✨ Capítulo -24- ✨
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Realmente no le agradaba la idea de asistir a esas fiestas, pero al parecer era importante para Xipe que lo acompañara, así que decidió hacerlo. Huitzilopochtli se había quedado en casa cuidando el celo de Quetza junto a Jesús, quien había decidido marcharse cuando Quetza estuviera de nuevo bien. Así que ahora allí estaba, de traje, con una copa en la mano, mientras cuidaba a su hermano a lo lejos, interactuar con otras personas.
Sabía que su trabajo era "política", pero realmente odiaba reunirse en estas fiestas con diferentes políticos renombrados, millonarios, artistas etc. Era aburrido.
O eso pensaba hasta que vio un hombre entrar por la puerta principal.
Nunca antes había agradecido estar en el segundo piso para poder ver al sujeto que se hacía paso por el salón en primera fila. Llevaba un traje a la medida de tres piezas, color negro, con una corbata azul zafiro que simplemente hacían brillar sus ojos del mismo color, incluso detrás de esas gafas podía ver aquellas joyas que adornaban su rostro. Además de que veía ese lindo rostro, que estaba acompañado con esa larga y ondulada cabellera que le llegaba a la cintura, bien peinada, que lo hacía lucir salvaje y a la vez como un dios caminando entre los demás. Le gustaba como se ceñía su cuerpo en la parte de la cintura, una cintura digna de un omega, perfecta para que cualquier alfa la sostenga durante las noches de pasión, además de que sus marcadas caderas, cuerpo estilizado y trabajado lo hacían resaltar.
Pero tal vez lo que le llamaba la atención más era esa bella piel canela perfecta, sin ninguna imperfección, brillante y única, que incitaban a su lobo a querer morderla y arruinarla un poco. Realmente, ¿Cuántos años habían pasado de la última vez que vio a ese sujeto?
Solo podía seguirlo con la mirada hasta que, por un momento, sus miradas se conectaron, y el gesto de desprecio es lo que lo hizo recordar la última vez que lo había visto. Solo acabó por sonreír, dándole la espalda para bajar al piso que se encontraba.
Ah, ahora lo recordaba, la última vez que vio esos ojos zafiro fue hace 5 años, en aquella boda hermosa cerca del mar, donde un omega dominante iba a casarse con la más hermosa y perfecta omega que sus ojos hayan podido ver. Una mujer tan hermosa que parecía una diosa conviviendo con mortales, aún recordaba las olas golpeando en la arena, aún recordaba la brisa, recordaba a sus hermanos relajándose en el mar en aquella boda privada, recordaba ver el estúpido rostro de Quetzalcóatl feliz con el regalo que había conseguido para los novios...
— Es ciencia, Tezca. — dijo su gemelo albino mirándolo. — He creado una mejor recepción de feromonas, siento que a Tláloc le encantará poder tener algo así en su casa, le ayudará con su celo y el celo de su novia, ambos son omegas, pero, que él sea un dominante hace sus feromonas fuertes, y este neutralizador los hará muy feliz en su hogar.
— ¿Puedes cerrar la boca cinco minutos?
— No, como te decía, siento que esto puede ayudar a muchas personas, además...
— Estoy muy sobrio para escucharte, háblame cuando me haya tomado algunos cocteles, con permiso.
Bueno, Quetzalcóatl seguía siendo el nerd que era siempre, pero algo de su comentario le molestó, era la frase que dijo al final. "Los hará muy feliz en su hogar". ¿Feliz? ¿Tláloc? No. Había decidido que esa mujer era demasiado para él, Tláloc no le llega ni a las rodillas, así que, ¿por qué aceptar esta boda? No, tenía algo mejor para hacerlo divertido.
Así que ni siquiera lo pensó.
Caminó por el lujoso hotel de cinco estrellas, donde literalmente se contrataron todas y cada una de las habitaciones para no tener turistas en él, incluso cuando la lista de invitados era mínima. Caminó por allí hasta cruzarse con las damas de honor que le sonrieron, y después caminar hacia la habitación de la novia. Dio tres toques en la puerta y cuando vio esos hermosos ojos rosados en esa mujer que parecía una reina, una belleza en su totalidad, una diosa del amor y la belleza, simplemente sonrió suave.
— ¿Quieres casarte o quieres vivir realmente tu potencial, Xochi? — preguntó el enigma mirándola. — Si es la primera respuesta, daré media vuelta y me iré, aplaudiré fuerte cuando digas que sí, y tomaré fotos de lo hermosa que te verás hoy. Si es la segunda, y te eliges a ti, apoyaré cualquier plan y locura que tu mente pueda crear como un fiel caballero a tu lado. ¿Qué dices?
No hubo mucha plática después de ello.
Realmente no.
Robarse a la novia y cogérsela había sido genial. La adrenalina había sido genial, pero es que Tláloc igual es idiota, eso pensaba mientras sujetaba las dulces piernas de esa mujer a cada lado, dándole dulces besos en las pantorrillas, escuchando los gemidos de la omega. ¿Cómo se le ocurre que alguien tan perfecta como ella estaría con él? ¿Cómo? ¿Cómo se le ocurre estar con alguien tan parecido a él? Xochi y él habían sido amigos desde hace años, jodidos años siendo dos sujetos que conquistan todo lo que quieren, tienen todo lo que quieren, y nunca dicen gracias o perdón.
Ambos eran tremendos hijos de puta, siempre lo fueron, nunca lo negaron, y allí va el idiota de Tláloc a enamorarse de su versión mujer. ¿Qué diablos pensaba que iba a pasar?
Amaba follársela, amaba como reían mientras se besaban, amaba las horas y horas que pasaron en esa habitación hasta que la puerta se abrió, y entre gemidos vio esos ojos zafiro de nuevo, en shock, mirando que realmente su prometida nunca iba a amarlo como él quería. Nunca iba a ser la mujer que él quiere, no cuando todas las parejas que Tláloc tiene son tremendas hijas de puta como él, y él claro que se divierte robándole a cada una de su lado.
Sabía que Tláloc había intentado de todo para no tenerlo cerca, pero el idiota se involucra con sus amigas, claro que sería invitado a la boda quisiera o no, claro que haría lo que quisiera como siempre lo hace, claro que tenía cierta obsesión en ver esos ojos zafiro lagrimeantes, claro que disfrutaba ver ese rostro rojo y en lágrimas, era el mejor viagra ver eso, era como lo más cercano de verlo en éxtasis, hecho un desastre, y le encantaba, le encantaba llevar al límite a Tláloc, porque era más divertido que molestar a sus hermanos.
Así que ahora se encontraba a unos pasos de él, por lo que se acercó con otra copa, llamando su atención.
— No sabía que eras requerido en esta reunión. — dijo Tláloc, sin mirarle. — ¿Podrías mantener tu distancia de mí?
— ¿Champagne? — preguntó el moreno más alto. — El que trajeron es de una cosecha particular francesa, el aroma es hipnotizante y el sabor exquisito en el paladar.
— No, gracias.
— ¿Sigues molesto por lo de hace 5 años? — preguntó el enigma. — Quien te manda a pensar que Xochi te quería.
Tenía que aceptar, que no se esperó el derechazo que le dio. Pero, él estaba acostumbrado a los golpes de Huitzilopochtli, los de Quetza o Xipe, los de Tláloc se sentían como almohadas comparados con los de sus hermanos. Así que su rostro no se movió, simplemente vio esos ojos zafiro llenos de odio, mientras pequeñas lagrimas se iban acumulando, oh...
"¿Quieres acaso provocarme una erección aquí?" pensó, mirando ese bonito rostro y después verlo alejarse de él.
Continuó su noche platicando con los amigos de Xipe, aceptando bailar con algunos, y tomando su comida con el resto, hasta que se encontró en un balcón, relajándose mientras fumaba un cigarrillo y escuchaba la fiesta desenvolviéndose dentro. Le gustaba ese momento de tranquilidad, la ciudad lucía hermosa hoy, y a decir verdad en su mente vinieron muchas cosas. ¿Huitzilopochtli habrá cenado? Sí, seguramente sí, más si Jesús lo acompaña, de seguro le hizo de cenar y como el enorme bebé que es, se dejó consentir.
¿Quetzalcóatl estará bien? Sí, probablemente su gemelo este embistiendo contra un juguete sexual mientras trata de aliviar el dolor de su celo, si no le han llamado debe ser porque está todo bien. Haciendo un reencuentro, todos sus hermanos se encontraban bien, sanos y prácticamente casi independientes de él, llegaría un momento donde estuviera él solo, como está ahora, solo sintiendo la brisa fría del aire, mientras sale humo de su boca.
No pudo evitar pensar que esto ya lo había vivido antes, esta sensación.
Oh, es verdad, hace 2 semanas.
— Conocí a alguien especial.
Era la primera vez que veía a Xochiquétzalli después de unos años. Se habían reunido en un restaurante, en su favorito, donde recuerda haber hecho la reservación entera del lugar, ya que no quería que fueran molestados. La mujer apareció con un hermoso vestido negro, lucía perfecto en sus curvas, con joyería única y que costaba más que el valor de una nación, caminando como siempre lo hace, adueñándose de todo el lugar con su presencia, con su aura.
Ambos se sonrieron, ambos acabaron por comenzar su comida, mientras hablaban de cosas triviales. Hasta que una broma entre ellos se hizo presente.
— ¿Recuerdas nuestra promesa? — dijo Tezcatlipoca. — Dijimos que, llegaría un punto donde quisiéramos dejar de sentir esa fría brisa, y la única forma de lograrlo sería que tengas a alguien calentándote a tu lado. sosteniendo tus manos, y sentir que puedes soportar la antártica si lo tienes contigo.
— Lo recuerdo. — respondió la mujer. — ¿El gran Tezcatlipoca está pensando en tomar al fin un par de manos y sentar cabeza? ¿Tú?
— Solo se ha vuelto un pensamiento recurrente.
— ¿Y qué es lo que esperas de mí? — dijo la mujer mirándolo.
— Que cumplas tu promesa. — respondió el enigma mirando esos hermosos ojos rosados.
La mujer sonrió, de la misma forma en la que Tezcatlipoca lo hace, para después suspirar mirando al moreno perfecto que tenía enfrente. Esa piel canela, esos ojos dorados intensos, ese rostro tan joven y perfecto, todo de Tezcatlipoca era perfecto, no había ninguna imperfección. Incluso era divertido, era caballeroso, era todo, pero también sabía, que era igual a él.
— Conocí a alguien especial. — dijo la mujer mirándolo. — Fue mera casualidad, iba entrando en una tienda de zapatos, quería ese hermoso par que Chanel había sacado. Entonces la vi, con su cabello largo y liso, negro como la noche. Con un rostro bien perfilado, con un brillo hermoso en esos ojos obsidiana, con los labios rosas más bonitos que he visto, con un cuerpo espectacular. Creo que la conoces...
— ¿Lo hago?
— Amaterasu Okami. — dijo la mujer. — Esa dulce alfa.
— Oh...
El enigma suspiró, para su defensa, ni siquiera él recordaba muy bien que había pasado. Aun no conocía a Tláloc en ese entonces, pero, conoció a Okami la primera vez que vio a Tláloc, y cuando se enteró que esos dos eran una especie de rivales amistosos, simplemente sucedieron cosas que no le gusta recordar.
— La invité a salir, pensando, que solo sería algo de una noche, solo la llevaría a mi cama, y al siguiente día les diría a mis mayordomos que la llevarán a casa después del desayuno. — dijo la mujer mirando al enigma. — ¿Sabes qué pasó?
— ¿Qué pasó?
— Sí salimos, y fue la primera vez que alguien me veía con tanto interés, interés en lo que decía, no en mi belleza. — dijo la mujer. — Era la primera vez que alguien preguntaba por mi canción favorita, y después le pedía al violinista que la tocara. Era la primera vez que, me sentía bien en decir mi pasado, en decir que me encanta el sexo, y que no me miraran como si fuera una puta, o si fuera un problema. No me miraba como Tláloc queriendo cambiarme, no me miraba como tú queriendo decirme que seamos iguales, me miraba pensando que era interesante. Así que en la noche me invitó a su casa, y fui, pensando que acabaría sin ropa en su cama, pero no fue así, acabé con un pijama prestada, dormida con ella en su cama, después de ver películas y reírnos hasta que nuestro sueño nos venció.
— ...
— Perdí el control total sobre alguien. — Sonrió la mujer. — Alguien como yo, que controla su vida en cada punto, perdió el control tan fácil, ante la sonrisa de una mujer.
— ¿Y qué se siente? — preguntó el enigma.
— Pues ansiedad, ansiedad al inicio, después un temor latente por darme cuenta que realmente estaba cayendo, en algo que no podía controlar, y al final, paz, paz una vez que decidí no alejarme, no dejarla ir. — suspiró la mujer. — Lo lamento mi buen amigo, pero, no puedo ser tu acompañante, yo ya tengo alguien con quien sentir calidez cuando la fría brisa me golpea. Y no pienso perderla solo porque tú me lo pides.
— No te lo pediría. — respondió Tezcatlipoca. — Te respeto y amo demasiado como para herirte.
— No me ames tanto. — rio la mujer. — Porque tú amas lastimar a los que amas.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— Que en tu mundo Tezca, los haces odiarte porque hacerlos odiarte es más fácil que hacerlos amarte. Ya que no te gusta ser vulnerable con nadie, no te gusta perder el control, no te gusta en general perder nada. Así que siempre haces todo a tu favor, y afortunado y bendito seas porque todo te sale bien, pero, la fría brisa que sientes o estas comenzando a sentir estará allí, hasta que comiences a ser vulnerable de nuevo.
Después de ello, su comida continúo, al igual que su amistad, seguían siendo los mismos de siempre, pero le había quedado algo en mente, y era que esa brisa era algo que comenzaba a preocuparle. En primer lugar, no lo parecía, pero era alguien mayor, y realmente no le molesta su soledad, son solo esos momentos que lo hacen pensar que tal vez debería intentar ser feliz con alguien a su lado.
Alguien que sea adecuado para él...
Y bueno, tal vez por broma, o tal vez era el destino, pero apareció, tambaleándose y recargándose en el balcón donde estaba, para tomar aire y pasar su mano por su cabello mientras gritaba con todos sus pulmones "soy el rey del mundo" y se terminaba su bebida de un trago. Primero pensó que realmente los modales se habían perdido, pero al mismo tiempo le dio algo de risa verlo así, nunca lo había visto ebrio.
— Pero si es el señor todas mías, el don perfecto, el hijo de puta más grande del mundo. — dijo Tláloc mirándole con esa sonrisa de borracho. — ¿Por qué no le haces un favor al mundo y te matas?
— Desearle la muerte a alguien no es bueno, Tláloc. — sonrió Tezca. — Pero viniendo de ti lo tomo como cumplido.
— Muérete maldito hijo de puta. — dijo el omega encogiendo sus hombros debido seguramente al frio de la noche.
Y es que notó que ya había perdido su saco y chaleco, y su camisa estaba abierta, lo suficiente para notar sus pectorales, lo suficiente para sentir un cosquilleo en sus colmillos al verlo, deseando poder pasar su boca por ellos. Al final no lo hizo, acabó por retirarse el saco y colocarlo en los hombros del omega, viendo como le quedaba enorme, y lucía adorable así, muy adorable...
— Quítame esto, huele a puta, no lo quiero.
No pudo evitar soltar tremenda risa después de escucharlo decir eso. Joder que allí estaba el Tláloc que le encantaba molestar, amaba que no era sumiso, era jodidamente molesto, un tremendo hijo de puta cuando se lo proponía, y eso le encantaba, le encantaba ver ese rostro romperse, le encantaba verlo llegar a diferentes límites.
— Se dice gracias. — comentó el enigma. — No deberías resfriarte.
— ¿A ti que te importa? Pendejo de mierda.
— Si mi mascota favorita se enferma me sentiré mal. — respondió el moreno.
— Hijo de puta. — dijo el omega mirando hacia la ciudad. — ¿Por qué andas solo hoy? ¿No deberías ya estar entre las piernas de alguien como la zorra de esquina que eres?
— No tengo ganas, aunque propuestas no han faltado, tengo eso que se llama... ¡Oh sí! Carisma, galanura y un cuerpo y rostro perfecto. Cosa de la que lamentablemente tú careces.
— Ni estás tan guapo.
— ¿A no? Tus exes no dicen lo mismo. — sonrió el moreno.
Y a decir verdad esperaba un intento de puñetazo, insultos más fuertes, incluso hasta lágrimas, pero lo único que recibió es ver el bonito rostro del omega mirándole, como si estuviera contemplándolo, para después acercarse a él, lento, tan lento que sintió que su respiración se volvía nerviosa, y claro que eso no le gustó, porque generalmente mantiene el control en estas situaciones. Debería hacer lo de siempre, empujarlo lejos, decirle que no se acuesta con ebrios, y enviarlo a casa, pero, verlo acercarse a centímetros de su cara, jalarlo de la corbata para que estén cerca, lo hizo tragar saliva, sintiéndose algo nervioso de ver esos ojos zafiro tan brillantes.
— Si eres muy guapo. — dijo el omega, tomando su rostro, acariciándole las mejillas. — Muy guapo, entiendo porque todos se mueren por ti.
Sintió que sus mejillas se maquillaron un poco, sentía su rostro caliente, y sentía ese cosquilleo en sus colmillos, al igual que su corazón comenzar a latir fuerte y rápido, mientras lo tenía tan cerca que podía oler sus feromonas. Olía como el agua, como esa hermosa agua de un nacimiento acuífero, agua tan pura que juraba que podía curarte todo, también olía como una mañana de niebla, con tanta que no puedes ver más, como humo ocultándote, sí, era como oler la niebla en el bosque, esa mezcla de olores naturales, acompañado de esos ojos zafiro que lo miraban tan cerca.
No pudo evitar acercar sus manos y sujetar ese bonito rostro, en sus rasgos, que, aunque eran definidos tenían cierta suavidad, cierta ligereza muy mínima, algo que lo hacía omega. Algo que le atraía.
Tláloc era el omega más importante en esa fiesta por el simple hecho de que era dominante, podría tener realmente a quien quisiera ahora mismo, no habría nadie quien se negara a estar con él. Y él lo sabía, pero aun así buscaba una relación seria, buscaba amor cuando el amor podría tenerlo en bandeja de oro como él lo consigue cada vez que quiere. Pero, que buscara algo serio, hacía que ese omega fuera algo irresistible para él.
— La habitación presidencial. — dijo el omega, tomando las manos del enigma, para retirarlas de su rostro. Donde en ese toque sintió que la fría brisa no se sentía más.
— ¿Qué?
— Mi habitación esta noche es la... habitación presidencial. — dijo el omega. — Estaré allí dentro de 10 minutos... si te interesa.
Pudo sentir al omega soltarlo, y regresarle su saco para entrar de nuevo en la fiesta. Mientras él se quedaba allí sin entender qué diablos acababa de pasar. Realmente no lo pensó mucho, no había mucho que pensar, solo se quedó como maniaco viendo su maldito reloj como un desesperado hasta que marcó el tiempo y salió disparado de ese balcón, subiendo casi corriendo al siguiente piso para tomar el ascensor y picar los botones, para que lo llevaran a esas enormes puertas francesas de caoba donde se encontraba la gran habitación presidencial.
Se sintió realmente como un perro en celo al ir corriendo tras una orden de un omega, pero allí estaba, ansioso, tratando de arreglar su traje, arreglar su cabello, todo, y abrir esa puerta.
Aunque no se esperó lo que vio.
Un flash directo a su rostro y escuchar una cámara de fotografías instantáneas sonar, para después escuchar el sonido de un teléfono. Cuando su vista se recuperó del momentáneo flash, vio a una jovencita con la cámara, viendo la foto que había tomado para después ofrecerle un teléfono que no dejaba de sonar. ¿Qué diablos era esto? ¿Qué pasaba? ¿Quién era esa chica que apenas le aceptó el teléfono salió rápido de esa habitación con la foto?
Simplemente suspiró frustrado y contestó, para escuchar tremenda risa del otro lado.
— ¿Realmente creíste que me acostaría contigo, puta? ¡Sigue soñando! Solo fingí estar ebrio para comprobar algo que tu hermano me dijo. ¡Y caíste redondito! ¡Qué idiota! ¿Te gusto, Tezcatlipoca? ¿Realmente te gusto? ¿Por eso has hecho mi vida un infierno? ¡Qué gran perdedor eres! Escúchalo maldito imbécil, grábatelo en la maldita cabeza, yo nunca en mi vida, nunca, te daría la satisfacción de tenerme, ¡Nunca! Y ahora que sé que tu lobo y tú se mueren por mí, haré de tu vida un maldito infierno donde no puedas hacer nada en absoluto, ¡Sigue babeando por mí! ¡Nunca en tu vida me tendrás a tu lado! Ahora disfrutaré tener una foto de tu rostro pendejo conmigo. ¡Idiota patético, consíguete una vida!
Y después de eso colgó.
Solo pudo quedarse unos momentos procesando lo que acababa de pasar, para después soltar un gruñido frustrado y acabar por reír. Bien, no le gustaba eso, no le gustaba perder, no le gustaba que un lindo omega lo hubiera engañado y hubiera mostrado un lado vulnerable, no le gustaba que tenga evidencia de ello.
Pero, también no podía con la maldita emoción que sentía de escucharlo, no podía creerlo, le gustaba tremendo pendejo y no podía hacer nada al respecto.
— Es hora de matar a Xipe. — dijo al aire.
Y es que su futuro omega había mencionado que "su hermano le había dicho algo..." Y el único de sus hermanos que estaba en esa fiesta era Xipe, así que su funeral sería pronto. Cuando volviera a sentir su autoestima y confianza, porque necesitaba un momento para poder volver a mostrar la cara.
Tal vez debería hablarle a su hijo adoptivo griego para que le diera unos consejos... solo si la cosa se volvía demasiado complicada.
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Había sido una noche en la que sucedió.
Estaba terminando de limpiar una de las habitaciones, para después ir a recepción y comentarle a Afrodita que ya podían volver a utilizarla. La verdad le dolía un poco la espalda y las rodillas, estaba cansado de estar agachado, pero tenía que limpiar cualquier rincón. Antes, cuando comenzó, la verdad sintió un poco de asco limpiar después de que una pareja había tenido intimidad en la habitación, no era solo el aroma a sexo, también era limpiar cada fluido que no solo estaba en la cama, y eso se le hacía realmente raro. Pero, se acostumbró.
Siempre llevaba guantes, cubre bocas, ropa de trabajo, siempre se mantenía a él seguro, además Afrodita no lo dejaría trabajar si no estuviera bien cubierto, así que, en los primeros días, solía poner un poco de perfume de Afrodita en su cubre bocas y comenzar a trabajar. Hasta el punto que se le volvió normal todo, ya sea limpiar, arreglar ciertos imperfectos, reparar las tuberías, arreglar fugas, sea lo que sea que pudiera estar mal en una casa, ya había aprendido como solucionarlo.
A decir verdad, a sus 18 años, había aprendido muchas cosas, a trabajar demasiadas más, y a añorar el retiro mucho más rápido que todos.
— Gracias, Hades. — dijo una de las chicas alfa mientras lo vio pasar por los pasillos. — Eres el mejor.
— De nada, es un placer. — sonrió el joven enigma. — ¿Tienes muchos clientes hoy, Patty?
— Solo un omega, llegará dentro de una hora. — dijo la mujer, acariciándole el cabello. — Que gracioso, recuerdo cuando me llegabas a los hombros y ahora medimos lo mismo, incluso creo que eres un poquitín más alto.
— Bueno, soy un alfa. — dijo el albino soltando una risa. — ¿Puedo preguntarte algo?
— Claro, dime.
— ¿Cómo son los omegas? O sea, ¿te tratan bien? ¿Es lindo estar con ellos?
— Pues... — dijo la mujer recargándose en la pared. — Depende. Ellos vienen aquí para satisfacer sus deseos, además esta casa de amor es de las más altas, así que te encuentras omegas muy famosos, muy poderosos, así que mantienes la boca cerrada de todo, desde sus fetiches hasta sus nombres. Y, tienes que entender que sea quien sea que cruce la puerta de tu habitación, no es alguien que te ama, es alguien que solo vino por unas horas de placer, y se irá tal vez para nunca volver, así que, te tratan como ellos quieren sentirse. Y no puedo decir que es lindo, porque, no sientes amor, se queda el amor del otro lado de la puerta, tú solo estás allí, cumples tu trabajo y te vas. Es un sentimiento extraño.
— ¿Te has enamorado de alguno?
— No. — rio la alfa. — No podría, no cuando ni siquiera nos vemos iguales.
— ¿No? — dijo el albino confundido.
— Para mí, ellos son omegas poderosos. — comentó la mujer acariciándole las mejillas al albino. — Para ellos yo soy un dildo que pueden usar, es todo. ¿entiendes la diferencia?
— Entiendo.
— Así que cachorro, espero tú nunca, nunca, tengas que dejar el amor del otro lado de la puerta. — sonrió la mujer pellizcándole suavemente su mejilla. — Realmente estoy esperando el momento que me digas que nunca regresarás aquí, porque ya conseguiste algo mejor para cuidar a tus hermanos.
— Prometo que serás la primera en saberlo. — rio Hades.
— Hades cariño. — dijo un omega acercándose. — Afrodita te busca.
— Oh, voy de inmediato.
La enorme mansión de Afrodita, la "Lover's House" era conocida por sus espectáculos de Burlesque y Casino exclusivo, pero al mismo tiempo, era la casa de "amor" más exclusiva y jodidamente cara que hay. Tenía diferentes secciones, la "Lover's House" que era la casa de amor, se encontraba oculta detrás del gran teatro de Burlesque y el Casino de la mujer, oculta entre bosques, oculta para cualquier ojo, y el lugar era más imponente que la mansión Playboy, por lo cual estaba dividida, había una sección de Alfas, y una sección de omegas, al igual que las habitaciones reales de los trabajadores por detrás, y todo esto en los terrenos de la enorme mansión de la dueña, Afrodita.
Así que el albino tomó su carrito de limpieza y lo fue empujando hacia la sección omega, donde entró a una de las oficinas de Afrodita allí, quien le esperaba, y que rápidamente lo saludó ofreciendo que se sentara.
— Buenas noches, Hades. — sonrió la mujer suavemente. — Perdón por sacarte de tus actividades, pero me hice un juramento a mí misma, que cuando uno de mis trabajadores se volvía mayor de edad, dejaría de sobreprotegerlo y lo haría tomar sus propias decisiones.
— ... ¿Pasa algo? — dijo el albino confundido.
— Hades, desde que comenzaste a trabajar aquí, he recibido miles y miles de propuestas... — suspiró la mujer. — En la que clientes importantes te miran y pregunta por ti. Por supuesto, he declinado a cada uno, diciendo que son asquerosos por ver a un cachorro de esa forma, pero, ahora que eres mayor, me veo en la necesidad de seguir mi juramento y preguntarte, dejando que tú decidas esto.
— ¿Decidir qué?
— Hay una omega, que no ha dejado de insistir cada año contigo. Le interesas, y le gustaría pasar la noche a tu lado. — dijo la mujer mirándolo. — Esta dispuesta a pagar una enorme cantidad de dinero por una noche contigo.
— ... Pero... pero yo soy virgen, yo no podría complacer a alguien como...
— En realidad, eso le interesa más. — dijo Afrodita. — Ser la primera omega que toques, quiere tomar eso de ti.
— Ah... — el albino de pronto se sintió incómodo en su silla.
— No quiero que te sientas obligado, siempre puedo decirle que no, nada cambiará y me aseguraré que ni siquiera se acerque a ti, pero necesito que tú lo decidas, al final es tu vida Hades, y no quiero sobreprotegerte y tomar decisiones por ti.
— ... ¿Cuánto está ofreciendo?
— Hades...
— Ymir enfermó hace poco, necesito comprar supresores para Adamas, Poseidón quiere estudiar y Zeus necesita una mejor vida, ¿Cuánto está pagando por mí?
— Sabes que tú y tus hermanos como la encantadora Ymir y sus hijos pueden venir a vivir conmigo, me encantaría tenerlos aquí.
— ¿Cuánto vale mi cabeza? Eso es lo que te pregunté.
— ...
— ...
— ¿Y bien?
— Está ofreciendo $60,000. — dijo la mujer. — Seguro puedo hacer que ese dinero se aumente si sigo diciendo que es muy poco.
— Lo haré. — sentenció el albino.
— Hades, quiero que realmente entiendas a que le estás diciendo que sí.
— Se a qué le estoy diciendo que sí. — respondió el albino. — Sé que voy a tener que entrar a una de tus habitaciones, sé que voy a tener que desnudarme y a estar entre sus piernas por unas horas y ya. No le veo lo difícil.
— No se escucha difícil, Hades. — dijo la omega. — La carga emocional es difícil, y no te estás dando cuenta de ello.
— Necesito el dinero.
— Puedes conseguirlo de otra forma, ya te dije que voy a meterte a Imperium, podrás ganar más dinero de mesero allí dentro, tranquilo.
— Cada día mi deuda aumenta.
— Tu deuda no vale la pena para que te dejes humillar así.
— No es humillante este trabajo, Afrodita.
— No es lo que quiero decir Hades, es que no sabes lo que es vivirlo. — dijo la mujer. — No quiero que vivas eso. Te daré el dinero yo, te aumentaré el sueldo.
— Afrodita, solo dime que debo hacer...
Tal vez debió escuchar a la mujer, pero realmente no quiso.
Igual cuando se le dio la suite presidencial y todos los alfas, tanto mujeres como hombres le miraban como si quisieran dar el pésame, algunos incluso diciéndole que puede aún huir de eso, y lo ayudarían, pero no lo hizo. Al final habían $90,000 en juego, y era algo que quería. Se había bañado muy bien, se había puesto la ropa que la omega mandó para él, y ahora estaba allí, sentado en una esquina de la cama, nervioso, porque claro que sentía sus manos temblar y sus piernas inquietas. Además, que sentía que podía escuchar su corazón, y ahora solo podía juguetear un poco con sus dedos en lo que la omega llegaba.
Hasta que lo hizo.
La vio entrar.
Era una mujer elegante, eso fue lo primero que notó, tal vez de unos 50 años, 55 años, era mayor, lo sabía. Lucía bien conservada, en el afán de que podías notar su edad, pero no lucía senil. La mujer le miró, mientras retiraba su bufanda y abrigo, colgándolos en el perchero, y se sintió incómodo de golpe. Además, las feromonas que olía no le gustaban, el aroma a limón no le gustaba.
— ¿Eres Hades, cierto?
— Si. — contestó el albino.
— Es un nombre interesante, ¿eres griego? — comentó la mujer sentándose en una silla, que estaba al lado de la cama, una hermosa silla antigua.
— Lo soy. — comentó el albino, mirando como la mujer soltó una sonrisa suave.
— Eso me gustó de ti. — dijo. — Mi amante favorito era griego, así que cuando te vi, simplemente lo supe. Eras demasiado lindo como para no tenerte, aunque sea una vez.
— ... No sé cómo responder a eso. — dijo el enigma sintiendo ganas de llorar, aunque no sabía porqué. Realmente la mujer no le había hecho nada aún, ni siquiera le había dado la mano, nada.
— No tienes que responder, no estoy pagando para que charlemos, pero, quería ver que tan inocente eras realmente, y con tu lenguaje corporal, y tu voz puedo ver que no es mentira lo que intuí, si eres un chico joven y virgen. Creo que he comprado algo muy valioso esta noche. — suspiró la mujer. — Bueno, probablemente después de esta noche no volvamos a vernos nunca más, ¿por qué no empezamos?
— ... am... yo...
— Puedes llamarme aquí, Lisa. — dijo la mujer. — No es mi verdadero nombre, pero no es algo que te deba importar a ti, ni a mí. Así que está bien así.
— Lisa, yo realmente no sé qué hacer. — dijo el albino.
— Comencemos con lo básico. — comentó la mujer. — Desnúdate para mí.
Mordió sus mejillas por dentro cuando comenzó a desnudarse.
Después de eso, se sintió como ajeno a lo que pasaba, a lo que le pedían que hiciera. Realmente se sintió ajeno a todo lo que ocurrió. Por un momento pensó que sí logró tener una erección era porque lo disfrutaba, ¿eso era no? Pero no, al menos Patty le había dicho que es natural, es un reflejo natural si te estimulan, no quiere decir que es algo que quieras o disfrutes. Entonces, que se sintiera ajeno a todo lo que pasó en esa cama era al parecer natural.
Se sintió aún más cuando todo acabó.
Lisa no dijo nada, solo se duchó, se despidió, y tomó sus cosas para irse. Él solo se quedó sentado en la cama, con las sabanas cubriendo su completa desnudez. Para acabar por levantarse y caminar con una toalla a la ducha. Cuando era niño había leído historias de romance, se había emocionado con los roces de manos, con los besos, incluso se había puesto muy rojo cuando leyó un momento intimo por primera vez. Los autores reflejaban tantos sentimientos en esas pequeñas acciones, que una parte de él se llenó de anhelo, de querer eso, de pensar que en el momento que dejará que una persona lo tocara, era porque él también deseaba tocarlo. Que sentiría como fuegos artificiales el roce de sus manos, que sentiría fuego con el roce de sus labios, todo eso, pero no, no sintió nada de eso.
Acabó por abrir los ojos de golpe.
De vuelta a su realidad.
En esa enorme cama, de ese hermoso cuarto, donde escuchaba una muy muy tenue respiración a su lado, y al voltear vio a su omega descansar pegado a él, con una mano tocándole el pecho y la otra protegiendo su vientre ya notable y abultado, solo de verlo sintió que había sido bendecido de pronto por los dioses, sintió en su estómago cosquillas y su corazón latir como loco solo de ver al dulce chino que descansaba a su lado.
No pudo resistirse de besarle la frente, voltear hacia él y estar cerca de su dulce omega que estaba cargando a su cachorro. Solo notaba el hermoso rostro de Qin, en lo largas que son sus pestañas, en lo hermosa que es su piel, en como su cabello ha crecido un poco más largo y luce precioso, en como sus feromonas son el mejor aroma que hay, y en lo hermoso que es cuando duerme. Acarició su cabello, sus mejillas con delicadeza, hasta que vio esos hermosos ojos abrirse y ver el azul más precioso con estrellas que ha visto.
— Hades...
— Buenos días amor, ¿dormiste bien? — dijo el albino, en un susurro, mirando como su dulce Qin tallaba uno de sus ojos.
— Hn... Si. — respondió soltando una sonrisa, pegando su rostro al pecho de su enigma. — Tsk...
— ¿Qué pasa?
— Me duele el pecho.
— Oh, mi bebé necesita ayuda. — sonrió el albino, acomodando al chino.
Y es que aun sentía esa sensación de nerviosismo cuando tocaba a su hermoso omega, el cómo lo acomodaba en su regazo mirándolo, en como lo tenía tan cerca, solo sentía sus mejillas colorarse de tener a tan perfecta persona a su lado, que lo podría destruir tan fácil, y él aun iría arrastrándose hacia él sin problemas.
Sintió su corazón casi salirse de su pecho cuando el omega con delicadeza desabotonó su pijama, lucía tan dulce y hermoso como se desnudaba con tranquilidad, dejándola caer, para que el albino notara su pecho hinchado. Qin había dormido sin su sostén protector, porque odia dormir con él, pero eso hace que en las mañanas sienta molestia en su pecho, como ahora, que sus pezones estaban enrojecidos, y se notaba más por lo blanca que es su piel.
Sintió las manos de su omega acariciarle las mejillas y acercarlo a su pecho, para que lo tocara. Así que deslizó su lengua en un pezón escuchando el leve gemido de su omega, y con sus manos comenzó a masajearle los pectorales, recibiendo cada gota de leche que salía, sintiendo una erección crecer bajo sus pantalones, pero era imposible no excitarse con la belleza de Qin, con todo lo que es él.
Cuando menos lo supo ya se encontraba entre sus piernas, sintiéndose en la novena nube del paraíso con cada embestida que daba y escuchaba los fuertes gemidos de su pareja. Recorría con sus labios tan hermosa piel, se aseguraba de que estuvieran en una posición cómoda para su embarazo y se aseguraba en no ser nada rudo o podría lastimar a su omega. Pero, en el momento que Qin hizo que se tomaran de las manos, mientras lo miraba entre gemidos, y lo miraba con tanto amor, sintió que podía desfallecer en ese momento.
Por un momento se preguntó si para Qin había sido diferente, si realmente la primera vez que hizo esto había sido alguien que lo amara. No era idiota, nunca pediría ser el primero a nadie, pero, se preguntaba si Qin había sido feliz, esperaba que si, Qin solo podía ser tratado con amor, solo podía ser tocado con amor, así que esperaba que lo hayan tratado como tal en todas sus experiencias, y que ahora, que lo han elegido a él, sea él quien le pueda dar todo el amor que alguien como su omega merece.
Cuando terminaron, no pudo evitar llenarlo de mimos, y cargarlo a la ducha, porque sabía que su omega se pondría gruñón apenas recuperara la conciencia, así que después de un baño para dejarlo limpio, acabó por vestirlo y recostarlo en uno de sus nidos de la habitación, donde rápido el omega acabó por dormirse de nuevo, en lo que limpiaba su habitación. Cambiaba las sabanas y cobijas, llevándose el aroma a sexo, feromonas y leche de allí, para un nuevo conjunto limpio, el cuál lleno solo de sus feromonas, y se disponía a limpiar lo demás.
Simplemente estar con Qin hacia que nada doliera, ni la espalda, ni sus rodillas, ni sus sentimientos, se sentía perfecto estando así.
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Ha decir verdad amaba esto.
Amaba estar caminando por las calles de mano de su enorme alfa. Más cuando está usando esos pantalones ajustados y esa playera ligera y con escote en la espalda mientras usa sus lentes de sol y nota su impresionante figura en el reflejo de las ventanas. Si, era hermoso, él lo sabía, no había algo más hermoso que Apolo Olympus.
Además, estaba en una cita, tenía que lucir bien. Y es que había hablado con Leónidas, y él dijo que pronto deberían de mudarse, no podían vivir siempre en la Mojo Dojo, así que el mayor lo invitó a mudarse con él, a su mansión. El pelirosa por supuesto que aceptó, y cuando lo llevó a conocer su mansión se fascinó, era enorme, con vistas perfectas y un toque vintage que le gustaba. Además, conoció al personal, y no era por presumir, pero se hizo amigo de ellos bastante rápido.
Solo había un problema.
— Creo que deberíamos redecorar algunos puntos. — dijo Apolo mirando la sala principal, para después sentirse algo tenso. — No quiero que pienses que estoy, o sea, no quiero que creas que quiero cambiar tu casa y que, como decirlo...
— ¿Qué te gustaría? — preguntó Leónidas extrañado de su reacción. — Esta será tu casa igual, así que me gustaría que te sintieras cómodo. Si quieres cambiar algunas cosas está bien.
— ... ¿En serio no te importa?
— Apolo, cuando dije que quiero vivir contigo, no significa que todo es a mi manera. — comentó el mayor recargándose en la pared. — Quiero decir, se supone que no solo vamos a vivir bajo un mismo techo, también vamos a compartir muchas cosas, por ende, el hogar al que llegas después del trabajo, tiene que darte la misma tranquilidad que me da a mí. Quiero que esta sea tu casa, y que te sientas cómodo en ella. Es la casa de ambos, no solo mía, si quieres pintar una habitación de rosa y llenarla de cosas doradas y estrafalarias, está bien, incluso podemos hacer una combinación de colores, podría ser una buena mezcla, tu estilo y el mío. ¿Por qué no lo intentamos?
No supo que decir después de eso.
Realmente nadie le había dicho algo así de bonito.
El realmente no había tenido una pareja antes, solo cosas de una noche, pero, era porque, ¿Quién saldría con un prostituto? Nadie, así que no solía salir con nadie, y cuando lo hacía, eran relaciones que solo eran para verse y saciar sus vidas, nada realmente, excepto ahora, que lo estaban tratando tan bien que no sabía cómo sentirse al respecto. Solo se sentía lleno de amor, tanto que a veces lo hacía llorar, así que estaba feliz de que Leónidas lo hubiera aceptado.
Así que ahora cuando salían juntos, a veces veía algo que le gustaba, una vajilla, un electrodoméstico, cortinas, una mesa, cosas simples que solían hacerlo sonreír y cuando menos lo esperaba, poco a poco realmente se sentía como estaba armando un hogar con la persona que quiere.
— No tenías que comprar esa silla por mí. — dijo Apolo de su mano, mientras caminaban por la avenida principal.
— Lucías muy feliz en ella, además que siento que se verá muy bien en la sala que elegiste la semana pasada. — sonrió Leónidas. — Realmente la casa está quedando muy bien.
— ¿Te gusta? — rio Apolo. — Es mi estilo, muy lindo por cierto... además... ¡Oh dios! Mira eso.
No quiso quedarse embobado con un par de pantalones de esa tienda, pero lo hizo, era un hermoso conjunto al verlo de cerca, pero solo ver la tienda, y ver la seguridad que tenía, sabía que ni en sus sueños podría comprar allí, así que pensó, y decidió tomarle una foto. Sabía confeccionar, no como un diseñador, pero si lo suficiente para copiar los modelos hasta dejarlos casi iguales. Pero, su pareja solo rio, tomando su mano y entrando con él a la tienda.
— Leo, ¿qué haces? — dijo Apolo apenado.
— Disculpe. — comentó el alfa cuando una vendedora se acercó. — El conjunto de la ventana. ¿Puede mostrarlo en la talla de él? — culminó señalando a su omega.
— Por supuesto, veo que es alguien alto, pero su cintura es pequeña. — dijo la mujer acercándose con una cinta para tomar bien las medidas del pelirosa. — Bien, por favor, tomen asiento, uno de mis compañeros les traerá algo de beber en lo que traigo su ropa.
— Muchas gracias. — respondió Leónidas sentándose con Apolo.
— Leo, vámonos, no podría pagar esto ni aunque viviera de nuevo.
— Pinkie Pie, relájate, no vas a pagar tú.
— No, no quiero que me compres cosas, o sea, me gusta que me consientan, pero esto es demasiado, basta. La gente va a pensar que si eres mi sugar daddy. — dijo el pelirosa.
— ¿Qué no ya lo era? — dijo el espartano mirándolo.
— Mira señor Esparta Au au au, no estoy para juegos y...
— Es un honor tenerlo aquí señor Leónidas. — dijo el empleado llegando con copas, sirviéndoles bebidas. — Soy un gran admirador, los records que hizo en las olimpiadas son impresionantes.
— Gracias. — sonrió el mayor.
— ¿Podría obtener una foto con usted? — dijo algo tímido.
— Por supuesto.
— Yo la tomo. — dijo Apolo, era algo divertido cuando reconocían a Leónidas, se sentía como una esposa trofeo, y no le desagradaba, le gustaba jugar a que su único trabajo es ser bonito cuando estaba con él. — Que guapos, aquí tienes. — respondió el pelirosa devolviéndole el teléfono.
La verdad no se esperó la atención que le dieron. No solo lo dejaron probarse la ropa, también le recomendaron otras prendas, le dieron zapatos que podrían ir a juego y hasta accesorios. La verdad se sentía como una celebridad, y todos eran muy amables, incluso le recomendaron accesorios para su largo cabello, y en cómo podría resaltar el atuendo. Además, que cuando dijo de broma, "Ahora necesito algo para mi pareja y su amor por las camisas hawaianas".
Los empleados tomaron a Leónidas y comenzaron a darle diferente ropa para probarse, ahora era él al que le estaban diciendo como podía combinar perfectamente con Apolo. Solo pudo sonreír porque Leónidas lucía muy bien con todo lo que le ponían encima, pero, lo que si no esperó, es que alguien sujetara su muñeca y lo tomara de golpe.
— ¿Qué diablos haces tú aquí?
— Suélteme quien es...
Sintió un escalofrió cuando reconoció el rostro del hombre que le sujetaba. Solo podía maldecirse por dentro mientras no sabía que decir. Es que, ¿Cuándo te encuentras a uno de tus ex clientes en la vida real? No es común, no para él, no es como si la elite caminara como siempre por las calles en las que él camina.
— Lárgate de mi tienda, ahora. El simple hecho que alguien como tú este aquí ya es una mala imagen, no puedo dejar que se sepa que una zorra quiere comprar en una de mis sucursales, ni siquiera tienes el dinero para pagar una corbata de aquí, menos un conjunto, lárgate, ahora.
— No hagas un escándalo pito chico, me iré ya. — se quejó el pelirosa aguantándose las ganas de hacer un jodido escándalo.
— Solo vete, ahora. — dijo el hombre.
— Apolo... — sintió sus mejillas enrojecer de golpe cuando Leónidas se acercó a donde estaba. — ¿Está todo bien?
— Leónidas, ¿está él contigo? — dijo el hombre sorprendido. — No puedo creerlo, te están engañando hermano.
— Vámonos Leo. — dijo el pelirosa, tomando la mano del espartano, no quería que ventilaran nada, no quería hablar de porque conocía a ese hombre, nada. — Solo vámonos.
— ¿Hay algún problema de que este conmigo? — dijo de golpe el griego mirando al hombre.
— Sea lo que sea que te dijera, te está engañando, es una puta de la casa de Afrodita. Tal vez Apolo ni siquiera es su nombre y...
La bofetada que le dio el espartano al hombre lo tiró al suelo, y eso que el alfa realmente estaba midiendo su fuerza, dejando a todos en la tienda en shock, hasta al pelirosa.
— No vuelvas a llamar a mi omega de una manera tan denigrante. Si vuelves tan siquiera a dirigirle la palabra de esa forma juro que te arrancaré la cabeza. — dijo el griego, tomando la mano de su omega. — Damas, caballeros, muchas gracias por sus servicios, por ahora me retiro con mi pareja, con permiso. — dijo el espartano hacia los vendedores, para acabar por tomar la bolsa de Apolo y salir con él.
El pelirosa comenzó a lagrimear de coraje mientras caminaban fuera, así que el mayor sin permiso, acabó por cargarlo, sintiendo como su omega se abrazaba a él mientras caminaban de regreso al auto, no porque quisieran irse, sino porque quería que Apolo se tranquilizara primero un poco. Al llegar al estacionamiento, hizo el asiento hacia atrás para tener espacio de tener a su dulce omega en su regazo, escuchándolo sollozar, no de tristeza, era coraje, lo sabía, sabía reconocerlo.
— Apolo...
— Esto va a seguir sucediendo, ¿seguro que quieres estar conmigo?
— Claro, ¿por qué no quisiera? — dijo el mayor.
— Leónidas, por favor, sabes porque...
— ¿Por qué tuviste una vida antes de conocerme? — dijo el espartano. — Apolo, no me interesa.
— Es que...
— ¿Sabes con cuantas personas me he acostado yo antes de conocerte? ¡Con muchas! Más de las que recuerdo seguramente. ¿Eso te hace querer no estar conmigo?
— No... quiero estar contigo.
— Y yo también quiero estar contigo. — dijo el espartano acariciándole las mejillas. — Apolo, no me interesa que hacías antes, se lo que era, dios, si yo fui uno de los que solicitó tus servicios, pero eso es el pasado, ahora solo somos un empresario y un dulce jardinero que es muy diva y luce muy bonito con conjuntos que le quedan muy bien. — rió el mayor. — Solo me importa este Apolo, mi pareja, quien quiere compartir una vida conmigo y que yo estoy deseoso de ello. Y si en un futuro, quieres hablarme de tu vida, porque tú así lo decides, estaré dispuesto a escucharte.
— Si quiero eso. — dijo el griego soltando un sollozo. — Quiero estar contigo, quiero contarte todo, quiero eso.
— Bueno, entonces te escucho siempre que quieras contarme, Apolo. — respondió el mayor besándole las mejillas.
— Ahora solo quiero abrazarte, ¿podemos?
— Claro que sí.
Y así acabaron por estar un rato de esa forma, y es que el alfa estaba ansioso por escuchar al omega, y que pudiera conocerlo aún más, tanto como él conoce su historia. Pero sabía que lo harían con el tiempo, y no presionaría a su omega en absoluto.
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Bien dice la frase, "la curiosidad mató al gato", porque sentía que había desatado algo en él al buscar con deseo algo que había escuchado.
Beelzebub Baal estaba acostumbrado ya a dormir con su pareja, la verdad amaba dormir en la misma cama de Nikola. Ya que no era alguien que roncara o babeara, era más bien un sujeto que dormía a la perfección, y no solo eso, le tranquilizaba sentir sus feromonas en la cama, le daban seguridad. Vivir en su casa era poner trancas y trampas en su puerta para evitar que su hermanastro entrara en las noches, y algunas veces incluso con eso lo hacía, por lo que realmente durante muchos años no descansaba, dormía con todas sus alertas, como si realmente no se sintiera seguro en ningún lado, pero con Nikola, se sentía súper bien, al punto que dormía tanto que se sentía tan descansado al despertar.
Amaba como el alfa lo acercaba a él dándole calor, amaba como le abrazaba, como cuidaba su sueño, amaba todo el cariño que le daba, pero, fue ese maldito comentario lo que lo hizo dudar.
— Beelzebub, ¿tú y Nikola son ya algo formal? — Había preguntado Raiden mientras comía en la barra, junto a Shiva.
— Si, somos pareja, acepté su cortejo. — respondió el omega.
— Oh... ya. — dijo el japonés. — Es raro verlo tan... amoroso.
— ¿De qué hablas? — cuestionó ya curioso el omega.
— Es que, no sé cómo decir esto. — rio Raiden a lo que Shiva sonrió curioso. — Para ser la pareja de Nikola, luces muy bien, generalmente los que se acuestan con él tienen marcas en su cuerpo todo el tiempo.
— ¿Marcas?
— Nikola es muy rudo en el sexo. — rio Raiden. — Está loco, recuerdo que una vez me dijo algo como, "El cerebro sufre tantos estímulos a la vez experimentando placer, es normal que busques diferentes puntos de éxtasis y hacer que tu cuerpo pase por tantas reacciones como electricidad pura, corriendo por tus venas debe ser lo más cercano a estar en el cielo..." Aún me trauma recordarlo.
Escuchó a Raiden relatar que generalmente las parejas de Nikola siempre tenían marcas del alfa, incluso que en Edén era fácil identificar quien se estaba acostando con el científico simplemente por las marcas. Ya fueran cuerdas, azotes, enrojecimientos y hasta moretones, era fácil saber quién había estado con Tesla, pero, lo que más era notable en ellos, era esa marca que Raiden nunca supo cómo lo hacía...
— ¿Has visto las fotografías de las victimas que les cae un rayo encima? Sus cicatrices en la piel literalmente parecen rayos tatuados, bueno, era fácil reconocer a una pareja de Nikola, porque de alguna u otra forma, ellos las tenían. Las marcas duraban tal vez días o semanas en el peor de los casos, pero, cuando un día le pregunté a un omega como diablos Nikola hacía eso, recuerdo que solo sonrió y dijo que eso no podía decirlo, ya que había firmado nunca revelarlo.
Entonces la curiosidad se apoderó más de su mente.
Después de esa plática, con ayuda de Zeus, pudo ir al Edén, o al menos entrar, quería revisar los anuarios para buscar al científico, quería saber más sobre él, y principalmente responderse una pregunta que había estado rebotando en su cabeza.
"¿Por qué Nikola no había sido rudo o más salvaje con él en la cama?"
Pensaba que tal vez era porque no excitaba tanto al científico, o tal vez lo consideraba muy joven, o podría ser porque tener sexo vainilla es algo que él puede darle, ya que no tiene mucha experiencia sexual o sabe cómo desenvolverse en la cama, así que Nikola se conforma, pero, sea como sea, quería investigarlo.
Por lo que pudo ver en las fotos y los escritos, Nikola Tesla era reconocido, pero no por sí solo. En primera fue que era del grupo de Qin Shi Huang. Al parecer ese grupo de amigos se había hecho popular con el paso del tiempo, así que era común verlos como líderes en diferentes clubs. Nikola, como era de esperarse, era miembro del club de ciencia, ingeniería, etc. Pero lo que le llamó la atención fue su participación en el club de literatura. Ese club era diferente a todos los que pertenecía.
Leyó más a fondo de él, y notó que, en realidad, era el único alfa de ese club, todos allí eran omegas a excepción de él, y por lo que podía ver en las fotos, la literatura que leían iba desde la clásica hasta la moderna, nada fuera de lo común de un club así, pero, al mirar con más detenimiento, notó algo en particular, los libros que podías ver detrás de ellos, los que resaltaban en algunas fotos del montón, eran libros eróticos.
No, no solo eso, también había libros psicológicos, había libros de exploración, de diferentes temas fuera de los comunes a las fantasías. Entre más fotos veía, más notaba estas cosas, y más notaba como las expresiones de Nikola fueron cambiando con el pasar de los años. Al inicio la inocencia de un preadolescente feliz de unirse a diferentes clubs, y conforme iba creciendo, poco a poco esa sonrisa que ilumina al mundo también ocultaba una mirada de un depredador. A tal punto que de las ultimas fotos, podía notar lo que había mencionado Raiden.
"Tenían como marcas de rayos en su piel..."
Y es que, alguno de los miembros del club de literatura, en algunas fotos apenas se podían alcanzar a ver esas marcas, una chica la dejó ver en una foto que tomaron en el club, traía una falda y al sentarse, la falda se subió un poco, dejando ver el inicio en su muslo derecho de ello. En otro caso, una foto donde estaban abrazados como club, uno de los chicos traía una camiseta abierta, lo que dejaba ver el inicio de esa marca por el pecho. Así fue notando esas pequeñas marcas hasta que se dio cuenta que al final, de los 15 miembros del club de literatura, todos contaban con esa marca en algún punto conforme pasaban los años.
No supo que sentir o pensar después de descubrir eso. Solo tomó los anuarios y los colocó de nuevo en su lugar, para acabar por salir de Edén y manejar su auto de regreso a la Mojo Dojo. En su mente estaba claro que no era algo que pudiera hablar con Nikola, ¿qué diablos le diría?, "Te estuve investigando y la verdad creo que eres un maniaco sexual." No, ¿con qué cara le diría eso?
Trató de alejar esos pensamientos de su cabeza, culpando a la juventud de Nikola en aquel entonces. El Nikola que estaba con él era una persona adulta, que lo ama, que se interesa por él, que realmente le ha demostrado una y otra vez que no hay nada más precioso para él que su presencia. Pero...
Pero, siempre había un maldito, pero...
Y es que su omega interno se moría por ver la verdadera personalidad del lobo interno de su alfa. Quería apreciar con sus ojos a aquel alfa que dejaba cierta marca imposible de imitar en sus parejas, y que al parecer les hacía firmar cierto contrato de confidencialidad y consentimiento para poder hacer lo que hacía.
Él era igual un científico, claro que algo como esto le daba curiosidad, quería descubrir la verdad, quería saber cómo lo lograba, y quería saber que eran esas marcas y porque según lo relatado por Raiden, parecía que era algo bendito, porque todos disfrutaban de ello.
Así que realmente no lo pensó mucho, salió de la Mojo Dojo con una misión, sabiendo que el científico estaba trabajando en su laboratorio. Hizo las compras correspondientes y después regresó a la casa, se dio una larga ducha, frotando dulces cremas en su piel, dejándola suave y perfecta, para después colocarse una bata encima y dejar todo al destino.
Por su parte, el científico había terminado de hacer las pruebas, se sentía algo solo, dado que Beelzebub no había podido estar con él hoy, suponía que era porque está al pendiente de su nueva empresa, además de que él tenía sus propios proyectos, pero aun así le hubiera gustado haber comido juntos. Solo acabó por recoger los platos de comida que le había llevado Shiva para que no se le olvidara comer, y salió del laboratorio, primero a la cocina para lavarlos, y después llamar a Beelzebub, para saber si estaba libre. Le sorprendió lo rápido que el omega respondió a su llamada, y lo rápido que le dijo que se vieran en su laboratorio, no en el de Tesla, sino el de Beelzebub, y es que sí, cuando se estaba construyendo la celda de Hades, y se hicieron los planos, Beelzebub le pidió a Kojiro si podía diseñarle un pequeño laboratorio a él. No era porque no quisiera trabajar con Nikola, sino, que así podían ser más organizados y que sus ideas no se entorpecieran o dañaran las de Nikola y viceversa, a lo que Kojiro aceptó, haciendo los planos con las necesidades que Beelzebub había dado y cuando se acabó la construcción del lugar de celo de Hades, comenzó la construcción de su laboratorio.
Por lo que el científico después de cortar la llamada, caminó hacia allá, quería ver a su omega, quería abrazarlo, quería darle besos y simplemente sentir las caricias que Beelzebub le da con delicadeza en su cabello, pero cuando llegó, no se encontró absolutamente con nada de eso, solo a su omega, quien lo miraba usando una bata negra, que dejó caer en el momento que el alfa ingresó, dejando ver esa dulce lencería debajo.
La verdad podía sentir el cambio en sus ojos, la mirada hambrienta que tenía al ver esa lencería negra recorriendo la piel pálida de su omega. Esas tiras recorriendo su pecho que dejaban ver sus pezones, esas panties que dejaban poco a la imaginación, cubriendo lo necesario para no mostrar de más, todo lucia perfecto.
— Beel...
— Yo, quiero que dejes de... quiero que dejes de contenerte conmigo y me tomes como realmente deseas tomar a un omega. — dijo el menor con las mejillas sonrojadas.
— Yo ya te tomo como quiero tomar a un omega. — contestó Nikola sin apartar la mirada de él. — Tú y la forma en la que lo hacemos, es lo que quiero con un omega, incluso, es más, es...
— No. — interrumpió el menor. — No es verdad, te contienes. He escuchado de tus otras parejas, de cómo eras con ellos, quiero eso. Quiero que dejes de protegerme, no soy de cristal, quiero complacerte.
— Beel. — dijo el científico frotándose el tabique de la nariz. — No sé qué habrás escuchado, pero, realmente mi vida sexual antes no era...
— Si no te excito lo suficiente solo dilo, haré lo que pidas.
— No es eso bebé, es...
— Dios. — dijo el omega cubriéndose con la bata. — Si no quieres nada, solo dilo. Pero te la pasabas diciendo que querías un omega sumiso y cuando estoy accediendo a ello me rechazas, ¿es porque soy yo? A mí me interesa más un alfa que quiere explorar conmigo que uno que se conforma...
— Es muy diferente la mentalidad que tenía antes a la que tengo ahora, Beel, es que tú...
— Olvídalo, no me interesa. — contestó el pelinegro. — Tengamos sexo aburrido como siempre.
— ... ¿Aburrido? — dijo casi en un susurro el alfa sin poder creer lo que había escuchado.
"No, no es para nada aburrido, yo disfruto mucho como me haces sentir, yo te amo Nikola..." Quería gritar eso, su lobo quería gritar eso, pero sintió mucha culpa de golpe y vergüenza, y la verdad solo quería salir y quitarse esa ridícula ropa lo más rápido posible, pero no pudo, porque el mayor sujetó su brazo. La verdad la mirada esmeralda de Nikola en ese momento le hizo temblar las piernas, en una mezcla muy extraña de miedo y curiosidad, porque, nunca había visto una mirada de psicópata en él, pero la tenía, de golpe, para después alzarle el mentón con suavidad, delineando levemente sus labios.
"Tu maldito novio es un loco de mierda..."
Eso fue lo último que le gritó Satanás la última vez que lo vio. Cuando Nikola fue a presentar sus respetos y permiso de cortejo. La verdad, nunca creía en la palabra de su hermanastro, pero en ese mismo momento, tenía miedo.
— ¿Quieres que te trate como los demás? Está bien, ¿tengo tu consentimiento para ello? — dijo el inventor mirándolo. — Tu total y absoluto consentimiento de todo lo que te haga.
— Eh...
Todo de su cuerpo, desde la punta de su pie hasta su cabello, se encontraban en alerta, mientras su lobo prácticamente le estaba obligando a huir. Pero, era ese maldito, pero, ese "pero" que lo hace quedarse despierto mientras hace experimentos, el que lo hace pasar horas y horas investigando, el que lo mantiene activo, era el maldito, pero de la curiosidad, una enorme curiosidad que ha tenido desde que nació y que lo hace el científico que es hoy en día.
— ...
— ¿Tu silencio es un "sí" o un "no"? — preguntó de nuevo el inventor.
— ¿Me vas a matar acaso?
— Nunca he asesinado a nadie, así que no creo. — respondió el inventor. — Pero bueno, para todo hay una primera vez. Incluso las cosas más sencillas pueden salir mal.
— Niko...
— Pensé que querías que te tratara como todos, lo estoy haciendo, ¿quieres hacerlo o no? ¿No querías que dejara de ser aburrido?
— ...
Prácticamente fue más su orgullo lo que lo motivó a encarar a Nikola, porque si fuera por su lobo, ya estaría ahora mismo refugiándose en el cuarto de Loki, contándole lo que pasó.
— Tienes mi absoluto consentimiento de todo. Y si me matas, me harías un favor, estoy investigando cuanto tiempo puedes morir antes de que te puedan revivir, así que podría sacar datos de esto.
La risa que soltó Nikola lo hizo sentir escalofríos, para después ver como su alfa cerraba bien su bata y lo llevaba con él hacia su laboratorio para meterlo en una de sus salas de prueba, empujándolo en la cama, en lo que el mayor presionaba unos botones en la pared, y comenzaba a salir diferentes artefactos que seguramente oculta. Sintió mucho nerviosismo de golpe, más cuando el mayor aflojó su corbata, mientras veía que sacaba cosa tras cosa.
— Niko...
— Bien lo que te pondré ahora lo llamó un amplificador. — dijo el hombre colocándole en la cabeza a su omega diferentes circuitos, que se conectaban a una especie de audífonos. — Una de las cosas más perfectas del cuerpo humano es el funcionamiento de sus neuronas, como ellas solas crean esa pequeña chispa para trabajar, y como son una maquina perfecta. Y para eso es este amplificador, vamos a hacer esa chispa de cada pensamiento que tienes una realidad.
— ¿Eh?
— Voy a convertirte en una fuente de energía Beelzebub. — sonrió el científico. — Pero no solo eso, también quiero que lo disfrutes.
La verdad no pensó estar de golpe, con diferentes artefactos pegados a su cuerpo. Y es que si, esas cosas se adaptaban a la forma, a sus curvas, a cada pequeño rincón de él como si fueran parte de su cuerpo. Como una segunda piel, alrededor de sus puntos más sensibles, pezones, abdomen, orejas, cuello, muslos, piernas, todo. La verdad el que más lo tenía ansioso era el que estaba alrededor de su miembro.
— La mente cuando siente placer deja una descarga de endorfinas tan grande que hace que uno se sienta en el paraíso, por eso los orgasmos son tan deliciosos, pero, son tan cortos. ¿por qué solo 1 minuto, un minuto y medio máximo de ese éxtasis? ¿Por qué no más? ¿Por qué no la chispa crece a niveles irreparables?
— Niko...
— Entonces pensé, que, si podía alargar esa electricidad en tu cuerpo, puedo alargar el placer al nivel que queramos. Y además de ponerte en el cielo, puedo obtener la energía más pura y potente que existe, la energía que el propio cuerpo humano puede alcanzar a producir.
— Oye...
— La voy a capturar en ese almacenador de allí, y voy a hacer que te sientas como vaca lechera, produciendo y produciendo placer para generar electricidad que me ayudará a mí.
— E—espera yo...
— ¿Tengo tu consentimiento? ¿No es así?
— Lo tienes, pero Niko tengo miedo y...
Realmente no es como si pueda entender lo que pasó después.
De golpe su cuerpo sintió descargas eléctricas que debían prácticamente matarlo, pero, no lo hicieron. Estaban tan bien distribuidas en sus puntos de placer que solo pudo orgasmearse en segundos cuando se activaron. Era como estar en un orgasmo eterno y al mismo tiempo sentir tu cuerpo dejando de ser tuyo, llevándolo a un plano superior de placer. Solo recuerda ver al científico delante de él, observando cada una de sus reacciones, mientras el maldito estaba tomando un whisky divertido de ver su creación funcionar.
Y es que realmente había perdido la noción de todo, del tiempo, de su mera existencia, de todo. Hasta que se apagó, la maldita maquina se apagó, donde se dio cuenta que era un jodido desastre entre fluidos sudor y joder, parecía que se había orinado encima. No, no parecía, realmente lo había hecho. Apenas tenía aliento y solo vio a Nikola quitarse la playera con delicadeza, para después doblarla y dejarla en su silla, haciendo lo mismo con su demás ropa hasta quedar desnudo.
— ¿Qué tal se sintió experimentar el cielo por un tiempo prolongado?
— Jódete... — dijo apenas el omega tratando de formular una oración, pero su mente se sentía tan atontada que solo palabras podían salir.
— No bebé, el que va a salir jodido de aquí eres tú. — dijo el científico colocándose en su cabeza los aparatos. — Veamos cuanto resistes cuando además sea mi propia energía la que te esté jodiendo. Comencemos de nuevo.
— Niko... esper...
La verdad nunca había tenido sexo rudo.
No lo conocía, su primera vez había sido hermosa porque Lilith siempre se preocupó por su bienestar, se preocupaba de sus reacciones, se preocupaba que él se sintiera bien y seguro. Después había llegado Nikola, que dios, que bueno era en la cama, le cumplía cada capricho, lo hacia orgasmearse en exceso, lo hacía sentir amado, con Nikola se sentía tan amado, se preocupaba por él, se interesaba en sus reacciones, buscaba satisfacerlo siempre, se sentía esa unión. Pero él lo había arruinado, porque sabía que había puesto a Nikola en una cuerda floja, donde su alfa una vez más estaba dándole lo que pedía, pero, no estaba seguro que le gustara.
Fue mera curiosidad.
Se sentía como una prostituta barata la verdad, no simplemente fue cuando apretó su cuello y lo comenzaba a sofocar para aumentar el orgasmo, o como lo amarró y activo de nuevo esa cosa para hacerlo perder la cabeza, o tal vez fueron las bofetadas mientras lo veía reaccionar al dolor y al placer, que se diga del uso de las fustas, o de verlo hacer lo que quisiera con su cuerpo.
No supo en que momento había comenzado el BDSM ni en que momento acabaría, se sentía extremadamente estimulado, que tener orgasmos secos sin poder correrse más le provocó placer y dolor al mismo tiempo. Tener al científico embistiendo con tanta fuerza, ser una muñeca de trapo, no, incluso a las muñecas las cuidas para que no se dañen, Nikola lo estaba tratando como basura, como una rata de laboratorio que su único propósito es recibir sea lo que sea sin importar si eso lo va a matar o no.
— No te duermas Beel, aun no te destruyo como quiero. — dijo el científico sosteniéndole de las mejillas, dándole tremenda bofetada para que reaccionara. — Mucho mejor, ya tus ojos vuelven a enfocarme. He pensado que una doble penetración suena bien, pero, ¿sabes que suena mejor? Una triple.
No supo en que momento, la verdad, pero, por la reacción de Nikola, supo que estaba llorando, no de placer, no de la mezcla de dolor y placer, realmente estaba llorando. Lo supo por lo rápido en la que el alfa reaccionó, retirándole todo, y acurrucándolo en sus brazos para besarle dulce la frente, protegiéndolo de todo. A lo que el omega acabó por aferrarse a él, comenzando a sollozar, y quedarse así un rato.
— Lo siento, lo siento mucho, perdón Beel, lo siento. — dijo el inventor comenzando a lagrimear, cosa rara en él, porque sabe cómo controlar sus emociones. — Dios, lo lamento, yo... pensé que esto es lo que querías, quería seguir con... dios, lo siento tanto debí parar apenas...
— No es tu culpa. — dijo el omega, mirando los ojos de su alfa. — Yo te pedí que me trataras así, tú solo estabas complaciéndome.
— Aun así, no debí...
— Pensaba que querías a tus ex amantes más porque... podían ver... este lado de ti y yo no....
— ¡No! — respondió rápido el alfa. — Realmente a mis ex parejas nunca las amé, solo eran como una rata de laboratorio, ¿sabes? Cuando era más joven y construí todo esto, fue por mero ocio y buscaba gente dispuesta a vivirlo, los trataba como simple basura porque quería ver hasta qué punto me dejaban denigrarlos y hasta qué punto yo me hartaría de esto. Y la verdad si me harté, me harté de eso, de ver el placer vivir sin nada más que ser una reacción. Pero cuando te conocí a ti, cuando te vi, sentí una descarga de electricidad recorriendo todo mi cuerpo, dios Beel me dabas sensaciones mejores que lo que pueden lograr esta máquina solo con sonreírme. Todo de ti me da más satisfacción que cualquiera de mis parejas anteriores, que cualquier máquina, que cualquier experimento, Beel, si pudiera describirte, eres... eres para mí como una luz perpetua que me abraza desde siempre.
— Niko...
— Y mira lo que estoy haciendo con mi hermosa luz. — dijo el científico acariciándole las mejillas, sin poder contener sus lágrimas. — Tenía tanta rabia de que pensaras que ellos se comparan contigo, de que no podía satisfacerte, de que buscarías a alguien más... debí detener esto, tu cuerpo no puede ser usado, soy un... soy como...
— No, no eres como él. — respondió rápido el omega, limpiando las lágrimas de su alfa. — Nunca hiciste algo que yo dijera que no quería, no te atrevas a rebajar a mi alfa a su nivel.
— Pero...
— Lo lamento, Niko, yo te amo, realmente te amo. — dijo el omega sin poder parar sus lágrimas. — Solo quiero conocerte tanto como todos, y quiero estar contigo siempre.
— Beel, yo quiero lo mismo. — dijo el inventor besándole las mejillas. — Solo tú Beel, en todas las posibilidades que hay, en todo el universo, solo tú eres la única persona que me hace ver la luz verdadera de un futuro en mí, y en mi vida.
Realmente no dijeron mucho después de eso.
Porque el alfa recostó con delicadeza a su omega en la cama. En la suya, en la de ellos, volviendo a su habitación para llenar de besos cada parte del cuerpo de su omega, escuchándolo soltar dulces jadeos y gemidos ahogados, y no solo eso, la manera en la que ambos se tomaron las manos, mientras el alfa con delicadeza, como si su cuerpo estuviera hecho a la perfección para el hermoso omega debajo de él, se deslizó dentro escuchando ese suave gemido de su dulce Beelzebub.
En ese momento, ambos entendieron lo que estaban buscando, entre besos y jadeos, entre miradas y caricias, que la luz que revolucionará el mundo, y la salida que dará paso a la evolución estaba frente a sus ojos, lo que tanto buscaban, vivo, justo frente a ellos al mirarse. A tal punto, que cuando los colmillos del alfa salieron, lamiendo sobre la glándula y clavándose con fuerza en su omega para marcarlo fue como algo natural, al igual que la respuesta del omega, al morder a su alfa y enlazarlo con él por siempre.
Solo ellos, como debe ser, como debió ser siempre.
— Hn...
A la mañana siguiente fue curiosamente un rayo de luz lo que despertó al científico, mirando su habitación y rápidamente sintiendo a su dulce omega en sus brazos. Notó que llevaba su marca, pero igualmente notó los moretones en su dulce omega que se sintió horrible, así que, por instinto, repartió besos en su dulce cuerpo, despertando a un semi atontado Beelzebub, quien estaba sufriendo los estragos de la marca y un cuerpo muy adolorido.
— Alfa...
— Estoy aquí, tranquilo, tu marca está cicatrizando bien. — dijo el inventor, abrazando a su omega. — Y...
Al momento que notó esa marca de rayo en Beelzebub, justo en su espalda, sonrió un poco al ver lo bonita que se veía en el cuerpo de su omega, en como la luz parece como tinta blanca debajo de su piel, solo pudo acariciar por encima para después repartirle más besos, mimando a su omega que soltaba suaves sonidos, pegándose a él, buscando su aroma.
— Y me tienes encantado, Beel, mi Beel...
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Se habían encontrado por casualidad en el comedor.
Hades Olympus había bajado por un vaso de agua y se encontró a su hermano tomando un jugo. Se saludaron con la mirada sin decir mucho, para después sonreír entre ellos, más cuando ambos tenían marcas de sus omegas en el cuello y sus espaldas. Y esto lo pudieron notar al no traer ninguno de los dos playeras encima, solo el pantalón de su pijama.
— ¿También le das la playera para que duerma? — preguntó Poseidón.
— Me la exige así que ya simplemente se la dejo. — rio Hades. — Bueno, tengo que volver, esto solo fue una escapada rápida.
— Entiendo... Hades. — dijo el rubio deteniendo a su hermano. — Oye... am...
— ¿Pasa algo Poseí? — comentó rápido el mayor. — ¿Kojiro está bien?
— Si, él está perfecto y los bebés también, solo que... ah...
— Dime. — dijo el enigma tomando asiento con él. — ¿Necesitas que escuche algo?
— Si.
— ¿Te involucra? — preguntó el mayor genuinamente preocupado.
— No, es, es más sobre nuestros omegas. — dijo el rubio frotando su rostro. — Cuando viaje a Japón...
— ¿Cuándo viajaste a Japón? — comentó Hades confundido — ¿Te fuiste del país sin decirme?
— ¿Cómo querías que te dijera? Estabas muy ocupado embarazando a tu omega en tu Rut. — se quejó el rubio. — Pero esa es historia de otra ocasión, solo déjame contarte lo importante.
— No tienes idea de cuánto quiero castigarte ahora mismo, pero está bien, habla. — dijo el albino mirando a su hermano.
— Cuando estuve allá, el padre de Kojiro me entregó ciertas cosas. — dijo el rubio. — Cartas, videos, cosas importantes que dejó el padre alfa de mi Koji a Qin y a él.
— Oh dios... hablas de ¿Satoru Sasaki?
— ¿Sabías de él?
— Qin me ha hablado de él, así que sí. — dijo el albino. — ¿Cuál es el problema con ello?
— No quiero darles nada, a ninguno de los dos, en especial a Kojiro.
— ¿Qué? Pero Poseidón eso...
— No quiero darlo hasta que nazcan los bebés. — dijo el rubio. — Esto les provocará enojo, estrés, muchas emociones que no se tu omega, pero a mí su médico me sentenció a que no puede sufrir de nuevo una emoción fuerte como esa, un ataque de pánico, nada. No puedo llegar con Kojiro y decirle, "Oh mira, las cartas de tu padre muerto demostrando que si te amaba más de lo que pensabas, y tu madre fue un verdadero hijo de puta por ocultártelo." Va a querer tomar un avión para ir a matar a Yoshiro.
— Entiendo. — dijo Hades frotando su rostro. — Estoy seguro que Qin le daría el avión para él ir también a matarlo.
— Si, es por ello que no le dije a Kojiro que eran esas cosas, le dije que eran cosas que me dio a mí, y Koji con el embarazo duerme mucho y le interesan otras cosas así que ni preguntó a fondo. Así que he ocultado todo eso, para darlo cuando los bebés estén aquí. — mencionó el rubio. — No quiero verlo en una cama de hospital de nuevo.
— Lo sé, tranquilo... te ayudaré, mantendré eso en secreto hasta que ambos puedan recibir la noticia.
— Bien. — dijo Poseidón. — Gracias Hades...
Y es que para ambos hermanos Olympus, lo único que importaba en esos momentos era la seguridad y bienestar de sus omegas por completo. Más cuando había muchas cosas que aún le faltaban por vivir a ambos padres primerizos.
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¡Y se acabó!
Me divertí mucho escribiendo la parte de Tezca, igual tal vez meta otros extractos así, o meta algo divertido como pidiéndole ayuda a Hades.
Nikola no es solo abierto al sexo como en Checkmate, que le interesaban muchas cosas, aquí lo quise hacer más loquito y que tratara a sus ex parejas literal como ratas de laboratorio hasta que llegó Beel. De la que se salvó Kojiro, pero, igual pensándolo, Kojiro igual vivió mucha experiencia para hacerlo inmune a sus ideas, así que creo que no la hubiera sufrido tanto jaja okya. Nikola en si no es que ame el sexo, es que le parece genial lo que puedes sentir con él, por eso lo investiga, le interesa la chispa de neuronas, la forma en la que el cuerpo te lleva a un plano único. Y pues, por eso su invento.
Ya quiero que nazcan los bebés, me dan ganas de hacer flashforward y hacer que nazcan alv. ¿Hay algo que quieren ver de ellos embarazados?
¡Saluditos!
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