CAPÍTULO 8: Una Gala y un Galán
Lily
Estaba en mi habitación esperando la sorpresa que Evan me dijo que me tenía. Ya había tomado un baño y estaba sentada al borde de la cama, vestida únicamente con una bata blanca de algodón.
El reciente plan de esta noche me tenía un poco tensa. Una cosa eran los rumores y los artículos en revistas hablando sobre el reciente matrimonio del playboy millonario más codiciado de Heaven Gold City y otra muy diferente era hacer acto de presencia en un evento al que toda la alta sociedad asistiría. Sinceramente, no me importaba en lo absoluto lo que un montón de desconocidos refinados opinaran sobre mí —en especial después de la "cena de prueba" a la que me sometieron los Harriet—, pero no quería decepcionar a Evan.
Evan, mi segundo gran problema.
La verdad no me esperaba en lo absoluto que me dijera de pronto que gustaba de mí. En realidad nunca me planteé esa posibilidad ni que entre nosotros pudiera llegar a pasar algo más allá de las cláusulas del contrato. Tampoco me paré a pensar en él como hombre, siempre me pareció atractivo, desde el día uno, pero mi percepción de su aspecto es una cosa y una posible relación —de cualquier tipo— entre ambos, es otra.
Esperaba que mi esposo trajese un vestido acompañado de una joya elegantemente cara para el evento, pero en su lugar llegaron dos glamurosas mujeres y tras ellas una percha sobre ruedas con vestidos de gala que dajarían a más de una con la boca abierta.
A una de ellas —la pelinegra— la reconocía, había asistido a mi boda y, si mal no recuerdo, es amiga de la infancia de mi esposo. La otra —la rubia— me recordó a una modelo, diseñadora o algo por el estilo, sabía que la había visto en una revista pero no recordaba su nombre. Ambas son hermosas.
—Hola, Lily. No sé si me recuerdes, soy Jasmin —me saludó amablemente la pelinegra.
—Hola, Jasmin —le sonreí—. Claro que te recuerdo, eras la única mujer en mi boda que no tenía cara estreñimiento —ella chica se ríe y luego se incorpora.
—Evan me había contado de tu sentido del humor —sus ojos azules se achinaron con diversión.
—Espero que en el buen sentido.
—No tengas duda de eso.
La chica rubia carraspeó para llamar nuestra atención, la observamos y nos sonrió como diciendo: ''Osea, hello'' pero en buen plan, no aparentaba ser del tipo antipática.
—Oh, lo siento —rió tímidamente Jasmin—. Lily ella es Angeline Carey, la mejor estilista que puedas encontrar en kilómetros a la redonda.
—Es un placer —le saludé estrechándole la mano.
—Igualmente —respondió con una sonrisa—, y gracias por la presentación, Jasmin —le guiñó un ojo a su amiga.
—Chicas no quiero parecer maleducada pero, ¿a qué vienen esos vestidos? —los señalé con un movimiento de cabeza.
—¿No es obvio? Venimos a hacerte una transformación, debes lucir espectacular en tu primera gala —respondió Angeline.
Ambas se pusieron manos a la obra. Me mostraron todos los vestidos —que eran muchos, dicho sea de paso— me aconsejaron cuál me sentaría mejor según mi tono piel, mi constitución corporal e incluso mi estatura. Todos estaban bellísimos, pero algunos eran mayoría un poco extravagantes o llamativos en exceso y eso, sinceramente, no va conmigo en lo absoluto.
Les informé acerca de mis gustos y preferencias y en cuestión de segundos ya tenía el vestido perfecto. Era color púrpura y largo hasta los tobillos, lo cual era muy apropiado para la gala y llamativo a la vez. Poseía solo unos pocos volantes sueltos en la falda y escote corazón.
En fin, ¡lo adoré!
Después de la selección del vestido, todo fue mucho más sencillo. Jasmin encontró los pendientes perfectos que hacían juego con el vestido. Los zapatos de tacón alto eran preciosos, con pedrería en la zona del tacón pero no demasiado reluciente y hacían que el largo del vestido se ajustara perfecto a mi estatura. El peinado consistía en el cabello recogido con algunos mechones sueltos a ambos lados, eso hacía que al verme la atención se concentrara en mi busto semi-cubierto. Luego vino el maquillaje —no muy simple pero tampoco exagerado— sombra de ojos oscura, rubor y labial color crema. Y para cerrar con broche de oro, un bolso de mano con piedras incrustadas.
¡Ya estaba lista!
—¡Lily, luces hermosa! —chilló Jasmin, sus ojos azules me repasaban con fascinación.
—Diría que todo es obra mía, pero eres una obra de arte por ti sola, mujer —comentó Angeline agitando una de sus brochas de maquillaje como si de una varita mágica se tratase—. De hecho me recuerdas a una modelo muy amiga mía.
Reí—. ¿Yo? ¿Modelo? ¿Dónde está la cámara oculta? —bromeé mirando hacia los lados en busca de la cámara imaginaria, a lo que las chicas rieron.
—Amo tus chistes, en serio —comentó la pelinegra a quien estaban a punto de salírsele las lágrimas producto de la risa—. Temía que Ev se hubiese casado con una mujer interesada o con aires de grandeza, los ricos no tenemos suerte para encontrar a personas que valen la pena —me tomó ambas manos—, me alegra saber que él se topó con una excepción.
Jasmin me agrada.
Está claro que no me recuerda como su antigua camarera del Club Exclusivo, y así lo prefiero, no quiero que ella ni el resto de los amigos de Evan lo sepan. Aún así se ha mostrado muy amable y atenta conmigo, y puedo asegurar que es sincera porque ya me he topado con más de una sonrisa falsa y tratos amables hipócritas; ella es más real, auténtica, ese rasgo que tanto le gusta a mi esposo de mí.
—Gracias, Jasmin —le sonreí.
—Sólo digo lo que pienso —soltó mis manos—. Iré a avisarle a Ev que ya estás lista, se le va a caer la mandíbula de lo mucho que abrirá su bocota.
Mientras la ojiazul se dirigía hacia la puerta, Angeline se acercó a mí.
—Opino igual que ella —la señaló con el pulgar tras de sí—. He preparado a docenas de damas de sociedad, pero a ninguna tan sencilla y agradable como tú —sacó de su bolso de mano una pequeña tarjeta y me la entregó—. Llámame siempre que me necesites, estoy a tu orden.
—Gracias —le sonreí—. También me siento muy cómoda contigo, eres excelente.
Y no mentía. Cuando Evan me llevó a los diferentes salones de belleza para hacerme el cambio de look, me topé con varios rodeos de ojos, miradas de disgusto cuando descartaba ideas que no me agradaban y otros tratos que, si bien no eran desagradables, me hicieron sentir incómoda. Con ella no era el caso, y es evidente que es la mejor en lo que hace.
Salí de la habitación al ver que afuera me esperaba Evan, en serio tenía cara de estúpido, pero era muy tierno. Sus ojos sólo se dirigían hacia mí, como si el resto no existiera, supongo que las chicas me dejaron más guapa de lo que creí.
—Estás...wow... —fue todo lo que logró decir, o más bien balbucear.
—Así que me veo wow, ¿eh? —bromeé haciéndolo reír—. Me halagas.
—Prometo emplear más adjetivos la próxima vez, lo prometo —me ofreció su brazo como suele hacer y no lo rechacé, como también suelo hacer.
Nos despedimos de Jasmin y Angeline no sin antes agradecerles por el maravilloso trabajo que hicieron, yo sola jamás habría logrado tal resultado. Nos informaron que nos verían más tarde en la gala luego de que la rubia nos tomara un par de fotos para su blog, según ella lo bien que lucíamos no podía ser captado sólo por las cámaras del evento. Accedimos porque nos vendría bien mejorar nuestra "reputación", desde que nos casamos han comenzado a circular un montón de noticias falsas y artículos de revistas de chismes de farándula que catalogan nuestro matrimonio como "un absurdo y desesperado intento de no perder su herencia", "El nuevo capricho del millonario: casamientos con la clase baja", "Liliane Harriet, del suelo a la cima", esos fueron algunos de los titulares. En lo personal me importa muy poco, pero la imagen de la familia no puede verse manchada, es casi una regla.
Fui a la habitación de Jessie para despedirme de ella antes de irme, pero ya estaba profundamente dormida. Ha sido un día pesado para ella en vista de que se sometió a una larga sesión de diálisis. Evan no quiso entrar, aún así se quedó recargado en el marco de la puerta, observándonos con...¿ternura? No, no quería hacerme ilusiones creyendo que él comenzaba a verla como algo más que la hija de su esposa, era muy pronto.
Al terminar, retomamos nuestra postura inicial y salimos de la mansión en camino al lugar de la fiesta. Fuimos a bordo de una limusina negra la cual era conducida por Fred y durante todo el trayecto batallé contra mis propios nervios para no colapsar. Al cabo de unos quince minutos después, llegamos y mis nervios crecen, apoderánse de mí una vez más. No podía meter la pata, no hoy.
—No estés nerviosa —me susurró él agarrándome de la mano mientras bajábamos de limusina.
Frenta a nosotros se encontraba una enorme alfombra roja y a ambos costados de ésta cientos de fotógrafos y periodistas listos para captar nuestra entrada triunfal, parecía un estreno de cine.
—Para ti es muy fácil decirlo, estás acostumbrado —susurré de igual forma.
—Lily, fuiste un éxito en la cena con mi familia y también en nuestra boda, esto será pan comido para ti.
—Mas te vale —le advertí.
Recorrimos el no tan largo camino sobre la alfombra roja deslumbrándonos con la luz emitida por los flashes de las cámaras. Procuré mostrarle mis mejores sonrisas y mi esposo no perdió tiempo para depositar tiernos besos en mi mejilla, el papel de recién casado enamorado lo interpretaba a la perfección. Ingresamos al lugar al traspasar el umbral de unas enormes puertas de crital, el interior era lo más glamoroso, lujoso y excesivamente ostentoso que había visto. Se trataba de un enorme salón decorado con grandes cortinas, candelabros, mesas y otros adornos en colores negros y rojos. Habían varias mesas bufet con raros manjares extranjeros, muchos con nombres algo difíciles de pronunciar. Al fondo del lugar se encontraba una gran pared decorada con los logos de los patrocinadores del evento frente a los cuales varios invitados se tomaban fotografías, me recordó muchísimo a las que los famosos se toman en las entregas de premios.
A pesar de que habían asistido cerca dos mil invitados, mi esposo parecía conocer a la gran mayoría, yo sólo era capaz de reconocer a uno que otro famoso que vi en la televisión de vez en cuando. Todos vestían elegantes trajes de los mejores diseñadores, como era de esperar, y posaban para fotos que posiblemente serían portadas de revista mañana, aposté porque más de uno estaría en las listas de mejor y peor vestidos de algún programa de modas o de un canal de YouTube dedicado a chismes de farándula.
Evan me guió hacia un grupo de personas a los que no había podido identificar hasta que nos acercamos lo suficiente. Eran Angeline y sus amigos, los del club.
—Hola, perros, Angeline —los saludó.
¿Perros? Qué lindo apodo para referirse a sus amigos, nótese el sarcasmo.
—Ey, son el matrimonio del momento —bromeó el pelirrojo que si mal no recuerdo, se llama George.
—No le hagas caso, Lily. Es así de tonto la gran mayoría del tiempo, tienes suerte de haberte casado con Ev y no con él —me sonrió el rubio a lo que su amigo le lanzó una mala mirada—. Creo que no nos hemos presentado formalmente —extendió una mano hacia mí, la cual estreché—. Soy Zack.
—Yo soy George, y aún falta Ben, el hermano de Jasmin —habló el pecoso.
—A mí ya me conoces y a Angie también. Así que disfrutemos de esta aburrida gala —festejó Jasmin alzando su copa, su tono de voz sarcástico me hizo reír.
No pude pasar por alto que ambas lucían de maravilla. La pelinegra usaba un vestido corto color negro con escote hombros caídos y su largo cabello caía en ondas peinado hacia el lado derecho. La rubia por su parte llevaba uno rojo largo, con una sutil apertura en la falda que dejaba al descubierto su pierna izquierda y su hermoso cabello estaba recogido en un moño bajo, sus ojos marrones no pasaban desapercibidos gracias al sutil maquillaje que se aplicó.
—¿Qué se supone que se hace en estas fiestas? No tengo ni idea.
—Simplemente sonríes, posas y te tomas fotos con personas que apenas conoces para quedar bien ante los medios —explicó George aclarando mi duda—. Te daré un ejemplo sensillo.
Acto seguido, le hizo una pequeña seña a alguien detrás de mí y antes de que me girara, ya tenía al pelirrojo a mi lado tomándome de la cintura y haciéndome cosquillas. Mi risa salió al instante ya que soy muy sensible ante ellas, incluso me río con sólo ver la intención de alguien antes de hacérmelas, es un acto reflejo. Al escuchar y ver el destello de un flash, supe que a quien el amigo de mi esposo había llamado fue a un fotógrafo para que nos retratara. Tan pronto el hombre captó las imágenes deseadas, se largó.
—¿Ves? A eso me refería —me guiñó un ojo antes de soltarme.
—¿Crees que mañana esas fotos aparezcan en las revistas como "Lily Harriet compartiendo con uno de sus cuñados" o como "La nueva Harriet ya está en busca de su plan B? —comentó jocosamente Zack antes de darle un sorbo a su bebida.
—Cualquiera de las dos, depende del contexto que decidan buscarle —dijo Jasmin.
—Apuesto a que será negativo —suspiró mi marido—, el escándalo vende.
—Si es así, nunca daremos una buena imagen —comenté.
—No te preocupes, siempre es bueno que hablen de ti, bien o mal —explicó Angeline—. Pero si lo que buscan es dar una imagen positiva, traten de que los forigrafíen con su hija o involúcrense en eventos de beneficencia, eso siempre ayuda.
No me gustaba la idea de ayudar a personas necesitadas con el objetivo de crearme una falsa imagen de buena persona ante la sociedad. Sí me agradaba la idea de ayudar ahora que cuento con los recursos para poder hacerlo, pero porque me nazca hacerlo y de forma desinteresada.
El resto de la noche todo fue a la perfección. Evan me presentaba a sus conocidos y en lugar de los comentarios clasistas que esperaba recibir, obtuve cumplidos y halagos. Al parecer mi look hizo a la gente olvidar los chismes acerca de mi origen humilde, o quizás sólo trataban conmigo por hipocresía, quién sabe.
Mi marido y yo fingimos ser el típico matrimonio de recién casados felices durante toda la velada, no podíamos dar a entender que ni siquiera hemos consumado el matrimonio, pero se nos daba bastante bien la interpretación del papel. Más de una vez me felicitaron por ''agarrar'' a un partido tan bueno, al parecer mi esposo es muy conocido por su fama de playboy, y su fortuna y atractivo masculino lo convirtieron en "tendencia".
—¿Te estás divirtiendo? —murmuró una vez estuvimos solos cerca de una mesa, sus amigos desaparecieron entre la gran cantidad de personas que ocupaban el lugar.
—Para serte honesta, no.
—Yo tampoco —rió y tomó dos copas de champaña que un camarero que pasaba traía en una bandeja—. Salud por eso —me entregó una.
Brindamos—. Salud.
Antes de que pudiera beber el contenido de mi copa, de la nada apareció una chica alta, de pelo negro, esbelta y con un vestido rojo super escotado que la hacía ver como un auténtico putón.
—Hola, Evan —saludó con una sonrisa coqueta a mi esposo—. ¡Ah! Y hola, perrita de Evan de esta noche — me dijo provocando que se me comiencen a subir los humos.
¿Perrita?
El pelinegro suspiró—. Mira, Charlotte, no tengo nada de que hablar contigo y te exijo que tengas un poco más de respeto por ella.
—¿Ahora resulta que debo tratar con respeto a tu putita? —rió con sarcasmo a la vez que sus ojos me escaneaban con desdén—. No me hagas reír.
Alguien tiene que poder a esa tipa en su lugar.
Evan estavo a punto de responderle pero me adelanté—. Escúchame bien, bonita. Primero, no eres quien para llamarme putita cuando tu estás vestida como una y segundo, no soy la perrita de Evan SOY SU ESPOSA, así que te agradecería que dejaras a MI marido en paz.
La tal Charlotte quedó anonadada, daba la impresión de que le sorprendió demasiado que ahora Evan sea un hombre casado y CONMIGO. Supongo que con el orgullo herido, se marchó de una buena vez y mi esposito se volteó hacia mí con una expresión de sorpresa plasmada en su rostro.
—Eso fue un rotundo jaque mate —rió, orgulloso.
—Recuerda, te dije que estaba cien por ciento preparada para la guerra y eso sólo fue el primer disparo.
Sin previo aviso, me tomó de la cintura acercándome a él—. Así me gusta, Sra. Harriet.
Continuamos disfrutando de la fiesta y evité preguntarle a Evan acerca de la tal Charlotte, no estaba celosa y tampoco me importaba, supuse que se trataba de una antigua conquista con la que no llegó a tener algo serio. Nos encontramos de nuevo a Jasmin, a Angeline y al resto de sus amigos, eso me alegró ya que pasar el rato con ellos me resultaba mucho más cómodo y entretenido, ellos son como Evan, ricos sin prejuicios. Estuve mucho más relajada después de charlar con ellos e incluso disfruté de la fiesta.
Más de una chica fijaba su vista en Ev, y no me extrañaba, me había casado con un galán. Pero ese galán era solo mío, por lo menos durante los próximos cinco años.
(...)
—Evan, ¿a dónde vamos? —pregunté a lo cual él no me respondió.
Nos encontrábamos viajando a bordo de su lamborghini. Un par de horas antes de que culminase la gala, decidimos irnos, y me llevé a sorpresa de que en lugar de la limusina que nos trajo, se encontraba el auto favorito de mi marido. Creí que regresaríamos a casa, pero noté al cabo de unos minutos que nos encontrábamos en una carretera poco transitada, moviéndonos sin rumbo fijo.
Pasados unos pocos minutos más, nos detuvimos literalmente en medio de la nada.
—Vamos —dijo mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y abría la puerta de su lado.
Aún sin entender a qué venía todo esto, imité su acción y bajé del auto. Él me tomó de la mano entrelazando nuestros dedos, ese pequeño gesto me pareció tan lindo que mi vista viajó hacia ese punto de encuentro de nuestras manos y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
Me guió hacia el borde del barandal que dividía a la carretera del pequeño acantilado que nos daba una vista perfecta de la ciudad. Las luces que iluminaban todo Heaven Gold City lucían tan pequeñas por la lejanía que parecían estrellas en la tierra, a veces olvidaba lo hermoso que es el lugar en el que vivo.
De pronto él soltó mi mano para abrazarme por detrás, eso me tomó totalmente desprevenida. Me quedé estática durante unos segundos mientras escuchaba los fuertes y acelerados latidos de mi corazón, no sabía si él era consciente de que mi ritmo cardíaco iba a millón y esperaba que no lo notara. Sus brazos fuertes me sostenían y se sentía tan bien estar entre ellos. Apoyó su barbilla sobre mi hombro, poniéndome más nerviosa.
¿Qué me está pasando?
¿Y desde cuándo Evan es tan cariñoso?
Esto no está bien.
Cuando intenté zafarme de su agarré, me abrazó con más fuerza, impidiéndomelo.
—Quédate quieta —pidió en un murmullo—. Sólo por esta noche quiero pensar que eres mía y no me rechazaste.
—Yo no te rechacé —murmuré igualmente.
Rió sin gracia—. Te confesé que me gustabas, no dijiste nada y saliste corriendo. En mi diccionario eso es un rechazo.
Sí, quizás no responder, salir huyendo y no mencionar nada al respecto desde entonces, no fue el comportamiento más maduro ni la mejor manera de expresarme.
—Lo siento —suspiré—. Me tomaste por sorpresa y no supe cómo reaccionar. No creí que entre nosotros llegase a desarrollarse ese tipo de sentimientos.
—¿Nosotros? ¿Eso quiere decir que yo también te gusto? —me liberó de su agarre para luego moverme quedando ambos frente a frente.
¿Me gusta?
No lo sé.
—Voy a sonar como una adolescente, pero no tengo idea. Todo ha pasado tan rápido —suspiré, él me escuchaba atentamente—. En menos de un mes todos los problemas que no me dejaban dormir en las noches desaparecieron, tengo una nueva vida a la que adaptarme y encima de la nada me dijiste que yo te gustaba.
—Sí —bajó la mirada—, quizás fue un poco precipitado de mi parte —dio un paso más cerca de mí, nuestras miradas se encontraron—. Pero eso no quita lo que siento por ti.
¿Por qué me tienes que poner en esta situación tan difícil?
—Evan, incluso si yo sintiera lo mismo por ti, no te correspondría.
—¿Por qué? —frunció el ceño.
—Porque las cosas son diferentes cuando eres madre —declaré—. Si fuera una mujer cualquiera, estaría bien con gustarte, arriesgarme a tener algo contigo y apartarme cuando deje de funcionar, pero tengo a Jessie. No puedo exponerla a vernos involucrados sentimentalmente y que se haga más ilusiones de las que se ha hecho. No puedo herirla.
—Lily, no sé si te diste cuenta, pero estamos casados y la estoy adoptando, por tanto somos una familia —señaló lo obvio—. Eso que tanto temes que pase, ya ocurrió. Jessie me llama papá desde la boda.
—Y detestas que lo haga —lo interrumpí—. No soy tonta, Evan. Sé que todo esto —nos señalé a ambos— acabará dentro de cinco años y que posiblemente esa atracción que sientes por mí es sólo sea porque me convertí en la única mujer a tu disposición cuando estabas acostumbrado a tener a cientos de ellas.
—No es así —negó con la cabeza.
—Eso no importa. Quien me ame tiene que amar con la misma intensidad a mi hija, y tú no me amas ni lo harás, sólo te atraigo. No puedo destrozar el sueño de familia feliz de Jessie por algo de lo que puede que te aburras antes de lo que crees, ella siempre será más importante.
Contrario a como pensaba que reaccionaría ante mis palabras, me sonrió. ¿Por qué sonreía? No tenía ni remota idea. Sólo me miraba como si hubiese recitado su poema favorito.
—¿Sabes? Es la primera vez que alguien me atrae por cómo es y no por cómo luce. Y mientras más te conozco, más quiero estar contigo.
Joder.
¿Cómo se supone que conteste a eso? O no. ¿Cómo se supone que debo tomarme eso?
—Escucha, no puedo prometerte que voy a amar a Jessie con la misma intensidad que tú lo haces, porque no sé lo que es ser papá y me da miedo cagarla en la mayoría de las responsabilidades que eso implica. Tampoco me voy a convertir en el padre ideal sólo para quedar bien contigo y que me des una oportunidad, eso sería muy rastrero de mi parte —se relamió los labios—. No tengo idea de lo que se siente estar enamorado, pero, si en algún momento lo descubro y me gano tu cariño y el de Jessie, ¿me aceptarías?
Otra vez, el jodido corazón latiendo a la velocidad de la luz.
Nunca un hombre me había hablado con esas palabras y tanta sinceridad. El padre de ni hija no era precisamente el más romántico y admito que todas mis experiencias amorosas fueron un desastre tras otro. Pero aquí estaba él, mi esposo, preguntándome si le daría una oportunidad en caso de que llegue a amarnos a mí y a Jessie. No me importa si dura cinco años, menos o más, sólo sé que quiero una familia.
Di un paso más cerca de él y lo miré directo a ese par de esmeraldas que porta por ojos.
—Lo haría, por una familia feliz.
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¿Cuál fue tu parte favorita?
Capítulo dedicado a @gabi-videla14 gracias, hermosa, por apoyar tanto la novela.
Besos de Karina K.love 😉
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