CAPÍTULO 41: Titanic y Reencuentro
Lily
El resto del día transcurrió románticamente normal. La tarde fue maravillosa, Ev y yo observando el azul del mar entre besos, mimos y más sorpresas. Simplemente perfecto. Ya estábamos de regreso al puerto de Heaven Gold City cuando mi querido esposo me llevó en sus brazos hasta nuestro camarote.
—¿Harás esto todos los 14 de febrero? —pregunté inhalando su varonil aroma.
—¿Qué cosa? —me sonrió.
—Cargarme hasta la habitación como pareja de recién casados.
—Siempre que quieras, lo haré. Además, es mi responsabilidad, todavía somos recién casados.
—No somos recién casados, el mes que viene cumplimos un año de matrimonio, ¿lo recuerdas?
—Es lo que dije, aún somos recién casados —abrió la puerta del camarote y me depositó suavemente sobre la cama para luego sentarse a mi lado.
—Que no.
—Que sí —me contradijo con diversión en sus ojos.
—Que no.
—Que sí, y fin de la discusión —sentenció y acto seguido me dio un corto beso para callarme, y lo logró.
Se paró de la cama y fue camino al clóset. Lo que sacó de él me dejó con la boca abierta. Era un vestido de gala precioso, corto hasta la mitad del muslo delante y largo hasta los tobillos detrás, color rojo, con un discreto escote corazón y finos tirantes, y una delgada cinta atada a la cintura.
—Esto es para usted, Sra. Harriet. Ahora si me disculpa, iré a cambiarme al baño —colocó el vestido a mi lado y tomando un traje negro como los que suele usar se fue camino al baño.
—Que caballeroso de su parte es irse al baño, Sr. Harriet —reí.
Dio media vuelta, mirándome con burla.
—No es caballerosidad, querida esposa. Es precaución —asintió.
—¿Precaución? —reí.
—Claro, si te veo desnuda...no podré resistirme —mordió su labio inferior sonriendo e ingresó al baño.
Ya nos habíamos duchado antes, así que me puse el espectacular vestido y los zapatos a juego que también estaban en el clóset. Sólo me faltaba el maquillaje y el peinado, pero de eso me encargaría al llegar a casa ya que en el yate no tenía ningún accesorio ni material de belleza para ello.
A los pocos minutos Ev salió del baño y, como siempre, me miraba como si fuera la mujer más bella del mundo. Él tampoco lucía nada mal en su traje, como todo el galán que es.
—Sabía que se vería fantástico en ti —sonrió, acercándose a mí.
—Me encanta este vestido. Sigo pensando en cómo te las arreglaste para que todas las sorpresas fueran perfectas hoy —enredé mis brazos alrededor de su cuello.
—Dicen que lo que se planea demasiado termina saliendo mal. Pues quien lo dijo no conocía a los Harriet —rió llevando sus manos a mi cintura.
—Sólo hay una falla en esta, no tengo nada para peinarme ni maquillaje.
—¿Quién dijo eso? —me guiñó un ojo y acto seguido abrió la puerta del camarote, y allí estaba...
Angeline Carey.
—¡Angeline! —corrí a abrazarla, llevaba semanas sin verla y justo ahora era mi salvación personificada—. No puedo creer que estés aquí.
—Todo fue idea de Evan —nos separamos—. No sólo fueron a Atlantic Beach para darse un chapuzón, también fueron a recogerme para ir a la fiesta y para dejarte radiante en el camino
—sonrió.
—Definitivamente nunca cuestionaré las habilidades para planear de los Harriet —le comenté a mi esposo aún sin creérmelo, él sólo me lanzó una sonrisa satisfactoria.
—Bueno, yo las dejo solas —depositó un beso en mi sien para luego caminar hacia la puerta—. Angeline, déjala preciosa.
—Por suerte para ti, ya es preciosa, pero la peinaré y maquillaré para que se vea como una diosa —respondió Angie y acto seguido mi esposo salió cerrando la puerta tras de él.
—Luces hermosa, Angie —sonreí.
Y era totalmente cierto, lucía genial. Llevaba puesto un vestido morado, largo hasta las rodillas y un escote lágrima. Su cabello rubio rizado peinado hacia un lado, maquillaje de estrella de cine y unos Jimmy Choo's a juego completaban su look. En fin, hermosa.
—Gracias, pero debo decir que tú luces igual de hermosa —dio una corta vuelta—. Ahora vamos a terminar el trabajo.
Asentí y me senté sobre la cama. Angeline sacó su equipo de maquillaje en donde tenía todo tipo de accesorios y productos. Comenzó maquillarme para posteriormente peinarme, y como el día de la gala, terminó de hacerlo con eficacia y rapidez.
—Listo, mírate —sonrió satisfecha entregándome un pequeño espejo.
Observé mi reflejo y...¡wow! ¡Me veía hermosa! Labios rojo carmín, ojos maquillados con sombras y delineado precisos, mascara de pestañas, cejas perfectas y un poco de rubor. El cabello suelto y con ondas. Sencillo y bello.
—¡Lo adoré! —chillé por inercia—. Gracias, Angie.
—¿Sabes? Si quisieras podrías ser modelo como tu hermana —comentó mientras guardaba sus accesorios.
Cambié de expresión en una fracción de segundo. Roxy...aún no puedo creer lo lejos que ha llegado. Mi carismática hermanita menor ahora es una top model y estoy muy orgullosa de ella, pero sigo teniendo demasiado miedo de su reacción como para ir a decírselo. En eso es lo único que mis padres tenían algo de razón, soy una cobarde.
—¿En otras circunstancias o en otra vida? Sí, tal vez —me encogí de hombros y dejé el espejo sobre la cama.
Angie me regaló una media sonrisa y tomó asiento a mi lado.
—No has hablado con ella, ¿cierto?
—No. Me moría de vergüenza cuando mis padres me echaron y...cuando la volví a ver...otra vez le fallé y le di motivos para sentirse decepcionada de mí. Así que...simplemente no estoy lista para esto, no puedo hablar con ella —me abracé a mí misma y Angeline también lo hizo.
—He hablado con ella después del incidente, y también después de la cena en la que nos contaste tu historia, y créeme, se muere por verte.
¿¡Qué!?
—¿En serio?
—Claro. Conozco a Roxy desde la universidad, somos muy buenas amigas y siempre hablaba de ti y de lo mucho que te extrañaba. ¿Recuerdas que te dije que me parecías conocida el día en que nos conocimos?
—Anjá —asentí.
—Fue por ella, pero en el momento Roxy no me vino a la mente. Todo cobró sentido en mi cabeza cuando las vi a ambas juntas.
Pues sí. Roxana y yo compartimos muchos rasgos físicos, salta a la vista que somos hermanas con sólo ver ambos rostros. Ella es más delgada y esbelta, y su cabello es un tanto más oscuro, aparte de ello casi todo el resto es igual.
—Qué pequeño es el mundo, ¿no? —reí por lo bajo.
—Incluso la ayudé a buscarte, sólo que se nos hacía difícil ya que no teníamos ninguna foto tuya, creo que tus padres se deshicieron de todas o algo así.
—Típico de mis padres —negué con la cabeza.
—Roxy...quería que le diera tu dirección, pero no lo hice porque tú tenías problemas con Evan en aquel entonces. Luego tuve que venir a Atlantic Beach para un evento importante y no he tenido tiempo de contactar con ella.
—Gracias, Angie, hiciste bien. Cuando me sienta preparada para hablar con Roxy y con Kendall...lo haré, pero ahora no es el momento —me obligué a sonreír.
—Bueno, ahora nada de lágrimas ni caras largas. Debes llegar a la fiesta como la diosa que eres y a tu marido se le tiene que caer la baba cuando te vea ahora —sonrió, levantándose y extendiendo su mano para que la tomara.
Asentí, tomé su mano y salimos del camarote. Mi esposo estaba esperándonos afuera y en cuanto me vio volvió su carita de idiota junto a su clásica sonrisa, me encanta.
—¿Cómo me quedó? —preguntó Angeline burlándose discretamente de él.
—¿En serio hace falta que conteste? —sonrió y me tomó de la cintura.
—Bueno...veo que ya están en plan romántico, así que ésta solterona se va a disfrutar de la hermosa vista en la cubierta de arriba —se despidió la rubia y acto seguido desapareció de nuestro campo visual.
—Estás hermosa. Bueno, más hermosa —Ev rozó su nariz con la mía.
—Gracias, Sr. Harriet.
—Estamos por llegar a Heaven Gold, pero quiero hacer algo primero.
A sabiendas de que se trataba de otra sorpresa o algún otro detalle, sólo me dejé llevar. Me llevó hasta el punto más cercano a la proa junto a la barandilla. Estaba atardeciendo y el tono anaranjado del cielo y el mar era bellísimo, lo suficiente como para buscarlo como fuente de inspiración cuando lo necesite.
—Me encantan las puestas de sol como estas —lo abracé.
—¿Sabes qué es lo que siempre quise hacer? —sonrió y me envió su mirada traviesa.
—¿Qué es, Evan Harriet? —alcé una ceja y me crucé de brazos, lo conozco lo suficiente como para saber que tiene algo entre manos.
—Recrear la escena icónica de Titanic.
¡Dios! ¡Mi marido enloqueció!
—¿¡Qué!? —grité con histeria—. ¿¡Quieres hundir el barco!? ¿¡Estás loco o qué!?
—Lily, ¿quieres dejar de gritar? Me refiero a la escena en la que Rose se sube a la barandilla y Jack la sostiene por detrás. Nadie va a hundir el yate —aclaró mientras se burlaba de mí, literalmente se estaba ahogando de la risa.
Era muy infantil de mi parte pero me enojé. Pronunciar la palabra ''Titanic'' a bordo de una embarcación alarma a cualquier persona y encima de eso se burla de mi ingenuidad. El enojo no me duró mucho, su risa era contagiosa y al fin y al cabo no era mala idea.
—Ya deja de burlarte y hagámoslo —le grité, intentando no reírme yo también.
—Espera...un segundo... —siguió mofándose apoyado a la barandilla.
—¡Ya! —lo golpeé en el hombro y finalmente se detuvo.
—Ok, súbete a la barandilla y yo te sostengo —sonrió, esa sonrisa que tanto me gusta.
Con cuidado y con su ayuda me subí a la barandilla. Ev me sostenía evitando que perdiera el equilibrio o que cayera. Me daba un poco de vértigo no tener un punto de apoyo en caso de una posible caída, pero el firme agarre de mi esposo eliminó todo pensamiento negativo; él nunca me dejaría caer.
—Ahora ya puedes extender los brazos —me indicó.
Poco a poco y con la convicción de que entre los brazos del hombre que amo no podría estar más a salvo, extendí ambos brazos hasta dejarlos abiertos de par en par.
Ahora entendía por qué Rose sentía que volaba en esa escena, se siente maravilloso. El viento soplando contra mi cara, los últimos rayos de sol del día como paisaje y mi esposo conmi8 sentir que sólo existíamos él y yo. Toda la atmósfera era demasiado única y especial.
—¡Te amo! —grité de forma espontánea, ni siquiera sé de dónde provino ese impulso.
—¡Y yo te amo a ti! —gritó él también abrazándome.
Así nos mantuvimos por un rato, disfrutando de la mágica sensación hasta que el sol se puso por entero. Disfrutamos un poco más de esos momentos a solas, después de todo esa era la idea, y no pude haber pasado un día de los enamorados mejor que este.
Menos de una hora después, habíamos llegado al puerto de Heaven Gold City. Nos despedimos del Capitán Martini y del resto de la tripulación. Bajamos del yate junto a Angeline y donde anteriormente se encontraba el auto de mi esposo ahora habían dos lujosos autos, esperándonos al parecer, con sus respectivos choferes. Ev y yo subimos a uno mientras que Angie ocupó el otro.
Estando ya en camino a casa quise romper el hielo ya que el trayecto estaba siendo demasiado silencioso y por consiguiente incómodo, sé que él detesta esos silencios tan tediosos. Evan estaba pensativo, y hasta me atrevería a decir que nervioso, pero no quise indagar ya que supuse que estaba pensando alguna última sorpresa para mí.
—¿Por qué una escena de Titanic? —mi pregunta le hizo dar un pequeño salto, no se lo esperaba y además estaba muy metido en sus pensamientos.
—¿Eh? —balbuceó—. Lo...lo siento, no te escuché —se disculpó volviendo a la realidad tras sacudir ligeramente la cabeza.
—¿En qué tanto piensas?
—No es nada, algo que dejé pendiente en casa, pero no tienes de qué preocuparte. ¿Qué me habías preguntado? —evadió el tema, pero como sé que está pensando en algo importante y no iba a insistirle.
—Decía que por qué querías recrear una escena de Titanic.
Me sonrió, pero su expresión era triste y creo saber el motivo.
—Era la película favorita de mi madre. Solía verla con ella, era nuestra escena favorita y...pocos meses antes de que muriera le prometí que cuando encontrara a la mujer de mis sueños, la recrearía —confesó sin mirarme a los ojos.
¿Así o más romántico?
Tomé su rostro entre mis manos e hice que me mirara. Le sonreí y seguidamente uní nuestros labios en un cálido beso. Tenía la necesidad de consolarlo y a la vez agradecerle por escogerme como la indicada para cumplir la promesa que le hizo a su madre.
—¿Acabas de confesar que soy la mujer de tus sueños? —sonreí al separarnos.
—Lo dije siendo un niño, fue una tontería —rió, negando con la cabeza.
—No es ninguna tontería, es la promesa que le hiciste a tu madre. Eso me convierte en la mujer de tus sueños —escabullí mis dedos a sus costados, haciéndole cosquillas. Si él podía usar ese acto como arma, ¿por qué yo no?
—Ok, eres la mujer de mis sueños, pero tú quieres casarte conmigo de nuevo —contraatacó entre risas, casi me atraganto al escucharlo. Cesé con las cosquillas y me incorporé, removiéndome con incomodidad.
—¿Qui-quién te dijo eso? —tartamudeé nerviosa y algo avergonzada.
—Fue Jessie. ¿Recuerdas el día en que fuimos al acuario con Garret y te enojaste de la forma más infantil con nosotros?
Cómo olvidar ese día. Independientemente de que no acabó de la mejor manera, fue el primer gran paso de Ev para reconciliarse con su hermano. Además, fue un día familiar inolvidable.
—Anjá —asentí, sintiendo cómo mis mejillas adopraban un rubor natural.
—Pues, cuando te fuiste ella me contó un secreto, y era que tú querías casarte conmigo por segunda vez —me sonrió divertidamente logrando que mi sonrojo aumentara.
Y sí, una parte de mí ha querido casarse una segunda vez desde que acepté que mi marido falso pasó a ser mi esposo real; desde que me enamoré de él. Se lo comenté a la niña hace meses, en un intento desesperado por hacer que se durmiera, adapté la imagen que tenía en mi imaginación como un cuento de hadas tal cual hace Evan.
Voy a castigar a Jessie cuando lleguemos a casa. ¿Cómo le pudo contar eso?
—Eso...lo dije sin pensar, en aquel entonces ni siquiera estábamos juntos románticamente y...
—Deja de excusarte y admítelo —me interrumpió—. Te quieres casar conmigo otra vez —ahora fue él quien se encargó de hacerme cosquillas.
—Basta, amor —me retorcí entre risas—. Olvidemos el tema y...¡mira! Ya llegamos a casa —chillé, apuntando nuestra mansión que se encontraba a pocos metros.
—Te salvó la campana, Lils. Pero sólo por ahora —me dio un beso en la mejilla.
El auto se detuvo y el chofer nos abrió la puerta. Ev se bajó primero y como el caballero que es, me ayudó a bajar. El auto en el que venía Angeline se detuvo detrás del nuestro, ella salió y caminó hacia nosotros.
—¿Listos, Sr. y Sra. Harriet? —nos preguntó con su radiante sonrisa haciendo acto de presencia.
Ev y yo asentimos. Los tres caminamos hasta la entrada de la mansión donde nos recibió Karl.
—Srta. Carey, Señores Harriet, bienvenidos a la fiesta de San Valentín —anunció Karl con la elegancia que lo caracteriza.
Sonreímos y entramos a casa dirigiéndonos a la sala de estar. Estaba perfectamente decorado, mucho mejor que esta mañana. En el centro del salón se encontraban mis suegros acompañados de mis cuñados. En una de las tantas mesas que se ubicaban en los lados derecho e izquierdo estaban sentados Jasmin, Ben, Zack y George. En otra Margarita jugaba con Jessie y Mateo. Degustando un pastelillo se encontraba Corina charlando con Frank.
—¡Mami! —gritó Jessie corriendo hacia mí y de paso alertando a todos de nuestra presencia.
—Hola, princesa. Te ves preciosa —me agaché para quedar a su altura y le di un gran beso en la mejilla.
Ahora llevaba un vestido blanco de encaje con un gran lazo adonando la zona baja de su espalda, zapatos a juego y una pequeña tiara. Lucía hermosa.
—Y tú también, mami. Le dije a papá que el vestido te quedaría genial cuando lo compramos.
—¿En qué momento ustedes dos compararon el vestido? ¿Y cómo es que no lo noté? —le sonreí a ambos y ellos me respondieron encogiéndose de hombros.
Padre e hija, ambos son igualitos.
Saludamos a todos nuestros invitados, y uno en especial que no había notado antes, me sorprendió gratamente con su presencia. Se trataba de Fred, nuestro amigo y ex chofer que regresó a su ciudad natal luego de ganarse la lotería. No lo veía desde hace un par de semanas y me alegraba muchísimo la idea de que viniera de visita. Nos comentó que está terminando su carrera universitaria que hace un par de años había dejado a medias y estaba pensando en regresar a Heaven Gold City junto a su familia. No podía estar más feliz por él al ver que tenía tan buena visión a futuro. Muchos "nuevos ricos" derrochan su fortuna en lujos inútiles, en negocios demasiado buenos para ser legales o acaban siendo estafados; él estaba pensando en lo importante, que eran sus estudios y el bienestar de su familia.
La noche transcurrió de maravilla. Entre música, bailes, charlas, risas, relatos divertidamente largos de Jessie y un par de reencuentros y presentaciones. Lori y Garret por ejemplo, dejaban en claro lo mucho que está creciendo ese amor naciente entre ambos.
Lorraine, de ella también estaba tan orgullosa.
De esa asustadiza y vulnerable mujer que llegó pidiendo refugio el año pasado ya no queda ni la sombra. Ha logrado superar su pasado, se está conviertiendo en la mejor versión de sí misma. Además, se nota a leguas de distancia que mi cuñado la hace feliz y ella a él. Esos dos, junto a Mat, conforman algo grandioso que espero muy pronto se convierta en una familia oficial.
—¿Cómo lo estás pasando, amor? —me preguntó mi esposo ofreciéndome una copa de champaña, estaba inmersa en mis pensamientos, recordando lo que ocurrió hace un mes.
—De maravilla, tanto que tengo miedo que se arruine como la última vez —confesé tomando la copa.
—No va a ocurrir nada como lo de aquella noche. Ya nos contaste todo sobre tu pasado y esta vez no aparecerán tus padres para amargarte la noche. Así que disfruta y despreocúpate, ¿ok? —me acarició la mejilla y dejó un pequeño beso en mis labios, pero eso no alivió del todo la tensión que sentía.
—Lo intentaré —suspiré y le di un sorbo al contenido de mi copa.
—Bailemos y te relajarás.
Sin dejarme responder, tomó mi mano y me llevó al centro del salón, que para la fiesta se convirtió en la pista de baile. Se estaba reproduciendo una lenta, perfecta para la ocasión. Colocó sus manos en mi cintura mientras yo llevaba la que tenía libre hacia su hombro. Comenzamos a bailar al ritmo de la canción y poco a poco mis preocupaciones desaparecierom. En cierto modo no tenía por qué estar tan preocupada y a la defensiva, Ev estaba en lo cierto, ya no tenía nada que ocultar, así que me dejé llevar concentrándome únicamente en mi esposo que tanto se había esforzado para hacer que este día fuera tan especial para mí.
—Gracias por este día —le susurré al oído.
—Sólo preparé un par de sorpresas para la mujer de mis sueños —murmuró y le sonreí.
Recosté mi cabeza en donde anteriormente había puesto mi mano y lo abracé, deleitándome con el aroma de su perfume y la paz que me transmitía estar entre sus brazos.
Evan Harriet, eres de lo mejor que me ha pasado en la vida.
Escuché el timbre sonar un par de veces pero no le presté atención, supuse que sería otro invitado. La canción aún no terminaba así que sólo me centré en mi baile matrimonial. Sin previo aviso sentí como tiraban de mi vestido y posé mi vista en dicha dirección, era mi hija.
—¿Qué pasa, Jess? —le sonreí.
Su respuesta fue tomarme de la mano, arrastrándome consigo. Me dejé llevar suponiendo que se trataba de una nueva sorpresa. Ev nos seguía, sonriendo.
—¿Qué ocurre? —indagué cuando abandonamos la sala de estar para dirigirnos hacia el pasillo que conduce a la entrada.
—¡Vino mi tío chef, mami! —chilló, emocionada.
—¿Tu tío chef? ¿De qué ha...? —en ese instante me di cuenta de lo que quería decir y no podía creerlo.
Paré en seco. Si se trataba de quien estaba pensando, y conociéndome, explotaría en emociones. Avancé lentamente unos pasos más hasta divisar esa figura alta e imponente que parecía estar esperándome.
Era él, ¡era mi hermano!
Había cambiado mucho, pero no lo suficiente como para que no lo reconociera. Vestía un traje negro muy elegante y ahora una ligera barba poblaba su rostro, pero seguía siendo mi hermano mayor. Los mismos ojos verdes idénticos a los míos, el mismo cabello castaño oscuro, la misma calidez que su mirada solía transmitirme. ¡Kendall!
De la impresión dejé caer la copa de champaña de mi mano e intenté reprimir las lágrimas que se estaban acumulando en mis ojos. No sabía qué me diría o si pensaba igual que mis padres, pero tan solo el hecho de volverlo a ver después de tantos años de alegraba el corazón. Lo he extrañado tanto. Él se fue a estudiar a Italia mucho antes de que yo quedara embarazada, por lo mismo ha sido a quien más he echado de menos.
—¿Por qué siempre tienes que dejar caer algo cuando te sorprendes? —me preguntó con la voz algo quebrada, él también estaba tratando de no llorar.
Su voz...sigue siendo tan firme y suave a la vez.
—Tú también lo haces —reí al recordarlo y las lágrimas que retenía finalmente acabaron mojando mi rostro.
Aún nos encontrábamos separados por un par de metros. Una jodida distancia que moría por eliminar, pero temía hacerlo.
—Entonces hagamos lo que siempre hicimos... —aspiró por la nariz— echarle la culpa a Roxy —dijo ladeando un poco la cabeza y tras ese gesto a su lado apareció mi hermana también, igual de hermosa que la última vez que la vi y tan llorosa como yo.
No me pude contenerme por más tiempo y corrí a abrazarlos. Ambos me recibieron con los brazos abiertos, uniéndonos los tres en un cálido abrazo, como en los viejos tiempos. No pude evitar llorar. De alegría, de emoción, de esa emoción tan única de reencontrarme con mis hermanos después tantos años privándome del privilegio de tenerlos a mi lado. Ellos también tenían los sentimientos a flor de piel y no les molestaba demostrarlo, a pesar de que ambos detestan llorar.
—Lily, tonta. ¿Dónde te metiste? ¿Sabes cuánto tiempo llevamos buscándote? —sollozó mi hermano, secando mis lágrimas.
—No vuelvas a desaparecer...por favor, hermana —rogó mi hermanita entre lágrimas.
—No lo haré, estaré justo aquí...lo prometo —la abracé.
Aún albergaba un poco de miedo de ser rechazada o juzgada por ellos como ocurrió con nuestros padres, pero los reclamos y muestras de decepción no se hicieron presentes en lo absoluto. Sus brazos se adherían a mi cuerpo como si temieran que al soltarme me volverían a perder; pero no sería así.
—¿Entonces mis dos tíos regresaron? —preguntó una vocecita detrás de mí.
Al girarme me encontré a Evan cargando a Jessie. Ambos nos observaban enternecidos.
—Sí, pequeña. Ellos son el tío Kendall y la tía Roxana, mis hermanos.
Sentí tanto alivio y orgullo por podérselos presentar por fin. De haber sido por mí, ella hubiese crecido junto a sus tíos y nos hubiésemos reído tantas veces de lo mucho que se parece a ellos en cuanto a personalidad.
—Aunque nos puedes llamar Ken y Roxy, así nos gusta más —añadió mi hermano.
—Hermanos —me giré hacia los ojiverdes—, ellos son Evan y Jessie, mi esposo y mi hija.
—A Evan ya lo conocemos, él fue quien nos contactó —aclaró Ken.
Mi vista viajó hacia Ev, el sólo me guiñó un ojo con complicidad.
Te amo, amor.
—Entonces esta pequeñita es mi sobrina —dijo Roxy tratando de no romper en llanto por segunda ocasión—. Hola, pequeña hermosa.
—Sip, yo soy Jessica Harriet, pero todos me llaman Jessie. Tengo 6 años y soy princesa, tierna, empresaria y pandachina —se presentó la niña animadamente.
—Con pandachina quiere decir parlanchina, y lo de empresaria es porque tiene su propia compañía que se dedica a exportar brillos, dulces y cuernos de unicornios —aclaró Ev con toda la seriedad que pudo, tuvimos que contenernos para no reír.
—Vaya, nuestra sobrina es una pequeña caja de sorpresas, Ken —rió Roxy.
—Si supieran —murmuré.
—Ok, Jess, vamos a dejar a mamá con los tíos, lleva mucho tiempo sin verlos y tienen que ponerse al día —dijo Ev dejando a Jess en el suelo, tomó su manita y comenzaron a caminar de regreso al salón.
Los alcancé y tomé a Ev del brazo para detenerlo. Se giró y me tomó sólo un segundo abrazarlo.
—Gracias, amor. No sabes cuan agradecida estoy contigo por esto.
—Te lo debía por no escucharte cuando me quisiste contar tu verdad —rompió el abrazo—. Ahora tienes de vuelta a tus hermanos, cuéntales la historia, estoy seguro de que te entenderán —depositó un corto y tranquilizador beso sobre mi frente.
—Te amo —susurré.
—Y yo te amo a ti.
—Adiós, mami —dijo Jess, agitando su manita libre mientras se marchaba con su papá.
Giré sobre mis pies, centrando mi atención sobre mis hermanos. Por un instante no supe qué decir. Maldita sea, no sabía ni por dónde empezar. Ese absurdo miedo de perderlos nuevamente me atacó una vez más.
—Es hermosa —habló Ken, rompiendo el hielo.
—Y es todo para mí.
—No tengo dudas de ello —asintió Roxy.
El silencio volvió a llenar la atmósfera entre nosotros, simplemente no sabíamos qué decir. Podía apostar que ellos tenían miles de preguntas por hacerme, pero temían hacerme sentir mal o quizá ni siquiera sabían cómo formularlas.
Así que decidí dar el primer paso.
—Vengan conmigo.
Los guié con destino al comedor, allí nadie nos molestaría y podríamos hablar tranquilos. Me senté en la silla de Evan mientras Roxy y Kendall lo hacían a mi izquierda y mi derecha respectivamente. Me armé de valor y comecé a relatarles toda la historia, tal cual lo había hecho con Evan y añadiéndole mis experiencias como integrante de la familia Harriet. Ellos se limitaban a escucharme sin interrumpirme y lloraron conmigo en cada anécdota digna de lágrimas. Ken se mostraba consternado y hasta cierto punto impotente por no haber estado a mi lado cuando más requerí de apoyo, Roxy por su parte apenas podía procesar todo el sufrimiento que me tocó vivir. No me reprocharon y ni se sentían decepcionados de mí, como pensaba que lo estarían, eso me quitaba un gran peso de encima.
—No puedo creer que hayas pasado por todo eso tú sola, Lils —sollozó mi hermana, tomándome la mano.
—¿Por qué no nos llamaste? ¿Por qué no nos buscate si sabías dónde encontrarnos? —cuestionó Ken, imitando el gesto de Roxy.
—Porque ya no era Liliana Allen, ya no era su hermana. Los veía en los anuncios y revistas cumpliendo sus sueños, continuando con sus vidas y...creí que ya no tenía cupo en ellas, que...estarían muy decepcionados de mí —comencé a llorar por novena vez consecutiva, creo.
—¿Decepcionados? ¿Nosotros? —rió sin gracia mi hermano a la vez que secaba mis lágrimas—. ¿Acaso no ves todo lo que has conseguido tú sola? Tuviste una hija, saliste adelante sin ayuda por cinco años. Te casaste para pagar su tratamiento, y después de todo eso escribiste un libro que es un éxito rotundo. Eres admirable, y no podría estar más orgulloso de ti.
—Además tú siempre tendrás un enorme cupo en nuestras vidas —agregó mi hermanita—. No tienes idea de la falta que nos has hecho los últimos siete años. Sin importar tus errores y equivocaciones siempre vas a ser mi hermana mayor, a la que quiero, a la que admiro, la que siempre será mi ejemplo a seguir. Y aunque por suerte para ti ya no llevas el apellido Allen, siempre serás la más valiente y poderosa de la familia.
—Te adoramos. Te amamos, y eso es todo lo que importa, hermanita —concluyó Ken.
—Y yo los amo a ustedes, hermanos.
Ambos abandonaron sus asientos para abrazarme. Se sentía tan bien volver a tenerlos conmigo.
—Ok, basta de lágrimas que ya bastante se nos ha estropeado bastante el maquillaje —bromeó Roxy rompiendo el abrazo, aproveché para levantarme y secar sus lágrimas, aunque acabé expandiendo la capa oscura de rímel por sus mejillas.
—Parecen dos mapaches —se burló Kendall.
—Gracias por el halago, ojos de luciérnaga —atacó mi hermana.
—Sabes que los tres tenemos exactamente el mismo color de ojos, ¿verdad? ¿O tu cabeza de top model es demasiado pequeña para entenderlo? —contraatacó el hermano mayor.
¡Dios! Como extrañaba estar en medio de sus absurdas peleas.
—¡Ya basta! Volvamos a la fiesta, tengo que presentarles a los Harriet y a mis amigos, los van a adorar —les sonreí, rodeándolos a ambos con mis brazos.
—Perfecto —me sonrió de vuelta Kendall—. Estoy viviendo aquí en Heaven Gold, así que te estaré vigilando muy de cerca —posó un beso sobre mi frente.
—Y yo me quedaré durante unos meses —informó Roxana—. Ya te encontré y no pienso separarme de ti.
—Joder —maldijo Ken—. Ahora tendré que soportar a la insoportable.
—Amargado.
—¡Basta! —los interrumpí—. Vayamos a disfrutar lo que nos queda de 14 de febrero.
—Feliz San Valentín, Lily —dijeron ambos al unísono.
—Feliz San Valentín, hermanos.
Luego de retocarnos el maquillaje, caminamos hacia la sala de estar, juntos y conmigo en medio como la hermana mediana que soy. Tan pronto entramos, las miradas de todos se posaron sobre nosotros. Era de esperar que llamásemos la atención, en especial por el gran parecido entre los tres.
—Wow —sonrió Regina—. Los Allen.
Mis hermanos se mostraron amables y sonrientes, ambos son muy sociables por lo que conocer a tantas personas a la vez no supone un problema para ellos. Pero me pareció raro la forma en la que Kendall miró a Corina y el intercambio de miradas de desagrado que compartieron Roxy y George.
—¡Tú! —dijeron mi hermano y Cori, escanéandose con la mirada.
—¡Tú! —exclamaron Roxana y el pelirrojo, apuntándose el uno al otro.
—¿Nos...perdimos de algo? —preguntó Ev alternando la mirada entre mis hermanos y nuestros amigos.
—Pues... —intervino Jess—. Ya conseguí que el tío Garret y la tía Lorraine estuvieran juntos —frotó sus manitas y sonrió con malicia—, ahora tengo parejas nuevas que juntar.
—¿De qué habla Jessie? —preguntó un confundido Kendall, lo mismo pasaba con la castaña a mi lado.
Compartí miradas divertidas con mi esposo y mis cuñados, y luego dejé escapar un suspiro pesado.
—Ken, te vas a casar con Corina —me volteé hacia mi hermana—. Roxy, te vas a casar con George.
Los cuatro intercambiaron miradas incómodas para luego evitar el contacto visual a toda costa.
Este es el mejor San Valentín de la historia.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítulooo!!!
¡Reencuentro! Sé que lo estaban esperando, en especial a Gabi-videla14 y kim_shooky_ a quienes le dedico este cap.
¿Cuál fue tu parte favorita del cap?
Besos de Karina K.love😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top