✨ Capítulo -21- ✨


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"El sexo entre los alfas y omegas es un sexo muy primitivo, entre más dominantes sean, quiere decir que más se pueden perder en sus instintos de lobos. Ese lado puede tomar el control en su accionar..."

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Solo había corrido con esa película.

Estaba un momento riendo con Kojiro, mientras Grigori le había invitado un helado, aun tratándolo como si fuera de nuevo ese niño de 10 años escondido detrás de las piernas del japonés. Sentía algo de envidia, Kojiro tenía 25 años, era jodidamente hermoso, con ese cabello largo y rebelde, con esos ojos amables y color caramelo, su piel morena que brillaba con el sol y ese cuerpo de omega perfecto, además que era alto para un omega, cosa que lo hacía sentir envidia.

Kojiro estaba cursando su segunda maestría, por eso estaba en el Edén solo para presentar algunos exámenes, donde se habían topado con Grigori quien igual estaba en Edén para saludar a Adam, y ambos habían decidido darle una visita. Se sintió feliz cuando vio la enorme sonrisa del japonés, prácticamente saltó a sus brazos llenándolo de besos, feliz de verlo mientras Kojiro hacia lo mismo.

Pero.

Igual notó algo más, notó ciertas marcas enrojecidas en el cuello del japonés, recientes, al igual que notó ciertas marcas extrañas en los brazos de Kojiro cuando se remangó las mangas para lavarse las manos, y notó marcas de cuerdas en ellas. Además, también estaba la forma en la que Grigori le hablaba que se le hizo extraño, en como parecía hacerle burla con algo entre palabras, o en como Grigori le acariciaba la cintura y Kojiro le seguía el juego pegándose a él.

— ¿Son novios? — preguntó inocente el chino, mirando a los dos jóvenes adultos frente a él.

Claro que no se esperó la carcajada de ambos, mientras parecían reír como si hubiera dicho el chiste más grande de la historia, haciendo que hiciera un puchero enorme, no le gustaba que se rieran de las cosas que decía. Pero Kojiro acarició su cabello revolviéndolo, para limpiar esa pequeña lágrima que había escapado de su ojo izquierdo, mientras recobraba el aliento.

— Dios, primero se cae el mundo antes de ser la pareja de este sujeto. — dijo el japonés. — ¿Te parece que somos pareja?

— Bueno, están muy juntos, y se tocan, y tú tienes una marca en el cuello. — dijo rápido el chino.

— Eso yo no se lo hice, ni esa marca ni las otras. — rio Grigori, ganándose un codazo por parte de Kojiro. — ¡Auch!

— Son solo...

— Tuviste sexo. — dijo Qin mirando el rostro del japonés. — Lo sé, no soy un bebé.

— Pero sigues siendo un bebé. — rio Grigori. — Ante nuestros ojos seguirás siendo un bebé.

— ¡Qué no lo soy! — se quejó el chino, aunque para el ruso fue gracioso que acabó abrazado de Kojiro mientras se quejaba, como un pequeño gatito buscando protección.

— Lo eres, aun hueles a bebé. — dijo Grigori.

— ¡Qué no! — gritó Qin.

— Ya basta, cálmense. Mejor dime, ¿me trajiste regalos de Rusia? — sonrió Kojiro, interviniendo en la pelea de esos dos, dándole besos en la frente a Qin para relajarlo.

Y es que el chino odiaba no poder tener la edad que tenía Kojiro. Él quería salir con él, ir a esas fiestas, conocer a todas esas personas y tal vez, él también tener alguno que otro beso en su cuello. Se imaginaba que sería más alto seguramente, y sería un omega hermoso y poderoso, además que se imaginaba como sería su alfa.

"Seguro sería alto, guapo, cabello negro como el de Kojiro, con ojos profundos y directos como los de Leónidas, con una sonrisa que ilumine como la de Nikola, y con un sentido del humor como el de Grigori" Si, tomando cosas de las personas que ama, por supuesto harían al alfa ideal, solo podía imaginarlo, seguramente allá afuera había alguien ya esperando por él.

Se quedó allí con ellos viendo como Kojiro recibía regalos de Grigori, como un lindo sombrero, bufandas, y después sonrió cuando Grigori le dio un regalo a él. Le gustaron sus guantes, los usaría en invierno, le gustó que hubiera un pequeño dragón bordado en ellos, pero, también se percató, que en su bolsa había una bolsa más pequeña, seguramente Grigori al guardar los regalos, dejó esa bolsa por accidente allí, ya que no parecía un regalo, sino algo que compró después.

Acabó por curiosear antes de decirle al ruso, y cuando vio que se trataba de una película, y al ver la carátula, acabó por sonrojarse, y levantarse rápidamente de allí.

— Recordé que tengo que entregar un proyecto, los veo luego. — dijo rápido el chino.

— Te llevaremos a cenar, así que procura estar libre a las 7. — dijo rápido Kojiro.

— ¡Lo prometo! ¡Los amo! — gritó Qin saliendo.

Corrió sin detenerse hasta llegar a su habitación, donde acabó por encerrarse y jadear en lo que dejaba el regalo de lado y tenía esa película en sus manos. Se sentía algo estúpido, no era como si no pudiera conseguir pornografía de otra forma, pero, le había gustado el alfa de la portada y se dejó llevar por sus hormonas en ese momento. Solo podía ver esa portada donde si, el omega captaba toda la pantalla, pero, era la mirada feroz del alfa lo que le había llamado la atención.

— Wow...

Y es que era intensa y penetrante, que viéndolo lo hacía temblar, le hacía imaginar diferentes cosas, las cuales estaban comenzando a humedecer sus interiores. Sí, a decir verdad, amaba ser omega dominante, lo amaba, porque era él más fuerte de todos, pero, a decir verdad, se había convertido en una especie de fetiche, el ver a alguien más dominante que él, que lo pudiera someter, incluso si ese alguien solo existía en su imaginación, le encantaría ver una mirada tan intensa sobre él y ser tomado y dominado por un alfa más fuerte.

— No existes, pero soñar no cuesta nada. — dijo al aire sonriente.

No costaba nada.

Claro que no.

Entonces acabó por abrir sus ojos, recordando su realidad.

Sentía su mente atontada, y dolor en su vientre, además que las piernas entumecidas, y joder que le ardía el ano, era vergonzoso decirlo, pero lo hacía. ¿Dónde estaba? ¿Estaba soñando? Hace mucho que no recordaba su época de Edén así que posiblemente se había dormido y.... Y entonces escuchó un jadeo, que lo hizo al fin darse cuenta de su entorno. Había algo pesado encima de él, y cuando lo vio, se tensó un poco, porque los gruñidos y los jadeos los reconocía, pero como intimidaban esos enormes colmillos tan cerca de su cuello, y esa mirada tan intensa color violeta.

Oh, era verdad, se había desmayado, y sintiendo su cuerpo, estaba siendo anudado por Hades, quien procuraba no moverse tanto en lo que se realizaba el trabajo. Lamentablemente él se movió, provocándole dolor tanto a él como al enigma donde ambos se gruñeron entre sí. A veces tenía consciencia a veces solo se dejaba llevar por su instinto, lo que si quería en ese momento era un poco de agua, pero no podía hacer nada hasta que ese maldito nudo bajara. Acabó por mirar el rostro de su enigma, ver esa boca con rastros de sangre, ver esos ojos animales, ese cabello alborotado y esos enormes dientes como los de un lobo relucir. Miró un poco sus hombros, lo enormes que eran, lo enorme que era Hades en ese momento, lo fuerte que lucía. Tezcatlipoca tenía razón, Hades dejaría de ser un cachorro de enigma, y ahora ya era uno maduro, uno que lo había ya anudado como 7 veces, y que seguramente ya lo tenía preñado, bueno, al menos una cosa que quería lo había conseguido.

— Hades... — dijo, recibiendo un gruñido de respuesta. — Hn... Agua, quiero agua...

El enigma soltó un leve quejido, hundiendo su rostro en el cuello del chino, aspirando su aroma, comenzando a dar lamidas en aquellas mordidas que había sufrido la piel de su hermoso omega, y es que el cuerpo del chino no solo estaba lleno de besos o marcas de manos, estaba lleno de rasguños, de mordidas, de golpes. Cuando salieran de allí el chino parecería que acababa de recibir una paliza.

Y bueno, no puede decir que no se lo advirtieron.

"Qin, tengo que ser honesto contigo. — había dicho el enorme moreno mexicano. — El Rut de un enigma no es lindo. No te va a tratar con amor, no vas a disfrutarlo como piensas. Vas a recibir una paliza. Más porque será la primera vez que Hades tenga un celo con alguien, seguramente con el tiempo se aprenderá a controlar como yo, pero, esto realmente puede dañarte."

Había sido algo terco, y decidió hacerlo, porque quería estar con ese enigma en esos momentos.

Así que en el momento que quedaron encerrados en esa habitación, recordaba haberse sentado a su lado, mientras el enigma se quitaba su saco, ya que comenzaba a sentir calor. Recuerda besar su frente, y caminar hacia la mesa de la habitación, abriendo la maleta allí, encontrando lubricantes, los que había comprado con anticipación, al igual que vendas, desinfectante, cambios de ropa interior, también había ropa para ellos entre otras cosas. También miró la hielera llena de botellas de agua, bebidas tipo suplemento alimenticio, y sueros.

Recorrió con su vista la habitación, una jodidamente enorme cama, y en una de las paredes había una especie de mini elevador que suponía que es donde bajarían las comidas. También había una estructura en el techo que creía él, era una especie de jaula que bajaría en caso de emergencia, encerrando a Hades, para poder lograr sacarlo a salvo en caso de que se necesitara.

— Por favor, salte, tengo miedo de lo que vaya a pasar. — dijo el enigma cubriendo su rostro. — Es difícil para mí, nunca recuerdo mucho de lo que pasa en mis Rut.

— Pero yo si lo recordaré. — dijo Qin acercándose a su enigma, sentándose en su regazo. — Amor, sea hoy, o sea en tu próximo Rut, será lo mismo, tendré que pasar por esto alguna vez.

— No en una fecha tan importante como nuestro compromiso. — se quejó el albino.

— Que mejor que en una fecha así. — sonrió el chino acariciándole las mejillas. — De todos modos, estaba en mi mente quedar preñado hoy, iba a montarte sin parar.

— Bebé...

— No te preocupes, tranquilo, Hades, incluso siendo una bestia, sé que nunca me harías algo que realmente me dañara. — dijo el omega besándole la frente. — Porque me amas demasiado, tu lobo me ama demasiado, no me lastimarían, ni lastimarían al futuro cachorro que pondrás en mi esta noche...

Fue algo diferente lo que vio.

El cómo Hades le besó, y ambos se abrazaron en lo que continuaban ese pequeño ritual de besos y caricias. En un momento tan delicado que solo podía sonreír, al sentir esos suaves roces, al sentir como su ropa poco a poco se iba retirando de su piel, como las manos del albino lo rozaban con tanto cariño, pero al mismo tiempo, notó como el griego comenzaba a sudar más, como se ponía rojo y apretaba las sábanas, como agitaba su cabeza como si quisiera permanecer en control, o como de golpe se escuchaba el crujir de los huesos de Hades, porque su cuerpo crecía, se hacía más grande, y no sabía si encontraba eso fascinante o jodidamente atemorizante, ver como alguien comienza a hacerse enorme de la nada.

Su omega interno se ponía aún más sumiso al oler sus feromonas, lubricando en gran medida, listo para recibir al enigma, pero igual tenía ese cierto miedo, de ser una presa, una que fácilmente Hades podría devorar sin problema. Vio que el albino acabó como último acto de cordura, colocarse un bozal con fuerza en su rostro, apretándolo lo más que podía para evitar que se lo pudiera sacar con facilidad. Y después de eso, fue algo diferente, muy diferente.

Era instintivo, como los gruñidos se hacían presentes, en como su omega no opuso resistencia en absoluto, y apenas lo escuchó gruñir, acabó por alzarle las caderas, abriendo sus piernas, dándole la bienvenida al enigma de tomarlo, soltando chillidos de súplica para que estuviera dentro, y joder que cuando entró, sentía que lo habían apuñalado.

Hades era enorme, eso lo sabía, ya lo había sentido, pero joder ahora parecía salido de una historia de Wattpad, le había dolido incluso al estar lubricado y tener lubricante extra, pero, no importaba, porque su lobo estaba muriendo de placer de ser sometido. De ser tomado por ese enigma y dejarlo tan sumiso que apenas podía decir algo. Se sentía como una muñequita de trapo que Hades usaba a su antojo, ya sea en la posición que fuera, el albino dejaba todo su deseo sexual caer en él, sin parar, sin importarle si era tan elástico, afortunadamente había tomado Ballet gracias a Grigori, así que, si lo era, pero, no sabía que acabaría por romperse primero, si su mente o su cuerpo.

— Hades...

Dijo regresando a su realidad, al sentir al fin el nudo bajar, donde su enigma salió lentamente de su interior, dando lamidas a su cuello, mientras comenzaba a acomodarlo para poder volver a entrar. Pero el chino lo detuvo, sosteniéndole el rostro.

— Agua... tu omega quiere agua... quiere agua y comida... — dijo el chino mirando con ojos llorosos a su enigma. — Por favor...

El enigma se le quedó mirando un rato, oliéndolo y frotando su mejilla con la de Qin. Hades estaba comportándose tan primitivo que en cierta parte le dio ternura, pero necesitaba seguir presionando, estaba deshidratado, y tenía hambre. Tomaría uno de esos suplementos alimenticios igual. Estaba planeando eso, hasta que sintió algo de ardor en su parte baja, su tonto lobo estaba penetrándolo de nuevo, fue allí que sabía que, aunque su omega se mostrara súper sumiso ante él, no podía dejar que Hades hiciera lo que se le diera la gana.

— ¡No! ¡Hades! ¡Chico Malo! ¡No!

Escuchar el gruñido de vuelta de su enigma lo hizo gruñir a él más, acabando por morderlo para alejarlo de entre sus piernas. Era algo gracioso como realmente se estaban comportando como lobos, donde la hembra muerde y ataca al macho cuando este hace algo que no le gusta. Y él no podía ir por su agua, le dolían las piernas así que haría a su enigma ir por ella.

— Agua y comida, quiero eso, dámelo. — dijo el omega firme.

Solo vio a Hades mirarlo para después levantarse, así desnudo como dios griego hasta ese lugar y tomar las bebidas donde afortunadamente había un suplemento alimenticio para dárselo a su omega. Era el maldito día uno, pero haría que ese enigma se comportara y que dejara de ser un animal con él. Su meta era clara, hacer que Hades se controle, y no importaba cuanto le costara, lo lograría.

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La verdad, preferiría estar consintiendo a su omega.

Tomándole fotos en diferentes lugares, comprar sus cosas favoritas, ver como se mide diferentes kimonos, le gustaría estar haciendo todo eso, incluso, preferiría comprar cosas para su futuro cachorro, pero no, ahora mismo Ino estaba conduciendo, mientras él tenía a Kojiro durmiendo entre sus brazos, sintiéndose protegido, encargándose de darle calor, feromonas y asegurarse de que no hubiera nada de presión en su vientre.

Miró por la ventana, realmente Japón era un lugar mágico, eso no podía negarlo. Le gustaría estar allí de vacaciones, pero, tal vez en otra ocasión. Llegó a un punto donde entraron en un bosque, se sintió como esa escena de esa película que vio con Kojiro en el avión. "El viaje de Chihiro", lo recordaba, porque igual estaban cruzando por un túnel que apareció en ese bosque, y él solo pudo pensar un poco, que, si él y Kojiro quedaban atrapados en otro mundo, lo haría feliz.

La luz acabó por deslumbrarlo, y entonces lo que vio a lo lejos, era algo que no pensaba que fuera real. Eso era un jodido castillo japonés, parecía un templo enorme, pero era demasiado grande solo para juzgar por su fachada delantera. Sabía que Kojiro nació entre oro, pero no sabía cuánto. Ahora al saber que el más rico es Qin Shi Huang, no se quería imaginar de qué tamaño era realmente el castillo del chino si la casa de los Sasaki parecía un estado aparte de todo.

— ¿Impresionante, no cree? — dijo Ino. — Generación tras generación de Sasaki han vivido aquí. Todo esto le pertenece al joven Kojiro una vez que Yoshiro se retire.

— No creo que lo quiera. — respondió Poseidón.

— Oh, sí lo quiere, no por su familia, sino, porque aquí pasó momentos con el señor Satoru.

— ... ¿Cómo era él? — preguntó Poseidón, curioso, porque era un tema que, aunque Kojiro lo había mencionado, el japonés no hablaba demasiado de ello.

— Era un sol. — respondió Ino. — Iluminaba cualquier lugar, era como la alegría de los Sasaki. Lo malo es que acabó por extinguirse.

— ... Ya veo. — respondió el rubio mirando el paisaje. — Lo mismo que le hacen a Kojiro se lo hicieron a él.

— El señor Satoru en ciertos aspectos se parece mucho al joven Kojiro. — sonrió Ino. — Era tan amable que la gente no podía evitar amarlo, pero al mismo tiempo, creo que tenía cosas parecidas a usted.

— ¿A mí? — bufó un poco Poseidón. — Yo no soy amable.

— Me refiero a que el señor Satoru y usted, tienen la misma fijación por ver a Kojiro brillar. Claro que, en diferentes aspectos o motivos, pero lo ven con la misma intensidad.

— Oh... — dijo el rubio mirando por la ventana un momento. — ¿Tú crees que le hubiera agradado?

— Yo creo que le hubiera hecho una fiesta solo para conocerlo. — rio Ino. — simplemente por hacer al amo Kojiro feliz.

Acabaron por llegar al enorme hogar de los Sasaki, donde el rubio movió suavemente a su omega, que comenzaba a despertar, lucía tan tierno que el griego no pudo resistirse y darle besos mientras el japonés sonreía abrazándose de él. Hundiendo su rostro en el hueco del cuello y hombro de Poseidón, aspirando sus feromonas.

— Koji, sabes que me encantaría estar aquí abrazados en el auto, pero tenemos que salir. — dijo acariciando su cabellera. — Prometo que después de esto te llevaré a comer tu ramen favorito y descansaremos en el hotel.

— Estás convenciéndome... — sonrió Kojiro para después suspirar. — No sé si quiero entrar, no he estado en ese hogar desde que tenía 16 años.

— Entremos, no estás solo, estoy contigo, no dejaré que nadie te haga daño. — comentó Poseidón. — Estará todo bien si estoy aquí.

El japonés suspiró y asintió, bajando con el rubio. Esta vez sí estaba usando solo su Yukata, ya que Poseidón estaba con él, no necesitaba la sudadera para llenarlo de feromonas. Tragó saliva y sujeto la mano de su alfa quien caminó con él a la entrada, seguidos de Ino que iba a unos 5 pasos por detrás de ellos.

Al llegar a esas enormes puertas, los ojos caramelo del japonés se encontraron con Mei, después de años, la mujer estaba allí, quien le brindó una sonrisa cálida, cosa que el japonés correspondió, y a su lado estaba Yuki, quien dejó escapar un jadeo de sorpresa y felicidad al verlo, ya que parecía que ambos nunca verían de nuevo al japonés tocar esas tierras de nuevo.

— Joven Sasaki. — dijo Yuki mirándolo. — Es... es un honor que este aquí.

— Gracias, am, yo igual me siento feliz de estar aquí. — dijo Kojiro algo nervioso. — Ah, les presento a mi pareja, su nombre es Poseidón Olympus. Poseí, ella es Mei, la jefa de personal de la casa Sasaki, algo así como Hades en la Mojo Dojo. —rio Kojiro haciendo sonreír al rubio. — Y él es Yuki, el asistente de mi padre.

— Un placer. — dijo el rubio, prometió no comportarse mal así que cumpliría con eso.

— Es un placer para nosotros que nos visiten. — comentó Yuki. — Eres muy alto. — sonrió hacia Poseidón.

— Un poco. — respondió el griego, mordiéndose la lengua cuando realmente quería decir, "Es porque todos los japoneses son pequeños, no es que sea tan alto..." pero no lo dijo, eso merecía que Kojiro lo consintiera hoy.

— ¿Vinieron a ver al amo Sasaki? — preguntó la mujer a ambos.

— Si, ¿dónde está? — respondió Kojiro.

— Los guiaremos con él, por favor, síganos.

Después de retirarse los zapatos, acabaron por caminar juntos por los pasillos, donde el rubio sintió un pequeño temblor por parte del japonés, quien se pegaba más a él. Kojiro no se sentía cómodo estando allí, por lo que para el griego era importante que esta visita se acortara y poder irse a uno de los hoteles de Koji en esa ciudad.

Entonces acabaron por entrar en una habitación, después de que los anunciaran. Era una oficina, donde el rubio volvió a ver a ese sujeto. Ese cabello castaño, esos ojos verdes, esa mirada muerta que lo seguía por cada movimiento que daba en esa habitación, pero que después se postró en Kojiro, quien se sujetó fuerte a él.

— Mei, Yuki, por favor, déjenme solos con mi hijo y su pareja. — comentó Yoshiro, haciendo que el personal se retirara. — ¿Puedo saber la razón de visita? Les dije que la boda sería en 4 meses.

— No habrá boda. — comentó Kojiro, nervioso sujetando la mano del rubio. — No pienso casarme solo porque tú lo dices.

El omega mayor suspiró, indicando con su mano que ambos tomaran asiento, cosa que hicieron. A diferencia de Zichu, Yoshiro era demasiado serio, no explotaba de golpe, no reflejaba muchas cosas, parecía cansado de la vida. Poseidón pudo notar, además, que usa bufandas incluso cuando no hace frio, no bufandas de invierno, sino casuales, ocultando su cuello. Eso se le había hecho curioso desde que lo conoció, pero decidió no mencionar nada.

— Pensé que amabas a Poseidón Olympus. — comentó Yoshiro.

— Lo hago, pero no haré algo solo porque tú lo dices, si me caso con Poseidón será porque le pedí casarse conmigo, no porque mi loco padre lo anunció en televisión internacional. Mira, no quiero quitarte tanto el tiempo, vine a decirte eso y a decirte otra cosa. — comentó Kojiro soltando un suspiro.

— ¿Qué cosa?

— Estoy encinta. — soltó el omega.

La mirada del mayor fue de un asombro total, era la primera vez que vio a ese sujeto hacer una expresión fuera de la neutral que siempre tiene. Lucia confundido, pero también preocupado y al mismo tiempo molesto. Él era bueno para leer a las personas, pero con Yoshiro le estaba costando, más porque no entendía esa expresión. Era como si estuviera celoso, pero al mismo tiempo preocupado y enojado, aunque también tenía asombro en su mirada.

— ¿Qué dijiste?

— Que estoy encinta, voy a tener un cachorro de Poseí. — dijo Kojiro. — Aunque ni creas que te dejaré acercarte, solo cumplí con decírtelo.

— ... ¿Estás bromeando?

— No, es verdad. — esta vez fue Poseidón quien contestó. — Estamos esperando a nuestro cachorro. La única razón por la que viajamos aquí, fue para decírtelo y comprar otras cosas, es un viaje corto, quiero llevarme todo lo que necesite mi omega para que su nido este perfecto y pueda seguir cuidando de nuestro bebé.

— ... ¿es de riesgo? — cuestionó Yoshiro, provocando que el rubio se molestara por esa pregunta. — Con tu edad...

— Eso no te incumbe. — respondió Kojiro.

— Entonces lo es, ¿Cuántas probabilidades tienes de morir en el parto, Kojiro? — cuestionó Yoshiro mirando a su hijo.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? — se quejó el japonés. — Tú siempre eres...

— Por tu reacción. Asumo que más del 50%. — suspiró Yoshiro. — No seas idiota y abórtalo antes de que sea demasiado tarde. No solo te matarás, matarás a un cachorro en el proceso. Por dios, si solo Satoru escuchara la estupidez que acabas de decir él...

Antes de que el japonés menor pudiera contestar con el enojo que había acumulado, el rubio acabó por levantarse, y tomar a su omega, para después caminar con él a la salida, no sin antes retirarse su chaqueta, colocándosela encima a Kojiro que lo veía confundido, con ese rostro lleno de lágrimas que no quería dejar salir.

Acabó por besarle la mejilla, escuchando el pequeño chillido de su omega al que no dudo de mimar un poco, tranquilizándolo con sus feromonas.

— Ino... — dijo el rubio a lo que rápidamente el asistente apareció. — Llévate a Koji a comer algo, estaré con ustedes en unos minutos. Le gusta comer esos sándwiches de huevo con carne Teriyaki, ¿podrías hacerle unos?

— Poseí — dijo el japonés confundido. — Yo no quiero dejarte solo con él.

— Solo déjame hablar con él a solas. — comentó el rubio besándole la frente. — Esta todo bien Koji, confía en mí. Ino, por favor...

— Claro que sí, amo Olympus. — dijo el mayordomo, tomando con delicadeza la mano del japonés.

Era la primera vez que le decía "Amo", sintió que se había ganado el respeto de Ino por lo bien que estaba cuidando a Kojiro de no provocarle un momento de estrés. Entonces miró esos ojos caramelo y solo pudo volver a besarle la frente a lo que el japonés sonrió asintiendo, yendo con Ino hacia la cocina.

Acabo por regresar a esa oficina, donde tenía los ojos de ese japonés en él de nuevo.

Tomó asiento y se quedaron mirando él uno con el otro hasta que Poseidón soltó una sonrisa, haciendo a Yoshiro hacer una expresión de confusión de golpe.

— Sabes, he vivido muy poco a comparación tuya, pero, puedo ver cuando alguien siente envidia de otra persona. — comentó Poseidón. — ¿Qué es lo que tiene Kojiro que te causa tanta envidia?

— ¿Disculpa?

— Déjame adivinar, soy bueno en esto. — dijo el rubio. — Por lo poco que se, Kojiro es igual a su padre, físicamente y un poco en su forma de ser. Pero no es eso, debe ser... debe ser que Kojiro es libre de los Sasaki y tú no pudiste en años hacer eso.

— No tienes idea de mi vida.

— No, no, creo que sí. Estuve leyendo lo que había de los Sasaki en la biblioteca de Kojiro, además que hablar con Ino y Proteus, incluso escuché a esa pulga china para conocer más, y fue como un rompecabezas. Hasta que con tu reacción lo entendí todo. Le envidias que él no se sometió en absoluto a ti, le odias porque él es un constante recuerdo de lo que tú nunca pudiste lograr y, además, es como un espejo de la persona que amas y que no pudiste proteger. Me das lástima, ni siquiera puedo sentir enojo por ti, todos ustedes me dan lástima. — dijo el griego pasando una mano por su cabello. — Y ese pequeño gesto de preocupación que tuviste, estoy seguro que fue, porque no quieres perder lo último que tienes de Satoru contigo.

— ...

Ambos acabaron por mirarse, donde el japonés mayor soltó una suave risa, acabando por levantarse, dejando caer los abrigos que lo cubrían, al igual que aquella bufanda revelando lo que ha ocultado todo ese tiempo. Realmente sintió escalofríos de ver un cuello morado, como si estuviera pudriéndose por dentro, donde la parte donde debería estar una mordida, había una especie de hematoma enorme que por como lucía, podría estar a un paso de una gangrena.

— Cuando se rompe un lazo, por la muerte de alguien, generalmente es un dolor suave, constante pero suave, donde al final solo se borra la marca, y es todo, cicatriza y listo, solo es un recuerdo. Pero, cuando el lazo se rompe a la fuerza, no por una muerte normal, sino por un suicidio, por uno donde el lobo contrario quería huir de su pareja, es como una maldita maldición. La herida arde como si estuviera pudriéndose, se hace horrible como si esa parte estuviera cercenada y el dolor solo se controla con medicamentos. — dijo el japonés. — Me he hecho adicto a muchísimas cosas, cosas que me relajan, así que, en parte, no es que no tenga emociones, es que estoy demasiado drogado para poder hacer más expresiones. Pero con lo que dijiste ahora, realmente me has hecho reír...

— Aun así, no deja de ser verdad. — dijo el rubio. — Y la verdad ahora viendo lo que sucedió contigo, creo que te lo merecías. Si Satoru Sasaki era igual que Kojiro, eso quiere decir que él único culpable fuiste tú, porque alguien como Kojiro nunca lastimaría a otra persona.

— Estas en lo correcto, alguien como Satoru no tiene la culpa de nada, es por eso que también se, que, de ahora en adelante, sea lo que sea que le pase a Kojiro será 100% tu culpa. — dijo el japonés. — ¿No te has dado cuenta? La razón por la que me agradas...

— ¿Le agrado?

— Me agradaste desde que me abofeteaste. — dijo el japonés. — Nos parecemos en muchos aspectos Poseidón, por eso me agradas. Fue como verme en un espejo, y eso me agradó de ti. Un joven con muchos sueños que encontró a su sol y que está construyendo un imperio para verlo feliz. Y lo único diferente entre tú y yo es que tú tienes las pelotas para realmente luchas por lo que quieres. Tanto como para embarazar a Kojiro y arriesgarlo todo en 9 meses. Así que en 9 meses tal vez o tal vez no reciba una llamada de tu parte, una solo diciéndome "nació" y colgándome segundos después, o una diciéndome que entiendes porque creo que somos un espejo, y te recomiende medicina para aliviar el dolor de tu marca.

El rubio tensó el agarre de la silla, mirando esos ojos verdes que le miraban. Sabía a qué se refería, a que estaba en un punto donde no podría saber si Kojiro viviría o moriría, y estaba arriesgando todo para hacerlo feliz.

— Aunque tuviera ese dolor en mi nuca, en un futuro, nunca sería un espejo de usted. Yo si tengo clase, vida y personalidad maldita escoria igualada.

Y escuchó de nuevo una risa de Yoshiro, para después suspirar, mirando los ojos azules del rubio.

— Kojiro es lo único que odio y al mismo tiempo que amo. Cuando nació estaba tan feliz, era lo más perfecto que había visto. Vivía feliz con mi cachorro, en mi hogar, con mi perfecto alfa, tenía una vida de ensueño, pero, comenzaron las presiones y, simplemente odiaba no poder protegerlo. No tenía las bolas como para ir en contra de mi familia, Satoru las tenía, así que quedo aislado, pero nunca le importó porque hacia feliz a Kojiro. Y después todas las cosas que vivió, solo eran un constante recuerdo que nunca pude hacer nada por protegerlos, a ninguno, simplemente no pude hacer nada.

— Maldito imbécil, tenías todo para hacerlo y decidiste esconder la cola.

— Traté, a mi modo, de mejorar la situación. — dijo Yoshiro. — Cuando ocurrió ese incidente en su adolescencia, cuando esos idiotas sometieron a Kojiro, acabé por matarlos. Cuando ocurrió lo de Aoki, destruí a esa familia y deje a merced a ese chico de sus amigos, estoy seguro que Qin te puede decir mejor que hicieron con él, pero no intervine, al final, hubiera muerto ya sea por parte mía o por parte de ellos. — suspiró. — Traté de criarlo para que fuera más duro, pensando que, si podía sobrevivir estas cosas, sería menos inocente, pero...

— Solo lo hiciste débil. — se quejó Poseidón. — Lo hiciste sumiso, tiene miedo de defenderse porque toda su vida lo sometiste ante ti, le destruiste la autoestima y apenas está recuperando todo porque siempre lo viste y trataste como un error. No quieras venir con la mierda que lo querías criar así, no funciona.

— Funcionó en ti, ¿no? — comentó el mayor. — Mírate, situación tras situación que tuviste que vivir desde cachorro, arrastrándote en las calles para buscar comida, viendo como tu hermano Hades hace de todo, tanto como venderse para darles de comer, y, aun así, ¿qué pasó? Los hizo fuertes. No contaba con el corazón débil de Kojiro, tan bondadoso que no soportó las cosas que caían en él.

— Todos somos diferentes, y yo daría lo que fuera para evitar tener una vida así. — dijo el griego. — No me enorgullece las cosas que pasaron, y no me hicieron más fuerte, me hicieron odiar al maldito mundo, lo único que me mantiene normal, es mi familia y que tengo a Kojiro a mi lado, de no ser por esa suerte, probablemente estaría arrastrándome en un rincón ya muerto.

— ¿Qué harás si muere? — preguntó Yoshiro, mirando algo intrigado a Poseidón. — ¿Qué harás si realmente no sobrevive?

— No lo hará. — respondió Poseidón. — No morirá, va a vivir.

— ¿Qué harás si muere? — replicó Yoshiro. — ¿Criarás al cachorro o...?

— Dejaría morir a ese cachorro a su suerte si me dan la elección de salvar solo a uno. — respondió. — Pero no es una posibilidad eso, Kojiro y mi cachorro estarán bien.

— ¿Por qué estás tan seguro?

— Porque lo sé, solo por eso. — dijo el rubio levantándose. — Veo que eres un caso perdido, bueno, acabemos esta conversación, no nos casaremos porque tú lo dices, y ya no tendrás que vernos, solo envía a tu gente que nos diga cuando te mueres y listo.

Antes de que el rubio partiera, el japonés no pudo evitar sujetarle el brazo, para después sonreír. Sentía que escuchaba a Satoru en su cabeza, diciéndole que no quería a ningún alfa cerca de Kojiro, pero al mismo tiempo, diciendo que le gustaría que Kojiro consiguiera a alguien que lo hiciera feliz, ya que eso era lo único que importaba.

— Prometo que haré eso, pero... ¿puedes ver algo antes? — cuestionó Yoshiro.

— ... supongo que sí.

No se dijeron mucho después de ello, solo caminaron en silencio hasta que Yoshiro llegó a un lugar, una habitación solar donde había muchos libros y cuadernos de dibujo por todos lados, un enorme escritorio de ello, y diferentes planos como dibujos caricaturescos. Miró alrededor, la habitación parecía como algo detenido en el tiempo, ya que aún había borrador en el escritorio, algunas manchas del grafito del lápiz, y un vaso con la marca de unos labios aun en uno de los lados. Pero, lo más impresionante de esa habitación, era esa enorme pared de ventana, que daba a unos hermosos jardines coloridos.

Fue allí cuando el griego recordó algo...

"Me encantaba estar en los jardines de casa, solía correr y jugar con mi padre y con Qin allí, a veces cuando llegaba el otoño, juntábamos las hojas y nos dejábamos caer"

— Toma. — dijo el mayor, moviendo algunas cajas, sacando una en especial, empujándola hacia él.

— ¿Qué es esto?

— No planeas casarte con Kojiro ahora, está bien, pero sé que lo deseas así que, mi regalo de bodas para ustedes.

— ¿Eh?

— Es... son cartas, muchas cartas que escribió Satoru a Kojiro, como dibujos, al igual que dibujos para Zhèng, un libro de cuentos infantiles que le ilustraba. Si se compromete Zhèng con tu hermano, puedes dárselo como regalo de bodas, seguramente le gustará.

— ... ¿Mantuviste todo este tiempo esto oculto de ellos?

— Si.

— Pedazo de mierda, eres un...

— Me aferré a lo último que tocó, así que no quería que nadie lo tuviera. Pensaba que si lo sentía cerca el dolor sería menos, pero no lo fue, y cuando me arrepentí ya era muy tarde. — dijo Yoshiro. — Gracias por hacer feliz a Kojiro. Espero su cachorro se parezca mucho a ustedes, y se sienta feliz de estar en este mundo como lo hacía Satoru.

— ... Gracias.

— Una última cosa, este es un regalo especial para Kojiro. — dijo el mayor dándole una pequeña caja a Poseidón. — Son videos que estoy seguro le gustara ver.

El rubio asintió tomando las cosas, para caminar hacia la salida, pero se detuvo un momento para voltear a ver al hombre que estaba allí, en esa habitación que era de ese hombre que todos mencionaban y al mismo tiempo, nunca lo hacían en voz alta. Prácticamente era una pesadilla para él, nunca en la vida quisiera estar en un lugar que le recordara tanto a Kojiro, que lo hiciera perder la cabeza al punto donde descuide a su cachorro.

Acabó por caminar con las cosas, siguiendo el aroma de su omega, hasta encontrarlo con sus mejillas llenas de ese sándwich, comiendo felizmente mientras Ino trenzaba su cabello un poco. Vio esos bellos ojos caramelo mirarle y sonrió, dejando un momento las cosas sobre la barra de la cocina y acercándose a su omega.

— Todo listo, entendió que debe dejarnos en paz. — dijo Poseidón. — ¿Vamos al hotel?

— ¿Estás seguro? — comentó Kojiro mirándolo. — ¿Lo entendió?

— Si, no volverá a molestar. — comentó el rubio besándole la frente. — ¿Nos vamos?

— Si, vámonos. — sonrió el japonés.

Después de que su omega acabó de comer, simplemente lo cargó en sus brazos, y junto a las nuevas cosas que le habían dado, se retiró de allí. Probablemente regresaría a Japón, pero esperaba hacerlo con un cachorro en sus brazos en un futuro.

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Sus ojos irradiaban un azul intenso, mientras comía esos Onigiris.

La comunicación por habla se había quedado atrás, ahora simplemente eran un omega y un enigma pasando el celo juntos. Donde pequeños sonidos o gruñidos salían del uno y del otro. Como del omega dejando en claro que quería comer, quitándose al enigma de encima al momento que escuchó llegar ese plato con comida y bebidas.

El enigma albino le miró, acercándose, recibiendo un gruñido por parte del chino, pero este acabó por bajar la cabeza, para tomar de la comida y comer juntos. Los ojos del enigma estaban encendidos, como un depredador, nunca había visto que unos ojos pudieran brillar de esa forma, como si tuviera lámparas debajo del iris. Pero así era, allí estaba, enfrente de él Hades Olympus, desnudo mientras estaba comiendo por igual, lleno de sus rasguños y mordidas, y no solamente eran superficiales, realmente eran rasguños y mordidas que le dejarían cicatrices si no fuera porque Qin había lamido cada una para hacer su proceso de curación aún más rápido.

El chino acabó por terminar de comer, tomando agua mientras acarició su vientre. Tenía dolor, literal se había arrastrado para llegar a la comida, ya no sentía en absoluto las piernas, y la verdad solo quería dormir un poco, así que soltó un chillido suave, que hizo reaccionar a Hades.

En suaves movimientos, el enigma se levantó de su lugar, caminando a la cama destruida para comenzar a crear un nido con las cobijas y cojines, las secas, ya que afortunadamente les habían dado mucho material, así que realizaba un nido mejor, sin fluidos, para que su omega pudiera descansar un poco.

Todo esto ante la mirada atenta de Qin, quien le miraba algo impaciente, notando que el cuerpo de su enigma se veía tan tonificado, que se sentía seguro a su lado. Nadie perturbaría su sueño.

Cuando el albino terminó, acabó por acercarse al omega, quien se dejó cargar, y soltó un suave gemido de satisfacción cuando su cuerpo se pudo frotar entre las sábanas y cobijas, sintiendo las feromonas del enigma y la suavidad de las telas contra su piel. Pero, no era momento de relajarse, no cuando el enigma se acercó queriendo estar entre sus piernas y el omega rápidamente soltó una mordida alejándolo. En primera, su trasero ya estaba rojo, en segunda, le ardía a morir el ano, y estaba seguro de que había sido desgarrado, así que no quería al enigma dentro.

Pero, acabó por ser sometido de nuevo, dejándose llevar por las caricias y besos del griego, mientras poco a poco lo volvía a tener entre las piernas, repartiéndole dulces besos, tan dulces que lo estaban haciendo dormir. El enigma acabó por deslizar su boca por su cuello, su dulce pecho, abdomen, pubis, hasta lograr darle la vuelta y comenzar a devorarlo. Aunque el omega se quejó, entendió la razón por la que el enigma estaba haciéndolo, y era para curarlo. La saliva del albino tenía propiedades curativas, es por ello que sus heridas cerraban tan rápido, y es por ello que Hades estaba librándolo del dolor otra vez, dejando que se relajara entre sensaciones que lo hacían soltar gemidos dulces.

A pesar de estar en automático, Hades Olympus siempre cuidaría a Qin Shi Huang.

Y mientras ellos se daban un descanso, había un científico retirándose su bata mirando las pantallas, viendo los signos vitales de ambos, y al notar que todo estaba bien, acabó por agarrar una Tablet.

— ¿Vamos a comer? — preguntó Nikola mirando a Beelzebub quien terminaba unas anotaciones.

— Si... — dijo el omega. — Hades mide más de dos metros ahora, y creció... en todos los aspectos.

— Si, ni siquiera tengo que hacerle pruebas de embarazo a Qin, simplemente lo sé, debe estar encinta desde el primer nudo. — comentó Tesla. — Bueno, ¿vamos?

El científico sonrió, tomando esa Tablet para seguir el monitoreo, al igual que recogiendo algunos platos de la mañana. Los días habían estado tranquilos, ya que, si Kojiro no estaba en la casa, él estaba 100% concentrado en Beelzebub, sin dejar que su instinto de protección interviniera, así que se encontraba feliz, pero, realmente no supo cómo reaccionar a lo siguiente.

— ¿Te gustaría a ti tener un cachorro? — preguntó Beelzebub.

Acabó por soltar sus cosas por la impresión, rompiendo los platos en el proceso, quedándose anonadado por la pregunta del omega. Y es que no sabía que responder, no es como si nunca lo hubiera pensado, pero, su omega era muy joven, además, comenzaban su relación, no tenían ni siquiera un año juntos, y quería que Beelzebub disfrutara de sus proyectos, de su vida, de poder viajar con él, de tal vez comprar una casa juntos primero, de disfrutarse como pareja antes de un embarazo.

O bueno, al menos así pensaba que tenía que ser las cosas.

— Am, bueno, claro que he meditado tener descendencia, pero...

— ¿Pero?

— Am... — se sintió nervioso de golpe, mirando los ojos de su omega. — ... Siento que a nivel social no estoy lo suficientemente desarrollado para contestar ahora mismo.

— ¿Qué?

— Es que siento que puedo decir algo que hará o no hacerte reaccionar, y hay un porcentaje alto de que sea de forma negativa.

— Nikola...

— 50% tal vez.

— ¡Tesla!

— 99%, estoy seguro.

— Solo vamos a comer. — se quejó el omega levantándose, caminando a la salida. — Y recoge tu tiradero, no pienso limpiarlo yo. Y si manchaste alguno de mis proyectos te juro que te golpearé. Solo tenías que decir que no quieres un cachorro conmigo, idiota.

— No es que no lo quiera, es que considero que eres muy joven y...

— ¿Y qué? ¿Esperas a que tenga la edad de Kojiro para hacerlo? ¿Te excita tanto los mayores como Kojiro para esperar? ¡Lo sabía! ¡Te sigue gustando Kojiro!

Solo pudo parpadear rápidamente sin entender que mierda acababa de ocurrir. ¿Eran estos celos? Él le había explicado con claridad sus sentimientos por Kojiro. Sí, se sentía atraído a él antes, era natural, era un omega receptivo, el un alfa que le gusta dominar, prácticamente, por naturaleza, le excita tener un omega para someter, pero, eso no significaba que seguía pensando en eso. Desde que había conocido a Beelzebub, prácticamente todos sus pensamientos, desde el más hermoso 8hasta el más enfermo, eran para él. Todo y cada una de las cosas eran pensando en su omega.

No entendía los celos... ¿O tal vez sí? Tal vez era por la presencia de Kojiro, es natural que los omegas se sientan celosos por no tener la atención de los alfas. Lo había mencionado Hera, es normal que existan y ellos quieran un cachorro, es simple naturaleza, pero...

— No me gusta Kojiro de manera romántica. — comentó Nikola, tratando de no arruinarlo con sus palabras.

— Pero quieres cogértelo ¡¿Verdad?! ¡Siempre has querido hacerlo! ¡Quieres un omega sumiso!

Tenía que medir muy bien lo que diría ahora, tenía que hacer su mayor esfuerzo.

— Bueno, naturalmente me atraen los omegas recesivos por su sumisión y poca influencia en los alfas. — comentó el inventor, a punto de comenzar un discurso perfecto, sin fisuras, pero, no esperaba esa libreta golpeándole la cara. — ¡Auch!

— ¡Lo sabía! ¡Ese jodido anciano japonés está haciendo babear a todos! — gritó el omega.

— ¡Beel! ¡Déjame terminar! ¡No es lo que crees! — dijo el inventor, persiguiendo al omega mientras este corría.

El alfa solo pudo suspirar, intentando alcanzarlo, él sabía que estaba condenado al no darle una buena respuesta. Y no es que no quisiera tener cachorros, claro que los quiere tener, pero no ahora, tal vez en el futuro, y claro que los quisiera tener con Beelzebub, pero su omega es muy joven, y no quería interrumpir sus vivencias solo porque ahora está muy influenciado por Kojiro, y algo celoso por el trato hacia él.

Acabó por seguir corriendo detrás de su omega, y al hacerlo, se dio cuenta que no era el único en aprietos en su relación, porque pudo escuchar una discusión que se estaba llevando en la sala en la que había entrado Beelzebub y él. Y es que Leónidas estaba frotando sus cienes mientras Apolo le reclamaba que él no se estaba haciendo más joven y quería un cachorro. Solo pude ver la expresión de Leo pidiendo ayuda, pero el inventor solo pudo alzar sus manos sin saber qué hacer.

— ¡Quiero que mi cachorro tenga un padre fuerte y una madre hermosa! — se quejó Apolo. — No que cuando vaya a la universidad tenga que empujar tu silla de ruedas, ¡Tenemos que tenerlos ya!

— Apolo... no es que no los quiera tener ahora, ni menos que no los quiera tener contigo, es solo...

— Tú quieres un cachorro, yo quiero un cachorro, ¡Hagámoslo! — dijo el pelirosa mirando a su alfa.

— No es tan simple, nosotros estamos comenzando una relación y...

— ¿Es por Kojiro? ¡Él ya te rechazo años atrás! Va a tener a un mini tiburoncín uh ha ha, de Poseidón, ¡Olvídalo! — gritó el griego.

— ¡Es lo mismo que le estoy diciendo a este imbécil! — se unió a la discusión Beelzebub, donde ambos omegas veían con odio a sus alfas. — ¡Les embarazaron al anciano, acéptenlo! ¡Déjenlo en paz y concéntrense en sus omegas!

— ¿Qué mierda está pasando? — dijo Leónidas sin entender realmente porque tanto grito y reclamo hacía Kojiro, y menos, ¿por qué lo estaban acusando de estar enamorado del japonés? Él nunca había dicho nada de eso, sí, en su momento le gustó, pero desde la primera vez que lo rechazaron no había buscado nada con el japonés. ¿Por qué ahora lo mencionaban como si se la viviera detrás de Kojiro buscando una oportunidad?

— Chicos, creo que son sus hormonas y su lobo las que están hablando, así que relajémonos un momento. — dijo el científico. — Leónidas ni yo estamos enamorados o buscamos algo con Kojiro, él es solo nuestro amigo.

— ¡Amigo que te encantaría tener en tu cama! — gritó Beelzebub enjuiciando al inventor.

— ¿Qué? No, Beel no es así, yo...

— No gastes saliva, chispitas. Ya se notó que clase de depravado eres. — dijo Apolo. — Malditos enfermos, les excita un omega marcado y encinta.

— ¿Qué? — dijo el inventor muy confundido, los omegas habían hecho equipo para reclamarles.

— Apolo, ¡Basta ya! — gritó Leónidas, alzando su voz. — En primera, esta es la última vez que ambos hablan de Kojiro como si fuera una puta de esquina que se insinúa a todos los alfas de esta casa. ¡Ese hombre les abrió la puerta de su casa, no les cobra ni renta ni mantenimiento, comen de la comida que él compra, beben de su agua, y duermen bajo su techo! ¡Tengan respeto! ¿Cómo se atreven a denigrarlo así? ¡Está encinta, maldita sea! Deberían de cuidarlo, no andar insultándolo a sus espaldas.

El espartano suspiró, frotando el tabique de su nariz. Entendía porque su omega estaba tan alterado, pero, no podía dejar que esas actitudes crecieran o podría ser un peligro para Kojiro, más cuando uno de esos omegas tiene acceso a la medicina que el japonés tiene que tomar.

— Apolo... — dijo el mayor, viendo el leve puchero de su omega. — Entiendo cómo te sientes, entiendo que tu lobo quiere un cachorro, entiendo los celos que se sienten cuando cuido a Kojiro, lo sé, es difícil por eso estar dentro de una manada.

— No es justo. — lloriqueó el omega. — Tiene toda tu atención de golpe, yo tardé meses para poder lograr que aceptarás que te gusto.

— Lo sé, no es justo, pero, vamos... — dijo el espartano acariciando la cabellera pelirosa. — ¿Quieres tener un cachorro solo por un capricho? No te gustaría mejor, que un día saliéramos a comer, y disfrutáramos una noche única, juntos, donde al final tomo tu mano, y te digo que no quiero soltarte, en donde tú y yo sepamos que es el momento y que hagamos a nuestro cachorro porque nos amamos, no porque solo tu lobo se alteró porque estamos cuidando a Kojiro.

— Si quiero eso... — dijo casi en un susurró el pelirosa, dejando que el mayor le abrazara, cargándolo. — Quiero que ames a mi cachorro mucho.

— Lo haré. — rio Leónidas. — Ahora déjame consentirte un poco.

El mayor terminó por cargar a su omega llevándolo con él, a lo que el científico miró a su omega cruzado de brazos y suspiró.

— ¡No voy a disculparme!

— Esta bien, no tienes que hacerlo. — dijo Nikola.

— Yo... ¿eh? ¿Dijiste que no lo haga?

— No pienso obligarte a decir que lo sientes si realmente no lo haces. — dijo el científico acercándose. — Quiero que te quede algo claro. Nunca en mi vida, miraría a Kojiro como te miro a ti, eres el único omega que quiero a mi lado, que quiero tener para construir un futuro juntos, que quiero que sea la madre de mis cachorros...

— Entonces porque no...

— Porque igual quiero que vivas, Beel. — dijo el científico acariciándole las mejillas, viendo esas lagrimas salir. — Ahora mismo solo está hablando tu lobo interno, pero, he escuchado lo que dices, lo que me cuentas, como quieres hacer ese viaje con Loki a Singapur, como quieres que exploremos juntos Europa, como quieres que creemos ese centro de investigación, como estás convencido en que quieres hacer un tour de museos junto a tus amigos. — sonrió el científico. — Quiero que vivas todo eso Beel, quiero que disfrutes, quiero que salgas y conozcas y en el momento que un día, no sé cuándo, no sé dónde, no sé en qué momento, pero en un momento que llegues, y me mires, sabré que es el momento de tener un cachorro contigo. Cuando realmente sea Beelzebub él que quiere un cachorro, y no solo su lobo.

El omega acabó por sonreír, abrazándose del alfa, quien no dudo en mimarlo y cargarlo, dejando que se desahogara mientras acariciaba con cariño su cabello. Sabía que las hormonas de un omega encinta podían alterar todo, y es correcto, así que solo estaba aprendiendo a lidiar con ello.

— Eso sonó a que esperas que esté a tu lado siempre. — dijo el omega, escondiendo su rostro en el pecho del mayor.

— Bueno, realmente lo espero, quisiera que fueras Beelzebub de Tesla en un futuro, como me gustaría decir que soy Nikola de Baal en el futuro. — sonrió el científico, escuchando una pequeña risa de su omega. — Pero por ahora, solo me gustaría seguir haciéndote feliz, para que aceptes eso en un futuro.

El omega sonrió, sin soltar a su alfa, quedándose así un momento más. No quería perder eso, no quería dejar de sentir lo que sentía en ese momento. Realmente solo quería que ese futuro llegara, y nunca tener que separarse de Nikola.

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Fueron unos besos lo que lo despertaron.

Unos suaves en su nuca mientras sentía que su cuerpo estaba destruido.

Lo había logrado, sobrevivió a los 5 días, y sabía que habían terminado porque Hades no estaba frotando su erección en su trasero, así que si, al fin todo había terminado. Apenas podía mantenerse despierto, y realmente ya había olvidado si había ido alguna vez al baño o entre hacerlo se orinó encima, no lo sabía.

— Qin... — dijo Hades, acariciándole suavemente una mejilla.

— Hm...

— Descuida, solo acabo de vestirte y saldremos. — comentó Hades. — Te voy a llevar al laboratorio de Tesla.

— No...

— Si, tienen que revisarte y aunque lo mejor sería llevarte a un hospital, pues...

— Descubrirán que eres un enigma. — comentó Qin. — No siento mi cuerpo.

— Lo lamento. — dijo Hades besándole las mejillas. — Perdón amor, debí controlarme mejor.

— No te preocupes. — respondió el omega pegándose al enigma. — Tengo un cachorro dentro, así que estoy my feliz.

— ¿Estás seguro de ello?

— Hades, si no tengo un cachorro dentro con la cantidad de veces que te corriste dentro de mí, entonces soy infértil, es imposible que no lo tenga. — dijo el chino, disfrutando los suaves mimos.

Y es que no podía moverse, pero si podía sentir.

Sentía como el enigma lo había limpiado, como lo vestía con una delicadeza única, dejando que las telas acaricien su piel, sintiendo el aroma de ropa limpia, sintiendo un cosquilleo en las piernas al sentir después de 5 días al fin ropa interior de nuevo en su cuerpo. También disfrutó mucho los besos de Hades por su cuerpo mientras lo vestía, en como lamía las heridas que estaban aún abiertas y se aseguraba de cerrarlas, al igual que lo trataba con tal delicadeza que se sintió de porcelana.

Acabó por ser vestido, y dejado recostado en un área limpia, mientras Hades terminaba de vestirse. Amaba ver esas mordidas en su cuello, hechas por él, ver como la camiseta que usaba Hades ahora le quedaba apretada y corta. No pudo evitar morderse el labio al ver su cuerpo cambiado, ver a su enigma, oh claro que si le daría todos los cachorros que quisiera, se convertiría en el depósito de semen de ese hombre si le jura lealtad eterna.

— Vamos mi cielo.

Le dijo con esa voz gruesa y aterciopelada que le encanta, cargándolo y llenándolo de mimos mientras la puerta al fin era abierta. Le deslumbró un poco la luz, y sintió mucho sueño de golpe. No pudo quedarse despierto, acabó por dormirse apenas Hades salió, bueno, era un descanso que merecía. Un descanso que realmente se había ganado después de haber sobrevivido al celo de un enigma.

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¡Cuánto tiempo!

Perdón por tardar, realmente entre anoche y hoy terminé este capítulo, no tenía nada, pero ya tenía que regresar. Se cruzaron las festividades y no pude actualizar antes.

No tengo mucho que decir, solo que, pues el bebé Haqin está en el horno, poco a poco se está cocinando. Cosa que me alegra porque me ha salido mucho arte Haqin últimamente en mi "X", aunque quiero arte Posekoji, aliméntenme con mi ship jaja. Aunque el arte Haqin me ha dado diferentes imágenes de cómo podría ser el hijo de estos dos, la verdad los diseños son espectaculares, me encantan.

Ahora abro la votación, ¿Cómo debería llamarse el bebé Haqin?

Saluditos. 

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