✨ Capítulo -25- ✨
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Ser un omega dominante no era lo mejor, al menos, no para él.
Desde que nació se le dio un propósito, y era seguir con su legado familiar. Pero estaba algo cansado. Nunca pudo tener algo simple, como comer esos mariscos a la orilla del mar como sus amigos le contaban, o ir a acampar en la arena, o ver cuando el sol se pone y puedes ver los reflejos. Para él su cumpleaños se basaba en despertar, y ver como sus sirvientes preparaban un lindo pastel para él, lo comía, le daban felicitaciones y seguía siendo un día normal.
— Mi amo Tláloc. — había dicho uno de sus mayordomos. — Debe comenzar sus lecciones, su padre lo espera en su oficina.
Solo le quedaba resignarse. Porque él ya había pedido que, si podía invitar a sus amigos, o irse a jugar al menos en su cumpleaños, cosa que había sido negada en cada año. Su familia ya era poderosa, pero, tener un omega dominante los hacía subir un estatus aún más alto, así que sus padres decidieron educarlo para ello, un líder, alguien que tenía que guiar a los demás, que tenía que cambiarlos en caso de ser necesario para un bien común, tenía que ser alguien perfecto.
¿Alguien perfecto? ¿Cómo luce alguien perfecto?
No, no le gustaba pensarlo.
Tal vez lo que sus padres querían que se convirtiera era en alguien como ese hombre que mencionan en las fiestas. Zichu Shi Huang.
Lo miró por primera vez cuando viajó con sus padres a New York, solo tenía 15 años en ese entonces, pero, al verlo, entendía a lo que se referían todos. Era hermoso, imponente, la clase de persona por la que inconscientemente te arrodillas ante su presencia. Con ese largo cabello liso y negro, con esos ojos rojizos que parecen los más hermosos rubíes, con la piel y rostro de un elfo de fantasías, con la sonrisa más linda que había visto, y su aroma. Aún era pequeño para poder distinguir los tonos de sus feromonas, pero al olerlo, sentías que no querías dejar de hacerlo.
— Tus padres no mentían, eres una belleza exótica.
Cuando escuchó la voz de ese hombre, se sintió pequeño, porque Zichu Shi Huang no es la clase de persona que hable con los demás, con cualquiera, es la clase de persona que solo les permite a ciertos miembros estar junto a él, así que se le acercara cuando él permanecía sentado en una fuente, comiendo un poco de pastel en lo que sus padres socializaban se le hizo raro.
— ... Un placer. — dijo el joven mexicano, mirando al chino.
— ¿Eres un omega dominante? — preguntó el chino, sin apartar esos ojos de él.
— Si.
— ¿Y qué haces comiendo solo? — rio el mayor suavemente. — Nunca entenderé a tu clase. Realmente los de este continente son diferentes.
No tenía idea si eso había sido un insulto o no, nunca se sabía cuándo ese hombre hablaba, pero, se sintió más pequeño aún. Solo pudo querer ir con sus padres y pedirles que se fueran, sabía que sus padres lo escucharían, podrían ser estrictos, pero se preocupaban por su bienestar, así que eso es lo que haría.
— Somos más vivos. — respondió alguien con una voz lo suficientemente gruesa y aterciopelada que hizo a su omega reaccionar. — Los del otro lado suelen ser más fríos. Qué coincidencia encontrarlo aquí fuera, Zichu. ¿Dejó de llorar por la omega de su amigo y ahora le atrajo un menor?
El rostro que hizo Zichu Shi Huang en ese momento fue uno que nunca había visto en su vida. Ya que nunca vio un omega dominante estar alerta ante la presencia de alguien, y la verdad no se esperaba que fuera por aquel que parecía haber salido de las sombras, al parecer que estaba afuera fumando un poco cuando escuchó la conversación entre ambos omegas. Un joven, de cabello negro y piel morena con ojos dorados intensos, no, eran otro color, como si tuvieran al sol capturado dentro de ellos, se veían más animales, con patrones de colores que nunca había visto.
— Ometecuhtli y Omecíhuatl no te han mostrado modales, Tezcatlipoca, ¿o sí?
— Los tengo, pero solo los uso con personas que valen la pena. — sonrió el joven.
— ¿En serio quieres enfrentarme a mí? Perderás todo con solo intentarlo.
— No me importa estar durmiendo debajo de un cartón en un callejón si con eso tengo la satisfacción de asesinar al gran Zichu Shi Huang, o al menos darle un pequeño susto que dejará una marca toda su vida. — dijo el "alfa".
— Suenas confiado de que puedes tocarme, muy confiado para un alfa.
— Creo que usted y yo sabemos que puedo estar confiado. — dijo el joven. — Usted sabe que...
— ¡Amo Zichu!
Tanto el omega como el "alfa" miraron al hombre que corría hacia él, un hombre mayor, fornido, quien traía uniforme y se acercaba al omega mayor, quien solo asintió al escuchar lo que decía, para después sujetar al hombre del brazo mirando al joven omega y después posar sus rubíes en los ojos únicos del joven "alfa".
— Al parecer, tus padres aceptaron uno de mis tratos. — dijo Zichu mirando al moreno. — No suelo matar a mis inversionistas, así que supongo que tu familia y la mía merecen una tregua, una vez más. Lamentablemente para mí, tu país produce muchas cosas que quiero, y no es como que pueda tomarlas, así como así, bueno... podría, pero eso lucraría muy mal, más cuando un país en desarrollo está sobresaliendo un poco. Seguiremos como siempre hemos seguido, siguiendo los acuerdos que mi familia ha dejado con la tuya.
— Oh sí, mi padre mencionó algo de eso. — dijo el Tezcatlipoca. — "Yo no miró su jardín de rosas y usted no mira el nuestro..." entiendo.
— Entonces esto es un adiós por el momento. — comentó el chino. — Tezcatlipoca...
— ¿Si? — dijo el moreno.
— Buena suerte con las feromonas, tal vez algún día logres imitar algunas que puedan llenar el vacío que tu propia raza crea, impostor de mierda. Con permiso.
Realmente en ese momento, quería agradecer al chico, lo había salvado de recibir quien sabe que de Zichu Shi Huang, pero, cuando volteó a verlo, para darle las gracias, el rostro furioso de ese joven y los puños que los tenía tan apretados tanto para hacerlos sangrar estaban allí. Ese rostro perfecto de un dios, por primera vez lo había visto tan furioso e impotente que no pudo decir nada de regreso, no pudo decir nada más.
No pudo decirle que...
No pudo decirle nada, realmente nunca salían las palabras que quería decirle cuando estaba frente a él.
Fue el sonido de las aves lo que lo despertó.
Hace mucho que no soñaba con el pasado, menos un pasado que deseaba oprimir. No era el hecho de que su primera vez viendo a Zichu se sintiera extraña, era porque esa fue la primera vez que miró a Tezcatlipoca, y sintió que había visto lo más hermoso del mundo en ese momento, pero, igual fue la primera vez que lo vio romper su rostro y realmente reflejar algo que le dolió tanto que lo hizo reaccionar de esa forma. Y él ni siquiera había entendido que diablos había sido eso.
Además, no es como si pudiera preguntar, cuando se acercó a Tezcatlipoca por segunda vez siendo un adulto joven, el moreno ni siquiera sabía de su existencia, es posible que esa vez que recordaba en su adolescencia, solo sea recordada por él, no por el "alfa".
— Mi señor, Tláloc. — dijo uno de los sirvientes entrando a su habitación. — Hay una señorita que busca verlo.
— ¿Eh? — dijo el omega tallándose un ojo.
— Es una jovencita pelirroja.
— ¡Oh! Ya sé quién es, ¿puedes decirle que en un momento estoy con ella?
— Por supuesto, mi señor.
Bueno, no había tiempo de seguir pensando en el pasado, solo acabó por salir de la cama y colocarse su bata por encima, para caminar lejos de su habitación donde una mujer le esperaba. Sonrió al verla y ambos acabaron por reír dándose un abrazo largo y feliz de verse de nuevo.
— Tlaloque. — sonrió el omega de ver a la mujer. — Luces hermosa hoy, ¿tienes algo especial para mí?
— Claro que sí, mi señor Tláloc. — dijo la mujer buscando en su cartera para sacar una foto. — Aquí está la foto que me pidió tomar.
Sintió gloria al tomar esa foto en sus manos y al ver ese rostro de sorpresa siendo fotografiado. Lucía algo diferente, muy diferente. Tezcatlipoca era el tipo de persona que si lo fotografías, no importa el ángulo, no importa si es de sorpresa o no, el maldito era tan fotogénico que lucía como un modelo en cualquier cámara. Pero en ese momento, con la foto que tenía en sus dedos, era la segunda vez que veía una expresión de Tezcatlipoca fuera de la perfección que siempre es. Lucía sorprendido, obviamente, pero igual confundido, y si lo veía más a detenimiento, tal vez algo dolido, o decepcionado.
Por un momento se sintió mal de haberle hecho eso, pero ese sentimiento se extinguió cuando recordó el enorme hijo de puta que es.
— Esto es mejor que la navidad, gracias por esto. — sonrió el omega. — Am, planeaba desayunar, ¿quieres comer conmigo?
— Muchas gracias por su invitación mi señor, pero tengo que volver con mi esposo, me espera en la entrada de su hogar, solo vine a dejar su fotografía.
— Oh... — suspiró. — Es verdad, es verdad, bueno, ya hice la transferencia ayer de tu dinero, muchas gracias por ayudarme siempre Tlaloque. — sonrió el omega a la mujer.
— No hay de que, siempre haré lo que necesite, señor Tláloc.
Cuando la mujer se retiró, de pronto su mansión se sintió algo vacía. No era que tuviera sentimientos románticos por Tlaloque, era que sintió envidia de que tuviera una vida normal, sencilla, junto a su esposo. No podía negar, y no sería hipócrita con decir que no había amado nacer en cuna de oro, pero, eran momentos exactos como ahora, donde ve su enorme mansión, que incluso cubierto siente el frio de una brisa que no se va.
Y no era el único.
Porque de golpe Quetzalcóatl después de dejar a Jesús con todo el dolor de su alma, en su jet para que pudieran llevarlo a Jerusalén con su madre, regresó para encontrarse un caos en casa. Y es que allí estaba Xipe, escondiéndose detrás de Huitzilopochtli, quien, por alguna razón, tenía un Macuahuitl en su mano listo para atacar a su hermano mayor si se acercaba más, y ver el rostro de Tezcatlipoca tan tranquilo mirando a sus hermanos, como un depredador ve a su presa, lo hizo suspirar.
— ¿Podrían decirme que está pasando? — dijo el albino sorprendido de golpe.
— Que bueno que llegas, Quetza. — dijo Tezcatlipoca. — Hoy es el día en el que Xipe nos abandona del plano terrenal. Ve preparando su funeral.
— ¡Déjame en paz! — gritó Xipe señalándolo. — ¡Aparte de que te quiero ayudar con tu problema!
— ¿De qué problema hablas? — cuestionó Quetza.
— Xipe Tótec, si dices una maldita palabra, juro que usaré tu maldito cráneo como pisapapeles en mi oficina. — sentenció Tezcatlipoca.
— ¿Le robaste uno de sus encendedores o algo? ¿Qué le hiciste? — cuestionó Huitzilopochtli. — Dime, para hacerlo también, míralo nada más, es la primera vez que lo veo no tener su pendeja cara de don perfecto. — rio Huitzi.
— No le hice nada, solo...
— ¡Xipe!
— ¡No es mi culpa que Tláloc no te haga caso! — gritó su hermano. — Te la pasas jodiéndole la vida, por supuesto que te odia y no va a querer nada contigo, imbécil simio pendejo.
— Saalaverga... — dijo Huitzilopochtli ante el silencio después de esa revelación.
— No mames. — contestó Quetzalcóatl incluso el sorprendido de enterarse de esa verdad de su gemelo de golpe.
La sorpresa y el silencio inundó la sala de los hermanos mexica, mientras todos tenían expresiones diferentes. Primero, Tezcatlipoca estaba furioso y se podían notar algo de vergüenza después de esa declaración al ver sus mejillas sonrojadas de golpe. Segundo, Xipe tenía un rostro de satisfacción porque al parecer no había dudas, su teoría era cierta, su hermano se muere por ese omega. En tercera, estaba Huitzilopochtli, entre sorprendido y confundido a la vez, porque él sabía que Tláloc era hetero, y por ultimo estaba Quetzalcóatl que además de sorprendido estaba algo decepcionado de no notar algo que estaba en sus narices. Si la comunidad científica se enterara de que no pudo notar algo tan obvio como eso, podría dejar de ser llamado un erudito como lo llaman todos.
— Pues, ¿qué no Tláloc es hetero? — dijo Huitzilopochtli de golpe. — O sea, como que no le gusta ver pitos, no le gustan para nada, ya sea alfa, omega o beta, siempre gusta de mujeres.
— No me gusta esa persona. — se quejó Tezcatlipoca.
— Ay por favor, ya deja de tener tu cara de estúpida, claro que te gusta, deja de humillarte solito. — Dijo Xipe armándose con uno de los candelabros de la mesa por protección.
— Pero es hetero... — dijo de nuevo Huitzilopochtli. — No te lo puedes coger.
— A ti te voy a matar y no sabes cómo lo voy a disfrutar. — sentenció Tezcatlipoca hacia Xipe. — ¡Le diste una total idea equivocada de mí!
— ¡Claro que no! — respondió Xipe.
— ¡Dejen de gritar! — dijo Quetzalcóatl.
— Pero, ¿si es hetero, no, Quetza? — dijo Huitzi aún confundido. — Es como querer un helado chocolate y agarrarte un helado de fresa, nunca vas a encontrar lo que quieres.
— Dios, todos ustedes son idiotas, arruinan mi vida y la poca decencia que le queda a esta casa. — dijo Tezcatlipoca frotando su rostro. — No entiendo como compartimos sangre.
— Ni yo. — dijo Xipe. — No sé cómo puedo compartir sangre con alguien tan denso y estúpido como tú, pinche Nye.
— ¡No me digas así! — gritó Tezcatlipoca.
— Nye... — respondió Xipe.
— Listo, voy a matarte.
Claro que fue divertido ver a Xipe correr y a Tezcatlipoca correteándolo, pero Quetzalcóatl estaba ya sufriendo un poco de la partida de Jesús y ahora, no quería lidiar con el drama de su familia. Así que se unió a perseguir a Tezcatlipoca para poder agarrarlo antes de que le hiciera algo a Xipe, mientras Huitzi reía y lograba un poco calmar las cosas. Al final los cuatro hermanos se sentaron en la sala, en silencio, en lo que calmaban sus pensamientos.
— ... Pudiendo tener todo, te enamoras de un hetere, no mames a ti te gusta la mala vida. — rio Huitzilopochtli sin poder parar sus carcajadas hasta que Tezca le dio un almohadazo que se calló.
— ¿No se supone que los hermanos se apoyan? — dijo Tezcatlipoca. — Malditos yo les cambié los pañales y así me pagan.
— A mí no me los cambiaste. — se quejó Quetza. — Naciste como 2 minutos antes que yo y ya te crees la mera verga de esta casa.
— Pues lo soy, ¿quién crees que está a cargo del negocio familiar? ¡Yo! — se quejó Tezcatlipoca. — Yo soy quien tiene que cuidarlos, yo soy quien tuvo que aguantar a mamá y papá haciendo esos estúpidos tratos y vendiendo...
Paró su hablar cuando sus tres hermanos le miraron confundido. Tragó saliva para después suspirar, frotando el tabique de su nariz. "No es el maldito momento para hablar sobre ello... lo prometiste, lo prometiste, no pueden saberlo..." Se gritó internamente para después suspirar de nueva cuenta.
— Le dijiste a Tláloc que me gustaba, no me gusta. — dijo Tezcatlipoca.
— ... C-claro que te gusta. — remarcó Xipe, volviendo al tema original. — Pero me intriga más lo que mencionaste sobre...
— No es el momento de hablar sobre ello. — suspiró Tezcatlipoca.
— ... Tú mismo lo dijiste, ¿no es así? — comentó Quetzalcóatl mirando a su hermano. — Si no haces nada por quien amas, ¿por qué te enfureces cuando alguien si quiere amarlo? Si hubieras desde el principio buscar a Tláloc como es, no tendrías este problema ahora. Pero, ahora lo tienes, y es momento de que por primera vez en tu vida pidas perdón.
— En definitiva, ustedes no son de ayuda. — dijo Tezcatlipoca levantándose.
— Tal vez podríamos ayudarte mejor si te abrieras con alguien. — se quejó Huitzilopochtli.
— Tienes razón. — sonrió Tezcatlipoca. — Debo hacer una llamada, con permiso, los veo en la cena.
Probablemente los hermanos enigma querían dejar en claro que podía hablar con ellos, pero bueno, al menos estaban en paz con que Tezcatlipoca accediera a hablar con alguien. Y es que el moreno caminó a su oficina para pensar en miles y un motivo por los que esto era mala idea, pero al final decidió escuchar por primera vez a sus hermanos y llamar al número de su cachorro griego. Al final, su pareja era un omega dominante, y era hijo de Shi Huang, así que Hades no podría haberla tenido fácil para tenerlo, por lo tanto, sus consejos valían oro.
— ¿Hola? — escuchó una voz algo adormilada.
— Hola cachorro, ¿cómo estás?
— Hn... estaba durmiendo perfectamente bien, hasta que llamaste, ¿Qué quieres?
— ¿Así es como le hablas a quien te acogió en sus brazos? Diablos, debí criarte mejor.
— ¿De qué mierda hablas? Ni siquiera me criaste, loco. — se quejó Hades, haciendo reír al mayor. ¿Llamaste solo para molestar?
— No, realmente necesito tu ayuda en algo. — suspiró el mayor tomando asiento. — ... Am, no sé cómo decir esto, pero, necesito un poco de tu ayuda con respecto a un omega.
— ¿Un omega? ¿Mataste a alguien?
— No, no, nada de eso, es... dios... — suspiró algo avergonzado. — Tal vez... tal vez necesito algo de ayuda para conquistar a un omega.
— ...
— ...
Bueno en definitiva no se esperó tremenda carcajada al otro lado del teléfono. Y es que era la primera vez que escuchaba al nervioso cachorro primerizo griego reír tan fuerte. Esto era porque Hades realmente no podía controlarse, le había parecido ridículo escuchar eso de alguien que se denomina perfecto, era como si un día Dios se te acercara a decirte, "oye, ayúdame a entender el universo", o sea, tú prácticamente lo creaste, ¿cómo un mortal te va a ayudar en eso?, imposible, simplemente era ridículo.
Tanto fue su risa que su omega despertó gruñón en su nido al haber sido despertado, removiéndose, para acabar por lanzarle a Hades un almohadazo.
— ¡Guarda silencio! ¡Dragoncito y yo queremos dormir! — Gritó el emperador, ya molesto de haber sido interrumpido en una de sus miles de siestas que toma al día.
— Lo siento, mi amor, lo siento. — dijo Hades controlándose, acercándose y pidiendo permiso para entrar al nido de su malhumorado omega, quien al final accedió, dejando que lo mimaran con besos. — Es que Tezcatlipoca acaba de decir algo estúpido.
— Sigo en la línea, niño. — se quejó el mexicano.
— Oh espera. — dijo Hades poniéndolo en altavoz, para que su omega pudiera escuchar. — ¿Puedes repetir lo que me preguntaste? La razón de tu llamado.
— ... — solo el sonido de un suspiro se escuchó del otro lado. — Necesito ayuda para conquistar a un omega.
El azteca ya sabía que iba a pasar, así que dejó su celular lejos de su oreja poniendo el altavoz cuando ahora eran dos risas las que no podían controlarse de lo que acababa de decir. Hades Olympus debería estar agradecido de que le tenía cariño, sino, él mismo hubiera tomado un avión para ir a matarlo, al final, matar a Hades era simple, pero joder como le caía bien así que ni siquiera podía formular hacerlo, era como matar a un bebé, uno no puede hacerlo solo porque sí.
— ¿Ya acabaron de burlarse?
— Es que tú, de todas las personas, tú, don perfecto, de pronto viene a mí a pedirme ayuda, es ridículo. — dijo Hades entre risas.
— Tienes que admitir que, si es muy gracioso Tezca, incluso a ti te cuesta decirlo. — comentó Qin acariciándose el vientre, había reído mucho, su bebé probablemente sintió un temblor cuando no paraba de reír.
— ¿Podemos volver al tema principal?
— Si, bueno... — comentó Hades. — ¿Por qué necesitas mi ayuda? Eres capaz de conquistar a cualquier omega.
— No ha este, digamos que lo he molestado demasiado... toda su vida casi. — respondió el mayor.
— ¿Qué le has hecho? — preguntó Qin.
— ... Bueno, nada fuerte o sea... Lo he humillado públicamente, dañé su imagen múltiples veces, le he robado a todas sus ex novias, literal me cogí a su futura esposa el día de su boda y puede o no que me haya acostado con su rival, además que puede que, dentro de los negocios, siempre le ponga trabas y haga más difícil sus inversiones solo porque me gusta verlo con ese rostro lloroso y queriendo ayuda...
El silencio del otro lado, hizo al azteca mover una de sus piernas nervioso, y es que, bueno, no sentía que fuera algo tan malo, ha hecho cosas muchísimo peores, pero, tampoco es como si fuera a declararlas en ese momento.
— Tezcatlipoca. — dijo Qin.
— ¿Si?
— Vete al carajo, no te mereces a ese omega ni a ninguno, eres una mierda social, ojalá te diga que no.
— Bueno técnicamente ya me dijo que no, o sea, eso ya pasó, por favor, algo nuevo.
— ¡Eres un...!
— Qin amor, no debes estresarte, tranquilo. — se escuchó decir a Hades. — Tezca, dame un momento.
Sabía el de tierras mexicanas que solo los estaba escuchando, pero era como si pudiera verlos. Seguramente Hades había cargado a su muy embarazado Qin Shi Huang. Seguramente caminaba tranquilo llenándolo de feromonas mientras lo recostaba con la mayor de las delicadezas en un nido. Seguramente el suave chillido que escuchó, era el llamado del omega para que su enigma lo mimara un poco, acariciándole el vientre con suavidad, relajando su espalda con suaves caricias, para dejar que durmiera rodeado de feromonas.
Sonaba como una hermosa vida, la verdad.
Hades Olympus había encontrado una hermosa vida, con un omega que adora sus feromonas y lo que es, eso se le hacía hermoso.
— Volví, perdona, tuve que dejar a Qin descansar, no puede estar con tantas cosas ya con 7 meses de embarazo.
— Lo sé, descuida. Igual entiendo que está un poco emocional con todos esos cambios hormonales. — respondió el enigma. — A decir verdad, entiendo si no quieres ayudarme, tampoco te obligaría a hacerlo.
— No he dicho eso. — respondió Hades. — Voy a ayudarte, pero, realmente tienes que poner de tu parte. Lo mejor, realmente lo mejor para saber si tienes una mini posibilidad es que... bueno, te disculpes primero por todo lo que has hecho, y no solo las palabras, realmente trates de ayudarlo.
— ¿Eh?
— Quiero decir, si lo destruiste, ¿no crees que tú serías la persona perfecta para reparar desde su reputación como de hacerlo crecer?
— Sería admitir que me equivoqué.
— En efecto, te equivocaste.
— Nunca me equivoco.
— Mira, puedes seguir haciendo esto que haces, llamarme y que yo te diga lo mismo, pero tú y yo sabemos que nunca se arreglaran las cosas. Si no estás dispuesto a hacer ni el mínimo esfuerzo por él, estoy con mi omega, no mereces a nadie.
Suspiró.
El enigma por un momento pensó de nuevo en aquellos segundos que tiene al despertar, en su lujosa casa, despertando en esa enorme cama, donde a veces podía escuchar los suaves ronroneos de su jaguar, quien en algunas ocasiones estaba dormido a los pies de la cama o simplemente se subía encima y dormía a su lado.
"¿Tláloc? Oh, escuché que le gustan los jaguares, por eso tiene gatos en su casa, le gustan los felinos..."
Sí, no era la primera vez que lo imaginaba, el cómo sería despertar al escuchar la suave risa de su omega, y verlo jugar con su dulce Yáotl, o acariciarle la cabeza mientras siguen en cama, y verdaderamente sentir que se siente compartir la cama con alguien a ese nivel. Seguramente podría ver esos ojos zafiro mirándole y por primera vez sentir que no solo odio salían de ellos. Seguramente lo sentiría en sus brazos, y no sentiría esa fría brisa que acaricia sus mejillas de vez en cuando, sino una cálida, como la lluvia en verano, suave y cálida, como debe ser su toque...
— Lo haré, me disculparé y haré lo que dices, arreglaré las cosas que he dicho de él.
— Bien, espero te funcione. — respondió Hades. — Por cierto... ve tu celular, te envié unas fotos que te pueden agradar, Qin luce adorable con el regalo que mandaste, gracias, no conocía esas cosas de maternidad.
— De nada, solo son cosas que aprendí que mi mamá usó cuando tuvo a mis hermanos y a mí. — sonrió Tezcatlipoca.
— Cuando nazca mi bebé te enviaré más fotos.
— ¿Yo para que quiero fotos de un niño?
— Porque te gustan, y porque eres demasiado cobarde para pedirlas. — rio Hades. — Tengo que irme, hasta luego.
— Hasta luego, cachorro.
Iba a ser algo muy duro de hacer, pero debía darle un poco la razón al griego del otro lado del teléfono. Solo él podría arreglarlo, y si no fuera por esa necesidad que su lobo está sintiendo en querer tenerle, él estaba seguro que ni siquiera buscaría a Tláloc.
O al menos esa era la forma en la que se mentía para seguir viviendo en negación.
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Era el papeleo lo que lo tenía cansado, pero después de que organizó todo, al fin pudo dormir bien.
Era muy difícil manejar todo, desde su empresa, como darle un ojo a la empresa de Kojiro, y, además, cuidar a su dulce omega. Después de una catarsis, y el golpe de Loki en su nuca, pensó que no podía seguir así, por lo tanto, realizó un plan para mantener las cosas en orden, haciendo lo que no le gusta hacer, y es pedirle ayuda a Beelzebub y a Hrist en esto. Con esas dos colaboraciones, era más sencillo, porque dividía las tareas de manera más eficiente. Además de que tenía oportunidad de pasar más tiempo a lado de Kojiro.
Y es que su omega lucía absolutamente adorable, con esa enorme barriga, al final de cuentas, tenía un mes más que Qin, 8 meses de embarazo, estaban a nada de tener a los gemelos. Y eso le preocupaba un poco. En primera, Kojiro lucía algo cansado últimamente, cosa que Hera había mencionado que era normal, pero, le preocupaba la condición de su omega, además, que era algo tarde para un baby shower, pero, la pulga de Hades había insistido así que mañana se enfrentaría a un montón de Omegas queriendo tocarle el vientre a su esposo y eso realmente le molestaba un poco.
Él era el único que podía tocarlo, más cuando...
— Poseí. — dijo su omega, haciéndolo voltear, ese día Kojiro lucía bendito, eso pensaba el alfa.
Traía esa Yukata azul claro, donde se notaba su prominente vientre, grande, típico de gemelos, además su pecho hinchado le desataba muchas cosas, más cuando su Yukata estaba suavemente abierta y tenía demasiadas ganas de hundir su cara allí, pero, verlo con ese rostro tan feliz, con ese brillo único que tienen las embarazadas, con su cabello suelto y perfecto, mientras acariciaba con mucho amor su vientre y descansaba en la cama en lo que él estaba arreglando algunos papeles, lo hizo creer que si el paraíso existía, seguramente era lo que tenía enfrente.
— ¿Pasa algo? — preguntó el alfa levantándose.
— Tus bebés están muy activos hoy. — sonrió el japonés haciendo una mueca. — ¿Quieres sentirlos?
— ¿Yo?
— ¿No quieres? — dijo su omega. — Se relajan cuando te sienten cerca. ¿Te sigue dando cosa como se sienten? —rio el japonés.
— No... bueno, tal vez un poco, la primera vez que lo sentí realmente pensé en...
— Ni se te ocurra decir lo que planeas decir Poseidón Olympus, mis hijos o mis hijas no son un alíen de película.
— Lo lamento. — respondió el rubio acercándose. — ¿Seguro que no quieres saber que son?
— No, es sorpresa cuando nazcan. — sonrió Kojiro.
— ¿Seguro que tu pul... que Qin es el indicado para saber que sexo tienen?
— Si, como él también me eligió a mí para saber el sexo de su bebé. He comprado muchas cosas para su pequeño, como sé que él ha comprado muchas cosas para mis bebés. El día del parto además de descubrir que son, ya tendremos cosas especializadas para ellos o ellas.
— ¿Y no piensas decirme que tendrá mi hermano? — dijo el rubio, acariciándole las mejillas.
— No, porque te conozco y seguramente le dirás a tu hermano o en una de tus miles de discusiones con Qin se te saldrá decirle, y no quiero que arruines la sorpresa. — rio Kojiro.
— Esta bien. — dijo Poseidón. — Estoy listo, los tocaré.
— Todos tuyos.
No era que no le encantara acariciar el vientre de su omega, es que sentía que cada vez que lo hacía, los bebés se negaban a moverse, además, si no se movían Kojiro se preocupaba, por lo tanto, trataba de no hacerlo demasiado, pero, cuando Kojiro le dijo que era porque los bebés se relajaban con él. Pensó que debería acariciarlos mucho más.
Pudo sentir una patadita apenas puso su mano, tal vez después de otro momento otra, y simplemente pensó que era la mejor sensación de la vida ese pequeño movimiento en la palma de su mano. Acarició con delicadeza, escuchando el ronroneo de su omega complacido por las caricias. Simplemente era en exactamente esos segundos, algo que no cambiaría por nada del mundo.
Es por ello que, en la actualidad, decidió organizarse mejor para no perderse ningún momento como ese.
Por ello estaba feliz de haber acabado con el papeleo de Kojiro, realmente había ayudado mucho que Hrist semanas antes pudiera adelantar el trabajo, así que ahora solo tenía que arreglar unos papeles y regresar a casa con su amado omega. Además, que la oficina de Kojiro fuera un piso propio lo hacía mejor, la tranquilidad del lugar lo hacía relajarse, y Kojiro amaba la tranquilidad japonesa, así que ese bello jardín exterior en la terraza, entre otras cosas que disfruta su esposo estaba bien.
O al menos pensó que iba a ser tranquilo, porque escucho la voz insoportable de ese becario salir del elevador, pero, dejo de darle importancia cuando vio a quien le estaba hablando. Porque allí estaba, su omega, caminando hacia él, a lo que Poseidón rápidamente corrió por él deteniendo su avance.
— Señor Sasaki, usted no debería estar aquí, por favor, vuelva a casa. — dijo Tritón. — Sé que no debo decirle si puede o no estar en su propio edificio, pero...
— Poseí... — dijo el japonés haciendo un puchero.
— ¿Qué haces aquí, pescadito? Ya iba a casa. — dijo rápido el griego sosteniéndolo. — ¿Cómo llegaste aquí?
— Manejando. — respondió.
— ¿Qué? ¿Manejaste el bugatti con 8 meses de embarazo? Kojiro...
— Fue el Lamborghini, y me costó mucho salirme de él. — respondió el japonés frustrado. — Poseidón...
— ¿Qué, qué? — dijo rápido el rubio aún más preocupado. — Kojiro, ¿qué diablos? ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué diablos tienen los embarazados con querer hacer cosas extremas cuando no pueden? Como tu pulga china queriendo hacer pesas porque debía entrenar ya que dice que esta gordo, o peor, cuando ambos comienzan con sus estupideces a...
El rostro de puchero de su omega le dio una alerta que no era el momento para decirle algo más. Calmar a Kojiro cuando llora, con esas hormonas, era algo difícil hoy en día...
— No puse en riesgo a mis bebés, sabía lo que hacía. — se quejó el japonés. — Es importante que viniera.
— ¿Por qué? ¿Qué es tan importante?
— ... Quiero onigiris rellenos de chocolate y atún. —dijo de golpe, dejando a los dos hombres confundidos. — Y con semillas de sésamo encima. Y también quiero anguila frita en salsa agridulce con gomitas de azúcar encima. Y quiero un Mochi relleno de helado pero que no esté frio. Es que tú no entiendes lo importante que es para mí esas cosas, Poseidón. — dijo el japonés comenzando a lagrimear. — Si no como esas cosas mis bebés no podrán comer y si no comen, les puede pasar algo, y te voy a golpear y encajar una Katana en la espalda si les haces algo a mis bebés.
— ... Ah... — dijo el rubio viendo los ojos llorosos de su omega. Más confundido que nada. No podía encontrar lógica en lo que acababa de decir su omega. — Am...
— Eso suena asqueroso, señor Sasaki. — dijo el idiota de Tritón a lo que Poseidón acabó por darle un zape. — Auch.
— Eso es lo que dijo Shiva. — lloró el japonés. — Dijo que podía comer todo por aparte, pero no junto o iba a vomitar y yo le dije que lo quería junto. Y cuando lo hizo, lo hizo separado y no lo quería.
— ¿Cómo se atreve esa escoria a cuestionar tus gustos? — dijo rápido Poseidón consolando a su omega. — Oye tú, tráele eso que pidió, ahora.
— En ningún lugar van a vender algo como...
— ¡Hazlo! — gritó el rubio.
Aunque realmente solo era para ganar tiempo, y eso lo reflejó el griego con la mirada. Solo acabó por cargar a su omega con cuidado para sentarlo en el sofá de su oficina, y traerle agua, además que el japonés aceptó comer en lo que llegaba su comida, un emparedado que tenía Poseidón con él. El griego no pudo evitar pensar que lucía adorable comiendo, parecía un Hámster, más cuando Kojiro literal usaba su barriga como mesa. Su vientre era prominente, eran gemelos y por lo que se ve, muy sanos y en buen desarrollo.
Por supuesto cuando su omega se calmó, preguntó sobre como había logrado salir si tenía a Ino cuidándolo, a lo que el japonés respondió, que cuando hizo el berrinche con Shiva, decidió ir a conseguir el mismo la comida. Y por supuesto Ino se negó, pero, al final de cuentas, Kojiro es un samurái, así que incluso embarazado se le hizo fácil quitarse a Ino de encima, y escabullirse a sus autos. Tomó el que estaba más a la salida, que era el Lambo, y huyó de la Mojo Dojo.
Poseidón le hizo prometer que no haría algo como eso de nuevo. Pudo haber provocado muchas cosas, y entendía el cambio de hormonas, pero realmente le sacó un susto de muerte de solo pensarlo. A lo que el japonés lloró y asintió. Tuvo que pasar un rato para que se calmara, en lo que el alfa le mimaba, acariciándole el vientre, sintiendo de vez en cuando los movimientos de los bebés, escuchando ese dulce ronroneó de nuevo.
— Hn... — el japonés se quejó. — Poseí, otra vez...
— ¿Otra vez?
— Mis piernas...
— ¿Calambres? — preguntó el rubio. — ¿Quieres que te masajee?
— Si.
Era común que sufrieran calambres en el embarazo, así que el rubio había aprendido como lidiar con ellos, por lo tanto, cuando puso cómodo a su dulce omega, y le dio suficiente apoyo en la espalda, comenzó a masajear y estirar las piernas de su pareja, siendo cuidadoso en que relajara los músculos, acariciando con delicadeza los muslos y pantorrillas, sintiendo la suavidad de su piel, escuchando como esos gemidos de dolor se relajaban y su omega se sentía aliviado.
— Me siento mejor. — dijo el japonés soltando un suspiro. — Hn...
— ¿Pasa algo? ¿Te duele algo más?
— Mi pecho...
— Oh, okey me haré cargo.
Tal vez había practicado como miles de veces esto.
Tratar de hacerlo sin tener una erección, pero era jodidamente imposible. Apenas esa Yukata se deslizó y vio ese pecho hinchado que sabía que estaba lleno de leche, solo pudo tragar saliva, tratando de enfocarse. Sentía sus manos temblar mientras desabrochaba el sostén protector, y trato de concentrarse cuando acercó su boca al pecho de Kojiro, escuchando ese leve quejido de su pareja al sentir la succión de la leche.
Sí, tal vez había practicado miles de veces, pero seguía siendo un alfa, y su lobo era un depravado.
Porque sus manos se fueron deslizando por las piernas de su omega, comenzando a bajarle los interiores hasta dejarlos colgados en una de sus piernas, sintiendo a su omega deseoso de que prosiguiera. Sabía que, en esta etapa del embarazo, aunque el libido de Kojiro había bajado, aun así, no se negaba a ser tomado, porque ser tomado eran muchas feromonas para él, y eso es lo que busca un omega, que sea llenado de feromonas para sentirse bien.
— ¡AH!
Escuchó a su dulce japonés gemir cuando se introdujo lentamente dentro. Donde acomodó a su omega encima de él, para mejor comodidad, ayudándole con sus manos a moverse lento y suave, aunque además de ser recomendada esa posición, le encantaba la vista, porque podía 100% ver el rostro de Kojiro gemir, y ahora podía ver ese pecho rebotar suavemente, lo que era algo que lo excitaba más, pero debía controlarse. No importa cuánto quisiera ver a Kojiro hecho un desastre, no podía hacer más.
Aunque igual era gracioso el otro efecto de un embarazo ya avanzado, y era que Kojiro se corría tan rápido, cosa que lo hacía adorable. Con su vientre ocupando todo lugar, con su cuerpo adaptándose a eso, había ciertas cosas presionadas y muy sensibles en ese momento, y su punto dulce estaba tan estimulado de golpe que se le hacía algo gracioso ver al japonés orgasmeandose solo con unas cuantas embestidas.
— Hn... Poseí...
— No sabes lo adorable que eres ahora mismo, Kojiro. — dijo el griego, ayudando a su omega.
Sabía que se tendría que aliviar él mismo en el baño ahora, pero, primero tenía que limpiar a su pareja, y lo hizo, con cuidado, afortunadamente en el baño había toallitas húmedas, lo que ayudo mucho, pero, cuando notó algo de sangre se alarmó de momento. Trató de tranquilizarse un poco, Hera le había comentado que algunos sangrados eran normales, y no debía asustar a Kojiro, lo había aprendido de mala manera cuando ocurrió la primera vez, y Kojiro mencionó un sangrado que lo hizo correr al hospital en esa ocasión.
— Realmente no tienes que preocuparte. — dijo la mujer. — Puedes notarlo por el color, para que no te preocupe tanto.
— Lo sé, pero, no quiero correr ningún riesgo. — respondió el rubio.
— Descuida, Kojiro está sano, sigue cuidando su alimentación y que siga ejercitándose al menos un poco al día. Sé que ahora se cansa más rápido, pero debe seguir manteniendo su cuerpo saludable, el parto está cada vez más cerca, y lo necesitamos en las mejores condiciones.
— Entiendo. — respondió el rubio. — Gracias por su ayuda.
— Poseidón. — dijo la médico mirándolo.
— ¿Si?
— No tienes que alterarte tanto tan pronto. — comentó la mujer. — Trata de relajarte. Estas a un mes, Kojiro te necesita relajado más que presionado.
— Pero...
— En sus consultas privadas que tengo con él, cuando Ino viene de su compañero, dice que está muy feliz de ya haber arreglado y diseñado el cuarto de sus hijos en su mansión principal de este país, además de construir en su hogar en Japón. También dice que quiere remodelar junto a ti su mansión para que te sientas a gusto, al igual que lo que siempre dice, que espera que sus bebés se parezcan mucho a ti. — sonrió la mujer. — La razón por la que tu omega no está preocupado por su parto, es porque esta relajado gracias a ti, por lo tanto, relájate tú con él. Ambos saben cuándo ya será el momento, les mencioné a ambos lo que sentirán, y no solo serán contracciones simples como las que ha sentido, lo sabrán apenas comience, así que disfruta a tu pareja.
Esa vez no pudo soltar a Kojiro para nada, solo quería abrazarlo.
Se sentía bien que su omega estuviera tan tranquilo gracias a él, que solo quería que siguiera así, a salvo, libre de cualquier cosa. Porque sabía que el parto sería algo diferente, y tenía mucho miedo de lo que pudiera ocurrir.
Lo mejor era mantenerse positivo.
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Estaba realmente emocionado.
Últimamente se sentía ansioso, y era porque el bebé de Hades y Poseidón estaban por nacer, y quería estar allí cuando eso ocurriera. Así que si, era culpable de llamar de vez en cuando a su hermano, preguntándoles todo, y después correr los fines de semana a la Mojo Dojo para notar que los vientres del señor Shi como el del Señor Sasaki eran más enormes que las semanas anteriores.
Y no era todo, no todas sus llamadas iban a ellos, no era algo que hablara fuera de su terapeuta, pero, también hablaba con Adam. Le contaba como estaban sus "hijos", le decía que han estado planeando nombres, pero que no querían revelar nada hasta que nacieran, y le prometía que le enviaría fotos apenas pudiera verlos. Adam solía reír al otro lado del teléfono, le gustaba su risa, pero también, algunas veces podía escucharlo algo débil, adormilado, y en otras adolorido, pero, Adam decía que estaba bien, que lo estaban cuidando bien, y que no se preocupara.
Aunque eso lo hacía preocuparse más.
"Una marca del destino, los famosos "destinados", es algo my complejo. Los lobos siguen un instinto primario, indicando quien sería la mejor pareja para ellos, y cuando la encuentran, suelen señalarla con ese "destino", pero, lo malo de los instintos, es que no siguen reglas, y en algunas ocasiones, no toman en cuenta nada, solo la compatibilidad hormonal que hay, es todo. Eso no significa que tu amor por Adam sea falso, o solo sea guiado por algo instintivo, significa que tienes un panorama abierto, Zeus, tu vida no se rige por un "destino" se rige por el destino que deseas seguir, y es por eso que tomaste la decisión de no irte con él"
Le gustaba ir a terapia, le gustaba hablar de lo que sentía con alguien que no trataba de darle soluciones, sino solo de escucharlo. Además, porque poco a poco en esas sesiones, solía reflexionar consigo mismo, y lo que dolía como una bala atravesando su pecho, ahora se sentía como una apuñalada, era menor el dolor, tal vez, pero, seguía allí, estaba trabajando mucho en ello. Y, además, quería eso, quería ver que pasaba si seguía avanzando al lado opuesto de Adam, porque quería ver el panorama que vio Eva en su vida, cuando decidió alejarse del señor Zichu. Quería sonreír como ella sonrió, no por imitarla, sino porque ella era la prueba de que se podía lograr sin remordimientos.
— Zeus. — dijo Odín de golpe sacándolo de sus pensamientos.
— Oh, hola. — comentó el menor viéndolo parado en la puerta de su habitación. — ¿Ya nos vamos?
— Si, solo estoy esperando a que Okita y Sakata lleguen para irnos.
— ¡Hola, Zeus! — dijo Zero asomándose por debajo del brazo de Odín. — ¿Quieres ir por helados en el camino? Le diré al chofer que haga esa parada.
— ¡Si! — dijo el griego levantándose, para tomar la maleta ya hecha que descansaba en su cama.
Claro que el plan siempre era irse juntos de regreso, al final, a menos que fuera por una emergencia familiar, todos iban a la Mojo Dojo. Por eso habían decidido siempre irse de regreso con uno de los choferes, esta vez sería el chofer de Zero, que prácticamente era el de Michel, quien los recogería hoy, por lo tanto, estaban esperando en una de las salidas, pero, se sorprendieron de solo ver llegar al pequeño japonés solo.
— ¿Y Kintoki? — preguntó Zero, saludando a Okita.
— No va a venir, tiene una cita especial hoy. — comentó el japonés sonriente. — ¿Nos vamos?
— Sí, si no va a venir, vámonos. — comentó Odín.
— ¿Cita especial? — preguntó Zeus.
— Pues es su celo, seguro estará con algún omega. — comentó Soji. — O con un alfa, pero supongo que para aliviar su celo está con un omega o estará, ahora que me despedí, parecía todavía normal, pero si tomó distancia de mí. Seguro le empieza en unas horas.
— ¿Y con quién? — preguntó de nuevo Zeus.
— No hagas preguntas de lo que no te incumbe. — comentó Odín. — Nos alcanzará luego, así que vámonos.
— Bueno. — contestó Zeus.
Acabaron por suspirar, comenzando a entrar en el auto. Donde los dos alfas dejaron entrar primero a los omegas en la camioneta, para después entrar Odín, y en el momento que Zeus puso un pie en el vehículo, acabó por suspirar, para después mirar a su amigo y sonreír. Odín por un momento simplemente dejó salir un gran suspiro, para después sonreírle al rubio, y haciéndole una señal con la mirada de que aprobaba sea cual sea que fuera la estupidez que estaba por cometer.
Y es que el griego acabó por sonreír y cerrar la puerta de la camioneta para correr de regreso hacia Edén, escuchando los gritos de Zero y Okita confundidos de su decisión. Y era que simplemente no sabía porque, pero, su mente le pedía que se quedara, a gritos, y solo fuera a ese edificio de dormitorios, y corriera al octavo piso, cuarto 3, donde al tocar, le vio.
Vio esos ojos azules confundido de verlo, lo vio con ropa ligera, como si estuviera relajándose, y lo vio con un leve, muy leve sonrojo en sus mejillas. Ni siquiera sabe porque lo hizo, solo le empujo para entrar en su habitación, donde Kintoki confundido solo podía verlo. Y es que Zeus estaba inspeccionando la habitación, estaba limpia, muy limpia para un alfa. Así que Okita no mentía, si esperaba compañía. Además, que había un cajón tan cerca de la cama que estaba seguro que si lo habría encontraría lubricante y condones allí.
Después vio que eran sábanas y cobijas nuevas, y que el alfa también tenía un olor a limpio, por lo que acababa de ducharse no hace mucho.
— ¿Te puedo ayudar en algo? — pregunto Kintoki mirando al griego. — No tengo tiempo para verte, le dije a Okita que hoy.
— Es tu celo. — respondió Zeus.
— Si, así es, y mira, no quiero ser grosero, pero, invité a alguien aquí, él cual no tarda en llegar, así que si te pudieras marchar yo...
— ¿Alfa u omega? — preguntó el alfa volteando a verlo.
— ¿Eh?
— ¿Alfa u omega? ¿Quién esperas es un alfa o es un omega?
— ¿Qué?
— Desde que Okita lo mencionó, no me puedo sacar de la cabeza, quien será la persona que te acompañe, así que no subí en la camioneta y vine corriendo aquí para saberlo, ¿es un alfa o es un omega?
— ... Es un beta. — respondió Kintoki suspirando, recargándose en la pared. — ¿A qué se debe tu interés? ¿Es tu forma de coquetear ahora?
— ¿Qué?
— No me hagas tu "qué", mira, yo meses atrás te propuse tal vez algo, pero, como el folla abuelos que eres lo rechazaste, no quisiste saber nada más, y yo soy muy comprensivo así que lo acepté, por lo tanto, ¿qué te importa con quien pase mi celo? Es solo alguien que viene a ayudarme. Es todo.
— ¿Tú si puedes molestarme y yo no puedo? ¿Desde cuándo?
— Desde que dejaste claro que no te gusta. — comentó el japonés mirándolo.
— Nunca dije que no me gustara. — respondió el griego acercándose.
— Lo dices con tus acciones. — Respondió el más pequeño, haciéndose para atrás, topándose con pared.
— Tu realmente amas molestarme.
— ¿Molestarte? Yo le llamo un muy raro coqueteo. — sonrió el rubio. — Mira, de todos modos, aunque hubieras aceptado lo que propuse meses atrás, de igual manera no te hubiera pedido que vinieras a ayudarme con mi celo, ni siquiera tienes experiencia con alfas, solo lo harías mal.
— ¿Tú si tienes mucha? — preguntó Zeus acercándose más.
— Más que tú, si, por lo tanto, no quiero que alguien me toque cuando...
— ¿Cuándo?
El japonés miró esos ojos dorados, y sintió que las palabras no salían. Y era porque, lo que saliera de su boca podría lastimar a Zeus. Pero al mismo tiempo lastimarlo a él. No era idiota, sabía que le gustaba, que tenía atracción hacia él, por eso le había propuesto salir, lo había invitado a salir, pero el griego no quiso. Así que no lo intentó más, porque sabía que, si Zeus ama a alguien, no es él, él quiere a alguien que está muy lejos, y tal vez sienta atracción hacia él, pero, estaba cansado de no ser elegido, así que no quería acabar en lo mismo que con Buda, queriendo a alguien que nunca lo va a querer de la misma forma.
— Cuando nunca podrías tú satisfacerme. — dijo el japonés. — Sabes, en una hora más me voy a poner muy, muy cachondo y no quiero tus manos tocándome, prefiero a alguien que puede satisfacerme. Mi amigo es beta, además de que puede tomarme, yo puedo tomarlo a él y se acabó, es muy... versátil.
Mencionó, aunque la verdad de que esperaba a alguien era una completa mentira. No esperaba a nadie, solo mencionó eso para que Okita no se preocupara, lo único que había en su cajón era un consolador, dildos y mucho lubricante, era todo, se ocuparía de su celo el mismo.
— Así que...
No pudo decir más, no cuando el griego sonrió y le beso muy cerca de la comisura de sus labios. Claro que lo estaba molestando, justo como él lo hizo meses atrás. Bien, sabía que iría a terapia después de esto, porque acabó por lanzarse a los labios del griego, mientras este le jaló con fuerza de su cintura para pegarlo más a él. Sintió sus piernas temblar un poco, más cuando lo hizo rodearlo con ellas para llevarlo a la cama, cayendo ambos en ella.
— Que mal besas. — rio Kintoki molestándolo. — Si quieres te enseño.
— Cállate. — sonrió Zeus.
Y es que ambos estaban disfrutando esos besos, salvajes y desesperados que estaban dándose, más cuando el japonés le empujó para colocarse encima, siguiendo los besos, dejando que las manos del griego se deslizaran por su cuerpo, y dieran un fuerte apretón en su trasero. Él siguió besándolo, dejando escapar un suave jadeo para después morderle un poco el cuello, sin marcarlo, solo quería escuchar ese gruñido que los alfas sueltan, y joder como le encantó escucharlo.
Realmente no supo cómo las manos de ambos fueron hacia abajo, desesperados por sentir ya sus erecciones sin la tela de por medio, comenzando a frotarse entre ellos, aunque comenzaron con roces rápidos fueron mejorando su ritmo conforme veían las expresiones del otro. Y es que era diferente, muy diferente a tener un omega.
Para Kintoki, su celo consistía en rogarle a un omega por pasar una noche con él. Y cuando lo conseguía, era seguir las exigencias de su pareja para poder aliviarse. Y en el caso de Zeus, era prácticamente lo mismo, era esperar a que se mojara bien, era no usar su fuerza, era controlarse, pero ahora. Con un cuerpo más fuerte y grande en sus manos, con alguien que no siente dolor si en su excitación aprieta muy fuerte sus caderas, o decide moverse más rápido, era genial.
Su aroma le encantaba, no era dulce, era ligero, fresco, no se sentía empalagado al olerlo, le gustaba eso. Le gustaba sentir manos más grandes en su cuerpo, le encantaba escuchar esos gruñidos, todo.
Ni siquiera ambos se dieron cuenta que se pasaron casi dos horas entre besos y toques, entre masturbarse entre ellos, soltar unas cuantas risas y acabar desnudos en la cama, con mordidas en su cuerpo, con marcas de besos, y semen en sus abdómenes. El japonés acabó por pegarse más al griego, besándole cuando se sintió demasiado caliente como para parar, quería seguir besándolo, quería que lo siguiera aliviando.
— Déjame meterla, por favor... — suplicó el japonés, sintiendo una erección demasiado fuerte en su cuerpo.
— No. — dijo el griego mirándolo, notando esos ojos azules que joder, lucía tan lindo con ese rostro de súplica. — Pero... creo que puedo...
Sabía que era mala idea intentar empinar a un alfa, más cuando está en celo, pero por alguna razón, su lobo le gritaba que lo hiciera. Así que cuando lo volteó y lo quiso poner en cuatro, por supuesto que Kintoki se resistió y por un momento fue una pelea entre gruñidos y fuerza, y joder que el japonés tenía fuerza porque podía levantarlo, pero, él tenía un poco más.
Solo siguió sus instintos, y cuando se acercó a su nuca, el alfa se tensó, más cuando mostró su cuello, cosa no común entre alfas, para dejar hacer una cata de olor al otro. Eso le sorprendió, nunca en su vida, había visto ese movimiento en un alfa, que se expusiera tanto, más si está en celo, más si son feromonas de alfa las que lo rodean.
— Je... ¿acaso eres omega? — rio Zeus. — ¿Quieres que le diga a mi hermano que te cambie de sexo?
Había sido lo más estúpido que había dicho en su vida, pero se puso nervioso, no supo que hacer o decir cuando vio a Kintoki exponerse así ante él, y cuando está nervioso dice las mayores estupideces que hay, debía corregirlo, debía...
No pudo.
Porque sintió esa enorme patada, digno de un nadador, justo en su abdomen para quitárselo de encima. Kintoki lo había apartado de él, mientras lo miraba enfurecido, pero al mismo tiempo lucía tan triste, era como ver un montón de emociones que se reflejaban en esos ojos azules.
— Solo vístete y vete ya. — dijo el japonés cubriéndose con las sabanas. Sacudiendo su cabeza, tratando de mantenerse controlado en el celo. — Vete.
— Lo dije de broma, sé que no...
— Solo vete, dios. — reiteró el japonés. — Vete o voy a llamar a la seguridad del campus.
— ... Lo siento. — dijo el griego. — Kintoki...
— Ya se, ya se, sé que lo sientes, solo vete. — dijo el japonés, cubriendo su rostro. — Mi celo debo pasarlo con un omega, así que vete por dios.
El griego no quiso decir más, tenía miedo de arruinarlo más, así que solo acabó por vestirse y retirarse.
En definitiva, debió quedarse callado, lo supo, debió no decir nada.
Porque cuando el griego estaba pensando mil y un formas de disculparse con el alfa japonés. El otro solo podía buscar en su cajón unos supresores e inyectarlos en él, para mantenerse debajo de las cobijas. Tratando de concentrarse en cualquier cosa, menos en lo que pasaba por su mente, quería mantenerse lejos, muy lejos de ese recuerdo, lo más lejos que pudiera...
"Hueles my rico, Kin-chan... pero... "
Solo apretó los puños.
Solo apretó los puños mientras comenzaba a lagrimear, era todo eso de nuevo...
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Tal vez eran las 11 de la noche, cuando escuchó el llamado de su omega.
No tardó ni un minuto en llegar corriendo a su habitación, donde su dulce omega ya en piyama le sonreía y le hacía ademanes emocionado a que se acercara. El albino solo vio el rostro de felicidad en el chino mientras tomaba su mano y rápidamente la dirigía hacia su barriga. Apenas puso una mano encima, sintió ese dulce movimiento, como una patadita, y después otro golpecito.
Era como estar hipnotizado, acabó por meterse a la cama junto a él, hablando con el vientre de su esposo como si realmente un bebé fuera a responderle, y acabó por besarle por encima, a lo que otra patadita recibió, haciéndolo reír.
— Mi bebé está muy activo hoy, ¿ya quieres salir a conocer a papi? — dijo el albino, recibiendo otra patadita, cosa que hizo reír a Qin. — Tomaré eso como un sí.
— Dios, no deja de moverse si hablas, no creo que me deje dormir hoy. — dijo el chino, acariciando su vientre y la cabellera de Hades. — Me he dado cuenta que cada vez que hablas, se pone muy activo. Pero, deja de estarlo cuando comienzas a acariciar mi vientre, además le gusta mucho cuando silbas, lo relaja.
— Me alegra que funcione, solía hacer eso con mis hermanos todo el tiempo. — sonrió el albino, dando suaves besos en el vientre de su omega, escuchando el ronroneo de Qin.
— Hn... Koji solía leerme historias. — dijo el chino acariciando su vientre. — Mi papá Satoru solía leernos historias a los dos, un día, recuerdo, estábamos en el jardín e hizo estos personajes. Los dibujó en papel y los recortó, después les puso hilos y los tomó como marionetas, haciendo que todo el lugar fuera su escenario mientras nos contaba historias. Te juro que parecían reales, como si hubieran cobrado vida. Siempre que contaba historias Kojiro y yo solíamos sentirnos dentro de una, quiero hacer eso con dragoncito, quiero que se sienta dentro de muchas historias, pero, no tengo la imaginación de mi papá.
El albino, en ese momento, cuando vio el rostro afligido de su omega, quería gritar que no tenía que preocuparse, porque él mismo había visto los cuentos que había dejado Satoru para él, había visto las cartas, todo. Pero Poseidón tenía razón, decirle esto a sus omegas cuando estaban en un punto delicado era demasiado, era mejor cuando sus bebés nacieran.
— Estoy seguro que esas historias te encontraran cuando sostengas a nuestro bebé en brazos. — comentó Hades, besándole las mejillas, sintiendo las pequeñas lagrimas del chino correr. — Mi amor...
— Lo siento, últimamente mis emociones controlan todo de mí.
— ¿Por qué te disculpas? Tú siente lo que quieras sentir, para eso estoy aquí, para escucharte y acompañarte a ti y al bebé. — sonrió Hades, mimando a su omega. — Te amo mi Qin, mi dulce emperador.
— Hades, ¿por qué eres tan perfecto? — dijo el chino frotándose en él. — Solo haces que me enamore de ti cada día. Te amo, dios, te amo.
— Y yo más Qin, eres mi vida, tú y mi bebé son mi vida. — comentó el albino.
Después de eso, solo pudo llenar de mimos a su dulce omega, quien se dejaba mimar con gusto. El emperador hizo un suave puchero cuando se dio cuenta que no debió usar el succionador, cuando Hades ahora mismo pudo sacar la leche sin problemas lo que hubiera llevado a tener dulce sexo. Pero sería mañana cuando haría que el albino lo hiciera. Por ahora estaba disfrutando mucho los besos dulces.
— Hn... Hades...
— ¿Qué pasa mi cielo? — dijo el albino acariciándole las mejillas.
— Tengo hambre. — respondió el chino.
— Es algo tarde para que Shiva cocine, pero, dime que es y lo traeré.
— Okey, quiero rollos primavera rellenos de nutella y salmón, también quiero lo único que sabe hacer bien Yoshiro, y es esos dumplings de cerdo, pero quiero dumplings fritos, también quiero agua de chile, y quiero un plátano hervido con mermelada.
— ... Okey. — dijo el albino. — Puedo conseguir los dumplings fritos, y puedo traerte un postre. Uno mágico que te cure los antojos.
— ¿Si? — dijo el chino haciendo un leve puchero.
— Si, solo deja ir por mi chaqueta y volveré en menos de 20 minutos, lo prometo.
— Te amo, gracias. — sonrió el chino.
Y es que Hades no se iba a arriesgar a que Qin llorara de nuevo por unas tres horas. Porque la vez que le dijo que no podía conseguir algo, el chino le hizo la ley del hielo y se puso a llorar tanto, que Kojiro tuvo que ir a su nido a consolar a su cachorro que está esperando un cachorro mientras el mismo espera cachorros. Realmente ese nido era un nido de hormonas, pero logró calmar a Qin, así que para evitar a Poseidón enojándose con él por no cuidar a su omega, y hacer que su omega vaya a cuidar a Qin, tenía que resolverlo.
Por otro lado, cuando Kojiro escuchó un chillido, no dudo en levantarse.
Salió de la cama despertando al rubio que lo abrazaba, y es que el japonés simplemente seguía su instinto, saliendo de la cama con cuidado y caminando, por supuesto que seguido del rubio quien iba detrás de él, cuidando lo que hacía, porque Kojiro camina ahora lento y con cuidado por los gemelos, pero estaba caminando rápido por alguna razón, y si no era el baño, quería saber que era.
Fue grande su sorpresa, cuando entro en el cuarto de Hades y Qin, y vio a la pulga china llorar, mientras Kojiro rápido llegó a consolarlo.
— Koji... — lloriqueaba el chino sosteniendo su vientre.
— Tu pierna. — dijo rápido Kojiro. — ¡Poseí!
— ¿Eh? — dijo confundido el rubio.
— Tiene calambres, mi vientre me estorba, no puedo masajearlo, ayúdalo, está sintiendo dolor.
— No voy a tocar a esa pulg...
— ¡Poseidón!
— Me va a matar apenas me acerque. — se quejó el rubio.
— Poseí, está con mucho dolor. — dijo el japonés comenzando a lagrimear. — Necesita ayuda.
— .... Ugh, maldición.
La verdad, esperaba que el chino le pateara apenas se acercó, pero estaba muy ocupado adolorido que ni siquiera podía hacer eso. Lo primero que pensó el rubio es que era obvio que se iba a acalambrar, había permanecido mucho tiempo en la posición de flor de loto en la cama. Por lo tanto, primero tomó algunas almohadas para acomodarlas en la espalda de Qin, y crearle soporte para recostarlo levemente. Y después estirarle las piernas con cuidado. El chillido de dolor que soltó por supuesto que era común, más cuando protegió su vientre, por instinto, su lobo protege el vientre, aunque sea dolor auto infligido, porque reaccionan a proteger a sus crías antes de cuidarse a ellos.
Después comenzó a mover y masajear con cuidado las piernas del chino. Lo estaba haciendo con sumo cuidado, tratando de ser lo más respetuoso que pudiera. Agradecía a todo que no estuviera en un nido, y que al parecer parecía recién bañado, así que, al no estar súper lleno de feromonas de Hades, y no estar en un nido, el chino no estaba tan agresivo ante su presencia.
— Qin, ¿te duele esto? — preguntó el rubio, estirando las piernas del chino con cuidado, moviéndolas con suavidad, escuchando los leves gimoteos.
El chino negó con la cabeza, aferrándose a la almohada de Hades y con una mano a la Yukata de Kojiro mientras él continuaba. El rubio se concentró en ello, en hacer los ejercicios como había aprendido en el hospital, porque sabía que Kojiro sufría mucho de los calambres, así que había aprendido hacerlo bien. Y además no solo eso, cuando Kojiro necesitó ayuda y él no estaba, Hades no dudó en dársela, siendo lo más cuidadoso posible, así que, ayudar a la pulga china con su mini sobrino dentro, era una buena manera de pagarlo.
Se concentró tanto que no notó al albino recargado en el marco de la puerta, viéndolo ayudar a Qin. Como esto era algo histórico, no dudo en sacar una foto del acontecimiento antes de acercarse y tomar el liderazgo, escuchando el pequeño chillido de Qin, dejando la comida de lado y llenando de mimos al omega que rápidamente se refugió en los brazos del enigma.
— Gracias, Poseí. — sonrió Hades. — Sabía que podía contar contigo para cuidar a Qin.
— Solo lo hice porque Kojiro me lo pidió. — dijo el rubio retirándose de la cama, para después tomar a su omega apenas Qin le soltó.
— Sí, claro... — rio Hades.
— Te digo la verdad. — dijo el rubio, pero ese leve sonrojo en sus mejillas decía todo lo contrario. — Vamos a la cama, Koji.
Su omega no dudo de darle besitos dulces, más cuando Poseidón había ayudado a Qin, sin quejarse tanto. En definitiva, le prepararía algo especial mañana para consentir a su alfa y el japonés estaba seguro de que, si mágicamente aparecía un regalo para Poseidón, era la gorma rara de Qin de decirle gracias por su ayuda.
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Y se acabó
Tenía muchas ganas de ya escribir este cap, porque no estaré la próxima semana y no podía dejarlas más tiempo sin un capitulo.
Si tienen alguna duda del cap, no duden en dejarla aquí.
Por cierto, que viva que Qin y Poseidón se mostraron algo de decencia entre ellos. ¡Bravo!
Yo creo que ya se huelen un par de bebés en el siguiente cap...
¡Saludos!
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