquiera podía conseguir ese ronroneo, había omegas y alfas que nunca habían experimentado uno, y justo ahora, podía escuchar a su omega aferrarse a él, ronroneando, siendo este el sonido más hermoso que ha escuchado.

— Hades... ah... alfa...

— Yo también quiero enlazarme contigo, mi emperador, pero no es el momento. — respondió el alfa, besando los labios de Qin. — No lo tomes como rechazo, no quiero rechazarte, solo un poco más de tiempo.

— Hn...

El omega estaba disfrutando de sentir su vientre hinchado y relleno, sentía que estaba a nada de romperse, mientras ya por agotamiento y dolor, acabó por desmayarse de nuevo en los brazos de su alfa, quien le sostenía, evitando no moverse mucho hasta que el nudo bajara. Maldita sea, el nudo de los enigmas duraba de 30—40 minutos en bajar. Hades Olympus solo pudo suspirar, tenía que agradecer que Qin se desmayó, o se daría cuenta que Hades realmente no era un alfa convencional.

Al final, hacer un desastre de su omega, era la mejor opción para seguir ocultando su verdad.

Y no era el único.

Poseidón estaba agotado, mientras sujetaba con fuerza esas caderas y embestía sin compasión contra el japonés, ¿de dónde mierda tenía tanta energía este adulto? No tenía ni la más mínima idea, pero no podía dejar de embestir hasta que llegó a fondo, ocupando toda la reserva de energía que tenía, provocándole un grito al japonés además de esos ruidosos gemidos.

— ¡AAAH!

Ni lo pensó, acabó por sujetarlo con fuerza, y embestir como si su vida dependiera de ello, hasta que sintió ese delicioso squirt salir, mientras el japonés se corría de nuevo. Acabó por salir de él, corriéndose sobre el abdomen del japonés, mientras este no podía dejar de sentir espasmos, y soltar squirt sin poder controlarlo, en lo que su alfa caía rendido a su lado, entre jadeos y busca de aliento.

El espadachín acabó por ronronear, sorprendiendo a Poseidón, quien entre jadeos miraba el desastre que era su omega, al cual rápidamente pego con él, acurrucándolo entre sus brazos, y este se refugió, soltando ronroneos únicos, buscando la atención de su alfa.

Había vivido, lo había conseguido, eso se decía Poseidón, mientras acababa por dormirse de golpe en la cama. En definitiva, tenía que hacerlo más veces con Sasaki, porque su juventud aún no puede con su experiencia.

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Solo había mandado un mensaje a los Gautama.

"Voy en camino"

Y es que era verdad, viajaba siendo llevado por su chofer, con una camioneta de los Housen siguiendo su auto por seguridad. Ni siquiera se le tuvo que preguntar por una identificación al entrar en los territorios de los Gautama, se abrieron las puertas al solo ver el auto y las placas, y de allí, se estacionó en la residencia principal, donde su chofer bajó y abrió su puerta, para ofrecerle su mano. El omega la tomó, y bajó con cuidado del auto.

Zichu Shi Huang seguía viéndose hermoso a su edad, con arrugas apenas visibles, con ese increíble cuerpo y ese cabello tan bien cuidado, además de ese atuendo digno de las mejores telas chinas que lo hacían lucir como lo que es, un emperador en todo el significado de la palabra. Acabó por ser acompañado por su chofer hasta la puerta, donde estás se abrieron y entró solo en la mansión, viendo la belleza de los pasillos.

— Señor Shi Huang, sea bienvenido a la casa Gautama. Le comunico que el amo Śuddhodana está esperándolo en la sala principal, ¿le podemos ayudar en algo? — preguntó una maid, reverenciándolo.

— No, muchas gracias, pueden seguir en lo suyo. — sonrió con suavidad el chino, arrancando muchos suspiros. — Se dónde queda la sala, no tienen que guiarme, muchas gracias por el recibimiento. Con permiso.

El emperador ante los ojos de todos, era una persona amable, no sociable, pero si amable. Solo los que estuvieran dentro de su círculo sabían, que era un demonio disfrazado de ángel, hacía lo que le plazca desde que nació, y morirá de la misma forma, eso lo había decretado frente a todos sus conocidos. Es por ello que caminaba por los pasillos, tomándose el tiempo de llegar a ese lugar, en donde vio algo que no reconocía.

Un omega, de cabello rojizo, quien estaba tejiendo algo en una sala con estambre.

Claro que le había llamado la atención, porque nunca vio estambre en la casa de los Gautama, material demasiado barato para que ellos hicieran algo con él. Bueno, puede que Buda lo ocupara para jugar con los gatos callejeros, pero nada más. Sonrió mirando al omega, solo con ver esos ojos y cabellera, ya sabía quién diablos era.

"Que horror, heredó sus ojos". Pensaba el chino mirando a ese omega. En primera, no era lindo, era tosco, le recordaba un poco a Lü Bu, pero sin tanta musculatura. Además, ese cabello rojizo, será una abominación el cachorro que salga de ese omega al juntarse con Jātaka. Le tenía que hacer un favor al mundo y evitar que eso llegara a pasar.

— ¿Adamas Olympus? — dijo Zichu, acercándose.

— Oh, sí soy yo, un placer... — sonrió el omega hasta que vio quien estaba delante suyo. — Zichu Shi Huang, en persona, es un placer conocerlo.

— ¿Me conoces?

— Es imposible no saber quién es usted, está en todo, quiero decir, si usted dice que algo está bien o está mal, la gente lo sigue. Además de que es imposible ignorar su poder empresarial que tiene, creo que todas las empresas son suyas. Y también Jātaka me ha enseñado mucho sobre sus socios. — sonrió el omega. — ¿Usted me conoce?

— Bueno, recibí la invitación de tu boda, y por supuesto que me interesó saber quién es el omega que robó el corazón de Jātaka. No me decepcionaste, eres lindo. — sonrió Zichu. — Y educado, además me llamó la atención lo que estabas haciendo, ¿qué tejías?

— Oh, es... es un regalo para mi futuro esposo. — sonrió Adamas. — Am, suelo tejerles a mis hermanos cosas que puedan tener. Principalmente bufandas, guantes o gorros, quería hacerle uno a Jātaka igual, el invierno se acerca y pensé que sería un buen regalo.

— Seguro lo será. — dijo con amabilidad el chino. — Estoy seguro que le debe encantar todo lo que le des.

— ¿Usted cree?

— Lo creo, es más, estoy seguro que, si es algo hecho por tus manos, le gustará, los alfas son simples. — rio el omega. — Un placer conocerte, Adamas, oh, antes de que lo olvide, felicidades por tus futuras nupcias.

— Muchas gracias, señor Shi. — dijo el griego dando una leve reverencia.

— Bienvenido a la familia. — sonrió el chino retirándose.

"Sobre mi maldito cadáver tendré a un Olympus relacionado con el apellido Shi." Y es que, aunque Jātaka era el que se iba a casar, igual afectaba a ellos. Ya que Buda está relacionado con Jātaka, por lo tanto, Adamas estará presente en las reuniones de la familia Shi Huang y Gautama, y será un asco compartir la mesa y casa con un maldito Olympus.

El estúpido de Adam Edén es quien provocó todo esto. Le había dejado claro que odia a las malditas cucarachas como los Olympus, y no hizo el maldito trabajo. Pero bueno, era su culpa igual, no debió confiarle algo como eso al maldito viudo que se ahogaba de borracho por sus putas penas.

Tomó un suspiro, viendo esas puertas enormes, y se relajó, para poder entrar en la habitación.

Allí estaba Śuddhodana junto a su sobrino Jātaka, y por supuesto, con Buda quien estaba más interesado en su celular que mirarlo, pero estaba bien, era un idiota, pero es el heredero principal. Qin tenía que lidiar con él el resto de su vida de alguna forma u otra. Su único trabajo era casarlo con su hijo, ya si viven un infierno de matrimonio, no le importaba, era problema de su hijo, no de él.

— Bienvenido, Zichu. — dijo Śuddhodana poniéndose de pie. — Veo que te llegó la invitación de Jātaka.

— Así es, yo nunca pensé que llegaría algo tan ofensivo a mi oficina. — respondió el chino.

— ¿Disculpe? — se quejó Jātaka, pero Śuddhodana sostuvo su brazo, tratando de relajar al alfa. — Es una invitación formal a un evento formal, una celebración muy importante, usted hubiera quemado el mundo si no la hubiera recibido. Ahora me dice que es ofensivo invitarlo, ¿qué diablos quiere?

— Preferiría no haberla recibido. — comentó de regreso el emperador. — La boda de mi hijo se retrasa por tu boda, no me hubiera molestado, pero, leí el nombre de esa cosa que llamas prometido, y sentí que iba a vomitar.

— ¡No se atreva a insultar a mi omega! — gritó Jātaka, esta vez alertando a Buda, quien se puso de pie.

Y es que Jātaka nunca era así. Nunca se le veía alterado o tan siquiera con una señal de enojo en su rostro. Si, a veces levantaba la voz, pero solo era para hacer que recogiera sus cosas del suelo, nunca lo decía con una actitud de ira, así que verlo de esa forma, lo hacía comprender que esto había dejado de ser un juego. Jātaka no iba a negociar con Zichu, y ahora tenían que tener cuidado con cada maldita palabra que saliera de la boca de los tres, porque el maldito hijo de puta que tenían enfrente, los mataría sin dudarlo.

— Le hablo como se merece esa cucaracha. ¿Sabes al menos quienes son los Olympus? — se quejó el chino. — Son parásitos inservibles que arruinaron mi maldito círculo, y ahora piensas casarte con uno de sus malditos hijos, ¿estás mal de la cabeza, Jātaka?

— ¡Usted...!

— ¡Jātaka! — gritó Śuddhodana, calmando a su sobrino. — La familia Gautama tampoco aceptó el matrimonio, Zichu, es complicado lo que está sucediendo y...

— Están enlazados. — dijo Buda, mirando hacia Zichu. — Creo que usted sabe qué significa eso.

— Significa que hay una oportunidad, córtale el cuello a la rata y listo.

— ¡No toque a mi Adamas! — gritó Jātaka. — ¡Juro que lo mataré y me verá en sus malditos pensamientos si piensa ponerle una mano encima!

— ¡Jātaka, basta! — gritó Śuddhodana. — ¡Basta los dos!

— Śuddhodana, ¿qué te ha pasado, viejo amigo? — comentó el chino viendo al mayor de los Gautama. — Antes solíamos sentarnos todos juntos en una mesa redonda a beber vino, y ahora...

— Zichu...

— Aceptaste a la descendencia de aquellos que nos lastimaron. — comentó el chino. — ¿Cómo puedes verte al espejo después de eso? ¿No recuerdas esos malditos gritos en esa sala? Esos ojos azules llenos de lágrimas y sangre, mientras todo su mundo se le desborona. Pensé que eras mejor amigo.

Buda miró hacia su padre, y vio lo mortificado que estaba.

¿De qué diablos estaban hablando? No tenía muchos recuerdos de su infancia, pero, si recordaba que su padre solía salir a reunirse con los líderes empresariales, al dragón rojo, ese lugar de Imperium que solo tienen acceso ellos, y qué él lo tendrá una vez que herede todo. ¿Qué diablos sucedió allí? Para que su padre ponga ese rostro.

— Están enlazados, ¿qué quieres que haga? No puedo separarlo de su omega. — dijo el hindú mirando al chino. — Él joven no ha hecho nada, solo es un omega normal.

— Tiene la sangre de los que juré erradicar. — dijo el chino. — No eres el único que ha cometido una falta. Escuché que Kojiro tiene un nuevo asistente, ganador de la beca de la fundación Sasaki. "Poseidón Olympus", cuando me enteré al aterrizar, sentí un golpe en el estómago. Yoshiro se puso a lloriquear en el teléfono diciendo que no tenía idea de que Kojiro lo había elegido como su asistente, no puedo creerlo, los dejo hacer lo que quieran unos años, y regreso a ver esto. Parece que no pueden estar sin correa. Creo que es tiempo que los vuelva a educar a todos ustedes de nuevo.

Y era la primera vez que Buda comprendió, el miedo que siempre reflejaba su padre, al momento que esas feromonas lo pusieron en el suelo de golpe, sin poder respirar, tratando con todo lo que podía de escapar, pero sus músculos no respondían, su cuerpo estaba adormecido, y tenía tantas ganas de gritar por ayuda, pero no podía hacerlo. ¿Cómo pueden ser tan potentes sus feromonas? Nunca un omega lo había puesto al borde de morir, nunca, era desesperante buscar aire sin conseguirlo.

Escuchó una risa, proveniente del chino, para después parar, y sentir que el aire regresaba a sus pulmones, mientras jadeaba luchando por su vida.

— Nunca aceptaré una boda con un Olympus. — dijo el chino con una sonrisa. — Resuélvanlo. Oh, y, por cierto, la boda de Qin y Buda viene primero que la de Jātaka, no sé cómo diablos le harán, pero no quiero más equivocaciones. Y una última cosa, Śuddhodana.

— Zichu... basta...

— Los Housen son míos, solo míos, tu intento de usarlos en mi contra al tener mi aprobación de que pueden proteger a los Gautama, queda revocada. Querías proteger a tu dulce sobrino, lo único que te queda de tu dulce hermana, que adorable. — rio el chino. — El trato era si Qin desposaba a Siddhartha, no antes, así que ahora, cuídate el trasero y el de tu familia tu solo. Con permiso.

El chino acabó por dar una suave reverencia y retirarse, no hacían falta más palabras, pero el menor de los Gautama claro que se levantó con todas sus fuerzas para alcanzarlo, no podía dejar las cosas así, menos cuando vio las lágrimas de Jātaka, tenía que hacer algo, lo que fuera. Así que hizo lo primero que se le ocurrió, primero, alcanzar al chino que volteó cuando Buda le llamó en los pasillos.

— Me casaré con Qin pronto. — dijo Buda mirando al chino. — Solo no lastime a Jātaka ni a su prometido.

— ¿Crees que voy a escucharte a ti?

— Soy el único heredero de los Gautama legalmente. — dijo Buda. — Le quitaré todo a Jātaka, no tendrá ni siquiera para comer, todo está a mi nombre, vivirá en la miseria como Adamas Olympus vive. Si ese es el camino que eligió, será su destino.

— ¿Realmente crees que voy a creer que lo dejarás en la calle?

— ¿Quiere que se lo firme? — dijo Buda mirándole.

El chino le miró y después sonrió, para suspirar, realmente quería unir a las familias. Si Jātaka se hubiera fijado en Chun Ou, no estaría molesto. Incluso estaría feliz, aceptaba el matrimonio alfa x alfa, haría a Chun feliz si ve que le pone interés a su hijo, y la unión familiar quedaría establecida.

Pero ese pensamiento llegó tarde, ahora Chun Ou sería casado próximamente con Sasaki Kojiro.

También era una de las razones por las que había llegado a la ciudad, ya había obtenido la bendición de Yoshiro, como regalo tras la falta de Kojiro al aceptar a un Olympus en su fundación. Además de que Chun Yan no se quejaría si es Kojiro quien se quede con su hijo, y Qin sería feliz, así no estaría quejándose cada 5 minutos. El problema eran los descendientes, el inútil de Kojiro no puede embarazarse, pero haría que los Teslas lograran una fertilización in vitro, y lograr darles un descendiente a los Sasaki, así Yoshiro no se quejaría.

— Cásate con Qin y prometo no hacerle nada a Jātaka. — dijo Zichu mirándole. — En cuanto a Adamas Olympus, lo consideraré.

— Pero...

— No juegues con mi buena fe, Siddhartha. Di que le estoy perdonando todo a tu primo. Prometo pensar lo del omega, no le haré nada hasta que me decida qué hacer.

— ... Gracias por la oportunidad. — concluyó Buda.

— No me hagas esperar más y envía esas invitaciones.

El chino acabó por dar media vuelta y retirarse de allí.

Tenía hambre así que iría a comer algo rico, al menos para llegar con el estómago lleno antes de ir a ver a Qin. Y pensando en su hijo, ahora tenía que hacer algo importante, así que tomó su teléfono marcando un número que solo marcaba una o dos veces cada mes.

— ¿Hola?

— Hola, Chun Ou.

Incluso cuando estaban en llamada, sentía que podía sentir al joven alfa temblar con solo escucharlo. Y es que, aunque quisiera, no podía contestarle la llamada a su "padre" sin morirse de nervios. Porque si, él lo había parido, pero ni loco se consideraba algo de él, solo era de Chun Yan, solo de su "madre", solo era familiar de ella y de Qin. Siempre le tuvo miedo a los ojos rojizos de Zichu, y en como lo veía con tanta decepción que le ardía en el corazón.

— Hola.

— ... ¿Ese es tu saludo hacia mí?

— Hola padre, gracias por llamarme.

— Mucho mejor, idiota. — suspiró el chino. — ¿Cuánto falta para que cumplas 18 años?

— Dos años. — respondió el alfa del otro lado.

— Escúchame bien, cerré un negocio para ti. — dijo el chino. — Te casarás y enlazarás con Kojiro Sasaki.

— ¡¿Qué?! Él es...

— Si, sé que es mayor, bla bla, pero es necesario, la fortuna de los Sasaki y la que Kojiro ha logrado con su inútil trasero debe ser nuestra, Kojiro es alguien que te agrada así que...

— ¡Cómo un hermano mayor! ¡¿Qué diablos tienes en la cabeza?! Me triplica la edad, mamá. No, ¡mucho más que triplicar! Kojiro y yo no somos compatibles, es asqueroso que pienses que me debo casar con alguien que ha sido mi hermano desde que nací. ¡No puedes hacernos esto a mí y a Koji! — el alfa sintió que quería arrancarse la lengua después de decirle "madre".

Y es que Zichu Shi Huang odiaba que le dijeran "madre". No importa si era el término que le correspondía, tras parirlos él, odiaba que lo relacionaran como una "madre".

— Cuida tu maldito tono cuando hables conmigo, maldito alfa. — dijo el chino tratando de controlar sus ganas de asesinar a su maldito hijo. — Es un trato cerrado, hablaré con Kojiro ya que estoy cerca. El enlace tendrá que ser hasta que cumplas 18, pero la boda puedo realizarla desde antes. ¿Quedó claro? O tengo que ir a donde estás y dejártelo claro una y otra vez.

— ...

— ¡Te estoy hablando, Chun Ou!

— ... sí señor. — dijo con la voz rota el alfa menor.

— Bien.

Y sin decir más, acabó por colgar.

Bueno, solo podía pensar que Chun Yan se alegraría en saber que también procura a Chun Ou, y así, bueno, así tal ve residiría la sonrisa de su alfa y le diría gracias por cuidar de su cachorro. Si la alfa estaba feliz, seguramente lo dejaría dormir en sus brazos sin que hubiera un celo o una amenaza de por medio.

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Tragó saliva al ver esos ojos verdes azulados.

Y es que no tenía ni una buena excusa para decirle al científico. Le había pedido la máquina de auto placer para según él, "estudiarla" y conocer su funcionamiento, a lo que Nikola aceptó dársela, pero le dijo que solo había desarrollado la máquina para mujeres, aún no construía una para omegas masculinos. Él le había dicho que no importaba, y lleno de vergüenza tomó la máquina para después dársela al estúpido de Poseidón.

Pero ahora estaba en un problema, porque el hijo de puta de Poseidón no había regresado la máquina, y Nikola le había preguntado por ella, y peor, el científico la quería de vuelta porque dijo que tenía que obtener resultados de dicha máquina y conocer si su funcionamiento es óptimo.

— ¿Eh? — dijo Beelzebub tratando de controlar sus nervios. — ¿La necesitas?

— Si, la chica de prueba ya llegó, necesito la maquina como te había dicho, para obtener resultados.

— ¿Vigilas cómo se masturban?

— No, les doy una habitación, usan la máquina y me dicen sus opiniones, si falló en algún momento, si el material no es el adecuado, si les llegó a lastimar, si no es algo que usarían, etc. — sonrió Nikola. — ¿Me puedes dar mi maquina?

— ...

Estaba jodido.

No tenía idea que había hecho Poseidón con ella, no le quiso decir, y solo había decidido ayudarle porque le debía un favor, no más, pero ahora estaba arruinado. Nikola Tesla le había aceptado como su aprendiz, y le ayudaba con cada uno de sus experimentos, y es que desde que se conocieron, hicieron un clic increíble, donde Beelzebub era bienvenido en la Mojo Dojo por Nikola, y se la pasaban el día en su laboratorio. El científico era muy amable, y algo loco, pero era divertido tenerlo cerca. Además, que estaba también ese otro lado.

Su lobo se emocionaba al tener al científico cerca, pensó que solo sentía eso por Hades, pero, al estar cerca de Nikola, lo sentía de golpe, sin querer, liberando feromonas dulces de invitación, que rápidamente descartaba para evitar un momento vergonzoso con el inventor.

Y es que no podía entender la enorme química que ambos se tenían. Eran complementarios de alguna forma loca. Nikola era ese extrovertido que necesitaba en su vida, y al parecer, él era el introvertido que el científico había decidido adoptar, más por lo que le dijo el señor Sasaki esa vez.

— ¿Aprendiz? — dijo Kojiro sorprendido mirando al joven. — Nikola nunca tuvo uno. Nikola hace sus experimentos e inventos por sí solo. Antes trabajaba en equipo con su amigo Edison, pero después de algo relacionado con unas patentes, trabajan por separado. Creo que eres el primero en entrar libremente en su laboratorio.

— ¿Qué? — dijo con algo de sonrojo el joven. — ¿usted no ha entrado de esa forma? Es su mayor inversionista.

— Oh, pero solo conozco una parte, Nikola es celoso con sus propios inventos, nunca presta algo, o daría algo que no esté acabado a alguien que apenas conoce. — rio Kojiro. — Yo lo conozco desde joven, al igual que Qin, y aun así se niega a mostrarnos sus inventos si no están terminados al 100%. Creo que eres especial para él si te agarró confianza tan rápido.

Eso hizo sonrojar aún más al pelinegro. Tuvo que calmarse un poco porque sintió a su lobo emocionado. No pensó que captaría la atención de alguien que admira. Era como obtener un premio sin siquiera estar concursando. Nikola Tesla se había fijado en él, no sabe de qué manera, pero no importaba, el científico, dueño de todos esos inventos, se había fijado en él.

— Ya veo...

— Le gustan las aves, y el helado, por si te interesa. — sonrió Kojiro.

— No me interesa. — dijo Beelzebub tomando de su bebida.

— Esta soltero, sin ningún compromiso, es muy amable y atractivo. — continuó Kojiro.

— Mire, no me interesa su amigo, solo me gusta poder tener la oportunidad de estudiar cerca de él, y poder tener la oportunidad de ser su aprendiz, todo es profesional.

— Si tú lo dices. — sonrió el japonés terminando su bebida.

Y había sido muy orgulloso al respecto.

Porque ahora en la actualidad, estaba allí, sin la máquina que el inventor quiere, sin una buena excusa, mientras este le miraba con detenimiento.

— ¿Beelzebub?

— No tengo la máquina. — dijo el joven y después vio la sonrisa del inventor.

— ¿Qué? — dijo el científico con un ojo tembloroso. Y es que eso es lo peor que le podían decir a Nikola, después de lo ocurrido con Edison. — Uno de mis nuevos inventos desapareció de tus manos antes de que estuviera terminado. ¿Es correcto lo que me acabas de decir?

— No es que haya desaparecido, lo tendré de vuelta, solo que lo... lo abrí y vi el funcionamiento que tenía, y me falta volverlo a armar a su estado original.

— ... Ve a tu casa y tráelo, podemos armarlo juntos. — dijo sonriente el científico colocándose su bata. — Le diré a la mujer que espere un poco, le pediré a Shiva que haga unos snacks para ella.

— Yo, este... no puedo ir a casa ahora. — dijo rápido Beelzebub.

— ¿Por qué no?

— Ah... yo la verdad, no tengo dinero para regresarme dos veces a mi casa, el, el camión subió de precio. Y a esta hora va súper lleno, tengo que ir prácticamente colgando de la puerta.

— No te preocupes, te llevo a casa. — dijo Tesla arqueando una ceja.

— Es que...

— Beelzebub, necesito la máquina. — dijo con seriedad el científico.

Mentiría si no dijera que su lobo se puso sumiso, ante la voz autoritaria que sacó de pronto el alfa que le miraba de pies a cabeza. Y es que, su omega interior podía ver lo bien que se veía con esa ropa, y lo atractivo que es...

— No puedo dártela. — sentenció Beelzebub, algo nervioso de ver como el rostro del alfa dejaba de ser tan sonriente poco a poco. — Lo siento, podemos llamar a la mujer de prueba otro día.

— ¿Estás intentando darme órdenes en mi laboratorio? — sonrió Nikola algo divertido, con sarcasmo, ocultando su molestia, mientras el omega se estaba muriendo por dentro. — Que audacia. Pero no tengo tiempo para juegos, necesito la máquina, vamos a tu casa por ella.

— No.

— ¿Qué?

— ¡No te la voy a dar porque yo la usé en mí! — gritó el joven lleno de sonrojo. — Te la traeré mañana pero hoy no, así que te propongo algo, tienes, tienes otros inventos que te gustaría probar, ¿verdad?

— ¿Qué dices? — dijo confundido el científico.

— Tienes más inventos que quieres probar. Dejando un poco de lado el tema de la evolución humana, hay otros inventos de placer que has creado y no tienes a nadie que los pruebe, pues hoy es tu día de suerte porque los probaré. Y no solo eso, dejaré que me veas usándolos, ¿no eso sería grandioso? Tener de primera fuente si tus maquinas pueden complacer a un omega, ver todas las reacciones y que te diga en el momento como puedes mejorarlo.

El científico solo se quedó con la boca abierta mirando al universitario que quería que se lo tragara la tierra, pero es que no podía decir nada de Poseidón, porque maldita sea, le debía un favor, y estaba pagándoselo, además, si le daba problemas a Poseidón, Hades se enteraría, y si Hades se enteraba, él se moriría, porque no quiere darle problemas al albino, le gusta mucho, quiere que el albino ponga sus ojos en él de buena manera.

Ya que Hades sería el único que podría ayudarlo con respecto a su hermano mayor.

Pero dejó de pensar en Hades de golpe, cuando pudo sentir a Nikola Tesla acercarse, para acortar distancia, mientras él solo podía encogerse de hombros. Allí estaban de nuevo, esas feromonas, ese perfecto olor a rosas, el aroma a vidrio y tierra, tantas notas de olor que le gustaban, principalmente una, algodón de azúcar, de niño era lo único que le gustaba de un color que no fuera rojo, morado o negro, siempre le gustó el sabor y olor, y ese alfa lo tenía.

— ¿Realmente tengo tu consentimiento? — dijo el alfa a su oído, haciendo al omega estremecer. — No hay vuelta atrás si me lo das, Beelzebub.

Sintió sus piernas temblar, para después sujetarse de la bata del alfa, alzando su mirada y viendo esos ojos llenos de luz, unos que contrastaban perfecto con la obscuridad de los suyos.

— Si se trata de ciencia, nunca daría vuelta atrás. —declaró el omega.

Tal vez su primera bandera roja debió ser cuando vio sonreír al científico tras esa respuesta.

Porque ahora se había metido en algo que no sabía si podría salir.

Y es que ahora estaba en aquella habitación, con esa mirada esmeralda fija en él, mientras su omega no le da tiempo de pensar, y desliza sus prendas por su cuerpo. Podía sentir al alfa devorándolo con la mirada, así que esperaba que su collar de protección funcionara de manera óptima. Le había instalado púas que salían si un alfa trataba de marcarlo o abusar de él, así que confiaba en su invento, no quería regresar a casa y mirar esos ojos rojos juzgándolo.

Por otro lado, el alfa estaba pensando en putas palomas, porque trataba con toda su fuerza, controlar a su lobo de no hacer algo estúpido. Y es que ya había visto omegas desnudarse delante de él, y no les daba importancia, con él único que se había sentido así, era con Kojiro, pero Qin tenía razón, su lobo se emociona porque Kojiro es un omega recesivo, alguien que puede controlar y someter sin temor a las feromonas de un omega. Pero ahora estaba ese omega desnudo a unos metros de él, y apenas podía controlarse.

Un omega, que si quisiera, podría tenerlo de rodillas con esas feromonas que los omegas poseen, para tener a los alfas siempre a raya de todas sus actitudes.

Cuando miró esos bellos ojos obscuros mirándole, se acercó a él con los juguetes sexuales, sintiendo que esos labios rojizos que tiene, en combinación con la palidez de su piel, es algo hermoso. Aunque, también, pudo notar ciertas marcas en su cuerpo, en el pecho, ¿qué era eso? ¿un chupetón? Imposible, Beelzebub no tiene pareja, le había preguntado una vez y este había negado, entonces, ¿cómo diablos llegó eso allí?

Sintió a su lobo gruñir, pero lo controló lo suficiente para no echársele encima, pero, no pudo controlar cuando sus manos se movieron a sujetarle el mentón firmemente, alzándole el rostro para que lo mirara.

— Lo que voy a ponerte son solo tres cosas. Uno, son estas especies de pezoneras, vibran y succionan tus pezones en diferentes niveles. — dijo el científico, colocándolos con delicadeza en el cuerpo de Beelzebub.

— E—espere no toque... ¡hn! — gimió el universitario sintiendo las grandes manos del alfa en su cuerpo.

— ¿Crees poder colocarlos tú solo? — sonrió Nikola. — Pensé que tenía tu consentimiento.

— Lo tiene... solo... soy algo sensible. — no se iba a echar para atrás, no cuando ya está desnudo.

— Bien, lo segundo es aquí.

Beelzebub no pudo evitar soltar un pequeño grito, cuando sintió las manos del alfa en su miembro, colocándole una especie de consolador, aún no encendido, pero el cual se sentía viscoso por el lubricante que tenía.

— Hn... — las piernas de Beelzebub temblaban, pero no iba a decirle al científico que estaba muriéndose por sentir sus manos recorrerle el cuerpo de nuevo.

Y es que por más que trató, podía sentir humedecerse al oler al alfa, sentir sus manos en su cuerpo, incluso cuando no lo estaba tocando, solo podía recordar la calidez de ellas, y en cómo le encantaría que siguiera tocándolo. ¿Qué diablos? ¿Por qué sentía a su omega tan sometido ante él? Siempre había rechazado con facilidad a todos los alfas, pero, se ponía muy sumiso ante Nikola, y eso lo llenaba de enojo.

— El último solo lo pondré en posición. Una pregunta antes de tiempo, ¿eres virgen? — sonrió Nikola mirándole.

— No.

— Entonces está perfecto. — dijo el científico levantándose.

Nikola Tesla acabó por jalar una silla justo enfrente de la cama del omega, y presionar un botón. Botón que hizo ver estrellas de golpe al joven, cuando esas máquinas se encendieron y pudo sentir sus pezones siendo succionados, cosa que lo hizo gemir en grande, era muy sensible, tanto que por eso usaba ropas holgadas, el roce de sus puntos sensibles con la ropa le estremecían, y esas máquinas se estaban sintiendo como el jodido paraíso.

No podía parar de gemir, menos cuando el científico apretó otro botón sin apartar la mirada de él, y encendió el consolador, haciendo arquear al omega, y viendo como comenzaba a lubricar rápidamente entre sus muslos. En cuanto a Beelzebub, no sabía que lo tenía estremeciendo tanto, si eran las máquinas, o la maldita mirada de Nikola sobre él, y no es todo, el alfa inconscientemente estaba soltando feromonas, poniendo al omega más sensible, sintiendo los chorros de su propia lubricación comenzando a empapar las sábanas.

— Creo que ya estás listo. — dijo el alfa. — Necesitaré un escrito absoluto de si disfrutaste esto o no.

Realmente después de esas palabras, su mente se fue en blanco.

Porque la tercera cosa que no se había puesto en él, ahora en automático entraba en su pequeño anillo, como una máquina que sabe el momento justo para entrar. Y es que lo era, la inteligencia artificial que Nikola les pone a todos sus malditos inventos, hacían que sea donde sea que el científico tuviera curiosidad de explorar, fuera una evolución en toda la materia.

— Ese dildo detecta cuando la lubricación llegó al punto óptimo para entrar. — sonrió Nikola, mirando al omega. — Parece que funciona bien, te corriste de solo sentirlo dentro.

El científico solo podía escuchar los gemidos y ver como el omega trataba de cerrar las piernas para evitar que lo viera expuesto, pero acabó por rendirse ante el placer, gimiendo sin control, soltando esas dulces feromonas, que solo estaban haciendo cosquillar sus colmillos. Tuvo que usar su fuerza de voluntad al verlo desnudo. Esa piel pálida, ese dulce aroma a canela y café, ese lindo cuerpo, y como contrastaba con su cabello obscuro y labios suavemente rojizos. Era un omega precioso, de eso no había duda, le llamaba mucho la atención.

Cuando le dijo que podía verlo usar los instrumentos, simplemente no podía dejar pasar la oportunidad, aceptó ciegamente, y le alegraba haber aceptado, pudo verlo de la forma en la que su lobo interno gritaba por ver a ese omega. Pero no quería ilusionarse de nuevo, el único omega que le había llamado la atención antes, le había rechazado muchas veces, y ahora estaba enlazado, no quería volver a pasar por un rechazo.

— ¡Nikola!

Ese gritó lo despertó de sus pensamientos, cuando vio al omega quitarse las máquinas, y tembloroso mirarlo, para después soltar feromonas dulces, llamándolo con ellas. El alfa se puso de pie acercándose, mientras el omega exponía su cuello, justo dejando libre la parte donde se encuentra su glándula de olor, ¿realmente lo dejaría hacer una cata?

— Solo estas algo atontado por los orgasmos, Beelzebub. — dijo el científico. — No es bueno ofrecer una cata a alguien que no buscas como alfa.

— Alfa... — gimoteó el universitario aferrándose de la bata del científico. — No me rechaces... por favor...

Sintió sus colmillos salir, lastimándose un poco sus labios cuando en un intento fallido trataba de ocultarlos. Y es que, su lobo prácticamente aullaba llamando al omega. Lo malditamente quería para él, si lo tomaba, ya nadie podría quitárselo, podría tenerlo, ese dulce aroma a canela y café, lo tendría siempre a su lado...

NO.

Estaba dejando que su lobo controlara sus pensamientos, tenía que resistir, no podría estar con alguien menor y....

— Niko... — dijo el omega acariciándole el pecho. — Nikola...

Acabó por sujetar el dulce rostro del omega, y con cuidado comenzar la cata, aspirando esas feromonas directamente de la glándula de olor. Sintió a su lobo en un paraíso, esas feromonas le volvían loco, tantos tonos en su aroma, tantas cosas que le gustan, le encantaba. No dudo en lamer la nuca del omega quien soltaba chillidos abrazándose del alfa, aspirando su aroma.

— Alfa...

Las manos de Nikola recorrieron el abdomen del menor, hasta llegar entre sus piernas, comenzando a meter un par de dedos en esa entrada que se apretaba alrededor de estos. Escuchar los gimoteos del omega en su oído, mientras se estremece, solo podía ponerlo más duro de lo que estaba. Sentir como se moja sin parar, como gime con ese rostro tan perfecto, como se orgasmeaba de nuevo, corriéndose sobre ese abdomen hermoso.

Estaba condenado.

Sabía que se acababa de meter en el círculo rojo del peligro cuando aceptó esa cata, cuando aceptó que el omega le provocaba cosas. Porque Zichu estaba asechando muy de cerca, y había tomado una decisión al dejar a ese omega rodearle con esos cálidos brazos, mientras se acurrucaba en sus brazos, dándole besos en el cuello, feliz de haber sido aceptado en la cata de aroma.

"Creo que no sabes cómo funciona el mundo, Nikola. Te lo explicaré, tú inventas y sientes que con eso tienes el poder, pero no es verdad. Estas dependiendo de patrocinadores, dependes del dinero, sin dinero, morirás solo como una mente brillante desperdiciada, muriendo pobre y desdichado. Dependes de que Sasaki siga patrocinando a tus empresas, dependes de que Qin, Grigori, Nostradamus, Simo, etc. Sigan invirtiendo en Tesla Corporation. Te dije que pusieras patentes eternas a cada uno de tus inventos, pero decidiste ser como Alexander Fleming, darle al mundo una oportunidad, y el mundo siempre te dará la espalda al menos que les des algo que les sirva. Mantente al margen, hormiga ingeniera, y no hagas nada estúpido..."

No importaba, protegería al omega, aunque tuviera que mantener un perfil bajo por ahora.

— No dejaré que nada te pase, Beel. — susurró Nikola, escuchando los chillidos de SU omega.

Y es que comenzó a besarle las mejillas, el cuello, los hombros, porque, aunque deseara besarle los labios, quería que el omega le diera permiso cuando estuviera 100% consiente, y no ahora que esta mareado con las feromonas y después de sentir diferentes orgasmos. Los omegas se atontan después del sexo, entonces era mejor esperar, aunque no sabía cuánto iba a poder aguantar.

Había realizado la cata, iniciaría el cortejo, quería invitar a Beelzebub a...

Pero sintió que sus planes se iban al caño, cuando el omega acabó por empujarlo.

Solo pudo ver ese rostro en pánico del omega sosteniéndose el cuello, mirando al científico. Lo vio correr rápido al espejo mirándose el cuerpo y soltar un gruñido de frustración cuando vio la marca del inventor en su piel, un maldito rastro de un beso en él. El alfa acabó por ponerse en alerta cuando vio a su omega molesto y preocupado, comenzando a vestirse de golpe. En primera le estaban sorprendiendo dos cosas, una, que Beelzebub pudo liberarse del estado embobado en el que los omegas caen con facilidad, y dos, que sintió el rechazo cuando el omega tallaba su cuello tratando de borrar la marca del inventor.

— Beel...

— Me tengo que ir, con permiso, olvide lo que pasó. — dijo el omega sin mirarlo, ya vestido, saliendo sin esperar una respuesta.

Debería estar deprimido.

Había sido rechazado de nuevo, por un omega que le atraía, de nuevo, había sido dejado cuando realmente planeaba iniciar el cortejo. Sí, debería sentirse deprimido. Debería sentir a su lobo chillar en busca de consuelo.

Pero no se sintió así.

Solo pudo sentir tremenda ira, y tremendo deseo de golpe. Porque era la primera vez que no dejaría ir a un omega tan fácil. Al menos hasta tener una buena razón de por medio. Al final, él era un científico, no abandona, no duda, no para, hasta obtener una respuesta de lo que está investigando o muestra interés.

Y en la mente de Nikola Tesla, solo existía Beelzebub.

Hasta no obtener una respuesta de este rechazo, no tiraría la toalla.

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A decir verdad, quería permanecer en la cama mimando al omega que se acurrucaba entre sus hombros.

Y es que acababa de tener la primera noche con su destinado y había ido bien, aunque debe controlar su fuerza un poco más, la cama quedó hecha mierda, y pudo haber lastimado a Qin realmente. Al final, si no estaba enlazado a él aún, el omega no desarrollaría la fuerza suficiente para tomarlo en serio. Le pareció extraño no poder controlarse, cuando trabajaba como un alfa VIP en la casa de Afrodita, solía controlarse con los omegas que le compraban. Aunque, a decir verdad, nunca fueron muchos, su precio era jodidamente caro, y solo había sido comprado 5 veces desde que pudo trabajar allí.

Pero, solía controlarse bien, y ahora, no sabía si habían sido las feromonas del omega, o lo hermoso que es, o que le encanta a su lobo, pero luchó consigo mismo para controlarse lo mejor que pudo.

Lo que le preocupaba era que había anudado. Nunca lo había hecho antes, y se sintió jodidamente delicioso. Mejor que cuando lo hizo una vez con ese juguete que Afrodita le consiguió para aliviarse en el celo. Fue muy riesgoso hacerlo, fácilmente Qin se pudo dar cuenta que no era un alfa por el tiempo en el que tarda en despegarse de él. Un alfa normal tarda de a 5 a 10 minutos, y el tamaño del nudo es normal. Un alfa dominante tarda de 15 a 20 minutos, con un nudo de mayor tamaño. Pero un enigma, según su experiencia, el nudo no era normal, su tamaño lo volvía doloroso, además que tarda de 30 a 40 minutos en bajar.

Por lo cual no anudaba en nadie con quien ya había estado antes. Pero ahora, simplemente no lo pudo evitar. Al menos se alegraba que Qin estaba lo suficientemente atontado y con la mente en blanco cuando lo hizo, además de que se desmayó como 2 veces durante el proceso, entonces, no recordaría nada más que el placer que compartieron juntos.

Pero ahora, no podía seguir en la cama del emperador. Miró el reloj y vio lo tarde que era. Acabó por salir de lo que quedaba de la cama, sin despertar al omega que se aferró a la almohada que tenía sus feromonas, y rápido el enigma comenzó a vestirse. Al menos, sabía que sus amigos se pondrían a trabajar en sus horarios, pero él no podría abusar de ello y holgazanear. Cuando fuera a su cuarto se cambiaría con ropa adecuada, una playera de cuello largo ocultaría la mordida que le había dado su omega, y ocultaría de igual manera los rasguños de sus brazos.

Ya habiendo hecho su mente, corrió al baño, comenzando a preparar el baño para el emperador. Aunque le encantaría que Qin estuviera oliendo a él todo el bendito día, no podía, era peligroso. Preparó el agua de la tina con sales y a la temperatura y aromas que le gustaban a su "reina", al igual que puso las toallas como la bata en la máquina para mantenerlas calientes.

Ahora solo debía ir por el omega.

Y joder que verlo desnudo, con la sábana solo haciéndolo ver erótico en lugar de cubrirlo, abrazando la almohada, con esas marcas de besos y leves mordidas en su cuerpo. Acabó por morderse el labio al ver sus manos bien marcadas en la cintura del emperador, y ese trasero enrojecido por las palmadas que le proporcionó hace horas atrás.

No, debía dejar de pensar con su verga, tenía que despertarlo.

— Qin, tengo que comenzar a trabajar, te preparé la tina. — dijo Hades ante un atontado emperador en la cama, que abrazaba la almohada, olfateándola. — Le pediré a Shiva que te prepare el desayuno como te gusta... Qin, bebé, ¿me escuchaste?

— Hn... alfa...

— Te llevaré yo a la tina, ¿bien? — dijo el enigma viendo esos hermosos ojos azules con estrellas. — Quiero que te sostengas de mí.

— Hades... — dijo el omega sonriente, mirando al griego, con esa mirada perdida.

Los omegas son más fuertes que los alfas, sí, eso es un hecho. Pero, después del sexo, los omegas quedan tan desorientados y atontados, que tardan en recuperar las fuerzas y conciencia rápidamente. Recordaba que Afrodita le había dicho, que a veces algunos omegas que prestan sus servicios, suelen usar collares que sueltan descargas eléctricas para desatontarlos. Pero, no haría algo así a Qin, se asustaría, y era algo cruel, los omegas sienten dolor, y es malo para su salud salir de ese estado de golpe.

Por eso no se debe intervenir nunca cuando un omega está así. Solo los médicos, como lo hizo Tesla, podrían intervenir con diferentes medicamentos para quitarlos rápido de dicho estado.

— Qin, te llevaré a la tina.

— Hn... mi vientre... cachorros... tus cachorros...

El griego no pudo evitar ver ese vientre hinchado del omega, y sentir a su lobo orgulloso. Pero, no era tiempo, Qin tenía que limpiarse, y lo ayudaría a bañar, pero tenían que sacar su esencia de él.

— Ven bebé, te ayudaré con eso. Tengo que limpiarte.

— ... alfa, mira... jeje... soy tuyo, solo tuyo...

El omega acabo por darle una vista perfecta al enigma de su trasero, abriendo un poco sus nalgas, para que esos ojos violetas vieran como escurría su esencia de él. Solo con esa imagen, la razón, dignidad, todo de Hades Olympus se fue al caño, tras ver tremendo creampie del omega más hermoso que había visto.

Ni siquiera lo pensó, se lanzó de nuevo a sus brazos, besando esos labios rojizos que lo tenían loco, posicionándose entre esas dulces piernas que se abrían para él, de un omega listo para recibirle de nuevo, quien se restregaba contra él, quitándole la ropa para olerlo, liberando esas dulces feromonas de invitación.

Hasta que, de nuevo, las benditas embestidas comenzaron y el emperador empezó a llenar de gemidos su habitación.

Y es que amaba sentir al griego entre sus piernas, su cabeza se perdía y llegaba al paraíso de los orgasmos en segundos. Amaba lo profundo que podía llegar, y lo delicioso que se sentía tenerlo dentro. Solo podía gritar y gemir fuerte, rasgando esa espalda ancha, llenándola de sus rasguños y marcas, quería de nuevo al enigma salvaje, haría lo que fuera para provocarlo.

Y es que amaba sentirlo, quería ser marcado, la marca tendría efecto aún si Hades le mordiera, solo quería ser marcado por el alfa, pero entre sus gimoteos, escuchó su celular, que el omega por supuesto ignoró, pero el enigma se detuvo, cubriendo la boca del chino, contestando por él.

— Hola, está llamando a Qin Shi Huang, en este momento se encuentra lejos de su teléfono, ¿hay algún mensaje que quiera dejarle? — dijo el enigma, cubriendo la boca del omega que gimoteaba suave.

Y es que el griego disfrutaba ver un poco de vergüenza en el chino, mientras comenzaba lentamente a embestirle, viendo como este trataba de controlar su voz, sufriendo espasmos, soltándole rasguños al alfa, que este disfrutaba verlo hecho un desastre. Amaba como el chino se retorcía, mientras no soltaba su boca, no dejaría que saliera un sonido.

— Hola, sí, quiero dejar un mensaje. Mi nombre es Lü Bu Housen, por favor, este es un mensaje de emergencia, dígale a Qin Shi que su padre está en camino a su hogar. No tarde en comunicárselo, por favor, dígaselo ahora. También dígale que voy en camino, y que recuerde como debe estar la Mojo Dojo para Zichu Shi Huang. Es todo.

— Se lo comunicaré a la brevedad, señor Housen. — comentó el griego parando las embestidas.

— Gracias.

Al colgar la llamada, el omega gimió, sintiendo sus piernas temblar.

— Alfa...

— Tengo que arreglarte. El agua ayudará, vamos para allá. — dijo el griego cargándolo, entrando con él al baño.

Y es que, con mucho pesar, aunque no quisiera, el emperador tenía que estar listo.

El causante de todos los problemas iba a llegar, y lo más importante era que estuvieran listos para recibirle. Esto ya no era un juego, tenía que pensar rápido en lo que debía hacer. No podían darle una oportunidad a ese sujeto de tomar la delantera.

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— Tú, eres un tipo muy fuerte.

Fue esa sonrisa filosa y esos ojos obscuros intensos mirándole.

O tal vez, había sido esa cabellera negra y larga volando, o ese cuerpo... ese bendito cuerpo que lo tenía sometido contra el piso. No sabía que lo tenía tan atontado de golpe, pero, había podido apreciar el aroma a hidromiel en él. Esa bebida que tanto le encantaba, la estaba oliendo en las feromonas de un omega. Y no solo eso, vainilla, y uvas, eran tonos de su aroma lo que lo tenían tan indefenso de golpe.

Y es que mientras patrullaba el área que le tocaba, sintió su espalda estremecerse y apenas poder bloquear un golpe de una enorme lanza que se dirigió contra él. Agradecía a sus reflejos y los años que llevaba trabajando como seguridad, de saber cuándo alguien quiere atacarte de manera discreta. Y es que después de ese ataque, tuvo que bloquear algunos golpes, pero fue al sentir ese olor que se atontó, y acabó con un golpe en la boca del estómago que lo tumbó, y antes de que recuperara el aliento, un omega, sin pena o algo que le detuviera, se había sentado en sus caderas, sometiéndolo debajo.

Tragó saliva, tenía un hermoso omega encima de él, quien le sonreía, con su trasero apoyado encima de su entrepierna. ¿A caso no había esquivado el primer golpe y ya estaba en el cielo? Sea como sea, solo podía ver con ojos brillantes al omega de encima.

— ¿Tú eres el nuevo de seguridad? — preguntó el omega mirándolo. — Sasaki dijo que eras fuerte, o te veías fuerte.

— ...

— Soy Lü Bu Housen, soy amigo de Kojiro y Qin, también de Michel, Nikola y Leónidas. — dijo el omega mirándolo, apartándole el mechón de cabello rojizo que caía del rostro del alfa, para apreciar su cara. — Nadie, había sido capaz de detener a Sky Eater y vivir para contarlo. Tú lograste detectarlo. Eres fuerte, realmente fuerte.

— Lü Bu Housen. — dijo Thor con esos ojos brillantes mirándolo.

— Sí, ¿cuál es tu nombre?

— Thor Odinson.

— Odinson, no conozco a tu familia, ¿es una nueva compañía de seguridad?

— No... solo soy un sujeto que le consiguieron este trabajo. — declaró el nórdico mirando al chino sin poder de dejar de apreciarle. — Los Housen, ¿no son ustedes militares o algo así?

— Eso no es de tu incumbencia. — sonrió Lü Bu. — Sea lo que sea que estés pensando... te costará más, que parar a Sky Eater para conseguirlo.

— ¿Eh?

— Puedo sentirlo. — sonrió el chino.

Y es que el nórdico se puso rojo de golpe como su cabellera, cuando el chino frotó su trasero contra el endurecido miembro del chico. El general no tenía vergüenza alguna, a decir verdad, disfrutaba ver al alfa en pánico, sin saber que decir. Y es que desde que entró, pudo sentir esas feromonas, el aroma a menta, pino y su bebida favorita, Baijiu, lo habían atontado de golpe, y cuando lo vio, quiso hacerle una prueba.

Nunca estaría interesado en alguien débil, pero, cuando vio que lo detectó, y mejor aún, captó a Sky Eater, es que sintió a su lobo alegre dentro de él.

— Yo puedo sentirte. — dijo el nórdico sorprendiendo al chino, cuando sin vergüenza le sujetó de la cintura, pegándolo más. — Estás humedeciéndote.

El general, acabó por golpear esos brazos del nórdico para que lo soltara, algo sonrojado, se levantó para después darle una mano al nórdico, ayudándolo a levantarse. Ambos acabaron por mirarse, y fue el general quien decidió romper el silencio.

— Volvamos al asunto importante, ¿dónde está Qin?

— Él esta indispuesto ahora mismo, ¿quiere dejar un mensaje?

— No, veré a Kojiro si es el caso. — dijo el chino mirando al nórdico. — Tengo que ayudarles a preparar la Mojo Dojo antes de que llegue el señor Zichu, afortunadamente, nos compré algunas horas más, ya que lo distraje con su cosa favorita.

— ¿Y eso es?

— Le dije que a su esposa le gustan los vestidos de cierta marca especial, que solo vende en este distrito. No dudó en ir a comprar prácticamente toda la tienda, tardará. Es bueno que este enlazado, lo hace más fácil manipularlo con su esposa, pero es muy difícil, aun así.

— Suena como alguien importante. — respondió el pelirrojo, sin tener idea quién diablos era ese sujeto.

— Es un dolor en el culo, solo quédate con eso. — dijo el general, mirando al alfa. — Usas un rico perfume, me gusta... nos vemos.

El alfa solo pudo ponerse rojo de golpe, mientras el omega seguía su camino.

Maldito sea el momento que no podía abandonar su puesto, porque quería correr tras ese omega sin parar. Y el omega estaba igual, le hubiera gustado quedarse cerca de ese alfa, pero no podía, al menos conocía su nombre, y eso era suficiente.

Acabó por arreglarse un poco y entrar en la Mojo Dojo, donde claro que reconoció a ese pequeño omega con una bata rosa de telas finas, y una taza de café, el cual al verlo la soltó de golpe, corriendo y saltando a sus brazos, dejando que lo carguen. Michel era mayor, pero era igual que Qin, quedaron de un tamaño diminuto, y eran tan petite que pesaban como un gatito. Había extrañado esa sensación. Y es que realmente no había visto a sus amigos en un largo tiempo... no le gustaba estar tan separado de ellos.

"Lü Bu, necesito que él confié en ti, más de lo que confía en cualquier otra persona, por lo tanto... creo que no debería darse cuenta que somos muy cercanos. Solo somos amigos ante sus ojos, no hermanos del Edén como realmente somos..."

Solo podía ver a Michel queriendo hacerse bolita en sus brazos, llenándolo de besos, mientras él solo podía abrazarlo, realmente extrañaba estar con los chicos de vez en cuando. Aunque, pasar sus días junto a Red Hare y su padre no eran malos, pero si necesitaba a sus putas favoritas para hacerlo reír.

— ¡Lü Bu! Por dios, Lü bu, estas bien, estas aquí, soy feliz. — dijo Michel llenándolo de mimos. — ¿Trajiste a tu caballo? ¡Vamos a hacer un proyecto X en la Mojo Dojo para celebrar tu llegada! ¡Hasta el fucking amanecer!

— Aún falta que lleguen los demás. — rio Lü Bu. — Además, ¿no se viene una boda y despedida de soltero? Hagámosla allí.

— Perra, las fiestas son eternas, podemos hacer tantas queramos. — sonrió el francés.

— Mich, ya tienes 30, si te desvelas bebiendo acabas con una cruda terrible al siguiente día. Ya no tienes veinte.

— Puedo ser un pobre camionero cuando quiero. — dijo el rubio con cara de ofendido. — Puedo beber tanto que me confundirán con un tercermundista teñido tomando en una banqueta.

El chino no pudo evitar reír. Esta era la clase de estupideces y ocurrencias que necesitaba más en su vida.

— Bien, pero eso será después, Mich, escúchame. — dijo el general mirándolo. — Zichu viene en camino.

— ¿Cómo dices que dijiste? — comentó el rubio cambiando su rostro a uno de preocupación.

— Tengo que alertar a Qin, todo tiene que estar perfecto en la Mojo Dojo, preparemos una de las oficinas. ¿Dónde está Kojiro y Qin? ¿Le llegó el mensaje que le envíe?

— Lü Bu, podrían tirar una bomba atómica y esos dos no responderían. Les andan acomodando la matriz a vergazos desde anoche, ni creas que te harán caso ahora.

— Tienen que parar, Zichu viene en camino. ¿Están en sus habitaciones?

— No se preocupen por eso.

El chino acabó por voltear cuando escuchó esa gruesa voz. Y es que alguien de traje negro, con cuello, venía bajando por las escaleras, con velocidad. Momento, ese hombre cumplía todas las descripciones que Qin le había dicho. Albino, jodidamente atractivo, alto y de buen cuerpo, ojos violetas y sonrisa encantadora. Si, el sujeto que se acercaba a ellos era el alfa del que Qin estaba destinado.

— Tú fuiste quien contestó el teléfono de Qin. — comentó Lü Bu.

— Así es, un placer, mi nombre es Hades Olympus.

Ahora entendía mejor a Qin, lo entendía por completo al escuchar ese apellido.

"Olympus", su padre le había comentado un poco acerca de ello, pero nunca le contó realmente todo. Solo dijo que los "Olympus" son repudiados por Zichu, y es importante que cuando un Housen se encuentre delante de un Olympus, decida una cosa. O exterminarlo, o fingir que nunca lo ha visto y nunca mencionar que existen.

"Va querer matar a mi alfa, Lü Bu, por favor, ayúdame a protegerlo, ayúdame a proteger a sus hermanos y a él, me moriré, mi corazón no soportará perderlo, por favor..."

Ese era el momento que su padre le había comentado. Y podría hacerlo fácil, asesinarlo, se libraría del problema, pero... solo podía recordar esa noche en el Edén, cuando vieron a Qin en su peor momento, cuando fue la primera vez que Qin tenía la misma mirada de su padre, llena de ira incontrolable. Se habían prometido nunca dejar que Qin se rompiera más, porque le amaban, y no querían verlo convertirse en Zichu, querían ser libres de la tiranía de los Shi Huang. Y eso solo lo podría lograr Qin, quien creó un camino donde no había, un verdadero emperador que comience todo.

— Un placer. — dijo Lü Bu, haciendo una leve reverencia, bajando a Michel de sus brazos.

— Sexy albino, ¿Qin vivió? — dijo Michel mirando al griego. — Las habitaciones son aprueba de sonido, pero parecía competencia para ver quien se moría primero, o Kojiro o Qin, y la verdad, escuchar los gritos de Qin me hizo preguntarme si ya lo habían partido en dos.

— Qin está alistándose y me aseguré que Kojiro también. — dijo un sonrojado Hades. — Estarán listos en minutos. Les ayudaré en preparar la Mojo Dojo a cómo tiene que ser para la llegada del emperador Shi Huang. Mi personal ayudará en todo, solo díganos que tenemos que hacer desde ahora.

— Convirtamos la Mojo Dojo en algo que él considere perfecto. Se activa el plan "dragón rojo", que comience el cambio de decoración. — comentó Michel.

El reloj estaba corriendo, era momento de actuar en equipo si querían que todo saliera lo suficientemente bien, para evitar un incidente del que podrían arrepentirse.

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Zeus solo podía ver el teléfono de la casa de servicio, mientras Odín tomaba un par de toallas.

Desde su plática, Zeus se la pasaba viendo sin parar los teléfonos, y Odín se estaba hartando de la actitud del griego menor. Le había dicho miles de veces que, si tenía ganas de ver a su abuelito, que solo le llamara y listo, pero Zeus se rehusaba a creer que era verdad que le llamaba la atención un alfa, así que así se quedaba por horas, solo viendo el teléfono mientras piensa sobre la vida.

— Me tienes harto. — dijo Odín, jalándole de la playera para sacarlo a la piscina de la casa de servicio.

Hades no mentía con la casa de servicio, era enorme, había espacio para todos, e incluso tenía una piscina y un jacuzzi, habían sido bendecidos por Kojiro Sasaki, que los adoptó como si fueran perros callejeros. No entendía muy bien como Hades había logrado conseguir el trabajo, pero no importaba, ahora Thor igual lo tenía y, por lo tanto, tenían permiso de vivir allí.

Se le había hecho extraño que Thor les dijera que no podían salir de esta zona y del jardín, hasta que les dijeran lo contrario. Le había pedido con mucha seriedad que ni se les ocurriera a los dos salir hasta nuevo aviso.

"Solo los que tienen permiso de estar en la Mojo Dojo son Hades, el señor Sasaki y el señor Shi Huang. Todos los demás, incluso el señor Nostradamus, Tesla como Esparta, no tienen permitido estar allí. Nada de juegos, nada de bromas, quédense aquí, no arriesguen la buena vida que tienen por una estupidez."

Eso había dicho Thor, para regresar después a su trabajo. No tenía idea de quien eran los otros sujetos, solo había conocido al señor Sasaki, pero al parecer eran importantes. Al menos Shiva les había llevado comida, y eso era bueno, no tendrían que salir para nada de allí. Aunque el nórdico menor solo podía pensar que necesitaba más comida para sus cuervos, pero le había escrito a Loki, y él prometió llevarla mañana, cuando salga del dormitorio y se quede con ellos ahora. Porque si, Loki estaba haciendo la mudanza de sus cosas a la casa de servicio, ya que, si Poseidón está aquí, él también quería estarlo, había muchas comodidades que podía disfrutar.

En fin, había decidido no cuestionar nada ahora del extraño comportamiento de todos hoy, tal vez lo haría en la cena, así que, por el momento, se encargaría de solo entretener a Zeus mientras están allí los dos juntos, una buena opción era llevarlo a la piscina, pero el menor de los griegos seguía con la mirada perdida.

— Pero si son los cachorritos. — dijo Apolo quien estaba disfrutando tomar el sol. — ¿Dónde están sus flotadores? Si se meten a la piscina sin que los estén vigilando sus hermanos es malo.

— El único que es un cachorro es Zeus. — suspiró Odín mirando al omega. — ¿No deberías estar trabajando? ¿Qué haces aquí?

— Disfruto de la casa en dónde ahora vivo, niño tonto. — dijo Apolo disfrutando del sol. — Se un buen niño y tráeme algo de beber.

— Le voy a escupir a tu vaso.

— Por esa razón, me cae mejor Loki. — suspiró Apolo. — ¿Qué le pasa a rayito? — dijo el griego mirando a Zeus.

— Está tratando de entender su propia estupidez. — suspiró Odín. — Thor está trabajando, Shiva está trabajando, Anubis y Hades están trabajando como las maids y ese mayordomo. ¿Por qué no te pones a trabajar?

— Acabó de poner fertilizante, así que me di una ducha para quitarme el olor, me vine a relajar aquí un momento, pero parece que tengo un jodido cuervo picoteándome y no me deja vivir mis 5 minutos reparadores.

— Solo digo que no es justo que seas el único perdiendo el tiempo.

— Bla, bla, bla, como sea, de todos modos, ya iba a levantarme. — comentó Apolo, poniéndose de pie. — Iba a ir a los jardines traseros, sin acercarme a la Mojo Dojo... oye, ¿no has visto al señor chichón?

— ¿Quién? — dijo confundido Odín.

— Grandote, con chichotas así de grandes, Odín. — sonrió Apolo. — Viejo, pero no viejo feo, viejo que lo dejarías empotrarte en cualquier mesa y ...

— No tengo idea, pero, hace como 20 minutos vimos salir una camioneta por la puerta 3.

— Ush, se me escapó, bien, iré a terminar algunas cosas, nada de meterse a lo hondo si no saben nadar.

— Solo vete. — comentó Odín mientras empujaba a Zeus a un camastro.

Y es que al fin el menor de los griegos había despertado de sus pensamientos, lo suficiente para sentir la caricia de Apolo en sus mejillas, viéndolo irse. A lo que después miró a Odín que le miraba con seriedad.

— ¿Estás enojado conmigo?

— Me enoja ver que no piensas hacer nada. — suspiró Odín recostándose en el camastro de alado. — Deja de sobre pensar todo y solo acéptalo.

— ... solo debe ser porque mi celo no ha llegado, me atrae todo porque aún no se determina al 100% que soy.

— No es necesario saberlo, al final te gusta, eso no cambiará si eres alfa, beta y omega. Te seguirá gustando.

— Pero, es raro...

— Que tal si te ayudo. — dijo Odín mirando hacia el agua. — Si eres omega, me quedo contigo, te cuidaré como siempre lo hago. Si eres alfa o beta, te ayudaré con el viejito que te gusta, y si eres un enigma, haré lo que hace Thor con Hades, y te cuidaré siempre Zeus, no dejaré que te hagan algo.

Los ojos dorados del griego se pusieron brillantes, soltando una sonrisa.

Y es que sus días habían sido siempre así. Zeus le complementaba de alguna forma, eran como almas gemelas, hermanos perdidos tal vez. Y es que a Odín solo le interesaba el conocimiento y poder, y era muy bueno obteniéndolo, era intimidante, sabía lo que hacía, y siempre conseguía todo de alguna forma u otra. Pero Zeus, a veces se preguntaba cómo diablos seguía vivo, y es que el griego menor tenía una suerte enorme. Por alguna razón fuera de su comprensión, todo le funcionaba, incluso cuando para él, el griego era un circo andante, le sorprendía la capacidad que tenía para tener todo a su favor.

Por eso hacían una perfecta combinación caótica, se cuidaban las espaldas, y estaban para ellos, como Thor y Hades lo hacían, porque muy en el fondo, Odín tenía miedo de que el resultado de Zeus fuera "enigma, porque estaba seguro, que el griego menor no podría con ello, y no quería perder a su tonto amigo.

— ¿En verdad? — sonrió el griego mirando al nórdico.

— En verdad, lo prometo.

— Gracias, si tienes corazón en ese hoyo negro que tienes en el pecho. — rio Zeus estirándose.

Odín solo pudo soltar una pequeña risa, para después sentir como el griego se levantaba y lo jalaba con él a la piscina, y si, mojándolo de golpe, pero no importaba. Zeus lucía feliz cuando no tenía la cabeza llena de pensamientos raros, lucía feliz haciendo cosas simples, le recordaba mucho a esa mujer que les cuidaba todo el tiempo. A una que le prometió ayudarla, pero no pudo hacerlo a tiempo.

— Zeus. — dijo Odín. — Si serás un deportista, ven conmigo a curarte siempre que quieras.

— ¿En verdad?

— Sí, soy el más inteligente de todos, te ayudaré. — comentó el nórdico.

— ... Tal vez debería ir con otra persona. — dijo el griego levantándose para dar un salto en la piscina. — No iré contigo si necesito ayuda, escucha eso bien. — sentenció el menor, comenzando a flotar en el agua.

— ¿Por qué?

— Porque si voy contigo, y no sabes cómo ayudarme, te frustrarás y creerás de nuevo que fallaste. — dijo Zeus mirando hacia el cielo.

— Claro que no haré eso. — comentó el nórdico metiéndose en la piscina. — Te ayudaré como Thor ayuda a Hades, o Loki ayuda a Poseidón.

— Odín...

— Lo prometo.

— No fue tu culpa lo que pasó con tu mamá, no tienes que compensar lo que pasó tratando de ayudarme. — dijo el griego mirando en su dirección. — No me vuelvas tu solución a la culpa que sientes, cuando ni siquiera deberías sentirla. Nunca fue tu culpa lo que sucedió, su enfermedad estaba demasiado avanzada para hacer algo. Y tú no podías volverte un experto en oncología de la noche a la mañana. Hicieron todo lo que pudieron, deja de pensar que fue tu culpa, no fue la culpa de nadie.

— ...

— Pero sé que ayudarás a muchas personas en el futuro, incluso cuando das miedo a veces. — sonrió el griego. — Pero espero que lo hagas porque quieres hacerlo, no para tratar de ocultar tu dolor de eso.

— ...

El griego acabó por mirar hacia el nórdico, quien no parecía reflejar nada más que seriedad en su rostro, pero acabó por acercarse y abrazarle. Nunca en todo lo que llevan conociéndose, vio a Odín reflejando alguna otra emoción que no fueran las más simples. Entonces tenía que aprender a leer su rostro sin emociones, y esa pequeña pausa de silencio, para el griego sonaba que necesitaba un abrazo, así que lo hizo. A lo que después sintió los brazos del nórdico abrazándole, y se quedaron así.

No se necesitaban palabras, al menos ambos habían aprendido cuando no tenían que decir nada, solo dejarse llevarse por el momento.

Bueno, eso hasta que...

— ¿Señorita Perséfone? — había dicho una dulce voz, que hizo a ambos menores voltear.

Y es que, a unos metros de la piscina, había un hermoso omega pequeño, de cabello largo y azul pálido, con ojos rosados, y un olor dulce. Los amigos que de pronto estaban teniendo un momento especial, acabaron por empujarse entre ellos para impedir que el otro saliera rápido de la piscina, y es que querían ser el primero en acercarse a dicho omega petite que les llamaba la atención a ambos. Así que, entre empujones, mordidas y golpes, acabaron por llegar rápidamente ante el omega que vestía un traje negro.

— ¡HOLA! — gritaron ambos al mismo tiempo, asustando al omega.

— Hola... — había dicho Zero mirándolos, eran jodidamente enormes, ¿qué les daban de comer?

— Mi nombre es Zeus, ¿estás buscando a las maids? Puedo ayudarte con...

— Podemos ayudarte. — interrumpió Odín. — ¿Cuál es tu nombre?

— Zero. — dijo el omega algo intimidado por el tamaño de los alfas. — Am, estaba buscando a las maids, mi jefe necesita ayuda con algunas cosas, y...

— Te ayudaremos. — sonrió Zeus.

— Oh, bueno, solo estoy buscando las llaves del garaje 6, es que allí está el auto que mi jefe quiere usar hoy. Me dijeron que las maids podían ayudarme, pero no las encuentro. ¿Saben dónde están?

— La señorita Perséfone y la señorita Hestia salieron a comprar provisiones. — dijo Odín. — Pero, el señor Proteus está en la sala, seguramente él pueda ayudar.

— Sería asombroso, entonces iré con él.

— Te acompañamos. — sonrió Zeus.

Al final, Zerofuku no tenía idea como había conseguido que ambos alfas le ayudaran de golpe. Pero estaba agradecido. Porque le presentaron a Proteus, un señor mayor quien fue amable con él, dándole las llaves que necesitaba. Pero, que cambió su actitud viendo que los dos jóvenes habían llenado de agua toda la casa, porque no se habían secado y estaban escurriendo.

Acabó por ayudarles a limpiar, y en esos pequeños momentos, aprendió que tenían la misma edad, y que ambos alfas entrarían en la universidad próximamente. Aunque, también pudo sentir las miradas que los alfas le daban, como si quisieran comérselo, pero ya había lidiado con alfas así antes, entonces estaba bien.

— ¿En dónde estudias tú? — preguntó Odín.

— Oh, mi jefe vive en Francia, así que estoy inscrito en la universidad de allá, por ahora igual no estoy yendo hasta que inicie el ciclo.

— Nosotros pensamos ir a la universidad Valhalla, ya fuimos a nuestra semana de inducción, dentro de menos de dos semanas comenzaremos a ir. — respondió Zeus sonriente.

— Eso es asombroso, entonces, podremos compartirnos cosas.

— Ya sabes dónde encontrarnos. — respondió Odín, acabando por secar el ultimo tramo. — Oye, tú sabes porque no podemos salir de...

— Zero, ¿dónde estás? Cachorrito ven. — dijo una voz dulce, que hizo al nórdico ponerse alerta. — Oh allí estás, te he dicho que me digas siempre en donde te vas a meter. Hay muchas cosas pasando y tienes que estar atento a mis demandas, ¿conseguiste las llaves?

— Sí, ya las tengo, Zeus y Odín me ayudaron a conseguirlas.

— Oh, gracias por ayud...

Solo fue un momento.

O al menos para Michel lo fue.

Cuando vio esa cabellera negra, y esos ojos dorados intensos. Enorme, tatuado, que se ve que te arruinará la vida y lo llevará a terapia. Con ese cuerpo enorme y musculoso, con ese aroma, champagne, borgoña, Pastis, que hermosa combinación de aromas y notas que le encantaban. Ese aroma tan masculino y lleno de testosterona, le hizo sentir sus piernas temblar. Su omega estaba como loco por dentro, pero el rubio se tragó los chillidos en busca de atención, no se pondría en una situación tan embarazosa.

Acabó por tragar saliva al ver ese alfa, ¿de dónde había salido esa belleza de hombre? ¿De dónde Kojiro se consigue a los vagabundos guapos? Necesitaba la dirección, para ir, una bañada y quedan como nuevos.

— Hola señor Michel. — sonrió Zeus, interrumpiendo sus benditas fantasías. — ¿Cómo está?

— Te dije que no me digas señor, cachorro tonto. — sonrió Nostradamus. — ¿No deberías estar encerrado hasta que te den nuevo aviso? Solo quédate quieto.

— ... lo siento. — dijo Zeus, encogiéndose de hombros.

— Descuida... — comentó el rubio girando los ojos. — A ti no te conozco. — dijo Michel mirando hacia Odín, liberando feromonas dulces con tremendo sonrojo, y es que, no pudo evitarlo, su omega lo estaba controlando. — ¿Cuál es tu nombre?

El nórdico sonrió, para acabar por jalar a Zeus, y besarle de golpe, ante la maldita sorpresa de todos, y después, simplemente abrazarlo por el cuello y jalarlo con él, ignorando por completo la existencia de Michel Nostradamus. Y es que, le gustaba el aroma del omega, pero nadie trata como mierda a Zeus, solo él puede hacerlo, y por supuesto que había olido esas feromonas dulces de invitación, pero haría a esa perra arrastrarse en mierda pidiéndole perdón al menor de los griegos, besarle los zapatos, y hacerlo una verdadera puta barata rogando su atención, antes de tan siquiera considerar tener algo con él.

— Si necesitas ayuda de nuevo, Zero, puedes pedirla, nos retiramos. — dijo Odín, llevándose al griego con él.

¿Eh?

¿Qué había pasado?

¿Alguien había osado rechazarlo?

Sintió su cuerpo arder en coraje. ¿Acaso lo habían ignorado? No lo permitiría. Primero haría a ese maldito alfa arrastrarse en mierda antes de sufrir esa maldita humillación. Así que no pudo evitar enfurecer, alzando su voz.

— ¡Tú maldito intento de vikingo! ¡Te estaba hablando! — gritó el francés. — ¿Qué no escuchas maldito alfa estúpido?

— Zeus, deberían fumigar, escucho mosquitos molestos en el aire. — comentó Odín, siguiendo su camino.

— ¡OYE!

Solo pudo verlo partir. No podía creerlo, lo habían dejado como estúpida. Y no estaba soportando eso.

Podía a su lobo chillar por el rechazo, mientras no podía hacer nada más que apretar los puños. ¿Qué diablos había pasado? Los alfas hacen maldita fila para poder estar con él. ¿Cómo es que ese pobre no lo hacía? Estaba seguro que había hecho todo bien, maldita sea, debería estar con ese alfa entre sus piernas ahora, en lugar de estar hirviendo de ira.

— ¿Michel? — dijo Zero. — ¿Por qué hizo eso?

— ¿Qué?

— Usar sus feromonas dulces en Odín. Pensé que no le gustaban los alfas de mi nivel y menos jóvenes. — dijo Zero mirándolo con burla.

— Te seré sincero, Zerito. — suspiró Michel cubriendo su rostro. — ... Me gustan mucho los alfas que se ven como que me van a arruinar la vida, entre más malandrosos se vean, mejor, es que, por dios, los alfas de cuna de oro son aburridísimos, no tienen nada interesante y cogen como abuelos de 70 años que apenas se mueven. Quiero un malandro que me acomode la matriz, y me tenga gimiendo toda la noche, no me importa si no recuerda mi nombre en la mañana.

— a...

— Es que maldita sea, dios me dio fuerzas ayer para soportar la maldita envidia, de que a Kojiro y a Qin sus malandros les dieron tremendo acomodón de tripas anoche y a mi nada. ¡Es injusto! Y... ese alfa grosero tiene unas feromonas que me gustan y... maldita sea.

— Bueno... no debió insultar a Zeus, parece que eso le molestó. — dijo Zero. — Se ve que son amigos, tal vez debería disculparse.

— ¿Yo? ¿Disculparme? Nunca.

— Pero...

— Nunca. — suspiró el francés. — Solo vámonos, ya tenemos las llaves, salgamos.

Y es que el francés no lo sabía, pero ese sería el inicio de su tortura, porque Odín Odinson estaba en busca de venganza y de humillarlo, así que lo haría rogar antes de realmente ponerle atención. Porque si, al alfa igual le había interesado, pero no se lo dejaría tan fácil.

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Era imposible negar su presencia.

Ni siquiera hacia uso de sus feromonas y sabías que se encontraba allí. Zichu Shi Huang bajaba de su auto, y como siempre, era acompañado por su chofer hasta la puerta, donde las Maids abrieron y le recibieron, dando una leve reverencia ante el chino. Él cuál con la mirada inspeccionaba el lugar, a decir verdad, le sorprendió. Todo estaba impecable y ordenado, no como la última vez que vino a la Mojo Dojo y era un desastre.

Y bueno, no tenían personal, y los chicos no saben cómo cuidarse, pero ese era tema de otro momento.

— ¿Le podemos ayudar con su abrigo, señor Zichu? — había comentado Perséfone a lo que el chino sonrió.

— Si, muchas gracias. — dijo el emperador, retirándose su abrigo, entregándoselo a la omega quien colgaba de manera impecable la prenda. — ¿Mi hijo? ¿Pueden llamarlo?

— El amo Shi Huang estará con usted en unos momentos. — respondió la maid.

— Oh, ¿me espera en algún lugar en específico? — sonrió el chino.

— Ha preparado una sala para usted. — dijo una voz autoritaria de golpe.

Fue cuando esos ojos rojizos se cruzaron por primera vez con los violetas de Hades Olympus. El chino lo veía bajar las escaleras, analizando al alfa que se acercaba. Buen porte, alto, buen cuerpo, rostro atractivo, piel blanca, cabello de igual color, mirada única, albinismo en su totalidad y... aspiró un poco el aroma, esas feromonas tenían unas notas interesantes. Solo pudo verlo hasta que se acercó, y tanto padre como hijo, eran de tamaño pequeño, eso es lo primero que pensó el griego mirando al omega.

— Bienvenido, señor Shi Huang. — dijo Hades dando una leve reverencia. — Mi nombre es Hades, soy el jefe de personal, me encargaré de sus peticiones y necesidades que puedan surgir dentro de la Mojo Dojo.

— Un placer, joven Hades. — sonrió el chino sin apartar la mirada de él. — ¿usted me llevará a esa sala?

— Así es, por favor, sígame, es por aquí.

— Bien, muchas gracias jovencita, son muy amables todos. — sonrió el mayor con esa sonrisa perfecta hacia ambas maids.

El emperador caminaba a lado del albino, mirando cada movimiento del alfa, mientras este le guiaba a la sala, que por supuesto, tenía ese toque chino en ella, y si, había una silla perfecta donde Zichu tomó asiento al entrar. Hades por supuesto se acercó colocando algo de té y pequeños acompañamientos, preparando la mesa, cosa que le sorprendió al asiático que supiera hacerlo.

— Veo que Kojiro y Qin realmente pensaron en su personal esta vez. — dijo el chino. — Es la primera vez que veo a alguien preparar el té de manera correcta.

— El amo Shi me mostró como debo hacerlo para sus invitados. — comentó Hades, sirviendo la taza de Zichu.

— Disculpe si esta pregunta le parece rara, Hades, pero, ¿podría mirarme? Quiero apreciar su rostro.

— Seguro.

El mayor por supuesto miró el rostro del alfa, miró cada detalle de él, y se percató que el hombre era más atractivo de cerca, donde podía oler unas notas de su perfume, pero igual de sus feromonas. Esas feromonas... solo pudo acabar por sonreír.

— Hades, tu apellido es Olympus, ¿verdad? — dijo Zichu sin apartar la mirada de esos ojos violeta.

Pensó que vería al alfa ponerse nervioso, o que intentaría negarlo. Porque deducía que, sí lo era, Qin le habría comentado que sabía quién era y que odiaba a los deudores, y los Olympus estaban en la peor lista negra de cada banco. Conocía el nombre de Hades Olympus, y al fin le había puesto rostro. Pero, ante su sorpresa, vio el rostro tranquilo del alfa ante tal pregunta, eso le sorprendió.

— Sí, soy Hades Olympus. ¿Me conocía de antes?

— Conocí a tus padres, la forma de tus ojos es igual a la de tu madre. — sonrió el chino.

— No sabía que mis padres tenían tal amigo tan importante.

— No fuimos nunca amigos, solo desafortunados conocidos. — comentó el chino tomando su taza. — Tu familia, hablando solo de tus padres, ya que son los que conocí, son basura. Pero, es algo impresionante que sus semillas, sean miembros decentes de la sociedad, tuve el placer de conocer a tu hermano cuando visité a los Gautama, es encantador, dulce y directo.

— Adamas es una gran persona. — comentó Hades mirando al emperador. — Es un honor que le parezcamos agradables.

— Es una sorpresa tu reacción, pensé que me maldecirías por insultar a tus padres.

— No hay razón, mis padres siempre fueron basura, no quiero que me relacionen con ellos, ya es suficiente penitencia llevar su sangre.

El chino solo pudo reír, le había gustado esa respuesta, la cucaracha mayor tenía sentido del humor, de eso no había duda. Pero no pudo decírselo, porque vio entrar a su hijo a la habitación, usando esa ropa que le gustaba, ese perfecto traje chino con su gabardina de finas telas. A su hijo le quedaba bien el rojo, era un digno representante. Le gustaría verlo de nuevo con el cabello largo, pero Qin se rehusaba a dejárselo así, una lástima, lucía muy bien con él.

— Hades, ya puedes retirarte. — dijo Qin, caminando, haciendo un maldito esfuerzo en no caerse, sentía dolor y sus piernas entumecidas.

— Con permiso, amos Shi.

Dijo el alfa, dando una reverencia y saliendo de la habitación.

Qin Shi Huang tomó asiento y tenía ganas de llorar, joder, que le dolía todo. Se había bañado en perfume y con sus propias feromonas para evitar oler a Hades, además que cuido su ropa para evitar que se vieran marcas de la noche anterior, y maquilló las que eran imposibles de ocultar. Solo esperaba que esa reunión fuera corta.

— Fui con los Gautama, me dijeron la situación de Jātaka. — dijo Zichu tomando de su taza, a lo que Qin tomó la suya bebiendo. — Esa boda no debe efectuarse, la tuya es primero.

— No hay nada de malo con que Jātaka se case primero. — respondió Qin.

— No quiero, tu boda es primero, les di un pequeño susto, así que solo espero ver próximamente en las noticias que dicha boda se cancela. — comentó Zichu. — Voy a eliminar a ese omega, se está volviendo un problema, si se va el omega, Jātaka comienza a pensar con claridad y tu boda por fin se realiza.

— Allí vas de nuevo dejando que tus berrinches arruinen el apellido Shi Huang. — comentó Qin mirando a su padre.

— ¿Berrinches? — dijo el mayor mirando a su hijo. — Protejo a nuestro círculo.

— Claro, y en tu "protección", tendremos a la prensa encima si muere el omega de golpe. ¿Cómo crees que lucirán nuestras familias con ese escándalo? "Humilde omega muere misteriosamente dentro del circulo de millonarios", solo pondrás todos los ojos en nuestra contra, les vas a dar un mártir a los pobres para que tengan razón de que somos una mierda. Y peor, quieres que me case con Buda justo después de matar al omega. ¿Sabes cómo van a destrozar esos vagabundos a nuestras familias? ¡Las harán trizas! — se quejó Qin. — Son insignificantes hormigas, pero son de mayor número, nos ganan de 1 contra un millón, no importa si tienes el poder de lanzarles una maldita bomba, si les das algo para que puedan atacarnos, se acabó, adiós a nuestro maldito estilo de vida.

— ¿Qué propones? — dijo Zichu girando los ojos.

— Deja que la maldita boda se efectúe.

— ¡Ja! Sobre mi cadáver.

— Escúchame. — dijo Qin mirando a su padre. — Esto será importante para nuestra imagen social. Deja que ese omega humilde entre en la familia Gautama. Limpiará la imagen de nosotros como billonarios, prácticamente nos amarán si ven que alguien como ellos logró conquistar a un millonario tan importante como Jātaka. Y mejor aún, la gente nos estará amando, lo que logrará que mi matrimonio con Buda tome una mejor dirección. Haré de ese omega miembro de mis best men, y todo quedará perfecto. Necesitamos mejorar nuestra imagen ante los demás, nos ven como inalcanzables que...

— Porque lo somos.

— Escúchame, nos ven así, por lo cual, cualquier pequeño error será el fin. Pero, si ven un lado más humano, podríamos dejar de ser menos precavidos y mostrarnos tal cuál somos. Deja que esa boda se efectúe, es un negocio que nos beneficia.

— ... Si ese omega tiene crías...

— Has que Jātaka haga un contrato prenupcial. Un contrato indefinido, que tenga clausulas a tu gusto, por ejemplo, si llegan a tener cachorros, los cachorros siempre serán propiedad de la familia Gautama, nunca de los Olympus. El matrimonio igual nos deja poder para controlar a ese omega. Podemos hacer que esto funcione. Confía en mí en esto.

— ... ¿te casarás sin quejarte? — cuestionó Zichu.

— Lo prometo.

— En la fecha acordada.

— Será en la fecha acordada.

— Y quiero cachorros omegas en la fecha acordada por igual. — comentó Zichu.

— Te daré tantos nietos como quieras.

— Si ese es el caso, está bien, el omega vive, y esa boda sigue en pie, tienes mi permiso de comunicarles esto a los Gautama.

— Bien. — dijo el menor de los Shi, a punto de levantarse, pero su padre le hizo un ademán para que se detuviera.

Y es que Qin se había quedado confundido, pero acabó por sentarse con todo su dolor de nuevo, mientras su padre bebía y terminaba su té. ¿De qué otra cosa quería hablar?

— Ahora, otro tema. — dijo Zichu mirando a su hijo. — ¿Kojiro está saliendo con alguien?

— No que yo sepa. — comentó Qin rápido, tomando de su té. — ¿Por qué la pregunta?

— Visité a Yoshiro semanas atrás. Hicimos un acuerdo, tu hermano se casará con Kojiro, uniremos a la familia Shi Huang con los Sasaki. Me puedes agradecer después, al fin no habrá nada que te separe de Kojiro, y Chun Ou será feliz de tener a un omega que le cae bien, incluso haré feliz a tu madre, todos ganamos.

— ¿Qué? — dijo en shock el omega joven, sin poder creer lo que acababa de escuchar.

— Necesito hablar con Kojiro, pero ya está todo acordado.

— ¡Chun Ou ni siquiera tiene 18 años! — gritó Qin. — ¡Kojiro tiene 40 años y además ellos siempre se han visto como hermanos! ¡No puedes...!

— Claro que puedo. — dijo el chino mirando a su hijo. — Vuelves a levantarme la voz maldito imbécil, y juro que te mato yo mismo con mis propias manos. Cállate y quédate sentado.

El mayor suspiró, tocando el pequeño timbre de la habitación, donde volvió Hades a ella. El chino pidió que trajeran a Kojiro Sasaki a la sala, lo cual pasó después de unos minutos, donde el mayor entró, tomando asiento a un lado de Qin después de reverenciar a Zichu.

El chino de mayor edad notó algo en particular en el japonés, y es que estaba cargando con sus katanas. No era extraño, los Sasaki siempre cargaban con ellas junto a su vestimenta formal para recibir a personas importantes, pero, a él no le gustaban. No desde que Yoshiro incluso con el uso de sus feromonas, logró acercar el filo de esas katanas a su cuello.

— Kojiro, que bueno verte. — sonrió Zichu. — Quería hablar contigo.

— Es un placer igual verlo de nuevo, Zichu. — sonrió Kojiro. — ¿En qué puedo ayudarle?

— Padre, por favor... — dijo Qin, pero fue callado de golpe por las feromonas de Zichu.

— Visité a tu padre hace unas semanas. — dijo Zichu sonriente. — Hemos llegado a un acuerdo, te casarás con Chun Ou, se enlazarán cuando cumpla él 18 años.

— ¿Eh? — dijo Kojiro en shock. — ¿Qué?

— Lo que escuchaste, bienvenido a la familia Shi Huang.

No podía malditamente creerlo. ¿Su padre lo había vendido? Cuando malditamente pensaba que podía solucionar su relación, ¿lo había vendido? El japonés solo se estaba llenando de coraje, de simplemente pensar en ese maldito matrimonio, le daban ganas de vomitar.

No.

Nunca en la vida dejaría que eso pasara.

Que le arruinaran la vida de esa forma una vez más.

— ... Yo, soy demasiado mayor para estar con Chun Ou, además, siempre lo he visto como mi hermano menor, no podría, sería demasiado...

— Kojiro, tienes 40 años. — dijo Zichu mirando al omega. — Debo admitir que estas excelentemente conservado, no aparentas tu edad, pero, seamos sinceros. Nadie quiere un omega como tú. Incapaz de tener cachorros, sin aroma, viejo y con solo dinero para hacerle compañía. Cualquier alfa que se te acerque será igual que Aoki, ven una oportunidad en ti, y te usarán. Te estoy dando una oportunidad, Chun Ou cuidará de ti, y podremos hacerlos que tengan un cachorro por otros medios, déjalo en mis manos.

— ... agradezco su ayuda, pero debo rechazar eso. — dijo Kojiro firme. — Mi padre no tiene autonomía sobre mis decisiones y...

— Escucha, pequeña mierda. — dijo el omega mayor usando sus feromonas, controlando a los dos omegas. — Di que me diste lástima y te estoy ayudando, vas a casarte con el inútil de mi hijo alfa, fin de la discusión. Tu boda será después de la de Qin, punto final.

— ¡Es ilegal! — gritó Qin, tratando de respirar con esas feromonas. — ¡Él es aún menor!

— Es legal en Japón, será allá la boda, punto. — comentó Zichu. — Así que ustedes dos, basta de quejas, basta de todo, solo hagan lo que sus padres les dicen, y punto final. Me amargaron el día, es momento de que me retire, con permiso.

No hubo más palabras en absoluto.

Había salvado a Adamas Olympus, pero ahora Kojiro estaba condenado, sabía que su maldito padre no dejaría todo fácil sin tener algo con que joderlo. Y es que el chino se retiró, sin decir más, mientras Qin abrazaba a Kojiro y este lucía preocupado, pero...

— No te casarás con mi hermano, no me casaré con Buda, lo arreglaré. — dijo Qin.

— Pero, Qin, ya no sé qué podemos hacer. — comentó Kojiro.

— No me importa si tenemos que defendernos con dientes y puños, lo haremos. Tú ya amas a Poseidón, ya eres de él, y Chun merece crecer normalmente sin unirse en matrimonio con su hermano mayor, es enfermizo. — suspiró Qin frustrado. — Y yo... yo quiero a Hades en mi vida, no dejaré que me quite algo de nuevo.

Ambos omegas solo podían estar nerviosos de su destino a este punto.

Mientras el mayor de los Shi Huang solo podía sonreír en su camino a su lujosa casa, mirando por la ventana. Uno pensaría que estaría irritado por lo que acababa de pasar, pero no era así. "Hades Olympus", solo ese nombre pasaba por su memoria, le recordaba mucho a alguien, tal vez, debería ponerse en contacto con Adam Edén ahora...

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Nieve.

Había mucha nieve por fuera.

Mientras un lujoso baile se estaba llevando a cabo dentro de un castillo. Y es que la élite rusa estaba disfrutando de una cena privada. Donde estaba invitada la realeza del país, además de los amigos cercanos a la familia Rasputín. Lamentablemente Zichu Shi Huang no había podido asistir, pero si veía a Yoshiro Sasaki, quien hablaba con algunos invitados.

Acabó por suspirar, saliendo del salón por un momento, para ir a un balcón del castillo, sintiendo la fría brisa, y ese paisaje invernal nocturno frente a sus ojos. Acabó por tomar un poco de la bebida con vodka que tenía en las manos, y suspirar.

— Recibí una llamada de Buda desesperado por ayuda. — sonrió Grigori, mirando hacia la nieve. — De todos modos, ya planeábamos ir, pero parece que esta vez es enserio, quieren matar a Zichu Shi Huang, ¿qué piensas de ello, pequeño Simo?

Y es que Grigori Rasputín, era el único que podía darse cuenta cuando esa pequeña sombra, que se movía como la muerte entre cualquier lugar, se encontraba en algún punto. Pudo ver a Simo con su bebida, recargándose en el barandal, mirando el paisaje.

— Se acerca la temporada de caza, siento que es natural que quieran hacer algo al respecto. — respondió el finlandés. — ¿El avión está listo?

— Sí, ya le notifiqué a Leónidas nuestra información de vuelo, pero, es aquí cuando puedes decidir, Simo. — sonrió el ruso mayor con burla. — ¿Te vas a atrever a ser un cómplice de un asesinato?

— Ya lo somos desde que nadie dice nada de todas las malditas matanzas que hace Zichu.

— Touché.

— Solo acabemos con esto, estoy harto de ese omega. — dijo el finlandés. — Hizo llorar de nuevo a Qin, a Buda, a Kojiro, ya me hartó, es tiempo que le meta una bala entre ceja y ceja.

— ¿Crees que Lü Bu lo proteja?

— No lo haría. — respondió el más pequeño. — Solo vámonos. Es hora de dejar las tierras frías, para ir a las llenas de problemas de esos sujetos.

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Y se acabó.

Perdón por el hard culero.

Ahora si no tengo mucho que decir, solo que me imagino a Grigori siendo un viejo sabroson, de esos que sabes que te van a poner como bambi recién nacido, que se ponen más buenos con el paso de los años como el vino.

Algo así:


¡Nos vemos en el otro capítulo! 

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