CAPÍTULO 6: Mansión dulce Mansión
Lily
Luego de la boda —la cual culminó poco después los saludos y felicitaciones— Evan, Jessie, la Sra. Margarita y yo nos dirigimos hacia nuestro nuevo hogar. He de admitir que ya esperaba una gran mansión, pero con lo que me topé dejaba muy pequeño a lo que me imaginaba.
La mansión de Evan era enorme, no era tan grande como la de su padre, pero tampoco se quedaba atrás. La arquitectura era muy moderna, pero también con toques clásicos. El color predominante es blanco, tanto dentro como afuera, dándole ese toque pulcro e iluminado. Por lo poco que llegué a admirar del pasillo principal y el gran salón que hace función de sala de eatar, la mansión estaba adornada según los gustos de un chico pero no demasiado masculino. Me agradaba que la decoración no presentaba excesos innesarios, como jarrones o pinturas extravagantes que no aportan nada.
Nos recibió un señor alto, delgado y de cabello canoso llamado Karl, el mayordomo de la mansión, el cual se encargó de presentarnos al resto del personal.
—Ella es Miriam —señaló a una señora de mediana edad pero muy bien conservada, de cabello negro pintado en canas recogido en un rodete, a simple vista lucía como alguien refinado—, la ama de llaves y junto a mí, es encargada del personal de la casa.
—Estoy para lo que deseen —su tono de voz era un tanto grave, pero amigable.
—Fiona —se refirió a la mujer que aparentaba estar en sus treintas, su cabello era castaño oscuro y rizado, bastante parecido al de Margarita—, la cocinera. Estará a su servicio siempre que lo soliciten.
—Cuando gusten, estaré para preparles lo que quieran —nos sonrió con amplitud y entusiasmo.
Karl señaló a otra chica de cabellera negra un poco más joven—. Ella es Estrella, la encargada de la limpieza.
—¿¡De toda la mansión!? —pregunté impresionada, aún no habíamos completado el tour pero era evidente la amplitud del lugar, demasiado para una sola persona.
—Soy algo así como una mucama y me encargo de supervisar a personas que se encargan de la limpieza general semanalmente, no limpio todo yo sola —rió por lo bajo.
—Uff —suspiré aliviada, fui afanadora de una empresa gigantesca y sé que es un trabajo agotador.
—Y por último Fred —anunció el mayordomo señalando al chico moreno al que ya conocía.
—Yo lo conozco —intervino Jessie señalando al chico—. Él es que maneja la limonada.
—¿La limonada? —preguntó Evan sin comprender.
—Se refiere a la limusina —rió Fred.
—Eso, la gelatina —"rectificó" la pequeña haciendo un ademán, todos intentamos contener la risa aunque no dio mucho resultado, incluso Evan había quedado enternecido por la pequeña.
—Bueno, Sra. Liliane, este es todo el personal de la mansión y estaremos a su servicio todo el tiempo —concluyó el mayordomo a lo que todos asintieron de acuerdo.
—Sólo tengo una petición —todos me prestaron suma atención—. No me llamen Sra. Liliane, estoy casada y tengo una hija pero no soy tan vieja, ¿o sí? —negaron con la cabeza—. Les pido de favor que me llamen Lily, no me agradan los formalismos —asintieron.
—Bien, chicos, eso es todo —dijo Evan—. Pueden volver a sus funciones, yo me encargo de mostrarles la casa.
Todos se limitaron a asentir nuevamente antes de esfumarse.
—¿Nos vas a hacer dar un tour, papá?—sonrió Jess haciendo que Evan comenzara a toser de la impresión.
Nadie se esperaba que Jess lo comenzara a llamar papá de la nada, ni siquiera hablé con ella del tema. Imagino que a consecuencia de la ausencia de un padre durante toda su vida, le fue sencillo apegarse a la primera que ha tenido, sólo que se precipitó.
Es obvio que mi actual marido no se siente cómodo con ello, y aunque quisiera no puedo juzgarlo. Él hasta la fecha ha sido un hombre sin compromisos que se vio obligado a casarse bajo cohesión de su padre, es lógico que no tenga idea de cómo ser padre y que le resulte chocante que Jess lo llame papá.
—Sí, pequeña —suspiró mientras desprendía la pajarita de su smoking de su cuello—. Vamos —hizo un ademán indicando que lo siguiéramos.
Comenzamos con la planta baja. Ya habíamos divisado la sala de estar por lo que doblamos a la izquierda en un amplio pasillo de conducía al comedor. En él figuraba una mesa enorme con capacidad para más de una docena de personas, fue fabricada con una madera excelente ya que daba la apariencia de que acababa de ser construida, sus respectivas sillas compartían el mismo rasgo.
Al fondo se encontraba un arco que conducía a la cocina. Ésta era enorme. Sus paredes pintadas de un color salmón dándole el toque cálido. Encimeras de mármol adornaban el espacio y una gran gama de electrodomésticos —indispensables algunos y otros no— acondicionaban el lugar. Además contaba con otra mesa que supuse es la que ocupan los empleados.
Contiguo a la cocina figuraba otro ancho pasillo que llevaba hacia las habitaciones de los empleados, la habitación de lavandería y otros cuartos dedicados a actividades domésticas.
Volvimos a la sala de estar donde al fondo se erigía una enorme escalera y junto a esta otro pasillo —comencé a pensar que me perdería con tantos pasillos iguales— que conducía a otros más pequeños con varias puertas. Una llevaba al despacho personal de Evan, una a una sala de cine —en la que estoy segura de que Jessie pasaría mucho tiempo—, otra a un pequeño gimnasio y así muchas otras dejándome con la boca abierta.
Retornamos a la sala de estar en la cual el costado derecho presentaba una enorme puerta corrediza de cristal, al abrirla Evan nos guió hacia un jardín ciertamente encantador, mucho más sencillo que el de su padre pero eso no le robaba crédito a su belleza. Según él, aún nos faltaba por conocer la zona de la piscina en la parte trasera de la mansión entre otras áreas, pero nos encontrábamos muy cansadas como para continuar con el tour.
Ascendimos las grandes escaleras que llevaban otro laberinto de pasillos pero un piso más arriba. Nos detuvimos en uno más estrecho que los anteriores en las que figuraban dos puertas, una en cada pared y al fondo figuraba un ventanal.
—La habitación de la derecha es la de la Sra. Margarita —dijo Evan señaló una de las puertas— y la de la izquierda lleva a la de Jessie. Miriam y Estrella ya se encargaron de acomodarlas y de desempacar sus cosas.
—Evan, voy a ayudar a Jessie a instalarse —le informé.
—Ok, estaré en mi... —se detuvo en seco y emitió una corta risa— en nuestra habitación. Está al doblar este pasillo a la derecha —señaló en dicha dirección antes de desaparecer.
Caminé con Jess hacia su habitación mientras Margarita ingresó a suya. Al entrar ambas nos quedamos boquiabiertas. Las paredes estaban pimtadas de un color rosa pastel precioso. Sobre su enorme cama descansaba un edredón color fucsia con pequeñas coronas, al igual que las cortinas que descansaban sobre dos grandes ventanas a los lados. Un gran closet figuraba en el lado derecho del lugar abarcando gran parte de la pared y al lado de este una puerta que supuse llevaba al baño. En el costado contrario figuraban un montón de juguetes —entre ellos una mesita con un juego de tazas de té, algo que Jess siempre quiso tener pero nunca pude comprarle— lo que captó toda la atención de la niña haciéndola correr hasta allí.
—¡Mamá, mira! —chilló, maravillada—. ¡Es increíble! Son muchos juguetes.
Caminé en su dirección y me senté frente a ella tanto como mi vestido de novia me lo permitió, porque sí, aún la llevaba. Su carita de emoción era lo mejor que me había pasado en el día.
—¿Estás contenta, mi amor? —eso era todo lo que necesitaba saber.
—Mucho —asintió—. Ahora tengo una nueva casa muy grandota, muchos juguetes, la Sra. Margarita vivirá con nosotras y lo mejor, ¡tengo un papá!
El resplandor en sus ojitos era inigualable, amaba verla así de feliz.
—Y también te vas a recuperar muy pronto, cariño.
—Oh sí, eso también —asintió al recordarlo, con tantas emociones olvidó por completo que está enferma.
Por petición suya, jugué con ella durante un rato para luego cambiarla, descubrimos que su closet estaba repleto de nueva ropa, ahora entendía a lo que se refería Evan cuando dijo que sólo trajésemos lo indispensable o lo que tuviese valor sentimental. Margarita llegó relevándome y de paso me regañó porque casi era de noche y yo aún llevaba mi vestido de novia.
Estaba siguiendo las instrucciones de mi marido para llegar a nuestra habitación cuando recordé un detalle importante: no estaba segura de como lidiar con ''la noche de bodas''.
Sabía que por los próximos cinco años compartiríamos habitación, por incómodo que fuera, no podíamos levantar sospechas acerca de nuestra relación, ya bastantes chismes estaban circulando con respecto a la veracidad de nuestro matrimonio. Aunque Evan confiaba ciegamente en su personal, no nos convenía que se supiera que no dormimos juntos, por lo tanto dormiríamos en la misma cama.
Pese a que estuve a punto de perderme, llegué a la que sería mi habitación matrimonial a partir de hoy. Como en el resto de la casa, predominaba el color blanco, me gustaba. Contrario a la habitación de Jessie, el closet y la puerta del baño quedaban en el lado izquierdo mientras que en el lado derecho figuraba un ventanal que conducía a un balcón, y ahí estaba él.
Me aclaré la garganta alertándolo de mi presencia. Giró sobre su propio eje y su mirada chocó con la mía antes de regalarme una sonrisa. Caminó hacia mí con paso firme y una sonrisa de boca cerrada, aún llevaba puesto su smoking.
—Hola —le sonreí.
—Hola. ¿Jessie y Margarita quedaron a gusto con sus habitaciones?
—Mucho, en especial la niña, amó todo lo que compraste para ella.
—Sólo ordené las cosas que creí que le gustarían a cualquier niña de su edad, no estoy muy al tanto de sus gustos —se encogió de hombros—. En realidad no tengo ni la más remota idea de nada, no sé cómo actuar a su alrededor, esto de la paternidad es nuevo para mí.
—No te preocupes, lo asimilarás poco a poco.
Se produjo un largo e incómodo silencio entre ambos. Ninguno sabía qué hacer o decir, el ambiente estaba tenso.
—¿Nos cambiamos? —preguntó rompiendo el hielo.
—Sí, estaría bien —asentí.
—¿Prefieres cambiarte aquí o en el baño?
—En el baño —respondí con algo nerviosismo, no entendía el porqué.
Sin decir nada más, me dirigí al baño para despojarme de mi vestido de novia. El baño ers hermoso, no muy sofisticado pero así me encantaba. Las losas de color crema eran hermosas, una enorme bañera con forma redonda al fondo, la ducha en el lado derecho. En el izquierdo el inodoro, el lavabo y un gran espejo de cuerpo entero.
Era mi baño soñado.
En un perchero descansaba un vestido color rojo, bastante fresco. Procedí a quitarme mi vestido de novia para reemplazarlo por el de color escarlata, también me despojé de los tacones que, a pesar de que no había caminado nada, aún así me estaban matando.
Al salir me encuentro a mi esposo ya cambiado, ahora lucía una sencilla camisa azul, un pantalón y su cabello desordenado.
—Wow —pronunció al verme—. Te queda mejor de lo que creí.
—Me halaga, Sr. Harriet.
Me ofreció su brazo para que enlazara el mío alrededor—. Hora de cenar, Sra. Harriet.
(...)
¡Evan estaba en bóxer!
Simplemente fui al baño a cambiarme ese bonito vestido rojo por un camisón para dormir y al regresar a la habitación me lo encontré recostado sobre la cama boca arriba, sólo en bóxer. Nunca había visto más allá de su traje, ¡y de lo que me perdí!
Su torso etsaba muy bien definido, unos brazos fuertes y fornidos, se notaba que hacía buen uso de su gimnasio personal. ¿Su abdomen? No necesitaba tocarlo para saber que estaba más duro que una roca.
¡Es tan sexy! Sabía que no era un playboy sólo por su cara bonita.
Evan
Mi esposa estaba regresando del baño vestida con un camisón que no dejaba mucho a la imaginación.
¡Dios que buena está!
Su camisón dejaba al descubierto las hermosas piernas que posee, su figura es de reloj de arena, con unas curvas irresistibles. No hacía falta quitarle la ropa para saber que su abdomen está totalmente plano, aún me costaba creer que haya tenido una hija, su cuerpo es perfecto.
Se acercó a la cama y, un tanto incómoda, se acostó a mi lado.
—Hola —me sonrió mientras cambiaba de posición hacia mí.
—Hola —respondí imitándola y quedamos frente a frente.
—Ha sido un día difícil —suspiró.
—Qué adjetivo tan bello para describir el día de nuestro casamiento, recuérdame usarlo en el discurso cuando cumplamos nuestras bodas de plata —bromeé haciéndola reír, acabo de descubrir que me mata escucharla reír.
—No sabía que tenías esa faceta graciosa, Harriet —sonrió acercándose un poco más a mí.
—Tú no eres la única que sabe hacer chistes, Harriet —mi voz salió en un tono más ronco de lo habitual.
Me quedé embobado por su sonrisa y otra vez me perdí en sus ojos claros. No sé qué tiene esta mujer que me atrae tanto, muchas mujeres me han gustado físicamente pero ninguna había logrado cultivarme con su personalidad.
Me acerqué, poco a poco, en serio me apetecía volver a besarla, en especial después de probar sus dulces labios en la boda. Avancé un poco más y le toqué el hombro para deslizar hacia abajo uno de los tirantes del camisón.
Podría haber sido una buena noche pero...
Ella hizo un gesto que me dio a entender que no estaba preparada para esto por lo cual me detuve al instante. Fui un idiota por creer que porque ella me atrae eso es del todo recíproco, o lo suficiente como para tener sexo conmigo.
Se casó contigo para salvar a su hija, no para satisfacerte sexualmente, Evan.
—Lo siento, Lily —me separé un poco.
—No, no. Tranquilo, es normal —apartó la vista de mis ojos—, después de todo somos marido y mujer.
Primera noche de bodas y ya hice sentir acosada sexualmente a mi esposa, me darán el premio al marido del año.
La cagué a más no poder.
—El sexo no estaba incluido en el contrato, además si no estás cómoda yo no voy a intentar nada.
No soy como el imbécil que intentó abusar de ella la noche en la que nos conocimos. Sí, tengo necesidades como todo hombre y más teniendo en cuenta mis antecedentes de playboy, pero nunca seré tan rastrero como para serle infiel a Lily u obligarla a algo que no desee. El matrimonio falso es una cosa y ella es otra diferente.
—Gracias por entender, Evan —depositó un corto beso en la mejilla—. Buenas noches.
—Buenas noches, Lily.
(...)
Desperté en la mañana y mi amada esposa no estaba a mi lado, espero que lo de escaparse de mis manos no se le haga costumbre. Me duché rápidamente y me cambié antes de bajar a desayunar.
Al llegar al comedor un olor delicioso se coló por mis fosas nasales, pero Fiona no estaba en la cocina.
—¿Quién está cocinando? —cuestioné.
—La señora Lily —respondió Karl un poco temeroso ante mi posible reacción, algo tonto teniendo en cuenta que no soy un jefe estricto en exceso ni suelo reaccionar mal ante pequeñas situaciones, aunque esto es distinto.
—¿Cómo que Lily está cociando?
—Señor, intentamos detenerla pero insistió y después de todo es la señora de la casa —explicó Miriam.
Fui a la cocina y efectivamente mi mujer estaba preparando panqueques mientras Jessie y Margarita la ayudaban. Llevaba puesto un delantal un poco manchado y estaba un poco perdida, supongo que porque no está adaptada a la cocina de la mansión, pero aún así el aroma era delicioso, me recordaba a los panqueques que me preparaba mamá. Al girarse me vio entrando.
—Oh hola, Evan. ¿Te gustan los panqueques? —me sonrió, no sé porqué pero adoro su sonrisa.
—Me encantan, pero la pregunta es ¿qué haces tú cocinando? —me apoyé en la encimera.
—Es fácil, no estoy acostumbrada a tener a una persona que cocine por mí —depositó un plato con una torre de panqueques frente a mí—. Además, hacerte el desayuno es mi forma de pedir perdón por lo de anoche.
—Primero no tienes que disculparte por lo de ayer y segundo, para cocinar tenemos a Fiona.
—Evan, te sugiero que te rindas, es más fácil escalar el Monte Everest que sacarle una idea a Lily de la cabeza, es muy terca —me aconsejó Margarita posicionándose al lado de la susodicha.
—Ella tiene razón, mamá es muy cabezona —agregó Jessie haciéndome reír.
Es una pequeña muy linda. Castaña clara, de piel un poco pálida, con un pequeño rostro adorable adornado con escasas pecas. Es como Lily versión miniatura, la única diferencia son sus ojos azules.
La verdad su presencia no me incomoda, es muy tierna. Mi único problema con ella es que me llame papá. Supongo que si permaneceremos juntos durante cinco años, será inevitable que nos tomemos cariño el uno al otro, pero aún opino que no estoy apto para ser padre y la mejor opción es que no me acerque demasiado para que no acabe lastimada a causa de mis meteduras de pata.
—Oye, gracias por el apoyo —le reclamó Lily a la pequeña y esta rió.
Supongo que no hay nada que pueda hacer.
—Ok, me ganaron —alcé ambos brazos en símbolo de paz—. Pero, Lily, por favor que no se te haga costumbre cocinar todos los días, Fiona no puede quedarse sin trabajo —bromeé para volver al comedor.
Al poco rato llegó Lily con los panqueques y nos dispusimos a comer, en serio estaban deliciosos. Jessie se llenó la cara de miel y migas, es una niña muy alegre a pesar de todo y mi regla de "no encariñamiento" comenzaba a correr peligro, pero de todas formas dentro de cinco años se terminará el plazo del contrato, no hay motivo alguno para formar ''lazos paternos''.
Luego del desayuno, terminé personalmente el tour por la mansión que dejé a medias ayer. Lily quedó maravillada con la la casa, mientras que Jessie y la Sra. Margarita se enamoraron del jardín. Resulta que la Sra. Margarita adora la jardinería y es muy buena en eso, a este paso me voy a quedar sin personal, estas mujeres son buenas en todo.
Mi esposa y yo nos sentamos en uno de los bancos situados en el jardín mientras observamos a Jessie y a la Sra. Margarita jugar, sabía que era buena idea traer a esa señora con nosotros.
—Este jardín se parece mucho al de la mansión de tu familia —comentó la castaña observando los alrededores.
—Sí, cuando me mudé aquí me aseguré de que el jardín fuera lo más parecido posible al de mi antigua casa, quería recordar a mi madre —confecé.
—Me gusta más este jardín, es más sencillo y menos ostentso. Pero tiene algo especial, no sé, diferente. Me recuerda a ti —soltó de pronto y recuerdo mis palabras de la noche de la cena.
—Creí que el que comparaba a las personas con jardines era yo —bromeé.
—Creí que la bromista en esta relación era yo —sonrió.
¿Por qué sonríe tan hermoso?
—El lunes voy a saltarme ir a la empresa para comenzar a tramitar la adopción de Jessie —cambio de tema.
—Será un proceso difícil, ¿cierto?
—Con el abogado de nuestra familia nada en cuestiones legales es difícil, Frank es el mejor —lo aseguro porque he sido testigo de si eficiencia—. Además, no hay nada que no se pueda agilizar, los ricos tenemos esa ventaja.
—Olvidé ese detalle —asintió—. ¿Le tienes mucho aprecio al abogado Jenkins?
—Demasiado, ha sido el mejor amigo de mis padres desde que tengo memoria, siempre ha estado con nosotros cuando más lo necesitamos.
—A mí me pasa lo mismo con la Sra. Margarita, ella fue la única que me tendió una mano cuando estaba sola.
《Cuando estaba sola》
Lily es madre soltera y según tengo entendido, Margarita es lo más cercano que tiene a una familia. Lo cual me hace preguntarme...
—Hablando de eso, Lily, discúlpame que te lo pregunte así pero... —hago una pausa, buscando las palabras adecuadas—. El padre de Jessie, ¿qué pasó con el?
—Él...él no importa —negó con la cabeza—. Es un cretino cobarde, y si lo preguntas por la adopción de Jessie, no te preocupes, ella sólo tiene mi apellido y en su acta de nacimiento ni siquiera está el nombre de su padre. Eso no será un problema —su tono de voz me dio a entender que la enojaba el tema.
Ya la volví a cagar.
—Siento haber tocado ese tema, es muy incómodo para ti —ella me mira.
—No te preocupes, Evan, en algún momento debía hablarte de eso y además es algo de lo que simplemente no puedo escapar —suspiró.
No me gusta verla así de consternada.
—¿Te gustaría hablar de ello? Digo, para desahogarte.
—Claro —asintió—. Cuando tenía 21 años tenía un novio, mis padres y los suyos eran amigos, incluso nos íbamos a casar.
—¿Entonces? No entiendo.
—El problema fue que quedé embarazada de Jessie. Cuando le conté me dijo que éramos muy jóvenes para ser papás, que él no estaba listo para eso, incluso llegó a decirme que sólo se casaría conmigo tan pronto porque nuestros padres nos presionaban. Discutimos, y al día siguiente me enteré de que se había ido de la ciudad y nunca más supe nada de él.
Maldito imbécil.
Yo tampoco estoy listo para ser padre y no tengo intención de acercarme mucho a Jessie, pero ella no es mi hija biológica y son circunstancias distintas. Si yo estuviese en el lugar de ese idiota, mínimo no habría huído como un cobarde, la niña no es culpable de su falta de capacidad y hombría.
—¿Y tus padres?
—Pues...ellos no se lo tomaron nada bien, me echaron de la casa, dijeron que era un mal ejemplo para mi hermana y que si el padre del bebé no me apoyaba, ellos tampoco lo harían.—escucho como su voz se quiebra intentando contener el llanto.
Si el padre de Jessie es un imbécil, los padres de Lily son peores. Quizás a los 21 años esperan un título universitario y no un bebé, pero es inhumano abandonar a una hija a su suerte.
Tomé su barbilla haciendo que me mire, y sí, estaba llorando y eso me rompió el corazón incluso más que la historia que me acababa de contar.
—¿Sabes, Evan? Esa fue una noche muy lluviosa, por eso adoro los días bellos y soleados como este —sonrió observando el cielo.
La abracé, tenía la necesidad de hacerlo, no soportaba verla llorar. Puede que no sienta amor por ella, pero la considero algo así como mi amiga y, para qué negarlo, me gusta.
—A partir de ahora, incluso si llueve, sólo vivirás días bellos y soleados. Te lo prometo, Lily —le susurré al oído sin interrumpir el abrazo, ella asiente.
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Nuevo capítulooo!!!
Espero que no estén muy decepcionados con respecto a la noche de bodas, creo que esa escena debe ser más especial y no tan forzado como el beso de la boda.
No me odien.
¿Qué fue lo que más les gustó del capítulo?
¿Les gustaría saber más sobre la historia de Lily?
Besos de Karina K.love😉
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