✨ Capítulo -3- ✨


.

.

.

.

.

ADVERTENCIA: Probablemente estoy usando los apellidos chinos de la familia de Qin mal, e inventando algunos para otros personajes, pero es ficción así que no importa. :D

.

.

.

.

.

.

.

El frío de la brisa le recordaba un poco a casa.

Había crecido junto a los Sasaki los primeros años de su infancia, aún recordaba correr junto a Kojiro por los bosques, donde su amigo dejaba su cabello crecer, y él quería hacer lo mismo. A Kojiro nunca le importó ser mayor que él, lo cuidaba y trataba como un igual, era su perfecto hermano mayor. Ambos solían correr con espadas de kendo, que por supuesto, él solo conocía lo básico, pero, no importaba, porque Kojiro nunca peleaba enserio con él.

— Me encanta esta vista. — sonrió Kojiro señalando. — Cuando me siento triste busco lugares así, son tranquilos, siento que puedo sentir el caer del agua por el riachuelo, al igual que los bosques moverse, me gusta.

— ¿No te da miedo? — preguntó un pequeño Zhèng, nombre dado por los Sasaki.

— No, porque estamos juntos, nada nos pasará. — respondió Kojiro. — Nunca dejaré que te pase algo, Zhèng. Incluso cuando me voy por meses a Edén, quiero que sepas, que nunca voy a dejarte solo, somos familia.

Era una lástima, que, a la edad de 8 años, el pequeño Zhèng, hubiera sido tomado de nuevo bajo la familia Shi Huang, por nada más y nada menos, que su padre, Zichu Shi Huang. Lloró a morir cuando lo separaron de los Sasaki, pero no pudieron hacer nada. En primera, Kojiro se encontraba en Edén cuando sucedió la llegada de Zichu a Japón, y no pudo evitar que tomara a Zhèng con él. Y también, los Sasaki eran amigos de los Shi Huang desde hace años y años atrás, no pondrían en peligro una relación tan valiosa, por las lágrimas de un niño.

Fue entonces cuando llegó al imperio de su familia.

Un enorme castillo de una belleza que no podía creer que era real, parecía sacado de fantasías. De por sí, el hogar de los Sasaki parecía algo sacado de un libro de hadas y elfos, ahora su nuevo hogar, parecía sacado de un lugar místico, donde los dragones y emperadores eran reales. Acabó por seguir al hombre que decía que era su padre, mientras traía consigo ese peluche de dragón, un regalo de Kojiro, que siempre llevaba a todos lados.

— Escuché que los Sasaki hicieron pruebas de sangre en ti, para conocer tu sexo antes de que lo manifiestes. — dijo el hombre, sin parar su caminar. — ¿Qué eres?

— Omega. — respondió el pequeño abrazando su dragón. — Omega dominante.

— Genial, que buena inversión. — respondió el hombre sin mirarlo.

La fría brisa le maquillaba las mejillas de rojo, mientras trataba de seguirle el paso al adulto que iba frente a él, pero le era difícil caminar con la nieve, se resbalaba si trataba de ir más rápido, pero eso no importaba en ese momento, lo que importaba era mirar al hombre que era su padre, ver una belleza sin igual en él. Era hermoso, como un elfo de las historias que le leía Kojiro. Era delgado con un cuerpo estético, con una cabellera suelta y rebelde, que le llegaba a media espalda. Con unos ojos rojizos, y unos labios naturalmente del mismo color, como los suyos. Además de una piel blanca como la nieve, un ser perfecto en su totalidad. Usaba un vestuario blanco, que se fundía con la nieve que había de ese invierno, blanco y azul, con unos toques de dorados, donde él resaltaba su mirada con un tenue delineado azul que hacia brillar más su rostro.

Su padre era hermoso, pero su belleza siempre fue superficial, era un maldito demonio.

Los primeros días fueron difíciles, constantemente lloraba por Kojiro, y su padre simplemente ignoraba todo de él. Había dado una orden, solo una. "Manténgalo vivo y sano, y joder callen ese lloriqueo, perturba mis oídos."

No importaba si trataba de acercarse a él, su padre no lo quería cerca.

Como la vez que trató de llevarle un regalo por su cumpleaños. Había planeado bien todo, se había metido en su oficina y se había quedado quieto esperándolo en la silla frente a su escritorio. Prometió no tomar nada ni mover nada, entonces su padre entró, y le miró. Él sonrió abiertamente, mostrándole el regalo que había traído. Les había pedido ayuda a los mayordomos de comprarle un dije a su padre, para agregarlo a la pulsera que usa, con diamantes y oro, de la cual su padre tiene interés de colocar dijes de diferentes formas.

Acabó por recibir una tremenda bofetada que lo mandó al suelo, donde su padre recogió el regalo, y después se sentó en su silla mirándolo.

— Zhèng, moviste mi silla de su lugar, regrésala a como estaba y puedes retirarte. — sonrió el adulto viendo el regalo de su hijo. — Y si piensas regalarme algo, que sea una figura que no tenga, este dragón ya lo tengo, el próximo año pregunta en la joyería primero cuales son los nuevos modelos, y tráeme uno.

Tuvo que aguantarse las ganas de llorar, porque si lloraba en esa oficina le iría mucho peor. Así que devolvió la silla donde se había sentado a su lugar, y salió de allí lo más rápido que pudo. Después fue el cambio de su identidad, su nuevo nombre era Qin Shi Huang. Su padre se refería a él como Qin, y solo cuando se molestaba con él, volvía a llamarlo Zhèng. En cambio, la gente del castillo lo llamaba príncipe Qin, o príncipe Zhèng, ya que su padre había aceptado los dos nombres.

Fue a la edad de 12 años, que su celo se manifestó, y no tuvo a nadie que lo pudiera apoyar. Estaba confundido, y no entendía nada de qué diablos era un celo, Kojiro iba a hablar con él cuando fuera un poco mayor, pero, su celo había llegado, y solo se la pasó en cama y encerrado, para evitar un accidente, con supresores. Y justo cuando pasó ese día, y era declarado como un omega dominante al 100%, su padre llegó a su habitación, con una caja, abriéndola delante de él.

Un collar de oro con diamantes y rubíes, que colocó en el cuello del pequeño príncipe, para después darle el primer afecto como padre, acariciándole el cabello.

— Que feromonas tan poderosas, hacías que cualquier alfa tuviera miedo de pisar cerca de tu habitación. — dijo su padre mirándole. — Felicidades Qin, podrás seguir con mi imperio cuando llegue el momento.

Su padre solía regalarle collares de protección, para evitar que un alfa quisiera pasarse de listo. Y aunque no podía enlazarse tan fácil, si podría ser secuestrado, y obligado a morder un alfa para crear un enlace, lo mejor era protegerse, y que mejor con collares de ese tipo, con localización, impenetrables, donde solo el portador sabe cómo quitarlos.

Pero.

— Príncipe Qin, perdone, mi hijo es algo curioso. — dijo uno de los mayordomos, tomando de la mano a un niño. — Nos retiramos.

Un alfa.

De su edad.

Estaba en el castillo.

Tao era su nombre, y solían jugar todos los días, corrían por los enormes jardines, comían dulces y chocolates, reían y se contaban historias, incluso Tao llegó a escribirle a Kojiro, ya que era una de las formas en las que el mayor seguía en contacto con Qin. Poco a poco se hicieron amigos entrañables, corriendo de un lado a otro, divirtiéndose como los niños que eran, creando historias y grandes cosas que una mente con una imaginación sin límites podía crear.

Tao era un chico normal, de piel blanca, con ojos chocolate y rasgados, cabello castaño y un lindo lunar cerca de su ojo izquierdo. Tao era su primer amigo, al igual que fue su primer amor, cuando se sujetaron las manos por primera vez, sintió un cosquilleo en el vientre, y se imaginaba que tal vez, en un futuro, él sería como esas princesas y Tao era su caballero, que no importaba nada, estarían juntos sin importar su origen.

Se dieron su primer beso, justo en el jardín donde le gustaba jugar, uno con un enorme árbol de granadas, donde solían tomar siestas. Justo allí, a la edad de 13 años, sintió por primera vez lo que se sentía besar a alguien. Y no fue el único, siguieron su romance, besándose en diferentes lugares, abrazándose y riendo juntos. Donde el pequeño príncipe se escabullía en las cocinas o cuartos de servicio, para ayudar a Tao con sus deberes, y reír y jugar con las maid y mayordomos que eran cómplices de mantener esa relación oculta.

Qin Shi Huang pensaba, que cuando fuera un poco más grande, le diría a su padre que ya había elegido un alfa para él, y que todo estaría bien, pero no fue así.

Un día despertó al escuchar un grito, sintió miedo, pero tenía que ver, como futuro heredero, por su gente, y averiguar que es lo que pasaba. Y vaya que lo averiguó, al salir, al origen de esos lloriqueos, donde estaba Tao amordazado en uno de sus jardines, y no estaba solo, estaba junto a su familia, y con otras 15 personas de servicio, arrodillados frente a su padre, quien notó su presencia y le miró.

— Zhèng, lamento haberte despertado.

— ... ¿Qué haces? Suéltalos...

— ¿Quieres que te muestre lo que es verdadero poder, Zhèng? — sonrió su padre, mirándolo. — ¿O te comportarás?

— Tao... suelta a Tao, suéltalos a todos... — trataba de hablar, pero el miedo se estaba apoderando de él.

El niño solo podía quedarse inmóvil, era invierno, pero estaba seguro que sus piernas temblando se debían a la situación, no al frio ni a la nieve, más cuando su padre tomó una lanza en sus manos, para después suspirar.

Los mató, uno por uno, atravesándoles el pecho ante los gritos de los demás, quienes ya no tenían forma de huir de ese terrible fin. No le importaba manchar la nieve de sangre, ni sus manos, seguía haciéndolo con una sonrisa en su rostro, hasta que al final solo quedó el pequeño Tao, que incluso con la mordaza podía escuchar esos gritos ahogados, para al final, su padre darle una muerte rápida, atravesándole el pecho de golpe, y haciendo un corte en el cuello rápido, dejando el cuerpo inerte caer.

Los jadeos, la falta de aire, el miedo, sus piernas fallando, solo pudo gritar de horror, queriendo huir, pero su padre fue más rápido, sujetándole del cabello ya largo del joven príncipe Zhèng, escuchando los lloriqueos de su hijo mientras lo bofeteaba de nuevo, sometiéndolo con esas malditas feromonas potentes, que hizo al niño sentir terror, al no poder hacer más que la voluntad de su padre.

— ¿Manchar mi legado con sangre tan barata como el hijo de un mayordomo? Sobre mi cadáver. Aprende y metete esto en la cabeza, estas personas no son como nosotros, son solo mierda arrastrándose en el suelo que hacen las cosas que nosotros no queremos hacer. No somos iguales, nunca seremos iguales, solo relaciónate con los de tu tipo, porque te lo advierto Zhèng, si andas jugando de nuevo a los "amiguitos" con alguien tan bajo como ese niño, me veré en la necesidad de matarlos. Y no solo a ellos, si esto sigue así y no aprendes, me veré en la necesidad de asesinar a Kojiro. Realmente siento que Satoru ha criado a Kojiro de manera muy abierta, eliminar a los Sasaki no será fácil, pero ya que los quieres, será un buen castigo para ti.

— ¡NO!

— Entonces compórtate.

Su padre era hermoso, siempre lo había sido, pero solo por fuera. Era un demonio caminando en la Tierra, tan bello para atraer a todos y hacerlos vivir un infierno.

Después de ese día, cortó su cabello, no quería tenerlo largo como su padre, y se miró al espejo, era parecido, la gente tenía razón, su belleza era heredada de su padre, del hombre que le parió y dio vida. Es por eso que su padre se sentía con el derecho a ella. Y eso lo llenaba de rabia, siempre lo hizo, así que cuando fue mandado al Edén, por supuesto que era altanero, presumido, y evitaba a todos con excepción de Kojiro, pero, llegó Adam a su vida.

Y Adam le dio el amor que hace mucho no tenía.

Aún así.

— Oh, lo siento, joven Qin, limpiaré sus zapatos enseguida.

Iba a ayudar a uno de los chicos de limpieza, ayudarlo con las cosas que tiró, diciéndole que no importaba, solo había sido un poco de café en sus zapatos, pero, el chico tenía cabello castaño y un lunar cerca de su ojo. Solo pudo mirarlo y ver en él el rostro de Tao amordazado y muerto en la nieve, acabó por jadear asustado, y se alejó, no iba a ayudar, no podía.

— ¡Qin! — dijo Kojiro, ayudando al hombre. — ¿Estás bien? ¿Qué paso? Chocaste con él, solo discúlpate.

— Oh, joven Kojiro, fue mi culpa, debí ver que el príncipe Qin venía en camino. — sonrió el chico. — Lo siento Q...

El emperador acabó por retirarse los zapatos, y dejarlos allí, siguiendo su camino.

— ¿Qin? — dijo Kojiro confundido.

— Están manchados de ese café barato que tomaba de Starbucks. Eso solo lo beben los pobres que buscan estatus social. — comentó el emperador, sin mirarlos. — No los quiero, se arruinaron. Es como si les hubiera escupido.

— ¿Hah? ¡Qin! ¡Eso es demasiado grosero! ¡Discúlpate!

— Que los malditos pobres sepan su lugar y se alejen de mí. — gritó el chino, retirándose de allí.

Era más fácil así, maldecirlos y hacerlos odiarlo. Así no se acercarían, y nadie le iría con el chisme a su padre, y si nadie le contaba a su padre, entonces no habría que ver ninguna muerte de nuevo. Era mejor así, insultarlos y hacer que ellos mismos se alejarán de él, lo malo de actuar así por todo este tiempo, era que había llegado a un punto donde lo hacía naturalmente con todos, los despreciaba con naturalidad, y ya no sabía que otra cosa hacer.

¿Cuál era el verdadero Qin Shi Huang? Ni siquiera él lo sabía, pero, lo estaba haciendo para sobrevivir, al menos, hasta que logre hacer lo mismo que su padre, asesinarlo y quitarle el poder para no tener que seguir fingiendo, y poder conocer la respuesta a esa pregunta.

Había trabajado en silencio, moviendo piezas poco a poco, lento, como engranajes oxidados moviéndose para un día, poder tener a su padre inclinado en la nieve, y poder darle el golpe final.

Un día.

Solo una oportunidad y sería libre.

Un día lograría hacerlo.

— ¿Qin?

Esa voz lo sacó de sus pensamientos, y volteó para mirar esos ojos violetas que hicieron sonrojar sus mejillas. Se gritaba de manera interna que nada sirviera contra Hades, el maldito seguía pegado a él, y era igual porque él mismo no lo dejaba ir. Ya ni siquiera sabía en quien de su personal podría confiar, para evitar que llegará a su padre la voz de que se había vuelto amigo de un alfa pobre. Y peor, de un "Olympus", un apellido que está en la lista negra de su padre por deberle dinero a él.

Al final, si le debías a un banco, le debías a su familia, por lo tanto, su padre siempre había odiado a los deudores.

— Lo siento, no te escuché. — contestó el chino. — ¿Es aquí?

— Si, este es uno de mis trabajos, voy a renunciar, pero quiero hacerlo cara a cara, estas personas me ayudaron mucho en darme empleo.

— Bien, entonces hazlo, todavía faltan 2 lugares más que recorrer, ¿verdad?

—Así es, vendré rápido, gracias por llevarme.

— No hay de que, hazlo rápido. — contestó el chino, tratando de ocultar su sonrojo, mientras el albino le sonrió, bajando del auto.

— Oye, puedes ir a trabajar, no tienes que llevarme. — dijo con una sonrisa.

— Tranquilo, después de esto iré a mi oficina, soy el jefe, puedo llegar cuando quiera.

— Esta bien, ahora vuelvo.

Hades Olympus iba a acabar con un destino igual al de Tao si esto seguía así. Su lobo gritaba por no alejarse, pero si no se alejaba, tenía miedo de ver a su padre llegar, haciendo lo mismo que hace, eliminando todo a su paso, y ocultando sus manos llenas de sangre detrás de su espalda. Y es que era verdad, su padre podría destruir países enteros, y nadie le haría nada, porque su padre tenía demasiado poder, y asesinarlo era imposible.

Pero, aun con el miedo, sentía algo de fuego en su interior que lo hacia sonreír. Mientras miraba por la ventana.

— Oye Bao, ¿Sabes que es la coronación en el ajedrez? — dijo el chino, sin apartar la vista de la ventana del auto.

— No sé mucho de ajedrez, mi señor. ¿Qué es?

— Bueno, es cuando un peón puede transformarse en reina si llega a la fila adecuada. — sonrió el emperador. — Se mueve lentamente en cada turno, y el rey hace la coronación, puede transformarlo en lo que necesite, y por supuesto que un rey necesita una reina.

— Suena como una maravillosa jugada si te encuentras acorralado en el juego, mi señor.

— Lo es... sabes Bao, me estoy enfrentando con un maestro en el arte de asesinar piezas en tableros. No será fácil, pero, dentro de poco, veré a un peón, que ese maestro despreciará con ganas, convertirse en mi reina. Me toca defenderlo en cada jugada, dejándole libre el camino, para que llegue a mí, y pueda hacer la coronación.

— ¿Es importante para usted ese juego, mi señor?

— Es mi vida, si no gano, me suicidaré aventándome de mi castillo e impactando en el concreto, para que se me rompa el cuello y acabe como una mierda, ya que, si no gano, solo seré eso.

— ¿Mi señor? — dijo el chofer algo preocupado, mirando al chino por el retrovisor.

Pero el apodado "emperador" solo tenía la mirada en el albino, quien parecía hablar con el dependiente de la tienda, con esa enorme sonrisa que tiene, mientras estrechaba su mano, y parecía hacer lo que dijo que haría, agradecer sus trabajos y salir bien de cada uno. Ya que Hades siempre agradece a las personas que lo ayudan, cuida de ellos, incluso, le había pedido permiso a Kojiro de usar el horno de la cocina, para hacer esas galletas y regalarlas en señal de agradecimiento.

Su alfa, su perfecto alfa era simplemente único.

— Voy a asesinarlo. — dijo el emperador. — No me volverá a quitar nada de nuevo, lo juro, te protegeré, mi alfa.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Ha decir verdad, ya habían sido muchas veces donde lo miraba.

Poseidón era como una orca en el mar. Hermosa, imposible que la ignores, pero, si te acercas demasiado, es probable que te destroce. Las orcas solo viven por sí mismas, solo por sus deseos y aspiraciones, las orcas, solo se llevan bien con los que consideran iguales, y con los que no, es probable que jueguen contigo hasta que no quede más que trozos de ti flotando en el agua.

Poseidón era eso en la universidad Valhalla.

Era hermoso, siempre que caminaba de un lado a otro, se llevaba todos los suspiros de cualquier persona, incluso de los profesores omegas y hasta de los alfas. Su belleza era única, era ese enorme y hermoso animal que no podrías nunca ignorar, pero, todos sabían la regla, nunca debes acercarte a una orca, porque si lo haces...

— Disculpa, Poseidón. — dijo una chica, quien tuvo el atrevimiento de tocarle el brazo al rubio. — Quería saber si...

El manotazo que soltó el rubio sin verla era lo habitual, para después simplemente gruñir molesto.

— No me interesa nada de una puta como tú. — respondió el griego, siguiendo su camino.

Un intento fallido de una chica que quedará con ese trauma, pero era lo obvio, Poseidón no mira a nadie nunca, por más que quisieras que esos ojos azules estuvieran en ti, nunca ocurriría. Poseidón era frío, como un iceberg, hermoso y frío. Nunca se podría sacar nada de él, pero, de vez en cuando, eso cambiaba, al menos cuando era el celo de dicho rubio. Donde solo fue un desliz, un mal cálculo de días, en la fiesta dentro de los dormitorios, donde el rubio se retiró mareado de golpe del lugar. Y se retiró a su habitación.

Entonces le siguió, y lo comprobó, por primera vez, ver a ese dios de rodillas, abrazándose a sí mismo, soltando feromonas para atraer omegas.

— ¿Poseidón? Así que este eres tú siendo necesitado. — dijo la mujer mirándole.

— Anfitrite... omega, por favor. — dijo el rubio gateando hasta abrazarle las piernas. — Por favor, por favor, quédate conmigo.

— Repítelo, una vez más. — sonrió la mujer.

— Por favor, por favor, mi omega, por favor...

Le había encantado pasar el celo del rubio.

Incluso soltó una risa cuando Poseidón despertó al siguiente día, con una expresión de sorpresa, apretando sus puños para vestirse rápido con lo primero que vio y salir disparado de la habitación. Desde entonces, habían creado una especie de acuerdo sin escribirlo, pero, que ambos conocían bien. Los celos los aliviaban entre ellos, si ella le ayudaba a él, él le ayudaba a ella, así de simple.

Amaba ese acuerdo, porque era la única forma de ver a esa orca asesina, tan sumisa como una linda nutria. Y, a decir verdad, con el paso del tiempo, poco a poco comenzaron a llevarse mejor. A veces el rubio le acariciaba su largo cabello, a veces le besaba la frente, a veces incluso le compraba cosas. El regalo más grande que le había dado era una Yukata, extraño, ya que él era griego, pero decía que le gustaban y quería verla con ella al menos en sus encuentros, cosas que la mujer aceptó. También le había dicho que se vería mejor esa Yukata si tuviera el cabello negro, tal vez era un fetiche del griego, pero estaba bien, lo haría si con eso lo hacía feliz en sus encuentros.

Y así era su relación, eran parte del mismo grupo de "amigos". Pero, ellos eran algo cercanos, y estaba bien así, porque ella podía tenerlo a él, y aunque no sabía si el rubio sentía algo, al menos era suficiente con lo cómoda y feliz que se sintiera ella.

Entonces, volviendo a la actualidad, la mujer veía como el rubio iba a devolver unos libros a la biblioteca, así que decidió seguirlo, caminando a su lado, sabía que ni siquiera se tenían que saludar, el rubio no le molestaba su presencia, y eso era suficiente.

— Mi celo llegará en 3 días. ¿Nos vemos donde siempre? — preguntó la mujer, caminando a su lado.

— No puedo, consíguete a alguien más. — respondió el rubio.

— No es de si puedes o no, es un acuerdo. — contestó la chica. — Si quieres romperlo está bien, pero me debes una noche de celo para estar a mano.

— Dije que no. — respondió Poseidón.

— ... ¿Esto es por tu sugar Daddy que besaste al llegar hoy a la universidad? No creo que le importe, y yo puedo mantener mi boca cerrada para que no lo sepa.

Pudo ver como los libros cayeron de sus manos, y como Poseidón volteo a verla con un rostro de querer asesinarla. La mujer solo le pudo sonreír, a lo que el rubio la puso contra la pared, sujetándole el cuello, pero, la mujer soltó una risa, para después acariciarle la cabellera.

— Así que si es por ello.

— ...

— Mi celo es en 3 días. Nos vemos allí entonces, donde siempre. Si quieres romper el acuerdo luego de eso, está bien, no me molesta. Yo no diré nada, y podremos seguir con nuestra amistad. — respondió la mujer. — ¿Quién era? No pude ver su rostro, pero por el pedazo de coche que manejaba, se ve que tiene mucho dinero... oh momento... ¿no te acaban de nombrar el asistente ganador de la fundación Sasaki? No me digas que tu Sugar es Sasaki Kojiro, que interesante, no sabía que le gustaban los jóvenes, ¿no está interesado en tener una omega? Sé que es un omega, pero, las parejas omega x omega existen, sería divertido... Tsk...

— Solo cierra la maldita boca. — dijo el rubio apretando el agarre. — El señor Sasaki nunca voltearía a verme, es alguien más.

— ¿Quién?

— ¿Qué diablos te importa? Solo cállate.

— Bueno, no tienes que decirme, tomé fotos, solo tengo que revisarlas y será todo. Si no es el señor Sasaki, claro que quiero ver quien es quien te pone en ese estado.

— Maldita zorra, será mejor que cierres la boca.

— No, estúpido alfa. — sonrió la mujer, sujetando el brazo del alfa, doblegándolo con ayuda de sus feromonas. — Tu eres mi perra Poseidón, no me gusta cuando me roban cosas que son de mi propiedad. Si quieres dejar de ser mi juguete, bien, soy una persona con principios, así que paga lo que me debes.

— Basta. — dijo el alfa cubriendo su nariz, maldita sea el día que nació siendo un alfa, al menos estaba algo feliz, al ser expuesto a las feromonas de Hades, poder resistir más feromonas potentes, y no doblegarse tan rápido.

— Consígueme un nuevo celular, 10,000 dólares en efectivo y acompáñame en mi celo. Si lo haces, no diré nada ni publicaré ninguna foto.

— ¿Estás demente? ¡No tengo ese dinero!

— Eres el nuevo asistente, recibes un sueldo, pide un adelanto. O dile a tu sugar que te lo consiga.

— ¡Anfitrite!

— Hazlo, y me callaré. — sonrió la mujer. — Se un buen alfa, vamos, cumple mi último capricho.

— ¿Por qué diablos yo? Puedes tener cualquier...

— Exacto. — contestó la chica, inclinándose para estar a la altura del alfa de rodillas. — Puedo tener cualquier alfa de esta estúpida universidad, pero, al único que quiero eres tú. Y te quiero porque eres un hijo de puta que no acepta a nadie, entonces tenerte doblegado es mi propia diversión. Mi nombre y tú nombre son los mismos que los dioses griegos, que divertido, creo que estoy vengando a la verdadera Anfitrite del trato tirano de su esposo Poseidón.

El rubio sintió el estrés llegar a él. No había nada con lo que amenazar a Anfitrite, era fría y calculadora como el maldito hielo, y, a decir verdad, eso le gustaba de ella, pero ahora, sabía que no se la quitaría de encima por nada en absoluto. Y si lo que dijo ese enano chino era verdad... "Los Sasaki protegen mucho su nombre, si esto se llega a saber, no eres tú el que va a sufrir, es Kojiro, lo harán cometer el Harakiri, el suicidio samurái, prácticamente su familia prefiere que Kojiro se clave una Katana en el abdomen y se destripe, a aceptar una mancha en su familia."

De solo pensarlo, su lobo chillaba desesperado, no podía. No podía permitirlo, pero, tampoco podía decirle que no a esta chica.

— En tres días, donde siempre. — contestó el rubio, poniéndose de pie. — Tendré las cosas y pasaré tu celo contigo.

— Que agradable hacer negocios, cariño. — sonrió la mujer. — Nos vemos.

Vio a la mujer partir, y solo podía molestarse mientras recogía los libros. En definitiva, tendría que hablar con Kojiro de esto, no podía mantenerlo oculto, solo esperaba que el japonés pudiera comprenderlo, haría lo que fuera para no serle infiel, solo tenía que pensar en algo rápido, lo solucionaría, ya que había sido su culpa, sabía que no debía besar a Kojiro en lugares públicos, fue descuidado, exageradamente descuidado.

— Lo solucionaré pececillo, solo dame tiempo. — suspiró frustrado el rubio.

Después del desagradable encuentro con Anfitrite, ahora trataba de distraer su mente con el final de su proyecto junto a Beelzebub. Kojiro les había dicho que podían usar la sala de estudios que tiene para su primo Okita, y la ocuparon, tenía buen acceso a internet, había computadoras para usar, y suficiente espacio para que ambos trabajaran.

Donde Hades entró en la habitación mientras trabajaban y claro que Beelzebub estaba como siempre, encima de Hades, preguntándole cosas, como si Hades fuera a entenderlas, pero, lo que le sorprendió al rubio, fue que Hades las entendía. En definitiva, entendía las fórmulas, los planos, el proyecto.

— ¿Qué me dices? ¿Genial? — dijo Beelzebub mirando al albino.

— Un lugar autosustentable aplicando economía circular para su manutención y cuidado. — sonrió Hades. — Que increíble proyecto, estoy seguro que el señor Sasaki estaría muy interesado en esto.

— ¿Lo crees? — sonrió Beelzebub, recargándose "discretamente" en Hades. — Si tú estás dando tu bendición, entonces es un gran proyecto. ¿Qué tal tu nuevo trabajo?

— Bien, es algo pesado, este lugar no es una mansión, es una maldita ciudad, tengo que ponerme al día con todo, pero he conocido al personal que el señor Sasaki consiguió para mí, todos son muy buenos en su trabajo, me siento tranquilo. — sonrió el albino, acariciándole el cabello al pelinegro que se sonrojó, soltando feromonas agradables, cosa que hizo a Poseidón girar los ojos. — Además, solo tengo que atender a 4 amos. Por supuesto, el Señor Sasaki, pero también vive aquí ahora mismo, el Señor Tesla, al igual que el señor Shi Huang. El señor Leónidas Esparta no se encuentra por el momento, pero está viviendo aquí, así que mantengo limpia su habitación y su área de entrenamiento. Y se me permitió contratar más personal, así que estoy en eso también.

— ¿Están aquí esos 4 multimillonarios? — dijo con la boca abierta Beelzebub. — Por dios, conviven con dioses prácticamente.

— Están muy alejado de eso, te lo aseguro. — rio Hades.

— Debe ser un honor para ellos tenerlo a su lado. — sonrió Beelzebub, soltando feromonas dulces, por supuesto para Hades. — Pasar tiempo contigo Hades, es una verdadera bendición y...

— Dije que dejes de perseguir a mi hermano, es alguien mayor, es asqueroso que persigas a alguien que fácilmente podría ser tu padre y...

— Poseidón. — dijo Hades. — Basta, Beel solo está siendo amable.

— Si claro, solo quiere meterse en tus pantalones. Hades, lo prohíbo, salir con alguien menor, eso es grooming o algo así. Además, no tienen nada en común, y es asqueroso tocar a alguien tan viejo que...

— Es mejor que salgan con alguien de su edad.

El rubio miró a hacia la puerta, donde si, el dueño de esa voz y ese comentario estaba allí, su Sasaki Kojiro. Acabó por sonrojar sus mejillas para después querer arreglarlo, pero Kojiro parecía querer ignorar lo que acababa de escuchar.

— Solo lo decía porque...

— Tienes razón Poseidón. — sonrió Sasaki. El omega quería clavarle una Katana a su maldito lobo interno para que dejara de chillar, era malditamente molesto, él ya sabía que Poseidón solo se interesa en él porque es su destinado, si no lo fuera, nunca lo hubiera volteado a ver. — Entiendo tu sentir.

El alfa solo podía sentir a su lobo chillar, maldita sea, es que solo quería alejar a Beelzebub de Hades, pero, debía ser más cuidadoso. Miró a su omega, quien lucía realmente genial, vistiendo un traje casual azul marino, parecía regresar de su oficina. Era algo raro verlo en trajes, pero, los solía usar cuando se reunía con nuevos inversionistas, aunque prefería las yukatas, pero para presentarse ante los americanos, solía usar trajes, porque si usaba yukatas, era muy seguro que alguien dijera algo como, "Es un Yakuza", y él no pudiera contener las risas.

Llevaba su cabello recogido en media coleta, con lo demás suelto y peinado. Usaba una pequeña peineta hecha a mano con incrustaciones de oro. Su saco ya no lo tenía y solo estaba con su camiseta blanca y esa corbata roja que aflojaba.

— Poseidón, lamento interrumpir, pero me dijeron que te mandaron mi información sobre mi itinerario de mañana. — comentó Sasaki.

— Kojiro yo...

— ¿Te han enviado algo? — replicó el mayor, poniendo un alto a cualquier comentario del rubio.

Era verdad, lo supo el albino, al ser nombrado el asistente de Sasaki, claro que Poseidón también tenía ese trabajo, y recibía un sueldo por ello. Lo que le pareció gracioso a Kojiro, fue que Poseidón ya conocía su rutina. ¿Acaso lo ha estado idolatrando desde hace años? Quien sabe, pero el rubio no quiso decir cómo es que sabía de sus relaciones y movimientos.

— La recibí, mañana tiene una agenda más despejada que hoy. Tiene una reunión con el embajador de Japón debido al área que está apoyando la fundación Sasaki en la feria cultural de Estados Unidos. Quiere darle sus agradecimientos, de allí en fuera, solo han llegado dos peticiones. La primera, es de Qin Shi Huang, pidiendo tiempo con usted. Le dije que verificaría si estaba libre para una comida. ¿Le gustaría que confirmara sobre ello?

— Si, confírmalo. — respondió Kojiro.

— Bien, la segunda es en la noche, no estaba seguro si hacerle un lugar, ya que quien llamó no dijo mucho, solo tenía un acento francés y dijo que le dijera que preparara "una noche loca" dentro de su agenda.

— ... Michel. — rio Kojiro, pasando una mano por su cabello. — No agendes nada, yo mismo hablaré con él. ¿Algo más?

— Nada más. — respondió el rubio mirando los ojos caramelo que le miraban, donde un leve sonrojo aparecía en ambos hombres.

— Bueno... — dijo el mayor para después recordar que Hades y el amigo de Poseidón estaban de visita. — Oh dios, mis modales, Hades, buenas tardes, y tú debes ser Beelzebub, ¿cierto?

— Sasaki Kojiro, en persona.

El japonés solo pudo ver a un joven omega de cabello negro, y ojos rojizos con leves toques obscuros, le gustaban, eran profundos. Lo veía a un lado de Hades y solo pudo sonreír, acercándose, a lo que el omega rápidamente se acercó, estirando su mano. Eso le pareció adorable a Kojiro, tenía un cabello negro y esponjoso, le recordaba un poco a los risos de Nikola.

— Es un honor conocerlo, Mi nombre es Beelzebub Baal. — sonrió el chico. — He admirado mucho el trabajo que hace desde las construcciones hasta cada apoyo que la familia Sasaki hace por la humanidad. En especial, perdone el atrevimiento, pero me interesa mucho como la fundación Sasaki apoya nuevas creaciones tecnológicas. Usted fue de los primeros en confiar en la empresa Tesla para la creación de invenciones fuera de este mundo, con su ayuda los Teslas prácticamente cuadriplicaron sus ganancias y ahora son un imperio, señor, realmente es un honor poder estrechar su mano.

— Oh vaya. — sonrió Kojiro estrechando la mano del joven. — No sabía que me conocía la juventud tanto, realmente quería pasar algo desapercibido con todo ello, pero, me alegra poder inspirar a jóvenes como ustedes.

— Bueno, Poseidón siempre habla de usted, así que es normal que lo sepa.

— ¿Eh? — dijo Kojiro confundido, a lo que Poseidón puso un rostro de querer asesinarlo, poniendo nervioso a Beelzebub.

— Nada, ah, es que Poseidón realmente admira su trayectoria como yo. — sonrió el joven. — Yo, lamento si esto suena muy oportunista, pero, quería tener la oportunidad de que, por favor, viera esto. — dijo el joven mostrando unos planos. — Me interesa mucho los inventos que hagan avanzar la evolución como sociedad. Soy muy curioso y creo que hay cosas que no se han creado, y pensaba... que si usted quería y le interesaba.... Podría...

— Beelzebub es un excelente científico. — sonrió Hades. — Hace que incluso personas como yo, puedan entender de lo que habla, es muy elocuente y sus creaciones son únicas. Si me permite, amo Sasaki, no creo que sería un desperdicio escucharlo.

El japonés miró esos planos con detenimiento, y solo pudo tener un recuerdo de un joven Tesla, entrando sin invitación a su habitación en el Edén, diciéndole sobre una máquina que iluminará a toda la humanidad. Con esa misma expresión y esos ojos brillantes. Recordaba acariciarle el cabello y decirle que financiaría sus inventos, y al final, dejarlo dormir con él. Fue realmente genial años después, cuando lo vio recibir el nobel, tras crear inventos que siguen haciendo que la humanidad evolucione.

— ¿Le interesan? — dijo un nervioso Beelzebub.

— Creo que mis ojos no son los adecuados para decirte si esto es un avance en la evolución de la humanidad. — sonrió el japonés. — Pero, se quién puede hacerlo, deberías hablar con él.

— ¿Con quién? — dijo el omega confundido.

— Síganme, veamos al gran "mago" de la humanidad hacer su magia en su hábitat natural.

Dentro de la vida de Beelzebub, solo estaban sus hermanos.

Lucifer, Azazel y Samael, a los cuales les había prometido que se reencontraría con ellos, cuando fueron mandados a diferentes hogares. Un día sería un gran inventor, y su nombre estaría en grande en las revistas para que pudieran encontrarlo. Y es que su vida, había sido algo difícil, pero no tanto. Había sido adoptado por una buena familia, y le cuidaban y amaban, además de que lo alentaban en perseguir sus sueños.

Esa era la meta, ese era el fin, poder volver a reencontrarse con sus hermanos, y tener una buena vida. Además de hacer que sus inventos sirvan para algo grande, tan grande que pudiera sentirse orgulloso de ello. Ha decir verdad, faltaba algo de chispa, de luz en su vida. Siempre sintió que su vida era muy simple, muy negra, muy gris, no había algo más que lo motivara, así que se dedicaba a solo crear inventos que no sabía si funcionarían, faltaba algo, tal vez era que necesitaba compañía.

Pero, Lilith no estaba más, su antigua novia se había quedado atrás, su alfa, se separó de ella al ser adoptado, y no pudieron mantener comunicación. Tal vez eso necesitaba, quería de vuelta esa emoción, tener a alguien que pudiera siempre comprender lo que quería hacer con todos esos inventos.

— Hey, Nikola, quiero presentarte a alguien. — había dicho el mayor.

No supo cómo reaccionar, al momento de entrar a ese jodidamente enorme laboratorio, donde un hombre estaba sentado en la cima de una escalera, escribiendo fórmulas, usando una gabardina blanca, con un traje del mismo color, mientras tenía un guante con anillos, y diferentes tizas que usaba para señalar cosas de su pizarra.

Entonces le vio voltear, y pudo ver esos ojos verdosos azulados por primera vez, fuera de una revista o un artículo en internet. Nikola Tesla en persona, quien le sonreía al japonés, bajando con rapidez de su escalera y acercándose al mayor.

— ¿En qué puedo ayudarte, Kojiro? — sonrió Nikola, acariciando un mechón de cabello del samurái.

— Quiero presentarte a alguien, su nombre es Beelzebub Baal. Es un inventor como tú.

No sabía cómo interpretar la mirada que le estaba dando, parecía que lo estaba escaneando, esos ojos lo estaban mirando y ese alfa se acercaba a él, mirándolo de cerca y examinándolo como si fuera una especie de escultura a la que hay que admirar. ¿Qué diablos le sucede a este sujeto?

Por su parte, Nikola Tesla había sentido un cosquilleo en sus colmillos al ver a ese joven omega. Eso le llamó la atención al inicio, era raro, no era común de él sentir eso por cualquier omega que conoce, así que esto era nuevo. Por lo cual decidió investigar, acercándose para olfatearlo, no tanto como para invadir su espacio personal, pero lo suficiente para poder captar el aroma.

Volvió a sentir ese cosquilleo en sus colmillos.

— Creo que deberías escucharlo, el chico tiene buenas ideas. — dijo Kojiro.

— Un placer, Beelzebub, soy Nikola. — comentó el inventor con una sonrisa.

— Un placer conocerlo. — respondió el omega sin apartar la mirada del mayor.

— Así que, ¿tienes buenas ideas? — sonrió el croata, sin apartar la mirada del joven omega.

— No solo ideas, tengo evolución en mis manos.

Se sintió como una descarga eléctrica en el cuerpo del alfa, joder, ¿en verdad había dicho eso?, había sido música para sus oídos. Ni siquiera se dio cuenta que estaba soltando feromonas de invitación, a lo que el omega sonrojó sus mejillas, y extrañamente aceptó las feromonas, soltando él feromonas dulces. El científico ni lo pensó dos veces, acabó por sujetar el brazo del joven, mientras este no supo que hacer, pero Nikola lo llevaba con él más adentro de su laboratorio. Hades y Poseidón por supuesto, buscaban intervenir, a lo que Kojiro negó que intervinieran.

— Ese chico tiene que ir a la universidad mañana, Nikola. — comentó Kojiro. — Nada de quedarse hasta la noche.

— Lo prometo. — sonrió el científico. — Beelzebub, tienes toda mi atención, escucharé tus creaciones. Si son evolución como dices, entonces no tienes que pedirle ayuda a Koji, yo mismo financiaré y te ayudaré a construir cada uno de tus inventos.

— ¿Eh? ¿En verdad? — dijo Beelzebub sorprendido.

— Lo haré. — respondió el inventor sonriente.

— Oye, Beelzebub, aún no hemos terminado de... — se quejó Poseidón.

— Hazlo tú, es tu castigo por no ayudarme ayer, así que hazlo y solo terminemos las citas juntos.

— Tú, maldito hijo de...

El japonés solo soltó una suave risa, cubriendo la boca de Poseidón, mientras veía a Tesla tomar asiento en su escritorio, y al omega soltar una tenue sonrisa, abriendo sus planos enfrente del inventor, comenzando a explicar cada uno, su función, su propósito, mientras su amigo le veía detenidamente, escuchando cada palabra sin problema.

— Vámonos, dejémoslos trabajar. — comentó Kojiro.

— ¿Seguro que estarán bien? — dijo Hades.

— Lo estarán Hades, Nikola no le hará daño. Menos si hablan de ciencia.

"Aunque, no aseguro que no quiera comérselo..." Pensó el japonés, saliendo con ambos griegos de ese laboratorio.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Aún no sabía que le gustaba más.

Si la forma en la que su cabello se movía con el viento, el largo, o como tenía la tentación de pasar sus manos por él. Su omega era hermoso, era fuerte, era poderoso, y era como el mar. Lo podía sentir, una belleza a la vista, pero, difícil de tocar. Kojiro era como una costa, puedes apreciar la belleza de las olas tocando la arena, pero, en el momento que quieras adentrarte a conocerlo, las olas son más fuertes, el mar más hondo, el salvajismo empieza, y el samurái sale a relucir.

Pero él era un alfa que sabía nadar, y si llegaba a fallar, a cansarse, a morir, solo podía pensar que ser ahogado por Kojiro sería algo que aceptaría.

— No tienes que seguirme a todos lados. — dijo el samurái volteando a ver al rubio.

— Sobre lo que dije a Beelzebub, no es algo que yo crea, solo lo digo para que se aleje de Hades. Él, no debería estar con Hades.

— ¿Por qué es joven? — suspiró el mayor.

— No. — sentenció el griego. — Es que Hades... Hades es... es muy especial y se merece algo mejor que Beelzebub.

— ...

— ...

— Esta bien, lo entiendo. — respondió el mayor, esto se estaba volviendo incómodo. — ¿No quieres acabar el proyecto que hacías con tu amigo?

— Bueno, mi omega, tú fuiste quien me quitó a Beelzebub al presentarlo con Nikola Tesla, así que ahora no puedo terminar sin él. — respondió Poseidón, poniéndose a su lado derecho.

— Lo lamento, lo hice sin pensar. — respondió Kojiro apenado. — Me recordó mucho a Nikola de más joven y simplemente pensé que serían perfectos juntos.

— Y lo son. — comentó Poseidón. — ¿Estás haciendo de cupido con tu amigo?

— ¿Qué? No, no, para nada. — rio el japonés, dándole una palmadita al rubio en el brazo. — Ni siquiera sé cuáles son los gustos de Nikola. Solo sé que le atraen omegas que... — el samurái se puso a pensar, para después reír. — Que pueda dominar, diría yo.

— ¿Eh?

— Nikola tiene una sonrisa hermosa, pero que no te confunda su amabilidad. — sonrió Kojiro. — Es un animal que busca someter a omegas. Ver el alcance de sus feromonas, explorar su segundo sexo al máximo, ver en qué punto la humanidad evoluciona a un plano más poderoso. Nikola es muy dominante, exageradamente, incluso más que Leónidas, al menos si hablamos de sexo, fuera de eso, Nikola es como un perrito, muy lindo y amable. — rio el japonés. — Yo le diría a tu amigo que corriera, no debería meterse en los terrenos de la cama de Nikola si quiere seguir caminando.

— Lo va a amarrar al techo y le hará muchas cosas, ¿verdad?

— Probablemente pruebe sus inventos de placer en él. — dijo algo apenado el japonés. — Pero descuida, Nikola nunca haría nada sin consentimiento. Es un animal en la cama, sí, pero siempre pide permiso para hacerlos un desastre. Tu amigo está a salvo, Nikola no le haría o insinuaría nada, y si lo hace, la última palabra la tendrá Beelzebub.

— ¿Has estado en su cama?

— ¿En la de Nikola? — rio el japonés con tremenda sonrisa, que hizo sonrojar al rubio. — No, pero si recuerdo... hm... creo que no debería hablar de ello.

— ¿Privado?

— Todo lo que pasa en la Mojo Dojo Casa House es privado. — declaró Kojiro. — Los encuentros que tenemos aquí igual lo son, es una promesa que hicimos cuando la inauguramos. Pero si te puedo asegurar algo, nunca ha pasado algo entre Nikola y yo, donde solo estemos nosotros solos, buscándonos el uno al otro. Realmente no creo que sea el tipo de Nikola.

— Creo que eres su tipo, se nota por cómo te ve. — dijo molesto Poseidón. — Eres un omega recesivo, les encantas a los alfas porque no puedes utilizar feromonas, eres débil y eso les atrae.

El japonés paró su caminar, para voltear a ver hacia los árboles, sintiendo la brisa y las hojas volar. Después poner sus ojos en la mirada profunda azul que le miraba, solo para sonreír, ladeando su cabeza.

— ¿Crees que soy débil? — preguntó Kojiro.

— Creo que tu segundo sexo es débil.

— Sé que le atraigo a Nikola. — comentó Kojiro. — Y sé que es solo porque su deseo como alfa, de someter a un omega que no lo puede controlar con feromonas es grande. También sé que por eso le atraigo a Leónidas, y a la mayoría de alfas que he conocido. No es porque sea una belleza, es porque ante los ojos de su lobo, soy algo que quieren poseer fácilmente. Porque los alfas siempre buscan tener un omega que dependa de ellos, formar una manada, y hacer su vida. Conmigo lo pueden hacer fácilmente, porque no tengo feromonas que los sometan como otros omegas, ni tanta fuerza como ellos.

— ¿Pero...? — sonrió Poseidón al ver esa suave sonrisa en Kojiro.

— Por eso los rechazo. — rio el japonés. — Si me ven como un trozo de carne que quieren someter, entonces, hago que sus lobos se revuelquen con ese deseo sin poder cumplir. Nunca estaría con alguien solo porque su lobo tiene deseos de someterme... al final, les amo como las personas que son, son excelentes amigos, pero cuando sus lobos quieren algo más, finjo demencia y simplemente los rechazo una y otra vez, hasta que les quede claro que nunca sucederá. Sucedió con Jātaka, sucedió con Nikola, sucedió con Leónidas, y...

— Y ni creas que tus rechazos me harán desear quitarte mi marca, eres mío. Me importa una mierda si tu segundo sexo es débil, porque... — dijo el rubio pasando una mano por su cabellera, echando esos mechones hacia atrás. — Yo amo a Sasaki Kojiro, no al omega que vive dentro de ti. Fueras un beta o un alfa, aun así, te seguiría deseando sin cansancio.

El japonés se quedó impactado ante eso.

¿Qué diablos acababa de decir? Apenas se conocían, ¿cómo podría? ¿Cómo estaba tan seguro de eso? Su omega claramente estaba en el paraíso, brincoteando feliz de ser correspondido por su alfa, sí, eso era, su alfa. ¿Por qué diablos quería alejar a su alfa de él? Si solo necesitaba aceptarlo, solo debía aceptarlo y con lo que dijo Qin, si solo esperaba un poco podría...

"Koji, mi amor, lo siento, aun soy joven y no controlo bien a mi lobo de otros omegas..."

Su omega gruñó, no, esto no era igual. Poseidón lo quiere, no puede seguir pensando que lo dejarán, eso solo había sido un caso de uno en un millón, Qin se lo había dicho, no debía dejar que nada de lo que pasó en el pasado, le llevara a cometer errores en el futuro. Y joder que estaba pasando, al querer separarse de Poseidón sin siquiera conocerlo.

Estaba decidido, al menos le gustaría seguir conociéndolo y seguir con su alfa, esperando en el futuro, poder estar con él cuando se gradúe.

— Apenas me conoces. — respondió Kojiro, tratando de ocultar su sonrojo, a decir verdad, su omega era ignorado por él, lo tenía en castigo desde lo que sucedió, pero, era su mismo corazón quien le gritaba que, le encantaba lo que le había dicho.

— Llevo años de conocerte.

— ¿Eres mi acosador acaso?

— Si lo fuera, ¿qué piensas hacer? No puedes alejarme.

— ¿Qué si quito la marca?

— Hazlo, volveré a hacerla una y otra vez, hasta que te quede claro que no puedes alejarte de mí.

— Das miedo. — respondió el japonés.

— Y por alguna razón eso te excita, Sasaki Kojiro. — recalcó el griego. — Porque no quieres un alfa persiguiéndote, quieres un reto, quieres un hijo de puta que te plante cara y ame lo que eres. Y creo que debiste hacer algo mal en alguna vida pasada, porque te condenaron a mi lado. O tal vez sea yo tu recompensa...

El mayor no pudo contener la risa, al igual que no pudo contener el gran sonrojo en sus mejillas, solo acabó por mirar al rubio, que le miraba seguro, incluso con esas mejillas rojizas, le miraba seguro de sus palabras. Eso lo respetaba, y al mismo tiempo, le atraía. Poseidón tenía la seguridad que él no tenía, siempre se había rendido antes de tiempo de todo, incluso ahora, se estaba rindiendo de su vida amorosa, pero, Poseidón estaba tan seguro de cada una de sus decisiones a su edad, que le tenía un poco de envidia, le gustaría tener algo del orgullo que el lleva, y poder enfrentarse a los Sasaki y...

"No hagas nada que lo haga enojar. La familia Shi es una maravillosa ventaja como una maldición. La única razón por la que no ha aniquilado a nadie alrededor de Qin, es porque todos cumplen con su visión. Personas perfectas, viviendo una vida perfecta, no mezclándose con los otros. No dañes el honor de los Sasaki con una estupidez."

Solo acabo por acercarse al alfa, notando que le llegaba al cuello, y eso que era alto. Bueno, también era normal que los omegas sean más pequeños que los alfas. Le miró de cerca y después tomó su mano llevándolo con él entre su jardín, hasta llegar al área de un bosque. Uno que no se había tocado en absoluto. El cuál tenía un pequeño riachuelo.

— No sabía que tenías esto en tu casa. — comentó Poseidón. — Es increíble.

— Todas estas hectáreas son mías, es mi propiedad, solo mantengo las barreras de seguridad rodeando la casa, lo demás dejo que siga igual, no pienso construir, siento que sería un desperdicio perder algo tan hermoso, ¿puedes apreciarlo?

El japonés miraba a ese imponente paisaje natural, paisaje que le recordaba a Japón. Aun recordaba correr por diferentes bosques con Qin persiguiéndolo mientras ríen juntos. Ah, realmente eran felices sin tener que soportar el imperio de sus familias en sus hombros. Pero, del lado de Poseidón, solo podía tener la mirada en el japonés, en como su cabello vuela con la brisa, como sonríe, como sus finos rasgos resaltan de manera perfecta.

— Muy hermoso... — dijo Poseidón.

— Me alegra que supieras apreciarlo. — sonrió Sasaki.

— ¿Puedo preguntarte algo?

— Adelante.

— Los Sasaki son inversionistas, prácticamente dueños de diferentes negocios, empresarios en su totalidad. ¿Por qué decidiste dedicarte a la construcción de hogares, hoteles, santuarios? Pudiste simplemente seguir invirtiendo, no necesitabas crear tu firma para vivir tan cómodamente como dios manda.

— Oh. — sonrió Kojiro, percatándose que aún su alfa le sostenía la mano. — Un día, cuando era joven, decidí que no quería estar en una oficina sentado y firmando papeles. Así que me escapé de mi casa y me perdí en un bosque que estaba dentro de nuestra propiedad. Para no morir de frio, decidí cazar por primera vez, buscar agua, y sorprendente o no, pude construir un pequeño refugio, lo había leído alguna vez, así que hacerlo pensé que sería complicado, pero no lo fue, recuerdo que incluso decidí hacerlo lo menos invasivo, para que no dañara el bosque y que el lugar pudiera ser ocupado como madriguera por un animal que lo quisiera después de yo usarlo. Cuando menos me di cuenta, me enamoré de esa libertad, era algo fuera de lo que los Sasaki hacen, así que decidí hacerlo.

— ¿Todo por tu cuenta?

— Si, mi padre se había molestado a morir, así que me envió a Edén como una forma de alejarme de nuestros bosques, y Adam me ayudó, me dijo que si quería armar mi propio camino lo hiciera. Así que cree mi firma, la fundación Sasaki se hizo grande, comencé a armar mi imperio aparte de lo que hacía mi familia, y un día, mi padre me pidió que me reuniera con él, me dijo que el legado Sasaki era mío, y puso todo a mi nombre. Y es por eso que igual manejo las empresas Sasaki.

— Pero, no te gusta, ¿o sí? Por eso tienes asistentes. — dijo el rubio, mirando a su omega a lo que el japonés rio.

— Atrapado. — sonrió el mayor. — Realmente odio trabajar en una oficina, quisiera estar en el bosque siempre, es una vida más relajada y tranquila.

— El mar. — comentó Poseidón. — Me pasa lo mismo, siempre me ha gustado desde que mi hermano me regaló un delfín de peluche. Pude visitarlo hace unos 2 años en un viaje de la universidad, es impresionante y enorme. A veces también siento que una vida relajada sería lo mejor.

— Es que es genial no tener que preocuparse por nada. — sonrió el mayor, recargándose en su alfa. — ¡Tengo una idea! Vamos al mar, cuando estés de vacaciones, disfrutemos juntos, podemos hacer castillos, y nadar, y... ¡oh! Puedo mostrarte los diferentes templos al igual que hay un buen bar al que me gusta ir, también podemos ir a comer al distrito de...

— Si a todo lo que sea contigo, Sasaki Kojiro. — respondió el rubio.

El mayor sonrió, mientras el rubio se acercó, para besarlo dulce, era su primer beso estando consientes por completo y sin discutir, un beso que realmente ambos querían darse y estaban disfrutando como nunca. El japonés acabó por abrazar del cuello a su alfa pegándolo más a él, mientras el rubio sujetaba firme su cintura, haciendo que el japonés no se separara ni un centímetro.

Pero, llegó a la mente del rubio la voz de Anfitrite, y paró los besos, tratando de buscar las palabras que quería. Su omega le veía algo confundido, pero, aun así, depositaba dulces besos en su cuello, haciendo que su lobo interno saltara de emoción, abrazándolo.

— Koji debo decirte algo. — comentó rápido Poseidón. — Am... es que...

— Dime, ¿qué pasa? — respondió el omega frotándose en el pecho de su alfa. — Hueles muy rico.

— Koji... — dijo el rubio, besándole las mejillas, sin querer, volviendo a empezar una sesión de besos, hasta que se regañó internamente, separándose de esos dulces labios. — Necesito 10,000 dólares adelantados, un celular nuevo y... y que me dejes explicarte lo que está pasando.

El rubio solo pudo notar como el sonriente rostro de su omega se fue apagando mientras le comentaba lo sucedido. Parece que Kojiro no tuvo problema con el dinero, o el celular, fue cuando mencionó lo del celo que pasó a un rostro serio. Para después mirar hacia el bosque, como si quisiera huir de esa conversación.

— Nunca te sería infiel. — respondió Poseidón. — Solo dame tiempo, pensaré en algo para solucionar esto.

— Si publica las fotos, podríamos inventar algo para que no haya...

— No, si tu familia tiene tan siquiera una duda, tengo miedo de que... no, no dejaré que publique las fotos, déjame hacerme cargo de esto.

— Pero es que no tienes que hacerlo, yo pediré ayuda y que lo hagan parecer un montaje y...

— Y después ningún medio te dejará en paz, hasta destruirte. — comentó Poseidón. — Vamos Koji, todos buscan que los millonarios caigan, y cuando encuentran algo, siguen cavándole la tumba hasta que mueran, no voy a permitir eso. Solo deja que lo solucione.

— ¿Te acostarás con ella? — dijo el japonés mirándolo.

— No.

— ¿Entonces que planeas hacer?

— Solo dame tiempo, solo eso te pido, lo solucionaré.

— ...

— Mi omega, confía en mí, por favor, confía en mí.

— ... te daré el dinero, y el celular. — comentó el japonés, bajando la mirada. — Si necesitas mi ayuda, solo pídelo. Aún tengo cosas que hacer, así que nos vemos después.

— Kojiro, quédate conmigo. — dijo el alfa. — Comamos juntos.

— Tengo que ver a Qin, acaba tu trabajo. — dijo el omega dándole una suave sonrisa. — Es importante para tu titulación, así que no lo descuides.

— Pero...

— Vamos, termina lo que tienes que hacer.

El griego sintió a su lobo chillar, y ni siquiera pensó en lo que hizo, solo jaló al omega para besarle, quería volver a sentirlo abrazado de él, que soltara esos dulces gemidos, quería todo eso de nuevo, pero, Kojiro lo acabó por empujar, soltando feromonas agrias como advertencia que no hiciera eso.

— ¡Ahem! — aclaró su garganta el mayor de los griegos que se había acercado a los dos. — No quisiera interrumpir, pero, amo Sasaki...

— Solo dime Kojiro. — dijo avergonzado el japonés. — Hades...

— No vi nada, amo Kojiro, no se preocupe.

— Hades... — por supuesto Poseidón estaba furioso de ser interrumpido. — Por dios, lee el maldito ambiente.

— Es importante. — se defendió el mayor. — Hay un hombre, llamado Michel Nostradamus, que está haciendo un gran escándalo en el recibidor principal, diciendo que, citando sus palabras, "Huele a pobre, y seguramente es culpa de Kojiro". ¿Qué quiere que haga con él?

El rostro del japonés se puso pálido, para después hacer una reverencia ante el griego mayor que le miró impresionado.

— Me disculpo por la actitud de Michel, por dios, lo siento mucho, Hades. — comentó el samurái. — Tengo que ir a verlo, con permiso.

— Iré con usted. — contestó Hades.

— Kojiro. — dijo Poseidón.

— Acaba tu proyecto y deja de distraerte con eso, ahora. — sentenció el omega, retirándose con el mayor de los Olympus.

El rubio solo pudo suspirar, tenía que solucionar esto rápido, lo más rápido que pudiera.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

En definitiva, ante sus ojos, algo estaba mal.

En primer lugar, la Mojo Dojo no olía a Shumukh, podría aceptar que oliera a Imperial Majesty No.1, incluso hasta Baccarat, y ya si hubiera una crisis financiera, aceptaría que oliera a Channel, pero no. Su nariz percibía un aroma a... ¿era acaso ese olor aromatizante barato? ¿Desde cuándo su casa era un maldito hostal de esquina en país tercermundista?

Y no solo eso, ¿quién diablos era ese personal? En primera, porque las maids son solo dos, y no miden más de 1.75, deberían ser delgadas y hermosas, digo, si van a andar por su casa, al menos le gustaría tener algo lindo que ver. Su olor de beta, y la otra que es omega, no está mal, pero en definitiva esos perfumes, imitación de la imitación, son un asco.

¿Quién era el maldito jefe de servicio? Y porque Kojiro no consultó con él antes de contratar personal dentro de la Mojo Dojo.

— Am... señor, ¿le gustaría que le ayudemos con su abrigo o su equipaje? — dijo la maid omega, de cabellera roja, y rostro aceptable para el francés.

— ... Este es un abrigo Fendi de piel de marta cibelina, esto vale más que una maldita mansión. — comentó el francés mirando a la mujer. — ¿Traes guantes?

— Puedo usar unos si gusta. — respondió la joven, intimidada por el omega que le miraba.

— No, la piel seguro se maltrata con guantes baratos de Látex, yo mismo lo colgaré. — sonrió el francés. — ¿Y tú eres la jefa de personal?

— No, yo soy solo una maid, me encargo de la zona de recibidor. — contestó la omega encogiendo sus hombros. — ¿Lo puedo ayudar en algo, señor Nostradamus?

— Señorito. No me he casado. — respondió el francés.

— Señorito. — dijo la mujer, tratando de no reír.

— ¿Cuál es tu nombre? ¿Y de qué país tercermundista te sacó Kojiro?

— ¿Eh?

— Tiene una maldita fundación ese idiota amante de la naturaleza, le da becas a los desdichados como tú, así que supongo que por eso te contrató... tu nombre es...

— Su nombre es Perséfone.

Esa voz gruesa hizo voltear al rubio, y joder que le gustó lo que vio.

Alto, con porte, cuerpo que le encantaría lamer todo el maldito día, rostro de dios griego, ojos únicos y violetas, cabello blanco y bien peinado, piel blanca como la nieve, rasgos tan masculinos que le hacían temblar las piernas, una voz dominante, y joder, esas feromonas imponentes, si, un alfa dominante. Se veía muy bien en ese traje negro, ¿era este sujeto el "problema" de uno de sus amigos? ¡Ja! Si este era un problema, él no dudaría en quitarle el problema de sus hombros a sus amigos, en definitiva, le gustaba lo que veía.

— Mi nombre es Michel Nostradamus, un placer. — comentó el francés extendiendo su mano, para estrecharla con el albino. Incluso retirando uno de sus guantes, quería sentir la piel de ese hombre. — ¿Tú debes ser el jefe de personal? ¿Cuál es tu nombre?

— Hades Olympus, pero difiero con usted en una cosa, este no es un placer. — sonrió el albino sin aceptar ese estrechón de manos. — Podrá vestir y usar cosas de lujo y hermosas, para ocultar su personalidad de mierda, pero ni eso lo ayuda, es una presencia detestable, usted y sus feromonas dulces que lanza como invitación, las rechazo de frente.

El rostro de indignación del rubio era digno de fotografiar. ¿Qué mierda le había dicho este maldito pobre mal hablado? Solo pudo apretar los puños, pero, antes de que pudiera decir algo, llegó el japonés corriendo, colocándose frente a Michel.

— Michel, hola, bienvenido. — sonrió Kojiro. — Hades, Perséfone, lamento si hubo un inconveniente, pueden retirarse.

— ¡Koji! Mi amor, ya estoy aquí, respondí al llamado. — sonrió el rubio. — Llegó la magia, llegó el color, llegó la vida. Por favor, que mis cosas las lleven a su lugar, y que usen guantes, no quiero marcas de manos en mis maletas.

— Tienes dos manos, y dos piernas, llévalas por ti mismo. — contestó el japonés. — Hades...

— Vamos Perséfone. — comentó el enigma, yendo con la mujer a otro lugar, para darle privacidad al japonés.

— ¡¿Pero qué mierda?! — gritó Michel arrojando su abrigo al piso, en fin, se compraría otro después. — ¿Quién diablos es ese sujeto que me habló tan feo? ¡Debe conocer su lugar!

— Te habló así porque te la pasaste insultando a Perséfone, Hades solo quiere proteger al personal, y joder Michel, te especifique que, si estabas en la Mojo Dojo, dejarías tus actitudes de diva puta y barata para llevar el ambiente relajado. ¡Para eso es la maldita casa! Para relajarnos.

— ¿Barata? — se quejó el rubio. — Podré ser una puta, pero barata nunca, ubícate Kojiro.

— Es una pérdida de tiempo hablar contigo. — suspiró el mayor.

— Bien, olvidemos este incidente. — dijo el rubio. — Leónidas dijo que estas teniendo problemas, igual Qin está teniendo problemas... ¿Qué ha pasado?

— ¿Tienes tiempo? — dijo Kojiro, con un rostro serio.

Eso en definitiva sorprendió al rubio, que miraba los ojos caramelo del mayor, para después verlo suspirar, y darle la espalda, retirando la segunda piel de su nuca, mostrando su marca. Los ojos azules del francés no podían creer lo que estaba viendo, en absoluto, no detectó feromonas de un enlace en Kojiro, es más, ni siquiera podía detectar feromonas en Kojiro.

— ¿Qué?

— Niko me hizo la segunda piel, para mí y para mi alfa, al igual que perfumes para ocultar nuestras feromonas. — comentó el japonés.

— ... ¿Por qué quieres ocultarlo? Eres mayor, deberías estar feliz de al fin sentar cabeza. ¿O no?

— ... creo que será mejor si te lo muestro. — comentó Kojiro. — Es que Michel, no vayas a...

— Kojiro.

El rubio volteó a ver un joven griego rubio, quien caminaba para ponerse a un lado de su amigo japonés, quien maquillaba sus mejillas, haciendo un puchero. Oh, no, no no no, ¿qué diablos?

— Te presento a Poseidón Olympus, mi alfa. — dijo el mayor, viendo la expresión de sorpresa del francés. — Poseí, él es mi amigo, Michel Nostradamus. Am, como verás...

— ¡Por dios Kojiro! — gritó el francés. — Este sujeto, todavía está en pañales, ¿qué diablos estás pensando? ¡Tu padre te hará suicidarte apenas lo vea!

— ¡Eso no ocurrirá! — gritó Poseidón, a lo que Kojiro, le sujeto la mano, queriendo calmarlo. — No vuelvas a repetirlo.

— Kojiro... — dijo Michel. — No confió en los alfas jóvenes cerca de ti, no quiero que...

— Poseí, ¿podrías darnos un momento? — dijo el japonés, interrumpiendo al francés. — Por favor.

— Pero...

— Por favor. — sonrió el japonés, acariciándole la mejilla.

— Estaré en el salón, acabando mi proyecto, ve cuando termines aquí. — dijo el rubio, besando la palma de su omega. — Con permiso.

El japonés solo pudo suspirar, para acabar por sentarse en la pequeña sala del recibidor, esto se estaba volviendo un maldito desastre que no tenía idea como lo iba a arreglar. Más cuando Michel se había quedado pensativo, sentándose en otro sillón.

— Mich, quiero...

— Controlaré a la prensa para que no puedan ni siquiera comenzar rumores de ese rubio. — dijo rápido el francés. — Lo anunciaste como tú asistente, me encargaré que no haya alguien persiguiéndote como siempre, tratando de fotografiarte. Dos, me parece excelente idea lo de la segunda piel, no se nota, y el perfume de Nikola funciona de maravilla. Aún así, recomiendo que sigas usando tus bufandas, solo por precaución, y dejes que los alfas cerca de ti, te llenen de sus feromonas.

— ¿Por qué?

— Como omega recesivo, se te pegan las feromonas, y como se supone que no tienes, es normal que, por ejemplo, si estas con Musashi, tengas el olor de Musashi. Que estés con alfas, y sigas sin olor gracias a ese perfume de Nikola, lo volverá sospechoso. Lo importante es evitar cualquier mínimo rumor, y principalmente, un rumor dentro de Imperium. Si existe uno allí, llegará a oídos de tu familia, o peor, a oídos de ya sabes quién, que no tiene problema en asesinar a las piedras del camino que no quiera.

— Entiendo.

— ... Debo decir que tus gustos mejoraron en totalidad. — sonrió el rubio. — Será joven, pero uff, parece salido de mis sueños más eróticos.

— ¡Mich!

— Oye, oye, sé que es tu alfa, solo hago la observación, que entiendo porque te pondrías de rodillas para chuparle el pito hasta que se te caiga la mandíbula.

— ¡Por dios! — dijo el japonés cubriendo su rostro. — Basta...

— Lástima que sea pobre, tus cachorros saldrán con olor a pobreza, pero se les quitará cuando los amamantes con tu rica leche, digna del nombre Sasaki.

— ¿Puedes dejar de decir estupideces? No estoy esperando cachorros, tú y yo tomamos los medicamentos de Nikola.

— Pues deberías, que mira, será un muerto de hambre, pero bonitos si van a salir tus bebés.

— Dios... como sea, gracias por ayudarme. — dijo el japonés mirando al francés.

— No hay de que, para eso están los hermanos. — sonrió el menor. — Y ... ¿Qin?

— Se enojará mucho si sabe que esparciste feromonas en su destinado. — comentó el japonés. — Hades Olympus es...

— Uff... — rió el francés. Esto en definitiva haría a Grigori estallar de risa, gritándole a Qin que era el karma. — Debe ser divino castigo, que mira que darle un destinado pobre. Es muy bonito, será una lástima verlo asesinado por ese sujeto.

— Ni lo menciones, Qin está muy estresado por lo mismo.

— Que deje que lo mate y listo.

— Mich...

— ... Tú y yo sabemos, que ese maldito lo descubrirá, y muy pronto, Koji. — comentó el francés. — Más por lo que se avecina.

— ¿Eh?

El menor solo buscó en su bolso, para sacar una caja roja, y abrirla, el contenido tenía un collar de oro junto a una invitación de boda. Era verdad, la boda de Jātaka y Adamas, las invitaciones estaban siendo enviadas, entonces...

— Enviaron primero para aquellos que están fuera del país. — comentó Mich. — Seguramente ya debe estar esta invitación en sus manos. Todos comenzarán a llegar a la Mojo Dojo, y todos sabemos lo que debemos hacer. Sea como sea, el mundo puede malditamente enterarse de esto, sobre tú y ese joven, como de Qin y el albino hermoso, pero, si esto es algo que él se entere. Veremos lo que realmente es un infierno.

— No podemos dejar que se entere.

— Y es aquí donde entramos todos. — rio el francés. — No voy a dejar que los lastime, así que, es momento que todos los hijos del Edén, hagan su trabajo. Dejaremos que Qin mueva las piezas y obedeceré su plan, si con eso, conseguimos que ese maldito no gane por primera vez en su vida.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Estacionó el auto cuando al fin encontró la tienda.

Se sentía algo extraño ir con su traje, caminando entre esas calles llenas de cosas lujosas y costosas, solo para comprar unos chocolates que valen más que su vida. Bueno, corrección, unas trufas, y es porque su jefe no come otro tipo de chocolate, que no sean los que le dio enlistados, y siempre los acompaña con vino o una bebida extravagante para relajarse.

Pero estaba bien, Michel Nostradamus es... es particular.

Es narcisista y clasista, él cree que el mundo gira alrededor de él, y lo entendía. Había nacido en cuna de oro, su familia es prestigiosa al controlar el mercado de moda, además él ser uno de los influencers y cara de varios perfumes, demostrando su belleza al igual que sus ganas de que todos le besen los pies. Pero, incluso con todo eso, era amable.

Le recogió de la calle, y estaba pagando su educación, al igual que vivía con él, en todas esas lujosas casas, y le compraba de todo, ropa, regalos, entretenimiento, comida, todo. Pero solo había una regla, una en específico.

"Cuando estemos en público, lamento si te tengo que tratar mal, pero hay que cuidar apariencias, el diablo nos está vigilando..."

Nunca entendió a qué se refería con ello. Pero, tampoco era como que pudiera opinar, el mundo de los ricos y sus relaciones eran raras. Lo había visto, cuando de pronto una noticia, un rumor, hace cambiar el rostro de Michel, y en algunas ocasiones. Se le nota estresado, o preocupado sobre su reputación. A veces suele hablar por teléfono por horas, y en otras simplemente se queda relajándose en su hogar. Sea como sea, no entendía aún muy bien, porque Michel tenía que seguir siendo alguien poderoso y relevante siempre, pero tenía que serlo.

Acabó por dejar de pensar en ello, buscando los chocolates que quería, además de lo otro en su lista, comenzando a pedirle a la señorita lo que quería.

— Esas trufas no son tan buenas. — escuchó a alguien y volteó a su derecha, para ver... a un encapuchado.

Usaba una enorme sudadera negra, y podía ver un pantalón de mezclilla, con... ¡Sandalias! Sí, eso eran, sandalias, lucía cómodo, y traía una enorme bolsa de dulces que le acababan de entregar, y por lo que veía, seguían empacando su pedido, porque la señorita del mostrador, seguía entregándole bolsas y bolsas.

— Realmente no lo sé, nunca las he probado. — contestó Zero, algo apenado.

— ¿Nunca? ¿Por qué las compras si nunca las has probado?

— Son para mi jefe, a él le gustan. — dijo el joven. — Oh, pero si tuviera que elegir un dulce que a mí me guste, elegiría los chocolates Buddha Black Rai, son muy ricos. Los probé de casualidad una vez y desde entonces, suelo comprarlos, se deshacen en tu boca y me gusta que tienen diferentes rellenos. Mi favorito es... — rápidamente el joven se llenó de sonrojo, lo había hecho de nuevo, hablar sin parar con desconocidos, Michel le había dicho que no hiciera eso, no puede confiar en cualquier persona. — Lo siento, creo que me he dejado llevar, y usted está solo comprando...

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó el encapuchado.

— Zero, bueno Zerofuku Fortuna. — comentó el más joven.

— ¿Realmente te gustan los dulces Buddha?

— Si. — respondió sonriente. — Son deliciosos.

— Je, que lindo. — rio el encapuchado con una risa en especial particular. — Sígueme, Zero.

— ¿Eh?

— Ven, vayamos a la terraza de esta dulcería. — comentó el encapuchado.

— Yo, no, no puedo, tengo que regresar, además...

— ¿No debes hablar con extraños? — sonrió el mayor. — Seguro estás pensando eso.

— Pues...

Vio al hombre de golpe ponerse en cuclillas, para estar más a su nivel y no verlo desde abajo, para después verlo retirarse la capucha, donde vio ese cabello blanco con negro, esas gafas extravagantes, esos ojos azules y esa sonrisa. Delante de él, allí estaba, el dueño de las dulcerías y marca Buddha, justo el lugar en donde malditamente está. El heredero principal de los Gautama. Siddhartha Gautama, o como a él le gusta que le digan, Buda. Se sonrojo de golpe, ¿cómo no había sido capaz de reconocerlo? Si Michel le había dicho quién era, y lo importante que es.

— Lo siento señor Gautama. — dijo apenado el joven, dando una reverencia. — Le hablé de manera casual y yo no debería...

— ¿Vienes conmigo? — dijo el mayor mirándolo, interrumpiendo las disculpas. — Deja de reverenciarme, solo sígueme.

El menor no tuvo idea de que hacer, pero, acabó por seguirlo mientras el mayor abría camino, y llegaban a esa terraza, que debería ser exclusiva para gente importante. Ya que allí se dan Brunch de negocios por su gran variedad de cafetería, cocina y postres exquisitos con vista a la ciudad increíbles. Se sintió apenado al sentarse en la misma mesa que un Gautama.

— ¿Para quién trabajas? — preguntó el mayor.

— Michel Nostradamus.

— Oh, Mich—chan. — rio el mayor. — Así que está en la ciudad, bueno, Jātaka envió las invitaciones a los que se encuentran fuera del país primero, supongo que van a comenzar a llegar los amigos de Qin.

No sabía, a qué punto, ese rico aroma a caramelo y café, provenía del alfa, o provenía de la tienda, pero le gustaba. Acabó por mirar el perfil del mayor, quien comenzaba a abrir una caja de las que había pedido. Era muy guapo, más guapo de lo que se ve en revistas, y era alguien con el que es fácil hablar, simplemente sonrió, era la primera vez que estaba frente alguien importante, sin Michel, se sentía honrado.

El mayor miró de reojo al menor, que se veía algo tenso. Suponía que era normal, pero, quería acercarse. Generalmente ignora a todos en la tienda siempre, y va por sus dotaciones de dulces para después regresar a su casa. Y ahora, simplemente había olido un chocolate exquisito de golpe, y al buscarlo, se encontró con el menor, además de que el aroma se intensificó, pudo oler azúcar, y gomitas, cosas que le gustaban, simplemente quiso verle el rostro y escuchar su voz.

Y es que, ahora entendía lo que le había dicho Jātaka.

"Te juro que no sé qué pasó. Estaba decidido a cortejar a Kojiro, simplemente quería que el recorrido por esas cafeterías terminara, pero de golpe, un perfecto aroma a Chai llegó a mí, golpeo mi nariz de manera inesperada, y actué solo, lo invité a salir, su número, todo, no podía sacarlo de mi cabeza, y el hecho que me rechazara me gustó. El resto es historia, simplemente pasan las cosas por pasar, como el agua corriendo en un rio."

— Prueba esto. — comentó el mayor, mostrándole una trufa. — Es lo que le compraste a tu jefe, tienes que probarlas una vez en tu vida, aunque sea.

— No es necesario yo...

El menor sintió como le metieron la trufa en la boca, así que la masticó con pena, para después cambiar su expresión y disfrutar el sabor. Era delicioso, entendía porque a Michel le encantaban, el relleno era único y suave, hacía una combinación perfecta, y tu boca quedaba satisfecha, en definitiva, valían su precio. Pero....

— ¿Qué tal? — dijo el mayor mirándolo. — ¿Te gustan?

— Si, saben muy bien... pero...

— ¿Te siguen gustando los chocolates Buddha?

— Si, me siguen gustando más.

— Es porque mi chocolate es especial, lo hice así. — rio el mayor. — Los cree porque mi primo me dijo que debía tener un regalo de cortejo para mi futuro omega, e hice algo lindo, pero, después descubrí quien sería mi futuro omega, y me daban ganas de darme un tiro.

— Oh, es verdad, usted se casará con Qin Shi Huang. — sonrió el menor. — Felicidades por sus próximas nupcias, señor.

— Buda, dime Buda.

— ¿Seguro? Yo soy...

— Eres una persona, y yo igual, dime Buda, solo Buda.

— Buda. — el alfa sintió sus colmillos picar, de solo escucharlo decir su nombre y ver esa sonrisa dulce y adorable. — Le deseo suerte en su boda.

Eso se había sentido como una puñalada en el pecho. Preferiría la muerte antes de estar casado con Qin Shi Huang. Y no era porque odiara al omega, realmente es un buen amigo, pero en definitiva no son compatibles en absoluto, ni siquiera el sexo es bueno, sus familias solo los están usando como perros de reproducción. Al ser Qin un omega dominante, quieren un heredero omega dominante por igual, para ambas familias unidas.

No quería, no lo haría, buscaría una forma de...

Momento.

El menor.

Si, ya era legal, le gustaba, le atraía, seguramente si le decía lo que quería y se enlazaban, podría pasar lo de Jātaka, y tener un lindo omega que le gustan sus dulces a su lado. Además, su lobo aullaba emocionado, si, allí estaba la solución a sus problemas.

— Me tengo que ir, Buda, mi jefe Michel me sigue esperando, muchas gracias por darme a probar esa trufa, sabe muy rico. Fue un honor conocerlo, espero que su boda sea fantástica y tengo una vida genial.

— Déjame marcarte y márcame a mí. — soltó el hindú, haciendo que el menor se quedara en shock. — Me gustas, mi lobo se emociona contigo. Así que ve los beneficios, yo soy libre y feliz contigo a mi lado, y puedes renunciar a Michel, asunto arreglado. ¿No quieres mejor solo vivir cómodamente? Puedo dártelo, todo lo que quieras. Una mordida en mi nuca y en la tuya, y viviremos perfectamente por toda la eternidad.

— ...

— ¿Qué dices?

— ... es...

— Genial, ¿no?

— Realmente es alguien asqueroso, señor Gautama. Con permiso.

— ¿eh? — dijo el alfa mirando como el chico, tomaba sus compras y se marchaba. — ¡Oye! ¡Oye! Espera, ¿qué diablos?

— No me toque. — respondió el menor mirándolo y apartándose.

— ¿Qué hay de malo con lo que dije?

— No soy un objeto de cambio, señor Gautama. — respondió el menor. — Es... es igual a Michel, piensa que cualquier persona que se le acerque hará su voluntad solo porque usted lo dice, seguro usted piensa que solo porque usted lo dice es ley, solo se obedece a sí mismo, solo piensa en sí mismo, lo acaba de comprobar con esa horrible petición. Tenga modales, y no me acose de esa forma. Tal vez es verdad lo que dijo, no tengo nada, pero, preferiría morir en la miseria que estar encadenado a alguien como usted, con permiso.

El alfa solo pudo quedarse con una mirada de impresión.

Vio al omega salir e irse, era la maldita primera vez, que alguien se le había negado a algo, incluso Qin, para llevar la paz, había accedido a cumplirle algunos de sus caprichos, y ahora mismo, era la primera vez que alguien le había hablado así y le había dejado. Acabó por cubrir su rostro, tratando de ocultar la vergüenza, al final, agradecía que estaban solos en ese momento en la terraza, así que pudo soltar una risa, y después una carcajada, para terminar con un rostro feliz.

Ese omega, ese omega tenía que estar a su lado, tenía que conquistarlo, era él o nadie más. Lo quería...

— Espero que Mich— chan no se moleste si inicio el cortejo con su pequeño cachorro. — sonrió Buda. — Zero Fortuna, creo que eres perfecto para mí.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Realmente el señor Sasaki era amable.

No podía creer que pertenecía a ese grupo de millonarios, pero lo hacía. Suponía que tenía que tratarse de un tipo de acuerdo entre familias poderosas, solo se relacionan con sus iguales, es todo, pero, parecía que el señor Sasaki realmente estimaba y amaba a sus amigos, como ellos a él.

La mujer acabo por seguir comiendo, en ese jardín, con esas hermosas vistas. Había preparado algo de pasta boloñesa, su favorita, para comer en su descanso. Y era perfecta con esa vista, además de que podía disfrutar el jardín para ella misma, lo que lo hacía aún más genial. Solo tenía que trabajar allí un par de años y aliviar su deuda, después de ello podría seguir sus sueños y...

Y entonces un ángel apareció.

Hades Olympus salió al jardín, con lo que parecía un tupper para llevar comida. Donde notó su presencia y sonrió acercándose. Solo podía sentir su corazón latir al mil por hora, y es que, ese alfa, nunca había tenido la oportunidad de conocer a alguien como él.

Había trabajado en otras ocasiones para el señor Sasaki, así que recibir una llamada del mayor era normal, pero, cuando le dijo que le caería bien el jefe de personal, pensó que solo se trataba de alguien amable, y acabó siendo algo mucho mejor. Eran hasta el momento, solo dos maids, un mayordomo y el jefe de personal. Y Hades era como un dios entre mortales.

Es amable y atento, es hermoso y caballeroso, además que primero preguntó en que eran buenos y dependiendo a ello comenzó a dar tareas que pudieran realizar. Además, que no solo se dedicaba a organizar. Debido a la falta de personal, Hades también cocinaba, al igual que ayudaba a limpiar y a preparar las oficinas que el señor Esparta, Sasaki o Shi necesitaban para trabajar. Y después limpiarlas cuando fueran desocupadas.

Hades simplemente era perfecto.

— Hola Perséfone, ¿también estás en tu descanso?

— Si, si, así es. — respondió apenada la mujer. — ah, ¿quieres que comamos juntos?

— ¿Puedo? — sonrió el griego.

— Claro, adelante, mi mesa es tu mesa.

— Gracias.

— Ah, ha sido un día largo. — comentó Hades, abriendo su tupper para comenzar a comer. — Es extraño, es la primera vez en años que, como tres veces al día, siento que me pondré gordo.

— ¿En verdad? — dijo la mujer con asombro. — Pero...

— El físico solo es por mis genes de alfa, no más. — en realidad, eran realmente porque es un enigma, pero eso es algo que el albino nunca diría. — Solía comprar comida para que mis hermanos comieran bien y crecieran de manera óptima. Principalmente Zeus, lo tengo desde bebé, mis padres nunca se acercaron a él tras el nacimiento. Así que, si sobraba algo, era lo que comía, y listo.

— Oh Hades...

— Descuida, no lo considero un martirio. — sonrió el enigma. — Siempre he tenido una gran resistencia, así que realmente no fue tan malo. Pero, basta de mí, ¿qué hay de ti? Pensaba en hacer una evaluación del personal antes de contratar personas, pero Kojiro me dijo que eras muy buena, y te trajo el mismo con los demás.

— Bueno, había trabajado antes con el señor Sasaki y el señor Shi. — comentó la mujer. — En los eventos que organiza su fundación, eran cosas simples como ser mesera o ser host recibiendo a los invitados e indicándoles el lugar. El señor Sasaki siempre es muy amable, y el señor Shi es amable si no lo están viendo.

— ¿Qin?

— Si, él.

— ¿En verdad? — dijo Hades sorprendido.

— Si, recuerdo que estaba recogiendo algunas copas usadas de las mesas, por error dejé caer una y dañé un poco de la ropa del señor Qin, pensé que me asesinaría en ese momento, muchas personas notaron mi torpeza, pero, simplemente me miró y me dijo que lo siguiera. Cuando lo hice, pensé que sería mi fin, y no lo fue, rápidamente me dijo si me había lastimado, ya que las copas se rompieron y saltaron cristales, le dije que no, y pregunté por él, dijo que estaba bien, e iría a cambiarse. Recuerdo que me llevó a revisar, y cuando se dio cuenta que realmente estaba bien, se tranquilizó. Él y el señor Sasaki estaban preocupados, y fueron my amables conmigo, por eso no dudé en venir. Aunque esta era la primera vez que conocí al señor Michel. Siento que es como el señor Qin, actúa un papel hasta que sepa que es seguro.

El enigma estaba sorprendido de lo que acababa de decir la mujer. Solo pudo sonreír comiendo un poco, a decir verdad, lo sospechaba, por como actuaba alrededor de los que conoce y alrededor de él. Aunque, eso lo dejaba aún con más dudas, ¿Por qué actúa de esa forma si realmente no es así? Era algo que no entendía de su omega.

Y no era el único con mil y un cosas en la cabeza.

Qin Shi Huang había regresado a la Mojo Dojo, después del mensaje de Kojiro diciéndole que Michel había llegado a su hogar, y debería verlo. Estaba ya bastante estresado, lidiar con Michel era algo que quería evitar, tal vez debería solo ir con Hades, su lobo salta de la emoción y recupera sus energías con verlo. Así que le buscó en la cocina, en los pasillos, hasta que le vio, en el jardín, mientras reía con Perséfone, relajándose mientras comía.

— Estoy ahorrando para pagar mi deuda estudiantil y seguir desarrollándome profesionalmente. — sonrió la mujer. — ¿Tú has pensado en ser algo más que esto?

— Oh, no, yo realmente soy muy viejo para pensar en algo más, solo quiero que mis hermanos estén bien, y después de eso, me gustaría solo relajarme. Ese es mi sueño.

— Entonces, te apoyo. — sonrió la mujer. — Tú puedes, Hades.

Era el sonrojo.

Lo que estaba haciendo que Qin Shi Huang quisiera arrancarle la cabeza a esa mujer, era el sonrojo en las mejillas de Hades y en las de ella. Era ese maldito sonrojo lo que le estaba molestando. Porque era obvio que ella sentía atracción por él, pero, aunque sabe que no hay interés de parte de Hades, ese sonrojo deja ver, que, si se deja cultivar esa relación, probablemente, Hades miraría con otros ojos a esa mujer.

Ni siquiera controló sus piernas, se movieron por si solas hasta llegar a esa mesa, captando la atención de los dos.

— Señor Shi, bienvenido. — dijo con rapidez la mujer.

— Gracias, Perséfone. — respondió Qin. — Hades.

— ¿Si? — comentó el alfa mirándolo.

— Acompáñame a mi habitación, necesito de tu ayuda.

— ¿En tu habitación?

— Se nota que no has hablado con Perséfone de trabajo, porque mi habitación es realmente una ciudad. — sonrió el chino.

— Es cierto, la habitación del señor Shi es enorme, es normal que pida ayuda con algunas cosas. Si necesita algo más, no dude en llamarme, señor Shi.

— Gracias. — respondió Qin. — Hades, sígueme.

No se dijeron mucho.

Qin caminaba con delicadeza a su cuarto, y al momento de entrar, Hades notó que ni Qin, ni Perséfone mentían, la habitación de Qin fácilmente eran 4 veces su departamento, y puede que más. Le sorprendió lo simple que era, a decir verdad, se esperaba ver oro incrustado en las paredes, pero no, había muchos cuadros de arte, al igual que uno que parecía estar en proceso. Oh, Qin Shi Huang pinta, la razón por la que su cuarto es tan abierto y espacioso, es porque también es un estudio de arte. Lo notó por las esculturas, las pequeñas marcas de arcilla en algunas de las manijas, las diferentes pinturas ordenadas, los pinceles.

Pudo notar las pinturas y eran hermosas, pero, lucían algo...

— ¿Tétrico, no crees? — dijo el emperador mirando hacia el albino.

— Uh...

— Puedo dibujar hermosos paisajes, pero por alguna razón, siempre me veo dibujando sangre en ellos, cuerpos destazados, miradas de horror, animales muertos, lo que sea, puestos secretamente en el fondo o no, a veces siento que los dibujo sin querer.

— Creo que está bien.

— ¿Eh?

— El arte es diferente, no se mucho, pero, por lo que leí, es imposible juzgar arte, el arte se siente, es el reflejo del sentir. Y si estas reflejando algo en estas pinturas, entonces es hermoso. Porque cuando las veo, me recuerdan a ti.

— ¿A mí?

— Una belleza que poco a poco se está volviendo obscura. — sonrió el albino. — Que bueno, porque me gustan los retos.

El chino solo pudo soltar una pequeña risa.

Sentía a su lobo emocionado de estar recibiendo la atención de su alfa, además de que este aprecie sus raras pinturas. Acabó por maquillar sus mejillas, caminando a su armario, donde sacó una bata fina blanca, comenzando a desnudarse. Por supuesto que sintió la mirada del alfa de golpe en él, sintiendo un escalofrió recorrer su espalda.

— ¿Qué haces?

— Trabajaste en ese Spa, ¿no es así? Quiero un masaje.

— Qin...

— Por favor. Necesito relajar mi mente para seguir pensando que debo hacer.

El albino soltó un gruñido, su lobo estaba emocionado, más cuando veía con detenimiento el cuerpo de su omega. Joder que nunca había visto algo tan perfecto. Piel de porcelana, con un interesante tatuaje en la espalda, brazo y pierna, labios rojizos naturales, ojos azules con estrellas, unas caderas anchas, una diminuta cintura, unas piernas y trasero donde quisiera estar toda su maldita vida, y un pecho que solo quiere chupar y lamer hasta que se le caiga la lengua.

Tuvo que controlarse demasiado, hasta que Qin enredó una toalla en su cintura, y se recostó en la cama boca abajo. Fue allí cuando el albino tenía que entrar en modo de trabajo o no lograría calmar a su lobo que aullaba por tocar al omega. Comenzó a hacer su trabajo, tomándose el tiempo de masajear correctamente, utilizando los aceites proporcionados por el chino quien soltaba leves gemidos, y se relajaba con las manos y el aroma de su alfa cerca.

Y es que las manos de Hades eran grandes y fuertes, le encantaría que esas manos le abrazaran por las noches y no lo dejara ir. Le encantaría tener a Hades siempre solo para él en su habitación. Le encantaría incluso levantarse temprano para no despertarlo, y hacerle un desayuno, aunque no tiene idea de cómo cocinar. Probablemente le pediría ayuda a Kojiro, pero, lo haría, porque le encantaría ver la expresión de Hades al despertar y verlo comer algo que él hizo.

— Hn...

— ¿estás torturándome? — preguntó Hades.

— ¿por qué lo dices?

— Estoy muriendo por tocarte, es difícil controlar a mi lobo. — respondió el albino.

— Hades...

— ¿Si?

— Dijiste que podrías hacer lo que sea, no importa que trabajo, entonces, ¿podrías darme tiempo?

— ¿Tiempo?

— Solo dame tiempo, por favor, déjame poner a salvo a todos... — dijo el emperador.

— ¿A salvo de qué?

— Solo dame tiempo, por favor, alfa...

— ... acabaré el masaje, y te dejaré descansar, ¿ok? Hablemos cuando acabe.

— ... ok.

Y lo hizo, el alfa terminó el masaje para acabar por sentarse a lado del omega, quien se encontraba adormilado. Y acercarse para besarle la frente, cosa que Qin Shi Huang sintió como una bendición, los labios de su alfa en su frente era un maldito paraíso.

— ¿Me contarás que está pasando?

— Solo confía en mí que realmente quiero solucionar esto. — comentó el emperador mirando al griego. — No voy a mentirte ni negarlo, te deseo, te quiero a mi lado, pero hay cosas que necesito hacer antes de eso, porque preferiría morir que negarte, Hades. Si voy a ser tu pareja, lo seré delante de todos, pero... solo dame algo de tiempo para...

— ¿Ponerme a salvo?

— Si.

— ¿Eres acaso un maldito sicario o qué diablos dices? Puedo cuidarme por mi cuenta.

— No, escúchame, no puedes. — respondió Qin. — Hades, confía en mí, por favor.

— ...

— Por favor...

— ¿Me lo contarás todo?

— Lo haré, pero no puedo ahora.

— Esta bien. — dijo el albino besándole uno de sus hombros. — Pero, por favor, no ocultes más cosas de mí, déjame ayudarte en todo, quiero demostrar que soy un alfa digno de ti. Déjame conocerte más, déjame enamorarme perdidamente de ti cada día. Ya no podemos huir del otro, lo sé, yo igual lo admito, así que comencemos a enamorarnos, porque sé que, en el fondo, lo que detesto de ti solo es una fachada, yo quiero conocer y enamorarme del verdadero Qin.

— Yo quiero que lo hagas, y que estés tan cautivado como yo lo estoy de ti. — comentó el chino.

El emperador miró al albino y este sonrió levemente, para después acercarse y besar esos dulces labios rojizos, joder que no podía evitarlo, su omega era demasiado hermoso y tierno. Y ahora tenía algo en mente, su omega estaba sintiéndose estresado por algo, bueno, él era su enigma, tenía que encontrar la causa y eliminarla.

Tenía que proteger a puño y espada a su reina, si, sería su reina si todo esto fuera un juego de ajedrez.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

No podía mostrar nerviosismo, la mujer sabía bien que, si dejaba ver un pedazo de duda en su mirada, todo se perdería.

Pero era imposible no acelerar el paso por ese hermoso castillo, pasando por puertas hasta llegar a unas enormes y rojas, donde se tomó un tiempo, antes de tocarlas, y escuchó su voz, la de su esposo, su omega, decirle que podía pasar.

Entonces le vio.

Peinado con una coleta, con un fleco y mechones sueltos, allí estaba, Zichu Shi Huang. Para Chun Yan era como el mismo satanás. El maldito no aparentaba en absoluto su edad, tenía 66 años y lucía tan joven, solo con algunas arrugas diminutas a comparación de otros de su edad. Seguía siendo hermoso en su totalidad, con un cuerpo exquisito, y una belleza que todo alfa que lo ve quisiera poseer.

Miró esos ojos rojizos posarse en ella y sintió un escalofrío, para después ver como con su mano le pedía que se acercara, a lo que la alfa lo hizo, sentándose en la silla frente a su escritorio.

— Cariño...

— Hoy me desperté muy feliz. — interrumpió Zichu a su alfa. — Me tenías entre tus brazos, y amo dormir con tus pechos cerca de mí, es un lugar calientito, me gusta. Pero, de pronto, mi día esta normal, y llega algo a mi oficina, esto. — comentó el hombre mostrando una caja roja. — Una hermosa invitación, de la familia Gautama, invitándome a la boda de Jātaka. Curioso, porque esperaba la invitación de la boda de Qin, y me llegó esto.

— Los Gautama quieren que el matrimonio de Jātaka sea un hecho, ya que se enlazó con su omega, y si esta preñado, no quieren un bebé antes del matrimonio.

— Aja...

— Están en contra del matrimonio de Jātaka, pero no pueden hacer nada más, los Gautama no pueden separarlos, así que han dejado la boda de Qin y Siddhartha en pausa en lo que resuelven las nupcias de Jātaka.

— Mhmm... — dijo el hombre mirando a la nerviosa mujer.

— Qin está viendo lo de la boda, sigue todo en curso, solo será después de la boda de Jātaka y...

— Mi querida Chun Yan. — dijo el omega levantándose. — Solo te di un trabajo, y es que, si no querías que interviniera en el matrimonio de Qin, tú te harías cargo de que todo estuviera ya alineándose para esa boda, y unir mi imperio con el de los Gautama, para recibir tal vez unos meses después un heredero, que, con suerte, podría ser un omega dominante, y hacer que Qin ya tenga asegurado un descendiente poderoso para seguir con el imperio de nuestra familia. Pero ni siquiera eso pudiste hacer bien.

— Yo no controlo las decisiones de los Gautama. — comentó la mujer.

— Yo sí, y esto lo considero una ofensa. — respondió el omega. — Si mato al omega de Jātaka, no hay boda, los Gautama dejan de seguir con sus estupideces y todo vuelve a la normalidad.

— ¡Zichu! — gritó la mujer levantándose. — Por favor, no hagas una locura de nuevo.

— No es una locura, ayudaré a Jātaka de librarse de ese...

Fue en el momento en el que Zichu Chi Huang leyó el nombre del omega, que hizo un rostro de sorpresa. "Adamas Olympus." Solo pudo soltar una sonrisa, esto debía ser el karma o algo parecido, solo podía pensar en el rostro de Adam Edén, seguramente él lo sabía ya también, ahora de ser un simple problema, esto se había vuelto personal, odiaba a los malditos Olympus.

— Pensé que las crías de esas malditas ratas habían muerto, así que sobrevivieron las cucarachas, bien... Te relevo de tu responsabilidad, ahora es mi responsabilidad la boda de Qin. — dijo el hombre. — Iré a verlo, descansa un poco, instale un jacuzzi nuevo en nuestra habitación, relájate, vete bonita y sexy para mí, quiero regresar a los brazos de mi alfa cuando acabe con esos problemas.

— ¡No voy a dejar que...!

Eran como veneno, maldito veneno.

Esas feromonas la pusieron en el suelo sin poder respirar, mientras su omega le miraba desde arriba, viendo como la mujer luchaba jadeando, para después poder sentir aire, y sentir unas distintas feromonas, que le estaban provocando algo de fiebre. Oh no, este maldito hijo de puta, lo estaba haciendo...

— Amo a las mujeres alfa. — comentó Zichu, sujetando el mentón de la mujer. — Siempre me han encantado las mujeres alfa, me enamoro de ellas muy fácilmente, son fuertes, son altas y hermosas, son de piel suave y rostros bellos, mejor que cualquier alfa hombre. Además, amo mucho los pechos, así que tú me encantas.

— Basta...

— Además, según estadísticas, los omegas dominantes, son casi un 90% resultado de un omega dominante y una alfa femenina. Son pocos omegas dominantes en el mundo, así que, me tomé muy enserio lo de perseguir solo alfas femeninas toda mi vida. Afortunadamente nació Qin. Es una lástima que solo me hayas dado a Chun Ou, pero descuida, en mi próximo celo, podemos volver a intentarlo, aún soy muy fértil, un nuevo bebé no sería malo, pero lo pensaré, el embarazo siempre hace que mis pies se hinchen y eso no me gusta en absoluto.

— ¡Zichu!

— Te adoro, mi Yan Yan, mi alfa, te adoro, nunca te lastimaría, solo te castigaría, pero nunca te lastimaría como a mis otras alfas, deben estar sacando raíces de sus tumbas clandestinas. — rio el omega. — Malditas inservibles, buenas para nada, pero tú eres diferente, tú tienes esa mirada tan feroz, la amo, me alegra que se la pasaras a Qin, la aprendió de ti, mi alfa, mi dulce alfa.

— ¡No te acerques a Qin!

— ¿No? ¿Quieres que me acerque a Chun Ou en su lugar? — sonrió el omega, con esa maldita sonrisa perfecta.

— ¡No te acerques a mi cachorro! — enfureció la alfa, apenas logrando ponerse de rodillas.

— Podemos tener más cachorros si los amas tanto. — dijo el omega acariciando el rostro de la alfa. — Porque amo el proceso de hacer cachorros, simplemente no disfruto el parto, pero por ti lo haría todo de nuevo.

— ¡Zichu!

— Has sido una alfa mala, muy mala, voy a castigarte.

Y lo hizo, el omega sonrió, haciendo una bomba de sus feromonas, solo para lograr algo, y es ver a la alfa entrar en su Rut o su celo, aferrándose de golpe a una de las piernas del omega, con ese rostro necesitado, soltando feromonas de invitación.

— Omega, mi omega, Zichu, por favor, tengamos cachorros, te daré todos los cachorros que quieras, por favor, déjame hacerlo, por favor...

— No sé, me has hecho enojar. ¿Qué si tratas de matarme mientras te abro las piernas?

— No, nunca lastimaría a mi omega, nunca, eres todo lo que quiero, te amo Zichu.

— Solo dices eso porque estás en tu Rut, No me amas, me odias. — se quejó el omega, mirando a la alfa.

— Zichu, te amo, te amo, mi omega, por favor, déjame tocarte, por favor...

— Pasarás tu Rut sola. — comentó el omega, chasqueando sus dedos, donde dos alfas entraron de golpe en su oficina. — Llévense a mi alfa a mi habitación y enciérrenla allí hasta que su Rut termine. Si un maldito omega se acerca a mi alfa, que el maldito escriba su testamento con su sangre, y más vale que se suicide porque yo le haré algo peor si piensa que puede tocar mis cosas sin permiso cuando no estoy.

— Si, mi señor. — comentaron ambos alfas.

— ¡Zichu! ¡Zichu! ¡No me dejes! ¡Por favor!

— Volveré cariño, solo soluciono el problema de los Gautama y pongo todo en orden con Qin, no tardaré. Estaré entre tus brazos pronto. Por cierto, preparen mi avión privado.

— ¡Zichu!

La alfa no pudo luchar, todo su cuerpo, feromonas y fuerza estaban para que su omega la mirara. Quería a su dulce Zichu, su dulce omega montándola, y lo lindo que se ve con el cabello suelto, mientras no para de gemir su nombre, y le ruega que anude dentro de él. Se ve adorable cuando hace eso, o cuando se queda dormido y satisfecho entre sus brazos. Adoraba como se hace bolita en las cobijas, o como hace un nido con sus vestidos, y como deja que lo cargue y lo llene de besos.

Quiere a ese Zichu, a su omega, lo quería, quería su retorcida y llena de síndrome de Estocolmo relación.

Pero no, fue arrojada a su habitación y encerrada allí, mientras apenas podía controlar su calor. Usando sus feromonas para llamar omegas cercanos, si es que había uno, pero nadie respondía al llamado. Solo podía esperar a que su Rut bajara un poco, le habían metido a la fuerza supresores, solo tenía que esperar, pero no podía evitar sentir todo su cuerpo caliente, su lobo chillando por su omega, maldita sea.

"Qin... Ou... los... protegeré..."

Una pequeña esperanza de conciencia llegó a su mente.

Y con sus últimas fuerzas, escribió un mensaje en su celular, para Qin, para advertirle lo que pasaría.

"Tu padre está en camino a verte"

Fue lo último que pudo escribir, antes de seguir sufriendo un tremendo Rut que apenas podía controlar.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Y el padre de Qin es un verdadero hijo de puta. Uno hermoso, pero un hijo de puta al fin y al cabo.

La relación de Hades y Qin va lento, al menos ya admitieron que no quieren alejarse el uno con el otro, pero aún no son nada oficial, solo se declararon para hacerle entender al otro que quieren ser pareja, pero saben que falta para eso.

Los personajes irán saliendo de manera lenta, en el siguiente ya tendremos la aparición de Leónidas uwu. Los estoy apareciendo de manera lenta, porque quiero que la historia no se sienta tan apresurada, y que tampoco se sienta como si los demás no tienen nada que hacer jaja.

Igual, se vienen los nórdicos pronto.

Se está revelando poco del pasado de Qin y menciones del de Koji, cada uno tiene sus motivos para ser como son.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top